Historia de LouderThanHe1l
Advertencia capitulo con contenido sexual.
Una vez que me aseguré de que Venable y Mead no estuvieran observando cada uno de mis movimientos, caminé hacia la habitación de Michael. En mi camino escuché un fuerte golpe de la dirección de Coco, pero eso no es asunto mío, así que continué mi camino de manera feliz.
Cuando llegué a la habitación de Michael, abrí la puerta y me desplomé contra ella cuando se cerró.
- Estoy tan enferma y cansada de esa gente, ¿por qué no podrías haber venido conmigo? Al menos habría tenido alguien con quien bailar en ese momento. -
- Lo siento cariño, verás dentro de un rato por qué me quedé solo - Dijo sin siquiera mirarme y continuar escribiendo en su computadora.
- No es que intente ser una novia necesitada ni nada...- Me detuve una vez que me di cuenta de lo que había dicho y él también.
Se congeló con sus manos sobre el teclado y se giró para mirarme con una mirada inquisitiva.
- Eso no es lo que quise decir, Michael. Quise decir eso como si fuéramos a follar, ¿sabes? y pasamos una cantidad decente de tiempo juntos, así que somos amigos, y resulta que soy una chica, así que soy tu amiga con la que te acuestas a veces...- Empecé a divagar una y otra vez para encubrir mi vergüenza.
Se levantó de su escritorio con una sonrisa en sus labios. Soltó una pequeña carcajada.
- No me importa a qué te refieres. Los dos sabemos que vamos a estar unidos por mucho, mucho tiempo - Él se alzaba sobre mi figura corta, no estoy segura de qué tan alto es, pero mido un metro sesenta y cinco con estos tacones puestos y aún es una cabeza más alto que yo.
- ¿Y por qué sigue repitiendo eso, señor Langdon? - Pregunté mientras me abrazaba en un cálido abrazo.
- Porque sé que estabas destinada a ser encontrada por mí cariño - Agregó besando mi frente.
- Desde que me hiciste ir sola a eso, creo que merezco un regalo - Dije tratando de sonar lo más seductora posible.
- ¿Por favor señor? -
Michael me miró y empujó mi cabeza para mirarlo. Él sonrió y se inclinó besando mis labios suavemente. Agarré su camisa para atraerlo más cerca de mí. Lentamente, el beso se volvió más apasionado y su lengua suplicó la entrada mientras trazaba mi labio inferior. Felizmente lo obligué y continué agarrando su cabello para mantener sus labios sobre los míos.
Sus manos acariciaron mi espalda y comenzaron a jugar con las cuerdas del corsé, tirando bruscamente de ellas para aflojarlas.
Mis manos se movieron desde su cabello hasta la cremallera de sus pantalones. Es casi como si algo hubiera tomado el control de mí, diciéndome que lo necesitaba más que nunca. Descomprimí su pantalón y rápidamente le abrí la camisa, haciendo que uno o dos botones se soltaran en el proceso.
Después de lo que pareció una eternidad para sacarme el vestido, me tiró de espaldas sobre su cama y se abalanzó sobre mí mientras se quitaba los pantalones. Se inclinó y comenzó a besar mi clavícula, lo que me hizo sonreír y dejar escapar un suspiro.
- Hagamos una apuesta - Dije de la nada.
- Quien diga el nombre del otro primero pierde. Quien gane, estará arriba - Dije susurrando seductoramente en su oído.
- Acuerdo - Él gruñó.
Me senté y empujé su espalda sobre la cama para poder bajar mi cabeza a su pene. Comencé a mordisquear ligeramente la punta antes de tomarla en mi boca. Utilicé mis manos para masajear las partes de su largo que no cabían en mi boca. Michael comenzó a gruñir y gemir, para aumentar el placer, comencé moviendo mi cabeza hacia arriba y hacia abajo más y más rápido.
- Joder, estás haciendo esto difícil - Él gimió.
Sus gemidos se hicieron más profundos cuando sus piernas comenzaron a temblar, podía decir que estaba a punto de correrse, así que tomé eso como mi deseo de parar.
Él me dio la vuelta así que ahora él era el que estaba arriba, obviamente molesto porque no lo dejé terminar. Me miró con ojos llenos de lujuria y sumergió su dedo en mi dolorido montículo, y agregó dos más mientras entraba y salía.
- Todo esto para mí - Dijo sacando los dedos y mirando lo húmedos que estaban.
- Pruébalo, cariño - Me indicó que acercara sus dedos a mi boca y me permitiera chuparlos. Mientras estaba atrapada en eso aprovechó la oportunidad de repente, se sumergió en mí. Grité en pura ectacia, él sonrió sabiendo que estaba cerca de ganar.
- Joder, eres perfecta - Dijo hechando la cabeza hacia atrás mientras empujaba dentro de mí.
- ¡Jesucristo, Michael! - Grité sin importarme que el resto de los residentes del lugar pudieran confirmar sus sospechas si se alejaban de la fiesta.
Comenzo a embestirme más rápido y más fuerte que antes, como si hubiera una especie de ira profunda que estaba tratando de sacar durante el sexo.
- Gané - Susurró en mi oído cuando llegué a su polla.
- Ni siquiera me importa en este punto - Le dije mientras él continuaba entrando para que él también pudiera terminar.
Los únicos sonidos en la habitación eran nuestros gemidos y el sonido de la piel golpeando juntos. Empecé a empujar mis caderas hacia arriba para encontrarlo con cada empuje que eventualmente lo llevó a caer sobre mi estómago y caer a mi lado.
- Bueno, esa fue una buena recompensa - Dije acariciando mi cabeza en el cuello de Michael.
Después de unos diez minutos de estar juntos, se levantó y dijo que probablemente deberíamos bañarnos. No era necesario que volviera a mi habitación solo para ducharme cuando el suyo era lo suficientemente grande para nosotros dos. Antes de que pudiera poner un pie en el agua tibia, miré a Michael para ver qué estaba haciendo. Estaba recogiendo su pelo en un moño en la nuca y notó que yo lo miraba y le sonreía.
- ¿Qué estás mirando? - Preguntó inocentemente y algo molesto.
- Tu cabello, es lindo cuando lo tienes así. Te hace parecer menos aterrador - Dije todavía sonriéndole mientras me hacía un gesto para que entrara en la ducha para poder seguirlo.
- Tengo la sensación de que tendremos visitas en la próxima hora y no tengo ganas de esperar a que se seque el pelo... ¿Por qué te divierte tanto? - Preguntó mientras ajustaba el cabezal de la ducha para que los dos pudiéramos obtener algo de agua caliente.
- Debido a que eres un hombre temible de la cooperativa que viste de negro, aquí estás con un adorable moñito - Dije frotando el jabón sobre mi cuerpo y golpeando ligeramente el moño.
- Puedo ser tan letal cuando tengo el pelo amarrado, así que no me llamaría adorable - Dijo mientras alejaba mi mano y se acercaba a mí, hablando en voz baja.
Traté de taparme la boca para evitar que se soltaran risitas, pero fue una causa perdida.
- Realmente eres medio ángel, ¿no? - Preguntó.
Honestamente, pensé que estaba tratando de ser dulce y decir que soy hermosa o algo así hasta que él agregó:
- Puedo decir que esas cosas son molestas como todas esas mierda y tú también lo eres aveces. -
- Alguien ha conseguido su ropa interior satánica en un giro - Murmuré saliendo de la ducha y secándome.
- Por favor, no vuelvas a decir eso, Ezra. Me estás avergonzando y no hay nadie más aquí - Dijo agarrando su toalla para poder secarse también.
- ¿Qué ropa debería ponerme? No tengo ganas de volver a ponerme ese corsé - Dije tratando de insinuarle a Michael que quería su camisa.
- Solo ponte el deslizamiento que tenías debajo - Dijo muy de hecho mientras se vestía y se sentaba en la silla de su escritorio.
- ¿Qué pasa si solo uso algo tuyo? - Pregunté poniéndome el sostén y la ropa interior.
- Sería mucho más cómodo - Añadí sentadome en su regazo para que me prestara atención.
- ¿Por favor? Tienes al menos seis de los mismas camisas negras en tu armario ¿no puedes dejarme que me preste uno por unas horas? - Pregunté parpadeando mis gruesas pestañas hacia él y dejé caer mi cuerpo sobre el de él.
- Bien, Ezralee, aléjate de mí para que al menos me vea como si estuviera haciendo mi trabajo querida - Dijo, levantándose con cautela y colocándome a su lado.
Caminé hacia su armario y agarré sus camisas como una niña vertiginosa y comencé a abotonarlo.
Me acerqué a él para ver su reacción.
- ¿Qué quieres ahora? - Preguntó con un profundo suspiro.
- Amargado. Solo quería que me vieras en tu ropa porque la mayoría de los chicos piensan que hace calor, pero supongo que no lo aprecias - Le dije bromeando.
- No soy esos chicos Ezra. Si estoy siendo completamente honesto, preferiría que te quedaras en nada - Dijo sin siquiera mover sus ojos de la pantalla.
- Toma una siesta querida, vas a necesita energía extra - Añadió.
------------------- Treinta minutos más tarde -----------------------------------------------------
Era agradable y estaba acurrucada en las sábanas de Michael mientras tipeaba en su computadora. Escuché que sucedía algo en la fiesta, sonaba como si estuvieran ahogándose, probablemente la razón por la que Michael me dijo que me mantuviera alejado de las manzanas. Si estuvieran todos muertos, creo que bailaría en sus tumbas por lo frio que han estado conmigo durante los últimos días.
Estaba a punto de quedarme dormida cuando escuché el bastón de Venable acercándose a la puerta de Michael. No me desanimé por esto, ya que Michael estaba a solo metro y medio de mí y sé que no dejaría que Venable se acercara a cierta distancia antes de enviarla volando a través de la habitación, o eso espero.
Cuando finalmente se abrió la puerta, mantuve los ojos cerrados para que pareciera que todavía estaba dormida, pero podía decir que era Venable y Mead por la forma en que Michael habló.
- Damas, estoy un poco ocupado formulando mis selecciones. -
- Esto no llevará mucho - Venable se movió más adentro de la habitación.
Ante eso Michael cerró su computadora portátil y giró en su silla para enfrentar a las dos mujeres que acababan de invadir el espacio.
- ¿Qué es esto? - Preguntó tratando de fingir un tono de sorpresa en su voz.
- Veo que no me equivoqué al suponer que la rata encontraría su camino hasta aquí - Dijo Venable golpeando el lado de la cama con su bastón.
- Veo que no me equivoqué al suponer que nunca se ramificaría desde ese trasero de mierda mirando el peinado - Murmuré fingiendo que recién me había despertado.
- Ezralee - Dijo Michael desaprobadoramente mientras Venable ponía los ojos en blanco.
- Escuchemos lo que tiene que decir. -
- Me gustaría informarle que estamos haciendo las selecciones ahora, señor Langdon. Y me temo que no logró el éxito - Dijo Venable, esas palabras que causó una risa audible, la primera que escuché, provenía de Langdon.
Admitiré que podría haber dejado escapar una pequeña risa de mi parte también.
- Lo siento. Quería dejarte tener tu momento. Pero no pude contenerlo - Dijo Michael gesticulando con su mano.
- ¿Crees que es gracioso? -
- Creo que estoy impresionado, Srta. Venable. No estaba seguro de que fuera capaz - Dijo Michael finalmente levantándose de su silla.
- Quédate en la cama - Pensó rápidamente, a lo que con mucho gusto agradecí ya que estaba disfrutando del espectáculo.
- Has pasado la prueba.
Eres perfecta para el santuario - Dijo en un retorcido acto de destino, ya que estoy segura de que los sonidos de asfixia que escuché antes eran del resto de las pobres almas que están aquí muriendo.
- Ms. Mead - Ordeno Venable haciendo que la Sra. Mead sacara su arma de sus pantalones.
- No haría eso - Dijo Michael con calma.
Mi ritmo cardíaco comenzó a aumentar y sentí que me enojaba que alguien le apuntara con un arma a Michael. Intenté enfocar mis poderes, de manera similar a lo que había hecho a principios de semana, en el arma en la mano de Mead. Sin embargo, lo máximo que pude hacer fue hacer que temblara tremendamente, causando que Michael me mirara y sonriera.
- Maravilloso, cariño - Dijo haciendo que Mead y Venable fruncieran el ceño y se giraran para mirarme.
- ¿Es tu última línea de defensa? Eso es patético - Espetó Venable haciendo que Michael se riera.
- Sra. Mead - Venable volvió a llamar, volviéndose expectante a su amiga.
- Ezralee solo está realizando un buen truco - Dijo señalando a Mead.
- Es el espectáculo principal. -
De repente, Mead le disparó a Venable, dejándonos a todos sorprendidos, excepto a Michael. Salté de la cama cuando Venable cayó al suelo jadeando por aire.
- No sé por qué hice eso. Siempre fui leal a ella - Dijo Mead rompiéndose un poco.
- Está bien. Estabas obedeciendo órdenes, estas programada para seguir mis órdenes - Dijo poniéndose de pie.
Recordé vivamente que Michael había mencionado a alguien que trabajaba para él desde adentro para que nos uniera. Para asegurarme de que estaba aquí... nunca pensé que era un robot.
- ¿Disfrutaste de ejecutar el plan de las manzanas venenosas tanto como yo disfruté idearlo? - Le pregunto sonriendo.
Manzanas venenosas, por supuesto que lo haría.
- ¿Querías a todos muertos? -
- Nunca me ha gustado ensuciarme las manos, eso lo aprendí de mi padre... siempre es más divertido atraer a hombres y mujeres a muertes sucias. Confirma lo que siempre he creído - Dijo girándose hacia mí por un rato para comprobar mi reacción.
- ¿Qué... qué crees? -
- Que todas las personas, si se les dan las presiones o estímulos correctos, son unos malditos hijos de puta. -
- Estoy teniendo problemas con esto, sé que solo soy una máquina. -
- ¡Nunca digas eso! No eres solo una máquina, no para mí...- Dijo acercándose para consolarla.
- Cuando le pedí a la cooperativa que te hiciera, les di un prototipo a seguir, alguien de mi infancia que era muy querida para mí - Dijo con una suave sonrisa.
- El niño hermoso...- Respondió ella sonriendo.
Sentí que esta conversación era demasiado personal para que la escuchara, así que intenté dirigirme a la puerta para irme, pero Michael sacudió la cabeza y me indicó que me quedara.
- Ese era yo - Respondió con lágrimas en los ojos.
- Pero tuve que mantener la parte más importante de ti escondida de tu mente. -
- ¿Por qué? -
- Para protegerte, y el plan. Te perdí y no pude soportarlo. No podría imaginar un mundo nuevo sin ti a mi lado... fuiste la única mujer que me entendió - Dijo extendiéndose hacia ella.
- La única mujer que te ha amado...- Dijo de nuevo abrazándolo.
Sonreí por ver a Michael tan genuinamente feliz y silenciosamente salí de su habitación y de regreso a la mía.
Esperemos que algún día pueda ser la segunda mujer en amar y comprender al misterioso Michael Langdon. Pero por ahora la señora Mead tendrá que hacerlo.
- Eso espero también...- Michael pensó para mí haciéndome sonreír.
Tal vez con Mead sabiendo quién es ella realmente, Michael se abrirá más y, a veces, será un poco menos que un imbécil.
- No es una oportunidad, querida. -
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Hasta la próxima.