Mi vida un show

By Hitto_

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Sophie es la protagonista de la más famosa y peor serie de televisión del momento. Además de lidiar con fans... More

Advertencia, DEBES saber esto antes de leer
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Hemofobia
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La resaca del sábado
La TV es mi enemiga
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El punto final para Aaron
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Conociendo a Steve
Borrón y cuenta nueva
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Cita a ciegas con Aaron Hyde
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Tulip, to live
Cerrando capítulos
La graduación
Presentando: Transalterna
Epílogo
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Ser adulto

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By Hitto_

 Ian escuchaba las quejas de Sophie. Desde la salida del colegio que no había pronunciado ni una palabra, era ella quien le contaba sin parar lo mucho que odiaba a Susan, haciendo alguna referencia sobre lo idiota que era Tiago.

— ¡Ahora elegirá hasta mi ropa! Esta tarde un equipo de producción irá a mi casa a revisar mi armario, poner nueva ropa y asesorarme en maquillaje, como si estuviésemos en un programa de cambio de look, por suerte al productor no se le ocurrió filmarlo y hacer una especie de reality —dijo Sophie antes de callarse de pronto y gritar—: ¡No! ¡¿Qué tal si eso es lo que van a hacer y esta tarde hay una cámara y un conductor tratándome como una idiota que necesita ayuda para vestirse?!

—No creo que eso suceda —respondió Ian hablando entre dientes, ya un poco cansado de escuchar lo mismo una y otra vez.

—Quién sabe esa Susan es una...

—Perra —la interrumpió, sabiendo lo que iba a decir.

—Sí— masculló, notando que Ian no estaba de muy buen humor—. ¿Y ahora qué te pasa?

—Nada. Es que ya me has repetido lo mismo desde que salimos. Susan es una perra, quiere controlar tu vida, no te dejan tranquila...

—Sí, eso me sucede, ¿qué ahora no puedo quejarme?

—No en realidad.

Sophie se detuvo y quiso golpearlo o directamente irse de ahí, darle la razón a Tiago y no hablarle a Ian nunca más.

—Estás de su lado —afirmó, a punto de tomar la segunda opción e irse sola.

—No es que esté de su lado. Pero firmaste un contrato, lo leíste, te lo explicaron y tú aceptaste. Sabías que esto podía pasar, solo basta con ver como tratan a los famosos. No estoy de acuerdo con que te traten así, pero tú les dejaste la puerta abierta a tu vida. Hasta dejas que hablen por ti.

—Eso no es justo —respondió indignada. Ian le daba vuelta a las cosas y hacía parecer todo eso como su culpa—. No hablan por mí, a veces me obligan a decir cosas, pero es diferente.

Ian sacó del bolsillo de la mochila de Sophie su teléfono y sin decirle nada buscó en internet y le mostró su página de twitter.

—"Hoy Octavio Velasco presentará su nueva colección de otoño, si yo fuera presidente este sería un evento nacional" —leyó en voz alta—. Todas tus redes están llenas de tonterías como esta, y comentarios diciéndote lo estúpida y superficial que eres.

—Bueno... —Pensó qué decir en su defensa, leyendo otros comentarios que habían puesto a su nombre—. Eso es porque decidí vivir en paz y no leer ninguna noticia sobre mí y dejar que la KTV se encargara de mis redes, así me ahorro leer comentarios insultantes como estos.

—Lo que haces es dejar que hablen por ti. Si tú fueras quien escribe lo que piensa te ahorrarías el noventa y nueve por ciento de comentarios insultantes. Además al no saber lo que los medios dicen de ti, no puedes defenderte cuando te calumnian. Eso no es vivir en paz, es cobardía.

Sophie se quedó boquiabierta, nunca había imaginado que Ian le diría algo así. Ella no era cobarde, solo estaba cansada de escuchar mentiras o ver fotos descontextualizadas sobre ella. Aunque nunca lo había visto desde el punto de vista de Ian. Recordó por qué lo había odiado tanto al conocerlo, siempre le mostraba el otro lado de las cosas y la hacía pisar la realidad.

— ¡Pues soy feliz así! ¡Y si no te agrada ya no hables conmigo! —gritó furiosa, se sentó contra una pared y sacó un cigarrillo de su mochila. Se quedaría ahí fumando hasta olvidarse de las hirientes palabras de Ian.

—Si quieres vivir en tu burbuja, bien, voy a tolerarlo, pero me seguirá pareciendo estúpido. —Se sentó a su lado. Sophie le volteó el rostro y soltó el humo, relajándose, saboreando la siguiente calada. Esa acción la despejaba, cuando eran ella y sus cigarrillos nada del exterior le molestaba. Hasta se arrepentía de haberle reprochado a su padre durante años el fumar a escondidas, puesto que ella no podía ni imaginarse dejar el vicio.

Pensaba en ello, olvidándose de todo, incluso que al llegar a su casa tendría que encontrarse con Susan, un equipo de vestuaristas y explicarle a Thaly por qué se deshacían de toda la ropa que habían comprado la semana pasada. De pronto un chorro de agua fría le mojó el rostro y la sacó del trance al que la había llevado el tabaco.

— ¡Qué demonios! —gritó levantándose, dándose cuenta que no solo su rostro estaba mojado sino que el cigarrillo se deshacía entre sus dedos.

—Tu rostro se incendiaba —respondió el chico con toda la tranquilidad del mundo, guardando en su mochila una pistola de agua.

— ¡Pero qué!... ¡¿de dónde sacaste eso?!

—Lo tenía guardado para ti, por si te veía fumando. No es un vicio que vaya contigo.

— ¿Cómo sabías que fumo? Es la primera vez que lo hago frente a ti —preguntó secándose la cara con la manga del uniforme.

— ¿Nunca has escuchado que besar a alguien que fuma es como lamer un cenicero? Pues me di cuenta desde el principio. Así que voy a quitarte la manía.

— ¡No vas a quitarme nada! Fumar me hace relajarme y es otra cosa que a ti no te importa —respondió y retadoramente sacó otro cigarrillo. Antes de encenderlo recibió otro chorro de agua.

—Te estoy cuidando —dijo con una molesta sonrisa—. Es un método conductista y muy efectivo, al menos funciona con las mascotas. Verás que en un par de días ya ni te acordarás de fumar.

La chica sintió que ya era demasiado. Se alejó furibunda, ya estaba a una cuadra de su casa. Ian no la seguía. Al llegar a la puerta se dio la vuelta y lo vio a lo lejos. No se distinguía, pero estaba segura que él sonreía con superioridad, satisfecho por haberle dicho lo que pensaba y haberle fastidiado los cigarros.

— ¡No soy tu mascota! —le gritó, él se despidió con la mano y dio media vuelta hacia la parada de buses.

Mientras tanto Daniel y Tiago esperaban impacientes en la escuela primaria. Los directores de sus colegios se negaban a seguir hablando del tema sin los padres de los chicos presentes.

Tiago aún no se lo creía, si bien nunca había sido un ejemplo en conducta, no consideraba que sus acciones hubiesen sido suficientes para una expulsión definitiva. Tal vez para una suspensión de días, pero conocía peores casos de indisciplina en el colegio y esos chicos seguían en Saint Abbel. Tal vez porque sus padres tenían demasiado dinero, y de ser así una paga extra o un generoso donativo de su padre tal vez solucionaría el asunto, aunque a él le costaría muy caro.

— ¿Por qué tuviste que meterte? Era mi pelea —le recriminó Daniel, quien esperaba balanceando las piernas y con los brazos cruzados. Estaba más ansioso que su hermano. A él no le habían dicho nada y no conocía su destino.

Sammy estaba a su lado, aún más asustada que los otros dos. No podía ni imaginar qué pasaría si Daniel se iba del colegio, era su único amigo y quien la defendía siempre. Casi quería llorar al solo imaginarse que el amigo con quien había estado toda su vida estuviese alejado.

—No sé, realmente no debí meterme. Fue lo más estúpido que hice —se lamentó—. Si te hubiera dejado te habrían expulsado solo a tí y yo no estaría en problemas.

—Bueno igual gracias. Eres un tonto, pero como a ti también van a expulsarte, papá y mamá no van a estar tan enojados conmigo —dijo sonriendo. Al final la intervención de Tiago no había resultado tan mal. Su castigo se atenuaría y no le importaba demasiado cambiarse de colegio, él era capaz de hacer nuevos amigos en cualquier lado, sin embargo, Sammy le preocupaba, la notaba angustiada y con los ojos cristalinos—. Sammy si me expulsan nos iremos a un nuevo colegio los dos, será más genial que este. ¡Tal vez en otro país! —se entusiasmó y Sammy se puso a llorar.

— ¡No digas eso idiota! La pones peor —Tiago le dio un golpe y abrazó a Sammy para consolarla. Su hermano no podía evitar ser un insensible y pensar que irse a otro país o cambiar de escuela era algo emociónate a lo cual podía arrastrar a Sammy como si fuera su juguete.

Los tres levantaron la vista cuando Thaly y Nicolás llegaron. El director recibió a los adultos de inmediato y no tuvieron tiempo de cruzar alguna palabra con sus hijos, solo tuvieron el tiempo suficiente de regañarlos con la mirada.

Salieron de la oficina casi media hora más tarde. A ninguno se lo veía muy contento, pero tampoco enfadados.

—Sammy voy a llevarte a tu casa —dijo Nicolás levantando a la niña del suelo y siguió directo hacia a la salida. Thaly esperó a que sus hijos se levantaran.

—Vamos al auto —les ordenó. No la notaban especialmente enojada, pero tampoco estaba contenta.

—No, espera, ¿qué sucedió? ¿Al final van a expulsarme? —preguntó Tiago, ya no aguantaba más la presión.

— ¿Y a mí? —se apresuró a preguntar Daniel.

Thaly tomó aire antes de responder:

—A ti sí y a ti no —señaló primero a Tiago y luego a Daniel, quien ya brincaba de la emoción.

— ¿Espera? ¿Cómo que al final si me expulsaron y al mocoso no? ¿No pueden hacer algo? ¿te dijeron que el chico al que pegué es mucho más grande que Daniel y que es algo totalmente injusto?

—Sí, lo sé y sí creo que es injusto. Iban a expulsar a Daniel, pero en realidad el no peleó en ningún momento, así que no cometió ninguna falta. En cambio tú ya tienes cinco faltas graves, debieron expulsarte antes, pero como eres el mejor alumno de tu curso fueron condescendientes, pero los padres de ese chico tienen tres hijos en Saint Abbel y están en la junta directiva, pueden presentar una queja y tu director no quiere problemas.

—Genial, seguro mi padre se fue a pensar en métodos de tortura o nuevas formas de arruinarme la vida usando esto como excusa. Apuesto a que él sí está contento con la expulsión, debe ser la gran lección que esperaba enseñarme.

—Claro que no. A él también le parece muy injusto y te apoyó en todo momento. Está de acuerdo con que golpearas al chico que molestaba a Daniel y a Sammy. Va a presentar una queja en la primaria por eso. Como te expulsaron a ti de Saint Abbel, hará que lo expulsen a él de la primaria. Pero no pudo hacer nada más. Ofreció hacerte firmar un contrato de conducta, incluso que trabajes en el colegio durante tus horas libres. El director de disciplina es duro, demasiado.

Tiago no podía creer que su padre hubiera estado a su favor y haya intentado tanto por salvarlo. Seguramente no lo admitiría y al encontrarse en casa lo castigaría de todas maneras.

Durante el trayecto lo meditó. Esa expulsión no era tan grave. Seguramente volvería a su antiguo colegio, donde tenía más amigos. Saint Abel no le agradaba del todo. Estaba rodeado del tipo de gente del que su familia había querido alejarse siempre, solo había entrado ahí por Sophie, para defenderla y cuidarla de sus compañeros.

Se cruzó con su hermana en la sala, pero ella seguía haciéndole la ley del hielo. No se molestó en prestarle atención, se metió a su habitación a pensar en su situación e intentar verle el lado positivo al asunto, seguro que Sophie iría a buscarlo en cuanto se enterara de lo ocurrido.

Como predijo, Sophie abrió la puerta minutos más tarde.

— ¿Ya no tocas? ¿Y no se supone que es semana de filmaciones?

—Hoy no, tengo otros asuntos con el canal —respondió recordando de mala gana que en cualquier momento Susan y el quipo llegarían—. No quiero que te vayas de Saint Abel.

—Da igual. Incluso será mejor, no tendré que ver al idiota de Ian en el colegio y si lo traes aquí mantenlo alejado de mí.

Sophie volcó los ojos y se sentó a su lado. Dejaría de insistir en que Tiago se reconciliase con Ian, seguramente sería cosa de tiempo antes de que volviesen a ser amigos de nuevo.

—No hablemos de Ian. Siempre hemos estado juntos en el colegio y cuando a mí me expulsaron y tuve que ir a Saint Abel de verdad te extrañaba. Y aunque ahora eres un cerdo pervertido que se mete en la vida de los demás y se cree que te necesito para vivir. No quiero que te vayas. Tengo realmente pocos amigos en Saint Abel, y no tendré a alguien que me defienda. Porque la verdad es que no se meten tanto conmigo porque te tiene miedo.

—Pues ahora tienes a Ian —dijo con sarcasmo.

—Cierto —consideró—. Y a Alan. En fin, no sé porque me preocupo. Tu estarás mejor donde estabas antes. —Se levantó y estuvo a punto de irse porque podía escuchar los motores de las camionetas de la producción en la entrada.

—Espera ¿eso es todo? ¿No te importa que me expulsen y no estés conmigo en tu último año de colegio?

—No —respondió tranquila—. Te veo en casa a diario y ya estaremos juntos en la universidad. Además me evito tener que estar en medio de tu lío con Ian. Creo que será lo mejor para ambos. Que dejes tu obsesión con cuidarme y me dejes tranquila. Así que creo que puedo romper la ley del hielo contigo, pero voy a castigarte antes —dijo sonriendo y se tumbó sobre él.

Tiago la empujó de vuelta, siempre había sido más alto y fuerte; pese a todos sus esfuerzos Sophie no tenía oportunidad.

La puso de espaldas contra el piso y la mantuvo quieta con una llave. Riendo por los esfuerzos patéticos de la chica por librarse. Daniel entró a la habitación y sin saber exactamente a qué se debía la lucha, tiró a Tiago al suelo y lo mantuvo quieto con ayuda de Sophie.

—Agárralo por lo hombros —ordenó la chica y se sentó sobre su hermano, haciéndole caer una delgada línea de baba que casi rozaba su rostro.

— ¡Sophie no te atrevas! —gritó intentando que Daniel lo soltara.

Ella sonrió maliciosamente y continuó hasta que su juego fue interrumpido.

—¡Sophie!, ¿qué rayos haces?

Los tres hermanos voltearon hacia la puerta, donde Susan los miraba con asco.

Sophie se levantó y absorbió la saliva.

—Jugaba con mis hermanos, ¿qué ya no puedo ni hacer eso?

—Juega de otros modos más civilizados ¿Qué hubieras hecho si alguien te filmaba justo ahora?

—Dispararle por meterse a mi casa. Además tengo cuatro hermanos varones, no se puede jugar con ellos de forma civilizada —dijo saliendo y cerrando la puerta, para mantener a sus hermanos fuera del asunto.

Un grupo de personas se dirigían a su habitación cargando docenas de bolsas de lo que Sophie suponía sería su nuevo guardarropa.

Un hombre y una mujer tomaban medidas y desprendían de la pared su muro de metas y sueños.

— ¡No toquen eso! —les gritó.

— ¿Sophie qué está pasado? —llegó Thaly atraída por el alboroto. No estaba para nada contenta con ese grupo de personas invadiendo su casa. Desde el principio que ella había dejado muy en claro que no permitiría cámaras atentando contra la privacidad de su familia.

Sophie hizo una mueca de sufrimiento. A Thaly no le había contado nada porque quería arreglar el asunto por su cuenta, demostrando que podía comportarse como una adulta.

—Soy Susan, la nueva publicista de su hija —se presentó formalmente extendiéndole la mano a Thaly, quien la aceptó con desconfianza—. Solo haremos algunos cambios en la decoración de la habitación de Sophie. La revista "In side the lifes" vendrá la próxima semana a hacer un reportaje sobre Sophie en su sección especial de habitaciones de los famosos y no quisiéramos se vea tan... infantil.

—No me importa como se ve la habitación de Sophie, ninguna revista vendrá aquí y no harán ningún reportaje —respondió Thaly de muy mala manera, se estaba enojando y Sophie sabía que su madre no suavizaba su vocabulario en esas circunstancias, además que sería capaz de sacarlos a todos de un grito así que la jaló hacia el pasillo para hablar.

—Thaly mira yo sé lo que hago, te prometo que solo tomarán fotos a mi habitación, no darán la dirección de la casa y mis hermanos no van a aparecer en ningún lado, ni siquiera sus nombres —le prometió, sabía que esas eran las cosas que le preocupaban, aunque no tenía idea de poder cumplir, recién se enteraba de ese dichoso reportaje.

—Nada de tus hermanos —le advirtió y se retiró sintiendo que abandonaba una pelea.

Sophie regresó a ver como destruían su habitación, sacaban cosas, apilaban la ropa en el suelo y tiraban a la basura sus cosméticos para reemplazarlos por nuevos.

—Ven, voy a enseñarte una rutina diaria para que vayas al colegio —la jaló uno de los maquillistas del show y la sentó frente al espejo.

—Ya sé maquillarme —dijo a regañadientes—. Pero no lo hago a diario, ni para ir al colegio.

—Pues ese es el problema, debes verte como una estrella siempre. Vamos a preparar tus atuendos para cada día, los llevarás en la mochila y te cambiarás antes de salir del colegio. Despertarás media hora antes cada día para plancharte el pelo y maquillarte, hoy te enseño, mañana lo haces tú y vemos cómo te fue cuando llegues al estudio.

—Mañana tengo deportes, no puedo maquillarme —reclamó mientras el maquillista alistaba un arsenal de cosméticos.

—No te preocupes, es a prueba de agua, puedes sudar lo que quieras y no te despintarás nada —explicó con una sonrisa.

—Mi problema no es que me desmaquille, sino que me veré ridícula.

El hombre la ignoró y continuó poniéndole una base, mientras le explicaba qué colores iban mejor con su piel y la incentivaba a intentar maquillarse sola. Sophie sentía que la trataban como a una ignorante, sí sabía maquillarse, también sabía vestirse, no veía nada de eso necesario y ya podía imaginar los comentarios de sus compañeros al día siguiente cuando se presentara tan arreglada.

Cuando finalmente todos se fueron puedo dar un vistazo general a su habitación. No era un cambio drástico, pero definitivamente se veía más ordenada y adulta. No parecía su habitación, la que había decorado por última vez a sus catorce años. No se sentía cómoda, pero intentó ver lo positivo, ya tenía diecisiete años y tal vez era hora de madurar.

Nicolás le dejó en claro a Tiago que hasta arreglar la reinscripción a su anterior colegio, esos no serían días de vacación. No podía salir, ni ver televisión o aproximarse a cualquier objeto medianamente entretenido.

Aceptó sin protestar, no le estaba yendo tan mal como pensaba. Su padre de verdad estaba de su lado y no habría mayores consecuencias por su expulsión.

Pasó la mayor parte de la mañana acompañando a Thaly mientas cuidaba de los gemelos, lidiando con uno para que dejara el biberón y aprendiera a tomar leche de un vaso, y con el otro para que comiera algo.

—Cuando nazca el otro bebé estaré perdida —dijo con sufrimiento.

—Pues tú quisiste tener otro tan seguido, si de verdad planeaban tener otro hijo debieron esperar a que los gemelos sean más grandes.

—Sí ya sé, es solo que no quería ser madre después de los treinta y cuatro. A ti te tuve a los diecinueve, y tener a los gemelos a los treinta y tres se me hizo tan... raro. No me imagino lidiando con un adolescente a los cincuenta, cuando ustedes ya hayan consumido toda mi energía.

— ¿Y no has pensado en contratar ayuda?

—Sí, tu padre y yo llevamos meses buscando una niñera. Las pocas que encontramos son raras o directamente están dementes. Una no está de acuerdo en el uso de pañales porque dice que es una represión sensorial en los niños, otra usaba un método de crianza basada en la observación de corderos, quería implementar una rutina en el nuevo bebé, dejándolo tres horas solo en el jardín y dándole solo diez minutos de afecto al día; después entrevistamos a una que parecía normal hasta que trató de convencerme de comerme la placenta una vez que el bebé nazca y casi se vuelve loca cuando le dije que todos mis hijos nacieron por cesárea, está convencida de que tienen un vacío espiritual y terminarán siendo delincuentes.

Tiago notó a su madre tan estresada que pensó en darle un descanso. Le dijo que subiera a tomar una siesta mientras él se encargaba de sus hermanos. Total, no estaba haciendo nada y realmente quería ayudar.

Thaly aceptó sin muchos reclamos. Aunque ese embarazo lo estaba llevando mejor que el de los gemelos, hacía días que no dormía. No estaba segura de que Tiago pudiese lidiar solo con los bebés, pero al menos podía olvidarse de todo un par de horas y retornar con algo más de energía.

Sintió que su siesta había sido muy corta, pero el sueño profundo había sido reparador. Se levantó mentalizándose que de nuevo le tocaba luchar con Sebastián y la comida; hasta que Nicolás llegara a tomar su lugar, serían horas de acercar la cuchara al pequeño y convencerlo de abrir la boca.

Sorprendentemente todo estaba tranquilo en el piso de abajo. Tiago no había cumplido con su castigo y jugaba un videojuego, no se lo reprochó porque había cuidado de sus hermanos como había prometido. Max dormía sobre la alfombra con el biberón en la boca como siempre y Sebastián comía de un plato. La segunda imagen no se la podía creer.

— ¿Sebastián está comiendo? —preguntó con entusiasmo.

—Ah sí —respondió Tiago intentando esquivar la mirada de su madre—. Solo era cosa de darle algo nutritivo y que le gustara —agregó también de forma esquiva, esperando que su madre no notara lo que comía el pequeño.

— ¡¿Son las croquetas del perro?!—le gritó quitándole el plato al niño, quien de inmediato se puso a llorar despertando a su hermano.

—No, claro que no, son las del gato.

— ¡¿En qué momento se te ocurrió que sería una buena idea alimentar a tu hermano con comida de gato?!

Tiago pausó el videojuego en pausa para enfrentar a su muy furiosa madre.

—Él tomó un par de croquetas del plato del gato, yo le di un puñado fresco sacado de la bolsa. Es de pescado y tiene vitaminas. Está comiendo algo, ¿Qué tiene de malo que sean croquetas de gato?

—No puedes darle esto a tu hermano

— ¿Por qué no?

—Solo porque no —dijo sin ocurrírsele una verdadera excusa. Todavía no estaba segura cómo, pero iba a castigar a Tiago.

Como escucharon llegar a Nicolás, decidió dejar la discusión de momento. Él ya se encargaría de darle a Tiago algún buen escarmiento.

Estuvo a punto de acusarlo, pero su esposo no se notaba de buen humor.

— ¿Qué pasó? —pregunto en lugar de acusar a Tiago.

—Estuve casi toda la mañana hablando con la nueva directora del colegio. Quien antes era la maestra de Tiago. Al parecer un par de años atrás Tiago la pintó desnuda, y desde entonces no lo aprecia nada. Se negó rotundamente a aceptarlo de nuevo.

Tiago sintió que se le venía le mundo encima. Sí recordaba a esa maestra y también había escuchado rumores de que ese año había sido elegida como directora en reemplazo de Nicolás, pero no sabía que le guardaría tanto rencor por una broma que le había hecho en primer año.

— ¿No hay una forma de meterme? ¿Firmando algo? ¿Pagando?

—No, no pude convencerla. No vas a poder regresar a tu anterior colegio, tampoco puedes seguir en Saint Abel.

— ¿Entonces qué vamos a hacer? —preguntó Thaly, tan asustada como Tiago. Su hijo era muy inteligente y un alumno brillante, tenía su entrada asegurada a cualquier universidad que quisiera, tanto por notas como por deportes, pero eso podía arruinar todo su futuro.

—Solo hay dos opciones, o un colegio militar o un colegio en el exterior.

Tiago rogó que fuese una broma, pero si consideraba sus opciones no había muchas, ningún otro colegio privado lo aceptaría, además no había ningún otro cerca de donde vivía.

— ¿Qué hay de una escuela en otra zona? —se le ocurrió de pronto.

—¿Crees que no lo intenté? Practicamente me cerraron la puerta en cara cuando les dije que quería un cupo a estas alturas del año. Fui como cinco y vi que es inútil. No vamos a encontrar cupo en ninguno, solo en alguno de rebalse —determinó Nicolás y Tiago no estuvo de acuerdo.

— Méteme al primero que me acepte y ya. No pienso ir a un colegio militar.

—No voy a meterte a ningún lado que no tenga el nivel académico que necesitas para la universidad. Si no quieres el colegio militar hablaré con tu tío en Inglaterra y te irás a vivir con él. Así que elige.

—Ya elegí. Ni voy a ir a un colegio militar ni me vas a enviar al extranjero. Ya veré que hago luego con la universidad.

Thaly comenzó a tensionarse, como siempre Tiago y su padre comenzaban a pelear y ella la pasaba muy mal cuando eso sucedía así que decidió intervenir.

—No quiero mandarte al extranjero, pero los militares me dan urticaria y tu padre tiene razón. Con el año empezado y siendo expulsado solo vas a poder entrar a un lugar que es más un reformatorio que un colegio.

— ¿Y eso qué? Con graduarme me es más que suficiente. Tal vez no me interesa ir a la universidad que ustedes quieren —dijo, dispuesto a no retroceder en su decisión.

Sus padres no necesitaron decir nada, él ya notaba en sus rostros lo que pensaban acerca de que él no estudiara en la universidad. En su familia esa no era una opción, para nadie. Recodó lo molestos que habían estado cuando Sophie unos años atrás apenas había sugerido dedicarse a ser cantante.

—Aquí tu madre y yo tomamos las decisiones. Hablaré con Santiago y te vas a Inglaterra —dijo Nicolás, quien tampoco iba a retroceder. Tal vez un par de meses en el exterior ayudarían a que Tiago pensara mejor las cosas.

—¡No voy a irme lejos! No conozco a nadie allá, mis amigos viven aquí.

—No te estoy preguntando. A mí me sirvió irme al exterior cuando tenía tu edad. Tendrás más oportunidades y volverás más maduro.

El chico no quiso escuchar más. No se iría. Subió a su habitación y se encerró dando un portazo. Paseó de un lado al otro. Sus padres no podían hablar en serio, ni tampoco eran dueños de su vida como para decidir mandarlo lejos.

No pudo pensar demasiado, Daniel entró como siempre sin tocar, quitándole toda la privacidad.

— ¿De verdad te irás a Inglaterra? —le preguntó entusiasmado, aparentemente sus padres ya habían dado por sentada esa opción—. ¡Genial! Tal vez vayas a Hogwarts o a un colegio parecido, como los de las películas.

—No voy a ir a Hogwarts ni los colegios en Inglaterra son como en las películas. Solo me mandan allá porque quieren deshacerse de mí. Pero no voy a darles el gusto —afirmó abriendo su armario y sacando su ropa. Ya empezaba a maquinar un plan—. No voy a dejar que sigan controlando mi vida. Voy a mostrarles que no los necesito.

— ¿Te vas a escapar?

—No, eso es de niños, o de niñas locas enamoradas. Voy a irme y voy a decírselos.

Terminó de empacar su ropa, sus objetos de valor y bajó a buscar a sus padres.

Sophie ya había llegado y se la veía muy desanimada mientras sus padres intentaban saber qué le pasaba. Nicolás vio a Tiago con su maleta y le preguntó si al final había decidido irse al extranjero a terminar sus últimos años de colegio.

—Por supuesto que no. Voy a buscar una escuela que me reciba en otro barrio, y si no les agrada mi decisión, mal por ustedes. Ya no voy a vivir aquí bajo ninguna de sus estúpidas reglas —terminó de decirlo y se percató que nadie se lo tomaba en serio. Ni siquiera su hermana, quien lo miraba como a un niño pequeño que amenaza con irse de casa—. Hablo en serio.

—Como sea —Sophie volcó los ojos —Seguro vas a irte donde Alan hasta que sus padres dejen de alimentarte y luego vas a volver.

—No voy a ir donde Alan —respondió muy ofendido —Voy a demostrarles que ya soy un adulto —finalizó saliendo por la puerta principal. Tenía un plan en mente e iba a demostrarles que no los necesitaba, que realmente había crecido y que era perfectamente capaz de mantenerse solo.

***********//

Espero que les haya gustado! :D  Tiago ya tiene una nueva vida pensada, a lo mejor le va bien... a lo mejor no XD

Por favor voten y comenten! así se si les gusto , o no y pues qué opinan y si les gusto pues un voto.

Nos vemos!

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