All You Are It's On Your Back...

By Braveisfree

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Gracias al orden alfabético Harry Styles, uno de los chicos más populares del instituto y Louis Tomlinson, un... More

All You Are It's On Your Back || Larry Stylinson
Capítulo 2: Every Act Has It's Consequences.
Capítulo 3: I am One Of Them.
Capítulo 4: Crazy/Beautiful/Love/Sex/Death.
Capítulo 5: The Notebook.
Capítulo 6: Liquid Night.
Capítulo 7: Just Five Seconds Away.
Epílogo.

Capítulo 1: A New Beginning.

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By Braveisfree

El primer día del nuevo semestre es aburrido.  

Te dan el horario, con cara de malas pulgas, porque la señorita que está en secretaría no parece que conozca ni de lejos el significado de las palabras buen humor. Quizá las conoce por separado pero desde luego no las conoce juntas.  

Lo revisas con desgana mientras caminas hasta tu taquilla y Jade se acerca a ti. La conoces desde que van a preescolar. Tus padres y los suyos se han criado juntos, y ustedes, casi que también.  

—¿Qué te toca a primera?  

Miras otra vez  

—Eeehh… Escritura Creativa.  

—Suena bien —responde ella, metiéndose el pelo detrás de las orejas y sabes que no está coqueteando contigo, pero si no la conocieras, dudarías.  

—¿Qué tienes tú? —preguntas.

—Pff… algebra —rueda los ojos—. Espero aprobar. Esta vez.  

De repente la campana suena y Jade suspira. Se despide haciendo una ola con la mano y tú abres la taquilla, para sacar lo que sea que te vaya a hacer falta en esa nueva clase. Coges el archivador y el estuche rezando para que no te manden demasiado trabajo para casa. El pasillo se va llenando de gente rápidamente, pero sabes que no tardará en despejarse. Después de todo, nadie quiere llegar tarde el primer día.  

Pegas el horario en la puerta de la taquilla y te agachas para meter la mochila y el macuto del equipo de entrenamiento al fondo del todo, para que no te estorbe con lo demás.  

Para cuando te levantas y miras de nuevo, el horario ha desaparecido de la puerta azul metálica.  

Frunces el ceño. Miras a los lados buscando un posible culpable pero no hay nadie cerca, así que por esta vez lo dejas pasar. Cierras, y carpeta en mano, vas hasta la clase 2.2, Escritura Creativa, impartida por el profesor Ruskobetch, conocido cariñosamente por Rusko.  

Cuando llegas a la clase, te encuentras con tu horario. Pegado en el cristal de la puerta, con un garabato que no te molestas ni en leer. Lo arrancas de un tirón y haces una bola con él, listo para tirarlo a la papelera más cercana.  

Quizá debería preocuparte, pero siendo parte del equipo del instituto y pasándote la vida rodeado de los tíos más capullos que te puedas imaginar, había poco que temer de cualquier pardillo que intentara amargarte el primer día de clase.  

Como era de esperar, Rusko les asigna los asientos alfabéticamente. La S te sitúa casi al final de la fila, pero aún queda un asiento detrás.  

Vacío.  

Esperando a ser ocupado, por quién sabes que te perseguirá durante todo lo que queda del resto del semestre.  

Siempre a tu lado, siempre en la mesa de enfrente, o en el asiento de atrás. En el mismo equipo, en los mismos trabajos.  

Empezarías a odiarlo si pudieras.  

Y odias no poder.  

El profesor deja bien claro desde el principio que en esa clase, todos y cada uno de ellos van a trabajar, exponiendo sus poemas, sus canciones o sus versos. Nadie se escapa. Todos son creadores.  

Soplarías y saldrías de ahí, pero si quieres escribir, si quieres componer, si quieres ser quien eres, necesitas esa clase, así que te quedas ahí, pegado, rezando para que durante el resto de la hora, Louis no aparezca.  

   

***  

Durante el cambio de clase, mientras cambias el archivador por cualquier libro y te molestas en ir a la puta secretaria a por otro horario, Amanda se te acerca por detrás, oliendo a fresas, ácido y refrescante, con la falda haciendo vuelo y el pelo recogido en una coleta.  

—Ey —te das la vuelta, y la besas rápido, apenas un roce de labios.  

Ella te revuelve el pelo cariñosamente  

—¿Qué tal la clase? —pregunta, la sonrisa en los ojos.  

—Bien, tiene buena pinta. Aunque hay que hablar en público —haces una cara de pánico.  

—Nah, lo harás bien. Eres parte del equipo de rugby y sales conmigo, nene, no te puede dar miedo hablar delante de cuatro frikis. 

Quieres molestarte en decirle que tú formas parte de esos cuatro frikis aunque estés en el equipo, tu padre tenga más dinero que el presidente del estado de California y salgas con ella.  

Quieres, de verdad que sí, pero no lo haces.  

—¿Nos vemos en el descanso? —te pregunta  

—Dalo por hecho —le dejas un beso en la mejilla mientras suena el timbre y la ves irse, con el mismo vuelo de falda con el que ha venido, las miradas centrándose en ella, su pelo rubio y en el movimiento de sus piernas.  

Suspiras y te vas hasta la siguiente clase.  

****  

Debe de ser tu día de suerte porque la siguiente hora es libre. Más o menos.  

Es hora de estudio, y la profesora deja claro que nada de cascos, ni música, ni comida, ni chicle, ni diversión. Calladitos, con el libro, a aprovechar el tiempo señores, que esto no es el recreo.  

Asignados los sitios por, sorpresa, sorpresa, Harry, orden alfabético, las mesas son esas de biblioteca, grandes y largas. Compartidas.  

Una carpeta con tu nombre en uno de los asientos, otra con otro nombre en el asiento de enfrente.  

Mientras la profesora doña-no-me-importa-tu-nombre, les hace abrir las carpetas y leer las normas, tú te estiras, dispuesto a confirmar sus sospechas.  

Le das la vuelta a la carpeta que tienes enfrente.  

Louis Tomlinson, escrito en negrita y letra descuidada, como si el que hubiera hecho el archivo estuviera demasiado cansado de poner nombres de alumnos como para molestarse en escribirlos correctamente.  

Ruedas los ojos y suspiras interiormente no vaya a ser que a la señorita no-respiren-muy-alto le moleste y cuando por fin termina de hablar, sacas el libro, aún en blanco porque apenas llevas dos horas de clase y no ha dado tiempo ni a que les manden deberes, y te pones a hacer algo. Disimular. Mirar las letras sin concentrarte porque el asiento de enfrente está vacío y no lo has visto en ninguna de las dos clases que ha habido.  

¿Dónde cojones se habría metido?  

¿Se habría cambiado de colegio para el último semestre?  

Improbable dado que falta muy poco para que se gradúen, sería una molestia innecesaria.  

Pero quizá han tenido problemas. Quizá su padre ha conseguido trabajo fuera, o ha tenido un accidente, o se ha matado o…  

Para.  

Deja de preocuparte.  

Lee.  

Vuelves a la química convenciéndote a ti mismo de que Tomlinson está por ahí colocándose, y no reprochándote en lo más mínimo estar preocupado por él.  

Porque tú no estás preocupado.  

****  

La hora del descanso llega demasiado lenta, entre las hojas y hojas de libros nuevos, las voces de profesores que ahora te suenan nuevas, pero un par de meses querrás dejar de oír para siempre.  

Sales arrastrando los pies de la clase de Algebra, y deseando ver a Jade para decirle que te deje la tarea de mañana. Ni de coña vas a hacer todos esos ejercicios esa tarde. Jade te los dejaría. Rezas para que así sea.  

La cafetería es ruidosa, y la mesa en la que se sientan tus amigos, más. Jade está hablando con Amanda sobre algo que tiene  que ver con el pelo. Lo sabes por la forma en la que están cogiendo las puntas de la coleta y los gestos que hacen con las manos.  

Casi sonríes ante la cara arrugada de Amanda, porque sabes que no le gusta lo que sea que Jade le esté diciendo aunque no lo diga. Te encanta esa clase de complicidad.  

Te acercas, pretendiendo ser sigiloso, pero eso se fastidia cuando Niall Horan te llama y casi que te vitorea para que te sientes a su lado.  

—Hombre, ven.  

Te ríes y niegas cuando estás más cerca, Amanda ya te ha visto y te sonríe  

—Ni de coña, Horan. Teniendo esta rubia no pienso sentarme a tu lado.  

Niall se hace el ofendido. 

—Yo también soy rubio, Styles. Y para hacer mamadas no hace falta mucho.  

—¿Lo dices por experiencia? —le sigues la coña mientras saludas, y besas a Amanda.  

—Ojalá, amigo mío. Pero todavía no llego a chupármela —el resto del equipo se ríe, haciendo caso omiso de ti y tu chica, y por un segundo estás dentro de una pequeña burbuja que te sienta bien.  

Nada de lo demás importa, solo tu novia, tus amigos, el coche que tienes aparcado en la puerta, tu perfecto pelo y tu perfecta vida.  

—¿Qué tal las clases? —susurra Amanda, cerca de tu oído.  

—Bien —murmuras, dejándole un beso en la frente—. Aunque algún capullo me ha dejado una notita graciosa. 

Amanda rueda los ojos.  

—Seguro que ha sido ese vándalo, ¿Cómo se llama? ¿Louis?  

El nombre te retuerce las tripas y si tenias algunas ganas de comerte el bocadillo que te has preparado esta mañana, se te quitan de golpe.  

—Nah, no ha sido él. No ha venido a clase. 

Amanda te mira interrogante, los ojos verdes mirándote fijamente, casi de forma burlona, como queriendo decir ¿Qué, ahora lo espías? pero se limita a encogerse de hombros y decir:

—A lo mejor hasta tenemos suerte, y se ha largado. Total, para lo que hacía en clase. 

El pensamiento no es tan raro. Tú mismo lo has pensando hace unas horas y cualquier opción era plausible, pero la pérdida de esa… ¿amistad? ¿Cercanía obligada? No sabrías explicarlo, pero te dolía y decepcionaba.  

—Seh —añades, mientras la rodeas con un brazo— A lo mejor.  

No hablas más del tema, pero te pasas el resto del día preguntándote donde demonios se había metido.  

   

(POV Louis)  

Es el primer día del semestre, pero todo alumno que se precie sabe lo que tú sabes.  

Que el primer día no se hace una puta mierda y que ni quiera pasan lista porque no saben ni quien eres, así que puedes pasarte ese día por donde se pasaba Elvis el peine.  

Entras en el coche, viejo, sucio y casi que roto. Zayn está a tu lado, los ojos aún pegados, pero las mismas ganas de estudiar que tú.  

—¿A dónde vamos tío? —pregunta, mientras enchufa la radio y pone Iron Maiden.  

El sonido reconforta mientras tú te enciendes un cigarro y sientes que vuelas. A lo mejor no tanto, pero casi.  

—¿Te apetece pizza?  

Zayn se ríe, y sabe a dónde van.  

La cosa es, que no muy lejos  del instituto hay una pizzería. Tiene un parking trasero que por las mañanas está vacío y donde se pueden poner a fumar porros sin que nadie los moleste.  Se colocan sin molestar a nadie, la música a tope, el pelo pegándosete en la frente, sucio y mojado, pero joder es que hace calor.  

Y lo mejor de todo, es que por esa puerta, salía siempre el chaval a tirar la basura y se la dejaba abierta. Obviamente ustedes, niños católicos del norte, no tenían ningún interés en el chaval.  

Ninguno aparte de las pizzas que tenía hechas en el mostrador de la cocina, donde Malik se colaba casi sin querer, silencioso como un lince.  

No pasaban  ni cinco minutos cuando el chico ya estaba de vuelta, pero para entonces la caja de la pizza ya les calentaba las piernas, y el colocón que llevaban les obligaba a tragarse los trozos de dos en dos.  

Smashing Pumpkins dice algo sobre la rabia y las ratas mientras tú te atiborras a peperoni, pero que le jodan. Esto es mejor que el primer día de clase.

_________

¿Capítulo cada domingo, está bien? xx-

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