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By itsrame

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❝El maleducado granjero Harry Cox quería aprender buenos modales para así enamorar a... ¿una mujer?; y Louis... More

Sumario.
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
VIII.
IX.
X.
XI.
XII.
XIII.
XV.
XVI.
XVII.
XVIII.
XIX.
XX.
XXI.
XXII.
XXIII.
Nota.
Epílogo.
Nuevas historias.

XIV.

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By itsrame

La mañana siguiente se sorprendió estar sentado en el borde de la cama con una taza de café en la mano, mirando fijamente la fotografía de Zayn.

Cada vez le parecía más joven y, mientras le miraba, recordó todas las cosas que habían pasado hacía ya tantos. años.

No había sido lo que se puede decir un gran amor. Él era un chico muy guapo con una gran personalidad.

En aquella época Louis era bastante joven y tímido y se dejó deslumbrar por sus atenciones. Pero con el paso de los años había idealizado su recuerdo.

Había hecho falta el deseo que había despertado en Louis para hacerle comprender eso. Se ruborizó cuando recordó lo que había pasado entre ellos esa noche.

Harry habías sido tan cariñoso, tan paciente.

Si no hubiera visto esa foto...

Se puso en pie con el ceño fruncido y se dedicó a dar paseos por la habitación. Su mirada cayó involuntariamente sobre la cama y recordó todo y cada uno de los detalles de lo ocurrido la noche anterior.

Harry besándole con ansia, acariciándole como nunca nadie lo había hecho antes, comiéndoselo con los ojos...

Amándolo...

Louis cerró los ojos.

De alguna manera, eso había sido amor.

Louis le hablaba deseado desesperadamente, y aquella noche no había sido la primera vez.

Hacía ya tiempo que le deseaba; quizás desde la primera vez que le vio. Pero no lo había querido reconocer ante sí mismo.

No hasta que Harry le había pedido que le diera esas «lecciones».

Y, ahora, Louis se preguntaba si no lo habría hecho precisamente para llegar a ese fin, si no habría decidido ya Harry que era hora de saciar su violento deseo.

¿Le importaría él algo a Harry?

Eso era lo que le estaba torturando.

¿Todo eso era solamente un apetito físico que estaba tratando de satisfacer, o es que realmente sentía algo por Louis?

Llevó la taza a la cocina y se vistió para ir a trabajar. Probablemente, a juzgar por la forma en que Harry le había hablado esa noche, no iba a querer volverle a ver en la vida.

Angie tenía varios mensajes para él, Louis los cogió y, metiéndose en su despacho se los quedó mirando sin pensar en nada.

Tardó aproximadamente una hora en hacerse a la idea de que tenía que ponerse a trabajar y, cuando se puso a hacerlo, se movió como un autómata.

Se pasó el día entero mirando al teléfono, esperando que Harry le llamara.

Pero, a las cinco de la tarde, todavía no lo había hecho, y se dio cuenta de que, probablemente, ya no lo haría.

Se fue entonces a su casa y se pasó el resto de la tarde mirando a las musarañas.

*

El viernes llegó por fin y Patty le recordó nada más al llegar a la oficina que tenía que ir esa noche a su fiesta.

—¿La fiesta?— Louis se sintió mal al acordarse de que Harry había quedado en pasar a recogerlo. —No... no lo sé, Patty.

—Tienes que venir, Harry dijo que te iba a traer él.

El corazón de Louis dio un salto.

—¿Te lo ha dicho recientemente?

—Esta misma mañana, cuando he ido a su rancho a echarle el último vistazo a su toro. Estaba como tonto, hasta que le mencioné que los Gibson iban a venir a cantar. Hace años él solía acompañarles. Ya sabes que es un magnífico guitarrista.

—No, no lo sabía— le dijo Louis lentamente.
Al parecer, había un montón de cosas que no sabía de Harry.

—Lo más probable es que estén toda la noche tocando. Nos lo vamos a pasar muy bien. ¡Te veré a eso de las seis!

—De acuerdo.

—Me encantaría ir— dijo Angie cuando Patty se marchó. —Pero tengo que cuidar de los niños de mi hermana. Patty me iba a presentar a un chico que va a ir. Y todo por la partida de bridge de mi hermana.

Louis esbozó una sonrisa al ver el aspecto de tristeza que tenía la joven.
—Te cambiaría el lugar si pudiera.

Lo que no dejaba de ser cierto era que estaba dispuesto a estar toda una tarde alrededor de Harry, quien, seguramente, lo odiaría.

—Casi estoy por tomarte la palabra— le replicó Angie. —Pero no hay problema, sobreviviré; he sido boy scout. Sí, supongo que eso te ayudará.

En ese momento, sonó el teléfono. Lo cogió Angie y se lo pasó enseguida a Louis.

—Es para ti, el señor Cox.

Louis sintió cómo el corazón se le subía a la garganta. Estuvo tentado entonces de decirle a Angie que le contara una mentira y le dijera que no estaba o que estaba reunido o algo por el estilo. Era curioso ver cómo Harry era incluso capaz de despertar en él esas reacciones tan cobardes.

—De acuerdo— dijo por fin dirigiéndose lentamente a su despacho. Cogió el teléfono con las manos temblorosas. —¿Diga?

—¿Podrás estar listo a las cinco y media?— le preguntó Harry fríamente y sin preliminares.

El sonido de su voz le hacía ponerse mal. Cerró los ojos y se puso a jugar con el cordón del teléfono.

—Sí.

—Ha sido idea de Patty— le recordó Harry. —Por mí, hubiera ido solo.

—Bueno, si prefieres...— empezó a decir Louis, sintiéndose herido.

—¡Sí, demonios, lo preferiría! Pero no quiero que seamos la comidilla del pueblo por si vamos o no juntos a la fiesta. Estate listo a esa hora— y colgó el teléfono de golpe.

Louis colgó también el teléfono con furia y, soltando un gruñido, tiró un tomo de la guía telefónica contra la puerta.

Angie entró entonces asustada. —Estás bien?— le preguntó asustada.

Era la primera vez que veía a su jefe tan enfadado como para ponerse a tirar cosas.

—No— le contestó Louis con la furia brillándole en los ojos. —No lo estoy. Algún día le mataré. ¡Le voy a pegar un tiro! ¡Le voy a hacer comerse un cactus! Mejor, se lo voy a meter...

—¿Al señor Cox?— le preguntó Angie extrañada por el súbito arrebato de furia de Louis. —Pero si eran amigos.

—¿Yo? ¿Amigo de ese animal?

Angie se quedó muy quieta, buscando las palabras adecuadas.

—Me voy a casa— le dijo Louis cogiendo su bolso y abalanzándose hacia la puerta. —Cierra tú, ¿de acuerdo?

—Por supuesto. Pero...

—Le voy a meter cerillas bajo las uñas— iba murmurando Louis —Le voy quemar el...

Angie, se limitó a sacudir la cabeza.

—Debe ser el amor— murmuró divertida.

Harry y Louis podían llegar a ser la pareja del siglo. Un hombre tan bien educado y frío como Louis y un salvaje como Harry.

No se los podía imaginar enamorados. ¡Ni en broma!

Volvió a su mesa y empezó a limpiarla.

*

Louis volvió a su casa conduciendo tan deprisa que llamó la atención del ayudante del sheriff, Danny Burton.

Disminuyó la velocidad y aparcó en el arcén cuando oyó la sirena. Paró el coche y se quedó allí, esperando a que el policía se acercara.

—Déjeme ver su carné, joven Tomlinson, y los papeles del coche— le dijo Danny adoptando un aire muy profesional. —Vamos a hacer las cosas como es debido. ¿Dónde es el fuego?

—El fuego va a ser justo debajo de Harold Cox cuando encuentre algo de leña y unas cerillas.

—Pero si usted es amigo suyo— le recordó Danny.

—¿De esa serpiente de cascabel?

El policía se aclaró la voz y cogió los papeles que Louis le ofrecía con manos temblorosas.

—Tiene que haberle hecho algo muy malo para que usted se ponga así, pobre chaval.

—¿¡Pobre chaval!? Él fue el que le encerró en un trastero ¿es que ya lo ha olvidado?

—Bueno, me lleva encerrando en trasteros desde hace seis años. Ya estoy acostumbrado. Además, cuando está sobrio, siempre me invita a comer en el bar de Rosie, no es un mal chico.

Danny le devolvió el carné y los papeles y terminó de escribir la multa.

—¿Por qué tenía tanta prisa?

—Tengo que ir a la fiesta de Patty esta noche.

—¡Ah, sí! Yo también voy a ir. Parece que va a estar muy bien, además van a ir los Gibson y Harry va a tocar con ellos otra vez. ¡Maldita sea, ese Harry sí que puede sacarle provecho a una guitarra!

¿Por qué sabría eso todo el mundo excepto Louis?

Eso lo hizo sentirse incluso peor. Tomó la notificación de la multa con un suspiro.

—Ahora, vaya más despacio— le previno Danny. —Si se estrella no va a poder bailar esta noche. ¿Verdad, joven Tomlinson?

Louis volvió a suspirar. —Supongo que no. Lo siento, Danny. Iré más despacio.

—Buen chico. Nos veremos esta noche.

—Sí, hasta luego.

Cuando llegó a su casa y terminó de vestirse, todavía no se le había pasado el enfado.

Se sentía como un gato salvaje; furioso con Harry y con las circunstancias que la hacían estar cerca de él.

Lo único que quería era apartarle de su vida y olvidarle. Cuando le oyó llegar, el corazón empezó a latirle furiosamente.

¡No quería verle, no quería estar cerca de él!

Su cuerpo empezó a temblar cuando abrió la puerta y le miró.

Llevaba puestos unos vaqueros y una camisa vaquera roja. Sus botas marrones eran las que habían comprado juntos en Phoenix.
Estaban tremendamente brillantes.

Estaba tan guapo que a Louis se le nubló la vista. A su vez, los ojos de Harry estaban muy ocupados estudiándolo a él.

Iba vestido de una forma mucho más informal de lo que acostumbraba. Parecía más pequeño y femenino de lo habitual.

Ante esa visión, Harry apretó los dientes y su rostro adquirió una expresión más dura.
—¿Estás listo?

—Cuando encuentre mi bolso— le respondió Louis fríamente. Lo cogió de encima del sofá y ambos salieron de la casa.

Harry le abrió la puerta de su coche, pero Louis casi no se dio cuenta de ese detalle. Estaba todavía enfadado por su frialdad.

Cuando él se metió en el coche, arrancó y entró a toda velocidad en la autopista.
—Ándate con cuidado, no te vayan a poner una a ti también— le advirtió Louis sin apartar la vista de la carretera.

—¿Una qué?

—Una multa por exceso de velocidad.

—¿Te han puesto una multa por exceso de velocidad con lo despacio que tú conduces? ¿Es que el sheriff Wilson ha contratado a un nuevo ayudante o algo así?

—Me la puso Danny— le contestó mientras seguía mirando por la ventanilla.

—No me cuentes historias. Danny nunca para a nadie.

—En ese momento yo iba a ciento cincuenta por hora.

El coche dio un bandazo antes de que Harry pudiera hacerse de nuevo con él.
—¿A ciento cincuenta por esta carretera?

—Sigue, haz uno de tus estúpidos comentarios —le dijo Louis echando chispas por los ojos. —¡Sigue, no te cortes!

Harry lo observó durante un instante y luego volvió a fijarse en la carretera.

—¿De mal humor?

—Deberías saberlo. Además, el tuyo tampoco es muy bueno que digamos

—Creo que yo tengo derecho a estar enfadado, sobre todo, teniendo en cuenta qué es lo que ha provocado mi enojo.

Louis se ruborizó y le fue imposible mirarle.

Tampoco pudo decirle nada.

A Harry no pareció importarle. Condujo todo el camino hasta la casa de Patty sin dirigirle una sola palabra.

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