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By itsrame

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❝El maleducado granjero Harry Cox quería aprender buenos modales para así enamorar a... ¿una mujer?; y Louis... More

Sumario.
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VIII.
IX.
X.
XI.
XII.
XIII.
XIV.
XV.
XVI.
XVII.
XVIII.
XIX.
XX.
XXI.
XXII.
XXIII.
Nota.
Epílogo.
Nuevas historias.

VII.

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By itsrame

—Por favor, siéntate— le suplicó Louis.

—Siéntate tú si quieres, yo me voy. Si vienes conmigo, ya sabes. ¿Dónde narices está la cuenta?— le pidió al tembloroso Henri. —La quiero ahora, no cuando a ti te apetezca.

—¡Aquí la tiene, monsieur!— Harry la cogió y salió a toda prisa hacia la caja, dejando que Louis se las arreglara solo.

El más bajo se levantó tranquilamente de su silla y salió lentamente del comedor.

Tenía que demostrar que, a pesar de todo, él era el joven Tomlinson de Charleston.

Pero la serenidad era precisamente lo que no tenía en el momento en que se encontró con Harry en el aparcamiento.

—¡Eres un idiota engreído, un salvaje!— empezó Louis a decirle con los puños cerrados y los ojos brillantes por la furia.

—A mí no me va la hipocresía. Entra, que te llevo a tu casa.

—¡Nunca me había sentido tan violento...!

—¿Por qué?

—¿Que por qué?

Harry se le quedó mirando, Louis se había quedado rígido al lado del coche, sin abrir siquiera la puerta.

—Bueno, entra— le dijo.

—Cuando me abras la puerta— le dijo Louis fríamente —eso es de buena educación.

Con un suspiro de resignación, Harry dio la vuelta al coche y le hizo toda una demostración de cómo se abría una puerta, lo ayudaba a entrar y volvía a cerrarla.

—¡No volveré a ir contigo a ninguna parte durante todo el tiempo que me quede de vida!— le dijo Louis cuando se sentó a su lado y puso en marcha el motor.

—Tú empezaste— le recordó cuando entraron en la autopista. —Haciendo resaltar mi ignorancia...

—Yo no hice eso. Me limité a preguntarte qué más podrías hacer. Te encanta el ser ganadero, siempre te ha gustado. No te sentirás a gusto con ningún otro trabajo y lo sabes.

—Lo que querías decir era que no sería capaz de hacer ninguna otra cosa.

—¿Qué dices? Siempre estás a la defensiva conmigo, tienes la manía de interpretar mal todo lo que te digo.

—Yo soy un salvaje ¿recuerdas? ¿Qué se puede esperar de mí?

—Sabe Dios. Y esto no fue idea mía, así que no me preocupa si te dedicas a comer con los dedos durante el resto de tu vida.

Después de eso, se hizo un largo e incómodo silencio. Él encendió un cigarrillo y se dedicó a fumárselo mientras pasaban los kilómetros.
De vez en cuando, Louis le miraba; tenía el rostro rígido y la mirada fija en la carretera. Harry parecía sentirse desgraciado y Louis se sintió culpable por ello.

Estaba claro que Harry quería a Patty y que, sin un poco de educación, no iba a poder conseguirla jamás.

—¿Qué estudios tienes?— le preguntó Louis de pronto.

—Tengo un titulito en Administración de Empresas y una licenciatura en Económicas.

Eso lo dejó helado. Se le notó mucho.

—Estuve estudiando mientras hacía el servicio militar en los marines. Pero de eso hace ya mucho tiempo. He vivido y trabajado muy duramente y no he tenido tiempo para relacionarme con la gente. Odio a los pretenciosos, a la gente que miente a los demás y pretende ser más que ellos, a los que se creen superiores por tener dinero... ¡A todos ellos! Además de que también odio esos sitios en los que solamente les importa tu cuenta corriente. ¡Dios, cómo los odio!

Debía haberse sentido la mayor parte de su infancia y juventud rebajado, humillado y explotado; Louis pensó que se había excedido.

Le tocó muy levemente el brazo y Harry se puso tenso incluso con ese ligero roce.

—Lo siento— le dijo. —Siento haberme enfadado y haberte molestado.

—Tengo muchas cicatrices encima— le dijo Harry más tranquilamente. —No están a la vista y trato de olvidadas. Pero son muy profundas.

—¿Sigues queriendo llevarme a pescar?

—Claro.

—¿Qué tal el lunes?

—Pero tú trabajas el lunes— le recordó con una mirada de confusión, como si no se esperara que Louis se lo pudiera tomar en serio.

—Haré novillos.

Harry se rió suavemente. —De acuerdo, entonces yo también los haré.

*

Esa noche, cuando ya estaba acostado, Louis comenzó a pensar en esa súbita decisión que había tomado de darse un día de descanso, algo que no había hecho nunca, y marcharse a pescar con Harry.

También estaba extrañado de que Harry nunca hubiera mencionado el hecho de que hubiera estudiado en la universidad, como si se avergonzara de ello.

En el fondo, sentía una cierta compasión por él. Harry no era un mal hombre, tenía algunas cualidades maravillosas. Se había quedado dos noches con el viejo Ben Hamm y su mujer en su rancho cuando la pareja se puso enferma.

Les había dado de comer además de haber pagado todas sus facturas del mes, ya que Ben no había podido trabajar.

Sí, Harry era un hombre bueno.

Lo que pasaba era que tenía una coraza exterior extremadamente dura, y Louis pensó que debía de tener multitud de razones para habérsela formado.

¿Cómo sería el hombre que había en su interior?

Se quedó dormido pensando en ello.

*

El lunes, muy temprano, Louis llamó a Angie para decirle que ese día no iba a ir a la oficina.

—Me voy a pescar. Ya llamaré más tarde para ver si hay algún recado.

—¿A pescar?— le preguntó Ángie sorprendida.

—¿Y por qué no?

—Perdone, joven Tomlinson. Lo que pasa es que no sabía que a usted le gustara pescar.

—Bueno, ya lo veremos después de hoy. Hasta luego.

—Hasta luego.

Louis no tenía siquiera un par de vaqueros viejos, así que se puso unos de última moda, una camiseta a rayas de muchos colores y unos mocasines.

Cuando se miró al espejo pensó que, por lo menos, esa ropa era menos formal que la que llevaba habitualmente .

Harry no estaba esperándolo fuera cuando llegó al rancho y Louis se quedó dudando un momento cuando lo llamó desde el interior invitándolo a entrar en la casa.

No le gustaba mucho estar a solas con él en la casa; pero se aguantó y entró.

—Un momento— le dijo él desde la puerta de atrás de la casa.

Los dormitorios debían de estar por ahí, pero Louis no los había visto nunca.

—No te preocupes— le contestó Louis.

Al cabo del rato, oyó la puerta de la habitación, Louis se dio la vuelta y, al volverse tuvo que esforzar en apartar la vista de nuevo.

Evidentemente, acababa de darse una ducha.

Estaba completamente vestido, a excepción de la camisa, que llevaba en la mano, lo que le proporcionó una amplia visión de su musculoso y bronceado torso.

Ya había visto sin camisa a Harry otras veces, pero no podía explicarse por qué le turbaba tanto verle así ahora.

—Estás elegante hasta con pantalones vaqueros —murmuró Harry. —¿Es que no has podido encontrar algo más viejo?

—Esto está viejo— le dijo volviéndose hacia él y encontrándoselo más cerca de lo que se había imaginado.

De repente, le llegó el aroma de la colonia que se había echado Harry; era una de sus favoritas...

—Hueles bien.

—¿Sí? ¿Por qué estás tan nervioso?— le preguntó mientras se ponía la camisa y se acercaba más a Louis. —Has estado a solas conmigo otras veces.

—Siempre habías estado vestido.

—Ah, ¿es por eso?— le dijo él mientras se dejaba deliberadamente los botones superiores de la camisa sin abrochar. —No me digas que esto te turba.

Louis se quedó sin respiración sin saber por qué. La boca se le secó, pero casi ni se dio cuenta de ello.

Entonces, Harry lo cogió de las manos y se las llevó al pecho, de forma que el castaño pudiera sentir la dureza de sus músculos.

—¡Vaya músculos que tienes!— le dijo Louis sonriendo, tratando de no dar importancia, pero las piernas casi no podían sostenerlas en pie.

—Claro, mi trabajo es muy duro— le dijo él mientras empezaba a mover sus manos y las de Louis de una forma sensual por todo el pecho. —¿Cómo es que no te has traído ropa para pescar?

—Es... es que no tengo— le contestó Louis.

Era increíble que pudieran estar así, manteniendo esa conversación tan tonta, mientras que sus actos se hacían cada vez más íntimos.

El pecho de Harry subía y bajaba cada vez con más rapidez. Harry llevó sus manos hasta sus propios pezones, de forma que pudiera notar cómo le latía el corazón.

El rizado se le acercó aún más y su respiración le llegó a mover los cabellos de las sienes.

Louis deseaba su boca desesperadamente y sabía que Harry se había dado cuenta.
No podía comprender esa súbita e imperiosa necesidad por Harry y su extraña reacción ante su proximidad y contacto.

No entendía nada.

La habitación pareció volverse oscura y privada.

No se oía nada en ella, excepto sus respiraciones y el ruido del reloj de la pared.

En ese momento, Harry acercó su boca a la frente de Louis, mientras hacía que bajara las manos desde el pecho hasta la cintura.

El ojiazul protestó levemente con un gesto.

—No luches conmigo— le dijo el rizado suavemente —No tienes nada que temer.

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