Saga Delucios: La Leyenda de...

By SeleneArgent

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Se cuenta una leyenda, se escucha un rumor, cuando se levanta la marea y se escuchan al fondo el aleteo de la... More

Sinopsis
Pròlogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Epílogo

Capítulo 8

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By SeleneArgent

Preparen los pañuelos... Si yo lloro escribiendo, ustedes leyendo. 

Es un buen trato. 

 K.

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  No podía dormir.

Giré varias veces en la cama, y ya no sabía si era la incomodidad del sol recibido, la preocupación por lo que pasó con Enrique sobre sí estaría bien, o sí era el dolor penetrante en mi pecho a causa de O'Malley que intentaba ignorar.

Estúpido pirata.

Di una ojeada afuera las olas moverse, el silencio era bastante ensordecedor dentro del barco. Decidí subir a cubierta, tomé una buena cobija y remonté las escaleras. Miré alrededor, pero solo se veía agua, más agua... más agua...

Sin embargo, la brisa me calmaba. Me senté un rato en un buró de madera pegada a la pared del barco, no quitando los ojos del cielo. Estaba hermoso, las estrellas podían verse claramente y todo estaba muy iluminado a pesar de no haber luna. Estudié cada constelación o las que creía lo eran. Pensaba muchas cosas, recordaba cuándo en mi pueblo podía verlas así en la playa. No sabía que iba a pasar al regresar, o sí alguna vez volvería a ser la misma. Pero, aún faltaban unos días para llegar, muy pocos. Cerré los ojos, el barco crujió, resonando con la brisa haciéndome mover. Me dolía la espalda y asumí era por el largo tiempo que llevaba allí sentada solo observando el cielo.

Me enderecé, caminando abrigada por la cubierta, me afloré al borde, mirando como el agua rompía las olas en las paredes del barco. Rayos, sí que debía estar helada, no comprendía como la ex novia de O'Malley se había lanzado... debía estar muy loca, sin contar esa tormenta.

Que digo, estando embarazada de hecho.

Y aún así el tipo tenía el sentimiento aún por ella.

Hombres.

Ella tenía que estar de remate igual que el ¿En qué estaría pensando para hacer eso? ¿Qué le habrá dado la valentía o las razones para ello? Me asomé aún más y me dio un escalofrío, pensar la opción. Sin contar uno de mis más feos temores.

- ¿Qué estás haciendo...? - Susurró O'Malley, tras de mí. Mirándome fijo.

Di un salto del susto, girando a el. Respiré profundo, con una mano al pecho. Observando el agua, ente bocanadas, sujetándome del borde.

- Contemplando mis opciones... – Suspiré, acompasando las bocanadas.

- Lorena... – Advirtió.

- Cálmate... es broma. - Cerré los ojos. No debía ser tan cruel. Pero estaba, tan enfadada. - No soy tan cobarde.

El dejó salir un suspiro.

- ¿Hace cuánto estás vigilándome? - Pregunté.

- No te vigilaba, a propósito. Estaba al timón. No me viste. - Asentí, no me había fijado a la parte superior. - Parece tuvimos el mismo pensamiento.

- Lo dudo mucho. - Dije sin mirarlo. Solo enfocada en el agua.

- El cielo de altamar me ayuda a pensar... - Dijo temeroso. - Tengo mucho que, ordenar.

- Pues, lo comprendo. Debes planear un nuevo secuestro.

Hubo un silencio profundo.

- ¿Crees que te dejaré ir? - Sonreí, burlona.

- Quiero que intentes detenerme, me lanzaré al agua de ser necesario.

- Lorena... - Miré aún más molesta las olas. - Lorena... mírame.

Mi cuerpo respondió por mí. ¡Estúpidos trucos!

- Lorena, ¿Soy tan difícil de leer? - Lo miré con el ceño fruncido.

- No va a funcionar O'Malley... - Volví mi mirada al agua. Y el me atrajo a su cuerpo, pero esta vez. No fue de la forma morbosa que solía hacerlo, esta vez. Era diferente. - Suéltame O'Malley...

- Lorena... - Sus ojos estaban como un niño arrinconado. - No quiero, perderte. – Afincó las palabras, solemnemente. – No quiero, mueras.

El corazón me dio un salto y lo jale de vuelta a dónde se me quería ir flotando entre nubes.

- No más juegos crueles conmigo O'Malley, ya tuve suficiente... - Mi corazón dolía. Dolía como si lo patearan en mi pecho, el colocó su palma encima, aliviando. - ¿Qué...? ¿Otro de tus trucos? - El negó. Sonrió levemente, temeroso.

Podía verlo como un niño chiquito.

- Cuándo te conocí, ciertamente no podía sentir nada... te traje conmigo con la única intención de romper la maldición y poder morir alguna vez. Porque no podía olvidar. Y no quería seguir con ese dolor.

Le di una ojeada por el rabillo del ojo y el acarició mi cintura, entre sus brazos que me habían hecho una llave. ¿Se iba a abrir conmigo? No, no podía creer eso.

- Todo lo que pasó, me cerró por completo a los sentimientos, a lo bueno. Me volví aún más despiadado. No puedo contar cuántas muertes produje o cuántas mujeres secuestré. - Miré a lo lejos. - No podía embriagarme siquiera para acostarme con ellas porque mi naturaleza no lo permite, solo dolor. Dolor puro sin anestesias.

Negó.

- Ame a Marissa. Fue... Tras mi pasado, bueno yo sentía no merecerla, era tan delicada... - Cerré su boca. Me dolía. El me observó, tomando otro hilo para la conversación, miré al agua aún entre sus brazos. - Lo que a ella le pasó, fui el culpable. Yo le hice eso...

- O'Malley, ella decidió lanzarse embarazada de ti al mar... ¿Sabes lo lógico que es eso? Ni un poco. Entiendo pudiera estar aterrada embarazada de ti, yo creo que no cualquiera reaccionaría bien. Pero, yo misma pude ver tu fascinación por ella... como la cuidabas. - Apretó su brazo a mi cintura.

- Ella estaba en un trance, me costó entenderlo en el momento, eso me hizo alertarme y actuar con cuidado... me lo habían advertido. - Lo estudié, girando el rostro a el - Un Macedonio, me encontró recién hallé a Marissa, yo no sabía lo que era, pero el sí. Era como yo, me advirtió de la maldición y cómo debía proceder sino quería que un inocente sufriera por mi culpa. - Lo miré en silencio. - Yo no hice caso a la advertencia...

- ¿Cuál advertencia? - Inquirí.

- Mi tipo... es un ser que se queda congelado en el tiempo sufriendo a causa de un rencor pasado. Una parte nuestra se congela y va dejando de ser humana. Desarrollamos cosas especiales... algunos se dedican a proteger y otros como yo, a alejarse de todo. - Me miró fijamente. - La maldición sólo puede romperse, al unirnos en el más alto compromiso... un matrimonio, y una vez hecho, consumarlo.

- Lo sé... - Susurré. - Me lo habías comentado. Miré a lo lejos evitando sus ojos.

- Lo que no sabes es por qué. - Le vi fijamente, al fin teniendo lo que había deseado saber por mucho tiempo tan cerca. - Debemos unirnos con alguien descendiente directo de la primera persona a la cuál odiamos en un principio. Sólo puede romperse con ella.

Le miré confundida.

- ¿Y... tú...? ¿A quién odiabas...?

Miró lejos.

- O'Malley... - Le llamé.

- Mi hermano. - La sangre se heló en mi cuerpo. ¿Era pariente de O'Malley? - Hermano, por adopción. Mi madre biológica, me abandonó, casi al nacer. La mamá de Attyculus, mi hermano. Fue lo único que conocí como madre... Yo. - Tragó grueso. - La amaba profundamente.

Bueno, eso era horrible desde su punto de vista... sobre ser pariente suyo, un poco menos terrible, aunque. No imaginaba todo lo que debió haber pasado en su infancia a causa de eso y en aquellos tiempos.

Me miró.

- Ellos eran griegos, yo era irlandés.

Ohm, ahora entendía tantas cosas...

- Ahora comprendo por qué sabías tanto de ese lugar... - Sonreí suavemente.

Asintió.

- Mi madre siempre me mantuvo mis raíces latentes, pero yo tenía la duda si yo era descendiente de una pirata irlandesa, que también, era O'Malley. - Alzó los hombros. - De ahí tomé el nombre...

Fruncí el ceño.

- Mi madre detestaba el apodo, mis hermanos lo usaban a propósito. Para recordarme, no era uno de ellos. Bueno. - Ladeó la sonrisa irónica. - Attyculus, quién era el mayor. Evan, apenas y sí hablaba. - Suspiré, tratando de imaginarme la situación, yo tenía una hermosa y amorosa familia mi hermano era protector conmigo, a diferencia de como fueron con el.

- ¿Y eso fue lo que hizo que lo odiaras?

Negó.

- ¿Qué sucedió? - Susurré, una brisa me golpeó y me arropó, meticuloso. Nos miramos en silencio y luego continuó.

- Un día, estábamos cerca de Mikonos. - Sus ojos se perdieron, y podía ver el dolor con la tenue luz de las estrellas. - Estábamos en una tarde de juegos, Attyculus intentaba impresionar una chica, casada, se escapaba con ella cada tanto. – Alcé las cejas y el ladeó el rostro en desinterés. - No terminó en darse cuenta estaba embarazada, cuándo su esposo fue tras el, estábamos navegando. Evan estaba en medio, salí a defender a Attyculus, sin querer corté el rostro de Evan. Attyculus, pensó lo había atacado agrade e iba por el, luego de haberlo defendido así que... Evan cayó al mar, jamás lo conseguimos.

Escuché espantada la última parte.

- Mi madre, me vio con el cuchillo, y Attyculus me culpó de Evan y el hijo que llevaba su amor, dijo que yo era un celoso y quería todo el afecto que parecía pertenecer a ellos, que habíamos vuelto a reñir por lo apodos y que no pude soportar más. – Tragó grueso, forzando las palabras. Le costaba retroceder tanto. - Mi madre, jamás volvió a ser la misma conmigo... - Acaricié su brazo. El me observó, y jugó con un rulo en mi cabello. - No me echó, tampoco me culpaba verbalmente, pero habían actitudes que revelaban más que las palabras. Al final, ella... terminó matándose, Attyculus me echó de la casa y pues... - Alzó los hombros. - Me volví lo que siempre dijeron que sería, un asqueroso pirata paria.

Bajé el rostro, mirando hacía afuera. Podía comprender muchas de las actitudes de O'Malley ahora. No era un desgraciado, bueno, lo era... en realidad pero a propósito. El lo hacía por elección y en el fondo de alguna forma, el era la victima, un hombre bueno que sólo estaba roto.

- Así qué... - Susurré. - ¿Tengo ascendencia griega?

Sonrió divertido, y quitó algunos cabellos de mi rostro.

- ¿De todo lo que dije, es todo lo que te importa recordar?

- Así es... sí con eso ya no te causa más dolor. - Me observó fijamente y acarició con la punta de su pulgar mi mejilla. - Además... no sé sí lo sabías, pero... es mi país favorito. - El alzó una ceja.

- Bueno, lo conozco bien... debí llevarte alguna vez, pero los malos recuerdos... ya sabes. – Miró al horizonte, medio sonreído.

- ¿Marissa, también lo era? ¿Descendía de Attyculus? - Le distraje, el asintió.

- Ella, era inglesa.

Y ahora comprendía por qué le desagradaba tanto estar en el Reino Unido. "Mucho humo, mucho de esto, poco de aquello..." No se trataba de meros asuntos culturales.

- Bueno, heredó facciones griegas. - Eso también explicaba mucho, concluí escuchándole. - Al principio, me desagradó, precisamente por su parecido con el...

- Es una dicha que siempre me consideré tan diferente a ella.

Respondí con sinceridad, y el asintió divertido.

- Así es... aunque, extrañamente tu esencia es más potente. – Frunció el ceño.

- ¿Cómo que esencia? - Le pregunté olisqueándome. El negó besando mi frente.

Podría acostumbrarme a eso.

- No, tú no la detectas. Es la esencia de Attyculus en ti. - Arrugó el ceño. - Es como un perfume y es muy potente. Para mí, en particular lo es. Cada Delucio lo encuentra... la línea, ya sabes. - Asentí.

- Entonces, ¿Cómo lo soportas? - Alzó los hombros.

- Al principio no lo hacia, por eso estaba malhumorado, me daban ganas terribles de vengarme porque... era como tenerlo cerca de mí. Me confundía, esperaba fuese otra rubia como el como una especie de copia pero... aquí estás... - Me tensé en sus brazos. Esperando una comparación poco agraciada - Una hermosa morena de ojos café, con curvas más peligrosas que el mar picado. - Dijo con voz tierna y picarona.

Me sonrojé demasiado y agradecí tantísimo estar a oscuras. ¡Pero tantísimo! Intenta no chillar de alegría Lorena, ahora no. ¡Compórtate!

- Sí... - carraspeé - ahora sí resulta que soy una hermosa morena. - El parecía ofendido.

- Bueno, pregúntale a Holland, sino me crees cómo le decía que tipo de sirena dejaría que me llevara a las profundidades...

Mordí mi labio. ¡Ya basta! ¡Sé sería Lorena!

- ¿Qué más...? - Le distraje. A ambos.

- Uhm... bueno, no fue muy difícil me atraparas, más con ese carácter tuyo. Eras... un reto. Resulta que para romper la maldición no bastaba solo casarme y tener hijos. - Lo miré.

- No me digas debo darte trillizos, porque me bajo del trato. - Le bromeé.

- No - el parecía tan asustado como yo por eso. - debes estar enamorada de mí... y aceptarme. - Le vi fijamente. - No solo era obligarte, ¿por qué crees no lo hice después? lo recordé, debías amarme... y bueno, ya sabes lo romántico que he sido. - Alcé una ceja asintiendo. - Holland, me aconsejaba, pero solía echarlo. Ese Holland... Sí que ha tenido que soportarme.

- Al fin te da lástima cómo lo has tratado. - Asintió sonreído - Pero aún no comprendo por qué con Marissa no funcionó. ¿No te amaba acaso?

Ahora mismo, a mi misma me sorprendía que el tema "Marissa" no fuera doloroso para mí.

- No, lo hacía... más de lo que merecía, por lo que había sido y lo que había dejado le sucediera... - Me apretó a el. Comenzaba a tener miedo de nuevo. - Estuvimos juntos sin casarnos... y... eso alteró el orden para romper todo.

- Pero, no comprendo...

- La mancillé... - Me miró, y traté de contener una risa por esa palabra tan delicada en su boca.- En nuestro caso, altera las cosas. Las parejas entran en una etapa de... - parecía buscar las palabras. - Espejismos. Cuándo hacemos un lazo con nuestra pareja podemos sentir ciertas cosas... como cuándo te rompiste el tobillo y podía sentir precisamente el lugar de dolor, ¿recuerdas el como podía darte calma al tocarlo? - Asentí sorprendida recordándolo.

- Sí, ahora que lo mencionas... tienes razón. – Admití sorprendida.

- Yo lo noté, y me asusté de lo rápido que estaba avanzando en nuestro caso. Tenía miedo que...

- ¿Qué te enamoraras tan rápido? - Se silenció por un momento y negó.

- A no poder detenerme contigo... nosotros enloquecemos. Deseamos, con una profunda necesidad, mantener mi pantalón atado es todo un reto, créeme eso. Preferiría me dieran un cañonazo en la entrepierna. - Reí suave. El soltó una sonrisa desprevenida. - Por eso te dije, que coincidía contigo, no en que no me atrajeras... sino en que las cosas se salieran de control y pasaran... cuándo me besaste, es como si te hubiese pasado algún veneno, pensé te iba a perder por eso perdí los estribos. No puedes besar sin aviso a un Delucio, el rencor acumulado podría matarte.

Me quedé fijo en su mirada, sintiéndome menos mal por el asunto, pensé me estaba rechazando.

- Marissa, luego de nuestras cercanías comenzó a sufrir fiebres – continuó. - escalofríos, alucinaciones... cuándo estabas inconsciente hablabas dormida, presentabas alta temperatura y temblabas... igual que ella. - Arrugó el gesto. - Mujer, me aterré, no sabía cómo traerte de vuelta.

- Pero yo... solo sentí que fue un sueño... - Negué. - Algo me llevó a ver todo lo que pasó esa noche, podría decirte de cada detalle, fue muy real... hasta intenté tocarte y te traspasé, cómo un fantasma. - El me escuchaba, perplejo.

- No sabía... podía ocurrir eso. - Tragó. - ¿Qué más viste?

- Vi, como luego te lanzaste tras ella... había mucha neblina, luego era otra cosa... estabas ya en cubierta con ella muerta en brazos y gritando. - Lo estudié. Esperando alguna reacción.

- Sí... - Frunció el ceño confundido. - Fue exactamente así ¿Y luego sólo volviste?

Asentí.

- Sí... - Pensé en cada detalle, y luego lo miré. - Cuándo comenzaste a llamarme... ¿Por qué tardaste tanto en ir por ella?

Se quedó dubitativo un segundo, ladeó el rostro y luego se enfocó en mis ojos.

- Bueno, hay un pequeño detalle... que me era desconocido. – Apretó sus labios, y trato de explicármelo. - Cuándo engendramos, a medida crece el o ella, nosotros hacemos un retorno lento a la humanidad.

- ¿Es decir, que pierdes tus poderes? – Pregunté, perpleja.

- Totalmente... van menguando hasta hacernos, normales. Un mortal, cualquiera...

- Espera, espera... entonces, aunque sabías que podías morir igual, fuiste tras ella... - Susurré. Eso, era lamentablemente romántico.

Se quedó viéndome fijo.

- Y sólo sobreviví porque ambos murieron. Volví a mi naturaleza.

Tragué grueso, respirando profundo. Guapa, para soportar.

- Eso es... es terrible. - Bajé el rostro. Prefería no mirarlo. - ¿Sí ella estuviese viva...?

- No, Lorena.... - Me besó suavemente, colocando su frente a la mía. - No sirve esa comparación, ella no está... Además... Yo logré sacarla del trance...

- ¿Qué quieres decir? – Acariciaba mi mejilla aún pegado a mi frente. - ¿O'Malley?

Se despegó, viéndome.

- Cuándo logré sacarla del borde del barco, la impresión al caer en mis brazos, ella despertó. Yo me aterré, pero al reaccionar ella también lo estaba, sé que estaba confundida y cansada de tantos ataques seguidos... Se... cansó.

- ¿Sé cansó... dé qué? – Inquirí, viendo la pena asomarse.

- Cuándo clavó el puñal fue para distraerme, ella solo quería morir... - Le vi tratando de entender, mientras recapitulaba. - Tuvo un pasado difícil también y yo lo empeoré. Ella... se arrepintió de volverme humano, me pedía una y otra vez llevarla de vuelta a casa, sabía nos habíamos equivocado... y ya no había vuelta atrás conmigo o sin mí, ella iba a irse... pero no luchó, ella sólo quiso morir. No estaba en trance. Es todo o nada y si ella moría daba igual, yo seguía siendo inmune a envejecer o morir.

Mordí mi labio suave, aguantando las lágrimas.

- Yo... estoy cansado de que me abandonen, cuándo más me abro a querer... de luchar solo, cuándo dijiste te arrepentías...

- Qué me llevaras de vuelta... - Susurré abrazándolo. - Estúpido O'Malley, por qué no te abriste antes...

- ¿Crees que quería me tuvieras aprecio por lastima? – Habló a mi oído, acunándome.

- Yo...

- Puedo verlo ahora, Lorena. Ahora sé que me amas... Perdóname por todo el dolor que te he causado. - Besó mi frente. - Estás en peligro por mi culpa... ya no puedo retroceder las cosas, nuestro camino comenzó y la maldición está caminando...

- Pero nosotros no hemos hecho nada... – Me alejé de él, haciendo énfasis en ello. No que yo recordara al menos.

- Hemos tenido muchas cercanías, ya no habrá vuelta atrás si seguimos por este camino, por eso... los peligros que has pasado. - Recordé lo sucedido en la tienda de Rusia. - Y empeorarán si sigues conmigo... tú tenías razón, el único peligro es que estés cerca de mí... si mi esencia se impregna más a la tuya, ya no podrás alejarte de mí y pensar que estando conmigo tendrás más eventualidades o sufrirás cosas como las de Marissa... No puedo, no quiero. Prefiero regresarte a casa y que jamás vuelvas a saber de mí... mi perfume se distanciará de ti y con el paso del tiempo estarás a salvo.

- ¿Qué...? ¿No será que solo intentas deshacerte de mí? ¿Y me inventaste todas estás cosas?

El me miró sorprendido.

- ¿Qué...? - Se hizo atrás. Ofendido.

- Lo siento... es que, no puedo comprender como pretendes decirme que me amas y a la vez que estaría mejor sin ti. Es una contradicción, una muy grande.

- Te prefiero, viva y salvo. ¿Comprendes eso? No seré egoísta contigo esta vez. Te mantendré a salvo por encima de mí.

- Pues yo sí quiero que lo seas... - Me aferré a el. - Quiero más O'Malley... Sé un pirata egoísta y no me dejes ir, saca todas las rayas de marinero de agua podrida y llévame contigo...

Se lo estaba haciendo difícil, lo veía. Le costaba, podía ganar esta yo.

- Lorena... - Gimió, tratando de apartarme. Mis manos comenzaban a quemarme. - Lorena...

Alejé mis manos, observándolas.

Tragó grueso.

- No hay... nada que discutir, vas a regresarte. Mereces una vida larga y feliz con alguien que pueda darte felicidad y protección. – Me vio firmemente - Es todo.

Se soltó de mi, girando a darme la espalda.

- ¡No!

- No discutiré Lorena...

- ¡NO VOY A DEJARTE! - Giró a verme. Y le clavé la vista impregnada en lágrimas. - ¡No puedes decidir por mi!

- Sí eso te mantendrá a salvo, créeme que lo haré.

- No me da la gana de... - Tambaleé, perdiendo la noción vi un borrón y luego O'Malley atajándome en el piso de la cubierta.

No podía hablar, la cabeza me daba vueltas. Sentí me trasladaban y luego del frio comencé a sentirme tibia. Para cuándo abrí los ojos, estaba en mi habitación y O'Malley se encontraba apesadumbrado con la cabeza agachada entre sus manos mientras Holland, atendía mis cambios de paño de agua.

Noté temblaba.

- ¿Qué pasó...? - Gemí adolorida. Tiritando.

O'Malley levantó sus ojos a mí, parecía perturbado, poco a poco fue entonces acercándose. Estaba... desequilibrado.

Tragué grueso.

Había comenzado.

- No es tu culpa... - Susurré débil. Tomó mi mano estudiándola. - Yo, quiero quedarme...

Negó dejando su frente en mi mano.

- Yo no valgo tu seguridad...

Me enderecé, apretando sus manos en la mía.

- Escúchame bien, Ethan O'Malley... – Sujeté mi cabeza, adolorida. Holland miró a O'Malley extrañado y esté evitó verle. Afrentado. - Sí vuelves a decir una estupidez así... juro que voy a golpearte hasta que me duelan las manos. Y entres en razón.

El solo me miró en silencio.

- Descansa... trata de no pensar en nada. Estaré aquí cuidándote. – No te estés alterando.

Sentí de nuevo algo me llevaba a dormir, y estaba muy segura que esta vez era todo culpa de O'Malley.

- Tú eres quién me altera... Des...gra...ciado.

Sonrió y todo oscureció.

Escuchaba las olas moverse, los truenos.

¿Estaba soñando de nuevo con la muerte de Marissa?

- Marissa.... - Alguien susurraba sobre el sonido mi nombre. Cómo si le hablara a un león, a punto de atacar. - Marissa.... escúchame, nena. Marissa...

¿O'Malley?

La brisa atezaba mi rostro. Abrí los ojos a duras penas, el viento revoloteaba mi cabello. Reparé en lo que ocurría. Estaba parada en el borde del barco, viendo el agua revuelta y casi congelada. ¿Qué estaba haciendo allí? Los pies comenzaban a fallarme temblorosos.

- Marissa, mi amor bájate...

¿Marissa? Un fuerte dolor sacudió mi cabeza, debilitando mi agarre.

- ¿O'Malley? - Susurré.

- Lorena, mi amor... mi amor... no. - Suplicó casi con el alma desgarrada. - Abre los ojos, escúchame... esta no eres tú...

- ¿Estás en el agua? – Busqué entre las olas. Lo vi, allí estaba. Pero la voz provenía detrás de mí. - ¿O'Malley que haces en el agua?

- Lorena... estoy detrás... no mires al agua, estoy atrás...

- ¿Qué...? - Me estiré para ver mejor al agua, la imagen de el esperándome abajo se fue diluyendo. Y la presión en mi cabeza también. Me vi sujetada a los cables, y todo mi cuerpo se tensó. - ¡POR TODO EL...! ¡¡O'Malley!! ¡¡O'Malley!! - Comencé a gritar sujetándome de los cables con ojos cerrados. Aterrada. - ¡¡Ayúdame!!

Di un fuerte grito cuándo algo me jaló, y pateaba creyendo había caído al agua.

- Shhh... Calma... calma... estoy aquí, estás en mis brazos. - Abrí los ojos de golpe casi ahorcándole con mi abrazo llorando. Aterrada. - ¿Qué hacías allí...? - Gimió apretándome a el.

- No lo... sé... - Lloré, aferrándome a el. - Yo no quería...

- Lo sé. - Suavizó el, aún con voz temblorosa, levantándome en peso. - Tranquila. Vamos... vamos adentro.

Tiritaba en sus brazos, Holland corrió con sábanas arropándome. Una vez en la cama, me envolvió entre colchas para hacerme entrar en calor y se tendió a mi lado. Abrazándome. Yo seguía llorando.

- Tranquila... estoy acá... - Secaba mis lágrimas. - Deja de llorar, inundarás el barco. - Lloré aún más fuerte pesé a que lo decía por pura cursilería. – No estoy molesto... me asustaste, no es tu culpa. – Me miraba aún más inconsolable. - ¿Qué sucede?

- Yo... yo le tengo miedo.

Me miró dio una ojeada, moviendo las colchas.

- ¿A qué...?

- A morir ahogada.... - Hipeé. - Siempre ha sido uno de mis temores más espantosos. – El quedó congelado. – No podía sentir los pies... - Lloriqueé. - Casi me sentí dentro...

Me miró fijamente, helado, diría que estaba petrificado. Luego, solo me abrazó más fuerte, hasta que deje de tener espasmos del miedo.

- ¿Ese es tu mayor temor? – Susurró y le miré, a medio calmar. Sollozando, viéndole en silencio.

- Sí... o, morir incendiada...

Hizo un gesto de desagrado, de desagrado con el mismo.

- Y yo teniéndote sobre agua todo este tiempo... - Levanté la mirada a el. – Has sido tan valiente.

Estuvo abrazado a mí, calmándome. Por mucho rato. Estaba cansada ya... mis músculos dolían de lo tensa que me encontraba.

- No más... – susurró, al ver que de vez en cuándo volvía a llorar. Me tensé y le quedé viendo, estremecida.

- ¿O'Malley? - Le clavé la mirada.

- Lorena... ¿realmente me amas?

Asentí, sin poder creer siguiera preguntándolo.

- Entonces deja te regrese a casa... – Abrí la boca para replicar, y el me detuvo. - Yo te amo... te amo, mujer... – mi corazón, bailaba como las flamas de un fuego, que crujía entre leños. - si algo te pasa, yo creo que ni toda la inmortalidad me alcanzaría para perdonármelo. - Sus ojos se llenaron de lágrimas, por primera vez. - Estamos a dos días de El Salvador. - Lloré aún más profundamente. - Estoy sufriendo al verte sufrir... no más...

Gimoteé profundamente, estaba partiéndome en dos.

- Ya no me interesa romper la maldición. Ya, sólo quiero, saber que vives una vida larga... y feliz. - Escondí mi rostro en su pecho, gritando de dolor. - Me has llenado de tanto amor, que aún si permaneciera solo por el resto de la existencia... seré feliz.

- Pero yo no... - Susurré. Alzó mi rostro a el. Y me dio una dolorosa sonrisa, la mejor posible en ese momento tan cruel.

- Sí me amas cómo dices... hazme feliz, tu eres más fuerte de lo que crees, inténtalo... Busca la felicidad.

- O'Malley... Por favor, no. - Lloré suplicándole.

El negó abrazándome más. Demasiado fuerte.

Pasaron los minutos, luego... silencio mientras me escuchaba llorar, pero su voz, melodiosa. Me fue amordazando.

- Si yo me quedo aquí... seguiría siempre igual, tú amor, por mí. - Tragó grueso. Intentaba moverme y podía - Por eso... me voy. No te olvidaré... lo sé mi amor, tú recuerdo, yo guardaré.

Sentí mi cuerpo ir cediendo, durmiéndose.

- Yo siempre, te amaré... - Lagrimeé aún más. - Tu, mi hermoso amor.

No podía creer estaba cantándome. Ni siquiera sabía, que tenía una voz tan hermosa. En el peor momento...

- En mi pasado, estás tú. Es lo que me llevo de ti... dime, adiós. Sin llorar... este amor hoy me duele más que a ti...- sentía sus dedos acariciar mi cabello, acunándome. - Que en la vida te vaya bien y que tengas todo lo que soñaste ayer... te deseo amor, felicidad. - Colocó mi frente en la suya. Y se le quebró la voz. - Que ante todo... encuentres el amor.

Me besó profundamente, luego suave, cerré los ojos dejándome llevar. Al no sentirlo, los abrí y ya no estaba con el y algo me mecía en silencio.

Abrí los ojos, ante el sonido de las llamas. Me levanté y vi el barco arder, con O'Malley sobre él.

- ¡NO! ¡NO! – Moviendo desesperada la barca. Una mano me detuvo. Al girar, era Holland. Mirándome fijamente.

- No lo haga... – Parecía aguantar la tristeza. Había equipaje el... me había dejado ir.

Lo miré como si no lo pudiera creer.

Las lágrimas no me dejaban ver, vi a Holland aún más confundida y negué. O'Malley me miraba entre las llamas en el borde dónde todo ocurrió. Mirándonos alejarnos.

- ¿Por qué....? - Susurré apenas pudiendo pronunciar palabras.

- El escogió esto... - Soltó, y entendí que trataba de aguantarse también.

El barco se partía en partes cuando cedían ante las llamas.

- Un capitán siempre se hunde con su navío... - Soltó dos lágrimas y sacó su pañuelo secándose las lágrimas. – La amaba, no la iba a obligar más...

Me levanté de golpe sacándome la mayor parte de ropa.

- ¿Qué hace? Señorita...

- El escogió, yo no.

Me lancé al agua, nadando con dificultad hacía el, explotaban cosas y salían volando incendiadas, caían a mis costados. O'Malley no se percató de que estaba en el agua, apenas llegué al barco subí, por las cuerdas. Dí un grito al quemarse una, ahí se asomó a verme, perplejo.

- ¿Qué hiciste...? - El barco se incendiaba, las cosas se quemaban partiéndose cayendo al agua y nosotros sólo podíamos vernos al otro. - ¡Tenías que quedarte con Holland en la barca!

- ¡No! Puedes elegir... quemar todo, ahogarlo... hacerme enfrentar a todos mis peores temores pero no tenías ni idea de cual era el peor de todo... Si el estúpido capitán se hunde con su barco, su mujer también.

El me miró perplejo.

- Estás loca... Estás... demente. – Me aferré a el y me besó con suavidad. Algo parecía soltar un siseo suave, O'Malley nos lanzó al agua justo antes que todo empezara a estallar.

Me solté por un momento de sus brazos, bajo el agua. Un objeto golpeó mi frente anonadándome por completo. El me jaló, cubriéndome con su cuerpo, hasta un gran estallido luminoso en la parte superior, empujándonos lejos.

Para cuándo salí estaba casi sin aire, aferrada a el.

- ¿Lorena? ¿Estás bien? – Quitaba los cabellos de mi rostro mientras tosía. – Te lastimaste.

Estudió el gran chorro de sangre del costado de mi cabeza. Miró alrededor, ninguno podíamos ver ya a Holland. Solo había varios objetos en el mar, regados que alguna vez pertenecieron al navío. Nado conmigo a cuestas, sujetándose de algo dejándome aferrada para atraer lo que parecía una ventana, o una puerta. Me lanzó sobre ella y comencé a sentir aún más penetrante el frio por todo mi cuerpo.

- O'Malley.... – Gemí, mirándole. El palideció.

- Espera... espera un segundo. – Se impulsó, y se acostó sobre mí maniobrando la pieza para evitar volcarnos de nuevo al agua. Temblaba terriblemente bajo el. – Shhh... estoy, aquí...

Comencé a sentir un calor que irradiaba de su cuerpo, me miró a los ojos.

- Gracias... - Susurré.

- Debías estar ahora mismo a salvo con Holland... - Le miré, congelada.

- No voy a dejarte... ¿Cómo... como quieres que te lo diga...? – Tembló mi voz del frio al hablar.

- Eres tan terca. – Besó mi frente.

Miré alrededor, con el desastre alrededor. Y luego a el sobre mí.

- Ya sabía... que Jack cabía con Rose... - El me miró sin comprender. – Nada... - Me cubrí más con el. – ¿Tú no... tienes frio? – Negó frotando su mano a mí.

- No... puedo soportar muchas cosas.

- No muchas... - repliqué con voz temblorosa.

- Todas menos esas... como verte sufrir de frio.

- Tus limitaciones son de dudoso peso ¿Sabías eso? – Me sentía como si estuviese frente a una chimenea.

Hubo un largo silencio. Sólo nos mirábamos, mi cuerpo estaba agotado por la lucha con el agua, me agoté por completo mientas el seguía manteniéndome lo más cálida posible. Apreté mis manos en su chaqueta, manteniéndolo a mi lado. Lo sentí canturrearme de nuevo y una increíble paz, me sobrecogió. Lo siguiente que recuerdo sentir, fue una luz cegadora quemando mi vista.

Traté de abrir los ojos, con dificultad.

¿Estaría muerta?

- Está despertando... - Le escuché a una voz conocida.

- Si... - Susurró alguien más. Habían pitidos en el lugar, algo apretaba mi dedo índice. ¿Qué pasaba?

Al poder distinguir, vi una habitación. Una de hospital.

- ¿Dónde estoy...? – Vi la silueta de mi madre pararse a un costado de mí. – Mis ojos se llenaron de lágrimas. - ¿Mami? – Ella asintió abrazándome como podía.

- Lore, pensé que jamás volveríamos a verte... pasó tanto... tanto. – Me abrazó con fuerza. Y me abracé a ella, dándome cuenta de lo mucho que la había echado de menos. Mi papá, quién no era muy fácil de doblegar, veía unos pasos más atrás con el rostro enrojecido. Aguantando el llorar, secándose las lágrimas con el dorso de la mano.

Fue el siguiente en abrazarme. Cerré los ojos, disfrutando de la sensación de estar entre ellos de vuelta.

- Jamás... jamás pase algo así de nuevo. – Soltó el perdiendo la compostura, abrazándome con fuerza.

Ambos me soltaron, acomodándome sobre la cama. Miré alrededor, habían globos, pancartas. Flores... deseos de recuperación.

- ¿Dónde...? ¿Dónde está él? – Susurré, mirando alrededor.

- ¿Quién...? – Dijo mi mamá y el corazón se me detuvo. – Ah, ¿el hombre que te trajo? – Asentí. – Está afuera, no ha querido irse, es un amor... ¿quieres verlo? – Asentí desesperada. – Bueno... voy por el... espera.

La ví irse, y hablar con alguien sobre que había despertado. Y pedía pasara.

El corazón se me detuvo un segundo.

Y al ver a Holland, poco a poco. Fue... destruyéndose.

- Holland... - Susurré, con la voz quebrada. - ¿Dónde...? ¿Dónde está él? – Balbuceé. – Holland... - Supliqué. – No... ¡No!

El miró al suelo. Mi rostro se llenó de lágrimas y lloré, llore, desesperada y desconsoladamente.

Nadie comprendía que sucedía, nadie podía imaginarlo.

Solo recuerdo, que lloré por días... semanas, meses.

El tiempo, no hacía que doliera menos, sólo me había hecho aprender que habían batallas que no se podían ganar y aunque llorara, no podía hacer nada al respecto. Cada noche, me fugaba al muelle del pueblo y lo llamaba, pero nada.

Se había ido.

Pasaron muchos meses, volví a mis clases... me gradué de ingeniera en Sistemas Informáticos. Holland, se hizo parte de la familia, les contó la historia que alguna vez habíamos planeado decir cuándo me tocara regresar y al vernos, solo nosotros podíamos saber la verdad tras todo esa fábula. A veces... me dolía tenerlo cerca, por saber que todo fue real... tenerlo cerca, era recordar cuán feliz era y que de alguna forma, lo tuve entre mis brazos y ya no. No dejé de llorar, solo aprendí a hacer menos escándalo al echarlo de menos. Trabajaba duro, me mantenía ocupada, más de lo necesario.

Los meses se convirtieron en años... tres, para ser exactos. Y el dolor, se mantenía allí, a raya. Ya no lo llamaba, solo lo lloraba en silencio, en el silencio del olvido que jamás llegaría. Muchos primas intentaban cuadrarme citas, pero... era inútil, yo ya no era la misma, me esforzaba, pero esta era y aunque quizás en algún momento quizás llegaría a olvidarlo. Ese momento, no era ahora mismo.

El último intento de hacerme sonreír, era una cita que habían cuadrado para mí, hace unas horas en mi cumpleaños. Había huido de el, escondiéndome en el porche de la casa. Holland, que ya me conocía, solo iba hacía mí y me acompañaba en silencio, apretando mi mano en el silencio de la noche. Mientras aguantaba las ganas de llorar o simplemente, lo nulo de cualquier emoción.

- El quisiera verla feliz, señorita Lorena... - Dijo Trevor, descubrí era el nombre de Holland, meses después de volver a casa. Me insistió sin mirarme viendo a la luna. - ¿Por qué no lo intenta?

- Lo he intentado... - Alcé los hombros. – Quizás... el era mi pareja... Y por eso no puedo verme con nadie más.

- La puedo comprender... y ahí, no hay nada que hacer... - Le obsevé. Nunca le había preguntado sobre su vida amorosa por respeto a el.

- ¿Alguna vez te enamoraste, Holland? – Se acomodó los lentes sorprendido.

- Muchas... - Rió suave. Y medio lo hice también. – Pero, me casé, si... - Miró a la luna.

- ¿Cómo es que no sabía esto, eh? – Le bromeé.

- Jamás me preguntó...

- ¿Ella... falleció, no? – Asintió. Y apreté su mano.

- Así es... no pudimos tener hijos... así que, no recuerdos. – Me miro sonreído.

- ¿Cómo puedes decirlo tan sonriente?

- Saber que la ame, y no quedó nada pendiente... me hace tener paz. Jamás deja de sentirse el mal sabor. Pero debes reconciliarte con el pasado... y dejarlo ir, para avanzar. Abrazar lo que te hizo feliz, y soltar lo que no puedes controlar.

Tragué grueso.

- Señorita... - Miró a las casas cercanas. – Sé cómo se siente... yo no solo perdí una esposa, al perder al señor... fue cómo perder a un hijo. El que no tuve... la familia que ya no pude.

Le miré con los ojos llenos de lágrimas.

- Pero ahora, parece tengo una nueva. La vida no deja de dar oportunidades... si somos valientes. – Me miró, besó mi mano. Y se levantó dejándome allí.

Desde que regresé había sido un cumpleaños neutro, como cualquier otro. Estaba feliz por los míos, pero... era hora de soltar. O jamás iba a ser feliz, la vida me pasaba y yo ya no podía controlar nada... solo de ahora en adelante.

Caminé en silencio por el pueblo, hasta que noté que llegué al muelle.

Pensé huir, pero me detuve.

Ya no correría más.

Caminé al borde, sentándome, recogí el borde de mis jeans sacándome los zapatos dejándolos mover al agua, un buen rato viendo las olas moverse. El silencio era gratificante y la vista preciosa sin el peso de la memoria.

Esta vez no lo llame, sólo miré todo recordando en silencio todos los buenos momentos, cerrando los ojos sonriendo entre lágrimas. Nuestra historia transcurría en mi mente cómo una película sacándome risas con lágrimas mezcladas de nostalgia... y una agridulce felicidad.

Alcé mi rostro al cielo, secándome las lágrimas.

Escuché un grupo que iba a pasar cerca y me enderecé rápido recogiendo mis cosas, caminando de vuelta, giré a ver el mar y le di la última sonrisa, despidiéndome de el para siempre. Llorando, comenzando a rendirme.

Dejé pasara el grupo mientras me colocaba los zapatos para evitar que vieran mi rostro hinchado de llorar. Me enderecé los jeans y caminé de vuelta por los tablones.

- ¿Te vas ya...?

El corazón se me detuvo un segundo y la piel se me heló. No tenía fuerzas para voltear.

No podía ser.

Con toda la dificultad posible en mis fuerzas giré sobre mis tacones, con el pulso corriéndome a millón por todo el cuerpo.

Allí estaba.

Parado bajo la luz de la luna, en el borde del muelle, apenas con la mirada alzada.

- ¿O'Malley...? – Susurré con la voz quebrada.

Miró mi reacción. Y se fue acercando.

No sabía que hacer, temía que si me movía dejaría de verlo. Como un espejismo.

- ¿Estás aquí...? - Apenas podía escucharme. El sonrió levemente.

- Justo aquí...

Me lancé sobre el llorando con fuerza, abrazándome hasta con las piernas. Lloraba como una niña que le traía su más preciado regalo. No podía creerlo, había pasado tanto tiempo que... había jurado que jamás, jamás volvería a verlo.

- Mi amor... - susurró. – Mi hermosa sirena... - Lloró en mi cuello.

Yo no podía hablar.

- Perdóname... solo quería que tuvieses una vida normal... trate de convencerme que estarías mejor sin mí, pero... ni tu ni yo lo estamos. Aguanté todo lo que pude, ya no más... - Me abrazó más fuerte. – Quiero ser egoísta... quiero quedarme. Pelearemos juntos y por ti la ganaremos. – Me miró fijamente tomando mi rostro en sus manos, besándome profundamente.

Todo el dolor, desapareció. Podía sentir como los colores volvían a muchos lugares que ni sabía se habían oscurecido. Me abrazó de vuelta con fuerza, meciéndome entre sus brazos.

- ¿Aún me amas...? – Inquirió en voz apenas audible.

- ¿Aún...? – Negué llorosa. – Jamás he dejado de hacerlo... jamás volveré a ser la misma después de ti O'Malley... jamás...

El me miró en silencio, mientras las olas sonaban al fondo de la conversación.

Se alejó un poco y sentí miedo de que fuese a desaparecer.

Sacó algo de su chaqueta y lo estiró para mí.

- Quiero mi más grande aventura contigo...

Vi el pequeño anillo fino plateado con un zafiro cuadrado en la parte superior y me paralicé. Miré a ambos y luego a sus ojos. Parecía asustado.

Me lance sobre el, llorando de felicidad.

- ¿Es un, sí? – Rió el.

Estiré el rostro pegándolo al mío.

- Un total, y completo si... - Me miró y luego me besó profundamente.

Me bajó suavemente mientras me colocaba el anillo, y su ropa cambiaba de pirata a civil.

Era simbólico.

Sonrió suavemente, sacándose el dije del fénix lanzándolo lejos contra el agua.

Me miró a los ojos. Y sonrió, estirando su mano a mí tomándole con suavidad.

- ¿Estás lista, para todo lo que viene?

Asentí mirando el anillo en mi mano, arropada con la de él. Me sujeté aún más...

- Contigo, sí... - Susurré. Abrazándonos. – Eres... oficialmente, mi mejor regalo de cumpleaños.

Sonrió abiertamente.

- ¿Es tu cumpleaños...? – Asentí. Encantada

Alzó una ceja.

- En ese caso... aprovechemos no he perdido mis poderes aún.

Cerré los ojos y al abrirlo había un pequeño velero en frente, con toda la cubierta llena de flores y velas, tapé mi boca sorprendida mirando alrededor, era bastante extenso. Extendió su mano a mí.

- ¿Una última navegación?

Le observé, perspicaz.

- ¿De verdad, quieres sea la última...?

            Sonrió.

            Y yo, con él. 



________________________________________________________________________

¿Se asustaron, no? ;) 

Gracias a todos por sus lecturas. Mucho tiempo para terminarla, pero, espero valiera la pena. 

Aún falta el Epílogo, gracias por sus comentarios y votaciones. El que simplemente la lean me hace inmensamente feliz. 

K.

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