2nd Generation (Español) -PAU...

By Rea_Faol

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Cuando el padre de Jane es destinado a Dahl, ésta no podía ni imaginar el vuelco que pegaría su vida en la nu... More

Capítulo 1: Bien venida a Dahl
Capítulo 2: Lilo y Stitch
Capítulo 3: Hiro, el cerebrito repelente
Capítulo 4: Jim Hawkins
Capítulo 5: Una sirena y dos muñecas
Capítulo 6: Bienvenido al robocombat
Capítulo 7: El cuaderno misterioso
Capítulo 8: Enemistad

Capítulo 9: Ohana Pelekai

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By Rea_Faol

Jim había insistido en acompañarla a casa después de ver como la miraba el grupo de Flash al salir del instituto; Así que Lilo aceptó y ahora se sujetaba a la cintura del muchacho mientra el pedaleaba energéticamente para subir la cuesta que llevaba a su calle. Durante el trayecto charlaron y comentaron algunas cosas sucedidas durante el día, como el encuentro con Alice y el inminente concierto de "Recess", el grupo de Spinelly y otros amigos de Jim, así como de la coreografía que Lilo estaba preparando con Ashley T para la actuación de la escuela de danza.

– Espero poder hacerme lo suficientemente amiga de Alice para invitarla a venir... - comentaba la chica como si estubiera en medio de una ensoñación.

– Y después lo que surja ¿no? - preguntó Jim entre risas.

– Primero tengo que investigarla un poco – explicó -. No quiero hacerme demasiadas ilusiones y que resulte ser hetero. Pero tampoco puedo simplemente empezar una conversación y decirle "eh, Alice, ¿te acuerdad de mí? Soy lesbiana y he tenido un crush contido".

– Yo, como hetero, me alejaría lentamente.

– Yo corriendo.

No tardaron en parar frente a un bloque de edificios algo anticuado y con pocos pisos,al igual que la mayoría de los que había en esa calle , cuya mayoría no superaban las cinco plantas. Lilo bajó de la bicicleta.

– Gracias por traerme – dijo la muchacha -. ¿Overwatch antes de dormir?

– En principio sí. Si no puedo te aviso.

Lilo cerró el puño y alzó el pulgar diciendo "ok". Ambos se despidieron, la chica entró en el edificio y comenzó a subir las escaleras hasta el cuarto piso. Cuando abrió la puerta lo primero que vio fue a Stitch sentado en el sofá y con las orejas en alto. El animal comenzó a mover las patas delanteras, dando a entender a su dueña que quería que lo saludara pero que no le apetecía moverse del sofá. Ella se acercó a él y lo acarició energéticamente.

– ¡Ya estoy en casa! - anunció mientras le rascaba la tripa al peludo. Toda la casa oía a Kalbi Ribs, un plato típico hawaiano a base de costillas de cerdo con salsa de soja y sésamo.

La puerta de la cocina se abrió de repente y pudo ver a David en bermudas y con un delantal verde con estampado de hojas e hibiscos. En la mano sujetaba un cuchillo grande y la chica pudo percibir un ligero aroma a piña.

– ¡Aloha, Lilo! - saludó él.

– Aloha, David.

– ¿Nani no ha llegado todavía?

– Tu hermana hoy trabaja hasta tarde – explicó -. Le han cambiado el turno en el último minuto y me ha llamado hace nada para avisar.

La decepción en el rostro de Lilo no pasó por alto para David.

– ¡Hay piña para el postre! - informó tratando de animarla.

– Ya... Bueno, yo... voy a dejar mis cosas en mi habitación.

– Te avisaré cuando la comida esté lista.

La casa no era muy grande. Nada más entrar te topabas con el salón, a la derecha estaba la cocina y, justo frente a la puerta de entrada, había un pequeño pasillo con una puerta en cada pared: la de la habitación de Nani y David, el baño, la habitación de Lilo y por la que se accedida desde el salón. A veces extrañaba la bonita casa que habían tenido su hermana y ella en Hawai, pero no podían permitirse seguir viviendo allí y, en cuanto a David le ofrecieron trabajo el Dahl, Nani decidió probar suerte también y no tardó en encontrar un trabajo de camarera con un sueldo bastante competente y un horario menos abusivo de lo que estaba acostumbrada, que incluso le había dejado tiempo libre como para animarse a formarse como socorrista. Pero últimamente Nani trabajaba más de lo habitual entre el bar y los estudios, por lo que todos en casa esperaban que esa racha cesase pronto.

Su habitación también era austera: una cama, un armario, un escritorio y una pequeña estantería. Lo único que verdaderamente llamaba la atención era el gran espejo y la barra que ocupaban toda la pared. Dejó sus cosas a los pies de la cama y se tumbó en ella. Stitch la siguió e hizo lo mismo. Desbloqueó el teléfono y en seguida se apresuró a ver las notificaciones de Instagram, por si Alice ya había comenzado a seguirla.

– Tenía que haberle preguntado su usuario – le dijo a Stitch, que estaba tumbado a su lado metiéndose la lengua en los agujeros de la nariz.

De sus muchos seguidores, Alice todavía parecía no estar entre ellos.

Sin ganas de levantarse de la cama, Lilo comenzó a ver las nuevas fotografías, vídeos y comentarios que habían subido. Entre las fotos destacaba una de su tía Pleackey con un bonito vestido de lentejuelas. "Lista para la fiesta", citaba bajo la imagen. Su tía y su tío Jumba habían decidido viajar con el mundo hace un par de años, poco después de que Nani y ella se mudaran a Dinamarca. Si mal no recordaba, ahora mismo estaban en Nevada, en Estados Unidos, probablemente con intención de explorar la famosa ciudad de Las Vegas.

En realidad no eran sus tíos biológicos, pero ayudaron mucho a las hermanas cuando Lilo era pequeña y los servicios sociales intentaron alejarla de Nani. A partir de ahí comenzó una bonita y solida relación que los llevó a convertirse en parte de la familia.

Mientras revisaba las notificaciones, tanto amables como ofensivas, David llamó para comer. Stitch fue el primero en saltar de la cama, mientras que ella lo hizo con mucha más pereza y parsimonia.

Tras la comida volvió a tenderse en cama y, esta vez, revisó los comentarios de su último vídeo en YouTube: una cover dance de "boombayah", del grupo Black Pink. Era reconfortante comprobar como poco a poco las palabras bien intencionadas ganaban terreno a aquellas que simplemente trataban de ofenderla o hacerle saber todas las cosas que le harían a su cuerpo. En parte supuso que también se debía a toda la gente que ya tenía bloqueada y a la que continuaba bloqueando día a día; Últimamente llegaba mucha gente nueva a su canal, gente agradable, y no quería que mal educados e irrespetuosos se llevaran el protagonismo en los comentarios.

Cuando llevaba ya media hora oscilando entre "bloquear" y "me gusta", su móvil vibró al recibir una notificación de Instagram. "Alice_MadHatter ha comenzado a seguirte".

El pulso de Lilo se aceleró. La muchacha se irguió de un salto quedando sentada en la cama y con las piernas cruzadas. Tensa e intrigada pulsó con su dedo sobre el nombre de usuario, dirigiéndola a sí a su perfil. La foto principal era un retrato de sí misma, coloreado únicamente en cabello y labios; el primero dorado cual rayos de sol, y el segundo rojos cual carmín. A parte de la inmensa cantidad de dibujos y bocetos que conformaban su feed, también destacaba alguna que otra fotografía de una gata de pelaje rojizo llamada Diana, o fotos de la propia Alice luciendo conjuntos lolita con estampados de lo más variados.

Navegando en ese inmenso mar de imágenes también descubrió, para bien o para mal, que la chica rubia que la acompañaba la otra vez en la playa era su prima y se hacía llamar "Eilonwy", así como que su padre tenía una estrecha relación con el boxeo, al judgar por la foto de una vitrina llena de trofeos cuya descripción era "los trofeos de papá ya están seguros y a buen recaudo".

Lilo regresó a su página de Instagram para buscar la foto que le había sacado a Alice y Eilonwy en la playa. Cuando la encontró etiquetó a la primera; no quería que supiera que había indagado tanto en sus publicaciones. Una vez hecho no tardó en recibir un "me gusta" y un comentario de Alice en el que le daba las gracias y mencionaba también a su prima para que viera la imagen, pidiéndole a Lilo, a demás, que la etiquetara. Así lo hizo y al rato Eilonwy también comenzó a seguirla, por lo que vio justo hacer lo propio.

En efecto había descubierto muchas cosas sobre Alice, pero no su orientación sexual, que era lo que más le interesaba ahora mismo.

– Si no fuera porque sería como colgarse un cartel de "patéame", sería una buena opción tener algún tipo de código que nos permitiera identificarnos... - pensó en voz alta -. Así ligar sería mucho más fácil... creo... ¿Tú qué opinas? - preguntó a Stitch, que ahora estaba tumbado en el suelo royendo un hueso. El animal no hizo caso -. Ya... seguiría habiendo pocas posibilidades, pero al menos no quedaría como una idiota intentando ligar con una chica hetero, ¿no? Aunque al decir verdad nunca he ligado con nadie... ni lo he intentado... - Lilo suspiró -. Ay... dramas del primer mundo, supongo.

Tras un rato tirada en la cama sin hacer nada reunió las fuerzas suficientes para levantarse y sentarse de nuevo, esta vez en la silla del escritorio. De la mochila de clase sacó la agenda, el estuche y un par de libros y libretas. Antes de darse cuenta ya habían dado las siete y media. David ya se había marchado a trabajar hace horas, y Lilo era perfectamente consciente de que más de la mitad del tiempo que estuvo haciendo deberes y estudiando en realidad no había sido aprovechado, sino gastado en soñar despierta, garabatear márgenes y pintar bigotes en caras de señores que en algún momento de la historia fueron importantes.

Su hermana no tardó entonces en llegar a casa y corrió a saludarla. Se la veía cansada pero no le fallaron las fuerzas cuando se propuso esbozar un sonrisa sincera y amable para su hermana pequeña.

– ¿Qué tal todo, Lilo? - preguntó mientras se dirigía a su dormitorio y se sentó en la cama para descalzarse.

– Bien – respondió sin querer revelar demasiado -. Como siempre, supongo.

– ¿Supones? - preguntó arqueando una ceja.

Nani se quitó los pantalones y la camiseta. A continuación cogió una toalla, ropa interior limpia y un pijama. Se dirigió al baño.

– Si. Bueno, ya sabes... Hay gente que te mira mal y otra que te mira no tan mal – explicó dubitativa.

– Ya... Pero hoy no te han hecho nada ¿verdad? - preguntó preocupada.

- No. De hecho ha sido un buen día: he pasado el recreo con Jane y Jim me ha acompañado a casa.

– ¿De verdad que todo va bien en en instituto?

– Si, no tienes de qué preocuparte. Y ahora dúchate, que hueles a conejo muerto.

Nani le dio a su hermana un tirón de nariz y frunció los labios fingiendo enfado. Cerró la puerta y Lilo se dirigió de nuevo a su habitación donde practicó la coreografía para la representación de la escuela de danza hasta que David llegó a casa y cenaron todos juntos viendo un programa de sucesos paranormales que a Lilo le encantaba, especialmente cuando hablaban de extraterrestres, como en esta ocasión.

Tras terminar la cena y fregar la vajilla dio las buenas noches a su hermana y a David, que ya se iban a meter en cama; Pero, a pesar de desearse buenas noches, los tres eran perfectamente conscientes de que ninguno de ellos iba a dormir. A Lilo no le interesaba imaginar lo que harían Nani y David en el dormitorio, solo le importaba en mensaje que Jim le había dejado en whatsapp diciéndole que ya estaba conectado a Overwatch. Así pues, la muchacha encendió su ordenador, abrió el juego y accedió al chat de voz después de conectar y entrar con Jim en un grupo de juego. La voz del muchacho la saludó.

– Hola – dijo sin más.

Lilo le devolvió el saludo y pronto entraron en partida.

Habían mantenido una conversación de lo más mundana mientras capturaban el punto: que si empezaba a haber nubes en el horizonte, que si la Trunchbull está loca en el mal sentido de la palabra, que si somos descendientes de una raza alienígena que habitó la tierra antes que nosotros... Pero el silencio reinó cuando empezaron a escoltar la carga. Entonces, una inquietud surgió en la muchacha al placar a uno de sus enemigos contra la pared convirtiéndolo en gotelé.

– Oye Jim... - comenzó la muchacha, algo dubitativa - ¿Qué tal están tus brazos? Bueno – se corrigió -, tú cuerpo, en general.

Escuchó un suspiro al otro lado del micrófono. Al cabo de unos segundo el chico comenzó a hablar en un tono mucho más bajo.

– Estoy mejor. Gracias.

– Ya sé que estás un poco harto de que te diga esto pero no podéis seguir así – explicó la chica.

– ¡¿Crees que no lo sé?! ¿Pero qué puedo hacer yo si mi madre no quiere denunciar? No puedo ir simplemente por la espalda, como ese loco se enterase de que lo denuncio no quiero ni pensar en lo que sería capaz de hacer: lo pagaría con mi madre, lo sé, y no quiero arriesgarme a que eso pase.

Lilo guardó silencio. En verdad era un tema delicado el vivir con un maltratador y no ser capaz de hacer nada por puro terror.

– No sé que hacer – confesó él -. Mi madre necesita reaccionar... pero no sé como conseguir que lo haga... - El chico regresó al juego al ver un icono rojo en el personaje de su amiga -. Te mueres, Lilo.

– Bueno: alguien tiene que recibir los golpes.  

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