La no protagonista de una his...

By Thyfhanhy

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❝Todas las personas tenemos historia, pero no todas nacimos para ser protagonistas❞ |Sinopsis en el interior|... More

Nota de Thyfh
S I N O P S I S
E P Í G R A F E
D E D I C A T O R I A
P R E F A C I O
U N O
D O S
T R E S
C U A T R O
C I N C O
S E I S
S I E T E
O C H O
N U E V E
D I E Z
O N C E
D O C E
T R E C E
C A T O R C E
Q U I N C E
D I E C I S E I S
D I E C I S I E T E
D I E C I O C H O
D I E C I N U E V E
V E I N T E
V E I N T I U N O
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EXTRA
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Thyfh Divaga
Extra
LA NOVELA SE RETIRA
B E L L O S F A K E S
FanArts

C U A R E N T A Y D O S

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By Thyfhanhy

Las manos me han temblado desde que salí del trabajo hace una media hora; el helado aire de una tarde de invierno empieza a hacer mella en mí a pesar de que ando tan cubierta como una esquimal. Al mirar hacia arriba veo el tramo largo de escaleras que ya casi había olvidado por completo y me dispongo a empezar a subir.

Anoche y tras mucho pensarlo decidí que debía hablar con mi mamá y no pensaba hacerlo vía chat así que sin avisar opté por venir. Subo con parsimonia, más que nada porque hace mucho no lo hacía y como que las piernas pesan más por eso, paso por la casa de Kevin pero tras pensarlo un segundo decido que lo visitaré cuando vaya de salida, ahora necesito solo a mi mamá.

Cuando estoy frente a la puerta de la que era mi casa, el oxígeno abandona del todo mis pulmones y tras arrepentirme de ir y arrepentirme por arrepentirme, toco sintiendo ese sonido haciendo eco en mi cabeza. Solo tarda 10 segundos en abrir y es mi madre quien está del otro lado.

—Caro... —exhala entre dientes. Retuerzo mis manos una con la otra y miro en todas direcciones para finalmente mirar sus ojos.

—Hola, ma.

—Sigue. —Se separa de la puerta dejándome el camino libre e ingreso hasta el sofá de la sala donde tomo asiento. Mamá se debate entre sentarse a mi lado o en frente y opta por lo último. Se acomoda en todo el borde del sillón y pone el cabello tras sus orejas—. ¿Cómo estás?

Su tono dubitativo me quita un poco los nervios pues evidencio que no estoy en desventaja hoy como siempre he estado. Le sonrío.

—Bien, ma. Recién ayer miré los mensajes que me has enviado. —Parece avergonzarse de lo que me escribió y desvía la mirada. Agarra su falda con insistencia y traga saliva—. No había tenido internet y por eso...

—No esperaba que me respondieras de todas maneras.

Es curiosa la manera en la que hace unas semanas esta mujer parecía una fiera a punto de comerse a lo que sea que se le atravesara y ahora tenga más el aspecto de un conejillo regañado. Pero más curioso es ese nuevo valor que noto en mí al hablarle, esa seguridad de que puedo hablarle como si fuera mi madre y no algún amo a quién rendirle la mayor devoción. Me siento valiente.

—Vine porque quería... no sé, ¿hablar contigo?

—Hija... —Se inclina hacia adelante y me toma de las manos, gesto que me toma desprevenida y me sorprende—. Dime, ¿cómo has estado? No te volví a ver en la iglesia o en ningún lado.

—He estado de maravilla —respondo resuelta—. Vivo en un apartamento cerca de BurgerBoy y no me ha faltado nada.

Sus ojos se cristalizan y muerde sus labios para luego soltar de repente:

—Haces falta en la casa, Carolina. Cuando te fuiste estaba segura de que volverías esa misma noche y no lo hiciste. Todo lo que he hecho ha sido por tu bien pero tú no entiendes que...

—Ma —interrumpo—, no voy a hablar de eso. Sigo sin estar de acuerdo con muchas cosas que hacías "por mi bien" pero quiero dejar eso atrás.

—Bueno, no importa. Lo importante es que has vuelto —dice. Me sonríe hasta con dulzura y me permito devolver el gesto pero la sonrisa se cae cuando...—. Tu habitación está como la dejaste, solo es que traigas tus cosas y...

Me suelto de sus manos y me pongo de pie, sigue mi trayectoria con la mirada, quedando inclinado su cuello y la sorpresa en sus ojos.

—No voy a volver, ma.

—¿Q-qué... quieres decir con eso?

—Vine porque no quiero que me odies, pero no voy a regresar a esta casa.

—Carolina... —Se pone de pie de un tirón y queda casi a mi altura—, reconsidera las cosas, las puertas de esta casa se te están abriendo y con ellas tu estudio, tu esposo, tu vida, tu...

—Mamá, escucha —Tomo su mano derecha y me inclino para ver bien sus ojos que se inundan de más y más lágrimas.  El nudo en mi garganta me impide empezar de prisa pero trago saliva y continúo—. Te amo y amo a papá y les agradezco por la vida que me han dado, no me ha faltado nada. Pero el camino de mi vida no está en lo que esta casa me ofrece ahora, ni en Dylan...

—Pero...

—Ma, escucha. No quiero casarme ni ahora ni nunca; Dylan no me ama ni yo lo amo a él y eso está bien. —Una lágrima se me resbala pero aprieto más la mano de mamá para que me preste toda su atención, ella muerde su labio, dispuesta a callar—. Voy a estudiar por mis propios medios con la ayuda de alguien que me quiere mucho y cuando me gradúe voy a trabajar y voy a vivir por y para mí. No todas las mujeres nacemos con el ideal de ser esposa y madre, sé que eso es lo que tú quieres para mí pero tú ya viviste tu vida y yo voy a vivir la mía a mi manera.

—Carito, por favor...

—No pongas esa cara de lástima, ma. Estoy bien, realmente bien. Y voy a estarlo. Siempre serás mi madre pero no eres mi dueña.

—Yo... —La voz le sale rasposa por el nudo de nostalgia en su garganta, carraspea y cuando la lágrima cae, vuelve a hallar su voz—. Yo solo quería buscar tu felicidad.

—Sé que tus intenciones no eran malas, pero ma, acepta que ya encontré mi felicidad.

—No puedes estar por ahí sola y...

—Claro que puedo, ma, soy fuerte y sé que puedo ser independiente.

Para mi total asombro suelta mi mano y sube la suya a mi mejilla, luego la otra. Acuna mi rostro al tiempo que ¿sonríe? Siendo yo incapaz de sonreír, solo la observo.

—Sé que lo eres. Siempre lo has sido, eres más de lo que siempre he visto en ti.

—Voy a estar bien, ma. Te lo prometo.

Es difícil pasar de una etapa de la vida a la otra; pasar de ser un bebé a un niño, de un niño a un adolescente, de un adolescente a un joven y de ahí a pasar de un salto a la adultez; de cada etapa se aprende y a veces quisiéramos permanecer más tiempo del debido en alguna de esas que nos dan comodidad sin saber que para seguir, es necesario darles cierre total. Hablar con mi madre de lo que es mi vida ahora es mi cierre a esa etapa en la que dependía totalmente de ella. Por su parte, escucharme atentamente y a duras penas darme consejos, es su manera de cerrar el ciclo en que consideraba que debía darme la vida en bandeja de plata.

No es que milagrosamente ahora ella va a darme el visto bueno a cada decisión que tome, pero al menos ahora sabe que con o sin su aprobación, voy a hacer lo que considere correcto para mí misma y ahora sé que para bien o para mal, ella está para mí a una llamada de distancia. 

Me hizo bien ver a mi padre, él es de pocas palabras pero un abrazo de su parte me dijo más o menos lo mismo que mi madre dijo y con eso fue suficiente. Alex apenas y se interesó en mi visita, pero sí me mostró un nuevo videojuego que tiene y me deseó suerte para la vida. Le da igual, sinceramente.

Ya teniendo ese peso menos bajo mis hombros puedo tener la mente totalmente libre de decidir cómo proceder con Luka. He considerado llamarlo o mensajearlo pero siento que de nada servirá así que, usando el coraje que he ganado de la visita a mi mamá, voy a ir a su apartamento hoy a ver qué sucede.

Cuando llego a la portería del edificio entro con algo de apuro por la ansiedad y veo que el elevador está a nada de cerrarse así que corro como si mi vida dependiera de ello... por solo cinco metros, y meto la rodilla en la ranura aún abierta y las puertas se devuelven, ya adentro hallo a un chico altísimo y con cara de zombie.

—Hola, Theo, ¿cómo...?

Mi cortés saludo se interrumpe cuando se abalanza sobre mí y me abraza. Del impacto me tambaleo un poco y choco con la pared lateral del elevador, sin preguntar le devuelvo el abrazo envolviendo su cintura, entonces escucho su sollozo.

—¿Qué te pasó? —Theo me aferra tan fuerte que basta un susurro para que me escuche pero lejos de responderme, me toma más fuerte—. Me ahogas...

Con dificultad afloja sus brazos y me deja separarme un poco para mirarlo a los ojos, los veo tan brillosos y rebosantes de tristeza que el corazón se me encoje. Abre y cierra su boca para decir algo mas nada le sale.

—¿Le pasó algo a algún familiar? —pregunto—. ¿A tu hermana? ¿Tu mamá? ¿Algo...?

—Es la zorra esa... —logra mascullar. Suspiro de alivio de saber que no es algún familiar herido y entonces me acerco. Cuando voy a abrir la boca de nuevo, el elevador se detiene. Theo se baja y por inercia, camino tras él.

Abre con ansiedad su puerta, noto cómo todo su cuerpo tiembla como si estuviera desnudo en medio del polo sur. Al entrar bota las llaves sin cuidado alguno y se sienta en el sofá, agarrando con brusquedad su cabello y meciéndose de adelante hacia atrás. Sin saber qué hacer, voy a su cocina y consigo un vaso con agua para llevárselo. Apenas y lo recibe y lo bebe de un tirón.

—Cinthya, yo juro por Dios que fui un buen novio, jamás le fui infiel y siempre me dediqué al cien por ciento a ella —empieza a divagar. Presto atención—. La complacía en lo que podía, no era celoso... dime ¿por qué me hizo eso? ¿valía tanto una noche con él como para terminar todo conmigo? ¡Fueron más de dos años, Cinthya! ¿Un puto calentón vale más que dos años de relación?

—Theo, yo no sé cómo...

—¿Crees que a ella le importa? —pregunta de repente clavándome la mirada, me encojo de hombros, algo intimidada por su postura—. ¿Crees que en algún momento se le pasa por la mente mi nombre y se arrepiente?

El tono sarcástico me hace callar, pues asumo que son preguntas de las cuales no espera respuesta. Tras decir la última palabra parece agotado y se recuesta en el sofá de nuevo, deja el vaso ya vacío a un lado y cierra los ojos. Cautelosamente me acerco más a él, acomodándome del todo a su lado y tocando su rodilla a modo barato de consuelo.

—Me gusta pensar que todo lo que pasa es para algo mejor. Si lo de ustedes no funcionó, quizás más adelante llegue alguien mejor a hacerte feliz.

—Pero yo la quiero a ella —confiesa, con un deje de rabia por admitirlo.

—Lo sé y lo que te voy a decir no va a ayudar a que duela menos —advierto—, pero, Theo, la vida sigue. No has vivido lo suficiente como para echarte a morir por una desilusión amorosa. Te quedan varias más a lo largo de la vida, así que no pienses en eso.

—Eres un asco consolando.

—Lo sé.

A pesar de la amargura de sus palabras y el tono, puedo ver el atisbo de una sonrisita. Parece esperar a que sus latidos bajen de velocidad hasta una más normal y finalmente suspira, bajando del todo los humos de su rabia, entonces susurra:

—Se van a casar.

La grieta que es audible en su voz trasluce lo mucho que le duele y despierta en mí esa lástima que detesto sentir por algo o alguien. Con mi mano aún en su rodilla, aprieto un poco y me repito que no debo decir nada porque si no total y meto la pata. Theo estira sus labios en un puchero involuntario y al mirarme tuerce la boca con desagrado por toda la situación.

—Me voy —dice.

—¿Ahora? ¿Quieres caminar o...?

—No. Me voy de la ciudad —explica. Mi boca se entreabre un poco por la sorpresa pero espero a que él continúe—. La empresa en la que trabajo tiene otra sede en Hudrey y hoy pregunté si me podían transferir; resulta que el jefe de recursos humanos y la secretaria de presidencia se casaron y renunciaron para iniciar su vida en Ángeles, así que pedí el puesto de recursos humanos, el mismo que tengo acá y me lo dieron.

—¿Y la universidad?

—Lo que queda de este semestre lo pierdo, no importa y ya el próximo retomo en la universidad de Hudrey, sigo ganando bien y puedo seguir pagando la carrera, además allá es un poco más económico.

Me es inevitable sentir esa punzadita de ansiedad que me produce saber que Theo se va, ya le he tomado cariño y luego de nuestro acuerdo de amistad bajo cualquier cosa, es feo saber que ya no va a estar a unos pisos de distancia.

—Si crees que eso es lo mejor...

—Lo es. Yo... no puedo quedarme cerca de ella y ver cómo su embarazo crece, cómo nace el bebé, cómo se casa con alguien que no soy yo... No tengo nada por lo cual quedarme.

—Lamento mucho todo lo que te pasa, Theo.

—Voy a extrañar a Adriana —dice con una sonrisa nostálgica—, ella a pesar de todo es buena hermana y nunca me ha quitado su apoyo. Y me harás falta también, hace mucho que no tenía una amiga con quién hablar.

—No te estás despidiendo ya, ¿cierto? Porque odio las despedidas y me hacen llorar.

Suelta una risa que retumba en las cuatro paredes y niega con la cabeza.

—No. Me voy en una semana más o menos. Por ahora estoy buscando en internet dónde vivir. Odio las residencias universitarias así que estoy buscando algún apartamento pequeño como este., además de que el inmobiliario de acá es de acá, así que voy a empezar de cero.

—Oye, yo conozco una casa allá y tiene dos pisos desocupados, quizás puedas ocupar uno. Nunca la he visto pero es una casa, no una residencia.

—¿En serio? Sería genial, ¿cómo puedo hablar con el dueño?

Y Adam llega a mi mente y siento el vacío en el pecho, aunque he de admitir que entre día y día que pasa va doliendo un poco menos, o quizás solo es la costumbre.

—Estás hablando con ella.

—¿Tienes una casa en Hudrey? —cuestiona algo incrédulo. Suspiro.

—Mi abuelo me la dejó, así que sí. Puedes ir y quedarte allá cuando quieras, los dos pisos no tienen uso desde hace mucho y eres mi amigo, así que allá es tu casa.

—Igual voy a pagarte renta.

—No estoy pidiendo...

—Yo tampoco estoy pidiendo, es lo correcto,

—No has visto la casa aún, total y ni te gusta.

—Me va a gustar. Y me adelanta el viaje, si me confirmas que ya tengo a donde llegar puedo irme este domingo.

—Pero es en tres días.

—¿Y? —La resolución que se imprime en su tono me deja una huella de envidia por lo que va a hacer; por el valor y la fuerza que tiene para hacer todo de nuevo, desde nada.

—Eso de largarse y empezar de nuevo suena genial —comento, siguiendo mis pensamientos.

—Es extremista, pero sí es una oportunidad increíble. —Theo pone su mano sobre la mía que está en su rodilla, cuando subo la mirada medio sonríe, es más una mueca que nada—. Cinthya, ¿qué te retiene acá?

—¿Qué?

—Eso. ¿Por qué sigues acá? Te diré esto de la manera más amable posible, basado en lo que me has contado —anuncia. Asiento, esperando lo que va a decir—. Me contaste que tus padres no quieren ni verte, no tienes más familia, tu trabajo es muy... diré insignificante para expresar que no es del otro mundo si lo pierdes, el chico que amas no te corresponde, no estás estudiando, ¿qué te retiene acá?

Esa misma pregunta me la he hecho muchas veces y la respuesta siempre es la misma: el miedo. Es eso lo que me retiene acá, no ser capaz de huir de la vida de acá para embarcarme en otra porque temo caerme y quedar desamparada, no puedo iniciar algo sola. El paso más grande que he tomado en mis 21 años de vida ha sido irme de la casa pero necesité de la mano de Luka y de Gabriel para hacerlo, no puedo hacer nada sola.

—¿Miedo? —respondo, aunque suena más a pregunta—. Nunca he hecho nada sola en mi vida y no puedo solo irme de la ciudad y detenerme en el primer sitio que se me cruce. Hace falta mucho valor para enfrentarse a lo desconocido sola y yo no tengo eso. Siempre me quedo en la comodidad, no puedo arriesgar, así soy yo. Yo no doy los pasos, a mí tienen que empujarme y no tengo quien lo haga y acá tengo... —Al darme cuenta de que las opciones "A Adam" y "A Luka" no tienen el mínimo sentido, me callo. Theo tiene razón, no tengo nada acá. O en ningún lado.

—¿Tienes qué...?

—A Luna.

—A ella no le importaría mudarse. Yo puedo empujarte, Cinthya —dice tras unos segundos de duda. Levanto la vista inmediatamente para buscar la burla en sus ojos pero no hay más que seriedad en ellos—. Solo es una idea y te lo propongo porque siento que puedo necesitarte, eres una buena amiga, pero no tienes obligación de hacerlo... vámonos a Hudrey, si quieres puedo rentar en otro lado para que puedas quedarte en tu casa sola, es para que no creas que tengo más intenciones ni nada. La universidad de Hudrey tiene programa de becas y puedes hacer el intento y aplicar, es una ciudad pequeña y puedes encontrar un trabajo fácil, es más, puedo recomendarte en la empresa, puedes empezar desde abajo pero ir creciendo.

El corazón se me acelera con la expectativa de esa propuesta. Theo de cierta manera me está ofreciendo eso que no puedo tener sola: independencia y un reseteo de mi vida. Por un efímero minuto puedo imaginarme en otra ciudad, sin conocer a nadie y en otra universidad donde nadie conozca a la actual Cinthya. Es posible iniciar de cero y es la primera vez que esa posibilidad se me hace real.

Sin embargo, hace unos minutos antes de encontrar a Theo venía a hablar con Luka y a decirle que lo quiero y a posiblemente empezar algo con él. Luka se ha convertido en alguien tan importante para mí que la decisión del siguiente capítulo de mi vida oscila únicamente a su alrededor. Puedo empezar de nuevo a lo desconocido o quedarme y probar las turbias aguas del amor, puede que el amor no lo pueda todo como en los cuentos pero sí puede colorear la vida de a poco.

—No tienes que decirme nada ahora —dice Theo al ver que no respondo nada por tener un nudo en la cabeza—. Piénsalo, Cinthya. Está bien si dices que no pero considera bien todo.

Saliendo de su apartamento y camino al elevador, la mente me sumerge en los dos caminos que ahora se presentan en mi hoja en blanco. Apenas me bajo en mi piso voy a mi apartamento para retocarme un poco antes de ir a ver a Luka. Luna me saluda con el entusiasmo de siempre y se queda a mi lado en la cama mientras me miro en mi espejo.

—Voy a hablar con Luka —le cuento. La perrita deja de mover su cola y se sienta derecha frente a mí—. Vamos, no hagas esa cara, él es un buen chico. Recibí unos mensajes suyos ayer, ¿sabes? Me dice que me quiere; me quiere en serio, Luna. ¿Sabes lo raros que son los amores correspondidos? No puedo perder la oportunidad... yo estoy enamorada de él y si existe la posibilidad de que él se enamore de mí, debo luchar por eso, ¿no crees?

Me pongo de pie y sacudo mi cabello un poco, una última mirada en el espejo y salgo, dejando a Luna adentro. El vértigo que nace desde el estómago hasta la garganta empieza a presentarse con cada paso que acorta la distancia hasta la puerta de Luka; me he evitado pensar en una frase de inicio para cuando lo vea porque está comprobado que entre más prepares algo, peor sale, así que voy a la de Dios y a esperar a que las palabras fluyan.

Antes de tocar la puerta la imagen y las palabras de Theo acuden a mi cerebro. Irme. Lejos de mis padres, de mi mediocre trabajo. Poder estudiar y vivir cosas nuevas. La duda hacia todo hace que me de un dolor leve en la cabeza, es como si estuviera a la mitad de una balanza y el tocar la puerta fuera mi empujón para caer irremediablemente a uno de los dos lados. Involuntariamente mi puño golpea la madera de la puerta y cuando recapacito en que ya toqué, la puerta se abre.

¿Cómo alguien puede renunciar a unos ojos que con un vistazo disipan todas las dudas? Es imposible.

La propuesta de Theo se pierde en la neblina de emociones que Luka produce en mí cuando lo veo. Sus ojos se abren mucho por la sorpresa y antes de arrepentirme, entro por un lado hacia su apartamento.

—Colibrí, ¿qué haces...?

—Ayer pude revisar mis mensajes —empiezo— y estaban los tuyos...

—Lamento si te molestaron, sé que no quieres...

—No me molestaron en absoluto... —Le dedico una sonrisa que ponga aplomo a mis palabras y él me la devuelve con una suya—. Solo quiero saber si... Luka, dijiste que no me ibas a mentir, que ibas a ser honesto... —Luka asiente y se acerca un paso a mí—. ¿Todo eso es cierto? Lo que pusiste en los mensaje...

—Cada palabra, Colibrí.

Da dos pasos definitivos más quedando completamente cerca. La sonrisa simplemente no cabe en mi rostro de lo amplia que está y por primera vez, tomo yo la iniciativa de tocarlo, poniendo mi mano en su mejilla. Luka ladea el cuello atrapando mi mano entre su hombro y su rostro y me deslumbra con una de sus sonrisas ladeadas. Pone ambas de sus manos en mi cintura, envolviéndome en un abrazo informal.

—Sal conmigo —propone—. Te quiero, Colibrí. Tengamos una cita de verdad, te prometo...

—No me prometas nada, Luka. Nada de nada. Si quieres hacer algo, hazlo pero no me prometas que lo harás. Quiero que seas sincero conmigo.

—Fui más que sincero al decirte que le temo a las montañas rusas —bromea—, eso no lo sabe todo el mundo... Pero tú eres mi montaña rusa.

Mudo mi mano de su mejilla a su nuca y la otra la acompaña, el corazón me retumba fuerte por saber que estoy en ese momento de novela cuando las miradas se unen y ambas piden un beso, ese instante en que los rostros se unen con un magnetismo lento y sincronizado, ese segundo en que antes de cerrar los ojos se puede ver y sentir la sonrisa del otro. Cuando nuestros labios se tocan, siento la necesidad de congelar ese momento por unos segundos, los que hagan falta para tallar el recuerdo de este nuevo primer beso con él, un beso que es el inicio de otra etapa, una en la que él y yo estamos saliendo.

¡Luka y yo vamos a salir! No es posible estar más...

Escucho algo que cae al suelo a unos metros de nosotros y de un salto me separo de Luka por instinto. Lo primero que cruza por mi mente es que Gabriel anda por ahí pero es otro rostro el que sale... del pasillo contrario al de Gabriel, del pasillo de la habitación de Luka. En cuatro segundos Adriana cruza la habitación tan sonriente como siempre y con movimientos casi de bailarina brincando de acá a allá.

—Mi pie se enredó en tu lámpara, lo siento. La bombilla se rompió, te la pagaré.

Antes de que ella note que estoy acá, se pone en puntas y besa a Luka en los labios. Un jadeo de sorpresa hace que ella volteé el rostro y al ver que soy yo, camina animadamente hasta mí y deja un beso en mi mejilla, amigablemente.

—Hola, Cinthya. No te había visto, lo siento.

—Adri... No te preocupes, no sabía que estabas de visita, no quería interrumpir.

Adriana pasa sus dos manos por su cabello en un inútil intento de aplacar su despeinado cabello. Solo entonces miro a Luka de pies a cabeza y noto que tiene la camisa desacomodada y está descalzo. No es difícil imaginar qué pasó hace unos minutos y el sentimiento de asco y tristeza se apodera de mí.

—Yo ya me iba —exclama Adriana. Toma su bolso de uno de los sofás y siendo ajena a lo que sucede, besa de nuevo a Luka que no lo evita tampoco, parece estar en shock—. Te llamo después. —Antes de cruzar la puerta, palmea mi hombro—. Adiós, Cinthya.

—Que te vaya bien, Adri.

Nada más la puerta se cierra, Luka da un paso en mi dirección.

—No es lo que...

—¡No me toques! —chillo, cuando su mano se estira hacia mí, no es posible sentirme más humillada ahora—. ¡Estabas...! ¡Por Dios, estabas con...! ¡Y luego me besas asi no más...!

—Colibrí, escucha...

—¡No! Me das asco, Luka, ¿qué mierda pasa contigo? ¿piensas que las mujeres somos objetos que usas mientras te sirvan y luego tiras y reemplazas así no más? ¡Eres despreciable! —Mis palabras lo hieren y se refleja en el gesto lastimero de su rostro. Siento náuseas de solo pensar que la estaba besando a ella por sabrá Dios cuánto tiempo y en dónde y luego me besó a mí...

—¡Colibrí! Adriana vino a... vino a... visitarme y ya... pero entonces me besó y...

—¡No me salgas con eso de que una cosa llevó a la otra, Luka!

—Caro... Caro, yo te quiero a ti... por favor...

—Se nota lo mucho que me quieres —espeto—, ¿así es como funciona? Si te digo que no a algo, ¿buscas a la primera que se cruce para pasar tu tristeza? —Aprieto los puños hasta que se me hace doloroso y trago saliva—. Menos mal aún no teníamos nada, Luka, asi no tienes que sentirte culpable. Aunque dudo que alguna vez lo hagas, ¿cada cuánto juegas con las mujeres? ¿cuántas veces debiste hacerlo para que ahora ya te valga una mierda lo que sienta otra persona?

Agacha la cabeza y tensa la mandíbula en una mezcla de culpa e ira. Más que nada ira. La sangre me hierve tan fuerte que no puedo parar de hablar.

—Por eso dijiste que las cosas del amor no son lo tuyo ¿no? Lo tuyo es el sexo casual y usar a las mujeres a tu antojo. Decir tantas palabras bonitas para conseguir lo que quieres y cuando lo consigues largarte, ¿no? Dime, ¿cuántas cayeron con la palabrería del "Colibrí"? Porque supongo que eso te funcionó muchas veces antes.

Eso parece ofenderlo más de la cuenta y sacarlo de su silencio culposo.

—Si yo hubiera querido llevarte a la cama, lo habría hecho a solo dos citas y un par de palabras bonitas porque estoy seguro de que lo habría conseguido pronto.

—¡Eres un maldito, Luka!

—Caíste con Theo, ¿no? —escupe—. Y de no haber sido yo el que no quería, te hubiera tenido desnuda más rápido de lo que me toma con las demás.

Un sonido chocante y hueco resuena cuando le doy una bofetada que lo hace ladear la cara y dejarla de lado por un par de segundos asimilando el golpe. Sé que sus palabras salen del rencor y no de la mente pero eso no hace que me duelan menos.

—Piensas que toda la vida las mujeres van a estar a tus pies, Luka y no es así. Tú sigue jugando con ellas y espera a que llegue una que te de tan fuerte como tú has hecho con las demás. Un hombre como tú no nació para ser amado porque eres incapaz de amar, tú eres de los que hacen pasar un buen rato y ya; eres el perro que todas quieren en su cama pero el hombre que ninguna va a querer llevar a su casa a presentar a sus padres como su novio.

La tensión de mis palabras nos ahoga las voces dejándonos en un silencio incómodo que además de eso, nos mantiene las miradas juntas y un ceño fruncido fijo. Las lágrimas empiezan a aglomerarse en mis ojos, pero son más de rabia que de nada.

—Carolina...

—Púdrete, Luka. Espero que pueda llegar el momento en que seas capaz de recapacitar en lo que haces y dejar de hacerlo. Pero lo que sea, hazlo lejos de mí.

—No puedes dejarme... —farfulla, con sus puños aún apretados—. Yo te quiero a mi lado...

—Púdrete, Luka —repito—. Tú y tu maldito cariño pueden irse al infierno. Es más, deberías revisar mejor el significado de la palabra "cariño" y darte cuenta de que no es eso lo que me ofreces. Para tu próxima conquista, ten eso presente.

Abro la puerta bruscamente y con un portazo me alejo hacia mi apartamento. La adrenalina me oprime el pecho y me hace temblar todo el cuerpo; cuando ya estoy dentro, un sollozo audible parte el silencio de la habitación en dos. Me recuesto en mi puerta y desciendo hacia el suelo hasta quedar totalmente sentada y me permito llorar. Luna llega a mi lado y con sus orejas agachadas, se acurruca a mi lado.

Saco mi celular del bolsillo de la chaqueta y con la vista un poco borrosa busco el número que necesito. Oprimo la opción verde de llamar, tras cuatro tonos, me responde. 

—¿Hola?

—Hola, Theo. Ya lo pensé y ya decidí...

—¿Y qué de...?

—¿Cuándo nos vamos?


--

--



Después de este, no quedan sino 2 o máximo 3 capítulos más. 

Bai

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