C U A R E N T A Y D O S

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Las manos me han temblado desde que salí del trabajo  hace una media hora; el helado aire de una tarde de invierno empieza a hacer mella en mí a pesar de que ando tan cubierta como una esquimal

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Las manos me han temblado desde que salí del trabajo hace una media hora; el helado aire de una tarde de invierno empieza a hacer mella en mí a pesar de que ando tan cubierta como una esquimal. Al mirar hacia arriba veo el tramo largo de escaleras que ya casi había olvidado por completo y me dispongo a empezar a subir.

Anoche y tras mucho pensarlo decidí que debía hablar con mi mamá y no pensaba hacerlo vía chat así que sin avisar opté por venir. Subo con parsimonia, más que nada porque hace mucho no lo hacía y como que las piernas pesan más por eso, paso por la casa de Kevin pero tras pensarlo un segundo decido que lo visitaré cuando vaya de salida, ahora necesito solo a mi mamá.

Cuando estoy frente a la puerta de la que era mi casa, el oxígeno abandona del todo mis pulmones y tras arrepentirme de ir y arrepentirme por arrepentirme, toco sintiendo ese sonido haciendo eco en mi cabeza. Solo tarda 10 segundos en abrir y es mi madre quien está del otro lado.

—Caro... —exhala entre dientes. Retuerzo mis manos una con la otra y miro en todas direcciones para finalmente mirar sus ojos.

—Hola, ma.

—Sigue. —Se separa de la puerta dejándome el camino libre e ingreso hasta el sofá de la sala donde tomo asiento. Mamá se debate entre sentarse a mi lado o en frente y opta por lo último. Se acomoda en todo el borde del sillón y pone el cabello tras sus orejas—. ¿Cómo estás?

Su tono dubitativo me quita un poco los nervios pues evidencio que no estoy en desventaja hoy como siempre he estado. Le sonrío.

—Bien, ma. Recién ayer miré los mensajes que me has enviado. —Parece avergonzarse de lo que me escribió y desvía la mirada. Agarra su falda con insistencia y traga saliva—. No había tenido internet y por eso...

—No esperaba que me respondieras de todas maneras.

Es curiosa la manera en la que hace unas semanas esta mujer parecía una fiera a punto de comerse a lo que sea que se le atravesara y ahora tenga más el aspecto de un conejillo regañado. Pero más curioso es ese nuevo valor que noto en mí al hablarle, esa seguridad de que puedo hablarle como si fuera mi madre y no algún amo a quién rendirle la mayor devoción. Me siento valiente.

—Vine porque quería... no sé, ¿hablar contigo?

—Hija... —Se inclina hacia adelante y me toma de las manos, gesto que me toma desprevenida y me sorprende—. Dime, ¿cómo has estado? No te volví a ver en la iglesia o en ningún lado.

—He estado de maravilla —respondo resuelta—. Vivo en un apartamento cerca de BurgerBoy y no me ha faltado nada.

Sus ojos se cristalizan y muerde sus labios para luego soltar de repente:

—Haces falta en la casa, Carolina. Cuando te fuiste estaba segura de que volverías esa misma noche y no lo hiciste. Todo lo que he hecho ha sido por tu bien pero tú no entiendes que...

La no protagonista de una historia de amor •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora