Pigglet corría por la calle acomodándose su corbata. Yo llevaba el traje con la camisa cerrada como si lo hubiera hecho en la oscuridad. Eran las cinco de la tarde y nuestra juerga había dado lugar a una dura realidad...aún no habíamos salvado a PJ de su destino.
—¡Dijiste que estaba en el club! — Exclamaba Pigglet medio disfrazado de Christopher mientras tanto yo trataba de llamarla por el celular. Cual película mala no dejaba de ir a parar al buzón de voz.
— ¡Mierda! Si me dijo que quería un día de Spa luego de lo de James... ¿Crees que sea algo del equipo de limpieza o una venganza por lo de James? — Traté de preguntarle mientras en la puerta dejaba mis datos y los de Cristopher para que nos dieran las llaves de los lockers. — ¿Esta la señorita Pauline Woodhouse hoy aquí? — Pregunté al portero mientras este se dignó a mirar en su computador con una lentitud pasmosa.
—Si, actualmente se halla en los baños de barro termal. — Puse una sonrisa nerviosa y empujé a Pigglet al interior del establecimiento. Casí nos llevamos puesta una estatua Art nuveau de la entrada de una mujer semi desnuda con un candelabro costoso. Luego seguimos nuestro camino hasta los lockers en el vestidor.
—Ok ¿reconoces algo? — Traté de pensar donde la había visto correr a PJ. Todo había sido tan rápido.
—La piscina creo. — Respondí nerviosamente. — Pero el hombre dijo los baños de barro.
—Iremos a la piscina. — Sin cambiarnos, salimos del vestuario y allí nos chocamos de frente con Nathan Davidson.
—Ah pero si son los maricones...— Los ojos de Pigglet relampaguearon anaranjados de furia y sin pensarlo me interpuse entre ambos. — Deberían vetar a la escoria de este club. —Dijo con su aire prepotente.
—Entonces deberían vetarte de por vida Zángano. — Dije sin pensarlo realmente. Era la primera vez que le contestaba uno de sus insultos. El me miró como si no creyera lo que le había contestado.
—Vaya me rompes el corazón...— Dijo poniendo cara de lastimado en una pésima actuación tratando de ser irónico.
—Anda si que eres una mierda. Te encargaste de que te odiara tu solito Nathan Davidson. — "Ya no tienes poder sobre mí" pensaba para mis adentros recordando la escena de Laberinto. Finalmente lo había superado.
—Y ¿Qué esperabas? ¿Qué te eligiera a ti en lugar de mi familia, mi reputación? Deja de soñar... ¿Cómo iba a quererte si eres un rarito enfermo? ¿Qué no pensaste en lo que tuve que atravesar después de la asamblea y tu show? — Ok no era el mejor tiempo para escuchar desplantes de Nathan, aunque ahora tuviera la fortaleza para soportarlo.
— ¡Ah, ya piérdete! Necesito encontrar a mi hermana. — Dije empujándolo y Pigglet me detuvo cuando comenzó a escuchar la risa de Nathan que parecía un malvado de película de Marvel.
—Buena suerte con eso.
De pronto sentí que Pigglet había abandonado mi retaguardia y había saltado cual animal salvaje al cuello de Nathan. Por supuesto no podía explicar el hecho de que las manos de mi chico eran garras negras y fibrosas.
—Ok si ustedes piensan que ver a dos hombres pelearse por uno es sexy. No, no lo es. — Dije bromeando como me pasaba usualmente cuando estaba nervioso. Es mi comediante eterno.
—¿Estuviste jugando con maldiciones Nathan? — Gruñó Pigglet literalmente sin dejar de enseñar los dientes. Por supuesto no entendía a qué se refería con eso.
—Van a tener que decirle adiós a PJ. — Dijo el otro medio ahogado escupiendo las palabras.
—¡Que le hiciste a mi hermana, maldita mierda! — Ya no me parecía ese muchacho increíblemente sexy y hermoso, sino una basura importante que aparentemente había menospreciado todo el tiempo.
Pigglet lo soltó cuando aparecieron los de seguridad del club. Era como una película de terror en la que no puedes hacer nada y el malvado había sido otro personaje todo el tiempo. ¿Cómo había estado ciego al odio y resentimiento de Nathan? Jamás pensé que alguien odiara tanto como para lastimar a otro ser humano en un elaborado plan de venganza. Jamás creí que alguien pudiera odiarme tanto. ¿A mí? Si era un bastardo, pero siempre creí que era un bastardo adorable. La clase de bromista que te hace reír en un pub un sábado por la noche poniéndose en ridículo.
—Solo es un intercambio de palabras. — Dije mientras ambos tomaban distancia — ¿Por qué...— Comencé a balbucear mientras esperaba que me contara todo el entramado del plan y las triquiñuelas para vencerlo en su juego cual villano de película de Bond.
—Por que sí — Dijo poniendo una sonrisa de ganador y con la seguridad abandonó el lugar. Estaba a punto de quebrarme en llanto pero Pigglet no me dejó ni pensar. Se fue corriendo a buscar a mi hermana. — ¡Espérame! — Que como es usual no estaba entendiendo ni mierda más que "venganza" y "Maldición". Ninguna de las dos palabras sonaba bonita.
Corrimos hasta la piscina a donde PJ estaba con un trago, y una reposera. A su lado estaba el bolso neceser que te daba el spá para que llevaras tus cosas de aquí para allá. Recuperé mi aliento doblado en dos con las manos en los riñones. Definitivamente mi estado atlético no era óptimo. Pigglet como un poseso comenzó a revolver todo alrededor de mi hermana. Y mientras tanto yo taraba de intentar explicar que sucedía a Pauline sin decir las palabras: Demonio, Nathan, Maldición, Matamos a James.
—¿Qué mierda Christopher? — Dijo ella levantando sus anteojos de sol pese a que no había que sol ocultar, aunque era evidente que sus ojos estaban más irritados que lo usual por la ruptura con su prometido.
—¡Hablaste o viste a Nathan Davidson! —Preguntó desesperado mi demonio.
—¿Esto es una escena de celos Allan? Por supuesto que lo hice estuvo en la piscina un rato. Nos chocamos de casualidad. ¡Puedes dejar de revolver mis cosas! — Fue entonces cuando sacó una moneda octogonal con un hilo rojo pasado en el centro del neceser de mi hermana, luego de arrojarlo al piso como si no le importara nada mas que ese descubrimiento.
—Te prometo que no es una escena de celos...— Comencé a decirle a PJ.
—¿Qué es eso? — Preguntó mi hermana curiosa.
—Es una broma, me lo había robado Nathan...cuando íbamos al instituto. — Comencé a balbucear mientras Pigglet se marchó corriendo de la estancia del club.
Tenía una opción, podía quedarme a explicarle a mi hermana por que Nathan le había dejado un colgante hippie o podía correr como mi instinto gritaba, detrás de Pigglet. Por supuesto elegí lo segundo.
—¡Pon tu celular en el neceser, la próxima vez, Idiota! — Grité mientras desaparecía de la piscina. No veía a Pigglet por ninguna parte. De pronto un estruendo proveniente de los vestuarios llamó mi atención. Sonaba mal, sonaba como algo que se desmoronaba como ladrillos cayendo.
Corri hasta el vestuario y allí lo vi. En el centro de los vestidores se había abierto un vórtice que comenzaba a hacerse más y más grande. Pigglet estaba parado contemplando todo con cara de "Sabría que esto pasaría". El vórtice era de fuego y cosas asquerosas parecían reptar hacia la superficie.
—¡Que mierda es eso! — Pregunté a los gritos.
—Una puerta al infierno. Eso es lo que tu ex cabrón le dio a tu hermana.
—Bueno... cerrémosla. — Dije bromeando pero Pigglet no me miraba, sus ojos estaban perdidos como si estuviera contemplando una revelación. — No podemos dejar que la vea el sindicato del club a ver si caen por ella. — Seguí tonteando con él.
Se giró hacia mi con una sonrisa amarga y simplemente lo supe, supe que haría una estupidez... como Cam había dicho yo repetía sus palabras suplicando.
—No seas un héroe. Los héroes mueren y no voy a dejarte que — No terminé de completar la frase cuando su puño se asió a mi pecho y me arrastró como una marioneta hasta su boca.
—No, no, no... — Comencé a llorar como un niño. Porque su mirada lo decía todo con su sonrisa torcida...me besó con sus labios salvajes mientras mis saladas lágrimas arruinaban nuestro beso. Nuestro último beso.
—Adiós Lovely Pudding. — Dijo mientras me arrojaba contra la puerta con la violencia de quien arroja un costal a una pila, como si fuera un peso pluma. Mi cabeza golpeo fuertemente contra la pared. Y todo lo que pude ver fueron sombras. Me pareció verle encender un último cigarrillo y decir algo como:
—¡Vengan por mi perras! — Mientras unas enormes garras y tentáculos lo envolvieron arrastrándolo al agujero infernal que inmediatamente se cerró cuando el cuerpo de mi Pigglet desapareció.
Lo único que quedó en el piso fue un agujero negro como calcinado y escombros de lo que solian ser los bancos retorcidos. La moneda estaba en el centro del mismo retorcida, con su hilo rojo chamuscado y renegrido. Cuando él seguridad del club pudo ingresar al vestuario me sacaron inconsciente. Lo sabía porque todo lo que sucedió después me lo tuvieron que narrar.
Los chicos me hallaron en observaciones del hospital. Papá había amenazado con denunciar al club y oficialmente una explosión de tuberías de agua a alta presión y gas habían causado el agujero en el suelo. Realmente omitieron o no se dieron cuenta que olía a huevos podridos, a azufre como la muerte misma.
Georgie me puso la moneda retorcida en la mano. Fue así que supe lo que era una maldición demoniaca. Nathan se la había dejado a mi hermana para que el infierno mismo la arrastrara a su muerte.
—Pigglet es un demonio. El infierno es parte de él... ¿No? — Pregunté y todos desviaron sus miradas. Solo Georgie se atrevió a continuar el relato como un manual sobrenatural.
—Cuando una maldición se lleva a un demonio, no es como si murieran. Es como... se lo llevó con su cuerpo de mortal. Se lo llevó de una pieza, para ser torturado por la eternidad. No es la muerte. Es peor que la muerte...— Shabby puso su mano sobre el hombro de su chico como para que no me siguiera contando.
"Peor que la muerte" esas palabras se quedaron conmigo hasta que me escapé y fui al único sitio en el que podía pensar claramente. Tenía que encontrar el modo, tenía que rescatarlo. ¿Cómo lo dejaste ser un héroe? Allan Woodhouse resultaste ser un bueno para nada.
William me atendió pese a que a esas horas hacía buen rato que había cerrado. El vivía en el piso superior del antiguo local. Puso una botella de whisky en la mesada de la cocina de la tienda. Era la primera vez que entraba detrás del mostrador y su bienvenida me resultó amarga.
—Los chicos me contaron. — Dijo sin ceremonia. — No tengo las respuestas que buscas, no hay una formula mágica que yo conozca para abrir una puerta al infierno y rescatar a un demonio. Tampoco vas a poder conjurarlo como si hubiera muerto...porque no murió... simplemente esta atrapado en el inframundo como Perséfone. Lo siento mucho chico.
Fue entonces que comencé a llorar como nunca antes había llorado en toda mi vida. El no estaba mas a mi lado y eso no cambiaría.
No se si decir hola o esconderme detrás de una piedra en una cueva para que no me encuentren XD.
Ok muchos feels me dio escribir esto y ahora solo queda una entrega. (Con mas feels)
La canción de la entrega de ayer fue:
No puedo creer que se termine todo... nada me dio una tristeza infinita el ending pero realmente va a haber revancha...
Mañana o a las doce subo la última parte así la pueden leer de un tirón.
XOXO