La Reputación De Amanda ✔

Par Gimenabazante

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Amanda Latimmer, mas conocida como Mandy era la dueña de las salas de juegos para caballeros que llevaba su n... Plus

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capitulo 25 Final

Capítulo 20

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Par Gimenabazante


    Mandy estaba sentada en la sala con Matt revisando papeles, contratos y haciendo cuentas. Se casaría dentro de tres días y ella no quería que su marido tomara posesión de
su dinero.

Ella seguiría haciéndose cargo de la administración de sus salas, fábricas, y demás negocios. Al igual que Matt, quien visitaría las salas a diario.

Traspasaría todo su dinero, propiedades, y demás cosas de valor a nombre de su único y confiable amigo, para que su futuro marido, no pudiese tocar un solo penique. Dejaría solo una pequeña dote, para que la administre su marido.

Cuando estaba por firmar el contrato en donde constataba que el dinero y demás posesiones materiales pertenecían a Amanda y quien seria ella la única autorizada en tocar ese dinero y administrarlo, miro a su amigo.

Quien estaba mirando aburrido la hoja de papel que le había alcanzado. Levanto el vaso de whisky y tomo un
trago observándolo. Este la miro inexpresivamente y se movió para servirse más whisky.
Tomaron en silencio apacible durante un rato. Cuando la botella se acabo, llamo a Maggie, quien se llevo la botella vacía y la reemplazo por otra. Se volvieron a servir y Mandy lo
observo tomar. Se pregunto si la decisión que había tomado, con respecto a Annie era la mejor.

Matt había estado bastante triste en los últimos días. Durante la semana que habían vuelto de la casa de su hermano, el había estado muy callado y en una ocasión se había
emborrachado. Tomo el papel de la mesita y se lo puso enfrente, fingió leer durante mucho tiempo, mientras el tomaba sin parar. Para cuando la botella se volvió a acabar, ella no
había tomado un trago.

Definitivamente no estaba bien.

— ¿Estas pensando en ella? — Le pregunto afablemente.

— Si.

— ¿Y a que conclusión has llegado?

— No tengo que llegar a ninguna conclusión. — Respondió tomando un trago tranquilamente.

— Claro que debes llegar a una conclusión. Casi, repito. Casi, te tiraste a una mujer y ambos sabemos lo que eso significa.

— Nada significa. — Contestó con un suspiro.

— Te conozco desde que tenías dieciocho años. A mi no me puedes mentir. Sientes algo muy fuerte por esa mujer. No, solamente respeto.
¡Oh vamos! – Exclamó enojada. — ¡No me mientas tan descaradamente! ¡Admite la maldita verdad, estas estúpidamente enamorado de la hermana de nuestro peor enemigo!

— ¡Por supuesto que no! Y si así fuera, no es mi enemigo. — Rebatió su amigo, completamente en calma.

Mandy entrecerró sus increíbles ojos azules.

— Dime una cosa. ¿A cuantas mujeres les has hecho el amor, cuantas pasearon en tus sabanas, cuantas se te han ofrecido y tu las has tomado y cuantas quedaron prendadas de
ti?

— No lo se. — Comentó especulativo.

— Ahora dime: ¿A cuantas has dejado en la situación que dejaste a lady Annie?

— A muchas.

— ¡Mentira! — Exploto dándole un puñetazo a la mesa. — ¡Jamás dejaste de hacerle el amor a una mujer y mucho menos cuando has comenzado! Lady Anabelle ha sido la única. Puedes mentirte a ti mismo si quieres, pero yo me doy cuenta de lo malditamente enamorado que estas de ella, y no me vengas con esa estupidez de que no eres digno de ella, porque tu sabes mejor que yo que si lo eres. Tienes dinero de sobra para mantenerla a ella y a su hija
tranquilamente, eres mucho mejor y más respetado que algunos de los nobles que hemos conocido.

_ Pero el dinero no cambia las cosas. Tú lo sabes mejor que yo.

— Por supuesto que lo se. Pero dime porque no puedes estar con ella. Si la quieres…

— Por supuesto que no. Ya te lo dije: la deseo y nada más. no estoy enamorado de ella.

— Claro que si. Te he visto como la miras. ¿Por qué te niegas el poder de amar?

— No me lo estoy negando. ¡Y si! ¡Estoy enamorado de ella, pero eso no es suficiente maldita sea! – Exploto tirando el vaso contra la pared.

Ella se sentó a su lado y le tomo las manos. Lo miro preocupada.

— ¿Qué es lo que te impide?

— Me impide algo mucho más fuerte que el amor.

— No te entiendo. — Le dijo frunciendo el ceño.

— No basta solo con amar, o el dinero suficiente para poder mantenerlas.

— ¿Qué es entonces? Matt, hemos sido amigos desde hace años, no encuentro
absolutamente nada indigno en ti. No puedo llegar al meollo de la cuestión. Es algo que escapa a mí. Hemos pasado muchísimas cosas, pero no logro ver tu impedimento.

Matt miro a Mandy quien estaba confundida y preocupada.

— Mary Gilbert. — Dijo finalmente.

— ¿Cómo? — Preguntó sorprendida.

— Mary Gilbert. – Le repitió. – Ella es la causa de mi impedimento.

Ella le apretó las manos con afecto. Lo miro cariñosamente.

— Aún la sigues amando, ¿Verdad? _ El asintió. – Pero eso no te impide volver a amar. Ella ya no esta con nosotros, y que tu ames a otra mujer como la amaste a ella no quiere decir que la olvidaras. Mary fue una persona única e importante en tu vida. Fue y lo seguirá siendo siempre. Ella forma parte de tu pasado. Annie no le quitara su lugar. Tienes la capacidad de amar, y eso es lo que realmente importa, nunca dejaras de amarla, pero forma parte de tus
recuerdos.

— No es eso. La amo si, pero no es eso.

— ¿Qué es entonces, cariño? Explícame, porque quiero entenderte. — Le pidió dulcemente.

— Cuando Mary murió, el medico me informo que ella estaba embarazada. Me iba a dar la noticia el día de mi boda.

Mandy abrió los ojos de asombro. Se le llenaron los ojos de lágrimas y lo abrazo impulsivamente.

— Lo siento mucho. ¿Por qué no me dijiste nada?

— ¿Qué te iba a decir? — Le pregunto con un nudo en la garganta. — Pero aun hay mas.

Ella se aparto rápidamente para mirarlo. Levanto las cejas en una muda pregunta.

— El día del entierro de Mary, le jure que jamás me iba enamorar de nadie más. que nadie ocuparía su lugar ni el de nuestro hijo. Me jure a mi mismo que jamás depositaria el amor
que no le pude dar a ella en otra persona.

— Eso si es un impedimento. — Coincidió contrariada.

Cuando ella iba a añadir algo más hubo un gran alboroto. Se escuchaba la voz de una mujer y un hombre, discutiendo. Matt se levanto lentamente y se llevo la botella.

— Debe ser alguna cornuda pidiendo explicaciones, o un hombre pidiendo dinero. ¿Necesitas que me quede? — Le pregunto divertido.

Miro la puerta y después a el, que estaba bastante ebrio. Definitivamente no estaba en
condiciones para recibir visitas.

— Vete a descansar. Mis empleados podrán detener a quien sea.

— ¿Mandy? – Preguntó dubitativo.

— Dime, cariño.

— Aun lo sigues amando, ¿verdad?

No contesto, y el se fue. Ella levanto los papeles y los aparto. Se sentó, esperando el anuncio del invitado.

Cuando Maggie entro a la salita, sé veía claramente enojada y un
hombre atrás. Mandy sonrió divertida al ver a Peter.

— Milord. Un placer tenerlo por aquí. — Saludo agradable.

— ¿Dónde esta? — Preguntó enojado, mirando para todas las direcciones y posando su mirada en la escalera.

— Estoy muy bien. Gracias por preguntar, milord.

Mandy no tuvo ninguna duda a quien estaba buscando. Seguramente la floja de su hermana había soltado la lengua, y sonrió agradecida de que Matt no este presente. Sin decir una sola palabra se encamino hacia las escaleras, ella se levanto rápidamente y le obstaculizo el paso. Entraron tres hombres para ayudarla a detenerlo.

— En las escaleras. — Ordeno a los hombres. — Tranquilícese, milord. No le permitiré ningún tipo de violencia en mi casa. — Dijo sentándose
en el sillón. — ¿Le puedo ofrecer algo? ¿Por qué esta usted tan alterado? — Preguntó suavemente.

Peter suspiro profundamente.

— Estoy buscando a Mathew. ¿Podrías llamarlo? — Pidió amablemente.

— Por supuesto que no. — Le contesto tranquilamente.

El abrió los ojos sorprendido. Se acerco súbitamente a ella y apoyo las manos en los apoyabrazos, a cada lado de su cuerpo. Mandy lo tenía a centímetros de su rostro y le
sonrió dulcemente. Levanto una mano para detener a sus hombres que se acercaban a el.

— Tú lo sabes, ¿verdad? — Dijo furioso.

— No se de que me hablas.

— Ese maldito infeliz abuso de mi hermana.

Ella mantuvo la sonrisa y negó con la cabeza lentamente.

Peter la observo ahí sentada
como una hermosa Lucifer. Sin inmutarse por sus palabras. Vestida de verde con estampados dorados. Con esa sonrisa y esos ojos que quemaban en el instante en que posaban los ojos en ti.

Si el diablo existiera, Peter dudo si era hombre o mujer. Si tomaba la forma de una mujer tendría que ser como Mandy. Hermosa y adorable por fuera, pero con una mirada penetrante, profunda y con un semblante dulce, con una sonrisa traviesa, como la de una niña. Se sentó enfrente de ella.

— Abuso de mi hermana, la sedujo y se aprovecho de su inocencia.

Mandy se acerco a su rostro. Y susurro:

— Tu sabes mejor que yo, que tu hermana no es una inocente florecita.

— Se aprovecho de ella, la sedujo para luego dejarla.

— Que irónico, ¿No te parece? — Le pregunto dulcemente ladeando la cabeza.

— Quiero que pague por mancillar a mi hermana. — Dijo apretando los labios.

— ¿Cuánto dinero quieres?

— Esto no se arregla con dinero. Quiero que se haga cargo.

— ¿Por qué habría de hacerlo? Tu hermana no es una dulce florecita. — Repitió.

Se lo estaba pasando en grande, verlo furioso.

— No me interesa discutir esto contigo. Quiero hablar con el. — Anuncio mientras se dirigía hacia las escaleras.

— ¿Por qué crees que Matt se aprovecho de ella? — Preguntó levantando la voz.

— Porque eso fue lo que hizo. — Exclamó furioso.

— Por supuesto que no. Tu inocente hermana lo sedujo, coqueteo con el y el, como todo hombre, le hizo el favor. — Declaro tranquilamente.

Peter se volteo y la miro incrédulo. Negó silenciosamente. Ella lanzo una suave carcajada.

— ¿Olvido contarte esa parte? Pues te lo cuento yo. Lady Annie lo sedujo, y lo busco incansablemente. Y te diré más: mí querido Matt no le hizo el amor. Se negó una y otra vez.
Por respeto a su hija, quien le cayo muy bien a Matt. Y porque no quería que a tu hermana la señalaran como una fresca, lo que es, en realidad. Apuesto mi fortuna que omitió esa
pequeña parte. Y sabes que no miento.

— ¡Lo estas defendiendo! — Exclamó furioso.

— Claro que lo estoy haciendo. Alguien debe contarte la verdad, ¿No crees?

— Quiero que de la cara. que me lo diga a la cara. — Pidió.

— Deberías agradecer que no se corrió el rumor de que tu hermosa hermana es una fresca. Agradéceselo a Matt, quien tuvo la gentileza de desviar los rumores hacia lady Ashby.

Peter recordó vagamente los rumores que los vinculaban.

— No es cierto. – Susurró.

— Por supuesto que lo es. Mi querido Matt jamás le toco un solo pecho. – sonrió sarcásticamente.

— Quiero que se haga cargo de lo que hizo, Annie no esta sola.

— Matt tampoco, que lo sepas. Creo que nada mas hay que hablar, ¿No te parece? Deja que ellos arreglen sus cosas solos.

Mandy se levanto y se dirigió a la escalera.

— Maggie, acompaña al caballero a la salida. Buenas tardes, milord.

— No quiero que se acerque a mi familia.

Mandy ladeo la cabeza, sin darse vuelta. Asintió y subió las escaleras.

Si, aun lo seguía amando, pero admitirlo seria como una debilidad.

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