La Bella y La Bestia | Lams

By SlyPhantom66

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Alexander era el más conocido en su aldea, podría decirse, pero no de la mejor forma. Después de la muerte de... More

Había una vez...
Alexander Hamilton
Paz
John Laurens
Alexander Hamilton (Reprise)
Llegada al castillo
¿Nuevo hogar?
Preparando la cena
Invitación
Otro pétalo
Mrs. Peggy
Extra#1
Nuestro huésped sea usted
El ala oeste
El escape
Miedo
Días de sol
Paranoia
Nuevo hogar
Bocetitos#1
Bocetitos#2

Jefferson

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By SlyPhantom66

Era una noche agitada en la cantina de la aldea. Tanto hombres como mujeres se reunían a esas horas de la noche para relajarse con un vaso de cerveza, James y Thomas no eran una excepción. Bueno, aunque James solo tomaba un vaso de agua.

— Imagínatelo Jimmy, una rústica cabaña... Mi ultima caza ardiendo en el horno... Pequeños niños adoptados riendo y jugando al rededor de nosotros y... — Jefferson suelta un suspiro. Estaba sentado en una cómoda silla en la cantina jugando con un cuchillo al lado de la chimenea, mientras James le daba un masaje para tranquilizarlo. A pesar de la forma en la que había actuado frente a Hamilton, él realmente se había puesto bastante deprimido por su respuesta. — Pensé que lo tenía bajo mis pies Jimmy, ¿pero sabes que dijo? Me rechazó, ¡Y dijo "No" tres veces!

James soltó un suspiro también, sin dejar de masajear los hombros del otro. — Sabes Thomas, hay otros hombres allá afuera.

—Jimmy, alguien como yo no pierde su tiempo en liebres. — comentó triste para luego beber del vaso de alcohol que le habían ofrecido al entrar. Después de todo estaban en una cantina.

James realmente no le gustaba ver a Thomas tan triste, en esos momentos se sentía inútil al no poder ayudarlo a superar al señor Hamilton. Dejó de darle el masaje y se sentó en el brazo de la silla, ganando la atención de su amigo. — Verte así no me gusta, Thomas. Tan consternado y tristón... — James se dio cuenta que la única forma de hacerlo feliz nuevamente es enseñándole lo mucho que él lo ama y todos lo aprecian, tal vez.

— ¡Ser como tú todos piden, Thomas! — dijo James levantándose del brazo de la silla, mirando como su amigo empezaba a recobrar el brillo de sus ojos. — Aunque les des un trompón. — susurró el más bajo desviando la vista de Thomas, temiendo que la última frase lo haya ofendido. Aunque se estaba sincerando demasiado hasta ese punto.

Thomas tira con fuerza el cuchillo a la pared en un intento de calmarse, pero más que eso obteniendo la atención de todas las personas del lugar al ver que el cuchillo se quedó enterrado en la pared. James está seguro de que no habrá persona que pueda sacar ese cuchillo de ahí, por sus últimos actos James piensa que lo había ofendido pero al ver a Thomas este llevaba una leve sonrisa en el rostro. Algo que hizo que James siguiera con sus comentarios.

James aprovechando que todas las personas tenían sus ojos en ellos dos levantó su tono de voz. — No hay hombre más admirado en la aldea que usted. ¡Y siempre te admirarán! — Se acerca a un grupo de personas para darle una moneda a alguien, que con mucho gusto lo agarró. — ¡Una gran inspiración, y alguien como tú, yo lo sé créeme, no hay!

—Nadie es... — James se subió sobre una de las mesas. Las personas se iban acercando a él para escucharlo mejor. — ¡ágil como él! ¡Nadie es raudo como él! — James se veía bastante satisfecho al ver como todos lo escuchaban. Le dio otra moneda a una persona sentada en esa mesa en cualquier caso.

— ¡Nadie tiene un cuello como el de Thomas! — comentó James al recordar lo musculoso que era su amigo, dejando a algunos confundidos por su comentario. —Ehem...— se bajó de la mesa y abrazó a tres chicas que reconocía (ya que eran fanatics de Thomas) y que sabía que no tendría que pagar una moneda. — No hay hombre en el pueblo tan macho como él.

— Basta de comparación. — dijeron las tres chicas, alejando a James para que dejara de abrazarlas. Él no podía importarle menos.

Se dirigió hacia un grupo de hombres borrachos, concluyó que eran fácil de persuadir. — Pregúntenle a cualquier muchacho, y te dirán que Thomas siempre es campeón.

James movió las cabezas de los hombres tan rápido como pudo para que lo miraran a él. — Quién es... — espero James a que los hombres terminaran la frase, y cuando lo hicieron correctamente no pudo estar más aliviado.

—¡Como Thomas!

—Rompe...

—¡El corazón!

Se fue a una de las mesas, regalando al menos dos monedas por su camino para que la cantina entera lo ayudara. — ¡Quien podrá ser un sol...!

—¡Como nuestro Thomas! — gritaron todos al mismo tiempo.

— Un espécimen, soy muy intimidante. — dijo Thomas que seguía sentado en su silla, pero ahora llevaba una postura orgullosa.

—¡Muy grande eres Thomas!— gritaron los de la cantina.

Thomas se levanta de la silla y se dirige hacia donde está James. — Agradezco su apoyo — dijo, refiriéndose a las personas del lugar y luego miró a James. — Gracias Jimmy. — le dedicó una brillante sonrisa al otro.

Y James, alagado, le dio un cariñoso abrazo. —Es sencillo entregarte mi apoyo. — No muy pronto se dio cuenta de la cantidad de miradas que tenían encima. — ¿Es mucho? — preguntó James, nervioso.

— Sí — respondió Thomas, rompiendo el abrazo.

— ¡Nadie...! — volvió a decir James para distraer al público.

— ¡Vence a Thomas! ¡Qué valiente es Thomas! — Y todos siguieron, ignorando lo último que había pasado.

James se vuelve a subir a una de las mesas, subiéndose su camisa para dejar al descubierto una cicatriz horrible que tenía en su abdomen. — ¡Nadie muerde en las luchas como el gran Thomas!

— Cuando cazo soy muy diestro y hábil. — dijo Thomas mientras apuntaba con una pistola invisible, con tanta pasión como si realmente estuviera cazando. — Y hago a las fieras llorar.

—Oh... — James se acostó en el suelo.

— Les apunto a su punto más débil — apuntó con su "arma" a James, como si fuera un animal en el bosque. — , Y les doy un revés.

— No está mal — comentó James.

— Es igual. — ayudó a James a levantarse.

—¡Nadie pega como él! ¡Nadie es tan listo como él! — gritaban todos, que ya se encontraban algunos encima de las mesas también. James toma prestado uno de los jarrones de una de las mesas y se va corriendo al otro lado de la cantina.

—¡Nadie escupe tan lejos como el gran Thomas! — gritó alzando el jarrón en el aire.

— Y hablando de eso, ¡Soy un experto! — dijo Thomas para escupir desde su lugar, y en el otro lado estaba James con el jarrón en el aire. Y como siempre, la saliva llegó justo dentro del jarrón.

—¡Diez puntos para Thomas! — gritaron todos, incluyendo James esta vez. La mayoría le aplaudía a Thomas.

— De chico docena de huevos comí — comentó Thomas, agarrando a una joven, alzándola con solo un brazo. James no pudo evitar aplaudir. — Y por eso tan fuerte crecí, hoy sigo comiendo una gran cantidad. — Thomas alzó a James con un solo brazo también. — ¡Soy por eso tan grande y audaz!

Thomas recibió varios gritos y aplausos por eso. Y James tuvo que darle una moneda a la chica que su amigo levantó una vez que tocaron suelo. Entonces a James se le ocurrió una buenísima idea.

Agarró unas espadas que antes eran utilizadas como decoración del lugar y le dio monedas a varios hombres para que cumplieran con sus órdenes.

Todos en la cantina empezaron a aplaudir en cierto ritmo y Thomas empezó a bailar con varias mujeres mientras James negociaba con unos hombres. Una vez hecho, caminó hacia Thomas, que estaba bailando alegre junto a dos mujeres encima de una mesa de madera (bastante resistente). — ¡Thomas! — gritó James, tratando de darle una de las espadas. Thomas entendió de inmediato y amablemente les dijo a las chicas que bajaran de la mesa. Después agarró la espada de James con una de las más grandes sonrisas que este pudo haber visto en él, James estaba bastante feliz de que Thomas estuviera disfrutando este momento.

Los hombres con los que James había pagado estaban luchando todos al mismo tiempo con Thomas para derrotarlo en una duelo de espadas encima de las mesas. Pero con lo ágil que era Thomas, los tres hombres terminaron sin espadas y uno de ellos se había caído de la mesa, pobre.

En fin, el acto fue totalmente plausible.

Thomas dejó la espada en el suelo y tomó "prestado" un vaso de cerveza de alguien para tomársela.

James agarró la espada de Thomas y se subió a la mesa, mientras el otro agitaba manos con los hombres con los que había luchado. — Es cordial

— ¡Es Thomas!

— Es genial

— ¡Es Thomas!

— ¡Nadie puede hacer lo que puedo hacer yo! Con trofeos mis muros voy decorando — dijo presumiendo Thomas.

— ¡Otro no hay! — gritaban todos, algunos alzaban al aire sus vasos y otros golpeaban la mesa mientras gritaban.

—¡Es un hombre sin par! — gritaba James, alzando la espada de forma bastante peligrosa, pero todos estaban divirtiéndose  demasiado como para importarles.

— ¡Él es fenomenal, especial, colosal! ¡Tú pregúntale bien a sus fans, solo hay uno con convicción y pasión!

— ¡Y él es...! — gritó James, dándole la espada a alguien que también le había dado una moneda, para luego abrazar a Thomas que estaba consigo sobre la mesa.

— ¡Thomas! — respondieron todos entre risas y celebrando.

Thomas y James se bajaron de la mesa sin evitar reírse y el más alto se volvió a sentar en su silla, pero esta vez mucho más esperanzado y alegre. James volvió a su puesto para darle masajes en el hombro, con una tierna sonrisa en el rostro de ambos.

— Jaja, Oh Jimmy, eres el mejor ¿como es que ninguna mujer se ha interesado en ti?

James solo respondió con una risa nerviosa.

— ¿Sabes? Me has dado una buenísima idea.

— ¿Para tener su boda con el señor Hamilton? — suspiró James.

— ¡Exactamente! Tendré que hablar con una tal Angelica que Hamilton me ha mencionado antes ¿la conoces, Jimmy?

El mencionado iba a responder pero fue interrumpido por alguien que acababa de entrar a la cantina.

— ¡Por favor, necesito ayuda! ¡alguien! — gritó una mujer, en su voz se notaba bastante preocupación y melancolía, sus ropas estaban sucias y un poco desgarradas. A ver por su postura, se veía como una mujer dura.

La mujer se fue a hablar con una trabajador de la cantina, pero todos en el lugar mantenían silencio para escuchar lo que decían. — ¡Él lo tiene, él tiene a Alexander encerrado!

—¿Quién lo tiene? — preguntó el trabajador, tratando de ayudarla.

—¡Una bestia! ¡Una gran, horrible y monstruosa bestia! — a pesar de que su voz mostraba total seriedad, el trabajador y todos los de la cantina que husmeaban la conversación se echaron a reír inevitablemente. Pero Thomas al escuchar el nombre de Hamilton se mantenía serio, o tal vez solo estaba aguantando la risa para no dar mala impresión a esa mujer.

—Que suerte, justo llega Angelica para usted, Thomas.

—¿Por que se ríen? ¡No es una broma! — gritó Angelica, cierta parte estaba enojada pero también decepcionada. — ¡La vida de Alexander está en peligro! ¡La bestia tiene un castillo, y ya es invierno allá!

—Jajaja, ¿Invierno en Junio? — rió una mujer que disfrutaba su cerveza en una de las mesas.

— ¡Pobre y loca Angelica! — gritó otro por el otro lado de la cantina.

—¡Estoy diciendo la verdad! — afirmó Angelica, bastante triste por el hecho de que nadie le cree. —¿Nadie me va a ayudar? — varios rieron ante la pregunta.

— Yo te ayudaré, Angelica. — Se levantó Thomas de su asiento, haciendo a todos en la cantina callar.

— ¿Qué? ¿Lo harás? — preguntó sorprendida, ya que todos no le creían.

Thomas se acercó a Angelica, dándole un cariñoso abrazo. El abrazo no incomodo a Angelica para nada, la verdad es que se sentía bien al ver que alguien estaba dispuesto a ayudarla. — Escuchen todos... Basta de reírse de esta mujer, ella está claramente hablando en serio.

— Gracias, Jefferson... — agradeció a lo bajo.

—No me agradezcas a mi. Llévame a donde la bestia.

— Ven — dijo Angelica, sacando a Thomas de la cantina, que iban acompañados por James.

————————
este fue uno de los capítulos más difíciles y divertidos de escribir AAAAAAAAAAA

note como en la película del 2017 Lefou le paga a la gente para que canten con el jajaja definitivamente tenía que poner eso aquí X'D

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