Ethan

Oleh Beyondthewords_sv

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[Segundo libro de la trilogía] Mi mundo se va cayendo en pedazos, no logro concentrarme. Soy consciente de t... Lebih Banyak

Personajes
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Nota importanteee

Capítulo 4

78 4 0
Oleh Beyondthewords_sv



Los restos de comida se encuentran esparcidos por todo el plato, las moscas se acercan a ellas cada vez más de prisa como Seth lo hizo conmigo, cansada de ver eso me pongo a pensar en Ethan, los chicos, ¿Ya se dieron cuenta de que me secuestraron? ¿Cuánto pidió Seth por mi rescate? ¿Habrá algún rescate o me tendrá encerrada? ¿Ethan ya le contó a mi familia sobre mi desaparición?

Todas esas preguntas rondan por mi cabeza una y otra vez, trato de no tomarles mucha importancia pero es casi imposible, no tengo nada más en que distraerme que pensar en las posibles respuestas a cada una de esas preguntas.

Escucho pasos llegar a mi habitación y veo como Abel con malhumor entra a la habitación, tras de él se encuentra un hombre muy alto, que podría pasarse por alguna persona de seguridad.

—Kelsey, levántate tenemos que irnos.

—¿A dónde?

—Solo hazme caso, no quiero trabajar a la fuerza y ayudarías mucho haciendo lo que digo.

Me pongo de pie y aquel hombre se acerca a mí.

—Tenemos que amarrarte, quédate quieta.

No lloro, solo indico mis manos para que sean amarradas, como si hubiera alguna diferencia con las cadenas que tengo casi todo el tiempo, cuando me quitan la cadenas veo las marcas que han dejado en mi piel y solo con verlas me duelen, pero prefiero no tomar en cuenta aquel dolor físico.

Cuando termina de amarrarme las manos me indica una bolsa de tela negra que tiene en las manos.

—Necesito taparte para que no veas el lugar, ni el recorrido —dice Abel.

Aunque debería forcejear para poder ser libre sé que no servirá de nada, además de que por alguna extraña razón sé que Abel no hará nada en contra mío.

Abel se acerca a mí y me dice que le siga, me pierdo con tantas vueltas que hemos dado y los sonidos de varias puertas con clave abrirse y cerrarse, la bolsa no me permite ver nada, pero después de varios minutos siento la brisa correr por mis brazos, pasar por mi ropa; me hacen subirme a un auto y Abel se sienta a mi lado.

—¿Me dejarán libre? —pregunto ingenua.

—Trata de no hacer tantas preguntas, Kelsey. No esta vez.

El camino es largo así que solo dejo el sueño, el cansancio y la comodidad de dormir en algo mejor que esa cama me ganen.

No sé cuánto tiempo me he dormido, pero el auto se detiene y Abel me dice que es hora de bajar.

Al igual que en el lugar de la habitación me hace caminar a su lado. El lugar huele a alcohol y a cocaína, sé que es un pésimo lugar y siento como Abel se tensa a mi lado mientras me guía a algún lugar. Escucho varias voces de hombres y como humillan con sus comentarios a mujeres del lugar.

Abel me hace sentarme, donde estamos, lo desconozco, pero mi mente no para de recapitular todas los posibles lugares donde me pudo haber llevado, se me hace muy difícil caminar, los días sin dormir y la pésima comida me han hecho sentirme completamente débil.

Escucho pasos a fuera, me comienza a desesperar, ¿A qué tipo de lugar me ha llevado Abel?

Siento como Abel se levanta, varias personas se unen a nosotros en la habitación.

—¡Abel! —escucho decir a un hombre, nunca antes había escuchado esa voz— ¿Cómo estás? No te he visto por estos lugares en mucho tiempo.

—Ángel, estoy bien, gracias por preguntar.

—He escuchado que tienes nueva mercancía para mí.

—Hablas de Seth, yo solo soy el canal hacia ella.

—Seguro, pero quien la va a revisar es Katia.

Unos tacones se acercan a nosotros.

—¿Puedo sacarle la bolsa? —pregunta aquella mujer, llamada Katia.

—Creo que debemos irnos a un lugar más privado para que hagas eso.

—¿Por qué? ¿Acaso tiene alguna deformidad en su rostro? Sabes que ese tipo de mercancía la utilizamos en otros lugares, no aquí —escucho como le reclama aquella voz masculina a Abel.

—No, solo para que la revisión sea un poco más detallada.

—Está bien, vamos Ángel, no veo el problema con lo que está pidiendo el chico, además hagámosle el favor por los viejos tiempos.

El hombre se demora en responder pero me imagino que ha asentido con la cabeza porque sin decir nada más, Abel me guía por otro pasillo, allí se escucha como pequeños susurros todo lo que está pasando en el exterior.

La mujer con tacones abre una puerta y Abel me acompaña a entrar dentro de la habitación, a penas pongo un pie dentro de ella, Abel me quita la bolsa de mi cabeza. Pero antes de que vea todo me susurra al oído "No te pasará nada" quizás inaudible para ellos pero a mí me queda más que claro su apoyo que tengo en este lugar.

La habitación es mediana, en ella se encuentra un escritorio y algunos libreros, frente a mí se encuentra aquel hombre, de estatura mediana con cabello increíblemente oscuro al igual que sus ojos, su vestimenta es abrigada aunque el lugar este a temperatura normal, a su derecha se encuentra Katia, ella es alta, con cabello rubio, ojos de color café y una piel demasiado blanca.

—Abel, sí que has vuelto con buena mercancía —dice el hombre mientras se acerca a mí y me mira descaradamente.

Abel se percata de mi incomodidad.

—¿Katia, la revisas? —pregunta mientras mira a Ángel. Él solo se limita a reírse por la actitud que Abel está tomando conmigo.

—Claro —dice ella indiferente.

—¿Es latina? —pregunta Katia.

Abel solo asiente con la cabeza y yo no respondo a nada porque creo que no tengo ni voz, ni voto en esto, bueno desde hace días que he dejado mi humanidad y libertad de lado.

—¿Cómo te llamas? —me pregunta, mientras me hace girar en mis talones.

—Kelsey.

—Creo que te he visto en algún lado, ¿Eras parte de este estilo de vida?

Abel no me deja responder eso, así que él contesta antes de que yo lo haga.

—Pensé que no debías hacerle esas preguntas a la mercancía, a lo que vamos Katia.

—Está bien —dice enojada— Una última pregunta, ¿Tienes familia árabe?

—¿A qué viene eso?

—Tiene unos rasgos muy característicos de dos lugares del mundo no es completamente latina, así que Ángel te saldrá muy cara esta chica.

—No la vamos a vender.

—¿Entonces? —pregunta Ángel— ¿Será de compañía?

—Tampoco, queremos que trabaje como las chicas modelos de aquí.

Katia se ríe.

—¿Qué estas pagando, pequeña? —pregunta Katia— Abel, nunca ha sido así con ninguna chica, me imagino que debe ser algo así como un capricho de Seth. ¿Qué dices, Ángel? ¿Nos la quedamos?

Aquel hombre me queda viendo de manera extraña y suspira.

—Ha sido un día cansado, lo que menos quiero es pelear por comprar a esta chica así que espero el mismo porcentaje de siempre, Abel, mira sus medidas y hazla una modelo.

Dicho esto Katia asiente y me abre el enterizo dejándome en ropa interior. Y me hace girar, como si buscará algo.

—No tiene la señal, Abel. Nosotros no hacemos tantas excepciones, pero necesita tenerla.

El hombre se molesta un poco.

—Arreglen eso ustedes, tengo muchas que hacer y esta mercancía me ha dejado un poco decepcionado.

Ángel se va de la habitación y siento la tensión en el ambiente.

—¿Cómo arreglaremos esto, Abel?

—¿Es necesario que tenga el tatuaje?

—¿De qué tatuaje hablas? La mercancía debe tener una cicatriz hecha por el dueño, recuérdalo, debe estar marcada. Así que Seth me dijo que iba a trabajar desde hoy por ende la haremos en unos momentos.

—No te atrevas.

—¿Cómo dices?

—Que no puedes tocar a la mercancía, yo lo haré, pero lo haré mañana, hoy puede trabajar sin que sea necesario hacerle eso.

Katia se peina el cabello.

—Solo porque en un momento fueron buenos clientes, además de que fuiste más que un amigo —dice insinuándoselo, pero Abel no dice nada.

—Dejaré para que la alistes, más vale que no le pase nada, Katia.

Abel se va de mi lado y Katia comienza a traerme ropa negra muy ajustada, pero antes de ello me pone un corsé muy apretado, hasta tal punto que duele.

—Lo siento pero estás un poco más del peso requerido en este lugar.

Dicho eso me aprieta aún el corsé. Nunca he usado uno pero el dolor que siento es indescriptible, aunque no sé si compararlo con la señal que me harán en la noche, solo con escucharlo me ha causado escalofríos, tengo miedo de cuanto debo soportar en este lugar.

—Abel me comento que cantabas. Así que comenzaremos con eso, hoy solo cantarás. Pero solo por hoy.    


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¡Hola pequeños/as!

Espero que estén teniendo un buen día

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¡Nos leemos pronto!

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