HOUSE OF CARDS

By jiminlovclub

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𝘩𝘰𝘶𝘴𝘦 𝘰𝘧 𝘤𝘢𝘳𝘥𝘴 universo alterno - gangsters; violencia organizada, uso y adicción a drogas, cont... More

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SOY EL DUEÑO DE ESTA PUTA CIUDAD (ESTA MIERDA ME PERTENECE)

          Cuando la primera bala entró en contacto con su cuerpo, Jeongguk se despertó, sobresaltado. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que se había despertado de tal forma, que casi dio un respingo hasta quedar en una posición sedente a causa del shock, y realmente pudo sentir el silbido ocasionado por la inhalación de aire que se abrió paso entre sus labios. Sus dedos no se adhirieron a piel, tal y como había esperado, la suave y delicada piel de los brazos de Jimin, sino que más bien acabaron arañando las sábanas de seda en su lugar. Tal hecho le resultó extraño y, durante unos segundos, una horrible sensación de desorientación inundó su mente. Jeongguk cerró los ojos con un profundo gemido, con el único objetivo de conseguir que la habitación dejara de darle vueltas y que su acelerado corazón encontrara un ritmo más regular que seguir.

     –M... mierda –se quejó mientras alzaba un brazo para presionarse la palma de la mano contra la ceja. Le dolía la cabeza, aunque ya se lo había esperado. Anoche había bebido demasiado porque, simplemente, había perdido el control. Jeongguk nunca habría tragado tanto bajo circunstancias normales, pero la noche anterior fue todo lo contrario a ello. Había sido tan contraria a la normalidad que aun continuaba intentando procesarla. La idea de moverse para tumbarse de nuevo no le atraía en lo más mínimo, ya que tendría que mover su dolorida cabeza, pero sentarse tan erguido superaba sus habilidades actuales. Jeongguk liberó el aire en un resquebrajado suspiro y después se dejó caer de nuevo sobre la montaña de almohadas. Procuró hundirse en ellas, pero aun así su característica suavidad no detuvo los latidos del opaco dolor que le martilleaba la calavera, justo tras sus ojos, como un cuchillazo continuo. Hizo una mueca de dolor y se mordió el labio inferior con fuerza, sintiéndolo más bien seco contra sus dientes.

          Por supuesto, tan solo había sido una pesadilla, una horrible pesadilla que le había dejado sudando, temblando y al borde de las lágrimas. Todo lo que había necesitado para llegar a tal estado había sido una pesadilla, y no había nada por lo que preocuparse en ello, era perfectamente normal tenerlas. Ya las había experimentado en el pasado, no es que conformaran un ente extraño para él; pero había pasado tanto desde la última vez que se había encontrado a sí mismo tan asustado que la experiencia había llegado a resultarle foránea.

          Tiempo atrás, cuando aun era un niño, las pesadillas de Jeongguk nunca se habían basado en la oscuridad ni sobre monstruos que reptaban por las puertas entreabiertas de su armario o se arrastraban bajo su cama par cogerle de los tobillos. No, por aquel entonces las pesadillas de Jeongguk habían consistido en dos cosas. A veces, se veía poseído por las espantosas imágenes con las que se topó una vez al entrar en la oficina de su padre con tan solo cinco años, cuando accidentalmente descubrió un documento de la policía que contenía fotografías de cuerpos severamente mutilados. En sus pesadillas, Jeongguk se veía obligado a huir de los cadáveres rebanados que le acechaban, quizás para mutilarle a él también, quizás para alimentarse de su carne como una extraña especie de zombies. Si no se trataba de esto, entonces sus pesadillas se centraban en ser abandonado; en levantarse en un hogar vacío sin su madre, sin su padre, incluso sin Xue-fang para contestar sus gritos y proporcionarle algo de consuelo. El suelo de mármol y las paredes de cristal tan solo causaban que sus sollozos se hicieran eco como una potente sirena.

          Nada de monstruos, solo cadáveres y soledad.

          Cuando maduró hasta convertirse en un joven adolescente, Jeongguk presenció como sus sueños se retorcieron, se convirtieron extraños en su naturaleza. En ocasiones se mostraban  desgarradoramente violentos y, aun así, al despertarse, se había encontrado a sí mismo excitado sexualmente; a veces incluso con las sábanas y ropa interior húmeda. Jeongguk nunca había llegado a entender el por qué pero, simplemente, fue algo que le ocurrió; y a partir de ahí sus sueños siempre acabaron fijados bien en violencia o en la cara más bonita que hubiera visto a lo largo del día. Si no hubiera poseído la suficiente fortuna como para ver a algún atractivo chico dedicado a la prostitución, entonces su mente se veía repleta de cuerpos sin rostro en su lugar: cuerpos sin rostro con piel suave, pero fuertes músculos bajo ella; con dientes duros y órganos sólidos. Los sueños eran mucho mejor que las pesadillas, sin duda alguna, pero aun así continuaban provocándole un sentimiento de vacío en su interior. Hasta conocer a Jimin, por supuesto, y es que el otro hombre había conseguido completar parte de ese hueco con su cálido cuerpo y dulce voz.

          Pero a día de hoy, ya un adulto en toda regla, Jeongguk había tenido una pesadilla sobre él mismo, sentado junto a su padre en el Ssangyong hasta ser atravesado por cientos de balas. Nunca antes le habían disparado, no había experimentado ninguna clase de apuñalamiento o sufrido cualquier tipo de devastadora herida en el pasado, pero sí que había estado alrededor de un gran número de hombres que sí lo habían hecho. Lo más cerca que había estado de una situación como esa había sido aquel accidente de su niñez, la cicatriz de la mejilla causada por sus jugueteos con un viejo cuchillo de caza mientras buscaba algo de diversión junto a Jinwoo, accidente que casi le había hecho perder el ojo. Pero, a pesar de ello, Jeongguk sintió la sensación de una bala atravesándole justo por la mitad, abriéndose paso por la garganta de un modo que le hizo sacudirse y echarse hacia atrás hasta golpearse la cabeza con el cabecero de la cama. Por eso se había levantado jadeando por aire y convencido de que realmente se estaba muriendo, dado que en su pesadilla Jeongguk había acabado ahogándose con su propia sangre. Ahogándose con ella mientras clavaba las uñas en su cuello arruinado. Había sentido la sangre tan caliente entre sus dedos que casi acabó conmocionado por la experiencia; caliente y espesa contra su piel desnuda mientras intentaba cubrirse la abominable herida.

          Pero en cuanto las armas habían comenzado a destrozar el coche se había despertado, vivo y más que capaz de respirar sin toser y verter sangre sobre toda su camisa. No llegado a sentir el centenar de balas llegando a su destino, a su cuerpo, justo como habían experimentado su padre y chófer. No había sido bombeado y desgarrado por cantidades industriales de plomo. Jeongguk estaba vivo por mucho que le jodiera a Jinwoo, pero su padre no.

          Hoy era el primer día de su vida sin su padre presente. No lejos de él, en un viaje de negocios, los cuales incluso habían llegado a durar semanas y de los que volvía a casa para quedarse un día, si es que pasaba por allí, y volver a desaparecer de nuevo –trayendo regalos consigo y poco más que eso durante la mayor parte de su infancia. Nunca sería capaz de poder contactar con él a través del teléfono cuando necesitara consejo sobre algún asunto importante relacionado con cualquier inversión. Jeongguk ya no tenía a su padre, su modelo a seguir que le guiaba en la dirección exacta que debía tomar. Woo también se había ido; una segunda opción para cumplir tan función, pero siempre buen hombre para los negocios y portador de útiles ayudas. Pensar sobre cuanta responsabilidad había pasado a poseer ahora era suficiente para hacerle sentir más bien frío, helado. No le sorprendía haber tenido una puta pesadilla sobre ello.

          Ahora solo tenía a Taehyung para mantenerse a flote en Haedogje Pa. Bae era bueno, pero Bae no era un consejero. El hombre era un sicario, y era fantástico en su trabajo, pero pero sus habilidades no englobaban la dominación de un imperio, tan solo el mantenimiento de un módico orden y control. Jeongguk no se había dado cuenta de lo desgraciadamente dependiente que había sido de su padre  hasta ahora, y una parte de él también se percató de por qué su progenitor le había contenido durante tanto tiempo; por qué le había impedido someter a purgas la organización e intentar abarcar tantas activos.

           Jeongguk no podía, de ninguno de los modos, dominar el imperio y el último pensamiento de su padre probablemente habría estado repleto de arrepentimiento al tenerle a él como heredero. Él, un chico que tenía menos hombres en los que confiar que dedos en una sola mano.

          A pesar de que la cama junto a él estuviera vacía, Jeongguk pudo sentir otro cuerpo contra su espalda. Sabía que no era Jimin, porque éste se había quedado dormido anoche entre sus brazos, así que eso implica que se trataba de Taehyung, por supuesto. No debía sobrar mucho espacio más de colchón, pero aun así estaba al borde de él, presionado contra él hasta el punto de casi enredar las piernas con las suyas;  y pudo sentir su cabeza apoyada entre sus omóplatos. La hora a la que había vuelto Taehyung al bloque de apartamentos era algo que desconocía, porque prácticamente había estado inconsciente a causa del alcohol y el agotamiento. Pero el hombre había vuelto una vez más, leal y bueno. Jeongguk se movió para poder bajar la mano y sentir su brazo, el cual había colocado holgadamente sobre su cintura. Sus dedos acariciaron un frío tejido de algodón y eso le hizo creer que Taehyung aun continuaba completamente vestido; probablemente se hubiera arrastrado hasta la cama justo al volver. De modo que Jeongguk se dio la vuelta para quedar cara a cara con él y el movimiento trastornó el sueño del otro hombre.

     –¿Hmmm? –Taehyung se removió sobre la cama con una serie de quejidos cansados, alzando sus pesados párpados para poder mirarle un segundo. Se forzó a sí mismo a mantenerlos de tal modo, parpadeando unas cuantas veces, y entonces abrió la boca y se humedeció los labios con la lengua. –Buenos días... –consiguió decir mientras se colocaba boca arriba- Jeongguk creyó que ese había sido un movimiento arriesgado, ya que podría haberse caído de la cama, pero consiguió apoyarse justo en el límite de ésta.

     –Creo que ya debe ser por la tarde –comentó Jeongguk mientras observaba a Taehyung intentar estirarse en el pequeño espacio de colchón del que disponía. Cuando estirazó las piernas, casi le tembló todo el cuerpo. –No tengo ni idea.

     –¿Jeongguk?

     –¿Sí?

     –Hmm, hueles a whisky –murmuró Taehyung mientras giraba la cabeza para mirarle. Aun continuaba con los ojos entrecerrados a causa de la pesadez de sus párpados. De modo que le dijo que la razón de ello probablemente tuviera algo que ver con el hecho de haberse bebido casi dos botellas la noche anterior. Taehyung alzó la cabeza para mirar el área de la cocina, sin duda intentado localizar tales botellas, algo de lo que no fue capaz, por supuesto. –Cuando volví, por allí... había cristales y líquido por el suelo, así que lo limpié. Jimin y tú estabais durmiendo y... –volvió a mirarle de nuevo y entonces produjo un suave sonido –me imagino que de aquí viene la sangre.

          Jeongguk le permitió cogerle la mano, la cual levantó para observar la gruesa aplicación de vendajes sobre ella, obra de Jimin. Apenas podía mover los dedos, pero ahora mismo casi le resultaba una ventaja.

     –¿Tuviste un accidente?

     –No tanto como un accidente, más bien... una pataleta –explicó Jeongguk con una ligera punzada de vergüenza. –Me alteré y destrocé la botella, y acabé cortándome con ella. Fue jodidamente infantil y estúpido y me arrepiento de haber actuado de tal modo. El único argumento que tengo en mi defensa es el hecho de que estaba borracho, lo cual tampoco sirve mucho de defensa.

     –Nah, tu defensa es que estabas alterado, Jeongguk –dijo Taehyung mientras le acariciaba delicadamente la palma envuelta por los vendajes con el pulgar. –Estabas alterado y realmente no tenías control sobre tus acciones. No tienes por qué darme explicaciones. Yo también he hecho mierda de ese tipo... al estar alterado y fuera de control.

     –Jimin me dijo que fuiste a ver a Seokjin –dijo Jeongguk mientras observaba los dedos del otro hombre moviéndose sobre las vendas, creando un precioso contraste entre el algodón blanco y su tono de piel. –¿Has encontrado lo que querías buscar o...?

     –Eh –Taehyung se movió para ponerse de lado, liberando su mano a la vez. –No, no tiene nada sobre Kim Jinwoo ahora mismo. Según Seokjin lleva fuera del país algo de tiempo, así que seguir sus movimientos es tarea difícil. Es más sencillo rastrearle usando información de sus cuentas pero, por supuesto, todas a las que Lee envió el dinero eran falsas y sin conexión directa con él. No podemos monitorizarle a través de ellas –Jeongguk produjo un sonido de afirmación. Estaba más que seguro de que Jinwoo llevaba fuera del país al menos medio año, así que no le sorprendió que se encontrara en paradero desconocido. –Ahora mismo se está ocultando, lo que significa que está asustado, Jeongguk. Le tienes acojonado y después de lo ocurrido estas últimas semanas, puede que se quite de en medio durante un tiempo.

     –No se jugará la cabeza después de todo, tienes razón. Se quedará escondido, tramando su siguiente conspiración al menos un par de semanas, lo cual nos proporciona a nosotros una gran cantidad de tiempo para planear la nuestra. No tengo en mente dotarle a él del suficiente como para tan siquiera esbozar mínimamente los fundamentos de otro ataque.

          La suite se quedó en silencio tras esto, sin que ninguno de los dos quisiera romperlo. Jeongguk tan solo aguardó a que Taehyung hablara y la presión no volviera a recaer sobre sus hombros, pero no sucedió tal cosa. En lugar de eso, lo que hizo fue enterrar los dedos en su pelo, echándoselo hacia atrás por él.

     –El funeral es en dos días –explicó Jeongguk en voz baja, sintiendo las manos de Taehyung retirando delicadamente los mechones despeinados que habían aterrizado sobre su ceja. –No quiero ir, no quiero moverme, pero no me queda otra opción. La vida no deja simplemente de avanzar por mucho que así lo desee –El otro hombre continuó en silencio mientras terminaba de colocar finalmente los últimos mechones sobre la almohada, pasando entonces a acariciar la longitud de éstos con los dedos. –Incluso hoy mismo siento que tengo trabajo que hacer, asuntos que revisar y arreglar. Bae está supervisando a varios hombres de mi parte, mientras yo... asumo la reciente situación –Jeongguk sorbió por la nariz y se movió sobre la cama, acercándose un poquito más a él. –Me es difícil... centrarme en cualquier cosa ahora.

     –Sería difícil para cualquiera –coincidió Taehyung en voz baja. –Si mi padre muriera así, joder, Jeongguk, no creo que llegara a recuperarme nunca.

     –Si papi hubiera muerto de otro modo, algo natural como un ataque al corazón o lo que fuera, entonces no dolería tanto –Jeongguk cerró los ojos y dejó escapar su aliento en un suspiro cansado. –Pero me lo robaron, así, sin más. Fue asesinado, Taehyung, eso le tuvo que doler y...

     –Jeongguk.

     –... y no puedo parar de pensar cuanto debió sufrir –continuó, interrumpiendo a Taehyung –y eso es lo que me duele a mí.

     –Jeongguk tienes que dejar de pensar en ese tipo de cosas –casi le ordenó Taehyung, deslizando su mano hacia abajo, hasta llegar a su mejilla; momento en el que ahuecó la palma para sujetársela. –Ahora mismo pensar sobre tu papi no va a cambiar nada. Lo que tienes que hacer es centrar toda esa rabia, todo ese dolor y odio, en otra cosa.

     –En los hombres que le mataron –sugirió.

          Jeongguk ya sabía que el informante de la policía con el que su padre tenía planeado reunirse para discutir el tema de las redadas era quien le había vendido a Jinwoo, quien le había proporcionado la ruta exacta que seguiría para poder coordinar el ataque contra él. Eso es lo que Bae había descubierto; prácticamente le había arrancado la confesión al hombre, y ahora mismo éste se encontraba flotando a alguna altura del Río Han. Pero saber que el informante le había vendido no significaba nada para él. Ese hombre no era Jinwoo, no era uno de los varios hombres que había contratado para asesinarle, y aun le quedaban muchos más objetivos sobre los que no había puesto el punto de mira aun.

     –Sí, en los hombres que le mataron y el hombre que les ordenó hacerlo –coincidió Taehyung con un asentimiento. –Kim Jintae está fuera, el siguiente es Kim Jinwoo. Encontraremos a esa puta rata, ¿sí? No puede ocultarse para siempre, y en el momento en el que alce la cabeza... se la cortaré.

     –¿Figuradamente?

     –Literalmente –le corrigió Taehyung. –Se la cortaré y tiraré a tus pies, justo donde pertenece.

     –Taehyung, yo no... –Jeongguk pausó un momento, inseguro sobre si debería o no decir esto. Ya se lo había confesado a Jimin anoche, así que tenía perfecto sentido contárselo también a él. –No creo ser capaz de hacer esto.

     –¿Hacer que? –preguntó Taehyung, genuinamente confundido, frunciendo el ceño ligeramente. –¿Ir al... funeral?

     –No, no creo poder regir Haedogje Pa –explicó susurrante mientras deslizaba los ojos hasta el otro lado de la sala, en lugar de centrarlos en el rostro del otro. –No creo que pueda. No es por ninguna debilidad, yo no soy débil, –dijo de una forma más bien brusca –pero... es otra cosa; no he podido descifrar el qué, pero sé que está ahí y no puedo evitar sentirlo.

     –Tú eres el único hombre que podría hacerlo –dijo Taehyung sin la más mínima muestra de vacilación. –Ningún otro hombre podría tomar el mando, Jeongguk, y no vas a gobernar solo, ¿recuerdas?

     –... Te tengo a ti –dijo tras reflexionar un momento, volviendo a mirarle. Taehyung le mantuvo el contacto visual unos segundos antes de inclinarse hacia delante y presionar un suave beso en la comisura de su boca. –Te tengo a ti y –Jeongguk se movió para envolver el cuello de Taehyung con los brazos y acercarlo más a él –solo te necesito a ti para que me ayudes a controlarlo. Después de todo, papi necesitó a Jintae –El otro hombre produjo un sonido afoirmativo ante esto, y pudo sentir la calidez de su aliento contra su mejilla.

          Jeongguk no estaba del todo seguro sobre cuanto tiempo permanecieron así, con brazos alrededor de cuellos y rostros tan cercas ente sí que cada exhalación componía también una inhalación, mientras sus alientos casi formaban uno solo. Pudo haber durado unos cuantos minutos o tanto como diez de ellos, pero eventualmente acabó retirando los brazos y sentándose sobre el colchón. Taehyung sí que se mantuvo inmóvil sobre la cama, y Jeongguk salió de ella para cruzar la suite y llegar al sistema de intercomunicación de la pared. Tan solo andar hizo que la cabeza volviera a dolerle de nuevo, y no pudo evitar gruñir mientras medio-avanzaba, medio-se-tambaleaba hasta la máquina. Pulsó el botón de encendido y después presionó una combinación de teclas en el lateral para acabar frente al canal del mostrador de la entrada.

     –Dongjun, ¿dónde está Jimin? –preguntó mientras se inclinaba en la pared, apoyando el peso sobre una mano. No creía que sus piernas fueran capaces de sujetarle de forma segura, y necesitaba tal apoyo.

     –No ha salido del edificio; ¿quieres que revise las cámaras de seguridad, Amo Jeon? –contestó el hombre, con los ojos ocultos tras sus gafas de sol, como siempre. Por una vez, Jeongguk creyó realmente que servían para algo; ahora mismo apreciaría enormemente un par que le bloquearan los rayos de sol que perturbaban su visión a través de la ventana.

     –No, debe estar en el gimnasio –murmuró Jeongguk antes de presionar de nuevo el botón y apagar la pantalla. Sentía su propia cabeza demasiado grande y pesada como para mantenerla en alto, y se encontró a sí mismo alzando las manos para sujetarla entre ambas, casi como si pudiera apretarla hasta su devolverla a su verdadero tamaño. –Taehyung, no dejes que me emborrache nunca más.

     –Mientras que tú no me permitas esnifar más cocaína, trato hecho –respondió Taehyung mientras se sentaba en la cama. Jeongguk se sujetó la dolorida cabeza un poco más y después bajó las manos de nuevo, dejándolas colgando a ambos lados de su torso. –¿Sabes lo que necesitas? –el otro hombre deslizó los pies hasta el lateral del colchón para poder levantarse. –Café y aspirina.

     –Preferiría Dom Pérignon y Adderall, sin duda alguna –contestó Jeongguk mientras el otro hombre cruzaba la sala para llegar a la cocina. –Tengo algunas llamadas que realizar.

     –Y yo café que preparar –respondió con una suave risa. Jeongguk giró la cabeza para monitorizar sus movimientos por la suite y entonces avanzó en dirección a las escaleras, las cuales ascendió para llegar al primer piso y entrar a su oficina. En la mesa, situado junto al ordenador, localizó su teléfono, inerte sobre la superficie  y completamente cargado para su uso, de modo que lo cogió y pulsó la lista de contactos para encontrar el primer número que buscaba. Seleccionó la opción de llamar y se lo pegó al oído, escuchando el discordante zumbido de espera mientras aguardaba a ser contestado. A la cuarta señal pudo escuchar un estallido estático y la voz del otro hombre.

     –Esperaba tu llamada –dijo Goohee, cortante y directo al grano, como siempre. –Antes de dedicarnos a cualquier asunto de negocios, he de preguntártelo: ¿estás bien, Amo Jeon?

     –Estoy... lidiando con ello –respondió Jeongguk. –Bastante bien, Bae. –Se preguntó brevemente si "bastante bien" era el término correcto que utilizar considerando el hecho de que se encontraba en pie en su oficina, desnudo y de resaca, con el estómago hecho un nudo y tan lejano al sentimiento de bienestar como era posible estando con vida. Pero el otro hombre no necesitaba ser conocedor de este hecho, ya que "bastante bien" era lo suficientemente bueno. –Los negocios son la única cosa que tengo para distraerme ahora mismo, así que preferiría ponerme a ello.

     –Ha habido algo de problemas en varios distritos, pero la reacción general es de rabia abyecta y repulsión. La muerte de tu papi no ha sido bien recibida por la mayor parte de Haedogje Pa, Amo Jeon, eso está claro. Era un buen hombre, un hombre justo –Ante las palabras de Goohee Jeongguk tuvo que cerrar los ojos y alzar una mano para presionarse el puente de la nariz. –De hecho algunos dirían que demasiado justo, teniendo en cuenta como un traidor como Jintae y su hijo no fueron obligados a postrarse ante él mucho antes. Era un hombre confiado, y tal confianza constituyó su mayor defecto.

     –Sí que lo era, y mi objetivo se centra en no repetir su error –respondió Jeongguk. –Háblame de los distritos.

     –Se han sucedido algunos tumultos menores aquí y allí, hombres peleándose entre sí por acuerdos y terrenos ahora que creen que nadie les observa. Se equivocan, por supuesto,  y muchos de ellos ya se encuentran resolviendo estos ínfimos malentendidos. La mayoría de ellos han sido eso, insignificantes, pero hay una leve problemática en Dongdaemun-gu; una en forma de Jo.

     –Jo Byungtae, ¿mmm? No me sorprende, la verdad es que sí que le saqué los dientes a su sobrino, así que ya me imaginaba que estuviera cabreado conmigo –comentó Jeongguk y, al otro lado de la línea, Goohee produjo un sonido divertido. –¿Qué tipo de problema?

     –Causó bastante descontrol en una reunión frente a otros hombres declarando que deberías hacer sido tú el asesinado, Amo Jeon.

     –Partidle la puta cara con una barra de hierro –respondió Jeongguk sin vacilación alguna. –Haz lo que quieras con ella, golpeale, apaleale, introdúcesela por donde plazcas: no me importa una mierda, pero no le mates del todo. Déjale saber que sí que tengo algo de piedad, pero que cabrearme para descubrirlo ha sido una mala idea.

     –Café~ –canturreó Taehyung desde la planta baja de un modo siniestramente similar al que Jimin hubiera utilizado en su lugar, ya que le tenía prohibido entrar en la oficina sin su permiso. Jeongguk giró la cabeza para mirar la puerta un momento y fue entonces cuando Goohee habló de nuevo.

     –Tenemos también a ese topo que nos pediste, el de Mapo-gu –explicó por la línea. –Está en nuestra posesión, ¿qué deseas hacer con él? ¿Va a venir tu hombre a recogerlo y encargarse de él?

     –No, voy a ocuparme yo del asunto –dijo Jeongguk mientras daba un par de pasos hasta llegar a la entrada para que le fuera posible examinar la planta baja desde el piso superior. Taehyung seguía sentado en la cama, acariciando a Wangbi con su caliente taza de café en la otra mano. –Tengo planes para él, el día del funeral. Traélo contigo, quiero que sirva como ejemplo.

     –¿Vas a emitir un mensaje para los traidores?

     –Un muy poderoso mensaje –afirmó Jeongguk mientras observaba a Taehyung tirar a Wangbi de una de sus orejas para intentar molestarla; percatándose de los latigazos que estaba dando la gata con la cola en señal de aviso. –Exterminar a un topo no demuestra nada, ¿pero exterminar a uno de los asesinos de mi padre? Eso sí que es un mensaje. No importa quien sea, si es realmente un asesino o no. Nadie lo sabrá.

     –Por último, te necesitaré este fin de semana para discutir ciertos asuntos de relevante importancia –dijo Goohee. –Principalmente para asegurarme de que la policía es consciente del hecho que, a pesar de lo ocurrido, siguen recibiendo sus pagas mensuales.

     –Mmm, estoy dispuesto a incrementarlas en un uno por ciento en todos los distritos y en las áreas problemáticas, dales un 2 por ciento más; eso debería callarles, como siempre. El dinero siempre hace callar a los hombres. ¿He de asumir que el otro asunto está relacionado con nuestro objetivo?

     –Sí, es muy importante, así que necesitaré verte en persona, Amo Jeon –Si Goohee no iba a especificar de qué se trataba exactamente a través del teléfono, entonces debía tratarse de algo realmente importante, algo que no quería poner en riesgo de ser grabado en caso de que alguien les hubiera pinchado la línea y tuviera en mente venderles por algo de dinero fácil. Pero conocía un modo seguro de conseguir una pista sin tener que decir demasiado.

     –Ah, antes de que lo olvide, he oído que últimamente has tenido problemas con plagas de insectos, Bae; ¿algo sobre una infestación bastante jodida? Deberías hacer una revisión completa, mi madre ha tenido que renovar toda la librería a causa de una.

     –Sí que es cierto, Amo Jeon, ya tengo cita para exterminar los putos bichos que se me han metido en casa. Es algo cruel, pero no puedo dejarles campando a sus anchas de tal modo, destrozando todo lo que tocan. Son termitas, probablemente procedentes de esa mesa de comedor china que compré.

          Kim Jinwoo estaba en China y Goohee lo tenía en el punto de mira.

     –Nunca compres muebles de China, tírate siempre por países como Cuba, ahí está la mejor madera –comentó Jeongguk con una amplia sonrisa. –Te veré el fin de semana, Bae. –Finalizó la llamada y tan solo consiguió sofocar su grito de alegría por las consecuencias que causaría en su  palpitante cabeza.

          Goohee no había roto la promesa de aquel día en el almacén, cuando le juró encontrar a Jinwoo, aunque ya le hubiera avisado de que le tomaría algo más de tiempo que matar a Jintae. El otro hombre había conseguido dar con él fácilmente, ya que el gilipollas había huido a China para escapar de sus garras. Y es que allí, lugar donde muchos hombres habrían estado dispuestos a cubrirle en favor de su padre, Jintae, todavía había varias regiones incondicionalmente bajo su control, y Goohee tenía las mejores conexiones posibles  con traficantes de armas alrededor de todo el país. Alguno debería haber vendido a Jinwoo para mantenerse en el lado bueno de Goohee, quizás tan solo confesándole un fragmento de información, pero suficiente para dar al otro hombre lo necesario para rastrearle. Mientras volvía a dedicar la atención al teléfono de nuevo y navegaba entre la lista de contactos, no pudo evitar reírse para sí mismo.

          La posibilidad de que Jeongguk consiguiera ponerle las manos encima a Jinwoo aumentaba, y aunque quizás eso no trajera a su padre de vuelta, ser capaz de aniquilarle seguía constituyendo una bien merecida venganza.

     –¡Jeongguk, vas a acabar con el café helado si no bajas el culo de una vez! –volvió a llamarle Taehyung, con un deje divertido apreciable en su voz.

     –¡Dame un momento! –dijo como respuesta, alzando la voz, mientras volvía a acercarse el móvil a la oreja. Desde su posición pudo oír al otro hombre hablándole a Wangbi. Jimin estaba teniendo claramente un profundo efecto en él si realmente se encontraba hablando con los animales como si fueran humanos. Justo al igual que Goohee, Yoongi respondió la llamada relativamente rápido, lo cual le resultó inesperado. Generalmente necesitaba una considerable cantidad de tiempo para encontrar el móvil, y lo usual era que Jeongguk acabara llamándole numerosas veces para darle la oportunidad de localizarlo.

     –¿S-hola? –dijo, consiguiendo fundir de un extraño modo "sí" y "hola" en una única palabra.

     –Min –dijo Jeongguk mientras se retiraba de la entrada. –Quiero disculparme por mi comportamiento de ayer por la noche. Al rememorar mis acciones, soy consciente de que me equivoqué al entrar en tu oficina de tal modo mientras me encontraba en un... estado tan emocional.

     –... Mierda, Amo Jeon, estabas enfadado, lo entiendo –respondió Yoongi al otro lado de la línea. Era difícil saber si el otro hombre seguía borracho, de resaca o sobrio, ya que siempre arrastraba las palabras de esa forma al hablar. –No tienes por qué pedirme perdón, necesitabas un lugar en el que apalancarte y...

     –Emborracharme –le interrumpió.

     –No es que dispongas de muchos bares a los que poder ir sin jugarte el culo, ¿sabes? Y ya te lo he dicho, mis puertas están siempre abiertas. No podría decirte que no, no después de todo. –Yoongi pausó un momento y pudo oír un par de sonidos aleatorios causados por algo de desorden que el hombre tenía a mano. –No voy a enfurecerme contigo por emborracharte e irte sin causar ningún problema.

     –¿No causé ningún problema?

     –Nah –Young se rió ante esto –nah, para nada. Eh, lloraste un poco y comenzaste a enfadarte, pero no conmigo, creo que estabas discutiendo contigo mismo. Aunque no sé lo que dijiste, como que desconecté cuando empezaste a despotricar como... solía hacer con mi viejo. –Bien, era bueno saber que Yoongi era lo suficientemente listo como para ignorar los desvaríos de un borracho. Jeonguk realmente no podía recordar lo que le había dicho, tan solo minúsculos fragmentos de todo ese sufrimiento. Podría habérsele escapado algo bastante arriesgado, pero al parecer no tenía que preocuparse por ello. –Entonces comenzaste a hablar de Jimin, como siempre.

     –No me sorprende, eso es todo lo que hago cuando voy a verte –coincidió.

     –En realidad, me pediste consejo...

     –¿Lo... lo hice? –Jeongguk frunció el ceño a causa de la confusión y al otro lado de la línea, Yoongi murmuró algo sobre hablar con Jimin acerca de sus sentimientos. –Oh, oh, sí, ahora lo recuerdo. De hecho sí que hablé con él, Jimin me dijo que era feliz y que me amaba también; quiero decir, puede que tan solo lo dijera por decir, pero... Jimin no me mentiría, ¿no?

     –... No, no, Jimin no haría eso, es una persona honesta –contestó suavemente. –Seguro que te dijo la verdad, Amo Jeon. No mucho después, te fuiste y no causaste problema alguno, tal y como te he dicho.

     –Vale, gracias.

     –Lo único que quiero pedirte es que no vuelvas a mandarme a Kim aquí –dijo en voz baja, casi como si no quisiera ser escuchado por nadie, como si estuviera asustado. –Por favor, Amo Jeon, no quiero volver a verle después de lo de anoche.

     –Por favor, explícate, Min –pidió Jeongguk, no lo suficientemente severo como para considerarlo una orden, pero claramente aguardando una respuesta. ¿Qué quería decir con "anoche" exactamente? ¿No había ido Taehyung tan solo a ver a Seokjin la noche anterior? ¿O también le había hecho una visita a Yoongi, una visita con el objetivo de ponerle la mano encima a algo más potente que la oxycotina?

     –Mira, Amo Jeon, quiero que sepas que no te estoy atacando a ti o a Kim con mis palabras, pero esta es la verdad –explicó Yoongi rápidamente. –Kim es un adicto ahora mismo, y no quiero estar cerca suya porque es volátil. Vino aquí no mucho después de que te marcharas, quizás tras una media hora, y me ordenó que le entregara morfina. Le dije que no, que no me habías dado permiso para ello, pero persistió en su demanda. Hubo violencia involucrada. –Jeongguk se mordió el labio inferior ante esto, escuchándole hablar. La voz de Yoongi había tomado un tono más bien ansioso y se preguntó si el otro hombre estaba recordando todas esas veces que su padre había llegado a las manos cuando el mono le había resultado demasiado abrumador. –Tuve que dársela, Amo Jeon, no podía escucharle suplicándome se esa forma, me hizo...

     –Lo comprendo, Min.

      –... pensar sobre mi viejo y yo, solo...

     –Min, detente –le interrumpió firmemente Jeongguk. –Lo comprendo. –Al otro lado de la línea pudo escuchar a Yoongi intentando tomar inspiraciones tranquilizadoras. Dios, el otro hombre podía llegar a volverse un manojo de nervios a veces, especialmente ante cualquier mención del puto lunático que tenía por padre. –Antes de finalizar la llamada quiero asegurarme de algo; ¿no te has visto tentado a recaer de nuevo, no?

     –Tentado... Mierda, Amo Jeon, no pasa un día en el que no me tiente volver a usarla de nuevo –replicó Yoongi en esa misma voz jadeante. –Pero no, no he tocado esa mierda, lo juro.

     –Bien, mi papi te hizo pasar un infierno y yo no quiero tener que repetirlo de nuevo.

     –Tendrás que hacerlo con Kim –murmuró Yoongi en voz baja.

          Jeongguk sintió una pequeña punzada de dolor ante sus palabras mientras colgaba. No necesitaba recordatorio alguno de este hecho porque era algo sobre lo que ya había pensado innumerables veces. Sabía que era mala, ¿pero que otra opción tenía? Taehyung necesitaba que le desalojaran la bala esa misma noche y él había hecho todo lo posible para asegurarse de que sobreviviera a la herida. Jeongguk sabía en el fondo de su corazón que era culpa suya que Taehyung se hubiera enganchado a la morfina, pero culparse a sí mismo no iba a solucionar el problema. Se inclinó hacia delante para colocar el teléfono en el mismo lugar que antes y entonces salió de la oficina para llegar al balcón interior y bajar por las escaleras.

     –Oh, mira, ya ha llegado papi –anunció Taehyung mientras atravesaba la suite para llegar a la cama. Lo hizo de un modo afeminado, imitando a Hodong a la perfección. Iba a necesitar que el hombre le hiciera más trajes pronto.

     –Sigue llamándome papi, –comentó Jeongguk sarcásticamente mientras bajaba una mano para revolverle el pelo salvajemente –y vas a hacer que se me ocurran un par de ideas.

     –Hmm, ¿vas a comprarme un coche antes? –respondió Taehyung con un perezoso alzamiento de cejas.

          Jeongguk supo con tan solo una mirada que estaba colocado hasta las cejas porque volvía a tener tener los ojos vítreos y cristalinos. Cuando deslizó la atención hasta su brazo pudo ver algo en la zona interior de la manga de la camisa: varios puntitos minúsculos de sangre que le habían goteado por el antebrazo y manchado el tejido de una de las prendas que Jimin le había comprado. Mientras él hablaba por teléfono, Taehyung había preparado el café y, probable y obviamente, drogado en la puta cocina.

     –Te compraré todo lo que quieras, bebé –dijo Jeongguk. –Esta puta ciudad me pertenece ahora.

     –Sí, pero... –Taehyung se movió para colocar su taza de café sobre la cómoda y entonces pasó a envolverle la cintura con los brazos. Le acercó a él y procedió a presionar un beso justo debajo de su ombligo. –A mí también. –Los labios del otro hombre se alzaron en una difusa sonrisa.

     –Sí –coincidió Jeongguk mientras Taehyung continuaba arrastrando sus labios y lengua hacia abajo. –Sí que es tuya.


♚♔♛


          La fachada del exterior de la iglesia estaba tan repleta de coches que apenas había espacio suficiente para que su vehículo avanzara por la carretera. No le resultaría exagerado acabar golpeando o arañando el cuerpo de algún otro automóvil con los espejos retrovisores, porque apenas disponían de unos cuantos centímetros libres a cada uno de los lados. A su derecha, Jimin se encontraba inmóvil y callado, al igual que siempre que viajaba en la parte trasera del coche, y junto a la ventana, Taehyung también se encontraba atípicamente silencioso. Jeongguk sabía que iban de camino a un funeral, el más importante al que acudirían en toda su vida a excepción de los suyos propios, pero no le gustaba el silencio. Descubrió que necesitaba romperlo de alguna forma tan solo para no tener que recordar que ocurriría hoy.

          Jeongguk enterraría a su padre hoy. Demasiado pronto, dieciocho y cuenta y seis años, respectivamente. Debería haber enterrado al hombre a los sesenta como muy joven, a los ochenta como mucho, pero a pesar de todo, lo estaba haciendo hoy. Había algo tan fundamentalmente erróneo sobre esto, que ni tan siquiera podía hacerse una idea sobre ello, de modo que estaba intentado con todas su fuerzas no dedicarle ni un momento de reflexión.

     –Taehyung, necesito que le eches un ojo a Jimin este fin de semana por mí –dijo Jeongguk, tan sol para romper el silencio del coche. Retiró la mirada de la ventana para ver que Jimin se encontraba observándole atentamente. –Tengo una cita con Bae para solucionar varios problemas y quiero que cuides de él por mí.

     –No necesita una niñera, Jeongguk –respondió Taehyung con tono ligero, tan solo para hacerle saber que estaba bromeando.

     –No se trata de ser su niñero, sino más bien de darle atención –respondió Jeongguk, observando como su sonrisa se desvanecía lentamente mientras las comisuras de sus labios caían hacia abajo. –Quedarte con él, en otras palabras, no dejarle solo. –¿Sabía Taehyung que con esto se estaba refiriendo a su espontánea visita a Yoongi para conseguir drogas? Puede que sí, después de todo acababa de removerse sobre su asiento de una forma más bien incómoda. –Jimin se altera bastante cuando se queda solo, y preferiría que le hicieras compañía en estos perturbadores momentos que estamos atravesando.

          ¿Cuidar de Jimin? Más bien al contrario. Jimin probablemente sería el que le cuidara a él cuando comenzara a inquietarse de nuevo, cuando volviera a drogarse y descubriera que tumbarse en la cama todo el día era una mejor alternativa que moverse en lo más mínimo. Jeongguk sabía sin duda alguna que agotaría el vial de morfina a la velocidad de la luz, y que entonces necesitaría otro. Sin embargo, y con la suerte de su parte, el problema con Jinwoo ya debería encontrarse resuelto para cuando ocurriera tal cosa, y consideraría encargarse de buscar ayuda para desintoxicarle. Pero, cualquiera que fuera el caso, mientras ambos estuvieran juntos en el bloque de apartamentos, no importaba.

          Jeongguk no quería decirle a Taehyung que la verdadera razón por la que quería que hiciera de "niñero" de Jimin era evitar que ninguno de los dos saliera herido mientras él no se encontraba presente. Jimin ya era conocedor de esa debilidad, y no necesitaba que nadie más lo supiera.

          Yang aparcó el coche en el único sitio disponible frente a la iglesia: su reservado. Donde debería encontrarse el Ssangyong de su padre, se hallaba el vehículo de su madre en su lugar: un Ferrari 488 plateado. La imagen le hizo sentir un opaco dolor en el pecho y literalmente acabó alzando un brazo para presionarse el pecho un momento. Entonces Taehyung abrió y sujetó la puerta para él y Jimin, de modo que avanzó por el asiento trasero para salir del automóvil. En cuanto estuvieron fuera, el hombre cerró la puerta con fuerza y se arregló la chaqueta del traje automáticamente. Atrás habían quedado los días en los que se quedaba con arrugas amontonadas por la parte del abdomen hasta encontrar al joven hombre observándolas.

     –Dios, puto odio las iglesias –murmuró Taehyung entre dientes mientras entrecerraba los ojos ante la que se encontraban. No era la misma que la del funeral de Ahn, sino otra en el distrito de Yongsan-gu. Jeongguk sabía que su familia no era particularmente religiosa, pero su abuela había sido católica, así que resultaba apropiado que el funeral de su padre se aconteciera aquí también. Obviamente no enterraría aquí a su padre, la iglesia era tan solo era el lugar donde se celebraría la ceremonia.

     –Ya sabes cual es mi opinión sobre los funerales –comentó Jimin mientras pasaba también a observar el edifico.

     –Sí, bueno, es una pena, porque vamos a entrar –declaró Jeongguk mientras estiraba ambos brazos para agarrar a cada uno de ellos por la muñeca y procedía tirar de ellos en dirección a las escaleras de la entrada. Ninguno protestó, no clavaron los talones en las rendijas del pavimento, pero aun así emanaban una sensación de incomodidad. Como si no tuviera suficiente con su estómago anudado y la presión de las náuseas en su interior. Subir las escaleras no le afectó en lo más mínimo, pero con tan solo posar un único pie en la iglesia, sintió algo en su interior.

          Un escalofrío que viajó por toda la longitud de su columna vertebral le hizo apretar los dedos alrededor de las muñecas de sus acompañantes involuntariamente, hasta conseguir liberar su agarre de ellas.

          Jeongguk tuvo que tomar una profunda inspiración y mantenerla en sus pulmones para intentar tranquilizarse y mantenerse bajo control. El aire se había espesado a causa de la esencia del incienso, lo cual alteró su estómago. Durante una serie de espantosos segundos, estuvo casi convencido de que vomitaría, y se encontraba a punto de girarse para salir escopeteado de la iglesia cuando consiguió dominar sus órganos. La capilla estaba completa en su totalidad, todos los bancos se hallaban ocupados e innumerables hombres y mujeres tuvieron que quedarse en pie en cualquier hueco libre o al lado de los asientos, porque no había espacio suficiente para todo el mundo. Tan solo tuvo que darse cuenta de su presencia una única persona para que todo las cabezas de se giraran y las voces disminuyeran hasta formar casi un absoluto silencio.

          Justo al final del banco situado a la derecha de la pila de agua bendita, Yoongi lucía como si estar aquí fuera lo último que deseara en este momento. No llevaba traje porque técnicamente no poseía ninguno, pero al menos su largo y pesado abrigo cubría tal realidad. Probablemente ni siquiera fuera suyo, ni tampoco el sombrero que llevaba en la cabeza. Sentado a su lado estaba Seokjin, una imagen relativamente interesante, pero Jeongguk supuso que Yoongi quizás le visitara ocasionalmente en busca de información y novedades sobre otros traficantes. Éste parecía mucho más acorde a su entorno con su traje y camisa negra, correcto y puritano. Mientras avanzaba para quedarse en pie junto al banco, Seokjin se levantó  respetuosamente, a diferencia de Yoongi; lo cual no le sorprendió mucho.

     –Siento terriblemente tu pérdida, Amo Jeon –dijo Seokjin mientras le dedicaba una profunda reverencia, dándole en la cabeza a Yoongi con el codo y casi tirándole el sombrero al suelo. –Mis más sinceras condolencias.

     –Gracias –dijo Jeongguk con tonalidad suave. Se percató de que la mirada de Seokjin se deslizó discretamente hasta Jimin antes de volver a centrarla en su rostro; todo lo contrario que Yoongi, quien se encontraba analizando abiertamente a Taehyung. –Tienes mis archivos de Mapo-gu, ¿verdad? ¿Estás buscando los hombres que te dije?

     –Por supuesto, Amo Jeon –le asintió Seokjin. –Me pondré en contacto contigo en cuanto me haga con información de cada uno de ellos.

     –Bien –entonces miró hacia abajo, hacia Yoongi, y consideró decirle algo, pero al final se decantó por un asentimiento como saludo suficiente. El otro hombre decidió dejar de observar a Taehyung y, en su lugar, bajó la mirada hasta el cojín acolchado dedicado a las genuflexiones situado a sus pies. Jeongguk les hizo un gesto a Taehyung y Jimin para que le siguieran hasta el altar principal, curvando los dedos lentamente, y ambos le siguieron diligentemente.

     –Tae, ¿va todo bien? –preguntó Jimin con una voz tan delicada como la de un susurro. Cuando Jeongguk les dedicó una rápida mirada pudo ver que le había cogido la mano al otro hombre para reconfortarle, y que avanzaban con los dedos entrelazados. Qué imagen tan preciosa era la de sus manos unidas de tal forma.

     –Sí, magnífico –respondió Taehyung en un tono más bien impersonal, completamente opuesto a sus palabras. Su expresión permaneció neutral, pero Jeongguk pudo ver un algo en sus ojos que refulgía como vergüenza.

          Jeongguk les escoltó a ambos por la iglesia hasta el primero de los bancos de la izquierda, lugar en el que sentarían. Había espacio en uno de los extremos específicamente reservado para ellos, y solo las personas más importantes del lugar se encontraban sentadas en él. Su madre y abuelos, Goohee y su esposa, y otras varias personas conectadas a su madre que realmente desconocía mas allá de sus rostros.

          Su madre llevaba cubierta la mayor parte de la piel a excepción de las espinillas y la parte superior de los pies. Portaba un atuendo completamente negro: un vestido de cuello alto que finalizaba justo bajo su barbilla, apretado por la cintura y por debajo de las rodillas con un chaqueta formal larga por encima y zapatos de salón. En la cabeza, tanto como símbolo de respeto en la iglesia como por el duelo, también llevaba un sombreo negro también con un velo que actualmente le cubría la cara. Llevaba cubiertas incluso las manos con un par de guantes, y cuando Jeongguk le alzó el velo pudo ver que continuaba tan preciosa como siempre.

     –Mi ángel –casi le suspiró, tensando los labios mientras su hijo personaba un beso en las comisuras de éstos. Jeongguk puso sentirla temblando y eso fue suficiente para hacer que sus dedos arañaran con fuerza el velo.

          Kim Jinwoo había hecho esto. Él había sido quien le había causado tanta agonía a su madre y la razón por la que su padre se encontraba tumbado en un ataúd con la tapa cerrada a tan solo unos metros. Un ataúd con la puta tapa cerrada. Ni siquiera podría darle un beso justo como el que acababa de darle a su madre, ni siquiera uno final.

     –No, no, tú eres el ángel –consiguió responder Jeongguk a través de su fuertemente contraída mandíbula. Volvió a dejar caer el velo de nuevo y la mujer se lo recolocó rápidamente en su sitio.

     –Taehyung, por favor, siéntate a mi lado –dijo su madre mientras señalaba el espacio libre. Claro que se estaba asegurando de conseguir tal cosa, antes de que tan siquiera Jimin tuviera la posibilidad de ocupar el sitio. Taehyung le miró entonces, buscando su aprobación, de modo que le asintió, intentando no mirar a Jimin en el proceso. No le iba a dejar en paz ni tan siquiera en el funeral de su padre. A Jeongguk no le sorprendería en lo más mínimo si mencionara la presencia de ese tal Yoong-no-sé-qué y le arrastrara a una forzosa conversación tan solo para retorcer el cuchillo todavía más y herir a Jimin.

          Fue después de escuchar hablar a media iglesia seguidos de una docena de putos himnos, cuando Jeongguk decidió que él también odiaba tanto las iglesias como los funerales. Sentado ahí en el banco, con una de las manos de Jimin envolviendo la suya con fuerza y clavando la otra en el tejido de la chaqueta del traje de Taehyung, apenas se veía capaz de respirar y una parte de él estaba convencida de que acabaría desmayándose delante de todos. Esto estaba mal. Se suponía que esto no debería estar pasando y no podía aceptarlo. Pero no había otra alternativa por la que decantarse cuando su padre se encontraba tumbado a un par de metros en un puto ataúd. Eso hacia que le resultara complicado ignorar la realidad en favor de la fantasía.

          Jeongguk no iba a llorar. Se suponía que nunca debería llorar frente a su padre y, especialmente, no cuando su madre estaba presente.

          Llegó su momento de leer la elegía, y se aseguró de alertar a Goohee para que éste cumpliera su parte. El hombre se puso en pie justo a la vez que él, atravesando la longitud del banco para llegar al vestíbulo mientras él avanzaba hacia el altar, hasta detenerse tras el púlpito. Jeongguk no habló justo al llegar a su posición, sino que se mordió la lengua, permitiendo que la inquietud se extendiera a través del silencio bajo su mirada. Cuando contó treinta segundos en su mente, decidió abrir la boca finalmente.

     –Durante casi veinte años, mi padre mantuvo la paz –explicó Jeongguk mientras ojeaba las dos columnas de bancos. Realmente no vio a ninguna de las caras frente a él, tan solo les recorrió con la mirada porque sí. Su voz se vio amplificada por la gran altura de las paredes y techo además de la ayuda de un micrófono de pie. –Trabajó bajo Haedogje Pa para unirnos a todos como un embajador global; y mi padre no solo mantuvo la paz, frecuentemente la creó él mismo. En esas dos décadas se han sucedido un alto número de dificultades, pero con su dirección, su inteligencia y perseverancia, Haedogje Pa como la conocemos hoy día se ha mantenido fuerte e inquebrantable ante las mareas que han intentado atraparnos y destrozarnos contra las rocas.

          En primera fila, Taehyung le observaba como si el mismo Jesucristo se hubiera alzado entre los mortales de nuevo, con una expresión absolutamente maravillada. A su lado, Jimin se encontraba demasiado ocupado observando el vestíbulo para ver a donde se había dirigido Goohee. Su madre se encontraba palpándose suavemente los ojos bajo el velo, consiguiendo no producir ruido alguno mientras lloraba.

     –Pero la paz ha sido quebrantada –dijo Jeongguk suavemente mientras finalmente volvía a dirigir la mirada a la congregación. –Este imperio se ha visto forzado a postrarse ante cierto grupo de individuales que quieren destruir todo lo conseguido durante tantos años. Sin embargo, yo no voy a permitir que eso ocurra. No voy a permitir que todo lo que hemos construido, juntos, sea destruido.

          Jeongguk hizo un gesto con una mano, un movimiento de muñeca parecido al de un saludo, dirigido a Goohee como señal para que volviera a la sección principal de la iglesia. El otro hombre salió del vestíbulo, y al hacerlo, arrastró a alguien con él. El otro hombre llevaba una bolsa de estopa cubriéndole la cabeza y las muñecas atadas a la espalda con un grueso manojo de cuerda de nylon. La imagen tan solo captó la atención de una pequeña parte de los reunidos, ya que la mayoría no podían ver el presbiterio claramente desde sus asientos. Jeongguk bajó del púlpito para acercarse a Goohee.

     –Este hombre –explicó mientras arrastraba al prisionero hasta el centro del antealtar, para que quedara a la vista de todos. Le apretó el codo con los dedos con tanta fuerza que no le sorprendió en lo más mínimo escuchar un dolorido gemido por su parte. –Este hombre ayudó a asesinar a mi padre, y lo mejor de todo es que alardeó de ello.

          Una extensión de jadeos de sorpresa se extendió ante esto, incontables voces se quedaron sin aire ante la conmoción de esta particular anunciamiento. Jeongguk empujó al hombre hacia delante hasta dejarlo justo frente a él, y entonces le pegó una fuerte patada en la parte trasera de las rodillas para forzarle a arrodillarse. Con la cabeza cubierta y las manos inmovilizadas no pudo hacer mucho más que caer de rodillas y mantenerse inmóvil. Jeongguk supo que bajo la capa del material que le cubría la cara portaba una mordaza, y pudo oírle forcejear para respirar a través del grueso material. La parte delantera de éste probablemente se encogiera y volviera a aflojarse con cada inspiración ahogada, mostrando al resto de la iglesia un leve boceto de sus rasgos faciales a momentos.

     –La muerte de mi padre fue algo de lo que presumir –dijo Jeongguk, sintiendo un sabor amargo inundando su boca al hacerlo. Tan amargo como las mentiras que brotaban de su lengua. –Una puta historia que contar a otros hombres al emborracharse. Sin embargo, no contó con la posibilidad de ser cazado. Eso es algo que nunca hacen los traidores.

          El resto de hombres y mujeres se encontraban, todos ellos, observándole casi al límite de los bancos, aguardando a descubrir qué cojones iba suceder a continuación. El aire resultaba pesado a causa de la inconfundible tensión de alientos ansiosos, lo suficientemente espeso como para casi llegar a la categoría de sofocante. Frente a ellos, el preso ni siquiera se movió, inmovilizado sobre sus rodillas. Sabía que había sido fuertemente drogado para asegurar su conformidad, tan solo para cerciorarse de que nada saldría mal y que el mensaje que pleaneaba emitir se comprendiera a la perfección.

          Jeongguk sacó el arma de su sujetapistolas, retirando el seguro con el pulgar para colocar el cañón justo en la nuca del hombre. Se preguntó si tan siquiera fue capaz de sentir la fría y dura presión del metal antes de que apretara el gatillo y le disparara. La bala escapó de la recámara con un ensordecedoramente potente sonido, un rugido que rasgó el aire, y una fina llovizna de sangre voló hacia atrás, rociándole todo el cuerpo. Jeongguk sintió las gotas de la sustancia entrando en contacto con sus pantalones y camisa, aterrizando sobre sus guantes e incluso manchándole la cara. El hombre cayó hacia delante, y golpeó el suelo de madera con un sustancioso "pum"; momento en el que bajó la pistola.

          Una bandada de gritos provocados por su inesperada acción se hizo eco en la capilla y parte de los reunidos dieron un respingo a causa de la conmoción. Un alto número de mujeres bajaron la cabeza, alzando los brazos hasta sus sombreros instintivamente en un intento de crear una extraña especie de escudo, y unos cuantos hombres saltaron estúpidamente de su sitio hasta quedar en pie, ofreciéndose como objetivos. Jeongguk detectó un repentino movimiento en el primer banco y cuando miró en tal dirección fijó los ojos en Taehyung y Jimin, justo allí, en uno de los extremos. Jimin se encontraba observando el cadáver a sus pies, con el rostro desprovisto de cualquier cosa remotamente similar a emoción alguna, a excepción de sus ojos: los tenía abiertos completamente. Sin embargo, aun así su mirada parecía estar totalmente vacía, vítrea, incluso. El que sí que se movió fue Taehyung, quien se sacudió repentinamente junto a él. Jeongguk no pudo oír lo que dijo a causa de la temporal sordera autoimpuesta en sus oídos al apretar el gatillo, pero estaba bastante seguro de haber leído los labios de Taehyung a la perfección debido a la corta distancia que le separaba de él.

     –Oh, joder, no mires, Jimin, no... –eso fue lo que pronunciaron sus labios antes de que girara el cuerpo y perdiera de vista su boca. Al hacerlo, prácticamente unió a Jimin a él, cogiéndole de los hombros para darle la vuelta bruscamente y forzarle a enterrar la cara contra su pecho. Su madre ni tan siquiera se inmutó, permaneció inmóvil con las manos acomodadas sobre una de sus rodillas.

     –Con esto, envío un mensaje –declaró Jeongguk mientras sacaba un pañuelo del bolsillo de su chaqueta y se daba toquecitos sobre la cara, limpiándose los posibles y realmente presentes trazos de sangre que la recorrían. –Y el mensaje es: no hay lugar en este mundo en el que alguien esté puto a salvo de mí. Cualquier hombre involucrado en el asesinato de mi padre, es hombre muerto. Cualquier hombre que simpatice con Kim Jinwoo, es hombre muerto.

          Volvió a mirar a la primera fila, a Taehyung y Jimin, mientras el primero continuaba con los brazos envueltos alrededor del segundo para proteger su rostro del presbiterio. En realidad lo que estaba haciendo no serviría para nada, ya que Jimin ya lo había visto de todos modos; tan solo constituía un pobre intento de consuelo. Jeongguk observó los rápidos movimientos, de arriba a abajo, pronunciados por los hombros de Jimin, y entonces vio como los dedos del otro hombre casi le acariciaban la nuca, alisándole el pelo. Taehyung había hundido la barbilla en la parte superior de su cabeza, y se encontraba observándole con una expresión difícil de leer. En ella había conmoción, por supuesto, pero tan solo a un mediano término, el ocasionado por haber sido pillado por sorpresa. A Taehyung no le impresionó el acto de violencia en lo más mínimo, sino lo inesperado del momento. Sin embargo, bajo esta fachada había algo más, algo que no pudo descifrar ahí mismo.

          Un aroma a tejido quemado flotó hasta su nariz, mezclándose con la vigorizante esencia del disparo del cañón y el cobrizo olor a sangre que comenzaba a extenderse formando un gran charco a sus pies.

     –Haedogje Pa no está rota –anunció mientras volvía a introducirse la pistola en el cinturón. –Haedogje Pa no será destruida. ¡Yo soy el que va a recabar y destruir a cada uno de los hombres y mujeres responsables de este golpe de estado, restableceré la paz de este imperio porque ahora yo soy su puto embajador! –les gritó Jeongguk, causando que la mayor parte de los presentes se encogieran en el sitio. –¡Este es mi imperio y es mi responsabilidad asegurarme de que cada puto activo que pertenece a Haedogje Pa permanece en Haedogje Pa! ¡Y esto es lo que le ocurrirá a cualquiera que se muestre en desacuerdo conmigo!

          Jeongguk echó la pierna hacia atrás y pateó el cadáver del hombre con fuerza, haciéndole caer del presbiterio del altar hasta el suelo en un incontrolable caos de extremidades. Su arruinada cabeza aterrizó sobre el suelo con otro brusco golpe, y dejó un espeso rastro sangre a su paso a través de la pálida madera de alce.

     –Durante demasiado tiempo ciertos hombres han creído que sus elecciones eran más importantes que Haedogje Pa, como una unidad –escupió. –Así no es como funciona un puto imperio.

          Jeongguk bajó la mirada hasta el cuerpo para encontrarse con una piscina de sangre esparciéndose por el suelo encerado. Al menos no había causado ningún desastre excesivo, supuso. Habría mucha más gore si no le hubiera colocado la bolsa en la cabeza, pero, por suerte, el material había atrapado en su interior la mayor parte de ésta. Sin embargo, sí que tuvo que tomar un gran paso para llegar al cadáver y sin pisar la sangre accidentalmente.

     –Por favor, –dijo mientras volvía a introducir el pañuelo de vuelta a su bolsillo, girándose hacia el sacerdote –continúe con la misa.

          Como era de esperar, Taehyung tuvo que arrastrar a Jimin del banco en dirección al pasillo para poder salir de la iglesia. El otro hombre parecía estar al límite de la inconsciencia, así que Taehyung prácticamente tuvo que cargar con él, sujetándole la cintura con fuerza. Jeongguk caminó por delante suya hasta llegar a las puertas, sintiendo cientos de ojos sobre él mientras el órgano comenzaba a tocar una vez más el siguiente himno religioso. Subieron a la parte trasera del coche y Jimin echó la cabeza hacia atrás sobre el asiento con una serie de jadeantes gimoteos.

     –Yang, llévanos de vuelta al apartamento –instruyó Jeongguk mientras deslizaba el brazo alrededor del cuello del otro hombre para permitirle descansar la cabeza sobre su hombro. El motor se puso en marcha y, un momento después, ya se encontraban alejándose de la acera y recorriendo la longitud de la calle siguiente.

          El interior se habría sumido en un silencio absoluto sin la respiración irregular de Jimin mientras intentaba volver a tomar el control de su propio cuerpo. También había pasado a producir débiles sonidos, pequeños lloriqueos, pero no pareció sucumbir ante el desmayo que le acechaba fervientemente. Fin. Jeongguk había ido al funeral para afirmar su declaración, y una vez hecho, ya no necesitaba permanecer en ese maldito edificio escuchando los miserables y continuos himnos ni un segundo más. El alivio que le produjo la libertad le resultó abrumador, y Jeongguk pudo respirar finalmente sin sentir ese peso sobre su pecho demoliéndole las entrañas. Además, no había habido ninguna clase llanto, nada de lamentos y gemidos de dolor sobre la tapa cerrada del ataúd que pudieran haber alterado a su madre. Había manejado la situación tal y como habría hecho un verdadero hombre, incluso a pesar del dolor de cabeza que le había ocasionado haber tensado la mandíbula durante tanto tiempo. Sin embargo, ninguno de sus hombres le había visto llorar, y eso era todo lo que importaba. Una vez separados de la iglesia por un par de manzanas, alguien rompió la quietud.

     –Jeongguk, ese hombre al que acabas de matar –Taehyung se movió sobre el asiento para observarle, inclinándose hacia delante para poder mirarle a los ojos sin tener que mover a Jimin. –¿Ha hecho algo de lo que le has acusado? ¿Ayudó a asesinar a tu padre realmente?

     –No –respondió Jeongguk sin vacilación alguna. –Le he usado de ejemplo. –Entonces alzó una mano para colocarla sobre la cabeza de Jimin, acariciándosela. –Necesitaba hacer un ejemplo. ¿Acaso importa que ese hombre ayudara o no a asesinar a mi padre? Era un topo, esa es la realidad. He resuelto dos problemas de una vez.

     –¿...Un topo? –Taehyung frunció el ceño ante esto, al igual que las comisuras de sus labios. –¿Un topo de Jinwoo o-o de la policía?

     –Lim –dijo Jeongguk mientras giraba la cabeza para mirarle. –El hombre al que acabo de disparar en la cabeza era Lim Dongwoo, el hombre que te introdujo en Haedogje Pa. Era un informante de la policía.

          Ante sus palabras, todo el control que Taehyung había conseguido ejercer sobre su expresión, simplemente, desapareció. La boca se le abrió tan rápidamente que pareció haberse dislocado la mandíbula allí mismo, y una total flacidez se hizo dueña de sus rasgos. Su rostro gritaba absoluto horror y a Jeongguk no le sorprendió descubrir tal sentimiento plasmado en sus facciones. Para Taehyung, descubrir que Lim era un topo debía haber sido como que a él le dijeran que Woo era uno: inconcebible.

     –Un... un topo, un puto... –Taehyung alzó una mano para cubrirse la boca, forzándose a cerrársela de paso. –Joder.

     –Sus hombres no tenían ni idea, la mayoría de ellos llevaban años trabajando para él y ni siquiera se lo imaginaban. Era bueno, muy bueno –explicó Jeongguk con una sacudida de cabeza. –Tan solo no lo suficiente. Llevaba trabajando con completa inmunidad todo este tiempo, justo en nuestras narices. Debería habérmelo imaginado, teniendo un puesto como ese; trabajando en propiedades y mierdas de ese tipo. Sabía que de ese modo evitaría el peligro la mayor parte del tiempo. –Pausó un segundo para mirar hacia el lateral y descubrir que Taehyung continuaba observándole, sin pestañear y, al parecer, también sin respirar. Al menos ya no tenía la boca abierta. –No como tú, Taehyung. Tú estás en primera línea, por así decirlo. Ningún departamento sería lo suficientemente estúpido como para intentar tal cosa.

     –Sí, eso sería... jodidamente estúpido –coincidió Taehyung con un lento asentimiento, bajando las manos hasta su regazo.

     –Los topos son buenos, pero no perfectos, todos los hombres cometen deslices –explicó Jeongguk lentamente, girando la cabeza para mirar por la ventana. –Con toda esa presión sobre sus hombros... sino se trata de un desliz, bien acaban enloqueciendo o dando la espalda.

     –¿Dando la espalda?

     –Sí, dando la espalda al departamento. Estoy más que seguro de que varios hombres han descubierto a lo largo de los años que Haedogje Pa satisface sus intereses mucho mejor que la ley. Pero, sin importar el caso, siempre tienen algún descuido.

     –¿Es Lim el primer topo con el que has mantenido contacto? –dijo Taehyung con una voz más bien baja.

     –Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que se descubrió uno. Le sucedió una vez a mi abuelo, cuando papi era adolescente –Jeongguk se percató de que acababa de decir "era" en lugar de "fue", pero ya no iba a retractarse para cambiar sus palabras. –Hubo un topo con el que papi pasó mucho tiempo, de cuya compañía disfrutaba. Supongo que aprendió mucho de ese hombre, pero aun así seguía siendo un topo y todos los topos han de ser exterminados –Jimin sorbió por la nariz un par de veces, aparentemente recobrando sus sentidos de nuevo. –Papi me dijo que nunca se podría haber imaginado que aquel hombre, creo que su nombre era Moon; que Moon era un topo, pero sí que era.

     –Ggu... Ggukie –murmuró Jimin contra su garganta. –Tú... la pistola...

     –Lo sé, lo sé, nena, siento que hayas tenido que ver eso. Pero tenía que dispararle, para que fuera rápido –explicó. –Sé que no te importa la sangre mientras no haya una pistola presente, pero era mi única opción. –Jimin no le contestó. –¿Cómo pudo un hombre como Lim formar a un hombre como tú, Taehyung? –preguntó Jeongguk mientras torcía el cuello para situar su cabeza sobre la de Jimin, dejando escapar su aliento en un pesado suspiro. –A estas alturas ya ni siquiera es posible diferenciar a un topo de un hombre de verdad.

     –Yo... yo confiaba en él –dijo Taehyung mientras se removía sobre el asiento y bajaba la mirada hasta el suelo del coche. –Era como... como un puto tío para mí, Jeongguk. Ese jodido bastardo.

     –Mi propio tío, tío Kyungsoo, era un informante de la CIA –respondió Jeongguk. –Nunca confíes en tus tíos: lección aprendida.


♚♔♛


          Justo como Jeongguk le dijo la mañana del funeral, Taehyung descubrió repentinamente que la suite del ático se encontraba carente de su presencia cuando llegó el fin de semana. El tiempo se había desvanecido tan rápido que los cuatro días que le separaban de él pasaron como una brumosa neblina que ni tan siquiera lograba recordar en su mayor parte, ya que no había ocurrido nada especialmente excepcional. Taehyung estaba acostumbrado a días tan repletos de negocios y violencia, que olvidar cualquier cosa acontecida resultaba algo imposible, pero tras el funeral de Jeon, la actividad había disminuido notablemente. Sin embargo, sí que se había esperado levantamientos de algún tipo, una reacción instantánea al caos producido por la muerte del hombre pero, por supuesto, nada de eso había sucedido. Tal reacción resultaría peligrosa y conllevaría demasiados riesgos y pondría demasiadas vidas en juego. Tenía mucho más sentido asegurarse de que Jeongguk se mantuviera equilibrado y racional, permitirle comenzar a actuar de manera progresiva e inteligente. Después de todo, el que avanzaba lento pero seguro conseguía los mejores resultados, y el que corría y actuaba descuidadamente, se ganaba un disparo que le rebanara los sesos en mitad de una iglesia.

          Jeongguk había pasado mucho más tiempo de lo normal en la suite, y Taehyung encontró tal hecho enormemente extraño. Ya no había frenéticas prisas mañaneras para prepararse y llegar a la reunión del día, ya que las hacia todas por ordenador; nada de besos de despedida y órdenes que cumplir antes de ser escoltado hasta el ascensor. No, Taehyung se descubrió a sí mismo observando el joven hombre hablar por teléfono durante varias horas al día, o escuchándole mientras permanecía oculto en su oficina trabajando con el ordenador y hablándole a la webcam, ya que el sonido de su voz inundaba la quietud de la suite. En ningún momento cesó de trabajar, en su lugar, permaneció con el mismo nivel de compromiso que había seguido antes de la muerte de Jeon. Jimin se acostumbró a esta nueva situación especialmente bien, y pudo verle revolotear cada día de un lado a otro de la suite más feliz que nunca. Taehyung también se había percatado de que su dosis de Valium se había reducido a una razonable ingesta de dos al día, acompañado de algo de champán, a diferencia de su costumbre a tragarse tres pastillas de una vez, lo cual supuso que era una buena señal.

          No podía decirse lo mismo de él y la morfina. Taehyung no había disminuido ni las ingestas ni el número de veces que se la inyectaba a lo largo del día. De hecho, la había aumentado hasta una dosis de 60ml cada seis horas, y las ansias y antojos le despertaban la mayoría de noches obligándole a drogarse en el baño como un puto adicto.

          En lo cual se había convertido, sin duda alguna: un puto adicto.

          Sin embargo, el aumento de la dosis no era lo único de lo que Taehyung había comenzado a concienciarse. La morfina también había comenzado a afectarle de otros modos, aparte de la insensibilización y anulación del dolor de su hombro, modos que resultaban tanto preocupantes como vergonzosos. Con Jeongguk presente en la suite, se habían ocasionado muchas mas oportunidades para intimar entre los tres, lo cual había sido bastante placentero hasta que acabó haciendo algo innegablemente estúpido; siendo esa cosa estúpida inyectarse una generosa dosis de morfina antes de subirse a la cama con ambos y, como resultado, Taehyung se vio incapaz de ni tan siquiera lograr un mínimo de excitación. Sin importar los intentos de Jeongguk y Jimin, no consiguió nada, ningún floreciente calor en sus entrañas o palpitación alguna en su estómago bajo. Ni siquiera consiguió ponerse duro, y eso le pareció na señal bastante preocupante. Taehyung sí que se había percatado de la reciente falta de impulso sexual que llevaba experimentado últimamente, pero nunca significó nada para él porque siempre había sido capaz de cumplir con su cometido, pero eso no fue lo que ocurrió esta vez. Supuso que eso era un indicio que le demostraba que tenía que parar e intentar deshacerse del hábito, pero cuando tal hábito comenzaba a destrozarle por dentro cada vez que su cuerpo se veía privado de la dosis y los espasmos musculares volvían a la carga, la importancia de las erecciones desaparecía rápidamente de su mente.

          ¿Morfina u orgasmos? Bien, podía sobrevivir sin una de las opciones sin tener que atravesar una profunda agonía, así que estas mas que seguro sobre por cual se decantaría. Además, la boca le funcionaba perfectamente bien, al igual que el culo; así que mientras esos dos siguieran así, a Jeongguk no debería importarle mucho. De todos modos el joven hombre lo había estado haciendo como una distracción, para tener algo que le hiciera parar de pensar sobre su padre muerto y el imperio arruinado en el que estaba atrapado. Jimin tan solo le preguntó en voz baja si quería tomarse una pastilla, una de esas pildoritas azules ocultas en el ahora sin usar dormitorio que contenía todo el equipo de videocámaras.

          Taehyung nunca se había visualizado a sí mismo tomando Viagra a los veinte años. Montarse en la polla de otro hombre y sentir, literalmente, nada; sin importar todo lo que lo intentara, era una situación que había creído imposible, pero, por desgracia, su realidad era otra. Tan solo otra cosa más que añadir a la lista de razones por las que Taehyung ya no podía mirar su propio reflejo. Eso, y el hecho de que había comenzado a perder peso y no parecía ser capaz de recuperarlo.

          De modo que cuando finalmente llegó el fin de semana y Jeongguk les dejó a ambos en el apartamento, Taehyung casi se sintió aliviado. A lo largo de la semana había salido del apartamento para comprar un paquete de cigarros por la noche, y había llamado al departamento con otro mierdoso teléfono desechable para intentar concertar algo, algo más sustancial que una llamada de teléfono por una vez. Una verdadera reunión cara a cara con Namjoon y quien cojones trajera consigo como apoyo. Tan solo había dispuesto de unos cuantos minutos para ello, viéndose obligado a hablar en el camino de vuelta al apartamento para después librarse del teléfono lanzándolo entre las rejillas de una alcantarilla de la calle. Sin embargo, consiguió quedar con Namjoon a primeras horas de la tarde del sábado, momento en el que estaba completamente seguro de que Jeongguk se encontraría ausente, reunido en Dongjak-gu para hablar con Bae Goohee. Su cita tendría lugar en un viejo aparcamiento abandonado no muy lejos de su antiguo piso.

          Sin embargo, el sábado llegó, y Taehyung se percató de un ligero problema con el que no había contado; tratándose esta irregularidad de Jimin, por supuesto.

         Jeongguk le había dicho que Jimin no tenía permitido salir del bloque de apartamentos y, sin afirmar explícitamente el por qué, Taehyung supo la razón que ocultaba tal orden. Jeongguk no quería que Jimin acabara en los asientos traseros de otro coche como el Ssangyong de su padre, detenido ante un semáforo cuando un grupo de tíos armados y la cara cubierta abrieran la puerta lateral del vehículo que habían situado estratégicamente a su lado y comenzaran a hacer pedazos el coche con unas putas Uzis. Jeongguk no quería que Jimin fuera a ninguna tienda de lujo para comprar ropa y productos, para arreglarse y ponerse bonito para él, y que una serie de incontables tíos atravesaran el techo y derramaran una lluvia de balas sobre él a pesar de los civiles, tal y como había sucedido en el casino. En términos simples, Jeongguk estaba aterrorizado ante la posibilidad de Jimin siendo asesinado como su padre, y al forzarle a ser su niñero, se aseguraba de que le resultara imposible sufrir dicho destino. A pesar de ello, ese mismo trabajo de niñero era el que le tenía atrapado en la suite a las diez de la mañana de ese mismo sábado, mirando el reloj y siendo consciente de que necesitaba darse prisa e irse, sin poder hacerlo.

          Jimin estaba haciendo lo usual, tumbado en la cama con su gata; con la cabeza situada sobre su barriga y una tablet en las manos a la que se encontraba prestando toda su atención. De vez en cuando deslizaba los dedos por la pantalla del aparato, produciendo sonidos para sí mismo que variaban desde interés hasta repugnancia. Taehyung sabía que se encontraba observando una editorial de moda.

     –Parece que los pasteles son tendencia –comentó Jimin mientras giraba perezosamente la cabeza para mirarle. –No te imagino con ellos, ¿no te resultaría extraño vestirte con esas tonalidades, mmm, bebé?

     –Me quedarían extrañas la mayoría de cosas –respondió Taehyung con muy poco interés. Por el rabillo del ojo pudo ver al otro hombre observándole, sin duda preguntándose por qué había sido tan brusco. –A ti te quedarían genial, pero tú siempre estás bien con todo, Jimin.

     –Mira quien habla –dijo Jimin con una sonrisa. Apenas pudo evitar una punzada de dolor ante sus palabras, porque eso era mentira, una mentira jodidamente grande. Taehyung llevaba sin tener buen aspecto desde hace bastante, desde antes de que el disparo le hubiera dejado una cicatriz asquerosa, antes de haberse marcado la piel con tinta y que la morfina hubiera comenzado a causar estragos sobre su mente y cuerpo. No, Taehyung sabía que tenía un aspecto completamente contrario a "bueno", y que Jimin tan solo lo decía para animarle. La suite se quedó en silencio un minuto, y entonces Jimin se dio la vuelta para quedarse tumbado boca abajo, dejando la tablet a un lado. –Tae, ¿estás bien?

     –Sí, sí, estoy bien, tan solo me siento algo... inquieto –contestó, moviéndose sobre el diván para resaltar su afirmación. –No estoy acostumbrado a quedarme sentado todo el día, ¿sabes?

     –Sí, siempre estás trabajando, al igual que Ggukie; te juro que nunca sería capaz de tomarse un día libre, incluso aunque lo tuviera permitido. Nunca para, es malo para él, pero la verdad es que creo que no puede parar, ¿sabes a lo que me refiero? –Taehyung murmuró algo como afirmación, diciéndole que sabía lo que quería decir. –No me sorprende que te encuentres tan nervioso ahora mismo, no está tan bien eso de estar encerrado aquí todo el día, ¿verdad? –el deje sarcástico de su voz resultó completamente obvio a sus oídos.

     –No, para nada, me siento claustrofóbico –coincidió con un asentimiento, fijando los ojos de nuevo en el reloj de pared. –¿No quieres salir fuera, tomar algo de aire, eh? –sugirió Taehyung mientras torcía la cabeza y le estudiaba desde su posición. –Me apuesto lo quieras a que Wangbi se muere por salir de aquí y dar un paseo.

     –Sí, pero... pero Ggukie ha dicho que no y ya sabes lo que significa eso, Tae –dijo Jimin en voz baja mientras miraba a la gata. –No ha dicho que me comportara, como suele hacer. Ha dicho que nos quedemos en el ático y eso significa que no podemos salir bajo ninguna circunstancia. Probablemente sea buena idea quedarse simplemente. Solo será el fin de semana, cuando acabe regresará y todo volverá a la normalidad. Tú podrás trabajar de nuevo y... y yo podré quedarme aquí atrapado como siempre.

     –Tengo que salir de aquí, Jimin –dijo Taehyung, marginando de forma efectiva todas sus palabras descuidadamente. –Quedarme sentado todo el día me esta matando, no puedo parar de pensar sobre... sobre la puta morfina y odio estar aquí quieto mirando el reloj y esperando la hora de la próxima dosis. –Ante esto Jimin se removió sobre la cama incómodamente, como hacia siempre cada vez que alguien mencionaba la droga. –Tengo que salir y despejar la mente, pero no pudo dejarte aquí solo.

     –No, pero podría ir contigo –sugirió Jimin.

     –¿Qué quieres decir?

          Taehyung no se había esperado este tipo de respuesta en lo más mínimo, por lo que se encontraba tanto sorprendido como preocupado por ella. Había supuesto que Jimin le repetiría lo mismo que hace un momento, que le dijera que tan solo serían dos días más y que debería ser capaz de aguantarse hasta entonces. Con lo que no había contado era que le pidiera ser su escolta para salir del edificio con él. Pero Taehyung no podía hacer tal cosa; imposible. No iba a salir a dar un paseo y relajarse, sino a reunirse con sus compañeros de departamento en una localización relativamente segura al otro lado de la capital; algo que Jimin no podía descubrir de ningún modo. ¿Qué se supone que tendría que hacer si Jimin decidiera que tan solo era conveniente escaparse para dar una rápida vuelta a la manzana?

     –... Sí que hay algo que quiero hacer –dijo Jimin en voz baja, moviéndose sobre la cama para sentarse y doblar las piernas hacia un lado. Se acarició el tobillo desnudo lentamente, trazando el hueso con el dedo índice. –Me apetecía ver... ver a Yoongi de nuevo.

     –¿Min, quieres ver a Min? –repitió Taehyung de una forma más bien estúpida mientras observaba la otro hombre. Cuando éste asintió como respuesta a su pregunta, frunció el ceño. –¿Por qué?

     –¿Por qué? Porque es mi amigo –comentó Jimin antes de reírse suavemente. –Quiero verle de nuevo, ¿tiene algo de malo?

     –No, pero... pero yo... –Taehyung pausó un momento antes de encontrarse a sí mismo perdiendo el hilo, abriendo y cerrando la boca un par de aveces mientras intentaba pensar qué debería decirle. –Min y yo no nos llevamos muy bien, ¿sabes? –mintió con una sonrisa forzada.

     –¿Qué? No lo sab... bueno, sí que me dijo que eras un poco extraño –dijo Jimin en voz baja. ¿Con que extraño, eh? Que le dieran por culo a Min Yoongi. –No sabía nada de eso, Yoongi es muy amable así que creí que también os llevaríais bien entre vosotros.

         Taehyung no tenía ahora mismo ni el corazón ni la energía suficientes para contarle a Jimin que Yoongi sí que era amable, y que él había sido el puto gilipollas que le había hecho enfadar; quien le había acosado, de hecho. Eso no era algo que Jimin necesitaba saber, especialmente ahora que tenía el bote de morfina medio vacío en el bolsillo de su chaqueta de traje. Pero Taehyung necesitaba pensar en algo, tan rápido como pudiera, e intentar arreglar esta cagada antes de decir o cometer un error.

     –Mira, Jimin, si te dejo en el zulo no voy a poder quedarme contigo allí, ¿vale? –dijo Taehyung, apoyándose hacia delante de un modo autoritario.

    –... Vale –contestó Jimin lentamente, sin retirar los ojos de su rostro ni un momento mientras aguardaba a que le explicara el por qué. Claramente esto le había llamado la atención, y sabía que podría burlar su interés si conseguía hacer bien esto.

     –No puede quedarme allí, así que lo que necesito que hagas es esto: quédate en el zulo con él. Llámame cuando quieras que te recoja e iré a por ti, ¿sí?

     –Sí.

     –Quédate todo lo que quieras, ¿vale? Llévate a Wangbi si quieres, pero yo me tendré que ir. Además, necesito que me prometas una cosa. –El otro hombre le preguntó qué quería que le jurara con un tono de voz algo vacilante en contraste a su ansiosa expresión. –Prométeme que no le contarás a Jeongguk que no me llevo bien con Min.

     –Si prometo no decírselo, ¿me dejarás ir a ver a Yoongi?

     –Sí –confirmó Taehyung con un asentimiento. –Puedes verle y yo podré salir del edificio para tomar algo de aire antes de volverme jodidamente loco.

          Jimin reflexionó sobre su propuesta un minuto, pero Taehyung creyó haberle convencido totalmente. Simplemente estaba fingiendo, provocándole solo porque sí. En cuanto le prometió permitirle visitar a Yoongi, Jimin ya había aceptado su propuesta, y ahora mismo tan solo se encontraba pretendiendo necesitar algo de tiempo para pensar sobre ello, como si fuera un hombre de negocios considerando sus inversiones. De modo que tras un minuto de silencio se movió para ponerse en pie, prometiéndole mantener en silencio su secreto mientras cruzaba la sala para llegar a las escaleras. Vale, ya lo tenía todo casi hecho, pero aun le faltaban un par de obstáculos que superar. Sin embargo, Taehyung se creyó capaz de hacerlo, de poder reunirse con sus compañeros si jugaba bien sus cartas y no cometía ningún desliz.

        A Jimin le tomó tan solo unos cinco minutos vestirse y brincar escaleras abajo de nuevo con la correa de tachuelas en mano que procedió a enganchar al collar de Wangbi. Parecía muy feliz ante la perspectiva de ir a visitar a su amigo porrero, y la sonrisa de sus labios casi provocó que Taehyung se sintiera asqueado consigo mismo mientras bajaban juntos en el ascensor hasta la planta baja. Dongjun no les negó el permiso para salir, y ninguno de los dos gorilas de la puerta intentaron detenerles. Obviamente no habían sido informados de su temporal arresto domiciliario, porque Jeongguk había confiado en que ambos permanecieran en el edificio. Debido a esto pudieron acceder a uno de los coches disponibles para ellos sin problema alguno, y en un santiamén se encontraban alejándose de la acera, rumbo a la dirección que Taehyung le indicó al conductor.

          Le resultó increíblemente conveniente que el zulo de Yoongi se encontrara en Yongsan-gu, justo al igual que su comisaría. Había acordado verse con Namjoon y Hoseok en una lugar seguro y, si la suerte continuara de su parte, entonces puede que acabara siendo capaz de llegar allí a tiempo sin hacerles esperar y preocuparse por si se había metido en algún lío. O si le habían pillado. El recorrido hasta el otro distrito pareció durar mucho, demasiado, y Taehyung apenas pudo mantenerse inmóvil en la parte trasera del coche. Quizás tuviera que ver con el hecho de que estaba nervioso; o más bien como su cuerpo había eliminado casi toda la morfina y se acercaba la hora de su siguiente dosis. Probablemente fuera algo bueno que encontrarle retorciéndose y sacudiéndose fuera ahora algo normal, ya que Jimin no sospecharía nada.

         No había por qué preocuparse del sudor ocasionado por los nervios, no importaba que comenzara a sufrir tics corporales o murmurar mierda sin sentido entre dientes, ya que eso se había convertido en un comportamiento completamente normal para él.

         Cuando el vehículo se detuvo finalmente frente al cubil, Jimin abrió la puerta y Wangbi saltó del automóvil en primer lugar, ansiosa por estirar las piernas de una vez aunque tan solo fuera por un momento.

     –Me portaré bien –dijo Jimin mientras se detenía bajo el umbral de la puerta. –¿Prométeme que tú también te comportarás?

     –Por supuesto que sí –respondió Taehyung sin la más mínima muestra de vacilación. –No tienes por qué preocuparte por mí, recuerda: llámame cuando quieras que te recoja, y quédate dentro del zulo. Te mandaré un mensaje cuando esté en la puerta. No te vayas.

     –¡Sí! –dijo Jimin antes de presionar un rápido beso en la comisura de sus labios. –No vayas a buscarte problemas por ahí. –Taehyung sabía a lo que se refería con eso: no intentes hacerte con más drogas. Bueno, aun le quedaba algo de morfina en el bolsillo interior de su abrigo, así que eso no le preocupaba ahora mismo. El otro hombre le acarició la cabeza suavemente y después salió del coche tras su gata, cerrando la puerta. Esperó a que estuviera dentro del edificio y fuera de su vista para salir él también.

     –Quédate aquí, volveré pronto. Tengo un asunto del que encargarme –el conductor se mantuvo inmóvil y en silencio, así que Taehyung se alejó del vehículo tras cerrar la puerta de nuevo.

          Un rápido vistazo a las calles le situó a tan solo unos quince minutos del aparcamiento, y eso no era nada bueno. Se arregló la chaqueta y comenzó a andar calle abajo y, en cuanto giró la esquina y quedó fuera del campo visual del chófer, comenzó a trotar ligeramente. El ejercicio físico nunca había sido su amigo, y no le sorprendió no poder respirar apenas tras avanzar unas cuantas calles, viéndose forzado a detenerse y tomar el aire. Entonces abrió la cartera y se sintió tremendamente afortunado al encontrar un par de billetes arrugados en su interior. Bien, no tendría que preocuparse por dejar rastro en su tarjeta al utilizar el taxi; de modo que se hizo con uno después de un minuto de impaciente espera y jugueteos nerviosos. Cuando estuvo dentro, le dio el nombre de la calle en la que se encontraba el aparcamiento, y no se molestó en abrocharse el cinturón o tan siquiera sentarse cómodamente, sino que se mantuvo tan cerca de la puerta como le fue posible. A los cinco minutos, ya le había dado el dinero al hombre, diciéndole que se quedara el resto como propina antes de salir de vehículo.

         Taehyung realmente no se hacia una idea de lo arriesgada que era esta reunión que había planificado, pero sí que que sabía que Namjoon le había prometido que no pondría en compromiso su seguridad y decidió creer al otro hombre en base a sus palabras y experiencia anterior. Mientras se acercaba al parking, comenzó a percatarse de que tenía los nervios destrozados, inquieto, mientras escaneaba el área de sus alrededores para asegurarse de que nadie le estaba siguiendo. La imagen de otros dos hombres tras un muro de ladrillos que daba paso a una estrecha callejuela no le sorprendió en lo más mínimo; sabía que se quedarían y aguardarían su llegada, sin importar cuanto tardara.

          Ambos llevaban atuendos normales, sin absolutamente nada que pudiera delatarles como oficiales de la policía. Mucho mejor para Taehyung, quien prefería, sin duda alguna, no atraer ni una sola mirada. Namjoon estaba vestido tan casual como cualquiera, con un jersey de punto gris sobre una camisa y un par de vaqueros, además de una chaqueta denim para protegerse de la temprana brisa primaveral. Hoseok llevaba un suéter blanco con un reconocido logo estampado en la parte frontal bajo un parka liso negro y pantalones, también oscuros. Ambos parecían unos cualquiera, y ese era exactamente la imagen que necesitaban proyectar. Por desgracia para él, Taehyung sí que destacaba más a causa de su traje y el largo abrigo de lana negro de Jeongguk, pero actualmente no poseía nada mínimamente casual que llevar al encuentro.

     –Siento llegar tarde –murmuró mientras entraba al pasaje donde se hallaban el par de hombres. –Me ha costado un poco poder venir, pero no os preocupéis, no tiene importancia.

     –Había comenzado a preocuparme y creer que no te presentarías –dijo Hosoek antes de torcer la cabeza en dirección al otro hombre. –Pero no ha parado de decirme "vendrá, hermano, tan solo tenemos que ser pacientes".

     –Te lo dije –respondió Namjoon con una expresión más bien petulante. –No he dudado de ti ni por un segundo.

     –Lleváis micros, ¿verdad? –preguntó Taehyung mientras estudiaba a ambos. Alzó una mano para señalarles el abdomen, ondulándola vagamente sobre el área de las costillas. Namjoon asintió para confirmar su sospecha, y entonces liberó una suave risa. –¿Quién nos está escuchando ahora mismo? ¿Estamos en directo? Porque ya sabéis que tengo que tener cuidado, no pudo dejaros decir mi nombre o cualquier mierda de ese tipo y exponerme de esa forma.

     –¿Por qué no podemos decir tu nombre? –preguntó confuso Hoseok.

     –En caso de que haya algún topo al otro lado dispuesto a venderme –explicó Taehyung mientras afanaba el paquete de cigarrillos del bolsillo de la chaqueta de su traje, abriendo la tapa con el pulgar. –Lo único que necesito es un oficial hijo de puta que me apuñale por la espalda.

     –Nadie nos escucha, no estamos en directo –contestó Namjoon con una sacudida de cabeza. –Tenemos micrófonos unícamente para grabar todo lo que digas, para tenerlo a mano. Lo almacenaremos en la base de datos para que constituya una prueba más para el caso, para que cuando todo esto termine tengamos evidencias de todas las conversaciones que mantuvimos, y podamos demostrar que no hemos falsificado nada. Nadie va a escuchar nada de lo que digamos hoy a excepción de quien quiera que se encargue de revisar el caso cuando finalice la operación. Nadie de la comisaría te ha delatado aun, hermano, creo que eso es una muy buena señal de la que deberías fiarte. Estás a salvo.

     –... Vale, vale, confío en ti –murmuró Taehyung mientras sacaba un cigarro y se lo introducía entre los labios. Sujetó el paquete frente a ambos hombres, ofreciéndoles uno antes de volver a metérselo en el traje.

     –Joder, dame uno –murmuró Hoseok mientras acercaba la mano. Taehyung sabía que lo había dejado poco antes de que él llegara al departamento, pero su compañero parecían ansiar uno notoriamente. Ceder y permitirle fumárselo era probablemente una mala idea, interrumpiría su periodo de desintoxicación, pero, ¿por qué cojones no debería dárselo? Era solo un puto cigarro, y el hombre tenía ganas de fumárselo. Tanto él como Namjoon sabían intímamente que había cosas peores que un cigarrillo.

     –¿Estás seguro? –preguntó mientras continuaba sujetando el cigarro con los labios, alzando las cejas al hacerlo. Tan solo para fingir algo de interés. Hoseok asintió vigorosamente e incluso dobló los dedos de la mano, instándole a que se ello diera. De modo que deslizó uno fuera de la cajetilla y se lo pasó. –Probablemente acabaremos con cáncer de alguna u otra forma, ¿verdad? Hoy en día, hasta el puto oxígeno te lo provoca... –Taehyung encendió primero su propio cigarrillo, y después se inclinó hacia delante para repetir la acción con el del otro hombre, tomando un par de rápidas caladas para avivar la llama y expulsándolas por la nariz con fuerza. Mientras guardaba el mechero de vuelta al bolsillo, Hoseok tomó una primera calada y procedió a exhalarla en forma de una brusca tos.

     –Aquí están mis pulmones, protestando ya –bromeó el otro hombre irónicamente. Taehyung alzó la mano para retirarse el cigarro de la boca un segundo y humedecerse los labios, y pudo ver la mirada de Namjoon adhiriéndose a su tatuada mano izquierda, justo en sus nudillos, donde se encontraba grabado su B.E.B.É.

     –Tengo un par de ellos –comentó. –¿Quieres ver el gordo? –Taehyung volvió a meterse el cigarillo en la boca para sujetarlo con los dientes, dejando libre ambas manos para poder desabotonarse la camisa hasta el tercer botón. Con algo de esfuerzo consiguió echarse hacia atrás el abrigo y la chaqueta de traje para revelar su última capa de ropa. El movimiento provocó que le doliera el hombro de nuevo, al igual que siempre, y cuando se bajó el cuello de algodón de la prenda para revelar su pecho izquierdo, los otros dos hombres se quedaron inmóviles y en silencio. Puede que ya no tuviera los repulsivos puntos por todo el hombro, pero el habón de carne cicatrizante continuaba ahí, demandando atención, casi tanta como el gran tatuaje del loto. Taehyung no se molestó en arreglarse la camisa, sino que más bien se decantó por volver a subirse la chaqueta y el abrigo para taparse.

     –¿Cómo lo llevas, hermano? –le preguntó Namjoon, en pie a unos metros y más que obvio, evitando formar parte del cúmulo de cigarrillos. Taehyung volvió sacarse el suyo de la boca, exhalando el humo por la boca a su vez. –Estas dos últimas semanas han estado repletas de una mierda demencial.

     –Puto Jeon –murmuró Hoseok.

    –No va bien, eh, no va nada bien, Namjoon, no... –bajó la mirada hasta el suelo un momento. Ambos llevaban zapatillas de lona, completamente diferentes a sus zapatos de traje, hechos de cuero negro. –Jeon está muerto, Lim está muerto, ¿quién es el siguiente, eh? ¿Yo?

     –¿Lim está muerto? –preguntó Namjoon con una expresión sobrecogedora; junto a él, Hoseok comenzó a ahogarse con el humo de nuevo, tosiendo tanto que su acompañante tuvo que alzar una mano para darle un par de golpes en la espalda. –¿Qué? ¿Desde cuando?

     –Desde el puto funeral de Jeon –explicó Taehyung mientras hacia caer la acumulación de ceniza originada en el extremo del cigarro. –Jeongguk hizo que lo llevaran a la iglesia, se inventó una excusa de mierda sobre él trabajando para Kim Jinwoo o algo así y les dijo a todos que le ayudó a matar a su papi así que, eh, le disparó en la cabeza –Volvió a meterse el cigarrillo en la boca, dedicándose a mirar entre ambos hombres. –Le voló los sesos en mitad de la misa, frente a toda la congregación. Mintió sobre eso de que era un asesino, pero sabía que era un topo.

          Hoseok consiguió parar de toser, restregándose los ojos con fuerza con el dorso de la mano porque habían acabado humedeciéndoseles. Sorbió por la nariz un par de veces, pero se aseguró de no tomar ninguna otra calada más para evitar repetir el mismo error. Sin embargo, Namjoon no le retiró la mano de la espalda y Taehyung tuvo la sensación de que la razón por la que no movió el brazo se hallaba en que se encontraba apretando una porción del parka con fuerza, retorciendo el material entre sus dedos.

     –Vivo en tiempo prestado, tío –dijo Taehyung en voz baja mientras las manos continuaban temblándole como para que casi se le escurriera el cigarro y éste acabara aterrizando sobre el pavimento húmedo. –Ninguno de sus hombres tenían idea alguna de que fuera un informante, pero eso no significa que tenga el culo fuera de peligro. Todo lo que hace falta es que un ápice de sospecha atraviese la mente de Jeongguk ¿y entonces qué? –Alzó las manos, encogiéndose de hombros y mirándolos a ambos para ver si alguno tenía intención de contestar, aunque ninguno de los oficiales lo hizo. –Yo os lo diré. Me matará.

     –No hay nada que te relacione con la policía, Taehyung –discutió Namjoon mientras negaba con la cabeza. –Yo mismo he suspendido tu ficha de información como agente, yo, personalmente. Nadie puede conseguir ese documento. Ahora mismo ni siquiera hay prueba alguna, literalmente, de que un oficial de la ley llamado Kim Taehyung tan siquiera exista; y no la habrá hasta que retire la anulación y permita que vuelvas a aparecer en la base de datos. ¿Cómo va a encontrar El Chico conexiones que te relacionen con la policía cuando la única información tuya en la base es un par de cargos menores que falsifiqué para crearte un par antecedentes por fabricación de carnets de identidad falsos?

     –Lim tampoco figuraba como oficial, pero aun así le pillaron.

     –Lim probablemente llevara meses siendo investigado por Jeon, y solo ahora, después de su muerte, es cuando El Chico decidió actuar –dijo Hoseok. –Tenía una gran libertad, a diferencia de ti. Tuvo tiempo de amasar cientos de conexiones con hombres poderosos, pero tú no, Tae. Tú llevas junto a El Chico desde el minuto cero, te vigila. ¿Crees que del es del tipo de tío que admitiría cometer un error tan jodidamente grande o que su orgullo se interpondría, le detendría?

          A Taehyung le pasó por la mente el hecho de que Jeongguk se creyera un Dios, y eso ciertamente indicaba que era bastante orgulloso. Pero eso no dignificaba que no fuera capaz de encontrar un modo de tergiversarlo todo para culpar a alguien más y ocultar sus propios defectos e ignorancia. Jeongguk ya le había dicho una vez que le mataría, y Taehyung le había creído. Sabía que el joven hombre no era de los que rompían sus promesas, especialmente aquellas relacionadas con traiciones y muerte. No, Jeongguk debió decirle la verdad aquella noche cuando le dijo que le asesinaría; aunque también hubiera expresado su intenso miedo a fallar en la tarea de gobernar Haedogje Pa él solo, admitiendo que le necesitaba a su lado. ¿Se encontraba Jeongguk tan cegado por su miedo como para llegar a pasarle por alto? Era una posibilidad, pero parecía demasiado buena como para ser verdad.

          Jeongguk era la personificación del orgullo, y a la vez el súmmum de una inseguridad devastadora.

     –¿Crees que El Chico te mataría, así de fácil? –añadió Hoseok mientras tomaba una leve calada del cigarro. –¿Que sospecharía un poco de ti, y ya está?

     –Jeongguk me dijo que me mataría, después de que me lo follara –discutió Taehyung, observando como las miradas de los dos hombres pasaban a observar los alrededores del aparcamiento en lugar de mantener contacto visual con él. –Me dijo que me-me-me abriría en canal como a un puto pescado y que jugaría con mis intestinos si alguna vez le traicionaba. En realidad, si tan solo me hubiera dicho que me pegaría un puto tiro, entonces me daría igual. Ya me he llevado uno, una bala en la cabeza no puede ser tan malo, pero que realmente se dedicaría a jugar con mis órganos, y que me mantendría con vida para que sufriera y eso... –pausó un momento para deslizar la lengua por el interior de su seca boca un momento –esa es la parte que me da miedo. No la muerte, el dolor.

     –Para de pensar sobre la muerte, –le ordenó Namjoon con tono firme –sobre cualquier otra cosa que no sea la operación y tu propio culo, Taehyung. Los hombres muertos no pueden ayudarte, mantenerte a salvo, solo tú puedes hacer eso.

     –No sé si Jeongguk lo haría sin vacilar –explicó entonces mientras alzaba el cigarro y tomaba de él una última vez antes de tirarlo al suelo y destrozarlo bajo el talón de su zapato. –Me gusta pensar que sí que dudaría después de toda la mierda que he tenido que pasar por él. Pero no lo sé, tan solo espero que su corazón se interponga y le haga cambiar de idea.

     –Si es que acaso tiene –comentó Hoseok, cerniendo el palito incandescente sobre sus labios. –Un puto bastardo tan loco como él ni siquiera sería capaz de tenerlo,imposible.

     –Si, sí, Hoseok, te lo creas o no –le interrumpió Taehyung mientras giraba la muñeca, casi deshaciéndose de sus palabras, echándolas a un lado. –Yo también he hecho mierda bastante mala y escucharte decir esas cosas sobre él, me...

     –¿Te... qué? –le preguntó Hoseok mientras exhalaba una masa de humo.

     –... me está jodiendo la cabeza –finalizó Taehyung en voz baja mientras levantaba los brazos para restregarse los ojos con fuerza.

          Eso no era a lo que se refería y se preguntó si sus compañeros eran también conscientes de tal hecho. No se trataba sobre sentirse igualado a Jeongguk, que sus acciones se consideraran equivalentemente abominables a las suyas. Para nada. Lo que le estaba jodiendo la mente era escucharles insultar a Jeongguk en su cara, porque Taehyung ya llevaba cuatro meses sin oír al otro hombre decir una única cosa negativa sobre él. Y los que lo hicieron... acabaron muertos no mucho después. Y el tan solo oirles a ambos hablar de Jeongguk de tal modo le incomodó, le trajo de vuelta repentinamente los tics nerviosos a los dedos.

         Esto estaba mal, toda esta reunión estaba mal, completamente mal. Le estaba haciendo sentir ansioso y extraño y Taehyung lo odiaba, pero había sido su puta idea hacer esto. La situación no era algo diferente a contactar con Namjoon por teléfono, de hecho, probablemente fuera algo más seguro. Necesitaba verles hoy mismo con sus propios ojos, para que le volvieran a poner los pies en la tierra, de vuelta a la realidad, y le ayudarán a recordar cual era el propósito de la misión antes de que acabara demasiado metido en ella y se arriesgara a perder de vista el objetivo. Pero no pudo deshacerse de esa horrible sensación en la profundidad de su estómago que le decía que dejara todo esto y se alejara de allí; que volviera al coche y fuera al zulo a por Jimin. Entonces se dirigirían al bloque de apartamentos y Jeongguk sabría que le era leal, que no era como el resto de hombres de Haedogje Pa que le querían muerto o destituido de su trono.

         Esos pensamientos eran cobardes, débiles. Sabía que lo eran, pero enfrentarse a ellos le resultó mucho más difícil de lo que debería haber sido. Esta era su vida ahora mismo, y mantener todo perfecto con Jeongguk era mucho más importante en relación a su propia seguridad y la misión. Pero... también estaba esa exasperante voz en lo más profundo de su ser diciéndole que Jeongguk le necesitaba ahora mismo. El joven hombre le había dicho que le necesitaba como guía y soporte para ayudarle a controlar su imperio, y eso componía una gran cantidad de confianza y responsabilidad que soportar sobre sus hombros.

         En primer lugar se encontraba su equipo de Yongsan-gu, esperando a que él y solo él le pusiera las manos encima a pruebas aptas para juicio contra Jeongguk y conseguir hundir Haedogje Pa. Llevaba ya siete meses con tal carga, incluyendo los tres que dedicó al entrenamiento para conseguir infiltrarse en el grupo criminal al inicio de todo, no muy lejos del año en total. Taehyung entonces sintió esa incapacitante certeza de que caería al primer asalto, pero no había ocurrido tal cosa; y había pasado un infierno para llegar a su posición actual. Y ahora Taehyung comenzaba a experimentar otra carga sobre sus hombros, la de Jeongguk dependiendo de él, necesitándole para asistirle porque no tenía a nadie más que pudiera hacerlo.

          Sus hombros tan solo podían llegar a soportar cierto límite de peso; uno de ellos ya había sido herido y cosido de nuevo, y no estaba del todo seguro sobre si habían recuperado toda la fuerza que una vez poseyeron.

     –Jeongguk tiene un corazón, justo igual que el resto de nosotros; eso no es algo que te ayudará a dormir por las noches, pero es la verdad –murmuró Taehyung. –Tiene corazón, lo sé porque lo he visto, y es esa misma debilidad humana la que espero que me salve el culo. Lim se llevó la ostia por mí, ¿cómo te crees que me hace sentir eso, eh? –preguntó mientras alzaba una mano para pasársela por su dolorida cabeza de nuevo. –Me hace sentir como un puto asesino, pero...

     –Tú no eres un asesino, Taehyung –negó Namjoon.

     –Pero que lo soy, soy un puto asesino. Hace tan solo una semana ayudé a tor-torturar un hombre... –explicó Taehyung, con la voz mucho más alta de lo que había planeado –y entonces vertí gasolina por todo su puto cuerpo y, simplemente... –les dio la espalda porque no podía soportar el peso de ambas de sus miradas sobre su rostro. –No entendéis lo que te hace eso, y sé por lo que pasaste, Namjoon, pero esto, esto es otra cosa, te juro que creo que va a comerme vivo. Y ni siquiera es por la puta culpa, hace tanto que no siento tal cosa que casi resulta perturbador. No me siento culpable, no me siento mal, esos hombres eran puta escoria y no me importan una mierda.

     –No eres tú el que habla ahora mismo, Tae –comentó Hoseok en voz baja, deshaciéndose de la acumulación de ceniza en el extremo del cigarro. –Es todo ese miedo, estrés y trauma. Tú nunca le desearías esa clase de mierda a ningún otro ser humano, nosotros lo sabemos, te conocemos.

     –Oh, ¿sí? –dijo Taehyung, alzando sus dos cejas de forma amenazadora. –Vosotros no me conocéis, ni siquiera seríais capaces de haceros una idea de lo que ocurre aquí arriba, ¿eso no os da miedo? –Al hablar se dio tres fuertes golpes en el lateral de la cabeza. –Todo ese puto trauma.

     –Hoseok tiene razón –coincidió Namjoon –eres un buen hombre y...

     –Nam Jaebum, ese puto malparido... ¡intentó violarme! –les gritó Taehyung, observando a Hoseok encogiéndose y tambaleándose hacia atrás a causa de la sorpresa. –Intentó violarme tan solo porque podía y Jeongguk me hizo cortarle la polla. –Sacó la cajetilla para poder deslizar otro cigarro entre sus labios, a pesar de que fuera inútil. Fumar no le calmaría, no contendría sus ansias por otra cosa más fuerte. Volvió a guardar el paquete y se hizo con el mechero, esforzándose por unirlo con el cigarrillo, ya que casi parecía una tarea imposible visto el fuerte temblor de sus manos y labios. –Ese hombre era el chulo de niños –habló Taehyung alrededor del tabaco, con la voz ligeramente amortiguada por él –ese hombre le arruinó la vida a Jimin y ese hombre intentó violarme. No siento nada.

     –... Dios –murmuró Hoseok mientras tiraba el cigarrillo sobre el pavimento y se alejaba de ambos. Se colocó ambas manos sobre la nuca y Taehyung le pudo escuchar produciendo varios sonidos entre dientes. Claramente sus palabras le habían alterado, pero Taehyung nunca las retiraría. Quería que ambos supieran cuanta mierda había tenido que aguantar para llegar a este punto, tan solo para que también pudieran sentir una mínima parte de ese dolor.

          Tenía mierda de sobra que contar, ambos estaban más que bienvenidos a tomar una buena cantidad de carne cicatrizada.

     –No soy un buen hombre, Namjoon –dijo Taehyung en voz baja al conseguir encender el cigarrillo finalmente. –Pero desde que me uní a Haedogje Pa he descubierto algo bastante curioso, no hay nada "bueno" ni "malo". –Tomó una profunda calada y la expiró por el lateral de la boca. –La moralidad es una puta zona gris, ¿sabéis? Hoy me siento como un asesino porque Lim ha muerto, para mañana probablemente me sienta aliviado porque ya no tendrá oportunidad de delatarme, dame un par de días más y no me importará una mierda. Está muerto y yo no, qué puta pena. Eso es la moralidad para ti. El asesinato es malo, pero si un asesinato me concede el privilegio de respirar y vivir para ver otro día mas... tan solo digamos que si Jeongguk me hubiera pasado el arma y pedido que lo hiciera, el resultado habría sido el mismo.

          El aparcamiento se quedó en silencio un momento cuando cesó de hablar. Taehyung decidió tomarlo como una señal de que había descargado demasiada mierda personal sobre ellos, pero ahora mismo eso no le importaba en lo más mínimo. Esperaba sentir algo después de haberlo hecho, experimentar la sensación de haber conseguido purgar algo de su rabia, de su miedo y vergüenza, pero no había ocurrido tal cosa. Aun se seguía sintiendo como un monstruo, en pie frente a ellos. Él no era el Kim Taehyung que habían enviado a la mafia hace cuatro meses, un joven hombre, nervioso e inteligente, cuyos únicos vicios habían consistido en dramas mierdosos de la KBS y un par de vídeos de pornografía gay baratucha que se encontraba por internet cada dos mil años. Ahora... ahora estaba tan jodidamente arruinado que resultaba casi imposible de creer. ¿Esta realidad asustaba a los otros dos hombres? ¿Les atemorizaba o les daba rabia descubrir haberle permitido llegar a este estado por el bien de la operación? Taehyung era bueno identificando las intenciones ocultas de la gente, y estaba más que seguro que la respuesta correcta se hallaba en su última hipótesis. Una horrible combinación de culpa, dolor y conmoción.

     –Tan solo dime que puedo hacerlo, Namjoon –dijo Taehyung en voz baja. –Tan solo dime que puedo porque temo no poder hacerlo; acabar dándoos la espalda, tirando por la puta borda todos vuestros esfuerzos.

     –Mira Taehyung, el hecho de que temas darnos la espalda es una buena señal, ¿verdad que sí? –afirmó Namjoon, de modo que le preguntó qué quería decir con eso. –Si temes darnos la espalda es que aun sigues siendo bueno. A una buena persona no le atormentaría tal pensamiento porque ya habría cambiado de bando, ¿verdad?

          Ese era un buen argumento, pero Taehyung no estaba del todo seguro sobre si era el acertado.

     –Jeongguk me dijo que no creía que un topo intentara infiltrarse tan profundamente, dijo que el hecho de que Lim trabajara con propiedades y toda esa mierda le delataron, porque esa era una posición segura tras la que ocultarse. No creo que sospeche de mí en lo más mínimo, pero aun así me estoy jugando el cuello. Sé que no falta mucho para que acaben descubriéndome, así que tenemos que hacer esto; movernos rápido y poner el culo en marcha.

     –¿Hacer qué? Tae, no tenemos nada que podemos usar contra...

     –Hay unos discos duros –anunció Taehyung de una forma algo mundana. –Jimin me lo dijo. Jeongguk tiene un par de discos duros que contienen toda la información sobre sus hombres, actividades criminales y más; las llaves del puto castillo.

          Ante esto, ambos oficiales se inmovilizaron, al parecer desprevenidos por sus palabras. Taehyung pudo ver que ninguno fue capaz de encontrar palabra alguna que pronunciar en el momento y, durante casi un minuto, no hubo sonido alguna a excepción del causado por el movimiento del tráfico y los ocasionales graznidos de gaviotas. Entonces se produjo una explosión de sonido y los dos comenzaron a exclamarle cosas, formulando gestos salvajemente. Bajo circunstancias normales le habría resultado algo gracioso, pero ahora mismo le dolía la cabeza demasiado y constituyó más bien una irritación. Tras unos cuantos segundos, ambos debieron percatarse de ello y Hoseok se calló para permitir a Namjoon tomar el control de la situación.

     –Discos duros, ¿hay discos duros? ¿Los has visto con tus propios ojos?

     –No, no puedo entrar en la oficina de Jeongguk, pero allí es donde están.

     –¿Cómo estás tan seguro de que son reales? ¿Cómo estás tan seguro de que... Jimin; cierto? ¿De que no te ha mentido?

     –Créeme, no me ha mentido –respondió Taehyung. –Le tengo comiéndome la polla, no me está mintiendo. –Ante esto vio temblar las comisuras de los labios de Hoseok, pero el hombre consiguió mantener una expresión seria. –Los discos duros existen, creedme. Usé el puto portátil de Jeongguk cuando estaba demasiado herido como para trabajar apropiadamente, Jimin me lo trajo de su oficina y echó en falta un disco, de modo que le pregunté a qué se refería y me lo dijo. También me contó que debe haber unos... ¿cinco? No recuero el número, pero sé que hay unos cuantos. ¿Por qué se molestaría en contarme eso si fuera mentira? –Estudió a los otros dos oficiales para descubrir que no tenían respuesta alguna a su pregunta. –Justo al igual que Jeongguk, me lo dijo porque confía en mí.

     –Vale, así que tienes que sacar los discos duros del apartamento –afirmó Hoseok. –No puede ser tan difícil, ¿no?

     –No, no, tú no lo entiendes, no... –Taehyung se acuclilló con un pesado quejido para poder enterrar la cara en sus manos. –No hay modo alguno, de ninguna puta forma, de que pueda sacar esas cosas de la suite del ático. Jimin siempre está allí como un perro guardián, no puedo entrar a la oficina de Jeongguk sin que me vea. Y si no está en la suite es porque yo estoy fuera con Jeongguk y él sale también, solo entonces. No hay ningún puto modo de que pueda sacarlos ahora mismo.

     –Entonces lo que necesitas es acceso a la oficina –sugirió Namjoon– y ese acceso parece ser a través de Jimin.

     –Acercarse a Jimin... eso sería bastante útil –comentó Hoseok mientras jugueteaba con sus propios labios, recorriéndose el inferior con el pulgar. –Puede que quizás seas capaz de que te haga un par de favores. Es un esclavo sexual, ¿verdad?

     –Era –le corrigió Taehyung. –No bajo Jeongguk, era un esclavo sexual bajo Nam.

     –¿Estás seguro de que no lo sigue siendo? –preguntó suavemente Hoseok, alzando las cejas lentamente.

          Taehyung le mantuvo el contacto visual un par de segundos antes de descubrir la necesidad de bajar la mirada hasta el pavimento en su lugar. Sabía que debería volver a negar sus palabras de nuevo, justo como acababa de hacer, pero volvía a sentir ese irritante sentimiento en su interior que le decía que Hoseok estaba, en realidad, diciéndole la verdad. ¿No se lo había ofrecido Jeongguk, literalmente, como recompensa aquella noche? Diciéndole que podía follarle sin tan siquiera dejarle saber si Jimin quería participar en ello. Y él se había lanzado a por él directamente, se había lanzado a por la cara bonita y maleable cuerpo que haría exactamente lo que él quisiera, sin preguntas. Tal hilo de pensamientos fue suficiente para hacer que un arrebato de repugnancia se adueñara de todo su cuerpo.

          Jimin era un ser humano y a pesar de todo... a pesar de todo le había usado como a una puta muñeca sexual; y ahora mismo planeaba volver a hacer tal cosa.

     –Apuesto a que podrías prometerle varias cosas para que nos ayudara –dijo Hoseok mientras giraba la cabeza para mirar a Namjoon. –Si colaborara en la operación de tal modo, proporcionando declaración testifical y, considerando su situación, podría resultar en indulto. Podría alejarse de todo esto sin cargo alguno, estoy jodidamente seguro de ello.

     –Cooperación total con la policía –Namjoon produjo un suave sonido para sí mismo y después asintió. –Estoy bastante seguro de que nuestro departamento podría tirar de varios hilos a favor de Jimin si confesara todo.

     –¿Crees o sabes? No trabajo con hipótesis –dijo Taehyung, con un tono que más bien denotaba irritación. –¿Puede irse con las manos limpias, sin castigo alguno, o se verá enfrentado a soportar el resto de su vida en prisión? Necesito saberlo.

      –... Creo que sí –dijo Hosoek tras reflexionar un momento. –He visto a muchos hombres marchando libres tal chivarse una docena de veces, han de deshacerse de sus activos e ir a juicio y toda esa mierda, pero la información que poseen es mucho más importante que la condena. Creo que, considerando la situación, podría librarse, sí.

     –Vale, vale, eso es algo bueno –murmuró en voz baja, acariciándose la cabeza todavía. Debido a su postura actual comenzaba a sentir la debilitación de sus piernas y la idea de ponerse en pie le resultaba demasiado complicada ahora mismo. Aquí llegaban los espasmos a máxima potencia, dispuestos a controlarle antes de tan siquiera poder finalizar la reunión. ¿Se daría cuenta alguno de ellos? ¿Acaso Namjoon se percataría de su comportamiento y sumaría uno y uno, notando las similitudes con su propia adicción anterior? –Es algo bueno, puedo usarlo a mi favor en el peor de los casos.

     –¿Has intentado acercarte a Jimin también? –inquirió Namjoon, utilizando acercarse como un educado sinónimo para preguntarle si se lo estaba follando bien. –¿O te has centrado en El Chico?

     –Estoy... estoy trabajando en ello –explicó Taehyung mientras se retiraba las manos de la cara y alzaba la mirada hasta ambos. –Trabajo tan duro como puto puedo, pero Jimin es listo e impredecible. Dice que confía en mí, que cuenta conmigo, pero le ha echado el ojo a alguien, al hijo de Crazy Min. Llevan haciéndose amigos y quedando juntos un tiempo ya, y temo que cometa un desliz y le cuente algo que no deba, y entonces se me caerá el pelo.

     –¿El hijo de Crazy Min? –preguntó sorprendido Hoseok. –¿Bromeas, cierto?

     –No –Taehyung negó con la cabeza entonces. –Él y Jimin tienen algo, creo que son amigos o algo parecido. Quizás follen, no sé... –le vino a la mente brevemente la imagen de Yoongi aquel día en la oficina, las brillantes marcas rosadas de su mano sobre su mejilla y el modo en el que había temblado de miedo. –Pero lo más probable es que no.

     –Me imagino que El Chico no lo aprobaría –acotó Namjoon.

     –Pfft, estás de coña, ¿verdad? Jeongguk lo puto grabaría, probablemente se uniría –respondió. –Jeongguk usó a Jimin como... como una especie de recompensa, ¿sí? Primero me recompensó con esto –Taehyung se metió la mano bajo su abrigo y chaqueta para tomar el mango de la pistola y sacarla de ahí. Ambos oficiales observaron el arma con los ojos muy abiertos. –Lo cual me ha venido bien porque he tenido que matar como a una docena de hombres con ella.

     –¿Recuerdas cuando me dijiste que ni tan siquiera te acercarías a una pistola? –dijo Hoseok con una sonrisa burlona.

     –Estaba equivocado, y lo estuve sobre un gran número de cosas –coincidió Taehyung con un asentimiento, volviendo a guardársela. –Después de la pistola me entregó a Jimin, quiero decir... literalmente me trajo a la suite y... y hubo sexo. –Algo que ya sabían, por supuesto, gracias la web desmantelada por los de cibernética. –Hubo... hubo drogas también, esnifé cocaína y perdí el control, pero a partir de ese momento fue cuando Jeongguk comenzó a abrirse. A partir de Jimin dedujo que era bueno, que era alguien seguro ante el que abrirse y confiar. Puede que Jeongguk creyera que lo hizo todo él, pero eso no es verdad, fue Jimin. Si Jimin me hubiera encontrado algo extraño, entonces creo que mi cadáver se habría encontrado en el fondo de un río cualquiera hace tiempo, por decirlo de alguna forma.

     –El Chico no es una persona muy abierta, ¿verdad?

     –No, Namjoon, es como una puta ostra ocultando su perla. Tienes que hacer mucha palanca para conseguir abrirle, y creo que lo he conseguido, pero no es él al que necesito ahora. Sino a Jimin.

     –No puede ser tan difícil, ¿no? –comentó Hoseok. –Si tienes a El Chico, puedes llegar sin problemas a La Perra.

     –No es tan fácil, ¿vale? –gruñó Taehyung. –Estoy demasiado cerca de la cima y, un error, y podría acabar jodidamente muerto. Jimin es una perra, sí, pero es literalmente la persona más importante de la vida de Jeongguk. Todavía no sé sobre quien ha depositado sus lealtades. Y claro que puede quejarse y rajar de su puta vida, pero eso no significa que me escogería a mí por encima de Jeongguk si tuviera que hacerlo. Jeongguk es todo lo que Jimin necesita en su vida ahora mismo, ¿por qué se enfrentaría a él?

     –Porque es un puto esclavo, Tae –respondió Hoseok –¿y a lo mejor está harto de eso?

     –¿Oh, sí? Bueno, ¿a lo mejor yo también estoy harto de esta mierda? –le gritó Taehyung con una voz mucho más alta y palabras más agresivas de lo que había planeado. Consiguió ponerse en pie, pero tuvo que apoyarse sobre la pared en busca de apoyo. –¿Quizás yo también estoy harto de levantarme cada puto día y preguntarme si hoy me toca morirme? ¿Quizás estoy jodidamente agotado de esperar a que otra bala me encuentre de algún modo que no llegue a comprender y acabe con otra cicatriz más que añadir a la lista? ¿Quizás...?

     –Eh, cálmate, hermano –dijo Namjoon en un tono que buscaba aplacarle, mientras alzaba ambas manos ante él. –Entendemos y sabemos que es duro, jodidamente terrorífico, pero lo estás haciendo tan bien, Taehyung. Lo estás haciendo tan bien que un gran número de personas en esta ciudad van a acabar cayendo de su puto pedestal.

     –Es que, solo... –Taehyung tomó una profunda inspiración y la liberó lentamente, mientras dejaba escapar un sonido en forma de un irregular suspiro. –No paro de tener esta clase de pensamientos, ¿sabes? En plan, estos pensamientos agobiantes que no me gustan en lo más mínimo.

     –¿Sobre qué tipo de cosas? –le preguntó Hoseok. –Háblanos de ello, Tae, esa es una de las pocas cosas de las que nos puedes hablar.

     –Es que... no paro de tener este tipo de pensamientos y sentimientos que...  yo solo... –se mordió el labio inferior y, antes de tan siquiera poder controlarse a sí mismo, comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos. –Me siento tan jodidamente culpable, siento que estoy haciendo algo ma... malo y me da miedo. Me da miedo acojonarme después de todo. Jeongguk... él... no es el puto monstruo que me creía que era cuando empecé con esto. Fui ingenuo, fui un estúpido. Creía que si seguía mirándole como a una especie de criatura inhumana, entonces no sentiría nada, pero estaba equivocado. Estaba tan jodidamente equivocado. Mierda, joder, es que siento estas cosas hacia él, hacia Jimin, y no puedo evitarlo. Detenerlo. –Su compañero le pidió que fuera más específico. –Como puto a-amor, Hoseok. Estoy bastante seguro de que les amo a ambos.

          ¿Era ese silencio resultado de un completo horror y asco ante el pensamiento de uno de los suyos amando a El Chico? ¿O era otra cosa, algo como una resignación derrotista? Taehyung estaba demasiado ocupado intentando ahogar todos los sollozos que luchaban por escapar de su interior como para descifrarlo, con las manos en alza, restregándoselas por los ojos bruscamente. Los dedos le temblaban, y no solo por el mono de la abstinencia.

     –No es amor, Taehyung, eso lo entiendes... ¿verdad? –dijo Namjoon con voz suave; a su lado, Hoseok intentaba con todas sus fuerzas mantener una expresión neutral. –Estás confundiendo gratificación sexual y dependencia con algo genuino, algo seguro.

          La gratificación sexual no hacia que casi le doliera el pecho cuando Jeongguk presionaba un casto beso en la comisura de sus labios y le decía "buenos días". La gratificación sexual no explicaba esa adorable calidez que parecía extenderse y adueñarse de todo él cada vez que sus ojos encontraban a los de Jimin al otro lado de la suite y sus carnosos labios se curvaban formando una suave sonrisa.

     –No, no, sé lo que siento y es amor. No tiene sentido fingir que no es eso, porque sé lo que es y estoy jodidamente... jodido –gimió Taehyung, sintiendo como las comisuras de sus labios caían. –Estoy tan jodido, que... no puedo... no voy a poder soportar esta mierda mucho más. Siento que voy a morirme y... –Namjoon se movió para sujetarle la parte superior de los brazos y Taehyung bajó la cabeza tan solo para no tener que mirarle. –Nunca he sent-sentido nada como esto, me duele tan-tanto y no puedo p-puto respirar ahora mismo.

     –Respiraciones profundas, vamos. Hermano, inspira.

     –Se su-suponía que era un-un-un monstruo pero él... –Taehyung tomó una gan bocanada de aire, pero hipó en el proceso y los ojos comenzaron a escocerle mientras las lágrimas se abrían paso por sus mejillas –es también una persona y yo no...

     –Tae, deja de hablar y respira –sugirió Hoseok suavemente.

     –Nadie m-me dijo que era una persona –continuó con voz jadeante. –¿Cómo po-podría, yo, es jod-jodidamente...? –Namjoon le liberó los brazos y en su lugar pasó a sujetarle la cabeza, manteniéndola inmóvil con fuerza para que Taehyung cesara de hablar un momento e intentara controlarse. –Jeon Jeongguk es... es un monstruo que am-ama a sus padres más que a nada en el mundo y...

     –Taehyung –le regañó Namjoon con tono dulce, intentando hacerle parar de hablar sobre el joven hombre.

     –Es un monstruo que es un huésped andante de trastornos men-mentales y emocionales y eso está bien, está bien –repitió Taehyung antes de liberar una risa en forma de ladrido –porque ahora yo soy exactamente lo mismo. Es un puto niño, Namjoon. Tiene dieciocho años y va a caer por mi culpa y eso es mucha mierda. No sé si puedo dormir sabiendo eso, lleva comiéndome vivo semanas.

     –Tae, voy a poner las cosas sobre la mesa –dijo Hoseok mientras alzaba una mano para pasársela por la ceja. –O bien le haces caer tú o se encargarán de ello sus propios hombres. Sabes que va a ocurrir, es solo cuestión de tiempo que El Chico se coma también una bala, y entonces, a la mierda la operación. Todo el duro trabajo que hemos invertido en ella, todo lo que has pasado, pulverizado, a la puta basura. ¿Quieres malgastarlo todo? ¿Quieres caer con él?

          Hoseok acababa de darle un buen argumento, un fantástico argumento que había sido incapaz de ver, tan cegado por sus propias emociones como para darse cuenta de ello. Jeongguk ya había sufrido un intento de asesinato, y sin duda alguna, ese no sería el último. Incluso aunque consiguieran desatar una tormenta de balas sobre Jinwoo y se libraran de él, siempre habría otro hombre en fila dispuesto a continuar por donde él lo hubiera dejado, y ahora mismo Jeongguk no se encontraba en una buena posición para encargarse de asuntos como ese. Ni siquiera había tenido el tiempo suficiente como para purgar Haedogje Pa y escoger a sus propios hombres, sus propios súbditos leales, de modo que aun quedarían en pie muchos seguidores estrictos de Jeon que le puto despreciaban. Jeongguk estaba en peligro, lo cual también hacia que él y Jimin se encontraran en esa misma situación de riesgo, sino más.

          Ahora mismo Haedogje Pa era matar o morir, y Jeongguk era un objetivo tanto como el resto de ellos.

     –... No, no, tienes razón –coincidió con un asentimiento, sorbiendo con fuerza por la nariz. –Jeongguk está perdido, no puede hacer esto. Él mismo sabe que está jodido, así que, ¿qué sentido tiene? Puede que suene noble eso de hundirse con el barco, ¿pero qué hay de honorable en la muerte? –Taehyung alzó una mano para sujetar las de Namjoon, retirándoselas de la cabeza lentamente. –O bien le derribamos nosotros y aniquilamos su imperio con la información de los discos o lo asesinan y nos quedamos sin nada.

     –Uno es una solución, otro causa más problemas –añadió Namjoon.

     –Supongo que se ha de usar un monstruo para atrapar a otro, ¿eh? –sugirió Taehyung en voz baja mientras alzaba una mano limpiarse las mejillas húmedas. Namjoon le dijo que él no era un monstruo, ni en lo más mínimo, y él le contestó con una extraña risa. –Si Jeongguk es uno, entonces yo soy exactamente lo mismo: ahora soy un monstruo. Ya lo he aceptado, le gente normal no puede hacer la mierda que nosotros sí, ¿verdad?

          Por una vez ninguno de los oficiales fue capaz de replicarle de ninguna forma, y se alegró por ello.

     –Contactaré con vosotros en cuanto me haga con algo más de información sobre los discos duros –dijo mientras finalizaba de secarse las mejillas. –Aguardad una llamada de teléfono pronto, no puedo permitirme malgastar la oportunidad que me ha brindado la muerte de Jeon.

          Taehyung salió del aparcamiento y volvió a la calle, percatándose de que los otros dos hombres se habían decantado por permanecer allí un rato más y no levantar sospechas al marchar todos en grupo. Tenía que volver al zulo y aguardar la llamada de Jimin, y se imaginó que simplemente podría acurrucarse en los asientos traseros del coche alquilado y quedarse ahí, sin moverse, por lo menos un par de horas. Eso sería como una bendición para él, pero primero, primero tenía que hacer algo. Taehyung recorrió varias manzanas antes de encontrar lo que consideró un lugar seguro, una callejón resguardado entre dos edificios abandonados que era imposible de ver desde la carretera, de modo que nadie podría localizarle. De modo que se dirigió hacia él y se quitó el abrigo y la chaqueta tan rápido como pudo, dejándolos caer al suelo descuidadamente. Cayó de rodillas sobre sus piernas temblorosas y hurgó en el interior del traje para encontrar el estuche, su propia versión personal de la comunión, de modo que lo abrió y comenzó su ritual usual.

          Tras subirse la manga y apretarse el torniquete ligeramente, Taehyung dirigió su atención al vial para descubrir que quedaba bastante poco. Observó que tendría como mucho unos 100 ml, y cuando introdujo la aguja en el vial y comenzó a rellenarla, observó el recorrido del líquido. Propasó su dosis normal, los 60 ml, y comenzó a acercarse al 70... luego al 80... y después siguió subiendo incluso más. Observó la sustancia transparentosa llegar hasta los 95 ml, hasta no dejar nada más que un par de miserables gotas en el vial, momento en el que retiró la aguja y pasó a estudiar la jeringa. Taehyung echó la cabeza hacia atrás para apretar más el torniquete con los dientes, aguardando la aparición de una vena, pero le tomó mucho dar con una, demasiado.

     –Vamos –murmuró entre dientes apretados, sintiendo el potente sabor de la goma contra la lengua. –Vamos, vamos, sol... joder –Taehyung liberó la banda y cerró los ojos, apretando los dedos alrededor de la jeringa involuntariamente. Acababa de ver a sus compañeros hace tan solo unos minutos, les había visto por primera vez en meses, y ahí estaba: acuclillado en un callejón sucio cualquiera listo para drogarse de nuevo. –Joder, joder, joder, no... –Taehyung sintió todas las lágrimas de antes volviendo a deslizarse por sus mejillas, y un resquebrajado sollozo escapó de él antes de conseguir hacerse con los extremos del torniquete de nuevo, sujetando la aguja sobre el interior de su codo.

          Lo necesitaba. Sí, necesitaba esto y no tenía sentido alguno fingir que no cuando se encontraba tirando con fuerza del torniquete entre los dientes y lágrimas inundaban sus ojos y mejillas. Necesitaba esto, y no importaba lo que se dijera a sí mismo, porque sabía que resultaría inútil. Sin embargo, sentía una repugnante vergüenza en su interior que le decía que parara. Su equipo ya se había metido en demasiados problemas por su culpa y los putos vídeos porno, y ahora volvía a causarles incluso más dificultades de nuevo.

          ¿Pero acaso eso importaba a estas alturas? ¿Importaba cualquier cosa ahora, mientras las manos le temblaban tanto que apenas era capaz de sujetar la jeringuilla y podía sentir oleadas de sudor resbalándole por el cuero cabelludo?

          La morfina no le hacia daño como el resto de cosas. Como su equipo, como Jeongguk y Jimin. La morfina detenía el dolor, así que, ¿por qué debería intentar resistirse a ella? Lo único que había hecho era proporcionarle la paz que ansiaba, librarle de todo lo demás: de la herida de la bala, de sus propios pensamientos aterrorizados, de las pesadillas y los malos sentimientos.

     –Solo quiero que... deje de doler –consiguió gruñir alrededor de los extremos de la banda de goma. –Por... por favor.

          A causa del temblor de sus manos, acabó pinchándose varias veces con el cabezal de la aguja, manchándose de sangre la piel hasta conseguir introducirla en una vena y sentir ese maravilloso escozor antes de presionar la jeringa e inyectársela. Volvió a sacársela y la tiró a un lado del callejón con fuerza, golpeándola contra la pared y haciendo que el cristal se fragmentara al colisionar contra el suelo. Ya está, ahí estaba. Taehyung se desplomó sobre el lateral y aterrizó sobre la pila de ropa de la que se había deshecho con un suave golpe. Dejó escapar su aliento en un jadeante suspiro y, con ello, la necesidad de llorar desapareció completamente, de modo que se quedó inmóvil durante un par de minutos para dejar que esa deliciosa calidez inundara su sistema y le hiciera olvidar lo que había ocurrido entre él y Namjoon y Hoseok. Sin embargo, fue cuando comenzaron a aletearle los párpados el momento en el que recordó algo.

          Mierda, tenía que irse y recoger a Jimin pronto. Del cubil de drogas.

          El pensamiento fue suficiente para hacerle forcejear con su propio cuerpo y conseguir sentarse de nuevo, pasando a apoyarse sobre la pared para poder ponerse en pie. Al menos ya no le bailaban las rodillas. Cogió el abrigo y la chaqueta pero no se puso ninguna de las prendas, sino que las dobló sobre el brazo para ocultar el hecho de que aun continuaba con la camisa remangada. Salió del callejón, asegurándose de pisar la jeringa tan solo para poder escuchar ese satisfactorio crujido, y fue entonces cuando comenzó a avanzar por el distrito en ese maravilloso estado de insensibilización. Para cuando llegó al zulo, esa calidez se había atenuado hasta una sensación normal, pero aun continuaba divinamente ajeno al mundo. El conductor ni siquiera le miró cuando abrió la puerta y se metió dentro. El sueño parecía reclamarle, por lo que se movió para tumbarse en la parte trasera, doblando el manojo de prendas para utilizarlas como almohada. Antes de acabar deslizándose en esa agradable oscuridad, Taehyung consiguió arreglarse la manga y bajársela para ocultar los puntitos sangrientos que habían pasado a adornarle el codo.

         Lo que le trajo de vuelta al mundo consciente fue la sensación de algo húmedo contra la cara y Taehyung levantó la cabeza justo en el momento en el que Wangbi decidió deslizarle su rugosa lengua por la nariz. Dio un respingo hasta acabar sentado rápidamente, alzando una mano para limpiarse la cara antes de forzar sus ojos a abrirse. Lo primero que le impresionó fue el hecho de la oscuridad que envolvía el vehículo, tanta como para poder detectar el típico fulgor anaranjado de las farolas que iluminaban el cielo nocturno y las vistas que ofrecía la ventana. Taehyung retiró la mirada de Wangbi mientras ésta se posicionaba sobre su regazo justo a tiempo para poder observar a Jimin meterse en el coche junto a él.

     –Buenos días, dormilón –dijo con una sonrisa mientras cerraba la puerta con fuerza.

     –Te dije que llamaras, ¿por qué no lo has hecho?

     –El coche estaba aparcado fuera, Tae –discutió. –¿Qué sentido tenía llamarte cuando podía verlo por la ventana, eh? –Taehyung alzó una mano para restregrársela por sus pesados párpados, murmurándole algo al conductor sobre llevarles de vuelta al bloque de apartamentos. –No seas tonto. Pero, oh, Tae, tengo algo para ti. Algo importante –dijo Jimin suavemente mientras rebuscaba en el interior de su abrigo y sacaba un bote más bien grande que contenía una sustancia desconocida para él. Taehyung detectó que era de un vivo color verde, y sus ojos se adhirieron a él. ¿Qué cojones era eso? –Sabes lo que es, ¿verdad?

     –N...no –contestó con una sacudida de cabeza, mientras el coche se alejaba del lugar.

     –Es metadona –le explicó Jimin con esa misma dulce voz. –Le pedí a Yoongi que me la diera y lo hizo, porque queremos ayudarte.

     –¿Me... metadona?

     –Para sustituir a la morfina; es lo que usan en las clínicas para combatir la adicción a ella y, antes de que lo preguntes, porque sé que lo harás, te hará sentir exactamente lo mismo, Tae.

     –¿S-sí? –preguntó sorprendido Taehyung, retirando lentamente los ojos del bote.

     –Sí, Tae, te prometo que sí –dijo Jimin con una sonrisa mientras volvía a ocultarla en su abrigo. –Así que vas a comenzar a usarla , porque de ese modo podremos librarte de la morfina. ¿No crees que es una buena idea, mmm? –Taehyung tenía la boca demasiado seca como para responder cualquier cosa que no consistiera en un par de palabras, de modo que decidió asentirle como contestación. –Vamos a ayudarte, Tae.

     –Lo sé, sé que lo harás –afirmó Taehyung. –¿Jimin?

    –¿Sí, Tae?

     –¿Sabes que yo... te amo, verdad?

     –Por supuesto –dijo Jimin sin la más mínima muestra de vacilación. –Por supuesto que lo sé.

     –Ojalá yo también pudiera ayudarte –dijo Taehyung en voz baja mientras pasaba a observar la ventana en su lugar, observando las calles oscuras avanzar a su lado como neblina de colores. Ante esto el otro hombre mostró una ligera confusión, frunciendo el ceño. –Pero... creo que ahora puedo hacerlo.

     –Vale, lo que yo creo es que necesitas dormir algo más –bromeó Jimin con una carcajada. Taehyung suspiró y se movió para usar su regazo como almohada, molestando a la ya acomodada Wangbi y obligándole a apretujarse entre el pequeño hueco que quedó entre él y la otra ventana. Los dedos de Jimin se dirigieron directamente a su pelo, el cual comenzó a acariciar delicadamente. –Hoy estás tan dormilón, Tae.

     –Mmm –ronroneó, mostrándose de acuerdo con él, a pesar de estar convencido que todo esto era efecto de la morfina. –Pero puedo hacerlo, Jimin, puedo ayudaros a los dos, tan solo... solo confía en mí.

     –Por supuesto que puedes, bebé –coincidió Jimin con tono calmante mientras pasaba a trazar círculos concéntricos sobre su frente. –Puedes hacer todo lo que quieras, ¿recuerdas?

     –Porque soy un... ¿un Dios? –preguntó Taehyung antes de sentir sus labios alzándose en un perezoso intento de sonrisa. –A veces creo que... que en lugar de eso soy un monstruo, Jimin.

     –Los Dioses no son nada más que monstruos –dijo el otro hombre mientras pasaba a juguetear con su pelo. –Después de todo, un Dios nunca podía ser humano.

     –Yo solo soy un puto monstruo... –dijo Taehyung con una voz apenas más sonora que un suspiro, mientras se le volvían a cerrar los párpados. Antes de volver a la oscuridad absoluta, Jimin murmuró algo como respuesta a sus palabras.

     –¿No lo somos todos, bebé?

♛ ♖♝
wattpad ha vuelto a desordenarme los comentarios del capítulo anterior y vuelvo a no saber a lo que os referís,, mis instintos asesinos están ya al límite sndjdbxkdb que he hecho para merecerme esa mierda :((

anyways, espero q os haya gustado, ya nos encontramos en el tramo final de la historia!! ʕ ˵˵ ʔ

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