Adara observaba a detalle los movimientos que hacia Yui, quien se encontraba en el jardín. Ya habían regresado de la academia, y una fabulosa idea se había colado en la mente de la Sakamaki al ver a Yui salir al jardín. Era una noche algo fría y pensaba amarrarla y esconderla en el bosque, el clima perfecto, para un plan perfecto. El chillido de Yui hizo que Adara abandonara sus más oscuros pensamientos y prestara atención a la humana, haciendo que ésta frunza el ceño al ver el espectáculo que se formaba. La menor observaba a detalle lo que le estaba sucediendo a Yui, quien estaba siendo acorralada por cuatro sujetos que Adara no supo distinguir al instante. Hasta que se dio cuenta que uno de los chicos se parecía a uno de los "chicos de la quebrada", como ella los llamaba.
Una sonrisa adorno el rostro de la menor al pensar que se iba a hace realidad su sueño.
¡Se iban a llevar a Yui!
—¡Oh! —susurró la pequeña, llevándose una mano a sus labios y mirando como corría Yui de un lado para otro, siendo acorralada por las cuatro figuras.
—Esto se esta poniendo bueno.
—susurró, sentándose en el suelo para ver mejor la escena.
Yui terminó totalmente rodeada, y Adara totalmente emocionada. La sonrisa de Adara desapareció en un instante al escuchar aquel nombre.
"Eva" murmuró uno de los chicos, dejando a una sorprendida Adara con la boca abierta.
Adara recordó el sueño que tuvo, en el que Eva aparecía como una chica con corazón malvado. Pero nunca recordó como era el rostro de la mencionada. Ella era mala. E iba a separar a sus hermanos de Adara.
Hace unos meses atrás la Sakamaki había salido a una excurción con sus compañeros y la profesora de la Academia, dejando solos a sus hermanos y a Yui. Primero se negaba a dejarlos solos con Yui, pero luego retomó la decision de ir a la excursión. Y cuando regresó todos estaban raros y tenían un poco más de apego hacia Yui, incluso Subaru. Ayato empezó a ignorar los pedidos sádicos de su hermana. Incluso habia llegado a ignorar jugar con ella, lo que dejaba desconcertada y sorprendida a la menor.
—Nunca vuelvas, querida Yui.—dijo Adara, con odio recargado en cada palabra. El rostro de la criatura empezó a oscurecerse con una perversa sonrisa. Y en ese momento fue cuando los chicos junto con Yui desaparecieron.
—Ah~ mejor me voy a jugar.
—dijo la pequeña, estirándose y corriendo hacia la mansión.
Adara entró a la mansión y observó a todos sus hermanos quienes estaban en la sala, ella corrió hacia Subaru, quien estaba sentado en el sofa y lo abrazo, haciendo que este se sobresale.
—¿Qué hiciste ahora, pequeño monstruo?—susurró Subaru, acarisiando el cabello de la pequeña.
Adara sonrió con dulzura, disfrutando del pequeño cariño que le proporcionaba Subaru al acariziar su cabeza.
—No mucho, solo estaba mirando como Yui se iba con cuatro chicos.
—dijo Adara sonriendo con inocencia, encogiéndose levemente de hombros. Las miradas penetrantes de los hermanos se posaron en Adara, quien seguía abrazaba a Subaru.
—¿Que chichinashi hizo qué?
—preguntó Ayato, mirando a su hermana con el ceño fruncido.
Adara lo miró lo más tranquila que pudo y sonrió levemente.
—Yui se fue con cuatro chicos.
Creo que eran... —Adara puso cara pensativa.—Ah sí, los chicos que vimos en el incidente de la limusina.—dijo, jugando con la bufanda que traía puesto Subaru.
Ayato abrió los ojos, confundido y algo dolido. No creia en la palabra de la menor, Yui le prometió nunca dejarlo. Incluso Yui también le había prometido casarse con Ayato. Un pensamiento nada deseado surcó la mente del pelirrojo, haciendo que éste se enoje.
El oji-verde frunció el ceño, se levantó del sillón y se acercó a la menor amenazadoramente.
—Adara, ¿¡Volviste a hacerle tus estúpidos juegos a la humana?!
—dijo exasperado el oji-verde, separando a la menor de Subaru, agarrando su brazo con fuerza.
La menor se asustó ante la fuerza que Ayato ejercía en su brazo, para luego jalar su brazo lo suficientemente fuerte como para safarse del agarre del mayor.
—¡No! la verdad no. ¡Yo la vi! y ella estaba en el jardín con los cuatro chicos.—dijo algo exaltada, con el ceño levemente fruncido, mirando a su hermano con confusión y acariciando su adolorido brazo.
—¿¡Y no hiciste nada?! —exclamó Ayato, mirando a Adara con enojo.
—¡Claro que no!—Adara lo fulminó con la mirada, y abrazó a Subaru, tratando de encontrar refugio en sus brazos.
Ayato hizo un sonido con su lengua, enojado, y luego se dirigió hacia la puerta.
—Ire a buscar a la plana.—dijo con seriedad, saliendo y dando un portazo.
Adara no lo miró. Ella solamente se acercó más a Subaru y lo abrazo con más fuerza, parando el mar de lágrimas que se avecinaban.
—Adara. —llamo Reiji, con voz preocupada, pero disimulada.—¿Es cierto eso?
—¿Me vez con cara de mentirosa? ¡No es mi culpa que Yui se haya aburrido de ustedes tan rápido!—exclamó, alzando su mirada y observando a sus hermanos. Se dio cuenta que sus palabras los habian lastimado cuando estos empezaron a verla con cierto recelo.
Shu soltó un suspiro cansado y desapareció, al igual que Reiji.
—¿S-Shu?, ¿Reiji?
—susurró la menor. Subaru se tensó ante el abrazo de su hermana y también desapareció, haciendo que ésta caiga al sillón.
—Subaru nii-san...
Kanato bajo su mirada a Teddy y desapareció.
—Espera, Laito ¿Tú también me dejaras sola?—dijo Adara, mirando a su hermano quien se encontraba un poco cabizbajo. Él no respondió y simplemente desapareció.
Adara se levantó del sillón y corrió hacia su habitación, cerrando la puerta con fuerza. Sabía que seguramente sus hermanos habían escuchado ese alboroto, pero no le importó. Su espalda tocó la madera de la puerta, y se fue deslizando sobre ésta hasta llegar al suelo.
—Yo no... yo no tengo la culpa...
—susurró, limpiando una lágrima que resbalaba por su mejilla.
—¿Porqué se enojaron?—esta vez, llevó ambas manos a su rostro, tratando de parar las lágrimas que no dejaban de salir.
—¿Acaso ya... no me quieren?
Un sentimiento de tristeza invadió a la menor. Ella no quería estar en un lugar donde no la querían, nada volvería a ser lo mismo si la ignoraban. Reiji ya no le prepararía pastelillos, Shu no volvería a dejar que duerma con él, Subaru no volvería a ser cariñoso con ella, Laito no volvería a acosarla y ni mucho menos terminarían jugando a las cosquillas, Kanato no volvería a hablarle ni jugar al té. Y Ayato... Él nunca le volvería a perdonar. Adara sabía que seguramente Yui querría estar con Ayato, e hizo todo lo posible para impedirlo y Ayato siempre terminaba perdonándola. Pero ahora ya no sería lo mismo. No después de ver la reacción de Ayato. No después de mirar esa expresión de odio. No después de haber sido lastimada por su propio hermano.
Se levantó del sitio en donde estaba y se acercó a su armario, abriendo este y sacando la ropa suficiente como para salir de aquel lugar. Empacó todo lo necesario en una maleta. No sabía a donde ir, pero de lo que sí estaba segura, era de que ya no quería estar en ese lugar. No quería tener que observar odio y rencor en las miradas de sus hermanos.
Bajó rápidamente y se dirigió hacia la gran puerta. Sabía que estaba exagerando y antes de abrirla, observó todo el lugar, tratando de encontrar alguna cosa que no le impida irse. Algún sentimiento, alguna emoción.
Nada.
Palpó con delicadeza la madera de la puerta, y luego la abrió.
<Tal vez solo... Estén exagerando.>
Pensó, bajando su mirada, esperando a que algún hermano apareciera y la deteniera. El sonido de una puerta siendo cerrada se escuchó por toda la mansión.
Una fuerte ventisca removió su cabello. La noche se volvía mas fria con cada paso que daba, alejándose de esa mansión a la cual solía llamarle "hogar".
[···]
Adara estaba temblando. No sabía cuanto tiempo había estado caminando, y confundiéndola, el frío estaba haciendo efecto en ella, cosa que era raro, ya que ella podía pasar bajo el frío sin un suéter y no tendría problema, pero ahora, ahora el clima estaba tan frío que algunas ramas de los arboles empezaban a congelarse.
Adara se acercó hacia su maleta y buscó un suéter lo suficientemente caliente como para protegerla del frío.
La Sakamaki estaba buscando el suéter, cuando de pronto, una fuerte punzanda en su cabeza hizo que lleve ambas manos a ese lugar. La visión de Adara empezó a ser borrosa provocando que caiga al suelo. Sentia como si la estuvieran apuñalando, su dolor cada vez incrementaba, haciendo que unas cuantas lagrimas caigan por sus mejillas. La menor estaba intentando reponerse, cuando de pronto, dos figuras aparecieron frente de ella. La Sakamaki levantó un poco la mirada, tratando de ignorar el fuerte dolor en su cabeza.
—Te hemos encontrado. —susurró un sujeto, tomándola en brazos.
Adara ya no resistía el dolor, sus ojos se habían teñido de carmesí y unas cuantas lágrimas resbalaron por sus mejillas. Poco a poco fue perdiendo la conciencia, cerrando sus rojizos ojos.
Dejándola sola en la obscuridad.
Junto a dos seres desconocidos.
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Hola
¡Saluden carajo! >:D