Big City (Malec UA)

By Mandy_Loove

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Universo Alterno Magnus ha vivido en la gran ciudad toda su vida, pero cuando su mamá tiene suficiente de su... More

Prólogo
1. Bienvenido a tu nueva casa
2. El chico de campo
3. No me voy a enamorar
4. Conociéndolo
5. Conociendo el pueblo (parte 1)
6. Conociendo el pueblo (parte 2)
7. Dar el salto
8. Día en el lago (parte 1)
9. Día en el lago (parte 2)
10. Nuevas amistades
11. Limpieza
12. ¿Novios?
13. Novios
14. Le esperaría por siempre
15. Un consejo
16. Celos
17. Descubiertos
18. Conociendo a tus amigos
19. El mejor sentimiento del mundo
20. Soy gay
Problemas con esta historia );
21. Los Lewis
22. Fotos y recuerdos
23. Errores del pasado
25. Perfecto
26. Peleas familiares
27. Locura
28. Mágico
29. Perdonar y buscar la felicidad
30. Un recuerdo para siempre
31. Despedida (parte 1)
32. Despedida (parte 2)
33. Volver a casa
34. Irremplazable
35. Final

24. Guerra de pintura

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By Mandy_Loove

Esta vez, todo es diferente... veo en ti la luz 



– ¡Levántate! – Alec gritó, lanzándose sobre Magnus, quien solo gruñó y se giró. Adoraba a Alec, lo hacía, pero Magnus odiaba despertarse temprano y parecía que el objetivo de Alec era despertarlo temprano todos los días.

– Oh dios, – Magnus se quejó, girando lejos de Alec. – ¿Qué tienen en contra del dormir, la gente de campo? –

– Dormir es una distracción habiendo tanto por hacer. –

Magnus abrió un ojo solo para lanzarle una mirada incrédula. – ¿Bromeas, cierto? ¿Quién dijo es? –

– Mamá, – Alec se encogió de hombros.

– Estás arruinando mi tiempo de siesta, – Magnus se quejaba. – Todavía ni termina de amanecer y no tengo deseos de levantarme y cantar con los pajaritos o hacer lo que sea que hace tu gente a esta ridícula hora. –

– ¿Cantar con los pajaritos? –

– ¿Tu gente no es del tipo de "uno con la naturaleza"? –

– No. No somos Pocahontas, – Alec se rió. – Solo no nos aterroriza como a tu gente de ciudad. Y ya amaneció, son como las nueve de la mañana. Ya dormiste demasiado. –

– Oh, Jesús, – Magnus suspiró. – Alguien debería enseñarte que dormir bien es por lo menos hasta las diez de la mañana. Antes de eso, no es dormir, – se giró de nuevo, esta vez, jalando a Alec de la playera hacía la cama y acercándolo.

– ¿Qué haces? – Alec se quejó. – Quiero que te levantes y hagamos algo. –

– Que mal, – Magnus sonrió adormilado. – Eres mi novio y por lo tanto tengo derecho a usarte como almohada cuando yo quiera. Además, te enseñaré los beneficios de dormir bien. –

– ¿De verdad? – Alec intentaba sonar molesto pero no podía lograrlo. – No sabía que eso era parte de todo esto de las relaciones, – su voz se suavizó cuando Magnus recargó su cabeza en su pecho y se acurrucó contra él.

Tan solo ayer se había enterado de tantas cosas, y resolvió tantas incógnitas. Magnus no podía estar demasiado molesto con sus padres porque de alguna forma ellos debían estar igual que él, intentando averiguar como lidiar con todo lo que era Magnus.

– ¿Estás bien? – susurró Alec. Magnus estaba agradecido de tenerle, si no fuera por él, probablemente estaría de fiesta en fiesta en estado de negación. No podía entender como Alec era tan gentil y paciente con él, especialmente porque Magnus no lo había sido tanto.

– No lo se, – respondió Magnus, siendo honesto.

– Realmente no se que decir, – Alec suspiró. – Pero si tenemos algo planeado que te hará sentir mejor. Isabelle, Jace, Clary, Simon, Max y yo, – Alec aclaró y sintió como la sonrisa de Magnus crecía y finalmente abrió los ojos. – Buenos días, – rió, notando que Magnus le miraba.

– Vamos, – dijo Magnus sonriendo y dándole un beso de buenos días. – Tengo hambre y curiosidad sobre el misterioso y maravilloso día que planeaste. –

– Oh, ¿así que ya te vas a levantar? – Alec rió.

– Si, – Magnus se encogió de hombros y se estiró, notando como Alec admiraba la vista. – Creo que primero llamaré a Camille, ¿ok? –

– Si claro, – Alec asintió abrazando a Magnus de la espalda y recargando su barbilla en su hombro, donde depositó un beso. – Iré a ayudar a preparar el desayuno y cuando termines bajas, ¿si? – cuando le soltó para irse, agregó. – Oh y ponte ropa vieja, – se sonrojó al decir lo siguiente. – Si no tienes te puedo prestar algo mío. –

– ¿Por qué? –

– No puedo decirlo, es una sorpresa, – Alec sonrió travieso, jaló a Magnus para un beso, y antes de que pudiera responder, salió.

Magnus se quedó sonriendo y cuando Alec desapareció, tomó el teléfono y marcó. – Hola extraña. –

– Hola, tu, – la sonrisa de Magnus cayó, no era Camille, si no Will. – Tiempo sin hablar, – la voz de Will sonaba como siempre sarcástica pero ahora vacía. – Me preguntaba si ya te habías olvidado de nosotros. –

– He estado haciendo otras cosas, – dijo Magnus.

– Oh claro, con tu nuevo juguete. –

– Deja de llamarle así, – Magnus siseó, la preocupación que había sentido por Will desapareció siendo remplazada por enojo. – Tiene un nombre lo sabes. ¿Dónde está Cam? –

– Está en el baño, – Will suspiró dramáticamente. – Con la cabeza en el escusado maldiciendo la vida. Creo que Ragnor le está sosteniendo el cabello y evitando que vomite en ellos. –

– Lindo, – dijo Magnus, con voz agria. – Cuando termine del que me llame. –

– ¿Qué? – Will fingió tristeza. – No tienes más chismes sobre tu juguete? Nada que decir sobre sus gloriosos abdominales o su cabello? –

– No, – dijo Magnus enojado. – ¿Y tu tienes algo que decir sobre Tessa? – Magnus no era así, pero Will se lo estaba ganando.

– Oh si, – dijo Will aunque el sarcasmo había muerto. – Ella y Jem están saliendo. –

– Oh dios, Will, – la irritación de Magnus murió. El sabía lo mucho que eso le estaba destruyendo a Will. No se podía imaginar siquiera a Alec saliendo con alguien más porque le hacía sentir enfermo. – ¿Estás bien? –

– Supongo, – Will sonaba triste. – ¿Por qué no puedo ser feliz por ellos? – sonaba resignado y Magnus se dio cuenta que Will no había hablado de esto con nadie. A pesar de lo molesto que pudiera llegar a ser, Magnus era el que siempre le escuchaba y Will siempre se abría solo con él. – Son felices, todos son felices. No puedo decir nada porque quiero que sean felices y Jem no lo sería si sabe que yo no lo soy. No se que hacer. –

– Bueno, estoy aquí para ti. Habla conmigo. Estoy dispuesto a escuchar. Dios, si me soportaste hablando sobre los abdominales de Alec, yo te escucharé también, – dijo Magnus.

– Magnus, no hago más que lanzarte mierda. No puedes hablar enserio. –

– Pero lo hago. –

Hubo un momento de silencio hasta que Will soltó una ligera risa. – Realmente eres una buena persona Magnus. Creo que nunca te lo había dicho. ¿Podemos empezar de nuevo? –

Magnus trató de ocultar su sorpresa, pero no pudo ocultar su sonrisa. – No, no me lo habías dicho. Y seguro, aunque no creo que seamos capaces de dejar de molestarnos, creo que podemos dejar de ser unos imbéciles. –

– Me agrada eso, – dijo Will más tranquilo. – Oh, y creo que Camille ha dejado de vomitar como volcán. Probablemente va a demandar comida. ¿Quieres que le hable? –

– No, le llamaré mañana, – dijo Magnus pensando que ya había tenido suficiente drama por un día.

Se despidieron y Magnus se sentía más tranquilo. Era raro que Will se pusiera emocional, porque casi siempre era un imbécil. Pero Magnus notó que estaba sufriendo y no podía evitar querer ayudarle, estar ahí. Y por como lo escuchó, realmente necesitaba alguien con quien hablar.

Finalmente se terminó de vestir y bajó. Se sorprendió al ver que ya le estaban esperando el grupo de personas que pensaban que dormir hasta las nueve de la mañana era "dormir bien".

*

– ¿Bromeas? – Jace gritó e Isabelle negó, mientras Magnus entraba a la cocina y se dirigía a darle un dulce beso a su novio.

– ¿De qué hablan? – preguntó Magnus viendo a los dos hermano y tomando una tostada del plato, sosteniéndola para que Alec pudiera darle una mordida.

– Dejen de ser tan tiernos, – Isabelle giró los ojos. – Y hablamos sobre porque Tiffany está aun en ANTM. –

– ¡Como crees! – Magnus gritó haciendo que Alec gritara e Isabelle asintiera.

– Tyara va perdiendo, – dijo Jace, negando. – Tiffany no puede ni dominar la forma de caminar. Debe irse a casa porque...–

– ¡¿Estamos hablando de América's Next Top Model?! – exclamó Alec y Magnus no pudo evitar soltar una risita por la expresión en su rostro.

– Obviamente, – dijo Jace encogiéndose de hombros.

– ¿Por qué lo dices como si fuera algo normal? ¿Desde cuando ves eso? Creí que lo odiabas y decías que era un programa estúpido, – Alec veía a Jace como si le hubiera crecido una tercer cabeza. Incluso Magnus lo encontraba extraño.

Jace suspiró y comenzó a explicarse como si se tratara de algo serio. – Todo comenzó unos meses atrás. Isabelle lo estaba viendo y yo decidí sentarme para molestarle sobre lo malo que era el programa. Pero entonces...–

– Tus ojos se abrieron ante la maravilla que es America's Next Top Model, – dijo Magnus, sin reír, como si comprendiera.

– No puedo creer que estés teniendo una discusión sobre ese programa, – dijo Alec aun sorprendido.

– La verdad, – dijo Isabelle riendo. – ¿Y Alec es el gay? – Jace iba a protestar pero Max llegó llamándoles.

– ¡Mamá dice que ya vamos tarde a lo de Clary! –

– ¿La sorpresa es ir a la casa de Clary? – preguntó Magnus.

– Si, – dijo Isabelle. – ¿No lo adivinas? Ropa que puedas arruinar y casa de Clary. Vamos a lanzar pintura y hacer arte. –

– Supongo que tenía demasiado en la mente, – dijo Magnus bajito, metiendo las manos en los pantalones prestados de Alec. Eran los mismos que había usado cuando pintaron el granero. Y con todo lo que había pasado Magnus se sentía como un extraño en su propia vida. Antes su vida era fiestas y diversión, nunca nada tan emocional. Pero tampoco tenía a Alec. Alec, quien tomó su mano y la acarició.

– Hey, – dijo Alec, sonriendo con dulzura. – ¿Estás bien? –

– Eso creo, – dijo Magnus apretando su mano. – Mientras te tenga a mi lado, estaré bien. – Alec se sonrojó un poco pero sonrió.

– ¡Yo manejo! – gritó Alec girándose para tomar las llaves de la camioneta.

– ¡Copiloto! – gritó Magnus, haciendo que los hermanos se quejaran.

– Magnus es el copiloto, – Alec dijo, abrazando a Magnus por los hombros. – Porque tiene favoritismo y no pueden hacer nada contra eso. –

– Que injusto. Y que quede claro que Clary no se puede enterar de la obsesión que tengo con cierto programa, – dijo Jace, lanzándole una mirada a sus hermanos. Isabelle solo ondeó la mano y Alec asintió.

Todos subieron al auto, Magnus al lado de Alec y los demás atrás. Al llegar a la casa Simon abrió, algo que al parecer Magnus fue el único que encontró eso como algo raro.

– Hola chicos, – dijo calmado, mirando a Isabelle como si la adorara. Magnus se preguntó si así de bobo se veía al mirar a Alec. Probablemente se veía peor. – Clary y Jocelyn están alistando las cosas. ¿Quieren algo de beber? –

La casa era hermosa, un poco más misteriosa que la de los Lightwood. Al admirarla, vio a una mujer entrar a la habitación. Cabello café sobre sus hombros y ojos azules con una taza de te en sus manos. Se veía sorprendida de verlos ahí y se acercó para saludar. Pero su rostro palideció al ver a Jace y solo asintió antes de irse por las escaleras.

– Eso fue raro, – dijo Simon, frunciendo el ceño. – Usualmente es bastante amigable. –

– ¿Ella es Amatis, cierto? – preguntó, cuando escuchó cerrarse una puerta. – Se parece mucho a Luke. – Magnus no tuvo tiempo para notar eso. Lo que si noto en sus ojos era que algo la atormentaba en ese pueblo, quizá era la razón por la que se mantenía alejada.

Continuaron caminando por la casa de Clary mientras Jace hablaba. – Realmente debe odiar estar en el pueblo, – dijo bajito. – No había venido en años, ¿cierto? –

– Si, – dijo Clary, entrando a la habitación. La cara de Jace inmediatamente se iluminó. – Se fue hace mucho tiempo. Cuando tu padre aun estaba vivo. –

Magnus notó como esas palabras afectaron a Jace, quien por primera vez se quedó en silencio. Magnus sintió un poco de lástima, al menos el si había tenido unos padres que lo criaran. Al llegar a la cocina Simon sirvió las bebidas.

– Entonces Fray, ¿cuál es el plan? – preguntó Simon.

– Bueno, – Clary dijo sonriendo. – Vamos a lanzar pintura y crear un desastre. Nos llevará un tiempo pero ya le dijimos a Maryse que volverían para la cena. –

Todos asintieron y comenzaron a hablar de temas cotidianos como deportes. Magnus solo les escuchaba con la cabeza apoyada en el hombro de Alec, quien sin decir nada, pasó su brazo por sus hombros. Se sintió sonrojar al sentir la mirada de ternura que le lanzó Isabelle, la cual intentó ignorar.

Después de un rato, una mujer parecida a Clary, supuso que Jocelyn, entró a la habitación. Tenía cabello rojo amarrado en una coleta y su ropa estaba llena de pintura.

– Hola, soy Jocelyn, – le dijo ella con una gran sonrisa. – Tu debes ser Magnus. He escuchado mucho sobre ti, – dijo tomando la mano de Magnus y este pudo sentir su fuerte agarre. Eso le hizo recordar todas las cosas que le contaron había pasado y lo fuerte que la habían hecho.

– Solo buenas cosas, espero, – dijo Magnus regresando la sonrisa y sacudiendo la mano. Ella se alejó para servirse un vaso de agua.

.

– Solo cosas buenas, – dijo aun sonriendo. Al terminar de tomar agua les dijo. – ¡Síganme! –

Caminaron hacia una habitación diferente que parecía un estudio de arte. Había pintura en todas las paredes y varios lienzos.

– ¡Todos alístense! – gritó Clary, lanzándoles un delantal y Jocelyn rápidamente salió de la habitación. Magnus pasó el delantal por su cabeza y le lanzó una mirada a Alec. Este entendió y le amarró el delantal, al final abrazando a Magnus de su cintura.

– ¡Okey! – gritó Jocelyn entrando de nuevo con un lienzo lleno de brochazos. – Luke y yo vamos a desayunar. Hay algunos refrigerios en el refrigerador. Así que ¡diviértanse! – les sonrió mientras se despedía.

– Gracias mamá, – Clary gritó. – ¿Están listos, chicos? –

Antes de que alguien contestara, Magnus lanzó pintura al lienzo. Y así todos comenzaron. En algún punto Clary puso música de rock y todos se animaron, brincando y cantando una canción que Magnus no conocía, mientras lanzaban pintura.

– ¡Jumping up there with the band! – cantaban, al ritmo de la canción, todos desafinados por estar brincado.

Magnus se tapó la boca mientras reía y se giraba así Alec sin aliento. – Si alguna vez terminamos, me escribirás canciones country dramáticas, ¿cierto? – lo dijo de broma, pero Alec contestó con toda la sinceridad posible.

– Te escribiría miles, pero preferiría mantenerte conmigo, – Magnus rió, y besó la mejilla de Alec.

Isabelle bailaba, cuando de repente lanzó un bote de pintura azul sobre la cabeza de Simon. Y así comenzó la guerra.

Magnus sentía que iba a morir por toda la pintura que había comido e inhalado. Entre respirar y reír era imposible no hacerlo. Justo cuando pensó que estaba a salvo, Alec le jaló y le dio un beso, que sabía a pintura la cual Magnus rogaba porque no fuera venenosa, y al final del beso, Alec pasó su mano llena de pintura por el cabello de Magnus.

– Como te atreves, – dijo Magnus indignado. – ¿Acabas de pintar mi cabello? –

Alec solo se encogió de hombros con falsa inocencia y una malévola sonrisa. Magnus iba a decir algo más, cuando Alec pasó de nuevo su mano pero ahora en la mejilla de Magnus, pintándole la cara. Simon comenzó a reír y Magnus le lanzó pintura morada a la cara, cortando su risa.

– Oh, esto es guerra chico de ciudad, – dijo Simon, agarrando una brocha y yendo tras Magnus.

– ¡Alec! – Magnus gritó, escondiéndose tras su novio. – ¡Protégeme! –

Alec rió pero le siguió el juego, lanzándole pintura a Simon, iniciando un duelo. Isabelle le echaba porras a Simon y lanzaba pintura al azar, Jace y Clary se lanzaban pintura. De repente Alec y Simon compartieron una expresión de complicidad, y antes de que pudieran evitarlo, les lanzaron un bote de pintura a Isabelle, salpicándole a Magnus. Después salieron corriendo detrás del lienzo y en un segundo Isabelle comenzó a gritar.

– ¡Estúpidos, hijos de su...– Isabelle gritaba limpiándose los ojos mientras la pintura naranja cubría todo su cuerpo. Iba decidida tras Simon cuando resbaló y se llevó a Jace en el proceso.

– Ew, – dijo Jace, tratando de alejarse de ella para levantarse. – ¿Qué te pasa? –

– Oh por dios, – dijo Isabelle riendo cuando Jace se paro.

– Mierda. En escala del uno al diez que tan morado está el trasero de Jace, – Alec se estaba riendo.

– Once, – dijo Magnus riendo mientras veía a Jace levantarse, cubierto de pintura.

– ¡Voy a matarte!, – le gritó Jace, iniciando una guerra de pintura con Isabelle.

– Creo que la guerra de pintura ya debe terminar, – dijo Clary viendo a los hermanos y esperando que se rindieran. – Ya pasa de la hora de comida. –

– ¿De verdad? – preguntó Magnus, sintiendo que el tiempo había pasado demasiado rápido.

– ¡Clary! – gritó de repente Max. – ¡Dibújame una barba! – sonrió de forma tan angelical y adorable que Clary no pudo negarse. Se arrodilló y le preguntó como la quería. El niño contestó como la de Tony Stark. Después de unos minutos Max estaba más que feliz con el resultado, y pasó más de diez minutos tratando de convencer a Alec de que también se pintara una. Su novio solo se reía y negaba diciendo que jamás se pintaría una barba naranja.

– Que mal, – dijo Magnus, – Realmente deseaba saber como te verías con barba naranja. –

– Que mal por ti, – dijo Alec sonriendo y lanzando pintura al lienzo. – Nunca lo sabrás. – Magnus estaba a punto de responder cuando Jocelyn entró.

– Oh por dios, – dijo ella, tratando de contener la risa. – Se ven ridículos. –

– ¡Toma mi cámara! – dijo Magnus de repente, – ¿Puedes tomarnos una foto? –

– ¡Claro! –

La mamá de Clary tomó la foto feliz, de todos ellos amontonados abrazándose y llenos de pintura. Después Magnus tomó la cámara con cuidado de no mancharla y se tomaron varias selfies, haciendo todo tipo de caras.

– Perfecto, – dijo Magnus al verlas.

– ¿Ya comieron algo, chicos? – preguntó Jocelyn.

– No, – dijo Magnus. – Lo único que he comido ha sido pintura. –

– ¿Es un mal momento para mencionar que esa pintura es tóxica? – dijo Jocelyn. Todos se giraron asustados hacía ella, la cual comenzó a reír. – ¡Bromeo! – soltó una carcajada. – Se veían tan aterrorizados. No creí que hubieran comido tanta. –

– Creo que me comí medio bote, – dijo Isabelle, lanzándole una mala mirada a Alec y Simon

– Lo noté, – dijo Luke entrando y viendo divertido a Isabelle. – Pensé que le punto era lanzar la pintura al lienzo. –

– Si, – dijo Isabelle con las manos en la cadera. – Yo también, – dijo Isabelle lanzándole dagas con la mirada a Alec.

– Así son mis hermanos, – dijo Jace, abrazando a Max. – Les gusta pasar el rato lanzando pintura y comiéndosela, y luego lanzando amenazas de muerte. –

Max asintió, – Así es mi familia, – dijo Max con inocencia. Simon comenzó a reír y todos le siguieron.



Un día familiar (: Espero que les haya gustado el capítulo.

YA HAY NUEVA HISTORIAAA!! 

Es la adaptación que les dije el capitulo pasado. Pueden pasar a checarla y darle una oportunidad. Es para mayores de edad 😏  y mis lectoras pecadoras que no lo son aun, ya están advertidas, así que lean bajo su propia responsabilidadPasen para que lean la sinopsis. Pero en resumen:
Es en la época de reyes y reinas. Hay varios reinos pero los importantes son Idris, donde  reinan los omegas y Edom donde reinan los alfas. Alexander Lightwood, el rey Omega de Idris, es capturado en batalla por Magnus, el rey alfa de Edom. Magnus pretende tratarlo como lo haría a cualquier otro omega en su reino. Va a estar bien alimentado, vestido y tratado con respeto, pero él debe renunciar a su libertad. Alec se niega, con cada fibra de su ser desea escapar. Especialmente cuando la increíble pasión de Magnus hace dudar su decisión de vivir como un omega libre. A pesar de su dominio erótico sobre él, Alec jura que nunca se rendirá. Magnus tiene planes para el bello pero terco omega.
 

Ya está publicada así que les invito a pasar a leerla... 

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