Otra noche donde sueño con el último encuentro junto a Ross, han pasado cuatro meses y el recuerdo sigue estando fresco en mi mente, quisiera arrancarla como un curita y tirarla lejos, no es sencillo.
Para mantener la mente ocupada acepte comenzar distintas clases de defensa personal junto a Iris, desde pequeña me obligaban a ir hasta que pude negarme.
Ahora volví y era la manera más práctica para despejarme.
Golpeo la bolsa de boxeo que tengo frente mío, controlo mi respiración para no agotarme con rapidez, todo el enojo lo libro contra este.
Sigo enojada con Ciara, ella fue la encargada de prender la bomba contra mí y Ross, nosotros nos encargamos que explote y terminamos lastimados.
Extraño aquellas tardes que me escapaba de mis padres al terminar la ronda de prensa e iba directo donde Ross, podíamos quedarnos sin decir nada y ser feliz, o acompañarlo a sus clases de baile y terminar uniéndome porque todos me insistían.
Simples recuerdos que serían los mejores que una vez pude generar.
-Tu tiempo ha terminado, descansa – me anuncia mi profesor.
-Seguiré unos minutos más –seco el sudor de mi frente con la toalla que tenía en mi hombro.
-Procura no extenderte, debes cuidar tus músculos –yo asiento y prosigo.
Mañana sería el cumpleaños de Ross, yo no podría estar ahí, hace meses buscaba ideas para regalarle algo y lo había conseguido, ahora no servía de nada, estaba guardado bajo mi cama y se quedaría ahí.
-Hora de irnos – se presenta Iris – He tenido suficiente.
-Quiero seguir –digo.
-De ningún modo, es hora que regreses a tu casa, tu mamá me está llamando diciendo que debo llevarte.
-¿Desde cuándo le haces caso? –miro confundida.
-A partir que terminaste con Ross, todos se han dado cuenta que estas alejada y deprimida, tienen miedo que cometas una idiotez.
-¿He hecho alguna? –agarro la botella de agua para beber.
-Las veces que salimos terminaste ebria, besándote con el primer patán que aparezca y ni hablar que cada día estas más delgada –Iris toca mis costillas.
-Eso se debe al ejercicio –contrataco.
-Tess te llevaré y fin de la conversación –apunta – Vamos.
Ninguna habla hasta cuando llegamos, pienso que se marchara pero me sigue hasta adentro de casa, decido ir al jardín porque escucho gritos y aplausos.
Ahí se encuentran mis padres junto a Julian y Juliet, lo que me sorprende son las armas que tenían en sus manos, me quedo helada sin poder avanzar, Iris sigue y los saluda con total naturalidad.
-¿Practicando tiro? –Iris pregunta
-Sí, falta poco para la depuración, debemos estar preparados –explica Julian seguido de disparar unas latas que estaban a lo lejos.
-¿Acaso este año van a participar? –me acerco directo a ellos, siento rabia.
-Tranquila pequeña –dice papá – Solo nos preparamos, nunca sabemos cuándo necesitaremos defendernos.
-¿Pero para eso no están los guardias?
-A veces ayudan, otras tienes que estar precavido –comenta estudiando su arma.
-Ven aquí Tess, te enseñare –Julian se acerca y extiende el arma – Es lo más natural del mundo.
-No lo necesito –entrelazo mis brazos.
-Deja de ser tan terca y hazlo –insiste, todos me miran, siento el pesar.
Mi mano tiembla al sostenerla, mis nervios están al máximo, siento que se me va a caer.
-Tienes que agarrarla así –Iris toca mi mano y me va dando instrucciones como hacerlo.
-¿Cómo sabes esto?
-Mi padre me han enseñado desde los catorce, es algo natural –casi sonríe, me sorprende conocer esta parte de ella.- Prosigamos, tu familia tiene razón debes estar preparada.
No me niego a proseguir, pasan los minutos y luego las horas, sigo aquí compartiendo un momento con ellos, hasta hay momento donde me río, me comporto como ellos y no tengo problema.
La distancia con Ross, ha provocado que la antigua Tessa vaya desapareciendo.
...
Tengo el paquete entre mis manos, juego con el moño rojo pensado que hacer, cuando la puerta se abre lo trato de esconder debajo de la almohada.
-Ya lo vi –anuncia Iris apuntándome con la cuchara que comía el pastel.- No puedes seguir con tu vida porque te ata esto, ve y déjaselo.
-¿En su casa?
-Si, donde viva, ahora mismo vamos –apoya el plato en mi mesa de luz.- Levántate.
-No pienso hacerlo –me niego.
-Solo lo dejaras en su buzón y listo –explica - ¿Quieres olvidarte de él?
-Creo que si –dudo.
-Bueno esta es la solución –camina a la puerta, yo lo pienso y sé que tiene razón, no doy más vueltas y lo hago.
Todas las luces estaban apagadas en la casa de Ross, era la mejor manera de pasar inadvertida, hago lo que me indico Iris y miro por última vez su casa, recuerdo las veces que cruce aquella puerta junto a él, riéndonos por ocurrencias de ambos o tal vez gracias a Raynah, sigo echándolos de menos, el tiempo me ayudará a lidiar con el dolor.
-¿Mejor? –pregunta Iris al subir al carro.
-Es pronto para decirlo –ella solo asiente y no pregunta nada más, cierro los ojos y me permito llorar para aliviar el nudo que siento en el pecho.
...
Ha llegado el día de la depuración, todo en casa esta tranquilo, nadie se ha intentado acercar para entrar.
Desde que las elecciones se acercan las cosas han estado más tensas, la próxima semana se definirá quién será el nuevo presidente, mi padre lo desea ante todo y según lo que he escucho hablar con mamá tiene la delantera para ganar sin problemas.
Yo me abstengo alejada, no hago ninguno comentario, todavía sigo en mi burbuja.
Mi teléfono vibra y se trata de Iris.
"Dime que no soy la única que se aburre"
"Estamos en igualdad de condición"
"Solo quiero largarme de esta casa, no sé si podré soportar doce horas encerrada"
"Tendrás que hacerlo, al menos un día donde tu vida esta primero"
"Lo único que odio de la depuración es el encarcelamiento que debo llevar, además dudo que alguien quiera hacerme daño, no tengo enemigos"
"Eso crees tú, personas como nosotros desbordamos de ellos"
"Gracias por esas palabras de aliento"
"Siempre para servirte"
Mi estómago ruge de hambre, Rita debía traerme la cena y aún nada, era poco común que suceda, sería mejor ir a chequear.
Abro la puerta y salgo, dos hombres estaban parados vigilándome, órdenes de papa tener seguridad todo el día.
-Iré a la cocina -informó, ellos asienten y me dejan ir porque en cada puerta de la casa hay más de ellos.
Bajo las escaleras, al llegar al último piso noto algo brillante tirado, me agacho y lo agarro.
Era un dije, lo tengo en mi mano y camino al comedor, hasta que veo a mi familia alrededor de una silla, en esta alguien estaba sentado, su cabellera rubia era lo que se veía.
Observo el dije, y ahora lo reconozco, era el regalo.
-¿Qué hacen? -contesto tartamudeando
-Un regalo para ti cariño -papá sonríe y gira la silla con la ayuda de Julián, me cubro la boca para no gritar al verlo amordazado, de su frente caía sangre.
-Ro...Ross -digo su nombre lentamente.