Freedom on the Sea - kookmin

De SeoHyung_205

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En la época en la que los reyes y reinas gobernaban con el poder absoluto sobre la tierra, Jungkook lo tenía... Mais

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Nota 2

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De SeoHyung_205

Jungkook despertó ante los rayos del sol que entraban por la gran ventana de la habitación, la cortina había sido corrida por la sirvienta para así despertar al chico de 18 años. La vieja mujer se acercó al amplió colchón de algodón del menor para despertarlo.

— Joven amo, sus padres lo esperan abajo para desayunar, además tiene clase de piano después de eso.

— Lo se, lo sé.— el chico se estiró con las mangas de su camisón para dormir callendo por sus brazos hasta sus codos al ser realmente amplías, soltó un gran bostezo mientras se sentaba en la orilla del colchón, recibiendo en sus manos una taza de té verde por parte de su sirvienta.

— Joven amo, su padre ha ordenado que usted debe asistir a la fábrica hoy en compañía suya.

— Tch.— chasqueó la lengua a modo de queja.— ¿Y voy a poder ver las exportaciones o simplemente me quedaré viendo como los obreros trabajan?

— Sabe bien que no me corresponde decirle eso, sin embargo los barcos piratas pueden llegar en cualquier momento y es peligroso para cualquiera, sobretodo miembros de la corte de su majestad.

— Pero el escarlata no ha sido visto en una sola costa hace 17 años ¿A qué le teme tanto mi padre?

— Señor, eso es algo que debe discutir con él. — la mujer comenzó a sacar del armario de madera barnizada las prendas del castaño en conjuntos ya organizados, comenzó a vestirlo con una camisa blanca, pantalones azules de tela de seda, un saco del mismo color con un pequeño lazo celeste al cuello atado alrededor del cuello de la camisa, además de los guantes blancos que debía llevar gracias a las excentricidades de su padre y los zapatos costosos de piel color negro.

Jungkook terminó su taza de té de un sorbo una vez estuvo vestido y se dirigió a la gran puerta de la habitación con la mujer tras él, su sirvienta no era de su agrado, era demasiado extraña su forma de hablar o hacer las cosas y parecía muerta en vida, en esos momentos sentir su pesadumbrosa presencia tras él era desagradable y por su cabeza cruzaba el considerar pedirle a su padre un nuevo sirviente, quizá un muchacho joven, de piel tersa y facciones delicadas, alguien a quien mirar y que le diera algo de color a su despertar.

Jungkook caminó por los amplios pasillos de la mansión con las paredes recubiertas de papel tapiz decorativo y cuadros, pinturas por todas partes. Caminó hasta dar con el comedor donde, para su sorpresa, su padre estaba con el semblante serio y la quijada apretada mientras leía una carta que tenía el sello de su fábrica, por su expresión se podía deducir que lo que el hombre estaba leyendo no era nada de su agrado, el hombre estaba siendo asaltado por la frustración, era tal que se le saltaba una vena del cuello e histericamente gritaba respondiendo lo escrito en el papel como si pudiesen escucharle en aquel navío de carga.

— ¡Mantengan los cargamentos a salvó! ¡No dejen que esos canallas roben una sola caja! ¿El escarlata?.— hizo una pausa mientras sus ojos se movían rápidamente leyendo.— No pueden ser Park ChanYeol, Lee ChaeRin y su maldita tripulación de ratas marinas. — seguido de eso el hombre lanzo dicha carta con tal frustración que causó que Jungkook diera un pequeño saltó en su lugar, exaltado.— ¡Maldito sea el día en que el escarlata se adueñó de los mares! ¡Esas jodidas ratas de mar están saqueando nuestros cargamentos y hundiéndo nuestros barcos! ¡Enviaré un barco militar de inmediato!

Jungkook entró disimuladamente a la habitación, tomó su lugar en la mesa para el desayuno que estaba por ser servido sin duda alguna ahora no era buen momento para hablar con el conde. Se quedó pensando por un momento al escuchar a su padre quejarse entre gruñidos ¿Qué aventuras habrían de rodear aquel mar azul que solo había podido presenciar desde su ventanal? ¿Qué criaturas habitarían en aquellos Miles de kilómetros de agua salada fuera de los peces que terminaban guisados en su plato o en las peceras de la casa?

Dos días antes:

Los piratas invadian el barco de carga, los capitanes, ChanYeol y ChaRin habian sido los primeros en abordar una vez habiendo perforado el barco a invadir con los cañones de arpón, rápidamente habían apresado a su tripulación amenazandoles con armas, aunque para desfortunio de la tripulación pirata, un mensajero de la tripulación habian escapado en uno de los anticuados botes salvavidas de madera, iba con intención de reportar la situación en tierra firme, los capitanes del navío pirata no le prestaron mucha atención a aquel hecho y de la misma manera comenzaron a traspasar la mercancía hacia el escarlata, todo el cargamento de textiles y alimentos era transportado a la bodega que Jimin preparaba, moviendo rápidamente cada pesada caja para hacer espacio y acomodar el nuevo botín.

Qué no traigan prisioneros, que no traigan prisioneros, que no traigan prisioneros. Se repetía en pensamientos mientras movia cajas de un lado a otro de forma dificultuosa con su cuerpo delgado de complexión sumamente fina.

Los marineros de la tripulación metían las cajas a bordo y Jimin las acomodaba en la bodega tan pronto como podía, tal y como el saqueo habian comenzado, terminó, los capitanes abordaron nuevamente el escarlata tras haber revisado todo el navío en busca de algo valioso, y para la mala suerte de Jimin, quien comenzaba a salir de la bodega con las gotitas de sudor empapándose la frente, había rehenes.

— ¡Jimin! — grito ChaeRin presionando una navaja contra la espalda de un chico de aproximadamente 18 años quién lucía pulcro, se encontraba pálido.

— ¡¿Si, mi capitana?! — gritó el rubio encarando a su madre.

— A la bodega. — Empujó al pequeño chico hacia Jimin usando la navaja, el rubio sacó su arma de mala gana y lo escoltó con uso de la misma junto con otro joven, uno más alto que le seguía igualmente apresado.

Jimin guió a ambos prisioneros sin verlos atentamente hasta que llegó a la bodega, los miró mientras los hacia bajar, era chico alto y delgado con labios gruesos y piel blanca, vestido como todo un joven de clase alta, iba con su cabello color rosa cenizo despeinado ligeramente, el segundo joven era un chico alto y fornido de piel ligeramente oscura y con la vestimenta apropiada de un acompañante o sirviente, iban juntos y el más alto de los dos parecía más molesto que preocupado.

— Entren. — señaló Jimin la puerta de la bodega entrando tras ellos y cerrando la puerta tras de sí con llave, la oscuridad ahí era total, por lo que el menor encendido las velas que iluminaban aquel sótano oscuro de forma secuencial.

Los dos supuestos rehenes se sentaron sobre las cajas de cargamento bajo la mirada del rubio, el chico de cabello negro trataba con suma delicadeza al chico burgués pelirosa quién parecía al borde de un ataque de pánico.

Jimin salió de ahí al haber asegurado el cargamento y se mantuvo realizando sus actividades comunes durante los siguientes días, claro que le carcomia la cabeza el tener un par de personas en su bodega, siéndo prisioneros de su navío.

— Jimin, ve a cuidar a los rehenes.— ordenó ChaeRin mientras pasaba por la cubierta.

— Si, mi capitana.— fue hasta la bodega con cuidado y divisó al par de chicos sentados sobre las cajas hablando.

— Amo, no se altere, vera que su padre, el duque, no lo dejara en manos de piratas.— hablo el azabache en susurros sin notar aún la presencia del rubio.

— NamJoon, no me preocupa el ser prisionero del navío pirata, me preocupa que haz terminado aquí conmigo.

— Mi único objetivo es proteger a mí amo, y lo haré a cualquier costo.— Lo miró directamente a los ojos tranquilizandolo bajo la escasez de luz en la habitación.

Jimin observó bien a los prisioneros, nunca había hablado con ellos más que cuando los había hecho entrar. Ellos notaron la presencia y lo miraron, por lo general no le hacían plática, siempre se encontraban temerosos, suplicantes o desesperados, sin embargo esta vez resultó diferente y la voz tenue del pelirosa resonó en su dirección.

— ¿Acaso tú también fuiste un prisionero? — Preguntó el chico pelirosa de 18 años.

— No, soy un pirata desde siempre, ahora por favor guarden silencio, no se supone que deba hablar con ustedes.— dijo Jimin con tono tímido, pues no debía hablar con los supuestos rehenes, ya que por más que lo intentara, él no parecía amenaza alguna y más aún por su timidez al hablar, además de que detestaba tener prisioneros, siempre lloriqueando o rogando para que los dejarán ir, y la personalidad voluble del rubio no le permitía tener la firmeza y crueldad para callarlos o amenazarlos.

El pelirosa se sorprendió, si bien Jimin no tenía pinta de pertenecer a la burguesía, tampoco sé veía como un pirata, de no ser por la bandana bajo su cabello en su frente y el pendiente de oro colgando de su oreja, cualquiera lo confundiría con un chico normal en la ciudad.

— Oh.— dijó el pelirosa guardando un momento silencio para volver a hablar a los pocos segundos.— Yo soy Kim SeokJin, hijo del duque Kim. Y él es NamJoon, es mi sirviente, pero lo considero más un acompañante y mi amigo.

— A-Amo... No debe revelar esa información a los piratas.— habló el pelinegro casi al borde de un ataque cardíaco por lo que su acompañante hacía.

— No sé preocupe joven, mi tripulación nunca hace daño a los rehenes, volverá a casa pronto.— por razones que desconocía, Jimin se sentía más en confianza con la actitud de aquel chico pelirosa, aún que respecto al pelinegro que le acompañaba era diferente, este se puso a la defensiva al notar que Jimin se acercó apenas unos pasos.

— No se deje engañar joven amo, estos piratas usan palabras encantadoras como viles sirenas para ahogarnos en el fondo del mar.— el azabache dió una mirada de odio al pequeño pirata frente a ambos.

— ¡NamJoon!— gritó SeokJin en reproche.

— No se preocupe, me han llamado de formas peores, ahora, si necesitan algo díganme, no tengo permitido darles mucho, pero agua, comida y abrigo tendrán por seguro.

— ¡¿Quien diría que en el mundo desdichado y cruel de los piratas existiría un joven pirata tan atento como usted?! - halagó Jin y NamJoon por su parte lo miraba extrañado y decepcionado, con ganas de palmear su rostro en señal de frustración.

— No me halague de esa manera cuando lo hemos tomado de prisionero... — Jimin fue interrumpido por un zarandeo violento, algo había golpeado el navío de forma tan violenta que hizo caer algunas cajas, el rubio las vió zarandearse lentamente, estaba seguro golpearían al pelirosa si caían por lo que lo empujó sin tener tiempo suficiente para moverse, recibiendo el impacto en su lugar, ni siquiera lo había pasado, fue un reflejo el salvar a aquel chico.

El impacto fue tal, que Jimin, totalmente aturdido comenzó a sentir pequeñas gotas de sangre tibia bajar por su frente hasta el final de su mandíbula, el pelinegro le quitó las pesadas cajas de cargamentos de encima mientras Jin le tendía la mano ayudándole a levantarse torpemente.

— E- Esperen aquí... Y Alejen-Alejense de las cajas.— Jimin comenzó a caminar torpemente fuera de la bodega mientras aún estaba aturdido, se sorprendió de seguir conciente tras ese golpe, subió las escaleras casi a gatas por la falta de luz y tropezó unas cuantas veces perdiendo el aliento bajo la mirada preocupada del pelirosa y el pelinegro tras él.

Al abrir la puerta observó a la tripulación alterada, la luz lo cegó inicialmente, se sentía sucumbir, mareado y aturdido, apenas logró dislumbrar a sus padres mientras iban de un lado a otro, lidereando a los marineros, la situación era confusa, y más aún cuando lo único que llegaba a sus oídos era un fuerte pitido acompañado de un dolor de cabeza, pudo deducir que estaban bajo ataque, ya que logró divisar a lo lejos un barco militar, un navío de combate que disparaba sus cañones contra el escarlata y acertaba haciendo el barco zarandearse violentamente, Jimin cayó contra el marco de la puerta de la bodega cuando el navío recibió otro impacto, levantandose a duras penas del suelo. ChaeRin vio a su pequeño hijo ensangrentado desde la cabeza hasta el cuello y quedó atonita, inmediatamente su mirada de preocupación fue reemplazada por una de odio mientras ordenaba abrir fuego contra aquel buque de guerra y caminaba entre los cañones hacia el menor.

— ¡Jimin!— gritó la mujer apresurandose a sostener a su pequeño, quien estaba por desvanecerse sobre el piso. El rubio se dejó caer en los brazos de la capitana, viendo y escuchando entre el caos como su vista se nublaba e iba oscureciendose todo lentamente, hasta que todo finalmente desapareció.







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¡Chan, Chan, Chan!

Okno

Los dejaré en suspenso Mochis

Los adoro no lo olviden.

¿Saben? Me voy a morir de diabetes con un fic que estoy escribiendo... Así es... Voy a sacar otro, ya, ya, si quieren crucificarme pues.... Aquí estoy :V

Los amo mucho n.n

Bye bye 😘😘😘😘😘

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