Los Descendientes (Historias...

By AkaneSayumi

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Relatos y sagas de la historia "Los Descendientes" que no fueron incluidas en la trama principal. More

Extra #1 Examen Sorpresa
Extra #2 Litigates y castigos
Extra #3 El maestro suplente
Extra # 4 La maestra estricta
Extra #5 Basta de tristeza "Primera parte"
Historia Interminable #1
Historia Interminable #3
Extra #6 Los Saotome y la tecnología
Extra #7 Basta de tristeza "Segunda parte"
Extra #8 "Celular en clases"
Escucha el latido de mi corazón #1
Escucha el latido de mi corazón #2
Glosario de personajes
Escucha el latido de mi corazón #3
Extra #9 Choque de Pasillos
Extra #9.1 Choque de Pasillos, La Revancha.
Extra #10 Vuela vuela...
Extra #11 Cita con el Dentista
Sueños, Emociones y Tristeza Parte 1,2 y 3.
La Luz que quiero encontrar, parte 1 y 2.
Extra 9.2 Choque de pasillos, El regreso
Primer día
Falsa Alarma
Un Gato en Casa
Examen Extraordinario
Extra #16 Lo Importante es estar juntos
Extra #17 ¿Cómo me dijiste?
Extra #18 Contrabando de Condones
Extra #19 Una tarde normal
Extra #20 Ultima Prueba
Extra #21 Un día diferente
Extra #19.2 Otra tarde normal.
Extra #22 Celos
Extra #23 El Terror de Happosai
Extra #24 ¡Está comenzando!
Extra #25 ¡Yo no lo hice!
Extra #26 La Canción de Akane
Extra #27 Supermercado
Extra #28 Otra tarta de amor
Extra #29 Dibujo Personalizado
Extra #30 Los Amigos y Las Enfermedades Pueden Ser Muy Peligrosos
Extra #31 Celos y Venganza
Extra #32 La herencia maldita de la familia Saotome.
Extra #33 La herencia maldita de la familia Saotome. Sospechas y conclusiones.

Historia Interminable #2

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By AkaneSayumi

Los personajes de Ranma ½ pertenecen a la mangaka Rumiko Takahashi y solo escribo para los fans por diversión que aman esta genial serie de Anime y manga sin obtener algún ingreso económico. 

La chica detuvo la mano de Ranma.

—Te he dicho que no me gusta que toques mi cicatriz—le dijo.

Ranma bajó la mano y no dejaba de verla, pero quería ver sus ojos. Había algo familiar.

—Sé que me trajiste aquí para que me distrajera, pero... en este lugar lloró aún más—comenzó a llorar—. Nunca voy a olvidar lo que hice porque yo si lo odiaba, pero no quería matarlo y ahora ella me odia.

Ranma no entendía lo que decía, pero quería seguir escuchándola.

—Por eso no quiero regresar—siguió—. La vergüenza y los señalamientos de las personas a las que más amo y que estuvieron conmigo durante el mayor tiempo de mi vida es algo que no quiero sufrir. Prefiero estar sola, llorar sola, sufrir sola y que ellos hagan su vida sin mí y me olviden.

—Pero tú no debes de sufrir—habló Ranma con calma—. Todos cometemos errores. Puedo entender tu soledad. Tengo personas que me quieren, pero sigo solo y preguntándome que es lo que puedo hacer para encontrar la felicidad.

—¿Qué es la felicidad? —le preguntó—. Yo creía ser feliz. Creía ser la mejor cuando no era así para los demás. Solo era una carga y más para mi supuesta madre. Siempre decía que era una molestia y mi papá... y tú...

—¿Yo? —preguntó Ranma confundido.

—¿No quieres una hija así? No merezco ser tu hija. Una hija que odia y es capaz de matar por obtener lo que quiere y que no se lo quiten.

—No—Ranma puso su mano en la otra mejilla de la chica—. No importa que así sea mi hija, yo la voy a querer porque es algo mío.

—Y si... ¿Vuelvo a morir?

Ranma abrió los ojos al sentir que se ahogaba. Estaba nuevamente en el bosque. Por un momento sintió que era una situación real, que no era un sueño lo que vio. Él se puso de pie al sentir una presencia atrás de él y al voltear no había nadie. Sentía que se estaba volviendo loco y tal vez era un espíritu. Había muerto mucha gente en ese lugar por lo que no le debería de sorprender. Siguió su camino.

Una persona en silla de ruedas estaba atrás de un árbol y vio como desaparecía en el camino Ranma.

—Solo es una imagen fugaz de lo que pasara en un futuro—dijo—. Esa imagen no se la puedo mostrar a ella... lacus—sacó una pequeña esfera de color azul.

Esa persona desapareció.

Más adelante, Ranma se sentía perdido porque había muchos árboles y no se podía ver un camino que le pudiera ayudar a encontrar ese lago. Piso algo y gritó porque era una mano. Lo bueno que era una chica porque se hubiera visto muy mal a pesar de estar convertido en chica.

—Debes de pensar positivamente y pronto dejaras este cuerpo de mujer—se dijo

Se tropezó con algo y cayó enfrente de una cabeza humana y se levantó con un grito que fue escuchado por Akane y los chicos.

Se detuvieron un momento y Akane comenzó a reírse.

—Después de todo vamos por un buen camino—sonrió Akane.

A quince metros de ellos apareció Ranma completamente en pánico por lo visto anteriormente.

Akane dejo de sonreír porque estaba lo más cerca posible de su "prometido" en estos meses.

Emi comenzó a reírse.

—Parece que no vamos por un buen camino—dijo Emi.

Akane se dio la vuelta para verla con una mirada de pocos amigos, provocando que ella se asustara y se escondiera atrás de Maru.

Akane se puso la capucha de su chamarra y se puso una mascar blanca que tenía Izanami para hacer bromas y se acercó a Ranma.

Ranma ya se había calmado después de respirar hondamente y siguió caminando. Sonreía porque al fin había encontrado un camino. Sin embargo, sintió una presencia atrás de él que lo seguía y se dio la vuelta sin dejar de caminar. Comenzó a sudar de los nervios y gritó corriendo lo más lejos posible de ella.

Akane se quitó la máscara y comenzó a reírse.

—Ahora entiendo de dónde sacó lo bromista Nanami—comentó Emi que no se había movido de su lugar—. Luego que ni se queje porque son igualitas... o bueno, a lo que yo recuerdo de ella... ¿Dónde estará mi prima? —comenzó a llorar—. Y llorare más si ella ya no es bromista y traviesa.

—Yo estoy completamente seguro de que sigue siendo igual—dijo Maru.

Akane se acercó a ellos y chasqueó los dedos para decirle que la siguieran. Lo cual los dos pensaron que no era nadie para hacer lo que diga, pero no les quedo de otra porque seguían con la búsqueda de Izanami.

Paso diez minutos y era lo mismo, era un camino sin fin y eso ya le estaba molestando a Akane. Pero había otra cosa que le estaba molestando más a Akane.

—¿Algunos de ustedes me puede conseguir agua? —preguntó Akane.

—Si, hay una tiendita en este bosque donde el encargado es el espíritu de una persona que se suicidó—contestó Emi con sarcasmo.

Akane tomó a Emi del mecate de su chamarra que estaba en su cuello para acercarla.

—A mí nadie me habla con sarcasmo—le dejó en claro—. Porque yo soy...

—La reina del sarcasmo—terminó Maru por ella.

—Exacto—dijo Akane sin soltar ni dejar de ver a Emi.

—Ya me quedó claro—contestó Emi con lágrimas en los ojos.

—Me da mucho gusto—le sonrió con amabilidad.

—No intente ser amable porque no le queda.

—¡QUÉ!

Emi comenzó a llorar.

La soltó y encontraron otro camino que estaba en cemento y liso y fue un alivio para Akane porque así no encontraría algún animal o partes de cuerpo humano.

—No los conozco, pero ya que estoy aburrida cuéntenme de su vida—habló Akane.

—¿Y para que quiere saberlo si no le importa?

—Parece que en poco tiempo me has conocido muy bien.

La conozco de toda la vida—pensó Emi.

—He vivido casi lo mismo que usted—contestó Maru.

—Que desgracia, al fin alguien que me entiende—comenzó a llorar Akane.

—¡Eso no dice nada! —exclamó Emi.

—Rayos, es Izanami me las pagara—gruñó Akane—. ¿Que podrá ayudar para que la encontremos? Porque sabemos que nuestro lugar es ese lago, ¿pero en que dirección está?

Akane se detuvo, pero se quedó tiesa y mirando un solo punto. Los chicos se acercaron y vieron su mirada. Fueron al punto que veían, pero no había nada. Emi paso su mano por sus ojos, pero seguía así.

De repente, Akane se encontraba enfrente de un estanque de agua termales y vio que estaba en una casa de descanso donde normalmente había aguas termales. El cuarto donde se supone dejaba su ropa para poder entrar y meterse. Vio dentro a una chica de cabello corto y negro que no dejaba de llorar. No estaba desnuda, tenía una yukata blanca y delgada y se daba cuenta de eso porque estaba pegado a su piel. Esa chica le daba la espalda y no dejaba de llorar.

—Déjame sola—dijo.

Akane pudo reconocer esa voz.

—Izanami.

—Solo quiero estar sola... ¡Déjame en paz! —le gritó sin dejar de llorar ni mirarla a los ojos.

—¿Por qué lloras? —preguntó Akane.

—Tú lo sabes, no entiendo porque me lo preguntas.

—No, no lo sé—dijo elevando un poco la voz con un tono un poco más duro.

—Por más que lo intente, no lograran que olvide lo que hice.

Quería preguntarle lo que había hecho, pero sentía que eso la alteraría más.

—Déjame sola, mamá—dijo.

—¿Mamá? —preguntó Akane.

Después de eso solo veía a Emi que pasaba su mano por sus ojos y fue cuando parpadeó. Nuevamente estaba en el bosque.

—¿Qué le sucedió? —preguntó Emi.

—Yo... —ni siquiera ella sabía lo que había pasado—. Nada—respondió—. Hay que seguir.

Akane volvió a caminar el camino que ya había decidido.

Los chicos se vieron y estaban confundidos con lo que había pasado. De igual manera la siguieron.

Atrás de un árbol estaba escondido ese mismo chico en silla de ruedas que los había visto atentamente.

—¿Se podrá cambiar el futuro? —se preguntó.

—¿Qué futuro? —preguntó una voz.

Aquel subió la mirada para ver la rama de un árbol donde se encontraba un chico que le sonreía.

—Me llamaste la atención ya que tienes un lacus—dijo Masaru.

El chico mostró la esfera azul. Él tenía el cabello color azul rey que llegaba al inicio de su cuello, ojos cafés, piel blanca, aparentaba más o menos veinte años y su mirada era triste, esa era la que siempre tenía desde que supo lo que lo tiene en sillas de ruedas. Tenía una camisa de cuello de tortuga y manga larga color amarillo y sus piernas eran tapados con una cobija gruesa, aunque no tenía frio.

—¿Qué futuro le mostraste a Akane? —preguntó Masaru.

—Uno que no vera con sus propios ojos nuevamente, pero por más que quisiera evitarlo será imposible.

—Los del sexto mundo tienen una capacidad muy interesante, pero ¿Qué haces aquí? Para ustedes este mundo es insignificante.

—No porque hay algo que quiero y que ella me traerá—contestó.

—¿Ella?... Ya veo, le mostraste el futuro de la niña, pero... ¿tan malo será?

—Solo ella lo puede decidir—contestó el chico—. Sabía desde hace años que pasaría. Poco a poco no podré moverme, ni siquiera un dedo. Yo solo puedo mostrarles el futuro a los padres o alguien de su misma sangre. Aunque también suele pasar a la persona más cercana a él o ella.

—Bueno, en el caso de Akane me sorprende porque en cierta manera, no ha pasado mucho tiempo desde que convive con Izanami.

—Esa mujer es la madre de Izanami.

Masaru agrandó los ojos.

—Ella no pertenece aquí y cuando se entere... cuando se enteren ambas será el inicio de la desgracia.

Nuevamente vio imágenes del futuro, pero concluyó que posiblemente sea el indicado. Levanto la esfera y brilló.

—Veamos si en verdad ya existe un sentimiento—dijo el chico.

Masaru no entendió lo que quiso decir.

Akane y los chicos seguían caminando. Pero Emi y Maru se detuvieron y Akane no escuchó los pasos. Se dio la vuelta y ellos estaban con la mirada perdida.

—Oigan—llamó Akane pasando la mano derecha en Emi y la otra en Maru.

De repente, los chicos se encontraban en la azotea de su escuela. Incluso traían puestos sus uniformes. Miraron y había una chica con el mismo uniforme, cabello corto negro y no dejaba de llorar. No sabían quién era porque le daba la espalda. Estaba casi pegada a la cerca, pero le incomodaba que estuviera llorando.

—Si no me quieren ver llorar, déjenme sola—dijo.

—Esa voz...—dijeron ambos.

—Izanami—mencionó Emi—. Pero ¿Por qué ella tiene nuestro uniforme? —preguntó Emi.

—Yo cometí un error—siguió Izanami—. Mi padre no debe de tardar en decirme que no merezco ser su hija y ni se diga de la sargento que debo de ser una burla ser su hija.

—¿Su hija? —preguntó Emi.

Emi comenzó a pensar ella...

—Como no me di cuenta antes, ella se parece a Raiko... ella es Nanami.

—No me sorprende que no te hayas dado cuenta—comentó Maru.

—Este es el peor error y merezco la muerte—siguió.

De repente, veían una mano que pasaba por sus ojos y parpadearon al ver a Akane que los llamaba.

—Hasta que resucitaron—dijo Akane—. ¿Qué les sucedió?

Los chicos se miraron y era un poco confuso lo que había pasado.

—Nada—dijeron.

—Entonces hay que seguir.

Akane siguió su camino y los chicos estaban confundidos por lo que habían visto.

—Posiblemente haya sido un universo alterno, porque también mencionó a su papá—pensaba Emi—. Si ella no hubiera desaparecido, pero... ella es Nanami—sonrió Emi.

Maru no estaba convencido con lo que dijo Emi, pero prefirió dejarlo así porque era algo que no podría pasar.

Aquel chico y Masaru los veía y este ultimo seguía sin entender lo que había hecho.

—Con ellos podre llegar a ese lago.

—¿Y si mejor usas el decadente?

—No funciono—contestó el chico.

—Es imposible eso—dijo Masaru—. Siempre funciona.

—Izanami lo intentó. Pude caminar, pero volví a recaer—contestó con tristeza.

—Asi que conoces a la niña—dijo Masaru—. Ellos la buscan, ¿Dónde está?

—Sé que me está buscando, pero me preocupa un poco porque si se encuentra con la persona a quien más odiará, será otro futuro y será aún más feo.

—Oye, ese lago...

—Ese lago está escondido. Para eso debes de entrar por un túnel, pero se encuentran ahí unos percances. ¿Crees en los fantasmas? —le preguntó.

Masaru se quedó helado.

—Con la cara que pones, veo que te dan miedo—dedujo—. Esa es la idea, a mi también me dan miedo, por eso mando a esos tres a que los derroten. Tantos muertos que hay en este bosque, algunos cuerpos no son encontrados y esos espíritus se convierte en fantasmas protectores del lago. Si Izanami no ha cambiado, encontrara otra manera que no sea el túnel porque fácilmente puede oler los problemas. Claro, excepto los suyos. Aunque, quien sabe... y la chica pelirroja se adelante.

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Ranma entró al túnel y según lo que había investigado, para llegar debía pasar por un túnel. No evito recordar cuando fue al túnel donde supuestamente había fantasmas. Pero se entristeció al recordar a Akane. Si no se hubiera ido posiblemente ella estaría a su lado. Estuviera renegando y eso hizo que sonriera, incluso hasta se estaba imaginando su voz.

Más atrás...

—Ach, cada vez está haciendo más calor—renegaba Akane quitándose su chamarra—. Cuando vea a Izanami...

—La matare—terminaron por ella y ambos se quitaban su chamarra.

—Eso ya lo ha dicho un millón de veces—dijo Emi.

—Es que ustedes no saben lo que es estar las veinticuatro horas con ella. Me entenderían si lo hicieran.

—De hecho, lo he hecho—susurró Emi—. Si es la que yo recuerdo, la entiendo.

Akane sonrió con maldad.

—Si esa tonta pasa por aquí, espero y la espante los fantasmas—dijo.

Emi y Maru se detuvieron.

—¿Fantasmas?

—Si el bosque es conocido por ser el lugar donde vienen a suicidarse, es obvio que debe de haber fantasmas aquí.

—¿Y... no le tiene miedo? —tembló Emi.

—Para eso lo tenemos a él que no protegerá en caso de que aparezca un fantasma—sonrió Akane confiada de que así será—. He visto que es una persona responsable, educado y valiente.

—Eso es cierto—sonrió Emi y miró a su primo.

Sin embargo, dejo de sonreír al verlo un poco nervioso.

—Es imposible que le tengas miedo—le susurró a Emi—. Recuerdo que nos protegías a mí y Nanami de los fantasmas y monstruos en el cuarto de la tía Akane.

—Porque sabía que no había nada dentro del armario—contestó Maru comenzando a temblar.

Emi atragantado y lo agarró del brazo.

—Si nos mantenemos juntos, nada pasara—intentaba calmarlo y de paso calmarse—Si... nada pasara...

Emi se dio cuenta que en el otro brazo de Maru estaba Akane que comenzó a temblar de miedo.

—Eres el hombre, nos tienes que proteger—dijo Akane con una voz ahogada.

—No entiendo de donde salió eso de que el hombre debe de proteger a la mujer.

—Eso decía mi novio cuando lo traje aquí—dijo una chica al lado de Emi que tenía un uniforme de marinerito y su cuerpo apenas se veía.

—Es su responsabilidad—dijo otra chica un más grande que la anterior.

—Mi papá era muy valiente—dijo una niña de cinco años que estaba arriba de la cabeza de Maru.

Los tres chicos se detuvieron y sintieron un escalofrió helado y salieron corriendo lo más lejos posible de los espíritus.

Más adelante, Ranma seguía caminando, pero vio un orificio en una de las rocas. Extrañamente le llamó la atención y al acercarse. Un líquido verde fue disparado a sus ojos.

—Ay, arde—dijo Ranma intentando quitárselos.

Sintió que algo lo empujaban y se asustó porque eran gritos.

—¡Como es posible que una niña de cinco años haya venido a suicidarse! —gritó Emi.

Akane tapó los oídos de Ranma.

—¡Eso no importa ahorita! —gritó Akane.

Chocaron con algo y sintieron una electricidad al tocarlo y los cuatro perdieron el conocimiento.

El chico en sillas de ruedas utilizó el lacus para detenerlos.

—¿Cómo no pensé en aparecer con lacus en lugar de que ellos se encargaran de los fantasmas? —dijo el chico pegando su mano su cara.

—Eso se llama no pensar—dijo un anciano atrás de él y poniendo su mano en el hombro del chico—. En mis tiempos, los jóvenes eran más listos.

El chico sintió helado su espalda.

Alzó lacus y levantó a Ranma y desaparecieron no sin antes gritar de miedo. 

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