Capítulo Cuatro: Sana y Salva
Cuando Peter Parker apareció el día en el que viajarían a D.C para el decatlón, muchos estuvieron impresionados menos dos personas: Beatrice y Ned aunque tenían diferentes razones.
Ned sabía la razón por la cual iba y era para detener a aquellas personas que fabrican armas mientras Bea pensaba que Peter nunca los abandonaría, no cuando más se le necesitaba.
─Bienvenido al equipo, Peter.─le dice el maestro en lo que le entrega su saco con el símbolo de Midtown luego de que Flash dijera que el no podía regresar así como así esperando que le cedieran el puesto.
Peter le sonrío al maestro antes de entrar al bus junto a su mochila donde tenía ropa de repuesto y su traje de Spider-Man. Se sentó atrás de Ned para revisar el rastreador que le había puesto a unos de los hombres que trabajaban con las armas ilegales hasta que Liz le llama para practicar las preguntas del decatlón.
Se sentó a un lado de Bea, la cual le sonrió con entusiasmo, para luego dirigir su vista a Liz, la cual hacía preguntas que eran fáciles para la castaña.
─¿Cuál es el ácido más fuerte?─pregunta Allan en lo que pasa la tarjeta. Bea toca su timbre al mismo tiempo que Peter haciendo que ambos soltaran una risa pequeña.
─Carbonaro.─responden los dos a la vez.
─Correcto.─dice Liz feliz al ver que sus compañeros estaban preparados para el torneo ya que era algo muy importante para ella.
Bea le dirige una sonrisa a Peter antes de pararse del asiento e irse unos asientos más atrás. Tenía bastante sueño debido a que no había podido dormir la noche pasada gracias a los golpes que Thomas le había proporcionado.
Agradeció a que la haya golpeado en su cuerpo y no en la cara ya que así pudo disimular los golpes con algo de maquillaje aunque deseaba que todo aquello parara.
Anoche cuando regresó de casa de Cindy empezó a golpearla debido a lo tarde que era cuando solamente eran las siete de la noche. Le sorprendió verle temprano pero no el hecho de que estaba borracho.
Le pegó en la mejilla diciendo que estaba revolcándose con alguien teniendo apenas quince años. Luego le pateo en el estómago diciendo que era una cualquiera como su madre y terminó con otro golpe, esta vez en sus brazos, diciendo que no servía para nada.
A la mañana siguiente se fue temprano para no tener que lidiar con él en el camino a la escuela donde estarían los demás esperándole.
Cuando llegaron a D.C y se registraron en sus habitaciones, siendo la de ella compartida con su amiga de raíces asiáticas, se recostó en la cama y durmió algunas tres horas.
Su amiga le despertó diciendo que irían a la piscina, animándole de ir junto a ella. Al principio se negó debido a que estaba muy cansada como para ir pero luego de pensarlo le dijo que le alcanzaría en un rato.
Cuando salió de la habitación se topó con un Peter encapuchado y una mochila en la espalda lo cual le extrañó.
─¿A dónde vas, Pene Parker?─le pregunta divertida Bea en lo que se termina de ponerse su abrigo. Tenía pensado ir a bañarse junto a los demás pero como no tenía bañador, prefirió ir a pasar el rato.
Peter balbuceó al verle. El maquillaje se la había ido dejando a la vista su golpe que iba desde el labio a la nariz y un morado bajo el ojo izquierdo.
─¿Qué te pasó, Bea?─la castaña rodó los ojos y empezó a caminar en la dirección en la que Peter venía tratando de alejarse del castaño.─Bea,─dijo Peter en le tomaba del brazo haciendo que Bea aguantara un gemido de dolor.─¿por qué no dices la verdad?─le pregunta preocupado.
─No te estoy mintiendo, Peter.─le dice en lo que aleja al castaño de ella.─Que no me creas es otra cosa.─termina de decir antes de irse lejos.
Peter le dedicó una mirada preocupada antes de irse del hotel y marchar a Maryland en busca de las armas ilegales.
Bea bajaba los escalones hasta que pensó en lo que quería en realidad y sabía que no era estar en la piscina, así que se dirigió al cuarto de su amigo Ned para poder hablar con el un rato.
Amaba pasar el rato con el chico de raíces filipinas debido a los temas de conversaciones que solían tener. Hablaban desde temas de astronomía hasta acerca de las películas que recién habían salido en la pantalla grande criticándolas.
─Sabes que esas cosas no me gustan, Bea.─comenta el chico en lo que le deja pasar a la habitación respondiendo a la pregunta de la castaña de porque no estaba junto a los demás.
─¿A dónde fue Peter?─le pregunta Bea en lo que se sienta en la cama del recién nombrado jugando un cubo que tenía ahí.─Lo vi salir como si fuera a algún lado.
Ned se puso nervioso. Odiaba mentirle a Bea pero debía de hacerlo por Peter.
─Sabes como es el.─termina de decir y cambia el tema rápidamente para hacerle olvidar y funcionó porque no fue hasta las dos de la mañana cuando Bea se despidió de su amigo y se fue a su habitación a dormir un poco aunque pensando en que Peter nunca había regresado a su habitación.
Al día siguiente, luego de ganar el decatlón gracias a Michelle, fueron al Monumento de Washington y Peter seguía sin rastros de aparecer.
En el elevador una señora les hablaba acerca de la historia del monumento aunque Ned y Bea hablaban entre ellos acerca de lo asombrosa que era la estructura. Lástima que fue hecho por esclavos.
Todo iba bien hasta que de repente una luz que salía de la mochila de Ned cortó la parte de arriba del elevador haciendo que este perdiera el equilibrio y estuviera a punto de derrumbarse.
─No se preocupen chicos. Estamos a salvo.─decía la señora encargada del recorrido.
─Los individuos están en peligro mortal.─comentaba Karen a Peter en lo que este trepaba el monumento en busca de sus amigos para poder salvarlos. En definitiva Karen no era una buena ayuda en estos momentos.
Anoche cuando fue a atrapar a los hombres con armas ilegales quedó atascado en un camión dejándolo varado en uno de los almacenes más seguros del mundo tardando un buen rato en poder salir de ahí.
Había llamado a Ned un montón de veces para advertirle acerca de la piedra extraña que habían encontrado la cual era peligrosa y se activaba con radiación pero Ned no le escuchó y ahora tenía ir a salvar a sus amigos.
Bea estaba asustada. Habían llegado oficiales para ayudarles a salir de ahí. Sacaron a su amiga Cindy Moon, luego a Flash y a varias personas más dejándolos solo al maestro, Ned, Liz y a ella en el elevador.
Cuando iban sacando a Flash el elevador empezó a caer haciendo que los que estaban a dentro soltaran un grito de terror hasta que el arácnido llegó y con una telaraña paró la caída, aunque luego cayó dentro del elevador junto a los demás. Tiró una telaraña hacia donde estaban los demás y elevó el elevador.
Ned empezó a saltar de la alegría recibiendo un no te muevas de parte de Peter y Bea en lo que el héroe seguía tratando de llevarlos arriba.
El maestro abrió las puertas dejando que Ned pasara primero y luego él para así ayudar a Bea y a Liz. Bea salió y le tendió la mano a su amiga para que pasara aunque el elevador volvió a caer haciendo que ella se fuera con él.
─¡Liz!─grita Bea en lo que el arácnido le tira una telaraña en la muñeca haciendo que flote en el aire evitando que cayera junto al elevador.─Gracias a Dios.
Cuando su amiga estuvo a su lado le abrazó con fuerza recibiendo el mismo gesto de parte de la morena. Observaron al héroe con algo de temor. No cualquiera sobrevive a eso y todo era gracias a él.
─Gracias Spider...─hasta se quedó la frase de Bea debido a que el monumento empezó a temblar unos segundos haciendo que tropezara y cayera por el agujero en donde estaba el elevador.
¿Cómo pasó aquello? se preguntó la castaña en lo que caía o eso se habría preguntado si no estuviera cayendo en el vacío gritando. Sus manos estaban en el aire tratando de alcanzar a los demás pero era inútil.
De pronto sintió unas manos en su cintura y como se detenía de caer. Abrió los ojos y se topó con la máscara de Spider-Man y notó como estaban colgados desde donde estaban gracias a una telaraña.
La respiración de ambos estaba agitada y sus corazones latían rápidamente. Ambos tenían miedo. Mientras Peter tenía miedo de perderle, Bea tenía miedo de morir.
La castaña subió la mirada a la cara del héroe y abrazó su cintura posando su cara en el hombro de Peter vestido como Spider-Man.
─Tranquila Bea.─susurraba Peter contra el oído de la castaña al ver como entraba en pánico. Bea observó hacía abajo y luego hacia arriba tragando en seco. Estaban muy lejos de los demás y muy lejos del suelo.─Ya estás a salvo.─le decía Peter en lo que subían a donde estaban todos. Bea sintió como esa voz le iba calmando; parecía conocida. Sonaba familiar.─Siempre estarás sana y salva conmigo a tu lado, Bea.