My Complement. MADLY IN LOVE...

By ButterflyWings1994

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Cindy nunca estuvo hecha para las responsabilidades. Su vida era un desastre, no tenía trabajo y tenía que ma... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12-Maratón 1/3
Capítulo 13-Maratón 2/3
Capítulo 14-Maratón 3/3
Capítulo 15
Capítulo 16
NOTA DE LA AUTORA.
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 48-Maratón 2/3
Capítulo 49-Maratón 3/3
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Just a woman. The Truth.
Capítulo 55
Capítulo 56
Boletín informativo...
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60. Final.
Epílogo Part. 1
Epílogo Part.2
Capítulo extra 1.
Capítulo extra 2.

Capítulo 47-Maratón 1/3

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By ButterflyWings1994


Estoy segura de que si le dan play a la canción, sabrán qué es lo que les espera. Sobre todo si conocen la letra en español.

¡Jolou mai lovs y bienvenidas a nuestra maratón!

Odiaba ser despertada. Sobre todo cuando había pasado toda la noche oyendo gritos y con un horroroso dolor de cabeza.

Pero bueno, ¿Quién no odiaba ser despertado?

Al parecer había alguien que no entendía ni respetaba eso, porque un molesto pitido retumbaba por toda la habitación, llegando directamente a mis tímpanos y despertándome, arrancándome brutalmente de mi sueño donde Ian Somerhalder dejaba a Nikki Reed por mí.

Si, suena a que es imposible. Sobre todo considerando que dejó a Nina por ella. Porque, Dios, incluso yo le daba a Nina.

Despegué la cara de la almohada, con los ojos a medio abrir y mirando desorientada hacia todas partes.

Podía oír a Ian en la ducha, tarareando la melodía de una canción de Bon Jovi, pero lo único que me importaba en esos momentos era hacer que ese maldito teléfono dejara de sonar.

La luz que entraba por el ventanal estaba friendo mis ojos y sentía la boca seca y pastosa.

Me estiré en la cama y soltando un gruñido por lo bajo, alcancé el móvil de Ian de la mesita de noche y contesté.

Bueno, al menos lo intenté, porque la persona al otro lado no me dio tiempo ni de decir jódete.

Ian, bebé, solo llamaba para felicitarte por tu cumpleaños y desearte un muy buen día ―dijo con voz melosa alguien a quien conocía muy bien y comenzaba a odiar. Mi sangre burbujeó ante el cariñoso apodo con el que se dirigió a Ian y estuve tentada a correr a donde quiera que ella estuviera y hacerla tragar popo de perro por no alejarse― Espero no causarte ningún problema con... con Cindy. Pero por los buenos tiempos, y tomando en consideración que has aceptado mi amistad, creí que era propicio llamar para felicitarte.

Me quedé en silencio procesando cada palabra, con la respiración agitada y apretando el móvil con la mano.

Ese pequeño hijo de perra había aceptado ser su amigo, había preferido confiar en ella, tenerla a su lado y creer en sus mentiras, en vez de creer en mí y decidir alejarse. Pero ni siquiera había tenido la decencia de decírmelo. Me lo había ocultado.

Sabía que me debía de ver como un maldito toro a punto de envestir a alguien, pero así es precisamente como me sentía.

¿Hola? ¿Ian, estás ahí? ―preguntó con voz confundida― ¿Ian?

No te preocupes, Miranda, estaré encantada de pasarle tu mensaje a Ian ―contesté con voz tensa, cerrando fuertemente los ojos y contando hasta un millón en un intento infructuoso de calmarme― Ten un buen día.

Eso fue lo último que dije antes de colgar el teléfono y lanzarlo directamente a la puerta del baño, haciéndolo trisas.

No me importaba romperlo, no me importaba romper esa puerta, y mucho menos me importaba que el sonido de la ducha se hubiera detenido y que Ian estuviera de pie a unos metros de mí, con solo una toalla anudada a las caderas, el cuerpo húmedo y luciendo notablemente confundido.

Si hubiera salido segundos antes, ese teléfono habría dado justo en su cara. Mierda, demasiado tarde.

Su mirada cayó instintivamente al piso, donde yacía destrozado su costoso teléfono.

Ian se agachó para coger el móvil y luego levanto la mirada para mirarme inquisitivamente, a la espera de una explicación.

―¿Debería preocuparme porque mi móvil esté hecho trizas y luzcas como si quisieras matar a alguien? ―inquirió en un intento de broma, pero mirándome seriamente, con cautela.

―No lo sé, dímelo tú, bebé ―dije haciendo uso de el mote con el que Miranda siempre llamaba a Ian, y creo que él pilló la indirecta, porque sus ojos se cerraron fuertemente.

―¿Estuviste hurgando en mi móvil, Cindy? ―preguntó con el ceño fruncido una vez sus ojos volvieron a abrirse.

¿Por qué parecía como si estuviera enojado? ¡Yo era la única maldita persona aquí con el derecho de estar enojada!

―¡Por supuesto que no, idiota! ―exclamé ofendida, levantándome de la cama para acercarme a él― pero tu amiga ―dije sarcásticamente― acaba de llamar y como tu estabas en la ducha, contesté. Lamento haber invadido tu estúpida privacidad, pero creí que no teníamos secretos. Mucho menos que tuvieran que ver con ella.

―¿Ves? ―dijo negando con la cabeza― esta es precisamente la razón por la que no te lo dije. ¡Te pones como loca! No escuchas razones y en lo único que piensas es en tus estúpidos e infundados celos. ¡Ella no me importa, solo intento llevar una relación de cordialidad! Intento evitar más problemas con ella. Siento si eso te perturba.

Su rostro me decía lo mucho que le molestaba todo esto, pero no parecía en absoluto arrepentido por nada. Como si ocultarme que se hablaba con su ex, quien por cierto me había humillado y difamado frente a todo el mundo y de todas las formas posibles, no fuera nada grave.

Quería golpearlo, mucho, y estaba planteándome seriamente la idea de hacerlo. Pero mi madre siempre decía que los golpes no llevaban a ninguna parte, y que eso no era más que una falta de control en sí mismo y un evidente problema de Ira. Además de iniciar una cadena de violencia.

―Ian, estoy tratando fuertemente de no golpearte ahora mismo, pero no estas poniéndomelo fácil ―dije lentamente, recibiendo un ceño aún más fruncido en respuesta― Trato, de verdad intento comprender, como en el infierno, puedes creer por un segundo en que de un momento para otro, ella ha dejado de tener malas intenciones. ¡Pero no lo consigo! Lo siento si eso no es lo que esperabas, amigo, pero voy más allá de creer unas simples palabras proferidas por una víbora como ella.

Ian se llevó la mano al puente de la nariz y pasó por mi lado en dirección al armario para comenzar a vestirse. Lo que me dejó unas maravillosas panorámicas de su perfectamente torneado trasero, pero no estaba para eso en estos momentos.

―De verdad, tienes que dejar de lado tus celos y comenzar a ver las cosas como son ―gruñó girando su cabeza para mirarme seriamente y luego continuar colocándose el pantalón― Ella cometió un error. Se arrepintió, se disculpó y está tratando de intentar llevar la fiesta en paz. ¿Qué más quieres? Además, tú no puedes decidir quiénes son mis amigos ni con quien hablo y con quién no. Eres mi novia, no mi dueña.

Abrí la boca ofendida y lo miré dolida.

¿Él realmente creía que yo estaba tratando de controlarlo?

―No puedes estar hablando en serio ―dije soltando bruscamente el aire de mis pulmones― no puedo creer que estemos nuevamente haciendo esto. Por ella, por la mujer que te dejó por irse a París y conseguir más fama y dinero. La mujer que estuvo a tu lado solo para colgarse de tu fama y aprovecharse económicamente de ti debido a que tú la amabas. Por una caza fortunas que lo único que busca es más de lo mismo. Llevarse lo que no consiguió en aquella ocasión. Eres demasiado tonto si crees que ella solo quiere ser tu amiga, cariño. Ella lo único que busca es lo que tú puedes darle, y no hablo precisamente de tu amor.

Ian se giró para mirarme dolido, y tragando bruscamente, me miró de forma fulminante y decidida.

―¿No es lo mismo que hiciste tu cuando te embarazaste, Cindy? ―preguntó con voz dura― ¿No es mi dinero y mi fama lo que querías cuando te acostaste conmigo y casualmente terminaste embarazada? ¿Colgarte de mí?

Sus palabras fueron como filosos cuchillos enterrándose en lo más profundo de mí. Porque cuando estábamos enojados decíamos cosas hirientes, que muchas veces no queríamos decir, pero que en el fondo, quizá, realmente si creíamos o pensábamos.

Él pensaba todas esas cosas de mí, y hasta ahora había tenido el valor para decírmelas de frente.

Mis ojos se empañaron y un nudo se instaló en mi garganta.

Cuando él pareció caer en la cuenta de lo que había dicho, y de lo que sus palabras había causado en mí, sus ojos se vieron llenos de pánico.

Creo que él sabía lo que ocurriría a continuación. Si él me conocía, aunque fuera en lo más mínimo, sabría qué es lo que yo haría.

Y es que podía vivir con tantas cosas. Podíamos arreglar el hecho de que él quisiera creerle a ella, ser amigo de ella, que conviviera con ella, pero no podíamos arreglar sus inseguridades, y que él creyera que yo lo quería por quien era, no por lo que era. Podía vivir con la idea de que todo el país creyera eso de mí, pero no él.

Saber lo que él creía de mí había hecho trizas mi corazón y dolía como nada en el mundo, pero la verdad era mucho mejor que vivir engañada, creyendo en que él confiaba en mí.

―Muy bien ―dije tragándome el nudo en la garganta y parpadeando para tratar de disipar mis lágrimas, pero Ian podía ver claramente lo mucho que me costaba. No podía mentirle, porque le había dado tanto de mí, que era capaz de ver en mi interior como nadie. Él sabía que me había hecho daño, y se arrepentía, pero no era suficiente― Si eso es lo que piensas... Está bien, ¿sabes? No puedo obligarte a que confíes en mí. Solo... solo no dejes que te haga daño, ¿sí?

―Cindy, no...

―No, está bien ―lo detuve, alzando una mano en su dirección cuando trató de acercarse― Estoy bien, o al menos voy a estarlo. Solo... no te me acerques.

Él parecía estar al borde de la desesperación, sin saber realmente que hacer para tratar de arreglar lo que había hecho. Pero, ¿Cómo podía hacerlo cuando todo lo que había dicho era lo que realmente sentía y creía?

No era a mí a quien necesitaba convencer. Él tenía que arreglarse a sí mismo. Creer que alguien podía quererlo sin ambiciones ni intereses.

Pero eso es algo que tenía que hacer solo. Sin mí a su lado.

Pasé por su lado para coger mi maleta y comenzar a llenarla con mi ropa. No podía llevármelo todo ahora mismo, como por ejemplo lo que había comprado, lo que Caroline me había dado y lo que Laura me había regalado. Pero pensaba llevármelo todo, porque eran regalos, y se me hacía feo desecharlos o rechazarlos ahora que las cosas con Ian habían terminado.

Porque sí, todo había terminado aquí.

―¿Qué estás haciendo? ―preguntó con voz entrecortada Ian desde la puerta del armario, mirando fijamente cada uno de mis movimientos.

―Me voy ―contesté escuetamente sin mirarlo, metiendo la ropa desordenada.

―No. No puedes irte ―dijo dando un paso adelante y tomando la maleta para alejarla de mi― No puedes dejarme, no es así como funciona, ¿sabes?

―Y tú no puedes retenerme a tu lado, no si no quiero estarlo ―dije suavemente, quitando la maleta de sus manos y mirándolo con todo el amor que pude. El amor no se iba de un momento a otro, aun cuando me había hecho daño.

―¿No quieres estarlo? ―preguntó con los ojos empañados, mirándome de forma suplicante y alzando su mano para acariciar mi mejilla. Instintivamente me incline a su toque, el cual era delicado y tembloroso, como si temiera que fuera a romperme.

―No ―respondí con sinceridad― no quiero estarlo. No ahora. No así.

Nos miramos fijamente por lo que parecieron horas. En silencio, sin decir nada y todo a la vez.

Cuando comenzó a acercarse con claras intenciones de besarme, me alejé de él lentamente y con toda la delicadeza que pude.

Ian agachó la cabeza abatido y me dejó continuar haciendo mi maleta, mirándome desde su altura con los ojos inyectados de sangre.

Parecía como si le estuviera costando todo de si no acercarse a mi e intervenir, pero le agradecía que no lo hiciera.

Cuando terminé de hacer la maleta me levante del piso y arrastrándola me dirigí al baño para vestirme rápidamente y por fin poder salir de ahí. Necesitaba dejar de ver su rostro abatido y arrepentido, porque de otra forma sabía que terminaría quedándome a su lado y eso no estaba bien.

Ni siquiera me fije en que me coloqué, solo sé que cuando salí del baño Ian estaba sentado en la cama agarrándose la cabeza y en cuanto me escuchó salir, se levantó.

―¿No hay nada que pueda hacer para que te quedes y hablemos? ―me preguntó en un último intento, con voz derrotada y sus bellos ojos apagados.

―No ―negué con una triste sonrisa― no lo hay.

Eso fue lo último que dije antes de dirigirme a la salida, bajar por el ascensor y tomar un taxi.

Le di al chofer la dirección de mi departamento y una vez partimos me desvanecí y deje que las lágrimas que había retenido corrieran libremente por mis mejillas.

¿Tan rápido se había reventado mi burbuja?

(***)

―¿Vas a decirme que te ocurre? ―me pregunto mi hermano dejándose caer a mi lado en la cama y abrazándome por la espalda.

Cuando había llegado lo único que había hecho era encerrarme en mi habitación. Me había funcionado por unas horas, pero sabía que tarde o temprano Jack vendría a verme para saber que ocurría conmigo.

No quería hablar de ello, pero Jack era mi hermano y merecía saberlo. Quería decírselo, aun cuando siquiera pensar en ello dolía.

―Ian y yo ya no estamos más juntos ―susurré girándome para quedar de cara a él― se acabó.

Jack me miró sorprendido, como si no pudiera creer en mis palabras, pero luego de unos segundos sus ojos se suavizaron como cuando éramos niños y nuestros padres me regañaban por algo. Él, a pesar de ser el menor, venía a mí, me consolaba y traía consigo los dulces que mamá le compraba. Me los regalaba porque decía que ellos me hacían feliz, y a él le gustaba verme feliz.

―¿Quieres hablar de ello? ―preguntó con delicadeza, mirándome fijamente y tomando mi mano para darle un apretón reconfortante.

Yo me limité a negar con la cabeza, demasiado sobrecargada de emociones como para hablar. Sentía que en cualquier momento que intentara proferir alguna palabra, me derrumbaría. Estaba tratando de contener mis emociones en mi interior, reprimiéndolas y evitando que ellas llegaran a mí, pero a cada segundo se hacía más difícil.

Jack me miró por lo que pareció una eternidad, esperando por algo.

―Puedes hacerlo, Cindy, soy tu hermano.

―¿De qué hablas?

―Puedes llorar si quieres hacerlo. Estoy aquí y no voy a preguntar ni a juzgar, solo voy a estar aquí para ti.

Eso fue todo lo que necesite, eso terminó por rebalsar mis barreras y echarlas abajo.

Dejé que las lágrimas cayeran libremente y que mi hermano me abrazara. Como había prometido, sin hacer preguntas.

―Duele, Jack ―susurré con la voz quebrada y mi rostro enterrado en su pecho.

―Lo sé, cariño ―murmuró besando mi cien y acariciando mi cabello― pero tienes que dejarlo salir.

―¿En algún momento va a dejar de doler? ―pregunté sorbiendo por la nariz y alzando la cabeza para mirarlo. Él me devolvió la mirada acompañada de una dulce sonrisa.

―No lo sé, pero voy a estar aquí para ayudarte a que eso suceda.

Nunca me había enamorado. Nunca había sentido nada demasiado fuerte o real por nadie. Todo siempre se sintió demasiado superfluo, vacío, sin sentido. Eran solo juegos, conseguir lo que quería y ya.

Pero con él había sido diferente desde un principio. Siempre lo había sabido y sentido, solo que no había sido capaz de asumirlo hasta hace poco.

Estaba enamorada de él. Por primera vez en mi vida me había enamorado.

Pero lamentablemente no era suficiente. 

:) No olviden que las amo. Mucho.

PD: En multimedia; Paper Hearts de Tory Kelly.

Bye.

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