No Quise Vengarme De Ti

By Mila_Burton

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Si tuvieras que escoger, a quién sería más difícil lastimar ¿Al hombre que deseas con locura? ¿Al hombre que... More

Introducción
Rutina
Intimidad
Profesionales
Vacaciones
Matías
Cursi
Secretos
Amigos
Culpa
Cita
Decepción
Inesperado
Apasionado
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Antonio
Problemas
Perdón
Descuido
El Viaje
Volando
Bailando
Thor
Confesiones
Encuentros
Confrontación
Organizado
Final
Póquer
Sufrir
Confesiones
Comienzos
Desacuerdos
Tramposa
Karma
Dudas
Confabulación
Sinceridad
Preocupación
Rabia
Adiós
Definitivo
Epílogo

Verdades

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By Mila_Burton

Siempre había odiado las clínicas, en especial la UCI. Su olor, sus colores, las expresiones en los rostros de las personas, el lavado de manos tan exhaustivo. Odiaba ese ambiente, y no podía creer que lo estaba volviendo a experimentar en ese momento. 

Solo se permitía un visitante a la vez, así que entré de primera. Tendría solo diez minutos para verlo y hacerle saber —si era posible— que estaba con él; que lo acompañaría en todo este proceso, y que lo amaba.

Abrí la puerta del cubículo con cautela y los ojos se me llenaron de lágrimas al verlo ahí, lleno de cables y aparatos. Me acerqué y le di un casto beso en sus labios. No sé si fue impresión mia pero me pareció que sonrió, así que le sonreí de vuelta.

—Hola Matías.

No sabía qué más decir. Siempre me había parecido ridículo hablarle a una persona que no podría oirme.

—Él puede escucharla —Una enfermera había entrado a la habitación, y dejando unos utensilios médicos sobre una mesa, me sonrió.

—¿Está segura? Me dijeron que está en coma.

—No estoy segura, pero llevo más de veinte años trabajando en cuidados intensivos y he visto verdaderos milagros ¿crees en los milagros? —Su voz era dulce y su rostro amable.

—No. Nunca he visto uno, no creo que existan.

—Mira, he visto pacientes despertar de su estado de coma después de varios días. Algunos no recuerdan nada, pero otros han sido capaces de saber exactamente quién los ha visitado y lo que les han dicho. Tal vez tu novio se recupere más rápido si lo alientas a mejorarse. El amor es el mejor tratamiento.

—¿Cómo sabe que es mi novio?

—Me lo dijo la forma en que lo miras.

Sonreí. Era cierto que debía ser muy notorio todo lo que mis ojos expresaban al ver a Matías. Llevábamos muy poco tiempo juntos pero era lo más importante para mí.

La enfermera salió del recinto y al volver a quedarme sola, empecé a acariciar su cabello. Su suavidad me hizo estremecer. Tenía una barba incipiente, que decidí que afeitaría en mi próxima visita.

—¿Sabes qué? —susurré—, el doctor nos dio un pronóstico muy bueno sobre tu estado. Dice que vas a tener que ponerte en tratamiento pero la buena noticia es que yo te voy a acompañar durante todo el proceso. Tomaré las vacaciones que me deben desde hace tanto para ver tus progresos y tu empeño, el que sé que le pondrás, como le pones a todo lo que haces. Tus padres llegarán mañana y afuera están Antonio y Lily que también quieren verte.

Eso me hizo recordar algo. Desde que entré al cubículo no había pensado ni un momento en la extraña e incómoda situación que se debía vivir en la sala de espera. Lily enterándose de que su novio es casado; peor aún, conociendo a su esposa. Claudia hablando frente a frente con la amante de su esposo. Antonio sin tener ni idea de qué hacer, tratando de que nada fuera muy evidente.

«Ay, Antonio, en qué buen lio te has metido» 

El tiempo estaba pasando muy deprisa y ya tenía que salir para que Antonio entrara a saludar a su hermano.

Le di un último beso a Matías y me dirigí hacia la sala de espera. Mientras caminaba por el pasillo decidí que no podía posponer más la charla con Lily, aunque lo más probable es que en ese mismo momento estuviera encerrada en uno de los baños, llorando por lo que acababa de descubrir, o se hubiera ido para su casa.

Claudia, Antonio y Lily voltearon el rostro hacia mí cuando entré a la sala de espera.

Me acerqué al hombre que estaba notablemente nervioso para indicarle que ya podía ir a ver a su hermano. Le pedí a Lily que me acompañara al baño y cuando ésta se levantó de su asiento, Claudia le dedicó una mirada asesina.

—¿Qué quieres decirme, traidora?

Sus palabras se clavaron como un puñal en mi estómago. Lily estaba demasiado calmada para ser ella, yo la conocía de toda la vida y sabía que esa actitud no era normal. Lo normal era que estuviera bañada en lágrimas, preguntándome si yo ya lo sabía y abrazándome para que la consolara.

—Lily...

—¿Tú lo sabías, verdad? —me interrumpió— Anda, atrévete a mentirme.

—Yo...

—¿Creiste que era tan ingenua como para no saber perfectamente qué pasaba? Tú lo sabías y no me dijiste nada, no puedo creer que te hagas llamar mi amiga.

Salió por el pasillo hasta las puertas principales de la clínica, sin mirar atrás.

Mi cabeza se quedó totalmente en blanco. ¿Cómo era posible que Lily supiera que yo sabía? Decidí esperar a que Antonio saliera para hablar con él, tal vez tuvo que confesarle todo, incluso que yo sabía. O tal vez me arrojó al agua para limpiarse sus culpas.

Con todo el enredo que era mi vida, eso era justo lo que necesitaba: pelear con mi mejor amiga.

Regresé a la sala de espera pero me arrepentí inmediatamente cuando vi a Claudia, con su sonrisa de suficiencia y su mirada cínica. A lo mejor ella le había contado todo. Con ganas nulas de sentarme cerca de ella y escuchar el discurso lleno de odio que sabía que me daría, busqué la silla más alejada para esperar a Antonio.

Me entretuve un momento revisando el correo desde mi celular, así que no me percaté cuando Claudia se sentó a mi lado hasta que comenzo a hablar.

—Espero que Matías se mejore pronto.

Volteé mi mirada hacia su rostro y me sorprendió la sonrisa que me dio, que me pareció sincera.

—¿Gracias?  —No supe qué más contestar.

—Estás confundida por lo que está pasando ¿verdad?

—No quiero hablar de eso con usted —contesté secamente.

—Claro, te entiendo. Solo quería pedirte disculpas por la forma en la que te abordé en San Andrés. No había planeado hacerlo pero en ese momento decidí aprovechar la oportunidad de hablar contigo.

—¿Hablar? Eso más bien fue amenazar. Y le pido que por favor me deje sola en este momento, no me apetece ser hipócrita.

—Entiendo —Puso su mano sobre la mía—. De verdad espero que Matías se mejore.

Esta señora tenía que estar loca. O borracha. O ambas. O era yo la que me estaba enloqueciendo. ¿Es que acaso era el mundo al revés? ¿Dónde estaba la cámara escondida? Estaba esperando que el elenco de "No me lo cambie" apareciera en cualquier momento, aunque recordé que el programa ya lo habían cancelado.

Nada había salido como yo esperaba. Esa tarde todos a mi alrededor se empeñaban en darme sorpresas, y no de las agradables.

Antonio llegó a la sala de espera y antes de que pudiera ir a hablar conmigo, Claudia fue a abrazarlo; él no me quitaba la mirada de encima.

—Voy a ir a la cafetería, este frío me dio hambre. Los dejo para que hablen —Claudia nos miró sonriendo y luego se fue.

Antonio se sentó a mi lado y antes de que pudiera abrir su boca, decidí ser la voz cantante de la conversación.

—Quiero saber qué fue todo eso. ¿Lily ya sabía que eras casado?

—Al parecer sí, yo no lo sabía.

—¿Pudiste hablar con ella?

—Solo un poco, pues no quería incomodar a Claudia. Aproveché un momento cuando fue al baño.

—Claudia sabe que Lily es tu amante.

—Sí, lo sé.

—¿Y entonces por qué carajo su buena actitud? Después de la forma en que me enfrentó en San Andrés habría esperado una mechoneada, o al menos una cachetada.

—¿Qué pasó en San Andrés? —Antonio había envejecido como diez años desde la última vez que lo vi, lo noté en su mirada.

—Tu amable esposa me confrontó. Me amenazó para que nos alejáramos de ti.

—¡Maldita sea! —susurró.

—Espero que sepas que he perdido a mi mejor amiga por tu culpa.

—¿No lo has hecho tú solita?

Este comentario me sacó de mis casillas. Sentía que me quemaba algo en el estómago, que fue subiendo hasta que llegó a mi cabeza. El calor era tan insoportable que tuve que quitarme la chaqueta. En ese momento agradecí que eramos los únicos en la fría sala de espera.

—No te atrevas a voltearme la torta. Todo esto es solo tu culpa. Maldigo la hora en que tuve que darte en las narices con la puerta del baño, ¡debí haberte golpeado más duro!

A Antonio le hizo gracia mi comentario, porque sonrió un poco, lo que me exacerbó aún más.

—¡Esto no es motivo de risa!

—Lo sé, lo siento. Sofi, nada me duele más de toda esta situación que verlas a ustedes dos pelear. Pero no puedo evitar ser cómo soy, aunque he tratado.

—¡Son las mismas patéticas excusas de todos los hombres!

—¡Lo sé! —Trató de disimularlo, pero no pudo ocultar una lágrima que rodó por su mejilla. Me sentí mal por él. Pero luego recordé que era un idiota, y se me pasó.

—Tus lagrimitas de cocodrilo no se ganarán mi respeto.

Para hacer aún más extraña e incómoda la situación, Antonio acercó su rostro a mí y me besó con pasión. Inmediatamente me retiré y le pegué una fuerte cachetada. Nos quedamos mirándonos fijamente cuando Claudia regresó a nuestro lado.

No sé si notó lo que acababa de ocurrir, pero si fue así, conservo su mejor cara de hipócrita porque no dijo nada.

—Me tengo que ir. Que tengan buena tarde —Me levanté de mi asiento y me alejé de aquel par de locos que me estaban haciendo la vida imposible.

♠️♦️♣️♥️

El tarro de helado de doscientos kilos que tenía en mis piernas me estaba congelando, pero tal vez el frío hiciera que también se congelaran mis emociones. Richard Clayderman sonaba a todo volúmen por los altavoces de mi equipo de sonido mientras mis lágrimas salían sin control. Había perdido a mi mejor amiga. Mi novio estaba en coma. Mi vida parecia una maldita telenovela, de esas que tanto odiaba.

Sonó el timbre pero no tuve ganas de abrir la puerta. Dos minutos después volvió a sonar. A la tercera vez decidí ver quién estaba timbrando tan insistentemente.

Abrí la puerta con rabia, dispuesta a soltar toda clase de improperios a quién estuviera en mi casa interrumpiendo mi ciclo depresivo, pero era la persona que menos esperaba.



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