Aaron, el semidiós [Yaoi/Gay]

By Star_cat_looks

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Aaron es hijo de Apolo, no tiene bronceado perfecto, es bajo y pertenece al club de Solangelo. Tampoco es bue... More

Prólogo.
1-. "?Qiuser nirute la lcub ed Losagneol¿"
2-. Zotlanyelo.
3-. El secreto para tener las raíces totalmente rubias.
4-. Sacudir la cabeza.
5-. ¿Desagradable?
6-. Apartado de la conversación.
7-. Qué es que te guste alguien.
9-. Sueños abiertos al público.
10-. Enterarse de cosas lindas y otras no tan lindas.
11-. Inconsciencia.
12-. Un peso menos, uno más.
13-. "¡Wah, wah!"
14-. La interrupción de Jardín.

8-. "El sol lo hace de oro y la luna de plata"

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By Star_cat_looks

SI HAY FALTAS DE ORTOGRAFÍA O INCOHERENCIAS INCOHERENTES FELICIDADES POR NOTARLAS.

AARON

—Hace un calor del asco—masculló Mylene, dejándose deslizar en la banca junto a Clovis—. Joder, papá, ¿por qué eres tan brillante?—miró al sol con odio.

Aaron sonrió de lado sin ganas.

—Con sol no da gusto dormir—sollozó el hijo de Hipnos, rodando sobre su cuerpo—. Pero sin sol da mucho frío... Así nadie puede-...—en un segundo ya estaba roncando de nuevo.

El hijo de Apolo se pasó la mano sobre la frente. No se sentía con ánimo. Últimamente nunca se sentía con ánimo. En las dos semanas que habían pasado, no intercambió ninguna palabra con Marcus. El castaño siempre andaba ocupado y con un aura de "te acercas a hablarme y te pego un puñetazo". Aaron, por su parte, cuando decidía saludar a Marcus se ponía nervioso y dejaba escapar la oportunidad. 

Lo que más irritaba al rubio era que el hijo de Ares nunca lo miraba, cuando él sí que lo hacía.

—Es que eres un despistado—le había dicho Lizzi cuando él le había preguntado—. Y, si de todos modos no te gusta Marcus, ¿para qué te preocupas tanto?

Sí, ¿para qué se preocupaba tanto?

Quiero hablar con él...

—Estoy más aburrida que Perséfone en invierno... ¿y si hacemos algo divertido?—propuso su hermana—. Podríamos dar una vuelta por el campamento. En la noche, porque ahora mismo me derrito. Por la playa, quizás... 

El corazón de Aaron dio un salto—. ¡Podría invitar a Marcus!—luego se sonrojó de vergüenza—. Y a Lorely y a Lizzi...

Clovis se talló un ojo, medianamente despierto—. Yo también quiero invitar a alguien...

"¡Voy a invitar a Marcus! ¡Voy a hablar con Marcus! ¡Voy a pasear con Marcus!" 

—Y si, de todos modos no te gusta...—resonó la voz de la hija de Afrodita en su cabeza.

—Esto... Myle, ¿por qué no invitas a Marcus por mí?—balbuceó nervioso. No quería que al hijo de Ares le gustara Mylene, y enviaba a Mylene a hablar con él... Menudo imbécil que era. Igual era muy tarde para arrepentirse—. ¿Por favor?

Mylene sonrió extrañada—. ¿Por qué no vas tú?

—Es que quizá me rechace... 

—Marcus jamás haría eso contigo—afirmó. Aaron se sintió bien por la seguridad con la que lo decía—. Pero igual puedo. Déjamelo a mí. 

—Gracias—murmuró. 

"¿Qué debería ponerme? ¿Cómo debería peinarme?" empezó a tantear opciones. "Le pediré ayuda a Lizzi..."


Lizzi sonrió pícara—. Ay, pero si a ti no te gusta nadie, ¿no? Entonces, ¿por qué te quieres ver bien?

Aaron frunció el ceño y apretó los labios. ¿Por qué siempre Lizzi tenía que molestarle con ese tema...?

—¿Qué tiene? Quizás me gusta una ninfa...—mintió.

—Mentiroso. Siempre haces caras raras cuando mientes. Desventajas de ser hijo de la verdad, supongo—se carcajeó—. Bueno, voy a detenerme con el bullying. Entonces, ¿te quieres ver lindo?

—Sí.

—¿Lindo tipo sexy o lindo tipo adorable?

—Lo que le guste a Marc-... lo que creas mejor—forzó una sonrisa para disimular su error.

—Lo que le guste a Marcus, vale—él se sonrojó—. Ah, voy a saber quién es ese Marcus entonces... Quien sabe, si es muy guapo...

—¡Tienes novia! ¡Te... te acusaré con Lorely!—amenazó.

—Era broma—posó sus manos en su estrecha cintura de hija de Afrodita—. El otro día te pusiste esta... Es muy linda, aunque no creo que le haga gracia a Mitchell si se la devuelves manchada o algo así. Siempre—señaló a Aaron—manchas tu ropa. 

Aaron se disculpó.

—Pero, en fin. Si es por preocuparse de eso, no acabaremos nunca. Esta, espero que entres. Y, ah, si el pantalón te queda apretado no hay problema—le guiñó el ojo. Aaron frunció el ceño sin entender—. Da igual. Y... ay, no. Dime que tienes otros pares de zapatos—hizo una cara de asco absoluto. Aaron hizo un puchero. 

—Creo que sí—hizo una pausa, dudando—. Unas crocs rojas. 

Lizzi contrajo la cara. Parecía que iba a llorar.

—Ay. Aaroncito, ¿cuánto calzas?

—No lo sé—admitió.

—Dioses del Olimpo—sollozó—. Déjame ver si... Ay, eres un tonto. Toma esto—le tiró las prendas que el rubio apenas consiguió agarrar—. Ve a cambiarte. Yo busco una solución por ahora.

Se metió ansioso en el baño de chicos y se vistió. Observó su reflejo en el perfectamente pulido espejo de cuerpo completo que tenían los hijos de Afrodita, nada conforme con lo que veía.

"Tengo las piernas gordas. Ojalá Lizzi pueda hacer algo con mi pelo" trató de peinarlo. "Ella tiene razón con estos zapatos. Son horribles".

Salió ya nada ansioso. La pelinegra sonrió feliz.

—¡Te ves divino!—hizo una pausa—pero de los tobillos hasta los hombros. ¿Qué rayos te hiciste en el pelo? Ten, ponte estos—le tiró unas tenis que parecían recién sacadas de la caja—. Son de Joshue. Como lo odio, te dejo ensuciarlas todo lo que quieras. Y, por el Hades, déjame arreglar eso que tienes en la cabeza.

Se sentó en la cama junto a la chica y dejó que hiciera todo lo que quisiera con su cabello, confiando en su criterio de hija de Afrodita. Nuevamente, no podía esperar a ver la cara de Marcus. Iba a ser fantástico. Cerró un poco los ojos, aburrido de estar quieto, y pensó en el hijo de Ares.

Quería hablar con él. Era muy cómodo, aunque no entendía por qué. Le bastaba con saber que iban a volver a conversar. Frunció el ceño al recordar que Mylene también iba a estar allí. Quizás el castaño no le hablaría por estar con su hermana. 

"Ella me dijo que no le gustaba a Marcus" recordó, tratando de calmarse. "De todas formas, ¿qué hago pensando en esto? Que a Marcus le guste o no ella, no quiere decir que dejemos de ser amigos. Que no me tome en cuenta no quiere decir que no seamos amigos...".

—Perfecto—abrió los ojos cuando Lizzi anunció que había terminado—. Si no fuera lesbiana ni tuviera novia me tiraría en tus brazos. Y estoy seguro de que tu queridísimo solo-amigo Marcus también—le ofreció un espejo.

Aaron se observó. No sabía lo que esperaba, pero no estaba conforme. Sentía que Mylene sin toda esa preparación iba a estar deslumbrante.

—Lizzi, ¿tomaste mi rizadora? ¿Dónde la-? Wow, ¿quién es el nuevo galán?—una de las hermanas de la pelinegra salía de una larga ducha con el cabello húmedo y una toalla tapando su cuerpo—. Hola, bebé, ¿tienes novia?

—Es Aaron. Va a tener novio—explicó.

La chica lo miró con incredulidad y luego puso los ojos en blanco—. ¿Por qué todas las joyas son gays? Will, Butch, y Aaron bien arreglado...

Aaron se sonrojó. Quizás debía pensar mejor sobre sí mismo. Una hija de Afrodita le había puesto a la misma altura que su hermano Will. 

Aunque no sabía que a Butch le gustaban los chicos... Hasta donde sabía (bien poco) él no había tenido ninguna pareja varón en el campamento.

—Hablando de Butch, Lizzi, ¿te enteraste de quién le gusta? —el rubio se preguntó si las hijas del amor de casualidad también leían mentes.

—¡Dioses, nadie me ha dicho nada! Ven, cuéntamelo todo. La rizadora la dejé en ese cajón. Sí, ahí. Esto... Aaron, ¿estás satisfecho con tu transformación?

—Sí, gracias—sonrió—. Me voy a tomar una siesta. Tú también vienes con nosotros, ¿verdad?

—Sí, iré con Lorely. Ahora, Vanessa, ¿quién es el afortunado?

Aaron se quedó allí, pues quería enterarse.

—Un chico de la cabaña de Hermes. Creo que se llama Jayden. Llegó hace un mes, mide uno setenta, tiene ojos verdes y es rubio. Le gusta hacerle bromas al señor D. No es taaaan mono, pero se vería bien con Butch. 

MARCUS

—Aaron me mandó a preguntarte si querías ir a la playa esta noche.

El hijo de Ares frunció el ceño y dejó el arco que acababa de romper en el suelo. Mylene lo miró expectante.

—Si dices que no, te castro—él se encogió de hombros y preguntó lo que le estuvo interesando todo ese rato.

—¿A solas con Aaron?

—Ya quisieras—sintió como sus altas expectativas se desplomaban al instante. Le preguntó a la chica quiénes asistirían—. Lorely, Lizzi, Aaron, tú estás obligado a ir, Clovis—ella frunció el ceño—, alguien a quién Clovis iba a invitar, y yo.

—No tengo nada que hacer, así que supongo que iré. ¿Después de la cena?

—Quedan diez minutos para la cena, así que supongo que sí—el castaño se encogió de hombros. Luego, frunció el ceño:

—¿Inmediatamente después de la cena? No me dará el tiempo para bañarme.

Mylene arrugó la nariz—. Cosa que te hace falta. Solo por hoy, te dejaré irte de esta clase antes. ¡Con la condición! de que aparezcas presentable para Aaron—rodó los ojos. No iba a negar que ese era su principal objetivo (seguía sin entender por qué quería eso. Quizás, para demostrarle al rubio la correcta apariencia de un hombre. O ridiculizarlo. Quién sabe).

—Bien—se fue sin agradecerle, con rapidez, hacia las duchas. Iba a ocupar el shampoo que mejor olor tuviera. Quizás incluso le robaría perfume a de hombres a Clarisse. 

Llevaba mucho sin hablar con Aaron. Se sentía asquerosamente nervioso.

AARON

En las cuatro horas de espera, había intentado estarse quieto para no arruinar su peinado. A la primera hora de espera, se había quedado dormido sobre su litera. Él no era de los que se movían al estar en sueño, pero cuando se despertó ( a la tres horas y media de espera) tenía un terrible caso de pelo-almohada. Horrorizado, corrió hacia la cabaña de Lizzi mas para su desgracia, ella estaba en la cena. No quería mostrarle su cambio de look a Marcus en una situación tan vulgar como la cena, así que resolvió su problema solo.

Aburrido de esperar para ir a la playa, se quedó leyendo (afortunadamente, él no tenía dislexia) las revistas de Max. Debía preguntarle cómo llevaba su noviazgo con Thomas. 

Volvieron luego de la comida sus hermanos. Instó a Lorely y a Mylene a apurarse. A la última le preguntó si Marcus había aceptado la salida:

—Y aunque hubiera dicho que no, lo habría obligado—le respondió ella. Los dos salieron (Lorely se había adelantado a buscar a Lizzi) a la costa. Aaron debía aguantarse las ganas de saltar y reír a carcajadas de lo feliz que se sentía.

¡Iba a ver a Marcus!

 Okay, siempre lo veía.

 ¡Iba a hablar con Marcus! 

Mucho mejor.


Desde lejos reconoció la espalda de Marcus. Se llevó la mano al cabello, tratando de arreglárselo a último minuto. Acomodó los pliegos de la ropa y revisó si llevaba los cordones atados. 

"Solo espero que no se quede hablando con Mylene."

Ella iba a su lado, mirando al rededor (parecía estar buscando a alguien). Lizzi y Lorely estaban con el hijo de Ares. Lorely lo vió primero:

—¡Aaroncito! 

El rostro de Aaron estalló en rojo cuando Marcus se giró a verlo. Tomó y expulsó aire. ¡Estaba tan guapo con la luna detrás! Sintió escalofríos en los brazos.

—Marcus—balbuceó cuando con Mylene llegaron junto a ellos. No había visto a Clovis antes, pero se encontraba atrás del castaño—. Ho-Hola...

—Hola...

Lizzi, Lorely y Mylene observaron expectantes la escena. Se había formado un silencio incómodo y ninguno de los tontos chicos tenía idea de cómo romperlo. Las tres notaron cómo Marcus se había quedado embobado mirando a Aaron. Aaron, por su parte, tenía torcida la boca y alternaba los ojos entre el mar y el hijo de Ares.

—¿Cómo estás?—espetaron los dos—. Ah, perdón—sonrieron nerviosos por la segunda coincidencia.

—Yo estoy bien, gracias—murmuró el rubio.

—Igual que tú, gracias también.

Y se quedaron mirando cualquier cosa salvo al otro.

Las chicas se miraron con una ceja arqueada. Con los ojos se pusieron de acuerdo.

—¡Bueeeeno!—Lorely estiró los brazos hacia el cielo estrellado—. ¿Qué tal si damos un paseito? ¿O falta alguien?

—Sí—bostezó el hijo de Hipnos—, pero llegará tarde...

—Entonces, ¡vamos!—Mylene tomó a Clovis del tobillo y se lo llevó arrastrando por la arena. Lizzi y Lorely la alcanzaron, dejando a los chicos atrás. 

Aaron empezó a juguetear con sus dedos. La persona a su lado no había hecho ningún comentario sobre su apariencia. En lo que respectaba a él, Marcus se veía genial.

"¡Dioses! ¿Qué estoy pensando?" abochornado, se llevó las manos a las mejillas y las palmeó para mitigar el rojo.

—Hace mucho que no hablábamos—opinó Marcus. Se sintió emocionado al pensar que él también había notado la falta de contacto.

"Es consciente de mí..."

—Sí... No lo había notado...

Vio al castaño enarcar una ceja. Rogó al Olimpo que no notara su pequeña mentirijilla.

—Deberíamos quedar más—murmuró. Marcus asintió con la cabeza. 

—No es por nada, pero te ves... diferente. ¿Qué te hiciste?

—Nada especial...—Aaron estaba seguro de que Apolo iba a bajar de su auto solar a darle una patada por mentiroso. No podía evitarlo. Decirle a Marcus que lo hizo por él no era una opción válida. Si luego le preguntaba por qué, no sabría qué responder—. Solo me peiné.

—Vale.

MARCUS

No quería sonar tan brusco, ni tan interesado. Pero no podía evitarlo. Con Aaron le era imposible estar neutro. Siempre había un exceso de algo.

Sabía que Mylene los había dejado atrás a posta. Él no quería insistir con el hecho de que no le gustara el rubio, porque la hermana de él hacía oídos sordos. 

Aaron estaba asqueroso. Marcus sentía un montón de escalofríos recorrerlo y no podía dejar de estudiar su rostro. La luna que aclaraba suavemente su rostro bronceado, y volvía su pelo en plata.

"El sol lo hace de oro y la luna de plata".

Inmediatamente, el castaño se reprendió por dejar salir su lado poético (ni siquiera sabía que tenía uno). En un intento de distraerse, terminó pateando como siempre una lata de Coca-Cola. No es que le molestara el silencio, solo que lo avergonzaba. Pensaba cualquier gilipollez cuando Aaron estaba cerca. 

El chico ese, también llevaba algo diferente... No es que Marcus fuera un experto en el tema de la ropa, pero si el rubio había elegido ese conjunto por casualidad entonces él iría hacia la diosa de la casualidad y le daría un besote de agradecimiento.

Y, nuevamente, se sorprendía pensando tonterías. ¡Pero no podía evitarlo!. Traía una remera sencilla, pero apretada (revelaba que era delgado y no tenía un maravilloso six-pack, como él) y un pantalón ni muy corto, ni muy largo, pero que apretaba su retaguardia de una forma que... Se mordió el labio. De estupideces a cosas pervertidas. 

Metió las manos en sus bolsillos.

—¿S-Sabes?—su voz interrumpió el pensamiento de él. Su voz era como una caricia que lo despertaba, y lo calmaba. De hecho, se había olvidado de cómo pensar—. Es que... van a dar una película y quería verla, pero no puedo verla yo solo y quería saber si tú... si tú... ¿Estás ocupado el viernes?

Ahora, Aaron se traía consigo un sonrojo intenso. Sus mejillas eran como dos manzanas. Jugosas, tentadoras... 

—El viernes hay captura la bandera—espetó antes de darse cuenta. 

—Y, eh, ¿y el sábado?

— Los sábados siempre despierto en la enfermería por culpa del captura la bandera. 

—Ah, ya veo...—se mordió el labio. Sus labios eran rojos, siempre los veía en una sonrisa. Pero si los mordía como lo estaba haciendo, de esa forma tan... Marcus temía explotar. No sabía en qué aspecto, pero iba a explotar sin duda.

—Generalmente, los domingos no estoy tan ocupado. Si quieres, dejo libre ese día para... ti.

El rostro de Aaron se iluminó—. ¡El domingo! ¡Sí, sí! ¡Trataré de conseguirme el permiso de Quirón para el domingo! ¡Y-Y te pago la entrada! 

—No hace falta...

—¡Como agradecimiento!—sonrió. Marcus tragó saliva. Cuando Aaron se ponía tan alegre, él sentía un cañonazo en el lado izquierdo de su pecho, luego un montón de corrientes eléctricas por todo el cuerpo y bla, bla, bla. 

—Bien. 

—Jujú. 

Se sentía bien hablar con Aaron. 

Las chicas (Marcus metía a Clovis en esa categoría) se habían desviado a un muelle con faroles de fuego griego. Ellas iban muy adelantadas, por lo que él calculó unos seis minutos y cuarenta y ocho minutos en los que seguiría a solas con el hijo de Apolo. ¿Por qué lo calculaba? No lo sabía.

—Hmmm... ¿Nosotros...—nuevamente era Aaron quien empezaba la conversación— estamos en equipos contrarios en el captura la bandera?

—Sí—él hizo un puchero, frunció el ceño—. ¿Tú participas?

—Ah... esta vez me obligaron. ¡Generalmente no! Me dejan ayudando a Will... Así que somos contrincantes, ¿no?—rió nervioso—. Bueno, de todas formas no estoy a la altura para ser tu contrincante... 

Marcus no se lo iba a negar. Divagó en su mente, imaginando a Aaron con la armadura que él usaba siempre.

"Bah, no creo que pueda cargarla. Pero, ¿y mi chaqueta? Eso sería muy..." sacudió la cabeza. Los pensamientos pervertidos de repente lo atacaban con todo.

—Ah... realmente, quería caminar contigo un poco más—murmuró el rubio. Marcus se sobresaltó. Como si hubiera leído su mente.

—Podemos quedar otro día para caminar—sugirió como un estúpido. ¿Quién demonios quedaría con otra persona para mover las piernas?

—¡Sí! ¡Qué buena idea! Y... podríamos quedar otro día para subirnos en las canoas los dos...

—También podríamos quedar para subir el muro de lava.

— ¡Yo nunca lo he terminado! Jaja, con esto tengo toda la semana ocupada...—las orejas del rubio estaban de un suave rojo. Sus ojos azules, entrecerrados por una amplia sonrisa, lo miraban soñadores.

—Yo... igual—balbuceó, desviando la vista. Se notaba en el aire que Aaron estaba feliz. Él, sin querer, también estaba sonriendo. Alcanzaron a los demás que estaban en el final del muelle. 

—Vaya, los enamoraditos no podían demorarse más, ¿no?—como siempre, Mylene tenía que burlarse de él. Marcus se coloreó y por el rabillo del ojo observó a Aaron, que estaba tres veces más rojo que el castaño y miraba el suelo.

—Cállate—le espetó. Ella se encogió de hombros. 

—Sí, claro, como tú digas...

El hijo de Apolo se acercó al mar y por inercia, Marcus lo siguió de cerca. Clovis se había echado sobre la madera y dormitaba. Él podría dormir sobre un volcán activo (al castaño no le sorprendería que ya lo hubiera hecho). 

—Hoy no hay mucha marea—comentó Aaron. 

—Hm—respondió como un bobo. En ese momento, con el sonido de las olas de fondo, y Aaron con la luna en el rostro, y el mar moviéndose atras, Marcus no pudo haberse distraído más. No escuchó a Mylene detrás de él.

—¡Al agua pato!—entonces, el castaño gritó agudo (y no se enorgullecía de ello) antes de caer en el mar. Salió con una ganas de agarrar a la rubia y estrangularla, pero no fue necesario. 

—¡Dos al agua!—Lorely acababa de darle una patada en el trasero (literalmente) a Mylene. Ella sí chilló agudo, cayendo sin nada de gracia. 

— ¡ESTÁ FRÍA!—gritó apenas pudo asomarse. Pataleó hacia Marcus y se aferró a su cabeza, colgándose como un mono. Él notó cómo Aaron fruncía el ceño.

—¡Jajaja!—se burló Lorely, volteándose a su novia.

—Ni se te ocurra. Estuve dos horas peinándome, y esta camisa es de marca—la amenazó. Ella hizo un puchero.

—¡Lorely, ¿hace cuánto no te bañas?!—Aaron, carcajeándose, empujó a su hermana que agitando lo brazos y chillando, se estrelló contra el agua—. ¡Já! ¡Ah...!—acababa de perder el equilibrio, tratando de mantenerse con la punta de los pies. Marcus empujó sin delicadeza a Mylene y extendió los brazos listo para recibir al rubio. Aaron cerró los ojos e infló las mejillas, ya sin probabilidades de salvarse.

—Uf...—jadeó, asomando su rubia cabeza del agua. Aun en los brazos de Marcus y todo, se había empapado—. Gr-Gracias... Marcus...—con sus piernas rodeó la cadera del castaño y con sus brazos la cabeza, como un ador- repugnante koala. 

Lizzi suspiró desde arriba—. Imbéciles...—se sentó en la orilla, sin zapatos. 

—Bien... Ya que estamos mojados, podemos jugar en el agua—sugirió Mylene.

—Mojados por quién, me pregunto yo—Marcus rodó los ojos. No podía estar muy enojado con ella teniendo a Aaron pegado a su cuerpo.

—Sí, como sea. Te recomiendo no soltar a Aaroncito. No sabe nadar. 

—Por favor—la apoyó el susodicho. 

—No lo haré—blanqueó los ojos y con el brazo, le echó una ola de agua a Mylene.

— ¡Ah! ¡Hijo de puta!


Salieron del agua por lógica, empapados. Marcus ayudó a Aaron a sentarse en el borde del muelle. Luego, a Lorely y seguido se subió él. Mylene se quejó, pero él no la iba a ayudar. Terminó por subirse con la ayuda de Lorely. 

Clovis estaba en la arena, caminando con alguien alto y fornido que Marcus no reconoció por la distancia. Se veían muy cómodos.

Aaron estornudó, seguido de sus dos hermanas. 

—Dioses del Olimpo, hace un frío que me muero...—berreó Lorely.

—Puedes calentarte, tonta—dijo Lizzi. Se sonrojó—. ¡Q-Quiero decir! Puedes subir la temperatura de tu cuerpo... Por ser hija de Apolo y... ¡¿Qué ven ustedes?! Pervertidos...

—¿Puedes subir la temperatura de tu cuerpo?—repitió Marcus. Lorely asintió con la cabeza.

—A unos 68ºC, aproximadamente...—el hijo de Ares se sacó la chaqueta que tenía atada en la cintura:

—¿Puedes ponértela? Para que se seque más rápido. 

—¡Claro!—Marcus escuchó a Aaron y Lizzi sisear para sí mismos. Frunció el ceño.

—Voy a suponer que no estás coqueteando con mi novia, Schlacht.

Ah, era eso. Los celos de Lizzi. ¿Y Aaron por qué se molestó entonces?

Se sentaron todos en el muelle. El ojiazul estaba casi igual de pegado a Marcus que en el agua y asesinaba con la mirada a su hermana. Clovis y el chico, que resultó ser Butch, habían llegado con ellos (Mylene siseó igual que Lizzi y Aaron antes, al verlos). Lizzi les contaba la terrible historia de la vez que se le cayó su polvo compacto en la cara de Drew cuando ella era la jefa de la cabaña de Afrodita.

—Usé esos zancos por dos meses—sollozó llevándose las manos a la cara. Lorely le dio unas palmaditas en la espalda y se volteó a Marcus:

—¡Tu chaqueta está seca! ¡Ten!—se la lanzó echa una pelota y casi estuvo a punto de caer al mar de nuevo.

No le agradeció ni nada por el estilo. Estiró su chaqueta (de polar) y para sorpresa de todos, la colocó sobre los hombros de Aaron.

Su rostro se puso rojo en dos segundos, luego bajó los ojos que le brillaban y sonrió:

—Gracias. Me estaba muriendo de frío—Marcus no pudo evitar sonreirle de vuelta:

—No hay de qué. Puedes devolvérmela mañana.

—Sí, claro.

Lizzi miró a los demás y carraspeó, volviendo a los dos chicos a la realidad:

—Sí, bueno, estoy segura que... Hmmm... Butch tiene alguna historia interesante que contar, ¿verdad, Butch?

El hijo de Iris salió de su sorpresa—. Ah, sí. De hecho, le estaba contando a Clovis la vez que un pegaso me hizo calzón chino. 

Todos los presentes a excepción del hijo de Hipnos hicieron muecas de dolor. Clovis soltó una risita boba que confundió a Marcus.

—¡Quiero escucharlo!—Lorely emocionada apoyó su mentón en la palma de sus manos, expectante.

—Es una larga historia... Bueno, estaba yo en el establo dándole comida a...

Marcus de verdad quería escuchar la historia. Sonaba interesante (el ridículo ajeno siempre le sacaba una sonrisa), pero en el momento en que Aaron apoyó su cabeza en el hombro de él, se desconectó del entorno. Solo podía pensar en la presión que ejercía el rubio en si. Temía respirar ruidosamente y espantarlo. ¿Se había echado desodorante? ¿Y si no? Quería comprobarlo. Por lo menos se había perfumado... ¿Se había perfumado?

Quiso preguntarle al ojiazul, pero al voltear el cuello lo más suavemente posible cayó en cuenta de que se había dormido. El agua cansaba a los niños pequeños, y a Aaron también¿no era eso adorab-... desagradable? Dormía con una mueca chistosa, la boca la tenía abierta y el cuello doblado. Además, había fruncido el ceño: ¿qué estaría soñando?

Los chicos rieron a carcajadas por la anécdota del hijo del arcoiris.

—Shhh—dijo Marcus, llevándose un dedo a los labios y señalando con la cabeza a Aaron.

—Estoy segura de que hiciste más ruido al callarnos que nosotros riéndonos—apuntó Lorely. Mylene soltó una risilla y Marcus hizo una cara de exasperación total.

—Los voy a callar a golpes si se ríen fuerte de nuevo.

Asintieron sin tomar mucho en cuenta al hijo de Ares. 

—¡Ah! El otro día vi a Quirón tratando de cantar Can't help falling in love. ¿Saben? Yo creo que un poco más de Hertz y quebraba los vidrios—rió Lizzi. Todos la miraron confundidos—. Era un chiste físico, ¿entienden? Hertz, frecuencia, romper vidrios... ¿No?

—Acá no hay ningún hijo de Atenea—apuntó Butch. La pelinegra hizo un puchero:

—Dioses del Olimpo, son más ignorantes que mi abuela.

—A todo esto—dijo Mylene—, ¿cómo es que Aaroncito se durmió y tú no, Clovis?

Clovis se sonrojó y miró la madera, nervioso:

—Es que ahora mismo no tengo sueño. Además, Aaron siempre se duerme. Salvo en la cabaña de Hipnos, qué irónico—Mylene soltó una risilla boba a la par que Butch. Ambos se fulminaron con la mirada. Si Marcus fuera un poco más avispado, habría entendido la situación. Pero era un hijo de Ares y no había que exigirle demasiado. 

—¿No creen que es muy tarde?—dijo Butch—. No quiero que me coman las arpías.

—Bueno, sí, pero se me durmieron las piernas y no me quiero mover—espetó Mylene—. Si quieres puedes irte tú.

—Ah, bien. Bueno chicos, adiós. 

—¡Te acompaño!—Clovis y Butch se levantaron, despidieron, y se fueron.

Lizzi estornudó y rió a la vez, resultando bastante raro—. Eso fue incómodo, Myle. Aprende a disimular—la rubia se sonrojó con furia:

—Menudo hijo de puta. Lo odio.

Marcus y Lorely se miraron extrañados. Aaron roncó.

—¿Nos vamos?—sugirió esta última.

—Sí, estoy cansada...—la otra rubia se puso en pie. 

—Ah, Mylene, parece que tus piernas se despertaron de repente, ¿no?—se burló Marcus. Ella le sacó la lengua:

—Mejor vas despertando a tu noviecito, no vaya a ser que se te resfríe. 

—Eso haré—se encogió de hombros—. ¡D-DIGO! ¡No es mi novio!

—Demasiado tarde, bobo. Lo despertaste con tus gritos de damisela en apuros—se fue a la carrera, alcanzando a la otra pareja de chicas.

—Marcus, buenos días—balbuceó Aaron.

—Buenos días—respondió—. O sea, buenas noches. Es de noche aun.

—¿Ah, sí?—bostezó, tallándose el ojo. Marcus tragó nervioso. Su chaqueta de veía demasiado grande en él, y como no se la había puesto en los brazos le colgaba de un hombro. Le ayudó a colocársela y subirle la cremallera—. ¿Aun estamos en la playa? Qué loco, soñé que estaba en el cine contigo, y de repente aparecía Apolo montado en un nugget con alas y me retaba por mentiroso...—frunció el ceño.

—¿Mentiroso? ¿Has estado mintiendo?

—Sí, bueno...—jugueteó con sus dedos—. Mentira blanca no hace daño a nadie, ¿verdad?

—Supongo... ¿Vamos?

Caminaron por todo el muelle. Aaron soltaba bostezo tras bostezo y su cabeza iba tambaleándose. Parecía que en cualquier momento se iba a dormir.

—Marcuuuuus—berreó arrastrándose. 

—¿Qué?

—Lleeevame a caballiiiito—sollozó. Él suspiró, aunque su corazón acababa de ser atravesado por la flecha de una ballesta. Se agachó y Aaron se tiró en su espalda, con los brazos en sus hombros—. Graaaaacias...

—Sí, da igual—de los nervios, se había puesto a sudar. Aquello no era nada atractivo, pero tampoco podía hacer mucho para evitarlo. Aaron apoyó su cabeza en la nuca de Marcus y, por su acompasada respiración, él supuso que se había dormido.    

***

*Pose diva* Hola carambolas :D Aquí, pensando en la vida, que es lo mismo que decir que pienso en la nada porque eso es mi vida :(( 

Escribí muuuuuucho muchote, e hice una portada nueva :))) está divina, hermosa, digna de admiración. Mi crush debería amarme por eso :) pero no lo hace :( 

Jkfjkfjkd estoy de vacaciones :DDD eso dije en mis vacaciones pasadas también :( Los dioses no me castiguen y las musas, por favor, envíenme inspiración.

Eso, no sé qué más decir. Se me hace más fácil el punto de vista de Marcus. Es súper cambiante, esos sí, pero adoro describir a Aaron :) mas quiero que me salga weon y el weon me sale lindo :((

Actualizaré algún día. Díganme que aman mi portada *ego alto* <33




































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Lara pensaba que Toni era el amor de su vida, pero dejó de serlo hace mucho, después del primer golpe que recibió por su parte cuando estaba embaraza...