Draco Malfoy y el príncipe de...

By ilianabananaa

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Drarry/Harco. Draco había desarrollado una extraña obsesión con Harry Potter desde que lo conoció en la tien... More

Segunda Edición
Book Trailer
El inicio.
Camino a Hogwarts
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Epílogo.
Continuación.
Agradecimientos.
Más historias.

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By ilianabananaa

El regreso a clases no pudo iniciar de manera más animada, Harry Potter había recibido de navidad una Saeta de fuego, la mejor escoba de carreras del mundo y todos parecían estar tan emocionados como el niño que vivió. Incluso los Slytherin lo estaban, pero intentaban mantenerse neutrales aunque por dentro murieran por ir a ver la escoba.

Por supuesto que todo el mundo (Incluyendo a Harry) tuvo que esperar para ver la maravillosa escoba de Potter, pues la odiosa y fastidiosa de Granger (como la llamaba Draco) sospechaba que podía estar maldita y que podía significar un peligro para Potter si se montaba en ella.

Por supuesto que Draco ya sabía que Harry había recibido aquella maravillosa escoba de manera anónima, le había escrito para contárselo y el rubio, al igual que el resto, se encontraba bastante emocionado, aunque él prefería mil veces las Nimbus.

—No puedo creer que Mione se atreviera a acusarme con McGonagall y lograra que me quitaran la escoba... —Se quejaba Harry mientras Draco revisaba su ensayo sobre pociones curativas. —El partido contra las águilas está cada vez más cerca y yo sigo sin escoba.

Draco hizo un gesto de disgusto al escuchar el sobrenombre que no pasó desapercibido por Harry y que, sin embargo, ya no se molestaba en darle importancia.

—Yo te ofrecí mi escoba —Le recordó.

—Todos sabrían que es la tuya, está muy personalizada y sería bastante extraño.

—Claro por el asunto de que somos enemigos —Malfoy sonrió, al principio no le hacía mucha gracia tener que ocultarse de la gente, pero que solo ellos supieran de su amistad los obligaba a pasar tiempo a solas y escondidos, aquello de romper reglas era algo que los Slytherin amaban y que un Gryffindor como Harry Potter no rechazaban.

Además, podía decirse que ambos disfrutaban de molestarse en público, decirse cosas que ante todos podían ser hirientes, pero que para ellos era sumamente divertido. Y siempre, al final del día, cuando se encontraba en aquel salón vacío, les gustaba reírse de sus peleas fingidas.
Ninguno de los dos sabía a ciencia cierta por que seguían con aquel juego, pero lo disfrutaban y no querían dejarlo.

—En todo caso he escuchado de Severus que McGonagall y Lupin están trabajando a la velocidad de la luz para devolvértela lo antes posible, ambos siendo Gryffindor no querrán que su casa vuelva a perder la copa, aunque eso tampoco les asegura nada, después de todo, los Slytherin no pensamos perder.

Harry soló una risa sincera y cargada de emoción.
—Muero por volver a jugar contra ti. —Le dijo con entusiasmo, Draco le devolvió la sonrisa.

—Prepara a tu noviecito, Colin Creevey, para tomar la mejor fotografía de mí tomando la snitch.

Harry se puso serio y rojo como un tomate.
—Colin no es mi novio.

—Vamos, Potter, no seas infantil, algún día tendrás que salir con alguien y Creevey está que se derrite por ti, como la Weasley o como Chang.

—¿La buscadora de Ravenclaw? —Preguntó el pelinegro, curioso.

Aquella reacción hizo que Draco levantara la ceja de manera petulante, le entregara a su amigo el pergamino con las correcciones y se pusiera de pie.

—Sí, la misma.

—¿Te vas? —Preguntó preocupado.

—Le prometí a Blaise que no llegaría tan tarde, suele esperarme despierto porque le preocupa que vayan a cacharme regresando a la sala común.

A Harry no le gustaba para nada Zabini y mucho menos la relación que tenía con Draco, eran demasiado unidos y Blaise era demasiado malo con sus amigos (y con él mismo) cómo para que le simpatizara. Pero el chico de oro simplemente se limitaba a hacer malos gestos, los cuales pensaba Draco eran sumamente tiernos.

—¿Mañana volveremos a vernos? —Preguntó el pelinegro al ver que Draco no decía nada más.

—Sabes que es peligroso, Black ya sabe cómo entrar al castillo, has visto al Grimm un millón de veces y, aunque lo creas superstición, de verdad es una augurio de mala suerte, muerte y todas esas cosas que seguramente ya te dijeron en clase adivinación. Accedí a vernos al menos una vez a la semana porque me has contado lo de la capa de invisibilidad, pero eso no nos asegura nada.

—Para ser un Slytherin eres demasiado precavido —Se burló y Draco puso los ojos en blanco.

—Y tú eres un Gryffindor demasiado Slytherin, ahora, ve a tu dormitorio.

—Sí, mamá. —Replicó el pelinegro con fastidio, pero guardó sus cosas y salió junto al rubio ya con la capa puesta para dirigirse a la torre de los leones.

El día que la saeta de fuego fue devuelta a Harry todo el colegio estaba invadido por la emoción, pues no todos los días se tenía una escoba de carreras profesional tan a la mano y todos, a excepción de Hermione, se notaban bastante dispuestos a hacerle un altar a aquella escoba, sobre todo los Leones.

Draco quién observaba desde la mesa de las serpientes no pudo resistirse más y se puso de pie junto a Crabbe y Goyle quienes de manera menos efectiva, también trataban de ocultar su curiosidad.

—Muchas características especiales, ¿verdad? —dijo Malfoy, con un brillo de malicia (Harry sabía perfectamente que estaba jugando) en los ojos—. Es una pena que no incluya paracaídas, por si aparece algún dementor.

Crabbe y Goyle se rieron.

—Y es una pena que no tengas tres brazos —le contestó Ron—. De esa forma podrías coger la snitch.

El equipo de Gryffindor se rió con ganas. Malfoy entornó sus ojos claros y se marchó ofendido. Lo vieron reunirse con los demás jugadores de Slytherin, que juntaron las cabezas, seguramente para preguntarle a Malfoy si la escoba de Harry era de verdad una Saeta de Fuego.

A Harry aquello le había sabido realmente mal, él no iba a contestarle de esa manera a su amigo, pero eso era algo que Ronald ignoraba y Harry tendría que disculparse con Malfoy más tarde, aunque fuera por escrito.

Draco podía soportar que Harry le ofendiera, porque sabía perfectamente que jugaban, sabía que sus insultos nunca iban en serio y tener los insultos más originales se había vuelto una nueva competencia sana y divertida entre los dos. Pero una cosa era Potter y otra muy distinta la comadreja. Pero claro, Draco no se quedaría así, ya buscaría una manera de joderle la vida.

(...)

El día del partido de Gryffindor y Ravenclaw, Draco despertó escuchando su nombre, abrió los ojos lenta y perezosamente solo para encontrarse con Marcus Flint el capitán de su equipo de quidditch.

—Vamos Malfoy despierta —Le dijo una vez más en voz baja y divertida.

—¿Qué ocurre? No tenemos partido hasta el final de la temporada. —Reclamó mientras se desperezaba y se acomodaba en su cama.

Flint lo miró detenidamente.
—¿Tu cabello amanece así de perfecto todo el tiempo? —Preguntó el capitán entre asombrado y divertido.

—Por supuesto que sí —Al terminar de sentarse alzó la ceja. —¿Vas a decirme porque has venido a despertarme?

Ambos hablaban en voz muy muy baja.
—Sígueme.

Draco carraspeó. Flint torció los ojos.
—¿Puede acompañarme, por favor, joven Malfoy?

Draco sonrió engreídamente y después de ponerse el uniforme de todos los días siguió a Flint hasta la chimenea, donde el resto del equipo de quidditch esperaba.
Malfoy lo miró a todos con cautela, reconocía en sus rostros el típico gesto de suficiencia, pero estaba acompañado por uno que él conocía perfectamente, las serpientes planeaban algo.

—Debo suponer que ésta reunión, más que ser meramente deportiva es una de carácter conspirativo —Habló el rubio imitando la mejor voz de negocios que le había visto usar a su padre. Todo el equipo sonrió divertido. —Y debo suponer, que el tema principal es el sabotaje a los Gryffindor, durante el partido de hoy.

—Eres muy inteligente, Draco, muy inteligente. —Dijo Flint con orgullo y malicia.

El capitán del equipo le tendió a Draco una túnica larga y negra, y Draco comprendió al instante el plan. Querían asustar a Potter, querían aprovecharse de su miedo a los dementores para hacerle perder la snitch.
Draco sonrió y tomó la túnica mientras pensaba que estaba ansioso por saber si Potter ya dominaba mejor la técnica del patronus.

El rubio corrió a su habitación, tomó la libreta y escribió un mensaje a Potter.

"Suerte en el partido de hoy, lleva tu varita dentro del uniforme."

Y luego bajó a desayunar junto al resto de sus compañeros.

La expectativa de ver a Harry sobre la saeta de fuego se hizo sentir por todo el gran comedor, todos parecían ansiosos por ver de lo que aquella escoba era capaz de hacer, todos menos los Ravenclaw, que, pese a tener buenas escobas, ninguna era tan buena como la Harry Potter.

Draco sonrió con malicia cuando, al entrar al gran comedor, divisó Cho Chang con aspecto nervioso y lanzando furtivas miradas a la mesa de los leones donde Harry aún no hacía presencia.
Sabía que su amigo ganaría, Harry tenía una gran habilidad como buscador y la saeta de fuego solo podría darle una mayor ventaja gracias a esas habilidades.

Se dedicó a desayunar con sus amigos mientras apostaban sobre el partido que tomaría lugar después del desayuno. Pansy como siempre se encontraba recargada en su hombro y lo tomaba de la mano, Zabini le lanzaba miradas asesinas a la chica y Vincent y Gregory comían apresuradamente totalmente ajenos a todo lo demás.

Fue cuando Harry entró en el salón cuando el ruido común y corriente de la hora del desayuno se transformó en un montón de buenos deseos al equipo de Gryffindor que ya se encontraba completo.
Draco miró rápidamente en aquella dirección y le guiñó un ojo a Potter que también lo miraba. La reacción de Harry no habría podido ser más sincera, se sonrojó hasta las orejas, desvió la mirada nervioso y derramó el vaso con jugo de calabaza que Hermione le había pasado.

Malfoy negó divertido y se dio la vuelta para continuar con su desayuno, sabía que Harry se ponía bastante nervioso antes de los partidos, pero no se imaginaba que a ese nivel.

Al terminar el desayuno, todas las serpientes fueron a presenciar el partido que definiría si Gryffindor aún podía llevarse la copa o no, Hufflepuff (a quienes les convenía que Gryffindor ganara) Llevaban banderines rojos y escarlata, Ravenclaw animaba ferozmente a su equipo y las serpientes los apoyaban.

Draco vio salir a Harry un poco más tranquilo de los vestidores, miraba con determinación el campo, sujetaba con seguridad su escoba y se mantenía erguido mirando hacia los leones con una sonrisa. Cuando aparecieron las águilas y Harry estuvo frente a la buscadora de Ravenclaw toda aquella seguridad de esfumó y fue reemplazada con nervios. Y Malfoy que tenía puestos unos visores no se perdió el ligero sonrojo en el rostro de Harry cuando Chang le sonrió.
—¿A caso eres estúpido? —Dijo en voz baja. —Es tu rival, idiota.

El partido comenzó y al cabo de unos minutos Gryffindor ya iba tomando la delantera, Ravenclaw jugaba a la defensiva y Chang parecía más ocupada en seguir a Harry de cerca que en buscar la snitch.

Cuando Flint le hizo la señal a Draco, Gryffindor apenas iba ganando por cincuenta puntos, Harry se veía realmente reacio a chocar si quiera un poco con la buscadora del equipo contrario y Draco no podía estar más enojado con él. Si los leones perdían por culpa del idiota de Potter, el partido contra ellos no le sabría igual, pues no se estarían peleando por la copa.

Aun echando humo por las orejas, Draco se acercó hasta Flint quién lo dirigió bajo las gradas donde había guardado las capas negras y sólo un par más de chicos del equipo esperaban.

El plan era sencillo, Draco y Marcus se subirían en los hombros de los otros dos chicos y se colocarían las largas túnicas, caminarían hasta el centro del campo y le harían creer a Potter que los dementores estaban ahí de nuevo. Harry perdería la concentración y le darían ventaja a Chang para atrapar la snitch. Aunque claro, Malfoy ya estaba casi seguro que la concentración de Potter no estaba al máximo y nada tenía que ver con los dementores.

Cuanto salieron al campo la gente no tardó en darse cuenta de su presencia, Harry y Cho iban tras la snitch y por lo que el rubio pudo ver, Potter se había olvidado totalmente de su caballerosidad y comenzaba a ponerle difíciles las cosas a la buscadora de las águilas, eso le hizo sonreír, pero cuando menos se lo esperó, vio a Harry apuntarle directamente con la varita, de la cual salió un rayo de luz plateado y sin forma que hizo retroceder y caer al chico que lo sostenía en los hombros, al igual que Flint y su acompañante.

Draco no cabía en felicidad, Harry sabía hacer un patronus bastante bueno, y la sensación de aquel hechizo que le dio de lleno hacía que su corazón se sintiera cálido y feliz, tanto que la pequeña luz que de vez en cuando aparecía dentro de él comenzó a brillar, satisfecha con la sensación.

Por supuesto que cuando el Slytherin vio a la profesora Minerva llegar roja de la furia la felicidad se esfumó ligeramente, pero regresó en cuanto vio a Harry a unos metros atrás de ella, junto a Lupin.
Harry le dedicó una mirada divertida y Draco sólo pudo encogerse de hombros mientras intentaba quitarse la capa. Harry sostenía la snitch en la mano. 

—Le has dado un buen susto al señor Malfoy —dijo Lupin a Harry.

—Tiene que admitir que fue bastante ingenioso —Dijo Harry, divertido.

—¡Un truco indigno! —gritaba McGonagall—. ¡Un intento cobarde e innoble de sabotear al buscador de Gryffindor! ¡Castigo para todos y cincuenta puntos menos para Slytherin! Pondré esto en conocimiento del profesor Dumbledore, no les quepa la menor duda. ¡Ah, aquí llega!

—Parece que le espera un largo castigo —Agregó el profesor de defensa contra las artes oscuras, Harry suspiró.

—¡Vamos, Harry! —dijo George, abriéndose camino—. ¡Vamos a celebrarlo ahora en la sala común de Gryffindor!

—Bien —contestó Harry.

Contento por había ganado el partido y aún tenían la oportunidad de llevarse la copa, porque había hecho su primer patronus decente y por qué Malfoy le había ayudado a lograrlo, no sólo por aquel ridículo disfraz de dementor, sino porque aquel recuerdo feliz que usó para invocar su patronus había sido nada más y nada menos el día que se había dado cuenta que Draco era probablemente su primer amor.

Harry acompañó al resto del equipo hacia la salida del estadio y otra vez al castillo, vestido aún con túnica escarlata y deseando que Dumbledore no fuera tan duro con él a la hora de castigarlo. Por supuesto, las otras serpientes no podrían importarle menos.

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