My Complement. MADLY IN LOVE...

By ButterflyWings1994

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Cindy nunca estuvo hecha para las responsabilidades. Su vida era un desastre, no tenía trabajo y tenía que ma... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12-Maratón 1/3
Capítulo 13-Maratón 2/3
Capítulo 14-Maratón 3/3
Capítulo 15
Capítulo 16
NOTA DE LA AUTORA.
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47-Maratón 1/3
Capítulo 48-Maratón 2/3
Capítulo 49-Maratón 3/3
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Just a woman. The Truth.
Capítulo 55
Capítulo 56
Boletín informativo...
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60. Final.
Epílogo Part. 1
Epílogo Part.2
Capítulo extra 1.
Capítulo extra 2.

Capítulo 42

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By ButterflyWings1994

No tenía absolutamente nada de hambre, más bien toda esta situación me había cerrado el estómago y había creado un nudo. Pero el médico me había dado órdenes explicitas de alimentarme bien y a mis horas, por lo que aunque sin hambre y con desgana, me vi obligada a arrastrarme fuera de la empresa para conseguir algo de comer.

Al bajar del ascensor en la primera planta, mi teléfono sonó alertándome de una llamada entrante. Estuve tentada a ignorarla por miedo a que fuera Ian, pero terminé cediendo, encontrándome con que era un número desconocido el que me llamaba.

¿Hola? ―contesté insegura y con el ceño fruncido. No era muy común que recibiera llamadas, ya que no solía darle mi número a nadie, mucho menos de números desconocidos.

Me detuve fuera de la empresa, colocándome en un lugar donde no obstruyera la salida ni a las personas que transitaban por la calle.

Hola, Cindy, soy Savannah ―saludó la voz agradable de la hermana de Ian, con su clásico tono de confianza al que ya me estaba acostumbrando.

Oh, hola, Savannah, ¿Qué tal estás? ―pregunté con una media sonrisa, comenzando a moverme por las calles en busca de un lugar donde comer.

Bien, gracias, ¿y tú? ¿Cómo va todo con mi hermanito?

Fruncí los labios en una mueca de disgusto. No tenía deseos de hablar de Ian y creo que mi silencio se lo hizo saber.

¿Qué ocurrió? ¿Discutieron o algo así? ―inquirió con curiosidad y algo de preocupación. Al parecer la idea de Ian y yo peleados no le agradaba demasiado― ¿Tengo que golpear a Ian por ser un idiota?

No pude evitar soltar una débil risa que murió entre el barullo de las transitadas calles. Iba algo distraída, por lo que choqué con una mujer y sin mirarla ni prestarle atención, murmuré una débil disculpa.

Mhm... depende de que tan mal te cae Miranda y cuan estúpido seria que Ian creyera en que podría arrepentirse de todo lo que ha hecho ―murmuré rodando los ojos y pasando la lengua por mis labios para hidratarlos. Hacía un calor terrible y el blazer no ayudaba, mucho menos la cantidad de gente que había.

Savannah guardó silencio por un par de segundo, probablemente procesando mis palabras y deduciendo lo que había ocurrido. Lo siguiente que oí fueron un par de groserías murmuradas por lo bajo.

¿Tienes algo que hacer ahora, con quien comer o algo? ―preguntó con voz acelerada, hablando más rápido de lo normal. De fondo podía oír el inconfundible sonido de un motor.

No... estoy libre ―respondí algo confusa por su pregunta.

Muy bien, nos vemos en cinco en el restaurante "Bon appetit".

¿Restaurante? ¡Pero si eso era una pizzería!

―¿Eso no es una pizzería?

―Restaurante, pizzería, uno más pijo que el otro pero al final ambos hacen lo mismo. Servir comida.

Reí nuevamente.

―Está bien, ahí nos vemos.

―Adiós, Cindy.

Esa pizzería quedaba completamente al otro extremo de donde yo estaba. Giré dispuesta a tomar un taxi, reticente a la idea de caminar hasta allá, chocando con el cuerpo de una menudita mujer.

―Lo siento, lo siento...

Me detuve abruptamente al ver con quien me había chocado. Sin darme cuenta, e inconscientemente, había terminado caminando hasta el restaurante italiano donde las chicas y yo solíamos comer. Frente a mí, tenía a Linda con una tímida sonrisa y Mia con una sonrisa descarada y una ceja alzada.

―Hola, tú ―saludó dando un paso hacia al frente Mia y mirándome de forma inquisitiva― creí que estabas tratando de evitarnos, ahora que eres la novia del jefe y eso.

Fruncí el ceño si poder evitarlo y chaqueé la lengua en desacuerdo con sus palabras tan absurdas.

―Yo nunca haría algo como eso, sin importar con quien este ni quien él sea. Creí que ustedes no querrían saber nada de mí, luego de todo lo que el mundo está hablando sobre mí.

Mia soltó un bufido y puso los ojos en blanco, recibiendo una mirada de regaño de parte de Linda, quien me dio una mirada de disculpa.

―Me ofende que en todo el tiempo que llevamos de conocernos, creas que somos tan estúpidas y crédulas como para creer lo que el mundo cree o comenta ―farfulló Mia con voz indignada y cruzándose de brazos― creí que éramos amigas.

―Mia, no seas dura con ella. Está pasando por mucho últimamente y tiene todo el derecho de tener miedo ―la reprendió con voz suave la pelirroja, arrugando levemente las esquinas de sus ojos en una suave sonrisa.

―Claro que somos amigas, solo... creí que, como todo el país, me juzgarían por lo que esa mujer dijo sobre mí a la prensa. Sé que ustedes no son todo el país, pero... tenía miedo a que me rechazaran ―confesé con voz suave y baja, esperando que aun así pudieran escucharme. Al parecer ellas parecieron entenderme, porque Mia suavizó su mirada y me dio una de sus sonrisa descaradas para posteriormente inclinarse para tocar mi estómago, el cual comenzaba a sobresalir cada vez más.

―Vaya, vaya, que bien escondido te lo tenías, Cindy ―comentó con voz divertida acariciando mi abdomen― Un bebé.

―Sí, un bebé ―suspiré, feliz por el cambio de tema. Me gustaba hablar de mi bebé― pero eso ocurrió mucho antes de que Ian fuera mi jefe y yo supiera que era hijo del señor Goodwins ―me adelanté a aclarar― fue una... extraña coincidencia.

―No creo en las coincidencias, Cindy. Creo que todo sucede por algo y quizá Ian te necesitaba en su vida y tú lo necesitabas en la tuya ―dijo Linda mirando con una radiante sonrisa mi barriga.

―¿Vienes con nosotras? ―preguntó Mia mirando en dirección al restaurante a solo unos metros de nosotras. Estuve a punto de aceptar, hasta que recordé que había quedado con Savannah y negué con una sonrisa de disculpa.

―Lo siento, he quedado con alguien más para comer. Pero mañana podría ser.

―Mírala... ahora que tiene un novio nos deja de lado ―ante la mención de Ian mi sonrisa decayó un poco, pero supe recomponerme rápidamente.

―No, no es él. He quedado con su hermana.

―Entonces ve antes de que llegues tarde, no te retrasamos más ―dijo Linda haciendo un además con la mano para que continuara.

―Las veo luego, chicas.

―Adiós ―se despidieron las dos al unísono, provocando que extendiera mi sonrisa mientras me acercaba a la vereda para detener un taxi.

Cuando por fin llegué a la pizzería, iba con cinco minutos de retraso, por lo que en cuanto vislumbre la inconfundible figura de la chica sentada en una mesa, jugueteando con su móvil, me acerqué a paso rápido para disculparme.

―Sav, lo siento, pero en el camino me encontré con alguien ―dije tomando asiento frente a ella y tomando el vaso de jugo de natural de fresa que había frente a mí y dándole un gran sorbo. Estaba muy acalorada y sedienta.

En esta ocasión, Savannah vestía unos shorts de mezclilla tiro alto, una camiseta con diseño militar con el logo de Nirvana en el centro, botas militares y dos descuidadas trenzas. Me gustaba como el rubio de su cabello se mezclaba con el rosa de las puntas de su cabello.

―No te preocupes, no llevo mucho tiempo esperando ―dijo con una descuidada sonrisa dejando el móvil de lado y centrándose en mí― Ahora, ¿Qué ocurrió entre mi hermano y tú para que se pelearan? Sé que debe parecerte extraño y hasta un poco incómodo que te pregunte esto, dado que es mi hermano de quien estamos hablando. Pero el caso es que... ―hizo una pausa un momento, en la que su mirada se oscureció― Sé lo manipuladora que la perra de Miranda puede llegar a ser y no quiero, bajo ningún concepto, que ustedes terminen separados por ella. Además, veces mi hermano peca de ser demasiado crédulo y confiado.

Aunque estaba algo reticente a contarle a Savannah sobre mis problemas con Miranda, ella conocía mucho mejor a su hermano que yo, y quizá ella podría ayudarme a hacerle entrar en razón. Miranda no era una mujer en quien podías confiar.

No quería que termináramos por hacernos daño debido a ella. Por lo que ignorando el hecho de que Savannah era su hermana, le conté todo lo sucedido. Ella se mantuvo durante todo el tiempo en que estuve hablando en silencio, escuchando atentamente con el ceño fruncido, apretando los puños cuando llegué a la parte en la que Ian me hablaba de su "arrepentimiento".

Hicimos una pausa para pedir lo que íbamos a comer, que resultó ser una Pizza de cuatro quesos y continuamos.

Cuando terminé de hablar, ella explotó golpeando la mesa con su puño.

―¡¿Pero cómo puede ser tan estúpido?! ―exclamó alzando la voz y ganándose miradas de reproche de otros clientes, a quienes ella deliberadamente ignoró― No, no, no. Tienes que alejarlo de ella. Miranda es una arpía, un ser despiadado, manipulador y sin corazón. Ella quiere vengarse, de ambos, y va a hacer lo que sea necesario para conseguirlo. Estoy segura de que lo que pretende es ponerlo en tu contra para aprovecharse de él. Y aunque sé que mi hermano no es idiota y no va a dejarse manipular, sí podría confiarse de sus buenas intenciones.

―Lo sé, eso fue lo que le dije. Pero él simplemente dijo que estaba tratando de arreglar las cosa y hacerlas más fáciles y cómodas para mí y el bebé.

―Él siempre ha sido tan bueno ―dijo ella con cariño, sonriendo de costado― Y eso es exactamente lo que podría terminar por destruirlo.

―No voy a dejar que ella le haga daño. Si tengo que obligarlo a ver la verdad, voy a hacerlo.

―Tienes que tener cuidado, porque no sé hasta dónde es capaz de llegar esa loca para conseguir lo que quiere. Ahora no eres solo tú, llevas una vida contigo y tienes que velar por su seguridad.

―¿Qué puedo hacer? Tú lo conoces, mucho más que yo. ¿Qué crees que debería hacer? ―pregunté preocupada y frustrada.

―Muéstrale. Deja de hacerlo entrar en razón y simplemente encárgate de que vea que sus intenciones no son buenas ―dijo entrelazando sus manos bajo su barbilla e inclinándose en mi dirección― y yo voy a ayudarte a hacerlo.

―¿Cómo?

―Digamos que tengo el súper poder de sacar a las personas de quicio y hacer que hablen más de la cuenta ―sonrió de forma confiada, guiñándome un ojo y reclinándose hacia atrás en la silla― no te preocupes, yo voy a hacer que suelte la lengua. Quizá le rompa un par de huesos en el proceso, pero no te preocupes, solo lo suficiente para que de una vez por todas le quede claro que no es más que una bruja caprichosa.

No pude evitar reír ante su descaro. Para ella golpear a alguien, era tan normal como comprar el pan en el supermercado. Y parecía feliz con ello. Pero cuando se trataba de Miranda, quien no parecía entender, no me molestaban un par de huesos rotos. Quizá hasta pudiera arruinarle un poco su lindo rostro.

―Gracias por ayudarme, de verdad ―dije con una sonrisa, mirando agradecida a la rubia.

Savannah era una chica de aspecto rudo y tosco, y hasta cierto punto lo era. Pero como en la vida, tenía su lado bueno, y solo tenías que esmerarte lo suficiente y ver más allá de la superficie para conocerlo.

Ella era una chica que era capaz de hacer lo que fuera por los que amaba.

―Le haces bien a mi hermano y eres una buena chica ―contestó ella encogiéndose de hombros― eso es todo lo que necesito.

(***)

Cuando volví a la empresa, Ian ya estaba en su escritorio y lucía un rostro apagado y hasta cierto punto triste. Eso estrujó mi corazón y me hizo sentir culpable. Lo quería, muchísimo, y no me gustaba verlo de esa forma. Mucho menos saber que, en parte, yo era la razón de esa expresión.

―Ian ―hablé para llamar su atención. Sus hermosos ojos verdes, brillantes y preciosos como dos esmeraldas, se levantaron de su computadora y me miraron con una especie de añoranza que terminó por romper todos mis intentos de mantenerme alejada de él. La única persona en el mundo con el poder de hacerme sonreír y llorar era él. De forma consiente o inconsciente, era mi debilidad y no podía resistirme a él. Tan poco tiempo había necesitado para albergar tantos sentimientos. Todos por y para Ian.

Por eso, sin perder un segundo más, avancé a grande zancadas para sentarme en su regazo y esconder mi rostro en el hueco entre su hombro y cuello.

Él envolvió mi cintura y me aprisionó contra su cuerpo en un apretado abrazo, aspirando en mi cabello.

Estar con él se sentía como un hermoso día de verano. Cálido y fresco.

―No me gusta discutir contigo ―susurré en su oído, dejando un tímido beso detrás de su oreja que provoco un estremecimiento por todo su cuerpo, haciéndome sonreír complacida.

―Tampoco me gusta estar alejada de ti, ni que me mires como lo hiciste.

―¿Cómo te miré?

―Como si hubiera matado un montón de gatitos bebés ―murmuró haciéndome sonreír ampliamente.

Me alejé a regañadientes de él para mirar sus hermosos ojos, los cuales brillaban felices. Me gustaba verlo feliz, y más saber que yo había provocado ese brillo en sus ojos.

―Solo no hagas que te odie, ¿sí? ―pedí acariciando mi nariz con la suya― no te confíes de ella y no dejes que lo arruine.

―Lo prometo ―dijo mirándome con intensidad antes de acortar la distancia entre nosotros y unir nuestros labios en un beso.

Cuando Ian me besaba, tomaba todo de mí. Removía algo en mi interior y lo volvía a colocar en su lugar, solo que mucho mejor. Me tenía a su merced, podía hacer lo que quisiera conmigo y muy probablemente no me negaría a nada.

Dios, ¡acabo de superar a Ian en la ñoñes! ¡Que alguien me cacheteé y me traiga de vuelta!

Alguien carraspeó en la habitación, alertándonos de que teníamos espectadores y era hora de separarse.

Como yo estaba de espaldas a la puerta, Ian se corrió a un lado para poder ver quién era el intruso y cuando lo hizo, rodó los ojos y gruñó algo por lo bajo.

―Estoy bastante seguro de que si antes de esto no estaba completamente embarazada, acabas de hacerlo ―habló una voz conocida a mis espaldas. Sexy, pero inoportuno. Maldito Alex― podría hasta a arriesgarme a decir que le moviste un poco las cosas a la criatura. ¡Por Dios, casi te la tragas, amigo!

―Eres un idiota inmaduro, Alex ―gruñó Ian dejando caer su cabeza en mi pecho. Aunque no me pasó inadvertido la forma en que sus comisuras se alzaron.

Delicadamente me fui alejando de Ian para levantarme de su regazo y arreglarme el vestido que se había subido levemente hasta arremangarse en mis muslos.

Luego me giré en dirección a Alex y le di mi mejor sonrisa confiada.

―¡Pero mírate! ―exclamé con falsa emoción― ya dejaste de acosar a mi amiga. Lamento que no hayas podido meterte en sus pantalones, pero ya sabes, no le van los rubios.

Él gruñó algo por lo bajo y me fulminó con la mirada.

Lily tenía toda la razón. Sacar de quicio a Alex era tan divertido.

―¿Cómo la aguantas, amigo? ―preguntó ofuscado en dirección a Ian.

―Se llama querer a alguien, Alex. Algún día, espero que no muy lejano, vas a entender de lo que hablo.

―No gracias, prefiero morir virgen.

Luego de que esas palabras dejaran su boca, Ian y yo nos miramos para luego romper en una estruendosa carcajada.

Morir virgen... esa estuvo buena. 

¡Hola, mujercitas!

No sé por qué razón, pero este capítulo en particular me gusta mucho. Quizá sea porque vemos un lado mas frágil y a la vez protector de Cindy, pero me gusta.

¿A ustedes les gustó? 

¡Siento la maldita maldad de Miranda acercándose! tengo miedo por Cindy, por mi bollito y por Ian. Esperemos que puedan afrontar todo lo que se les venga encima.

¡Chicas! encontré un chico que me gusta bastante y quiero que me digan que opinan. Si, tu, lector fantasma. Si por una vez en tu vida hicieras el esfuerzo de expresarte, te amaría aun más.

Muchas lo conocerán, pero para las que no, se llama Andre Hamann.

Sí, tiene tatuajes, Ian no los tiene. Pero, ¡Jesús! lo veo, y juro por Dios que su rostro, su cuerpo, su sonrisa, sus ojos, todo, me evoca a Ian. Además se ve delicioso en traje, eso es algo a considerar ya que Ian usa muchos por el trabajo.

Si les gusta, háganmelo saber. De igual forma si tienen alguna sugerencia.

¡Espero que les haya gustado, las amo y nos leemos hasta el próximo capítulo!

PD: En multimedia, Use somebody de Kings of Leon. El indie es lo mío, que puedo decir.

Bye.


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