Draco Malfoy y el príncipe de...

Galing kay ilianabananaa

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Drarry/Harco. Draco había desarrollado una extraña obsesión con Harry Potter desde que lo conoció en la tien... Higit pa

Segunda Edición
Book Trailer
El inicio.
Camino a Hogwarts
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58.
Epílogo.
Continuación.
Agradecimientos.
Más historias.

22.

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Galing kay ilianabananaa

Harry Potter tenía dos cosas muy importantes en las que pensar, la primera de ellas era la insistencia de toda la gente que lo rodeaba para que no intentara buscar a Sirius Black y la segunda era Draco Malfoy.

Desde que se había percatado de que tenía un flechazo con el rubio no había tenido demasiado tiempo para pensar en otras cosas, su mente viajaba de un lado a otro preguntándose si desde el principio había sido aquella química la que lo había impulsado a buscar la amistad de Malfoy y la razón por la cual el espejo de Oesed lo mostraba junto a sus padres sonriente y amable.
Estaba hecho un lio de emociones, estaba consciente de que apreciaba muchísimo a Draco, pues había sido un gran amigo y confidente, había sido el rubio quién le había enseñado muchísimas cosas del mundo mágico aún desde el interior de aquella aula en la que solían verse por las noches. Había sido Draco Malfoy quién le había enseñado que la frialdad no siempre significaba maldad y que el gris podía sentirse casi tan cálido como el rojo fuego.

Suspiró.

Tenía sólo trece años ¿Qué podía saber él del amor o del romance? Absolutamente nada y precisamente aquella era la causa de sus torturas mentales. Sabía que extrañaba ver a Draco, hablar con Draco y reír con Draco ¡Si hasta extrañaba que lo insultara y se burlara de él! Porque después de aquella lejana clase de pociones en la que se había percatado de que tal vez el rubio era su primer (e infantil) amor, Draco Malfoy lo había estado evitando, no lo miraba para absolutamente nada que no fuera burlarse de él nuevamente por su incidente con los Dementores y sólo lo hacía si se encontraba con sus amigos.

Harry había llegado a la conclusión de que era un idiota y que no debía seguirle dando vueltas a lo mismo. ¿Qué no el mismo Malfoy se lo había dicho? Ellos no eran amigos, mucho menos iban a poder ser otra cosa.

Suspiró de nuevo.

Pero si Harry lo sabía ¿Por qué seguía escribiéndole a Malfoy a través de la bendita libreta que Draco ni si quiera se molestaba en revisar?
La respuesta parecía obvia incluso para él; porque efectivamente era un idiota, pero era un idiota noble y sincero con sus sentimientos.

"¿Podemos vernos donde antes?"
Escribió con la mejor letra que pudo.

Pero aquel mensaje fue ignorado igual que los anteriores y todos los que escribió después.

Debido a la herida del brazo que había sufrido Malfoy el partido de quidditch contra Gryffindor se había pospuesto hasta el final de la temporada. El primer equipo que debían enfrentar los leones era el de Hufflepuff, cuyo popular y guapo buscador, Cedric Diggory era la sensación, todos afirmaban que era muy bueno y el disgusto que le causó a Harry saber que no podría jugar contra Draco fue reemplazado por curiosidad. Le gustaban los retos y el nuevo buscador de los tejones parecía un buen nuevo reto.

Durante el ansiado partido Draco se sentó en la gradas junto al resto de las serpientes que esperaban ver perder a los leones, aún si eso significaba animar a los Hufflepuff de los que tanto se burlaban.

—Es una lástima que no hayas podido jugar —Le dijo Zabini quien lo abrazaba por los hombros. —Apuesto que esta vez si hubiéramos ganado. —¿En serio te duele tanto?

—No en realidad, pero es mi brazo derecho y jugar así hubiera sido una desventaja, me siento incómodo al forzarlo demasiado. Además el clima es horrible. —Dijo el rubio mirando a su alrededor, una terrible tormenta azotaba al colegio y aquel frio hacía que su brazo doliera.

—Tranquilo, pronto podrás volver a jugar, seguro que para el partido contra Ravenclaw estarás de maravilla —Le aseguró Pansy que, por el frio, se mantenía pegada a él.

—¿No crees que eres demasiado hostigante? —Preguntó Blaise con voz de fastidio. —Draco también necesita su espacio.

—¿Celoso Zabini? —Preguntó ella con una maliciosa sonrisa en el rostro. —No te culparía por estar enamorado de mí, pero por favor, deberías alegrarte por tu mejor amigo.

—Esta es la conversación más estúpida que han tenido hasta el momento —Afirmó el rubio apartándose de su novia y su mejor amigo y caminando hasta Crabbe y Goyle.

Los tres chicos comenzaron a platicar sobre quidditch hasta que un pitido les indicó que el partido entre los leones y los tejones había comenzado.
Draco estaba ligeramente preocupado, aunque no lo admitiera o aparentara. El clima era terrible, el viento soplaba con furia, la lluvia no dejaba ver absolutamente nada, sabía que la tarea más difícil se la llevarían los buscadores, pues la misión de encontrar la snitch dorada empeoraba notablemente hasta hacerla casi imposible.

—Cinco galeones a que Potter se cae de la escoba en los primeros veinte minutos —Dijo Vincent con burla.

—Diez a que lo hace en los primeros diez —Rebatió Blaise divertido.

Draco miraba las siluetas volar de un lado para otro, con la lluvia le costaba diferenciar a los jugadores uno de otro, pero después de un momento logó diferenciar a Harry del resto. El Gryffindor sobrevolaba todo el campo en busca de la snitch pero sabía que le estaba costando mucho trabajo por el simple hecho de que sus gafas debían estarse mojando y bloqueándole la vista.

Miró a los amigos de Potter un par de filas más abajo y con toda la potencia de voz que tenía se hizo oír entre los gritos y la lluvia.
—¡¿Acaso Potter es idiota?! ¡Tan fácil que es usar un estúpido hechizo de impermeabilización en las gafas! ¡Tonto tenía que ser, sólo por eso Hufflepuff debería ganar el partido desde ya!

El rubio notó como Granger lo miraba de reojo con gesto de disgusto y cuando comprendió que Hermione lo había escuchado volvió a posar sus ojos en el partido, los leones habían pedido tiempo y Granger junto a Weasley se acercaron al campo. Draco sabía que la sangre sucia haría el resto del trabajo y le colocaría a Harry el encantamiento que había propuesto.

Sonrió satisfecho cuando el partido reanudó y Harry parecía ahora un poco más cómodo.
Miró al buscador de Hufflepuff, el chico era bastante hábil, tenía una buena manera de volar (aún con la lluvia), pero Draco sabía que para Harry no sería ningún problema tomar la ventaja, después de todo, el mismo había sido testigo de la habilidad nata de Potter como buscador.

De pronto el clima empeoró y Draco comenzó a sentir un agobiante sentimiento de tristeza y soledad... Miró más arriba en el cielo y entonces ahí los vio, Dementores, muchísimos Dementores sobrevolaban el campo de quidditch.
Pronto sus amigos desviaron la mirada al percatarse del cambio de actitud de Malfoy y cuando menos se dio cuenta, toda la escuela se encontraba mirando a aquellas horribles creaturas.

Draco miró de nuevo hacia el partido, Potter y Diggory iban mano a mano tras la snitch. El rubio miraba a los dementores y luego a Harry, una y otra vez. Ambos buscadores habían tomado demasiada altura y no se habían percatado de que, justo debajo de ellos los dementores se arremolinaban, dispuestos a tomar el alma de quien se dejara.

Draco notó como Harry dejó de ir tras la snitch, el pelinegro se había paralizado en su lugar y sujetaba nerviosamente de la escoba.
El rubio sujetó el broche de Slytherin que escondía bajo la túnica de manera discreta, deseando con todas sus fuerzas que aquellas cosas no fueran a por Potter. Pero aquello había sido pedir demasiado, los dementores se abalanzaron contra el pelinegro y lo hicieron caer de la escoba.

Malfoy se puso de pie de un salto seguido del resto de los estudiantes. Nadie prestaba atención a Diggory que había logrado tomar la snitch, ni si quiera los de Hufflepuff, nadie notó que la Nimbus 2000 de Harry había salido disparada por el viento hasta el sauce boxeador y había sido destrozada. Todos estaban muy ocupados viendo el cuerpo de Harry Potter caer inconsciente sobre el piso.

—Harry, no te mueras, Harry... —Pidió Draco en un susurro, sujetando con mucha fuerza el primer regalo que el pelinegro le había hecho.

Ni sin quiera él fue consciente de que aquella había sido la primera vez que había llamado a Potter por su nombre, estaba demasiado preocupado para notar ese pequeño, pero significativo detalle.

Por supuesto que Draco había querido ir a ver a Harry desde el segundo en que lo había visto caer como si fuese un muñeco de trapo desde aquella altura, pero había tenido que mantenerse sereno, Blaise lo había mirado con frialdad desde que habían abandonado el campo de quidditch y Draco suponía que su amigo sospechaba que aprovecharía cualquier oportunidad para escabullirse a la enfermería.

Fue cuando todos abandonaron la sala común cuando Draco anunció que se quedaría a repasar las lecciones que aún le quedaba pendientes de cuando había tenido que faltar por el asunto del hipogrifo.

Blaise miró a Draco con rencor, cosa que el otro ignoró por completo, esperó a que todos salieran de la sala común y cuando se quedó a solas con Draco tomó valor para hablar.

—Vas a ir con Potter —Afirmó con dureza.

—¿Desde cuándo tengo que darte explicaciones de lo que hago? —Respondió el rubio con frialdad.

—No se trata de las explicaciones, se supone que somos amigos, mejores amigos, se supone que no debes esconderme nada, se supone que debes ser sincero.

—Sabes que todos aquí se infartarían si supieran que soy amigo de Potter.

—¿Lo eres? —Draco alzó la ceja. —Quiero decir, lo has estado evitando desde que inició el curso... —Draco intentó interrumpirlo, pero Zabini no lo dejó. —Y no te atrevas a mentirme de nuevo, Draco Malfoy ¿En serio crees que soy estúpido? Soy un Slytherin muy respetable, no me subestimes.

Draco suspiró y se sentó para inmediatamente después hacerle a su amigo una señal para que lo acompañara.

—Tienes razón, Harry y yo ya no somos amigos... Tuvimos una discusión a finales del año pasado y yo le dije que no se acercara más a mí.

—¿Esa es la razón por la que el idiota ha intentado acercarse a ti de manera nada discreta durante semanas? —Draco soltó una carcajada en volumen bajo y asintió, Blaise tenía razón, Harry no sabía ser discreto. —Vaya tonto...

—Y que lo digas...

—¿Te hizo algo? —Se aventuró a preguntar el moreno. —Porque si te hizo algo yo...

—No hace falta, Blaise, yo sé defenderme mejor que nadie —Le interrumpió. —Él, bueno, me ofendió de cierta manera. En pocas palabras me llamó mentiroso... y malvado tal vez.

—¿Y aquello no es la verdad? —Preguntó Zabini en forma de burla, Draco le dio un ligero puñetazo en el hombro. —Ya, ya, es broma.

—También insultó a mi padre...

—Oh... ahora entiendo... —Blaise sabía que Draco amaba a sus padres muchísimo y por muy "raro" que pareciera Lucius a veces, su hijo lo amaba y lo respetaba más que a nadie. —Pero supongo que sí ha estado tan insistente es porque quiere pedirte disculpas.

—Supongo... —Suspiró. —Potter es un tipo muy raro, si me lo preguntas, ni si quiera sé por qué me hice amigo de alguien como él en primer lugar.

La pequeña luz roja que vivía en el corazón de Draco comenzó a brillas tenuemente, calentándolo, ablandándolo. Normalmente brillaba cuando hablaba de Harry, pensaba en Harry o estaba con Harry, pero hacía tanto tiempo que no se aparecía ante él que había comenzado a extrañar la sensación que causaba en él.

—Bueno, supongo que será por esas cosas de la sangre mágica, ya sabes, lo que los hace compatibles.

—Sí, ya había pensado en eso.

—¿Y entonces? —Dijo Blaise después de un momento de silencio. Draco lo miró con curiosidad. —¿No ibas a escabullirte ilegalmente por los pasillos de Hogwarts para ver a Potter?

Draco sonrió y negó con la cabeza.

—Eres el mejor —Le dijo dirigiéndose a la salida de las mazmorras.

—Lo sé —Respondió.

Cuando Blaise vio a Draco salir por la puerta no pudo evitar sentir una extraña sensación de vacío y tristeza en el pecho, por un momento había pensado en pedirle que se quedara y en confesarle lo que sentía por él desde hacía tiempo, pero después de pensarlo y llegar a la conclusión de que no tenía sentido lo dejó marchar. Después de todo, Draco salía con Pansy que era su amiga y aunque no estaba seguro de que Draco quisiera a Harry solo como amigo, sentía que no había nada que pudiera hacer. Después de todo uno no escogía a quien quería, él no había elegido querer a Draco de esa manera y tampoco Pansy.

Draco caminó con sigilo entre los pasillos del castillo mientras maldecía mentalmente que las mazmorras se encontraran tan alejadas de la enfermería.
Se encontraba totalmente alerta, no deseaba por nada del mundo que Filch lo encontrara y lo castigaran sin ir a Hogsmeade en la primera excursión del año y que aparte de todo, le quitaran puntos a su casa por su culpa, ya suficiente era con que Dumbledore siempre les diera puntos a los leones porque Harry respiraba o iba al baño y siempre ganaran por ello.

Respiró un poco más relajado cuando llegó a la enfermería y encontró a Harry tendido en la cama con los ojos cerrados. Draco notó su apiñonada piel a la luz de la luna, sus largas y oscuras pestañas, sus pobladas cejas y su rebelde cabello negro. Su corazón dio un saltito de alegría y la luz roja volvió a brillar pero se apagó en cuanto Harry abrió los ojos.

En cuanto los verdes orbes de Harry se encontraron con los grises de Malfoy el pelinegro no pudo evitar sonrojarse ligeramente.

—Dra... Malfoy... Estás aquí. ¿O estoy soñando? —Preguntó con incredulidad.

—No, Potter, esto no es una pesadilla, estás despierto. —Harry se incorporó en su cama con un gesto de dolor y Draco tomó asiento en una silla a un lado de la cama del pelinegro. —¿Cómo te encuentras?

—No de maravilla, pero mejor —Contestó encogiéndose de hombros. —Dicen que el terreno sobre el que caí era blando y gracias a eso no me maté.

—Sabía que los Dementores te afectaban pero... ¿tanto?

Harry agachó la mirada, avergonzado.

—Cuando un dementor está cerca de mi yo... bueno... escucho los gritos de mi madre... a-antes de ser asesinada...

Draco se acomodó en su asiento. La manera en la que Harry le había confesado aquello lo había tomado por sorpresa.

—Debes aprender a hacer un patronus —Dijo el rubio finalmente. —Es lo único que puede defenderte de un dementor.

—¿Sabes hacerlo?

Malfoy negó con la cabeza.
—Pero Snape...

—Ni muerto...

—De acuerdo, entonces Lupin seguramente sabrá hacerlo —Hizo una mueca de disgusto. —Luce como pordiosero, pero no es tan incompetente como Lockhart.

—Malfoy, no tienes que expresarte así de él conmigo, el resto de las serpientes no están, puedes ser tú.

—Yo siempre soy yo, tonto.

Harry soltó una carcajada que silenció al instante para no llamar la atención de Madame Pomfrey que se encontraba en su cuarto.

—¿Podemos...?

—No vamos a hablar de eso —Contestó el de ojos grises poniéndose de pie.

—Pero...

—No estoy enojado contigo... ya no...

—Pero de todas formas yo...

—No quiero tus disculpas —Respondió con firmeza y seriedad. —Solo necesito que me hagas un par de promesas.

—De acuerdo. Lo que sea. —Harry intentó no lucir demasiado feliz o ansioso, pero no estuvo seguro de si lo logró.

—Lo primero es que vas a aprender a hacer un patronus, esas cosas te afectan más que al resto y segundo, no vas a preguntarme nada sobre Sirius Black, porque si lo haces, dejaremos de ser amigos.

Harry lo miró con el ceño fruncido y su rostro de niño fue más notable en aquel momento, pero inmediatamente el pelinegro relajó su expresión y sonrió abiertamente.

—De acuerdo —Respondió. —Pero a cambio prométeme que jamás vas a apartarte de nuevo.

—Dios, Potter, eres tan cursi —Respondió Draco, divertido y conmovido, pero ocultando muy bien la segunda emoción. —No me iré si no vuelves a ser un idiota.

Harry levantó la mano solemnemente.
—No seré idiota.

Draco rio y se acercó a Harry, revolvió su caballo y luego pasó delicadamente su dedo índice por la cicatriz en forma de rayo que tenía en la frente.
—Buenas noches...

Le dijo antes de dedicarle una sonrisa y caminar hacia la salida.
Harry tardó un poco en reaccionar, pero Draco puso escuchar claramente que también se despedía de él.

Ambos chicos se fueron a dormir con una enorme sonrisa en el rostro y un peso menos en el corazón.

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