Místicas Criaturas. El Reinad...

Bởi MaryEstuardo2112

16.8K 4.8K 6.4K

El Reinado de la Oscuridad es la segunda parte de la trilogía de Místicas Criaturas. Daniel ha sido exiliado... Xem Thêm

Reparto (Personajes)
Booktrailer
Dedicatoria
Daniel. I
Daniel. II
Daniel. III
Daniel. IV
Daniel. V
Daniel. VI
Daniel. VII
Daniel. VIII
Alise. IX
Daniel. X
Alise. XI
Alise. XII
¡Aviso!
Daniel. XIII
Alise. XIV
Alise. XV
Daniel XVI
Alise XVII
Daniel XVIII
Daniel XIX
Alise XXI
Daniel XXII
Daniel XXIII
Alise XXIV
Alise XXV
Daniel. XXVI
Daniel XXVII
Alise. XXVIII
Daniel XXIX
Daniel XXX
Alise XXXI
Alise XXXII
Daniel XXXIII
Alise XXXIV
Alise. Final
Agradecimientos
Respuestas
Reparto Libro III
Adelantos del libro III
Entrevista
Especial fin de año
Nuevos diseños
¡Nota!

Alise XX

261 102 64
Bởi MaryEstuardo2112

Desde el umbral de la puerta del cuarto contemplé a Nicholas dormir plácidamente en su cuna.

En ese estado parecía completamente inofensivo y no el hijo de un demonio. Aún cuando Jonathan no era un leviatán completo cuando me había embarazado, no podía negar que siempre había sido un ser completamente malvado y quizá esa misma oscuridad, la que habitaba dentro de su corazón y de su alma y que formaba parte de su esencia, también yacía ahora dentro de mi pequeño.

El solo hecho de pensarlo me heló la sangre e hizo que algunas lágrimas comenzaran a derramarse inexorablemente por mis mejillas.

Lo peor era que por más mágicas que aquellas pudieran ser, lo que le sucedía a Nicholas no era algo que su poder pudiera curar. La maldad que podría estar latente en su interior, corriendo por su sangre, afianzada a su alma, no podía ser exonerada o purificada así nada más. De hecho, ni siquiera sabía si realmente aquello podía lograrse de alguna forma.

En mi mente agitada una pregunta tenía más peso que otras, y martillaba por dentro, produciéndome un intenso dolor de cabeza. Masajeé ambas sienes, mientras me cuestionaba:

"¿Cómo no he podido darme cuenta de que Nicholas es hijo de Jonathan? ¡Tantas señales he tenido! Empezando por sus rasgos y características faciales, el color de sus ojos, el rechazo de Daniel...y también el hecho de que el niño está ocupando justamente su habitación."

Las primeras noches me costaba mucho trabajo dormirlo. Nicholas parecía no poder conciliar el sueño con facilidad. Y aunque no lloraba, ni se quejaba, como un bebé normal, yo tenía miedo de que al ser tan pequeño, si permanecía tanto tiempo despierto pudiese verse afectado psíquica o físicamente en el futuro, pues conocía perfectamente los efectos benéficos y reparadores del sueño y sabía lo que su carencia implicaba.

Mis temores cesaron cuando lo traje a la habitación de Jonathan. Mi pequeño se durmió rápida y placenteramente en pocos segundos. Claro que aquello fue una casualidad, no un acto premeditado.

Paseaba por los corredores del palacio, una de mis tantas noches de vigilia e insomnio —mal que también me aquejaba en ocasiones— y algo me impulsó a entrar, un sentimiento. Tal vez curiosidad.

Aunque no es que nunca antes hubiese visto la habitación del hijo del tirano, ya que ni bien regresamos a El Refugio, después del viaje a la Tierra Mítica y nos instalamos en el palacio con Daniel, una de las primeras cosas que había hecho había sido visitar el lugar donde mi esposo había pasado sus días de cautiverio.

El cuarto de Jonathan era sórdido y principesco, como el de su madre y su hermana.

Una sensación escalofriante me había atravesado, como la gélides de la hoja de un puñal, al cruzar por el umbral por vez primera. Aunque la sensación era mental, pues sabía que me encontrada, en lo que probablemente era el sitio más íntimo, de aquel joven malvado que tanto daño había hecho.

Tenía la creencia asumida, de que todo lo que vería en ese espacio, hablaría de su personalidad despiadada, pero no fue así.

Había un retrato suyo colgado en la pared, sobre la cabecera de la cama de dos plazas, cuyo respaldar de cedro lucía bajorrelieves épicos y fantásticos, que capturaban escenas de caballeros medievales, enfrentando bestias mitológicas, montados en sus dragones de ojos esmerilados. La pintura no era del Jonathan adulto que conocía, sino de un Jonathan infante.

Recuerdo que en el momento en mis ojos se encontraron con el de mi hijo por vez primera, un nudo se formó en mi garganta por el gran parecido que tenía con Jonathan. De pequeño, con aquel minúsculo cuerpecito y su carita marmórea, angelical, el hijo del tirano aparentaba la misma inocencia y dulzura, que mi pequeño.

A parte de aquel cuadro, encontré algunas prendas finas, dobladas prolijamente o colgadas con pulcritud, en el lustroso placard de madera tallada, empotrado en la pared, entre las que pude identificar perfectamente el elegante traje negro que Daniel había usado para asistir a la función de Circo. También hallé artículos de aseo y otros de índole personal, repartidos en las mesas de noche, el tocador o sobre el escritorio estilo Imperio, que sin duda era la pieza central de la habitación.

Identifiqué una pequeña Biblioteca personal, con libros variados, perfectamente clasificados y ordenados en los estantes. Observé los títulos y vi algunas novelas de ciencia ficción y de estilo épico.

Aquello me sorprendió realmente. No hubiera imaginado que a Jonathan le pudiese interesar ese tipo de géneros literarios. Tal vez esperaba encontrar algún libro de terror y sadismo extremo. Pero no. Todo en aquel sitio hablaba de un ser distinto al demonio que había conocido.

Además de aquellos textos, había juegos de mesa sobre los estantes, principalmente del tipo estratégico o bélico. Esta última pertenencia, fue mucho más asimilable con la personalidad del Jonathan actual: calculador, estratega, aguerrido, que cualquier otro objeto. En rasgos generales aquel era un cuarto común y corriente.

Pero pese a lo inofensiva y normal que pudiera verse aquella estancia, yo había solicitado desmantelarla y ocultar en el sótano sus pertenencias. No quería nada que tuviera que ver con el maligno en nuestro nuevo hogar.

Después de aquella primera entrada no había vuelto a ingresar, hasta que la restauración fue completada. El cuarto se había convertido en un sitio despojado y despersonalizado, sin los objetos y pertenencias de Jonathan. Solo conservaba el mobiliario y la ropa de cama. Así lo encontré la noche en que ingresé con Nicholas al mismo.

Luego de que mi pequeño mostrara predisposición a aquel espacio, y bajo la premisa de que era por su propio bien, me vi forzada a convertirlo en su habitación también. Entonces el dormitorio adquirió los rasgos típicos de las decoraciones para infantes. Paredes pintadas con colores brillantes y motivos infantiles alegres, mismos que adornaban la pequeña cuna, el closet y las repisas pobladas de pintorescos juguetes.

"¡Vaya ironía del destino! A pesar de los cambios, Jonathan está más presente que nunca viviendo en nuestro hijo. Y en mis sueños." Me recordó mi masoquista subconsciente cuando me adentré en la habitación, con aquella pregunta taladrándome la cabeza. "¿Cómo no me he dado cuenta...?"

Pero no, la pregunta estaba mal formulada, porque la verdad era que sí me había dado cuenta. Lo que sucedía era que no lo había querido aceptar. Estaba negada. Pero internamente sabía que lo que había sucedido aquella noche había sido más que una simple pesadilla y ahora me estaba culpando por eso. Me condenaba por haber hecho hincapié en los hechos, porque me aterraba la idea de haber sido engañada y violada. Preferí vivir en la dulce ignorancia y este era el pago al que debía sujetarme.

Ensimismada en aquellos sombríos pensamientos desvié la mirada pasando de la cuna donde mi hijo dormitaba, hacía la mesa de noche. Sobre esta se hallaba la pecera con los peces ninfoides que Safira me había regalado.

Inmediatamente el amargo recuerdo de la ausencia de Daniel me invadió.

"¡Mi Daniel. Cuanta falta me haces!" Sobre todo ahora que la verdad caía por su propio peso. Quería decirle muchas cosas y sobre todo tenía la imperiosa y urgente necesidad de pedirle que me perdone.

Y por otro lado, deseaba que no regresara de momento de su viaje, porque ahora el peligro había vuelto a acecharnos y no quería que nada malo le sucediera. Jamás podría soportar que Jonathan le hiciera daño por mi culpa.

—Niña Alise. ¿Todo está bien?–inquirió Isabel, con especial cariño, interrumpiendo mis pensamientos.—Se me hace extraño encontrarla aquí. – Ciertamente no solía entrar a ese cuarto muy a menudo por los recuerdos que ese reanimaba.

La nana vestía un sencillo vestido, semi—oculto tras el blanco delantal de lino.

—Sí, todo marcha perfectamente. Quería asegurarme de que Nicholas estaba... bien—me vi forzada a mentirle una vez más—. ¿Y cómo le ha ido en el pueblo ayer?

Dije desviando el tema, aprovechando que aún no me había cruzado con la anciana.

—¡De maravilla! Realmente lamenté que no me acompañara. La feria fue de las más abastecidas que he visto en años. La tierra produce cada vez mejor—dijo con alegría—. Mucha gente ha preguntado por usted y el señor Daniel—añadió con la misma animosidad, pero al percatarse de mi expresión ensombrecida, su sonrisa se fue perdiendo—. ¿Está segura de que todo está bien niña? La noto preocupada.

— Solo estoy un poco cansada—respondí rehuyendo la mirada—. Pero me alegra que se la pasara así de bien. Prometo acompañarla la próxima vez—forcé una media sonrisa.

—Ya veo. En ese caso, vaya a dormir, y enseguida vendré a ocuparme del niño—indicó la nana.

—¡No!—medio grité. Isabel abrió sus ojos con asombro—. Es decir, no es necesario—repuse modulando el tono de mi voz—. Estoy algo cansada, pero también tengo ganas de estar aquí con mi hijo, velando su sueño—pasé el dorso de mi mano por la rubia cabeza del pequeño—. Así que vaya a descansar Isabel. Cualquier cosa que necesite, la llamaré sin dudarlo —añadí amablemente. Aunque había cierta urgencia en mi voz. Necesitaba que la nana se fuera cuanto antes.

—Como desee señora. Estaré en mi cuarto entonces—arguyó ella, encaminándose a la puerta.

Antes de partir me regaló una última mirada que denotaba preocupación sincera y sobre todo, que dejaba entrever que, aunque respetara mis deseos, no me había creído ni una palabra.

Ya se lo compensaría luego.

A continuación, la anciana desapareció por el pasillo rumbo a su habitación y yo eché cerrojo a la puerta, para evitar nuevas interrupciones y acentuar las distancias. Por obvias razones, el dormitorio de la nana estaba más cerca del cuarto de Nicholas que el nuestro. En primera, porque los aposentos de Evelia y Jonathan estaban ubicados en el primer piso y el de los padres en el segundo y esa distribución se había mantenido idéntica. Y en segunda, porque aunque los cuartos de la servidumbre se ubicaban en la planta baja, el caso de Isabel siempre había sido diferente, por no decir privilegiado. Al ser la persona de confianza de sus señores y al encargarse de la crianza de sus hijos, su habitación también residía en el primer piso.

Luego de asegurarme de que Isabel no volvería, me senté en la mullida mecedora, ubicada junto a la cuna de Nicholas, a esperar.

Ya había pasado el plazo que Jonathan me había dado. Esta era la noche en la que él vendría por nosotros. Pronto estaríamos en otro sitio. Nos hallaríamos en "nuestro nuevo hogar" como él había sugerido, lejos de la luz y rodeados por los habitantes de las profundidades: demonios, leviatanes, y otras criaturas infernales. Pronto Nicholas y yo formaríamos parte de El Reino de la Oscuridad.

Đọc tiếp

Bạn Cũng Sẽ Thích

Katastrophe 2 Bởi C.O.C.O

Khoa Học Viễn Tưởng

112K 11.7K 28
Han pasado dos años desde que Coraline llegó a la resistencia. Ella ha cambiado mucho desde el primer día ya que finalmente pudo encontrar un lugar d...
564 52 58
El otoño es tan necesario como la primavera porque sin una estación la otra no existiría. A todos se nos caen las hojas en algún momento y llegamos a...
358K 4.6K 5
~ Historia Ganadora en la Categoría Vampiros - Hombres Lobo: En Ascenso. De Los Premios Watty 2014/15 ~ ¿Qué pasaría si descubrieses que eres capaz d...