Aún no puedo olvidar el día en el que te vi consolando a la chica que te presenté, el día en el que me diste a leer tu poema.
Ustedes no se conocían bien, pero eso no te detuvo.
Estuviste ahí para ella. Estuviste secando sus lágrimas y dándole ánimos para que se sintiera mejor y dejara de llorar.
Mientras que yo observé de lejos.