La Heredera De La Antigua Mag...

By palmys

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Esta es una historia libre sobre Draco Malfoy y Hermione Granger. Es una historia que me hubiese gustado que... More

La Heredera De La Antigua Magia (Draco y Hermione)
Capítulo 2. Risas.
Capítulo 3. Doloroso recuerdo
Capítulo 4. Llanto
Capítulo 6. Una Pequeña "Alegría"
Capítulo 7 Expecto Patronum
Capítulo 8. Por Parejas.
Capítulo 9. Compañeros y Enemigos
Capítulo 10. Un nuevo Hobby
Capítulo 11. Reflexiones

Capítulo 5. ¿Solo un sueño?

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By palmys

Draco.

¿¿¿¿Qué coño acababa de pasar????

Cuando pensó que no podría aguantar más, que se desmayaría, el ruido paró y salió disparado hacia la pared. Seguía aturdido pero no perdió el conocimiento. Granger estaba en el suelo, inconsciente.

Él sólo tenía que llevarla a la enfermería. Iba a ser su buena acción del día - o del año - y como agradecimiento acababa empotrado contra una pared al borde de la inconsciencia.

¡¡Maldita fantasma de mierda y maldita Granger!!

El dolor de cabeza estaba remitiendo y empezaba a encontrarse algo mejor. Se levantó como pudo y se agachó junto a ella.

- Granger, despierta. Vamos, no es momento de siestecitas, tienes que contarme qué leches ha pasado - dijo zarandeándola.

Nada, no despertaba y parecía que no lo haría pronto. Por lo menos Myrtle había desaparecido, o más bien, Granger la había hecho desaparecer. No estaba muy seguro de lo ocurrido, pero de lo que sí

estaba seguro era de que había sido ella. Antes de desmayarse había pronunciado una única palabra, no había gritado, simplemente miró a la fantasma, levantó la mano y dijo: PARA. Y al segundo notó que una energía le tiraba contra la pared. Energía, fuerza, poder, lo que fuera, no sabía como definirlo, lo que sí sabía era que provenía de ella y… que lo había hecho sin varita.

Se sabía que había magos que podían usar “algo” de magia sin varita, pero desde luego esa magia era muy limitada, ni por asomo lo que había hecho ella. Cuando volviese en sí, tendría que darle algunas explicaciones.

No podían seguir ahí mucho más tiempo, la llorona había montado un buen escándalo, y si no quería que alguien le descubriera en un baño prácticamente deshabitado, con la prefecta de Gryffindor inconsciente, era mejor largarse ya. La llevaría a la enfermería y más tarde ajustarían cuentas.

Cuando se agachó a recoger a la chica, vio dos objetos en el suelo: el chisme muggle y la varita de ella. Los recogió y se los guardó en la túnica, seguidamente la tomó en brazos y se dispuso a salir del baño a toda prisa.

La enfermería era una gran habitación situada en el tercer piso, llena de camas separadas por pantallas de aislamiento. Colindando con ella estaba el despacho de la enfermera, Madame Pomfrey (Poppy). Una mujer de mediana edad y pelo rubio canoso que trataba con paciencia a sus enfermos y no solía hacer muchas preguntas, aunque se mostraba estricta en el caso de las visitas.

- Señora Pomfrey, le traigo una paciente – la enfermera se acercó a Granger y a él con una agilidad asombrosa para su edad.

- Oh, Hermione cielo ¿Qué ha pasado? – musitó la enfermera con voz dulce acariciando el pelo de la chica.

- Se hizo daño en el tobillo de camino a clase, el profesor Hagrid me pidió que la trajese.

- ¿Y por eso está inconsciente, señor Malfoy?

- Sí - la mujer le miró con suspicacia pero no hizo más preguntas.

- Bien. Póngala en esa cama señor Malfoy. - señaló una cama vacía al final de la habitación - Cuando lo haya hecho, puede marcharse. – dijo la mujer volviendo al tono severo de siempre.

La tumbó en la cama y se disponía a marcharse cuando se acordó de que tenía su varita y el chisme muggle. Sacó los objetos de su túnica y se los iba a guardar en la de ella cuando sintió curiosidad por ver en qué consistía el chisme ese, así que se lo volvió a guardar y únicamente le devolvió la varita.

- ¿Ha terminado, señor Malfoy? – preguntó la enfermera impaciente – Me gustaría atender a la señorita Granger.

Se giró, la miró con desprecio y se marcho de la estancia.

- Maleducado – dijo entre dientes la buena señora cuando él ya se había ido.

Hermione.

Estaba soñando, lo sabía porque aquello no podía ser real.

Caminaba por un frondoso bosque, olía muy bien, como en primavera. Las flores estaban por doquier allá donde mirase, nunca había visto tal variedad juntas. A mi alrededor volaban las aves más hermosas que jamás hubiera visto, y los animales estaban tan cerca que si estiraba la mano los podría tocar. Era curioso que no pareciesen asustados de una humana. Fui adentrándome en el bosque, caminaba feliz y relajada absorbiendo todo a mi alrededor, no quería olvidarme de este sueño, estaba siendo muy agradable y placentero. Pasé junto a unos enormes árboles y divisé un lago cercano. Estaría bien darse un baño, aunque no sentía calor alguno a pesar de lo soleado del día. Cuando me acerqué a la orilla vi mi reflejo en el agua cristalina. Se podían distinguir una gran variedad de peces. Me descalcé y metí los pies. Solté un suspiro de placer, estaba fría pero no como para molestarme.

- Es agradable ¿verdad? - Me giré y me encontré con unos ojos verdes, más brillantes que cualquier esmeralda. Eran preciosos, invitaban a perderse en ellos, hipnóticos…pertenecían a una mujer demasiado hermosa para ser real. Sus labios eran carnosos de un tono rosado, tenía el pelo castaño-rojizo y le caía en suaves ondas por la espalda. Su vestido era largo de tirantes finos y un blanco prístino, casi transparente a los rayos del sol.

- ¿Te gustaría bañarte?

Y su voz… era cálida, embriagadora, sensual, transmitía paz…

- Puedes hacerlo, si quieres – sí que quería bañarme, pero me interesaba más ella, parecía etérea, irreal, nadie podía ser tan perfecto.

- ¿Quién eres? – le pregunté

- Tú ya lo sabes pero eso ahora no importa, Hermione.

Ella sabía mi nombre y decía que yo sabía el suyo. Definitivamente era un sueño porque por más que viviese mil años jamás podría olvidarla.

- ¿Me conoces? – le pregunté.

- Sí…

- Has dicho que yo sabía quién eras, pero no te había visto nunca.

- ¿Estás segura, Hermione?

- Me acordaría de haberte conocido, eres demasiado perfecta para olvidarte.

Y se rio. Su risa era sincera, angelical, fluía a través de mí como un bálsamo.

- Mmmm, entonces no debo de ser tan perfecta si no me recuerdas ¿No crees?

- Dime entonces de qué nos conocemos, porque te prometo que no te había visto nunca.

- No prometas Hermione, estarías mintiendo y sé que tú no sueles mentir. Una cosa es que no me recuerdes y otra que no me conozcas, y créeme, me conoces…

- Vale, no lo prometeré, pero dime cuándo nos hemos conocido.

- Eso está mejor mi niña. Nos conocimos hace mucho tiempo, aunque yo te conozco desde siempre, pero como te he dicho antes, eso ahora no importa.

- ¿Que no importa?

- No. Ahora quiero hablarte de otra cosa. ¿Nos sentamos? – apareció a mi espalda un cenador azul claro con sillones y cojines blancos. ¿De dónde había salido?

- No tengo mucho tiempo pequeña, vas a despertar pronto.

- ¿Cómo lo sabes? – cada vez se parecía más a un sueño, pero algo me decía que no lo era, no del todo….

- Sé muchas cosas.

- ¿Qué cosas?

- Sé que estás en la enfermería y que te ha traído Draco.

- ¿¿¿Cómo??? Pero si estábamos en el baño con Myrtle, se puso a llorar y a chillar y yo…y yo… no recuerdo más… ¿Qué ha pasado? – volvió a reírse, qué agradable era oírla reír…

- Siempre tan curiosa Hermione. Nunca dejes de serlo, esa curiosidad te será de gran ayuda algún día…

- ¿Qué quieres decir?

- No nos queda tiempo mi niña, te están llamando.

- ¿Que me están llamando? – miré a mi alrededor y no vi a nadie. - ¿Quién?

- Escúchame pequeña. No te rindas nunca, mantente fuerte. Tienes mucho poder en ti, cuando sientas que ya no puedas más, no desistas, lucha porque puedes con todo, solo tienes que creer en ti, yo siempre lo he hecho.

Empecé a sentirme rara, como si alguien tirase de mi.

- ¿Qué sucede? Algo no va bien.

- Todo está bien pequeña, es como tiene que ser. Nuestro tiempo por hoy se ha terminado.

- Pero yo no quiero irme, tengo muchas preguntas que hacerte.

- Paciencia Hermione, volveremos a vernos.

- ¿Cuándo?

- Pronto.

- Por favor, no quiero irme aún.

- Recuerda esto mi niña: tu peor enemigo será tu mayor apoyo. Ten fe cariño mío y no tengas miedo a sentir.

Todo era cada vez más borroso y sentía que mi sueño llegaba a su fin.

- Hermione, Hermione.

Alguien me estaba llamando, una voz conocida, sonreí. Harry, uno de mis mejores amigos.

- Vamos Hermione, abre los ojos, ya has dormido demasiado, no seas vaga y despierta ya.

Y esa voz pertenecía a mi otro amigo, Ron. Abrí los ojos y vi dos caras a milímetros de la mía.

- ¡Por fin despiertas! La señora Pomfrey dice que tenías que haberte despertado hace un buen rato.

- Vamos chicos, dejadla respirar - dijo Poppy.

- ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? – preguntó

- Un par de horas, desde que te trajo el señor Malfoy cielo.

- ¿¿¿¡¡¡Tanto tiempo!!!???

- Sí, me ha dado tiempo a curarte el tobillo, tenías un buen esguince y también te he examinado Hermione. ¿Perdiste el conocimiento por el dolor?

- Esto…eh…sí, el dolor era muy fuerte.

- Ya veo…

- ¿Es cierto, Herms? Seguro que no fue por Malfoy? ¿Te hizo algo? – preguntó Harry.

- No, no, tranquilo. Él no me hizo nada, de verdad.

- ¿Estás segura Hermione? Porque si esa sabandija se ha atrevido a hacerte algo… - preguntó Ron algo escéptico.

Para ser sincera, sí que le había hecho algo, le había besado, pero era mejor no revelar ese pequeño detalle.

- Tranquilos chicos, estoy bien.

- Bueno, ya basta por hoy, se terminó la hora de visitas. La señorita Granger tiene que descansar. – dijo la enfermera. Nadie se atrevió a contradecirla, todos sabían que se mostraba tajante con el horario de visitas y el descanso de sus pacientes.

- ¿Pasaré la noche aquí, Poppy? – quiso saber la chica.

- No Hermione, esta misma tarde podrás marcharte.

- Genial, pues luego te vemos Herms. – dijo Harry

- Muy bien, luego os veo entonces y gracias por venir chicos – se despidieron de ella con la mano y salieron del recinto.

- Bien jovencita, ahora me vas a decir qué te pasó para que te desmayaras y no me digas que fue por el tobillo porque sé que no es cierto.

No podía negarle la verdad a Poppy Pomfrey, por supuesto que no podía contarle todo, pero sí una verdad a medias.

- Llevo unos días con dolores de cabeza – eso era cierto - no es que duren mucho, a veces un momento, otras un poco más, pero son muy dolorosos y el de hoy fue el peor. Me mareé cuando me traía Malfoy, el dolor eran tan fuerte que noté como me iba quedando inconsciente y te diré Poppy que fue un alivio que me desmayase.

- Te he hecho un reconocimiento, Hermione y no noté nada fuera de lo normal. Te puedo dar un brebaje para cuando te vuelva a pasar, pero te recomiendo un examen más exhaustivo en San Mungo, cielo. Un dolor así no es normal.

- Sí, yo también creo que debería ir, pero ahora no puedo, acabamos de empezar las clases y prefiero no faltar, ya iré en las próximas vacaciones.

- Está bien, pero prométeme que te tomarás un vial de estos cada vez que te duela – le dijo la mujer poniéndole un par de frasquitos pequeños en la mano – si ves que el dolor es más fuerte de lo habitual, tómate dos, pero no abuses, ¿de acuerdo? Haré que te manden más a tu habitación.

- Gracias Poppy y siento mucho haberte molestado.

- Tu nunca molestas cielo, al contrario, eres de gran ayuda, no sé qué haría sin ti algunas veces. Ahora descansa, en un par de horas podrás irte.

La enfermera se agachó, la besó en la frente y se fue.

Una vez sola, se puso a repasar qué había pasado exactamente con Malfoy y que parte del sueño era o no real.

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