Capítulo 3. Doloroso recuerdo

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Hermione. Un recuerdo doloroso.



¡¡¡Draco Malfoy la estaba besando!!! ¡¡¡¡Y ella se lo estaba permitiendo¡¡¡¡ Cierto que al principio se había quedado petrificada, pero él supo como hacerla ceder. ¡¡Y qué bien besaba, joder!! ¿Es que ese chico tenía que hacerlo todo bien?

No, no, no, no ¡¡NO!! Era su primer beso en condiciones y se lo estaba dando un Slytherin, y no uno cualquiera, sino un Malfoy.

Desde el secuestro y posterior tortura que sufrió a manos de su tía Bellatrix Lestrange, de su padre, Lucius Malfoy, y de los chuchos de Crabbe y Goyle, se juró que ningún Slytherin volvería a tocarla. Aún tenía las cicatrices en su abdomen que eran fieles testigos de lo que le hicieron. Había intentado quitárselas con magia, pero nada funcionó. Probó muchos hechizos cicatrizadores y pociones, pero ni siquiera se redujeron un poco. Y es que por lo visto, cuando la daga de los Malfoy te marcaba, dejaba su impronta en ti para siempre. Jamás podría olvidar lo que sufrió a manos de Ellos, no tenía más que mirarse al espejo para recordarlo.

Todo había ocurrido hacía poco más de un año. Iba en el expreso de Hogwarts a pasar las navidades en casa con sus padres. Tuvo suerte de encontrar un vagón vacío, o eso creyó entonces, ya que al ser navidad casi todos los alumnos de la escuela volvían a sus casas para pasarlas en familia.

Ella no llegó a la suya.

Lo ultimo que recordaba era ir leyendo en el vagón… lo siguiente, despertar en una celda oscura y fría. Su primera reacción fue buscar su varita pero se la habían quitado junto con la capa y el resto de las cosas. Tenía miedo y éste aumentó cuando sintió pasos acercándose. Era Colagusano, la sacó de la celda y la llevó de los pelos a un salón que luego descubriría era el de la mansión Malfoy.

Sentados tranquilamente en un sofá estaban Lucius Malfoy y Bellatrix Lestrange; detrás de ellos Gregory Goyle y Vincent Crabbe. Se sorprendió al ver allí a ese par ya que eran los perros guardianes de Draco Malfoy y el parecía no estar.

Colagusano la tiró al suelo con fuerza y Bellatrix rió. Fue ahí cuando comenzó su particular calvario.

Querían averiguar sus planes quién era el infiltrado que la Orden del Fénix tenía entre las huestes de los mortífagos.

Bellatrix cogió una daga con la empuñadura en forma de serpiente, ordenó a los “perritos” que la sujetasen, y cuando su orden fue cumplida se dedicó a hacerle profundos cortes en el vientre. Aburrida ya de la daga la torturó una y otra vez con la maldición Cruciatus hasta que Lucius Malfoy le tomó el relevo. El mortífago le lanzó un Imperius, otra de las Maldiciones Imperdonables, con el que pretendía controlarla. Pero ella había practicado con sus amigos en contra de dicha maldición. Tenías que tener una gran fuerza de voluntad y eso, precisamente, evitaba que surtiese efecto en ella. Frustrado y cabreado la torturó también con el Cruciatus.

¡¡¡¡Dolía, vaya si dolía!!!! Apenas le quedaban fuerzas para mantener los ojos abiertos cuando Lucius se cansó y se la “cedió” a los “perritos”.

Todos se rieron de una frase que no logró escuchar y al segundo sintió que la tocaban, pudo ver al gordo de Crabbe romperle la camisa y al baboso de Goyle encargándose de la falda.

La dejaron en ropa interior y comenzaron a tocarla en cada rincón del cuerpo. Sentía como la manoseaban, era incapaz de reaccionar, no le quedaban fuerzas para defenderse.

Le decían que era todo un privilegio que los de su clase la tocasen siendo ella una “sangre sucia”, que iba a tener su merecido por haberles insultado en el pasado, y cuando les vio desabrocharse los pantalones supo lo que iría a continuación. Casi muerta y sin fuerzas prefería la muerte a ser violada por ellos. Rezó pidiendo ayuda para que alguien parase aquello, hasta prefería a la loca de Bellatrix, pero parecía que nadie la escuchaba, solo podía llorar, llorar de pena por lo que iba a perder y a manos de quién.

Cuando ya lo daba todo por perdido apareció Dobby, el antiguo elfo domestico de los Malfoy, quien recuperó su varita y la sacó de aquel maldito lugar transportándola a Hogwarts antes de que los chuchos de Malfoy pudiesen detenerle.

Una vez allí, Dumbledore le curó las heridas, pero no así las cicatrices.

Él fue quien mandó a Dobby en su busca cuando sus padres contactaron con el colegio al ver que su hija no iba en el tren. El director no le preguntó nada, se limitó a curarla y dejarla descansar.

Mandó una lechuza a sus padres diciéndoles que pasaría las navidades en el colegio ayudando a Harry y Ron a preparar los próximos exámenes. Pero en realidad pasó las navidades con Dumbledore y Dobby. El director siguió sin hacerle pregunta alguna sobre su cautiverio. Finalmente, tres días antes del inicio de las clases, fue ella misma la que decidió contárselo. Él se limitó a escucharla y a abrazarla mientras lloraba. Consolada por los brazos de Dumbledore se juró a sí misma que ningún Slytherin volvería jamás a ponerle un dedo encima.

Y así había sido, hasta ahora.

La Heredera De La Antigua Magia (Draco y Hermione)Where stories live. Discover now