An I for an I (Tomarry)

By Maya_0196

57.3K 4.3K 1.3K

Después de la guerra, Harry aprende que no hay tal cosa como una vida normal. Al menos no para él. *Traducci... More

Aclaraciones de Traducción
Capítulo I
Capítulo III
Capítulo 4
Capítulo V
Capítulo VI

Capítulo II

6.4K 655 139
By Maya_0196

An I for an I

By lorddmarvoloriddle

Traducción por Alyssa S.

.

Capítulo II


Ver al mismo hombre emerger de un caldero ardiente por segunda vez en su vida era una experiencia extraña. Frotó distraídamente el corte ahora sano en su palma izquierda mientras los pies descalzos de Ryddle tocaban la gruesa capa de nieve que cubría el suelo. O mejor dicho, Tom Ryddle lo hizo, viéndose como en la proyección de la Piedra, su fantasma o lo que sea que haya sido hace unos momentos. Sólo que ahora estaba desnudo.

Harry trató de no mirar demasiado a sus partes inferiores prefiriendo clavar su mirada en el atractivo rostro.

El cabello negro de Ryddle estaba desordenado, una hebra o dos caían sobre sus ojos grises y arruinaba su aspecto generalmente impecable. Como si el hombre pudiera leer su mente, Ryddle los peinó con un elegante movimiento de su mano. Sin embargo, Harry estaba seguro que sus pensamientos estaban a salvo, ocultos de todos, incluyendo al antiguo Señor Oscuro de pie a unos pasos que parecía no estar afectado por el frío.

El mismo Harry se apoyó en la tumba de Tom Ryddle Sr., con los brazos cruzados sobre su pecho, mirando al hijo de aquel en la tumba. El mayor de los dos permaneció en su mismo sitio; sin embargo, Harry podía sentir las olas de magia, el poder puro que irradiaba del hombre con solo respirar. Era intoxicante.

Finalmente, después de lo que parecieron horas, Ryddle ocultó su magia mientras un largo traje negro se materializaba de la nada sobre sus anchos hombros. Harry estaba agradecido, ya que hacía que su futura conversación fuera un poco menos incómoda. También lo hacía el no poder sentir la magia del hombre por todo el lugar.

—Funcionó —comentó el de ojos verdes, rompiendo el incómodo silencio.

—Por supuesto que sí —dijo Ryddle arrastrando las palabras y apretando sus dedos algunas veces, como si se estuviera acostumbrando a su propio cuerpo—, después de todo, has realizado el ritual bajo mi guía.

Harry rodó los ojos ante la arrogancia en las palabras del otro, pero era la verdad. Y ambos lo sabían muy bien.

—Tu modestia es realmente asombrosa. Y, por cierto, tu varita está allá —Harry hizo un gesto detrás del alto hombre hacia el objeto situado en una caja gris flotante.

Esta voló directo hacia la palma abierta de Ryddle antes de que Harry termine de hablar y el soporte desapareció en el aire. Unas chispas plateadas salieron de la punta de la varita ante el contacto con su amo.

El anterior señor de la oscuridad volvió a poner su atención a Harry, recorriéndolo con la mirada, su postura relajada contra la tumba de su padre. Parecía intrigado por la vista. Dio un paso más y más cerca, la nieve crujiendo bajo sus pies. Harry no se movió o dio un paso lejos de donde se encontraba. Ni siquiera cuando sintió el cálido aliento del otro contra su mejilla.

—No me tienes miedo —reflexionó Ryddle, y los dedos sólidos se aferraron con fuerza de uno de los brazos de Harry para alejarlo de su cuerpo. No era lo suficientemente apretado para lastimarlo, pero tampoco era agradable. Harry se encogió de hombros, todavía con su brazo aprisionado.

—Bueno, hasta ahora sé lo que quieres y cuáles son tus objetivos. Más o menos. Por no decir que los entiendo. No puedes temerle a alguien que entiendes.

Ryddle bajó su mirada hacia el ojiverde, en silencio absorbiendo las palabras de Harry.

—Tienes un interesante punto de vista—argumentó Ryddle—. Pero estás equivocado. El saber de lo que alguien es capaz sólo sirve para hacerte sentir más atemorizado de esa persona. El privilegio de la ignorancia desaparece. Así que dime, Niño-que-vivió, mi elegido, Harry Potter. ¿Por qué no tienes miedo de lo que podría hacerte?

La pregunta podría haber sido retórica pero Harry iba a responderla de todas formas, así que liberó su brazo del agarre de Ryddle. No había ira en los ojos del otro hombre ante la acción, pero tampoco hubo movimiento para detenerlo.

—Y no tengo por qué. Nos guste o no, por el momento, nos necesitamos para mantenernos con vida.

Por un momento, Harry estuvo seguro de que Ryddle lo iba a golpear. Pero el hombre se limitó a sonreír, como si Harry hubiese dicho una broma muy divertida.

—Entonces me temo que la edad no te ha hecho muy sabio —Ryddle concluyó.

Y así como así, extendió su mano en un gesto que era demasiado educado para que sea de su anterior-posible amenaza.

—¿Debemos?

Juguetonas palabras, pero no había rastro de diversión en la voz o expresión del mayor. Harry no se molestó en responder; simplemente colocó su mano en la más grande de Voldemort y esperó a sentir el familiar tirón en su ombligo. Ambos permanecieron en silencio mientras los largos dedos de Ryddle se apretaron alrededor de los suyos con más fuerza de la necesaria.

.

.

En opinión de Harry, Mittenwald no era más que impresionante, con sus calles estrechas y casas magníficamente decoradas. Parecía algo salido de un cuento de hadas. La pequeña ciudad en los Alpes de Baviera había sido su casa durante dos días y Harry se las arregló para ser impresionado por su belleza. Sobre todo ahora, durante el invierno.

Alquilaron una habitación individual por órdenes de Ryddle en un hotel del centro cuyo nombre Harry apenas podía pronunciar al tratar de familiarizarse con el área antes de actuar.

Harry suspiró y dio unos golpecitos con los dedos sobre el cristal de la ventana. Fuera, un grupo de niños al fin lograron colocar la cabeza el muñeco de nieve de donde había caído hace un rato. Era casi de noche y las farolas eran encendidas por los locales, echando un cálido resplandor sobre el lugar.

—Potter.

Harry se volteó al escuchar el sonido de la voz de Ryddle para encontrar a este vestido para salir, con abrigo y todo. El mismo Harry había estado listo desde hace bastante tiempo.

—¿Crees que encontraremos algo allí? —Harry no pudo evitar preguntar— ¿Algo sobre Althea? Probablemente borró los recuerdos de todos para mantenerse a salvo. Al menos eso es lo que yo hubiera hecho.

En realidad hubiera ido directamente al escondite de la vidente en esas montañas. Pero Ryddle tenía razón. Lo mejor era esperar aquí y primero tratar de obtener alguna información en vez de lanzarse directamente a lo desconocido.

—Tal vez. O quizás no, no importa. Sé manejar los encantos de memoria si lo requerimos— Ryddle dijo mientras se ponía un par de guantes negros—, además, hay que familiarizarnos con el lugar. Hacernos pasar por unos turistas muggle es fácil. Ahora salgamos.

El encargado del hotel era un hombre pelirrojo de unos cincuenta años que amablemente los saludó al salir del edificio. Harry levantó una ceja a Ryddle cuando el otro hombre respondió en un perfecto alemán.

—¿Hay algo que no sabes? —preguntó Harry—. A parte de ser una buena persona.

—Eso es difícil. No es que estés en posición para hablar sobre bondad.

Harry permaneció en silencio mientras pasaban por el grupo de niños y su muñeco de nieve. Obtuvieron unas cuantas miradas curiosas, pero afortunadamente no hubo bolas de nieve. Notó como los labios de Ryddle se curvearon en disgusto ante la vista.

—No te agradan los niños —concluyó Harry, cuidando no resbalar en la calle congelada y chocando con su compañero por error.

El otro asintió con la cabeza, al parecer, no afectado por el breve contacto con su cuerpo. Harry no ofrece una disculpa.

—¿Qué es lo que les ven? —pregunta Ryddle—. Son ruidosos, sucios, y carecen de una inteligencia mínima para una conversación soportable.

—Todos alguna vez fuimos niños —Harry trató de razonar.

—Es cierto, pero nunca recuerdo haber sido tan idiota. Ahora vamos terminar esta conversación sin sentido. Ya estamos aquí.

En el nombre de la tienda se podía leer "Anticuario*" y era exactamente el mismo que Harry vio en la corta imagen que obtuvo de la mente de la vidente hace unos meses. Hasta el número diez pintado en la puerta. Estaba oxidado ahora pero aun podía distinguirse el tono rojo.

Una campana sonó cuando entraron. Ryddle de primero y Harry siguiéndole, tosiendo ante el fuerte olor que invadió su nariz. Había una fragancia humeante en el aire que se añadió al olor natural húmedo de la desgastada tienda. Los ojos de Harry comenzaron a lagrimear.

—¿Cómo puedo ayudarles?

La anciana detrás del mostrador les preguntó en un inglés roto mientras les sonreía a ambos. Manos huesudas cerraban las páginas de un libro grande y su largo cabello blanco estaba recogido en la parte superior de su cabeza en una trenza complicada. No parecía que el olor le molestara en lo más mínimo.

—Buenas noches—saluda Ryddle, mostrándole a la dama una sonrisa deslumbrante.

La mujer sonríe y suelta una risita. Harry se esfuerza por no girar los ojos ante el comportamiento coqueto de Ryddle. Era lo mismo que con Hepzibah Smith. Solo esperaba que esta señora no termine como ella. Parecía amable.

—Hola —añade Harry y sale detrás de Ryddle para ser propiamente visto—, solo estamos mirando, pero si necesitamos algo se lo haremos saber inmediatamente.

—Por supuesto, cariño.

Harry le ofrece una sonrisa honesta y decide inspeccionar el estante al otro lado de la habitación. Ryddle le sigue de cerca. Todo tipo de baratijas muggle estaban exhibidas allí, desde cajas con joyas hasta complejos mecanismos de relojería. Todo lindo pero carecía de cualquier rastro de magia.

Ryddle se inclina por encima de su hombro, fingiendo inspeccionar un soldado de juguete brillante.

—No detecto nada. No en esta parte de la tienda, al menos.

Su caliente aliento cae sobre el cuello de Harry mientras habla, el tono lo suficientemente bajo para que solamente él lo escuche. Estaban de pie demasiado cerca.

—Yo tampoco —le responde y echa un vistazo al fondo de la tienda donde se almacenaba los montones de libros—. ¿Tú crees...?

Ryddle suspira: —Espera aquí, Potter. Voy a ir a revisar.

Harry lo ve alejarse hasta que la espalda de Ryddle desaparece detrás de un librero. Dándose la vuelta, nota a la mujer que lo miraba con una sonrisa de complicidad en sus arrugados labios. Sus dedos se movieron, a un suspiro de sacar su varita. Si intentaba algo...

—Joven, perdóname por interrumpir, pero usted y su marido hacen una pareja encantadora. —Al ver la cara sorprendida de Harry se apresuró a añadir—, o amante. Sigo olvidando que la mayoría de las parejas no se casan en estos días.

Harry abre la boca para negar la ridícula suposición, pero no tenía sentido. Lo que ella o cualquier otro pensaba no importaba. En lugar de ello, Harry torpemente mueve su cabeza en lo que esperaba era aceptación y deja escapar un suspiro de alivio cuando ve a Ryddle regresar. No se sorprende por la repentina mirada vacía que se posa en los ojos de la mujer.

—Nuestra vidente estuvo aquí —Ryddle habla, y le indica a Harry la salida—, algunos de los libros en la parte de arriba están llenos de teoría mágica. Nada demasiado comprometedor, pero una gran cantidad de estantes están vacíos.

—Los tomó —comenta Harry, dejando a la puerta caer contra las manos de Ryddle—, Quiero decir, mira este lugar. No se ve como si tuviera un montón de clientes. Es el lugar perfecto para que una bruja maneje sus asuntos en una ciudad totalmente muggle.

—También llegué a la misma conclusión. Volveremos aquí después de descubrir qué relación tiene Althea con esta tienda. Dudo que ella solo fuera un fiel cliente en busca de unos viejos brazaletes —dice Ryddle con un resoplido.

—Estoy de acuerdo. ¿Volvemos al hotel? —Harry levantó su vista cuando un copo de nieve toca su rostro.

Estupendo. Volvía a nevar.

Afuera estaba oscuro y las calles estaban llenas de gente que se toma un tiempo para tener un paseo nocturno, todos admirando las coloridas chucherías expuestas en la ventana de la tienda. Harry y Ryddle se apresuraron a alejarse del Anticuario y quedaron detrás de una pequeña familia con dos hijos.

El camino de regreso al hotel fue breve y extrañamente agradable. Caminaban lado a lado a través el pequeño pueblo, rodeado por más gente de la que Harry había esperado teniendo en cuenta las condiciones climatológicas. Sin embargo, nadie parecía particularmente interesado en Ryddle o en él mientras el lugar estaba lleno de turistas de todas las edades y nacionalidades. Entre muchos otros, ambos se mezclaron en la multitud.

Ryddle era una agradable compañía, Harry pronto se dio cuenta. Sin que se lo preguntase, le ofreció a Harry pequeñas piezas de conocimiento en relación con el pueblo y su historia. Normalmente este tipo de cosas aburrían a Harry, pero el otro hizo que todo parezca más atractivo que lo que eran en realidad. De igual forma, no le importaba responder a las ocasionales preguntas de Harry. Cosas como «¿Qué hay ahí?» o «¿Sabes por qué esa casa está construida de esa forma?» encontrándose con explicaciones breves pero bien planteadas.

Harry se preguntó si esta pequeña charla estaba destinada a alejar de sus mentes su problema actual. Lo más probable fuera que estuviese contento, o al menos funcionaba. Le dolía su cabeza, sabiendo que era inútil pensar en la vidente en este momento. Sufría por una noche completa de descanso sin tener que preocuparse del mañana. Por lo menos ahora que estaban seguros que Althea realmente había estado en Mittlenwald, así que ellos podían relajarse. Aunque sea solo un poco.

Cuando regresaron a su habitación, Harry se dirigió directamente hacia el baño para poder cambiarse de ropa. Una parte de él quería olvidarse de todo lo que vio y sus problemas; disfrutar el poco tiempo en que ellos pasarían allí, lejos de cualquier persona que Ryddle o él conozca.

Harry terminó de bañarse con bastante rapidez y cuando salió de la ducha -vestido con una ropa abrigada agradable-, encendió fuego caliente en la chimenea. Se detuvo un momento en la puerta, una toalla en su mano, mirando a Ryddle. El hombre estaba cómodamente sentado en su pequeño sofá, haciendo girar una copa de vino en sus largos dedos. Su camisa negra tenía unos pocos botones desabrochados. No es como si Harry estuviese mirando tal cosa.

Su marido.

Harry casi se ríe ante ese pensamiento. Imaginar a Tom Ryddle ser el esposo de alguien. Su esposo. La anciana ni siquiera había estado cerca de lo que ellos eran.

Pero, ¿qué eran?

No eran enemigos, al menos ya no. ¿Socios? ¿Aliados tal vez? De alguna manera, ninguna de esas palabras se sentía bien para ambos. Harry no estaba seguro de que hubiera una.

—¿Vas a quedarte allí toda la noche, Potter? —Ryddle se burló, y levanta una elegante ceja—. No muerdo. No muy fuerte, al menos.

Harry se ríe entre dientes.

—Buen intento de ser gracioso. Solo para que sepas, eras mucho más agradable cuando no tenías un cuerpo.

—En ese entonces no sabía que una mujer tenía mi sangre—bromeó Ryddle—, ahora siéntate. Parece que deseas hablar.

Harry no vio ninguna razón para declinar; la silla en la que se sentó estaba caliente por estar al frente de la chimenea. Estaban cara a cara ahora. Harry aceptó la copa de vino que le ofreció Ryddle al estirar su brazo.

—Te escuché hablar con la muggle mientras estábamos en la tienda—dijo Ryddle después de tomar un gran sorbo de su bebida.

Harry casi se atraganta. —Sí, uhm...—comenzó, debatiendo si decirle la verdad o no—. Bueno... ella pensó que estábamos casados. ¿Lo puedes creer?

Ryddle no se rió. No es que Harry lo hubiese esperado. En cambio, parecía intrigado por el resultado de los acontecimientos.

—¿En serio? Me pregunto qué le dio esa impresión.

Su voz destilaba sarcasmo.

—¿Qué quieres decir? —pregunta Harry preocupado.

—Siempre hemos sido una gran pareja, ¿no? Nuestra relación es excepcional. Enemigos, aliados, el nombre que le quieras dar. Sé sincero, ¿cuántas personas notas cuando estoy en la misma habitación que tú? O lo más cercano.

Negarlo era ridículo, especialmente cuando Harry era consciente que Ryddle tenía razón. Y Ryddle sabía que Harry lo sabía. La presencia del hombre siempre había exigido su atención. Incluso en su segundo año, cuando no tenía idea de que Tom Ryddle y Voldemort eran uno y el mismo.

—Bueno, sí —admitió finalmente—, pero no así.

Ambos sabían lo que 'eso' significaba.

—O quizá así es como nos vemos ante todos los demás —concluyó Ryddle con voz apacible.

—¿Y no te molesta? Que la gente piense que nosotros somos... —Harry exclamó, pero inmediatamente se cortó.

—Me han llamado cosas peores que ser gay. Así que no, no me molesta.

Harry queda aturdido por la sinceridad en su voz. A veces olvida el pobre niño huérfano sorteado en Slytherin sin tener un apellido apropiado. Harry toma un sorbo de su bebida para tener algo que hacer con sus manos.

—¿Y que hay sobre mañana? Tal vez deberíamos ir directamente a su casa y tratar con ella. Ver lo que quiere con nosotros—dijo Harry, tratando de cambiar el tema—. Somos lo suficientemente fuertes para eso.

Ryddle negó con la cabeza.

—Todavía no. Quiero buscar a fondo en la tienda, algo extraño está pasando allí. Algo que hace que la vidente esté interesada en ese lugar. No sé exactamente qué es, pero sé que tengo razón. La mente de la mujer había sido fácil de entrar, aunque sea una muggle. Alguien lo había hecho antes, a menudo de hecho. No necesitas ser demasiado inteligente para averiguarlo.

Harry suspira, ignorando el posible-insulto de Ryddle. El hombre claramente no quería hablar de ese tema nunca más.

—Entonces vayamos mañana por la mañana.

Ryddle asintió, con el rostro ilegible. Sus ojos eran diferentes, más cálidos. O quizás solo era producto del fuego que se reflejaba en ellos. Se veía muy guapo.

Harry se dio cuenta de que había estado mirando y rápidamente desvió sus ojos. Estaba agradecido de que el otro hombre no lo había visto. Eso habría sido difícil de explicar.

—Además, tengo que admitir que estaba bastante entretenido por la historia que le formaste al muggle. Sobre que eras mi hijo—continua Ryddle.

—No te ves de la edad suficiente para ser mi padre—Harry se opuso, y voltea su mirada para encontrar la atención del otro hombre ya fija en él.

Consigue una mirada divertida de su una vez-enemigo.

—Eso es debatible.

La imagen mental de Ryddle teniendo sexo con un desconocido vino a la mente de Harry. Era difícil mantener la vista en sus ojos después de ese pensamiento. Harry mira a la cama king size, luchando por encontrar una manera de salir de esta conversación.

—¿Dónde duerme cada quién? —cuestiona.

—Toma la cama.

No había rastro de ironía en las palabras del otro.

—Pues buenas noches.

—Buenas noches, Harry. —Ryddle le responde sin mirarlo a los ojos, observando a las llamas de la chimenea, su anterior actitud juguetona desapareciendo de inmediato.

Una vez escondido bajo las sábanas, rodeado por el calor, observa la espalda de Ryddle mientras este seguía bebiendo su vino. Era extraño, pensó Harry. La facilidad con la que se acostumbró a quedarse dormido a la presencia del Señor Oscuro. Cómo no se siente vulnerable al hacerlo.

Muy pronto Harry se queda dormido mientras miraba a Ryddle, concentrándose en el ritmo constante de su respiración.

.

Volvieron a la mañana siguiente al anticuario, justo después del desayuno. Al igual que la última vez, la anciana les dio la bienvenida antes que su mirada se volviera vidriosa una vez que Ryddle se paró frente a ella.

—Fija el seguro en la puerta—ordenó Ryddle—. Dudo que tenga un cliente a esta hora de la mañana, pero prefería no ser molestado mientras buscamos en el lugar. Preguntas pueden surgir si algún turista o dos de repente desaparecen.

Harry hizo lo que le dijo. El interior de la tienda estaba a oscuras a pesar de ser temprano. Las cortinas estaban fuertemente cerradas con solo unas pocas luces alumbrando el lugar, aún así logra distinguir las escaleras que conducían al segundo piso detrás del mostrador. Después de que Ryddle mandara un hechizo que indicó que nadie más que ellos tres se encontraba en la casa, se encaminaron con varitas listas, por si acaso. Cualquier poderosa bruja o mago habrían sido incapaces de pasar bajo el encantamiento.

Harry casi no ve la entrada al sótano a su derecha. La puerta estaba entreabierta y el tira de la manga de Ryddle para llamar su atención. El hombre no habla y simplemente sigue la mirada de Harry.

—Debemos separarnos —murmura Ryddle, estrechando los ojos ante la oscuridad que los rodeaba.

A Harry no le gustó mucho la sugerencia, pero entendía la necesidad de la situación. Tan pronto como acaben en ese lugar, mejor. No es que realmente esperase encontrar algo allí. Nada aparte de polvo, de todos modos.

—Voy a revisar arriba entonces.

Harry continúa sin esperar la respuesta de Ryddle. Subir fue un proceso lento porque era difícil ver incluso un par de pasos por delante. Pero, ¿por qué estaba tan oscuro? ¿No tenían electricidad o lámparas? ¿Velas? Parado en la parte superior de las escaleras, Harry escucha. Además de su respiración, todo era absoluto silencio.

Harry vagamente podía distinguir cuatro puertas –o mejor dicho, su contorno. Dos a la derecha y dos a la izquierda. Las cosas serían más rápidas si Ryddle hubiera ido con él. Bueno... toma aire e intenta abrir la primera puerta a su izquierda lo más silenciosamente posible. Estaba abierta. El olor de los libros invade sus fosas nasales y después de cerrar la puerta detrás de él, Harry enciende la punta de su varita.

Era una sala de almacenamiento de algún tipo, pero no solo para los libros como inicialmente esperaba. Piezas de muebles estaban esparcidos alrededor, dos armarios empotrados, y un pequeño armario con una sola asa. Nada fuera de lo común. Nada olía a magia. Incluso los polvorientos libros eran muggles, no como los de abajo.

Harry suspira mientras dejaba que la luz desaparezca y a ciegas camina hacia delante para tirar de la puerta abierta. Estaba a medio camino cuando sufre de un dolor repentino en su estómago, su varita volando de su mano hacia algún lugar en la oscuridad. Aterriza sobre su espalda con su mano sobre su abdomen, sintiendo que algo salía de él. Parpadeando a través del agudo dolor, Harry lucha por levantar la cabeza y ver a su atacante, pero era como si no tuviese huesos. Tenía problemas incluso para mantener los ojos abiertos. Harry tiene que gritar por Ryddle antes de desmayarse. O antes de que su atacante quisiera venir por una segunda ronda. Sentía la humedad en su ropa, empapando a través de su abrigo de invierno. Cuando no pudo mantener más su mano apretada sobre su lesión, se desliza y cae en la sangre caliente. Sobre su sangre.

—Ryddle— Harry trata de gritar, pero no sale nada más que un susurro—. Tom —vuelve a llamar, alcanzando desesperadamente su conexión mental solo para encontrar la nada—, Tom, ayu- —intenta decir, pero se atraganta y siente derramar sangre por sus labios. Se estaba haciendo más y más difícil seguir consciente. Las extremidades de Harry estaban entumecidas. Se pregunta cuánto tiempo había pasado, se sentían como horas, pero también podían ser solo unos segundos. Al menos su atacante no había regresado.

Harry no sabía por qué, pero creía tener una idea del porqué el dolor comenzó a desaparecer. Se estaba quedando dormido.

Continue Reading

You'll Also Like

298K 28.4K 67
Freen, una CEO de renombre, se ve atrapada en una red de decisiones impuestas por su familia. Obligada a casarse con Rebecca, una joven que llegó a s...
3.7K 380 14
Durante la Batalla de Hogwarts, Harry se adentra en el Bosque Prohibido para entregarle su vida a Voldemort. Cuando el Señor Oscuro intenta matarlo...
43.4K 1.2K 40
Ella barbera profesional y el jugador de futbol de la seleccion argentina,del psg y juventus. ¿Puede nacer un amor entre ellos por sus distintas pro...
51.2K 5.3K 12
Cuando una discusión entre Amora y Loki se eleva a una pelea con demasiada magia involucrada y la intervención de Tony Stark, es justo decir que solo...