blue nighttimes; camren

بواسطة milanolivar

2M 136K 62.9K

TODAS LAS HISTORIAS ESTÁN SUJETAS A COPYRIGHT Y HABRÁ DENUNCIA SI SE ADAPTA O PLAGIA. Las historias de amor... المزيد

PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
ÚLTIMO CAPÍTULO
EPÍLOGO
;

CAPÍTULO 46

25.4K 1.9K 383
بواسطة milanolivar

Camila's POV

Dinah estaba sentada frente a mí, justo al lado de Ally, y Lauren a mi lado, mientras veíamos entrar por la puerta a Normani. Llevaba un vestido corto amarillo pastel, y parecía otra. Quizás porque la había visto tanto tiempo sin maquillar y con el pelo revuelto que casi ni la reconocía.

—Hola zorritas. —Se sentó en la silla con un pequeño quejido y suspiró.

—¿A ti qué te pasa? Parece que acabas de salir de una clase de spinning. —Dijo Ally. Normani cogió el vaso de café de Ally, que se quedó mirándola con el ceño fruncido.

—Agujetas de follar. —Soltó sin más.

—Vale, buenas tardes. —Lauren se levantó de mi lado y casi salió corriendo con Michael, que estaba en la barra esperando su cerveza.

—¿Siempre que hablemos de los polvos que echamos va a salir corriendo? —Preguntó Normani con los ojos entrecerrados. Yo me encogí de hombros riendo.

—No le da tanta vergüenza cuando lo hacemos nosotras. Oye, ¿cómo es que tienes agujetas? —Todas reímos ante mi comentario y bebí de mi café.

—¿Alguna vez has follado con un entrenador personal, Camilita? Oh, por supuesto que no.

—Espera un segundo. —Dije señalándola. Normani alzó las cejas bebiendo de su vaso, y asintió. —¿Te has follado a Calum?

—Oh por dios, claro que no. —Se rio negando, pasándose la mano por el pelo. —Él me ha follado a mí. —Mi barbilla casi rozaba el suelo, y apreté el brazo de Dinah que estaba casi tan impactada como yo.

—Iba a preguntar qué como ha sido, pero el simple hecho de 'me ha follado a mí', me da una idea. —Apuntó Dinah encogiéndose de hombros.

—Al principio sí, hicimos el amor, blablablá, pero luego la cosa se puso bastante intensa. Y con intensa me refiero a que nos dieron las cuatro de la mañana, en diferentes posturas.

—Me lo vas a contar con todo lujo de detalles, ¿verdad? —Ella asintió alzando las cejas.

Estaba feliz por Normani, demasiado feliz. Sabía que había pasado un tiempo difícil después de lo de Keith, y que a pesar de lo que dijese ahora y de que describiese el sexo con él como si fuese algo puntual, pero yo sabía que no. En el momento en que Calum entró por la puerta y Normani lo vio se le iluminaron los ojos. Se dieron un corto beso, él nos saludó y luego se dirigió dónde estaban Lauren y Michael hablando.

—¿Y a Lauren y a ti cómo os va? —Solté un suspiro y me encogí de hombros.

—La echo de menos. Es decir... No es que me queje de nada, pero nuestra relación es cómo si llevásemos veinte años casadas. —Negué bebiendo de mi vaso.

—¿Qué? ¿Qué ha pasado? —Ally se puso algo más seria, torciendo el gesto.

—Mira, me encanta Rachel. Me encanta, es una niña maravillosa, si un día tenemos una hija espero que sea así. Pero... Yo me paso todo el día en el hospital, y cuando llego está Rachel cenando, o no conseguimos dormirla o... —Eché la cabeza hacia atrás. —La quiero, pero la necesito, y estoy segura de que ella a mí también.

*

Dinah's POV

Aquél restaurante era mi favorito, siempre iba allí con Camila cuando aún estaba en la universidad. Qué tiempos, ahora casi no quedaba nada de aquello, sólo el restaurante. Estaba vacío, y el encargado escribía algo en el mostrador de la entrada.

—Señorita, está cerrado. —Miré la caja de pizza que llevaba en mis manos, y negué rápidamente.

—No, estoy buscando a Michael. —Él entrecerró los ojos y apretó los labios.

—Oh, está a punto de salir. Pasa, y, si vais a utilizar otra vez las mesas, ni se os ocurra mancharlas. Clifford, sal. —Alzó la voz para llamarlo.

—Claro, señor. —Me senté en una de las mesas y abrí la caja de pizza barbacoa, su favorita.

—¿Qué pasa, Gregor? —Llevaba puesta una gorra hacia atrás, unos jeans ajustados y una camiseta blanca. Me parecía habérsela visto a Calum puesta.

—Estás más delgado. —Le dije. Michael se quedó parado de pie con la maleta colgada del hombro, y miró la pizza, luego a mí. —Te la debía, ¿recuerdas?

—Lo siento, no te esperaba para nada. —Carraspeó y se sentó en la silla frente a mí. —Dios mío, debería haberte saludado, soy un maleducado.

—Está bien, no importa. —Cogí su mano por encima de la mesa con una pequeña risa. Ojalá todas las faltas de respeto que recibía fuesen como esa. —Te veo bastante bien.

—Estoy... Entrenando con Calum por las tardes y, no sé. Intento hacer cosas y pensar poco. —Solté su mano y dejé que tomase un trozo de pizza y le diese un mordisco.

—¿Él te ayuda? —Michael asintió rápidamente, pasándose la lengua por los labios. —Me alegro muchísimo de que estés bien.

—Yo sé que... No estás bien, Dinah. —Confesó dejando caer el trozo de pizza en el cartón. —También sé que no soy nadie y que... Probablemente me vas a mandar a la mierda pero... Necesitas dejarlo con él. Antes sonreías, antes, al menos, salías con nosotros, ahora ya no hay nada. Incluso has perdido peso. —Nunca pensé que las palabras de Michael pudiesen doler tanto. —¿Yo te....? —Iba a responder pero él negó. —¿Camila te importa? ¿Tus padres te importan? Porque ese tío se está cargando a todos los que quieres. —Tragué saliva con los ojos vidriosos a punto de comenzar a llorar.

—No es tan fácil. —Respondí negando, limpiándome la lágrima que caía por mi mejilla. —Nadie me entiende, y no espero que tú también lo hagas.

—Dinah, todo el mundo me toma por un imbécil. Sólo porque permanezco callado y en silencio mirándote y tengo una depresión que me consume cada segundo. —Ahora ya no era una lágrima, era un llanto que no podía controlar. Lloraba en silencio, mirándolo con una mezcla de culpabilidad y tristeza. Michael estaba mal, y yo lo hacía todo mucho peor. —Y la única cosa que me hacen plenamente feliz eres tú. ¿Sabes lo que es ver a la persona que quieres morirse en vida? ¿Ver que ni siquiera es feliz? —Él negó mientras yo lloraba. —Yo sé que no sientes lo mismo por mí, y que ni siquiera te importo, Dinah. Pero si te importan Camila, Normani, y tus padres, quién sea, deja a ese tipo.

*

La gente nunca lo entendería, y sé que nunca lo harían. Es como una droga, no de adictiva, sino tóxica. Se te va calando hasta los huesos, y lo quieres a él, y piensas que lleva razón porque has sido tú la culpable. Y le pides mil veces perdón, piensas que es tu culpa, porque lo haces todo mal. No tienes autoestima, te crees lo peor del mundo y que no te merece. Que por eso te pega, por eso te grita, por eso te humilla. Porque tú en realidad no eres nada, y nunca vas a conseguir que alguien te quiera. Por eso te aferras a él. Te consume, te hace daño, te mata, pero la necesitas porque sin él no eres nada. Así que, al fin y al cabo, sí, es como la maldita droga.

Habían pasado dos semanas desde que vi a Michael, y aquella bofetada metafórica me hizo abrir los ojos. No quería sufrir más dolor, ni físico ni psicológico, pero sobre todo físico. Me estaba matando, y un día yo ya no me levantaría del suelo. Los golpes en las costillas ya no serían golpes, sería una costilla hincada en el pulmón. Y yo ya no tenía fuerzas para seguir levantándome para que él volviese a pegarme.

Pero la peor parte de todo esto, era que quería estar con Michael y ni siquiera podía mirarle a los ojos sin avergonzarme de mí misma. Sin sentir que le haría daño como se lo había estado haciendo hasta ahora. No podía acercarme porque Nela le pegaba, y yo misma le estaba hiriendo.

—Tráeme otra cerveza. —Movió la lata para mostrarme que estaba vacía. Asentí con la mirada inmersa en el plato. Fui a la cocina y abrí la nevera, pero mi mirada se desvió hacia el cuchillo que había encima de la mesa. Quizás podía matarle, sí. La idea me parecía incluso placentera. La idea de hacerle pagar por lo que me había hecho desde que tenía diecisiete o dieciocho años me gustaba. —¿¡Qué coño haces y por qué tardas tanto!? Es una puta cerveza. Las mujeres ni siquiera sabéis lo que es eso. —Cogí la cerveza de la nevera y fui al salón, abriendo la lata y poniéndosela en la mano. —Metí la mano en mi bolsillo del pantalón y saqué el móvil, bajando la mirada. —¿Qué mierda es esta? —Mis manos temblaban del miedo, tanto que no atinaba a pulsar lo que quería a la primera, pero tras varios intentos por fin conseguí marcar el número de Michael. —¡DIME QUÉ MIERDA ES ESTA! —La lata de cerveza no era de la misma marca que la anterior.

—L—Lo siento, me dijeron en el supermercado que no quedaba... —Él se levantó de la mesa tirándola a un lado de un manotazo, descubriendo mi móvil. Al verlo, sus ojos casi se salieron de las cuencas y se inyectaron en sangre. Me levanté rápido de la silla y me aparté de su trayectoria, negando.

—¿A QUIÉN COÑO LE HABLAS? —Su puño iba hacia mi cara pero lo esquivé, haciendo que se estampase contra la pared e hiciera un agujero en ella.

—Michael ven, por favor. —Susurré en voz baja, mientras corría hacia el baño en busca de algo con qué defenderme, pero no llegué.

Me agarró del brazo tan fuerte y tiró con tanta fuerza de mí que se me desencajó el hombro y caí al suelo. Grité pero nadie me escuchó. Me cogió del pelo y me arrastró hasta el salón, y supe que me había arrancado un mechón abundante que me enseñó como burla.

—¿Cómo puedes hablar con ese, EH? —Me levantó del suelo agarrándome del cuello y presionándome contra la pared. Me estaba ahogando. Abría la boca intentando buscar algo de aire, pero no podía. —¡¡TÚ ERES MÍA!! —Me dejó caer al suelo como si fuese un peso muerto, y la punta de su bota impactó contra mi estómago. Una, dos, tres, hasta cuatro patadas que me dejaron sin aire. Tosí, tosí mientras lloraba y buscaba aire para poder respirar. —Te piensas que eres como las putas de tus amigas. —Me dio una patada en la cara, dejándome con la cara sangrando. Se fue a la cocina, y entonces supe lo que iba a hacer. Intenté levantarme del suelo mientras tosía, pero los pasos se escuchaban de vuelta. —Ni se te ocurra pensar que puedes salir de aquí. —Dijo acercándose. Escuché ruidos pero no sabía qué eran, golpes suponía. Sus pasos. Estaba aturdida. —¿QUIÉN TE VA A QUERER SI NO SOY YO? —Y entonces, me clavó un cuchillo en el brazo. Iba justo a mi costado izquierdo, pero bajé el brazo a tiempo. Un estruendo sacudió la casa, y vi a Michael tirar la puerta abajo con un extintor en la mano.

—Ella misma. —Nela se fue hacia él y antes de que pudiese decir nada le dio un cabezazo en la nariz, haciendo que sangrase.

—¿TÚ? ¿TÚ VIENES A LLEVÁRTELA SI TIENES LA MISMA FUERZA QUE— —Michael reaccionó y lo estampó contra la pared, devolviéndole el cabezazo una y otra vez. Le propinó un rodillazo en el estómago y cayó al suelo. Levantó la cabeza y cogió el extintor, viendo cómo Nela se ponía de pie con una sonrisa burlona. —¿Sólo sabes hacer eso? —Pero se le borró cuando vio a Michael con el extintor en la mano. Lo alzó y golpeó la cara de Nela con tanta fuerza que casi creí que la había machacado. Cayó redondo en el suelo, retorciéndose y gritando. Se puso encima de él con los ojos llorosos, y comenzó a endosarle puñetazos en la cara, con rabia, viendo cómo al paso de los puñetazos sus puños se iban manchando de sangre.

—¡¡NO TE LA MERECES!! —Gritó cogiéndolo por el cuello de la camiseta entre llantos. —Eres un puto psicópata. —Farfulló al levantarse, dándole una patada en la entrepierna con rabia.

—Michael. —Lo llamé con un hilo de voz. Él corrió a agacharse a mi lado en el pasillo y miró el cuchillo. Fue a poner la mano para quitarlo, pero negué. —No lo toques.

—Ya vienen. —Dijo él sujetando mi cabeza con su brazo, mirándome.

—Súbeme el brazo... —Michael subió el brazo un poco. —Por encima del... Del pecho. —Después de hacerlo me limpió la sangre con su mano mientras lloraba, pero yo ya no lloraba. Pasase lo que pasase, era libre de aquél infierno.

—Lo siento, no te vayas. —Susurró llorando, y aunque él me lo pidiera, mi visión se desvanecía y con ella su cara.

—Te quiero. —Fueron mis últimas palabras.


واصل القراءة

ستعجبك أيضاً

95.7K 4.9K 70
¿se imaginarían una historia bughead normal? R: no, porque nada en bughead es normal
1.3M 148K 66
❥ Primera temporada. ❝Donde Jimin y Yoongi se conocieron en una fiesta y por los efectos del alcohol terminaron durmiendo juntos. No se volvieron a...
230K 4.3K 19
-QUE TE VAYAS A TU CASA CAMILA- le grité. -No quiero dejarte, no quiero que me dejes. No quiero que te pase nada. Por favor no me dejes.- -Nunca voy...
2.2M 86K 22
Camila vive en Port Angeles, al norte de Washington. Su vida se basa en escribir canciones, y soportar las humillaciones y vejaciones con las que le...