Leyla estaba muy cerca de Abraham, y él estaba conteniéndose demasiado para no follársela en ese preciso instante.
-Aléjate de mi- pronunció él
Pero ella en cambio cada vez se acercaba más a él, solo le quedaba retroceder hacia la pared.
Pero en instantes no había más pared, esta vez ella lo tenía acorralado.
Era cuento de nunca acabar.
Leyla buscaba los labios de Abraham y él los de ella, pero por la tensión no lograban encontrarse, con suerte se rozaban.
Él tragó saliva, estaba muy tenso.
Cuando por fin Abraham encontró el modo de besarla ella se alejó.
-¿Continuamos con las preguntas?
-Okay -suspiró Abraham
Los dos se calmaron y tomaron sus posiciones iniciales.
-¿te muestras tal y como eres? -preguntó y lo miró a los ojos.
-No -suspiró
-¿Por qué?
-La sociedad nos cataloga por cómo nos ve, y por eso actuamos normalmente, como cualquier persona que se dice ser "normal" y esto provoca que sea muy difícil identificar a un psicópata si es a lo que te refieres.
-Para pasar desapercibidos.
-Exacto.
-¿te sientes cómodo con la sociedad? -preguntó
-La sociedad me vale una mierda, nunca me ha importado como me vean, incluso me gusta provocarles miedo, es divertido.
Abraham no dijo más nada.
-¿Sueles ser así de callado siempre?
-Si siempre, nunca me ha gustado conversar con personas, me siento mucho más tranquilo si no hablo, y no es por borde simplemente así estoy acostumbrado.
-Eso explica el porqué siempre que intento entablar una conversación contigo me es imposible -suspiró Leyla.
Él no hizo gesto alguno.
-Los recuerdos de tú infancia... ¿cómo son?
-De eso no me gusta hablar ya te dije.
-¿Por qué? -cuestionó
-Son cosas que no me gustan recordar
-¿te trae malos recuerdos?
Tocar el tema de su infancia para Abraham era lo peor, los recuerdos lo ponían inquieto.
-¡¡¡¡BASTA!!!- gritó topándose los oídos
Las voces de su cabeza atacaban junto con los recuerdos, todo al mismo tiempo era demasiado para él, y no era debilidad. Simplemente había recuerdos que su mente aún recordaba con pesadez.
Logró levantarse de la cama, y fue a parar al rincón más obscuro de la habitación, una crisis se aproximaba.
Su mente le estaba jugando una mala pasada, sentía como su cabeza punzaba fuerte y repetidamente, como si fuese a explotar en cualquier momento. Su infancia estaba pasando ante sus ojos.
Recordar como su padre lo maltrataba cuando a penas tenía 5 años era terrible, en conjunto con lo demás. Le suplicaba que lo dejara tranquilo, que parara, pero su padre en cambio parecía disfrutar el dolor de su pequeño, su sonrisa era de satisfacción.
Repetía una y otra vez que nada era verdad, que todo estaba en su imaginación, pero todo era tan real.Gritaba y se retorcía, no podía más.
-Abraham, tranquilo - escuchaba a voceos.
Su mente no cesaba, quería gritar desahogarse, llorar hacer algo pero no podía, sentía como si algo malo fuese a pasarle.
Siempre que no estaba medicado era más propenso a tener crisis por parte de la esquizofrenia o por la ansiedad.
Leyla estaba muy asustada, no podía ayudarlo, estaba muy mal, temblaba mucho, sentía como si se estuviera llendo.
No era consciente de nada.Ella intentaba acercarse pero él se lo negaba.Más no le importó y tomó su mano con fuerza:
-No voy a dejarte, tranquilo -tocó su cabello
Lo abrazó con todas sus fuerzas posibles, tratando de hacerlo volver a la realidad, y el se aferró a ella como si su vida dependiera de ello.
Abraham soltaba suspiros enormes, estaba aterrado, y sudado.
En eso momentos parecía un niño desprotegido. No el temible criminal.
Poco a poco se tranquilizó, gracias a ella qué en ningún momento lo había dejado.
Después de algunos minutos su respiración ya era normal, estaba quieto, recostado en las piernas de Leyla.
Abraham se sentó mirándola fijamente:
-Gracias- la miró agradecido.
-No te preocupes, no es nada -tocó su mejilla sonriente
-Claro que si es mucho, nunca antes habían conseguido calmarme sin drogarme -suspiró él.
Ella lo miró sin saber qué decir.
El la miró y la tomó de la barbilla con delicadeza.
MOMENTO DE TENSIOOON AHRE
L@s amo ❤