About The Unusual Suspects |...

By BreakinGalaxies

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EN EDICIÓN LENTA. [Libro #2 de la saga "About Werewolves and Witches"] NOTA: por favor, lee la primera secció... More

Epígrafe
I. Fue un muy buen verano.
II. Solo una pesadilla en el bosque.
III. El tatuaje
IV. Comportamiento que perturba.
V. El regreso de la mejor amiga rubia.
VI. ¿Pesadillas o locura?
VII. Los recuerdos de Isaac.
VIII. Hombres lobo en el banco abandonado
IX. Atrápame si puedes.
X. Sacrificios humanos.
XI. Los fantasmas de Meredith.
XII. Detención.
XIII. Druidas y darachs.
XIV. El viaje escolar.
XV. Ríete, casi me muero.
XVI. Motel California. Parte I
XVII. Motel California. Parte II
XVIII. Vínculos y conflictos.
XIX. Curadores.
XX. Corrientes.
XXI. Ecos del pasado.
XXII. Visionario.
XXIII. Con la mente abierta.
XXIV. Filósofos.
XXV. Gritos reveladores.
XXVI. Culpa.
XXVII. Guardianes.
XXVIII. Pacto alfa.
XXIX. Control.
XXX. Eclipse lunar.
XXXI. Vínculos rotos.
XXXII. Perdiendo la cabeza. Parte I.
XXXIII. Perdiendo la cabeza. Parte II.
XXXIV. Bardo.
XXXV. Anclas.
XXXVI. Coyotes y alucinaciones.
XXXVII. Rescatando a la mujer coyote. Parte I.
XXXVIII. Rescatando a la mujer coyote. Parte II.
Capítulo 17: Galvanize. Parte I
Capítulo 17: Galvanize. Parte II
Capítulo 17: Galvanize. Parte III
Capítulo 17: Galvanize. Parte IV
Capítulo 18: Riddled. Parte I
Capítulo 18: Riddled. Parte II
Capítulo 18: Riddled. Parte III
Capítulo 19: Letharia Vulpina. Parte I
Capítulo 19: Letharia Vulpina. Parte II
Capítulo 19: Letharia Vulpina. Parte III
Capítulo 20: Echo House. Parte I
Capítulo 20: Echo House. Parte II
Capítulo 20: Echo House. Parte III
Capítulo 21: The Feeling of a Memory. Parte I
Capítulo 21: The Feeling of a Memory. Parte II
Capítulo 21: The Feeling of a Memory. Parte III
Capítulo 22: De-Void. Parte II
Capítulo 22: De-Void. Parte III
Capítulo 23: Oak Creek. Parte I
Capítulo 23: Oak Creek. Parte II
Capítulo 24: The Divine Move.
Capítulo 25: Hurts Like Hell
Capítulo 26: Somewhere Over the Rainbow
Agradecimientos

Capítulo 22: De-Void. Parte I

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By BreakinGalaxies

El sonido de un aleteo me hace voltear al cielo, un par de aves se posan sobre la orilla de una de las ventanas de la casa de dos pisos que ha aparecido de la nada frente a mí. Por un segundo me parece que las aves me observan con atención, analizándome antes de emprender el vuelo nuevamente. Devuelvo mi atención a la casa. Es vieja, la pintura se ha caído en su mayoría, las ventanas están rotas y la madera cruje al ser tocada por el viento, dándole el aspecto tenebroso y digno de una casa de terror.

Sin embargo, a pesar de que la casa está a nada de venirse abajo, hay algo en ella que me parece familiar.

Miro alrededor, en busca de algún signo que me indique en qué vecindario estoy, pero todo lo que veo es un cielo estrellado y un bosque rodeándonos a la casa y a mí. Trago con fuerza cuando un escalofrío me recorre la espalda.

Doy un paso en dirección al interior del infinito bosque y me detengo al oír un ruido detrás de mí. Me giro hacia la casa e identifico un rechinido proveniente del interior de ésta. Oigo pasos pesados y lentos antes de ver cómo una de las habitaciones en el segundo piso se ilumina un poco. Por la forma en que la luz parece titilar sospecho que se trata de una vela.

La idea de entrar a investigar cruza por mi mente y súbitamente aparezco en una habitación con ventanas rotas y una silueta al otro extremo de donde me encuentro, escondida entre las sombras. Una vela yace en el suelo, sobre un plato diminuto y de cerámica, justo frente a mis pies que resultan estar descalzos, lo cojo y noto que falta poco para que el fuego se extinga.

La silueta ha desaparecido, el lugar donde creí haberla visto ahora está vacío pero eso pronto queda en segundo plano cuando me percato de los familiares muebles y objetos que me rodean.

La iluminación es demasiado escasa, pero me es suficiente para identificar los muebles empolvados y en su mayoría rotos, al igual que los posters rotos en las despintadas paredes y el tablero desgarrado de corcho en el suelo.

Es el cuarto de Stiles.

La vela se apaga entonces. Trato de encenderla, de crear fuego con mi magia, pero nunca antes he hecho algo así por lo que a pesar de mis intentos por crear aunque sea solo una leve chispa me quedo en la oscuridad.

Una sensación de paz y calidez me recorre la espina dorsal antes de sentir que algo, o alguien, me acaricia de la forma más delicada posible. Es como si se tratase del toque de una pluma deslizándose con lentitud por mi piel o como si me encontrara envuelta en algodón, como sentir la brisa en tu rostro un caluroso día de verano, como escuchar tu canción favorita después de un mal día. Es tan satisfactorio como escuchar el crujir de las hojas secas de los árboles bajo tus pies. Me hace sentir tan bien que no quiero que acabe nunca.

Y cinco segundos después alguien está envolviéndome en un fuerte abrazo al tiempo que planta un beso sobre mi cabeza. Conozco ese gesto. Conozco la suavidad de la tela que cubre su cuerpo. Conozco el aroma de su colonia. Conozco la sensación de bienestar que me embarga de pies a cabeza.

Es Stiles.

Él es el único que me hace sentir todo un tifón de emociones agradables anunciando su llegada o su cercanía y sé que ahora mismo estoy soñando, pero estar envuelta en sus brazos se siente tan condenadamente bien que por un momento creo que todo esto es real. Hasta que su cuerpo se evapora entre mis brazos y me quedo abrazando a la inmensa y vacía oscuridad.

Quiero llorar. Quiero gritar. Quiero golpear una pared de concreto hasta que me sangren los nudillos.

Pero sobre todo quiero estar con el chico que provoca que mi corazón palpite tan rápido como el de un colibrí con tan solo su mera presencia y que las rodillas me tiemblen cuando sus labios besan los míos.

Quiero estar con Mieczyslaw Stilinski. Con mi Stiles.

Quiero quedarme a su lado y contar con fascinación los lunares que decoran su hermoso rostro; deleitarme con el sonido de su voz mientras habla sobre cualquier tema, siempre con entusiasmo, haciéndome sentir relajada y tranquila; perderme en sus bellos ojos avellana; besarlo con calma, sin prisa alguna, solo deseosa por enredar mis dedos en su suave cabello.

Algo dentro de mi cabeza hace clic y entonces lo sé. La misma sensación de paz y caricias suaves y delicadas recorre cada vertebra de mi espina dorsal antes de tener a Stiles junto a mí, y se queda allí hasta que él se va de mi lado, dejándome esta ligera sensación de vacío, de la cual soy total y completamente consciente ahora.

Pero al menos ahora estoy doscientos por ciento segura de algo: yo estuve con Stiles en Eichen House hasta el momento en que Oliver nos atacó.

El nogitsune mintió.

—Bravo. —Me giro, un tanto sobresaltada al escuchar su voz y los aplausos detrás de mí—. Te felicito, lo descubriste. Algo que, siendo honesto, no pensé fueras capaz de hacer.

Tengo la intención de decirle que se vaya al infierno, sin embargo ninguna palabra ni ningún otro sonido sale de mi boca. Parpadeo confundida antes de volver a abrir la boca para insultarle y, de nuevo, nada sale.

—Oh, no, no estás aquí para hablar sino para escuchar lo que yo tengo que decir, princesa —dice con una sonrisa torcida—. Bueno, pensándolo bien a ti te va más la palabra bruja, ¿no crees? —Camina hacia mí y yo retrocedo—. ¿Cuántas veces debo decirte que te mantengas fuera de mis dominios, uh? ¿Qué es lo que debo hacer para que no sigas entrando aquí cada vez que quieres? ¿Qué debo hacer para que dejes de inmiscuirte? —Doy tres pasos atrás a la vez que trato de encontrarle sentido a sus palabras, pues no recuerdo que me haya dicho algo parecido antes—. ¿Sabes qué es gracioso? Que estoy seguro de que no lo haces apropósito, porque la única vez que has tratado de entrar aquí —Da unos toquecitos sobre su sien con su dedo índice—, solo viste lo que yo quise que vieras. Una hermosa e infinita oscuridad.

»Aunque eso es bueno, para mí, claro. Significa que sigues sin tener idea alguna de todo tu potencial. —Retrocedo una vez más cuando le veo dar un paso hacia mí. Me quedo sin salida cuando mi espalda golpea la vieja pared y el nogitsune coloca ambas manos a cada lado de mi cabeza—. Pero eso no significa que la bruja dentro de ti sepa controlarse y mantener las narices fuera de mis asuntos, ¿o sí? —Está demasiado cerca de mí, lo que me provoca escalofríos—. Así que o aprendes a controlar tus hermosos poderes y te mantienes fuera de todo esto o voy a tener que encontrar una forma para deshacerme de ti.

—Púdrete —escupo con dificultad. Expulsar esa sola palabra hace que sienta a mi garganta desgarrándose y mi voz salga ronca, en un susurro que apenas yo misma puedo oír.

Él arruga el entrecejo y me mira incrédulo. Por un segundo luce realmente como Stiles, como si de verdad se tratase de él, pero eso se evapora en cuanto su rostro demuestra una enorme ira al tiempo que sus manos se enredan alrededor de mi cuello.

—No se supone que hables, ¿recuerdas? —masculla entre dientes y sin aflojar su agarre por más que yo trato de desdoblar sus dedos—. Creí que había sido muy claro, cariño.

Stiles. Estoy en su cabeza, de un modo u otro lo estoy y si el nogitsune está aquí entonces también lo está él. Él sigue allí, en algún lugar de su mente, solo debo encontrarlo, ayudarle a salir y tomar el control.

—S-Sti-les... —intento hablar, pero si hacerlo me era dificil incluso cuando las manos del nogitsune no estaban cernidas a mi garganta, ahora que sus dedos aprisionaban mi cuello lo era mucho más.

Él chasquea la lengua repetidas veces, moviendo la cabeza un lado a otro mientras yo boqueo por aire. Sé que esto no está pasando de verdad, que solo está en mi mente, pero aun así la sensación de que me ahogo me parece muy real.

—Stiles no puede hacer nada por ti, cielo. Ni siquiera puede salir de su pequeña jaula. Pero adivina qué, yo puedo escucharlo —Su nariz se desliza sobre mi mejilla, su agarre a mi cuello nunca aflojándose—, gritando —susurra en mi oído y quiero alejarme más que antes—, rogándome que no te lastime. —Sus dientes atrapan el lóbulo de mi oreja con fuerza, haciéndome jadear del dolor—. Es de hecho, bastante patético. —Su boca se estrella en la mía, arrebatándome el poco aire que quedaba en mis pulmones.

»¿Sabes? Puedo entender lo que él vio en ti. Hueles bien, sabes aún mejor y tienes unos poderes maravillosamente increíbles. —Inhala profundo, y sé que está burlándose de mí pues el ardor en mi pecho ha crecido debido a la falta de oxígeno—. Así que te propongo un trato, tú dejas de hallar tu camino a la mente de tu querido Stiles y yo prometo no hacerte daño, después de todo, sería una pena acabar con la última descendiente de las brujas más poderosas que alguna vez pisaron este planeta.

De pronto ya no siento sus manos sobre mi cuello, la versión abandonada del cuarto de Stiles desaparece y en su lugar me encuentro en la recamara de Allison, acostada junto a ella y Lydia en la cama, nuestros cuerpos acomodados en posiciones torcidas y extrañas para caber las tres.

Mis pulmones no tienen la necesidad de conseguir todo el oxígeno de la habitación pero me siento agitada y el cuello me duele.

Con cuidado de no despertar a mis amigas, quito la colcha sobre mi cuerpo y salgo de la cama. Necesito un vaso de agua así que me arrastro a la cocina. Cojo un vaso de cristal de la alacena, lo lleno con agua del grifo y de un solo trago me acabo el líquido incoloro. Deposito el vaso en el fregadero y apoyo ambas manos sobre la orilla de éste, remembrando lo que ha ocurrido hace unos minutos.

Ahora que estoy despierta no estoy segura de que en verdad haya entrado de manera inconsciente a la mente de Stiles, me parece más que fue un sueño, más específicamente la segunda parte de un sueño anterior, lo cual no tiene sentido pero considerando el mundo en el que vivo es posible que las cosas sin sentido tengan más lógica que cualquier otra.

Con un suspiro pesado me arrastro de vuelta a la recamara, necesito descansar todo lo que sea posible pues me temo que hasta que no atrapemos al nogitsune y lo saquemos del cuerpo de Stiles no podremos tomar un respiro. Sin embargo, mientras él sigue desaparecido podemos aprovechar y tener una buena noche de sueño. O al menos el resto de la manada podrá hacer esto último.

(...)

—Esto es todo lo que pudimos hallar que no fuera letal —indica Allison a su padre, Derek y al sheriff al tiempo que entramos al estudio.

Son casi las cuatro de la tarde, Lydia se había marchado poco antes del mediodía a pedido de su madre y hasta hace media hora Allison y yo veíamos una película de Adam Sandler, luego ella recibió un mensaje de su padre donde explicaba que a él y a Derek les habían retirado los cargos de homicidio y el sheriff les pidió que le ayudaran a atrapar a Stiles, por lo que necesitaban cualquier artículo no letal que guardaran en su enorme arsenal de armas. Así que entre ella y yo buscamos y sacamos todas las cosas que no tuvieran filo o pólvora en ellas.

No encontramos mucho, apenas quince objetos y entre ellos había sogas, esposa, cadenas, dardos tranquilizantes, una pistola taser, gas pimienta y linternas. Al menos ninguno le causaría a Stiles algo más que irritación en los ojos o una ligera descarga eléctrica.

Los tres adultos, Allison y yo nos colocamos alrededor del escritorio, donde descansan los objetos que recolectamos.

—Tómenlo todo —ordena con calma el señor Argent. Su hija y yo comenzamos a guardar las cosas en un par de mochilas de gimnasio negras.

—¿Cuál es el plan? —inquiere el sheriff, posicionado en medio de Allison y de mí.

—Nuestra mejor opción ahora es que Derek intente captar el rastro de Stiles en Eichen House —comunica el padre de mi amiga—. Especialmente si pasó por una situación estresante allí. —Esto último parece más una pregunta hacia mi persona, en especial cuando su mirada se posa sobre mí al igual que la del sheriff y la de Derek.

Al parecer todos ellos ya estaban enterados de que me registré en el hospital mental para vigilar y cuidar a Stiles y que fallé estrepitosamente en mi misión autoimpuesta.

—Estuve un rato inconsciente pero... —Suelto un suspiro y encojo los hombros—. Sí, supongo que debió causarle mucho estrés —comento, evitando pensar en lo que debió ocurrir mientras yo seguía fuera del juego por culpa de Oliver.

—¿Deberíamos ir los cinco al mismo lugar? —El ceño del sheriff se frunce y desvía su atención hacia el señor Argent.

—¿Dónde más ha aparecido Stiles?

—La escuela, el hospital —responde Allison a su padre y yo vuelvo a preguntarme por enésima vez en el día si realmente tuve un mal sueño protagonizado por el nogitsune o si lo que él dijo era verdad y yo estaba en la mente de Stiles.

—Okay, esperen —interviene Derek, captando la atención de todos—. Ya hicimos esto antes. Él desapareció, nosotros lo buscamos y caminamos directo a la trampa en el hospital —nos recuerda y la imagen de Isaac electrocutándose vuelve a mi cabeza con una claridad inmensa y dolorosa.

—Nos hace repetir los mismos movimientos —declara el cazador, aunque parece ser más para sí mismo que para nosotros.

—¿Entonces qué hacemos? ¿Esperamos que venga a nosotros?

—No podemos —expreso, sacudiendo la cabeza, antes de que alguien más pueda responder a la duda de Allison—. Cuando anochezca los oni irán tras él.

—Ella tiene razón —me apoya Derek y se lo agradezco infinitamente.

—Scott se está ocupando de ello ahora mismo, con Kira —revela el sheriff y antes de que mi mente pueda pensar algo positivo al respecto, el señor Argent mata es posibilidad.

—Ese es el problema. Todos estamos tratando de ser más listos que el zorro.

Un manto de silencio cae sobre nosotros, Derek suspira, el sheriff y los Argent bajan la mirada y yo me paso las manos por la cara con desesperación. Debe haber una manera de que hagamos esto sin caer en ninguna maldita trampa del nogitsune.

—Escuchen. Entenderé si alguien quiere retirarse —murmura el sheriff y de inmediato mis ojos están sobre él.

Al tiempo que muevo la cabeza en forma negativa Derek dice—: No voy a ser el primer lobo que huye de un zorro —sentencia, haciéndose con la pistola taser y la guarda en la mochila frente a nosotros. Casi quiero sonreír.

—Aparentemente llevo un sable de luz —bromea el señor Argent, mostrándole a su hija un objeto negro y no muy alargado, aunque parece ser que soy yo la única que no entiende a qué se refiere.

—Papá, tú y Derek vayan a Eichen House. Sheriff, usted, Mer y yo al hospital. —Asiento cuando me mira y suelto la mochila para que el hombre lobo a mi derecha la coja—. Nos reuniremos todos en la escuela.

Antes de salir del apartamento, Allison y yo vamos a su cuarto por su abrigo y mi chaqueta luego, con el sheriff detrás de nosotras y cargando nuestra mochila, caminamos a la salida en silencio. Una vez fuera, presiono el botón para pedir el ascensor y cuando este llega el sheriff nos dedica una sonrisa que me recuerda a Stiles para dejarnos pasar primero.

Internamente le hago la promesa de traer a su hijo de vuelta, sano y salvo. Sin importar lo que cueste.

Antes de que el elevador se cierre, Derek y el señor Argent entran con nosotros, este último le recuerda a su hija que tenga cuidado y le avise si algo, cualquier cosa, pasa. Luego, cuando las puertas metálicas se abren, me regala una sonrisa y un «ten cuidado», asiento y sigo a mi amiga y al padre de Stiles al estacionamiento. Subimos a la camioneta de un color verde grisáceo con la palabra «sheriff» en letras verdes atravesando los costados.

Allison sube en el asiento del copiloto y yo me deslizo en los asientos traseros detrás del sheriff.

—Señor Stilinski, Scott me dijo que iría a Los Ángeles para ver a un especialista —balbuceo, retorciendo mis manos con nerviosismo, cuando salimos del estacionamiento y él me mira a través del espejo retrovisor—. Me preguntaba si hay alguna novedad sobre la enfermedad de Stiles.

—Bueno, él dijo lo que todos los médicos dicen cuando quieren evitar una demanda: "no podemos decirlo con seguridad". —Asiento, la desesperanza creciendo en mi pecho—. Pero hace unas horas hablé con tu mamá. El escaneo de cerebro de Stiles es idéntico al de mi esposa.

—¿Es eso posible? —pregunta Allison, consternada.

—Ni remotamente —afirma el sheriff. Paramos ante una luz roja—. Cuando estuve en el ejército un oficial me dijo: "Si quieres vencer al enemigo, no le quites el coraje. Quítale la esperanza".

—Y Stiles podría perderla —mascullo y él suspira, confirmando mis palabras. Allison frunce los labios.

—Si lo que Stiles tiene adentro está usando la enfermedad de su madre como una especie de trampa psicológica, entonces esta no es solo una pelea por su cuerpo.

—También es una pelea por su mente —concluye la cazadora.

El sheriff me mira de nuevo a través del espejo retrovisor antes de volver su atención al camino y pisar el acelerador cuando la luz del semáforo cambia a verde.

—Por eso creo que cuando entraste en su mente y no viste nada, no fue porque su mente estuviera vacía, sino porque eso es lo que esa cosa dentro de él quiso que vieras.

Entonces mi duda sobre si lo que el nogitsune me dijo había sido real o solo un sueño se aclara y el camino se vuelve casi silencioso, una estación de música country sonando por lo bajo. Allison echa un vistazo en mi dirección y sé que debo contarle lo que pasó pero no quiero preocupar más al señor Stilinski, suficiente tiene con lo que ya sabe, así que hago una nota mental para contarle a mi amiga lo que sucedió cuando estemos solas.

Al llegar al hospital, recorremos cada pasillo, revisamos cada habitación desocupada, incluso vamos al sótano y a la azotea pero luego de una ardua, intensa, larga e ineficaz búsqueda por cada rincón del hospital, el sheriff, Allison y yo nos adentramos a uno de los ascensores del séptimo piso con destino a la primera planta. El silencio reina sobre nosotros, antes el ruido de los pasillos era lo que había evitado que se sintiera tanto, y casi estoy segura de poder escuchar mis propios pestañeos hasta que Allison suspira. Por el rabillo del ojo la veo fruncir los labios y al señor Stilinski negar con la cabeza y bajar la mirada.

—¿Saben? No sé cómo lo hacen, chicas —dice con una leve sonrisa—. Son tan fuertes. No tienen miedo —Allison se lleva una mano al cuello. Yo trago con fuerza—. Diablos, incluso se las arreglan para mantener buenas calificaciones.

—Voy fallando en economía —confiesa Allison en un murmuro.

—Somos dos —mascullo, demasiado avergonzada como para agregar que voy fallando en otras cinco materias más.

—¿Es la clase del entrenador? —inquiere el sheriff y asiento, suponiendo que Allison hace lo mismo debido a que no dice nada—. Bueno, hablaré con él —dice y quiero agradecerle pero un nudo se instala en mi garganta y me lo impide.

Oigo a Allison exhalara de manera ruidosa y eso me hace girarme hacia ella, al igual que el sheriff, quien no tarda en detener el ascensor y preguntarle si está bien.

Al notar mi amiga ahoga un sollozo y lucha por retener sus lágrimas decido tragarme mi propia tristeza e inseguridad. Ella me necesita más.

—Yo no soy... valiente —balbucea en voz baja, manteniendo la mirada en el suelo—. Estoy aterrada. Siempre estoy aterrada. Yo... actúo como si supiera lo que estoy haciendo, pero no lo sé. —Hace un ademán con sus manos y sacude la cabeza—. No sé si Isaac se está muriendo ahora mismo. No sé si cometí un error con Scott —susurra, mirándome al decir esto último—. No sé lo que mi papá está pensando. No sé si deberíamos confiar en Derek. No sé... no sé nada.

Quiero tranquilizarla, hacerla sentir mejor, pero las palabras se me escapan y lo único que se me ocurre hacer es abrazarla con fuerza.

Cierro los ojos con fuerza, buscando las palabras que sirvan de consuelo a Allison, cuando siento que ambas somos atraídas a un nuevo abrazo. El sheriff nos rodea a ambas y sus manos se mueven sobre nuestras espaldas a forma de consuelo. Allison solloza y la aprieto un poco más.

También tengo miedo. Me aterra todo lo que tenemos que vivir y al igual que ella nunca tengo la menor idea de lo que estoy haciendo. Me aterra que Isaac no se recupere y muera. Me aterra decepcionar a Scott otra vez, a Allison, a la manada entera. Me aterra que no podamos salvar a Stiles y perderlo para siempre.

—¿Saben qué es gracioso? Suenas igual a un policía —le dice el Stilinski a Allison con una sonrisa cuando rompe el abrazo, manteniendo sus manos sobre nuestro hombros. Suelto a mí amiga y le seco las lágrimas, ambas sonriendo un poco ante las palabras del adulto—. Vas a estar bien. Las dos lo estarán —nos asegura y ambas asentimos.

El papá de Stiles vuelve a sonreír, luego hace el amago de poner el ascensor en marcha otra vez pero entonces su celular suena y lo saca del bolsillo de su chaqueta verde correspondiente a su uniforme. Allison y yo nos acercamos a él cuando le vemos fruncir el ceño al mirar la pantalla del aparato.

—¿Qué es eso? —cuestionamos a unísono. En la pantalla del celular hay un aviso de un sistema digital que le informa que se ha detectado movimiento en una habitación.

—Alguien está irrumpiendo en mi casa —revela, cerrando el aviso para abrir una aplicación—. Después de que Stiles empezara con el sonambulismo, instalé algunas medidas de seguridad. Sensores de movimiento. Cámaras.

El sheriff termina de teclear sobre la pantalla táctil y entonces aparece la grabación en vivo de un lugar que reconozco de inmediato.

—¿Es ese su cuarto?

No es necesario que nadie lo confirme pues la cámara hace un acercamiento y la imagen del nogitsune sentado en la cama de Stiles se aclara. Él mira directo a la cámara y levanta una mano, moviendo los dedos a forma de un leve saludo.

(...)

Llegamos a la casa de los Stilinski al mismo tiempo que Derek y el señor Argent y una vez estuvimos dentro nos separamos para buscar al nogitsune, pero nos tomó menos de cinco minutos saber que habíamos llegado tarde. Él ya no estaba aquí. Sin embargo, había algo en la recamara de Stiles que llamó la atención de todos y casi nos obligó a rodear el escritorio de inmediato, curiosos al ver un tablero de ajedrez con notas adhesivas de colores sobre varias de las piezas.

El rey de las piezas oscuras tiene una nota con el nombre de Derek; cinco de los peones tienen los nombres de los gemelos, Lucy, Scott e Isaac, este último ubicado fuera del tablero; tres caballos tienen el nombre de Peter, Allison y su padre, los dos son de las piezas blancas; Deaton y Jackson son torres, una negra y la otra blanca respectivamente; Kate, la tía de Allison, también está en el tablero como un peón blanco.

Busco mi nombre en el tablero y alrededor de este, pero las piezas que están fuera no tienen notas pegadas. Echo un rápido vistazo a los adultos y a mi mejor amiga. O ninguno se ha dado cuenta de que yo falto en el tablero o el pánico que siento por ello es solo una exageración.

—¿Qué es todo esto? ¿Por qué las notas adhesivas? —inquiere el padre de Allison.

—Es lo que Stiles usó para intentar explicarme todo sobre ustedes —indica el sheriff.

—Bueno, quizá sea un mensaje de Stiles. El verdadero Stiles —sugiere Allison, lanzándome una mirada inquisitiva. Hago una mueca, insegura de qué decir.

—¿Hay alguna razón por la que el rey tenga mi nombre?

—Tienes mucha protección —contesto la pregunta de Derek—. Pero Allison está a un movimiento de hacerte jaque mate.

—No es un mensaje de Stiles. Es una amenaza del nogitsune —asegura el señor Argent, bajando la pieza de Isaac que había sostenido por unos segundos.

—¿Y qué es lo que intenta decirnos? —cuestiono, insegura de captar el mensaje tan bien como ellos.

—Que está en el loft —declara la cazadora con seguridad en su voz al igual que su padre cuando este agrega que el nogitsune quiere que vayamos allí.

—Está anocheciendo. —Derek se cruza de brazos. El señor Argent hace una leve mueca.

—Esto realmente parece una trampa

—No creo que lo sea. —Todos miramos al papá de Stiles en cuanto dice esto. Yo lo hago con curiosidad, pues con el nogitsune todo suele ser una trampa.

—Su opinión puede ser un tanto tendenciosa, sheriff. —Y al parecer no soy la única que duda de la opinión del señor Stilinski.

—Escúchenme. Aquí tratamos con alguien que básicamente carece de un móvil. Sin razón ni motivos, ¿verdad? —expresa y hay un breve instante de silencio.

—¿Qué quiere decir, sheriff? —pregunto, realmente confundida y un tanto nostálgica, Stiles suele ser la persona que me confunde con esta clase de cosas y quien me las explica.

—Nuestro enemigo no es un asesino. Es un embaucador. El homicidio es un producto secundario.

—Si trata de decir que no nos matará, no me siento muy seguro de eso —expone Derek con seriedad, todavía está cruzado de brazos.

—No lo hará —nos asegura el señor Stilinski—. Quiere ironía. Quiere jugar un truco. Quiere una broma. Todo lo que necesitamos hacer es llegar con un nuevo remate.

—El sol está cayendo, sheriff. ¿Qué es lo que tiene en mente?

El señor Stilinski procede a contarnos su plan pero Argent parece pensar que no es el mejor de todos y tal vez esté en lo correcto, no obstante el tiempo sigue corriendo y no podemos perder más de nuestros preciados segundos tratando de idear algo más elaborado y eficaz.

Salimos de la propiedad con pasos apresurados y Allison y yo decidimos subir a la camioneta del sheriff para acompañarle. Le mandó un breve mensaje de texto a mi hermano, avisándole adónde vamos.

El sheriff se abre paso entre el ahora concurrido tráfico al encender la sirena, un vistazo hacia atrás me deja saber que el padre de Allison nos sigue de cerca, aprovechando el paso libre que los demás conductores le dan a la camioneta policiaca. Cuando tan solo faltan unas cuantas calles para llegar al edificio donde Derek vive, la sirena deja de sonar, el tráfico ha disminuido y a su vez el cielo ha comenzado a tintarse de naranja.

Una vez la camioneta está estacionada frente al edificio de aspecto abandonado, el sheriff, la cazadora y yo bajamos de ésta. Al mismo tiempo el auto del señor Argent estaciona junto a nosotros y al salir de este le entrega una pistola taser a Allison.

—Estaré bien —mascullo, rechazando la pistola idéntica a la de mi amiga que el cazador me ofrece.

—¿Segura? —Con un ruido nasal afirmo y él asiente, arrojándola al interior de su auto.

—Todos saben qué hacer, ¿cierto? —nos cuestiona el sheriff, ajustándose la chaqueta. Cuando todos asentimos él empieza a caminar hacia el interior del edificio y en un tiempo record todos estamos en la planta donde se encuentra la entrada al loft de Derek.

El hombre lobo, el señor Argent, Allison y yo nos quedamos a un lado de la pesada y oxidada puerta metálica, permitiendo que cuando el sheriff la abra, él sea el único a la vista.

La voz de Stiles saludándolo estruja mi corazón, la esperanza de que realmente sea él creciendo dentro de mí con cada segundo que pasa. Allison toma mi mano y la estruja un poco, regalándome una sonrisa consoladora.

Hay un largo silencio hasta que el sheriff saca unas esposas y comienza a adentrarse al loft, saliendo de nuestro campo de visión.

—¿Quieres esposarme?

Más silencio, largo y abrumador pero no tanto como el movimiento negativo de la cabeza de Derek. Nosotros no hemos escuchado las palabras del sheriff, pero él sí y el gesto que ha hecho solo indica que la persona allá dentro, con el señor Stilinski, no es Stiles.

Sin decir una sola palabra, los cuatro caminamos hasta el interior del loft. El nogitsune me mira fijamente al posicionarme a la derecha del sheriff, pero su atención se desvía a Allison cuando ella le apunta con la pistola taser y aprieta el gatillo. Los cables electrificados saltan fuera de la pistola, sin embargo el nogitsune los atrapa, la electricidad recorriéndolos sin afectarle en lo más mínimo, y es capaz de sacar la pistola fuera de las manos de la pelinegra y lanzarla lejos. De inmediato Derek ruge y se lanza contra él, eleva una mano para agarrarlo pero el nogitsune lo intercepta, le tuerce el brazo y estoy segura que oigo el crujir de sus huesos antes de ver como estrella su cabeza contra la mesa de metal a nuestra derecha y luego, con una facilidad increíble, lanza al hombre lobo contra uno de los pilares.

Trato entonces de entrar en su mente, aprovechando que está distraído, pero el sonido de un arma siendo cargada me hace mirar a la izquierda, desconcertada, y al nogitsune darse la media vuelta para enfrentar a Argent. Mi boca se seca al instante al no ver ni un rastro de hesitación en él. Esto no era parte del plan.

—Argent, escúchame. No lo hagas —le pide con calma el sheriff.

Derek se levanta y se acerca, mirando al padre de Allison con el ceño fruncido. Al igual que el resto de nosotros, parece alarmado por lo que el cazador planea hacer.

—¿Por qué no? No es la primera vez. Hombres lobo, berserkers... No me costaría nada agregar un nogitsune a la lista.

De un rápido movimiento el sheriff saca su propia arma y la apunta a la cabeza del señor Argent, quitando el seguro. —No le dispararas a mi hijo.

—Usted ya lo dijo, alguacil. Ese no es su hijo.

Allison se remueve a mi lado, dándome un toquecito en el brazo. Mi corazón martillea con fuerza contra mi pecho pero busco entrar en la mente del distraído nogitsune para encontrar a Stiles y ayudarlo a tomar el control de su cuerpo.

—Baja el arma —pide el sheriff, su voz sonando lejana—. Baja el arma

—Papá, me va a disparar. Me va a matar, papá. —El tono de voz que el nogitsune utiliza es convincente, al igual que la expresión en su rostro. Pero no es Stiles el que habla y sé que todos los presentes lo tienen bien claro, sin embargo eso no significa que Argent tenga permitido dispararle pues Stiles sigue allí dentro, en algún lado y yo todavía no puedo penetrar la enorme barrera de oscuridad en su cabeza.

—No lo escuches.

—Baja el arma. ¡Ahora! ¡Hazlo! ¡Baja el arma!

—Aprieta el gatillo. Vamos. —El nogitsune deja la actuación. Argent no baja el arma, el sheriff comienza a gritarle que lo haga. Debo apurarme—. Dispárame.

—¡Baja el arma!

Encuentro algo, parece una puerta. La abro y me parece que Allison murmura algo. El sheriff exige al cazador que baje el arma. El nogitsune lo alienta a dispararle. Allison grita que paren. Los oídos me martillean con el sonido de los latidos de mi propio corazón, el nogitsune se ha dado cuenta de lo que estoy haciendo y al mismo tiempo que me expulsa de su mente las armas del sheriff y el cazador salen volando fuera de sus manos y Allison exclama—: ¡Es exactamente lo que él quiere!

—No —la contradigo y el nogitsune me mira con una ceja arqueada—. Esto no era una trampa para causar conflicto. —Los últimos rayos del sol caen y la oscuridad de la noche penetra el ventanal frente a nosotros—. Esta era una trampa para traer a un grupo de guardaespaldas.

—Bingo. Aunque esperaba que Scott también estuviera aquí —masculla con una sonrisa torcida—. Deberías devolverles sus armas a los caballeros, Meredith, las van a necesitar para protegerme de ellos. —Da la media vuelta, mirando al ventanal, y al mismo tiempo los oni aparecen frente a nosotros.

Con un giro de muñeca les entrego las pistolas al sheriff y al cazador. El nogitsune retrocede y al tiempo que el señor Stilinski empieza a disparar noto que Argent arroja su arma para sacar una nueva del interior de su chaqueta.

Cuando dos de los oni desaparecen, de manera instintiva me coloco detrás del nogitsune. Allison y Derek se posicionan a cada lado de mí, ella con unos cuchillos en mano y él con sus garras fuera. Los disparos continúan y los oni faltantes aparecen justo delante, desenvainando sus espadas antes de lanzarse contra nosotros.





Como verán, este capítulo es larguísimo y eso es porque ya era hora de cambiar de punto de vista, así que bueno el próximo estará narrado por Scott y ya estoy trabajando en él.

No se olviden de votar y comentar qué les pareció este capítulo, en verdad quiero saber qué opinan de todo esto :)

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