Isabella.
Rodrigo había llegado a la casa de mis padres con lo que parecía una inyección, los nervios me estaban matando por dentro pero por fuera mostraba tranquilidad.
Caleb agarró mi mano y la apretó.
- Estaré a tu lado, no temas - dijo en voz baja.
- ¿Probabilidad de que muera? - pregunté.
Él sonrió.
- Cero, antes tal vez hubieras muerto. No lo habían perfeccionado como ahora, puedes estar tranquila - dijo Cal.
- Todo estará bien Isabella - escuché la voz de papá.
Bueno, aquí vamos. Cristina estaba al lado de mis padres, ella dejó de preguntar tanto después de que se desmayó, Rodrigo estaba sentado en el sofá, tenia unos guantes de látex y en una de sus manos tenia una inyección. Respiré profundo.
Me senté a su lado y Cal estaba de pie junto a mi, puso una mano en mi hombro, lo miré, él me regaló una sonrisa, luego miré a Rodrigo. Él también me sonrió.
- Dame tu brazo - me dijo Rodrigo con tranquilidad.
Extendí mi brazo a él. Él acercó la inyección a mi brazo y la aguja pinchó mi piel desapareciendo dentro de ella. Vi como el liquido de la inyección desaparecía para entrar a mi cuerpo, cuando ya había terminado, levanté la vista hacia Rodrigo y le sonreí. Me puse de pie para ver a Caleb pero todo se puso negro y caí.
Caleb.
Isabella se giró hacia mi pero algo andaba mal, su cuerpo trató de caer pero rápidamente lo sostuve, Isis había llegado también rápido a tratar de sostenerla. Nos miramos confundidos.
- ¿Qué fue lo que pasó? - preguntó enojado Dan a Rodrigo.
Rodrigo se veía igual de confundido, Cristina se acercó a su amiga asustada.
- ¿Está...? - preguntó tapándose la boca.
Isis miraba el cuerpo de su hija, tomó su mano y presionó con dos dedos su muñeca.
- No tiene pulso - dijo pálida.
Mi corazón se detuvo.
Damien.
Me detuve por unos momentos, algo iba mal... traté de concentrarme para localizar a Isabella. Sentí una opresión en mi pecho, sudor frío corrió por mi frente. La vi a ella desmayada en los brazos de Caleb.
Mierda.
Dejé a las almas que estaba buscando y desaparecí. Aparecí en la casa de ellos. Me abrí pasó entre sus amigos.
- No tiene pulso - dijo Isis pálida.
Sentí que el que se quedaba sin pulso era yo. Caleb me miró vi un rayo de ira pasar por sus ojos pero rápidamente fue cambiado a preocupación. No era tiempo de pelear, Daniel estaba conmocionado. Tomé a Isabella de los brazos de Caleb y miré a Rodrigo.
- Apártate - le dije en tono frío.
Él se quitó del camino y puse el cuerpo de Isabella en el sofá, miré a Caleb.
- Hazle RCP, las compresiones cardíacas - le dije.
Él abrió la blusa de Isabella un poco, respiré.
- Ahora - le dije.
Él empezó a darle reanimación puso una mano en el esternón, justo en donde quedaban los pezones y la otra mano la situó encima de donde tenia la anterior, empezó a presionar.
- 30 recuerda, cuando te diga que te detengas lo haces, y vuelves a hacerlo - le dije.
Acerqué mi rostro a la nariz de Isabella, pero no había respuesta alguna.
- 3,4,5,6,7,8,9... - contaba en voz baja Caleb mientras seguía presionando.
Aparecí mi hoz, tenia que salvarla. Corté mi muñeca para que apareciera mi sangre.
- ¿Por qué no despierta? 22,23,24 - preguntó Caleb en medio del conteo.
- Porque ustedes son unos idiotas y ella no es un ser normal, ella ya esta muerta - le dije.
Cuando Caleb llegó a 30, abrí la boca de Isabella y puse mi muñeca en su lengua asegurándome de que la bebía. Cuando vi que había corrido mucha sangre por su garganta, retiré mi mano.
- ¡Ahora! -le grité a Caleb.
Él volvió a presionar su esternón. 1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11,12,13... vamos, Isabella... vamos. El cuerpo de Isabella se estremeció.
- La tenemos, sigue Caleb no te detengas - le dije.
Él siguió mientras miraba el rostro de Isabella, tienes que abrir los ojos...tienes que hacerlo. Su pecho dio un pequeño salto y ella tosió. Caleb dejó de presionar y soltó un gran respiro.
Ella abrió sus ojos y tanto Caleb como yo quedamos impresionados. Sus ojos habían cambiado, ya no eran cafés sino un rojo intenso.
- ¿Qué le pasa? - preguntó Caleb - ¿Isabella? - le preguntó esta vez a ella.
Ella miró a Caleb y sonrió, luego a mi.
- Viniste - me dijo sonriendo.
Toda su personalidad seguía igual... ¿qué era esto?
- ¿Puedes por favor desplegar tus alas? - le pedí.
Ella me miró confundida y luego asintió. Miró a todos que estaban callados, se levantó del sofá y fijó la vista en su pecho, se abrochó los botones que Caleb había abierto, luego cerró sus ojos y sus alas se desplegaron y no cualquier alas, suspiré por lo que estaba viendo, era una belleza absoluta.
Caleb.
Isabella cerró sus ojos y unas alas impresionantes salieron, eran grandes, imponentes...de un color rojo intenso y en las puntas de sus alas tenia blanco. Estiró una de sus alas y cuando la abrió... por todos los Dioses que preciosa era, ese rojo se vio con mayor plenitud y solo en las puntas tenia un blanco tan brillante que no pasaba desapercibido. Levanté la vista sonriendo y quedé mas impactado, su cabello ya no era café, ahora era rojo.
- Isabella - la llamé.
Ella se giró y juro que mi corazón se detuvo. Era la belleza personificada. Su tez blanca, sus ojos rojos, junto a su cabello y esas magnificas alas... perfección absoluta.
- Que hermosa - dijimos Damien y yo al tiempo.
Nos miramos ambos molestos pero luego la miramos a ella, era una estampa imperdible. Hice aparecer un espejo de cuerpo completo y lo sostuve, ella se miró y tapó su boca con impresión.
- ¿Qué fue todo eso? - preguntó Daniel.
- Supongo que la conversión - dijo Isis.
- Que hermosas son... - susurró Isabella.
Damien se aclaró la garganta y miró a los padres de Isabella.
- Deberían tener mas cuidado con lo que hacen - les dijo molesto.
Isabella guardó sus alas, cerró sus ojos y cambió su blusa que estaba rasgada por una nueva. Quedé impresionado. Su cabello se puso de color café nuevamente pero sus ojos no cambiaron, esos quedaron rojos. Ella se miró al espejo de nuevo.
- ¿Mis ojos se quedaran así? - preguntó.
- Si - respondió Damien.
Desparecí el espejo y me acerqué a Isabella. Acaricié su rostro que ahora tenia mas pálido, supongo que era una de las nuevas cosas que ahora era, ella cerró los ojos ante mi toque, luego los abrió rápidamente y fijó la vista en Damien, él nos estaba mirando y pude ver una pizca de dolor en sus ojos, Isabella se separó de mi un poco y miró hacia abajo, su mirada cambió a una de preocupación.
- Damien, dame tu mano - le dijo.
Damien extendió su mano, ella lo tomó y lo hizo sentarse, hizo aparecer una caja de primeros auxilios y empezó a curar su herida, traté de calmarme... Baje la mirada y vi la sangre del idiota por todos lados.
- Hay que limpiar esto - dije.
- Yo lo hago - dijo Cristina ofreciéndose, se había quedado callada por la impresión pero supongo que quería ayudar.
Asentí.
- Me sientes ¿verdad? - susurró Damien a Isabella. Pero yo lo pude escuchar
Isabella asintió, y siguió curando la herida de él. Levanté mi rostro y suspiré. Miré a Isis, ella estaba en silencio, miró a Daniel con un atisbo de ira, Daniel le asintió y ella desapareció.
Daniel se percató de que lo estaba mirando, entrecerré los ojos y él negó con la cabeza. Acá algo estaba sucediendo.
- ¿Alguien me puede explicar que sucedió? - preguntó Rodrigo.
Damien se levantó ya con su muñeca curada.
- Isabella no es un ser humano que puedan convertir así como así, no se les pudo haber olvidado que ella está muerta, no tiene hilo de vida. Por lo tanto no les pertenece y su cambio a semidiós o lo que sea que querían hacer no iba a ser tan fácil. Ella pertenece a mi mundo, me pertenece a mi, solo yo puedo convertirla o brindarle poder - dijo molesto.
- Pero ella respira ... - dijo en voz baja Cristina.
- Lo hace, también tiene corazón pero no por parte de este mundo, sino por parte del mio. Es como ustedes, pese a que tienen el aspecto de un humano su funcionamiento no es el mismo. Ella es del mundo de los muertos, ustedes del mundo de los Dioses. Y tú - dijo mirando a Cristina - del mundo de los humanos. No se les puede olvidar las dimensiones - dijo Damien.
- ¿Por qué no lo dijiste antes? - le pregunté molesto.
- Porque no lo sabia con certeza, pero siempre le insistí a ella para que no lo hiciera. Por algo hay reglas que no se deben cruzar, pero todo esto es nuevo - dijo mirándome con ira.
- ¿Se convirtió? - preguntó Santiago.
- Lo hizo - dije mirándola - Si lo que dice la muerte es cierto, Isabella en estos momentos, es... -la miré impresionado y sonriendo
- Fue besada por la muerte, es una especie de semidiós y ahora bebió sangre de la muerte - dijo Daniel por mi.
- Por eso cambió su aspecto - dijo en voz baja Santiago.
- Es una combinación de dos mundos separados - dijo Damien sonriendo a Isabella.
Ella seguía en silencio.
- Pero esta vez con mas poder, porque le diste tu sangre - dijo Andrés apareciendo.
- Increíble - dijo Rodrigo.
Andrés se acercó a Daniel y ambos salieron de la casa, luego de unos segundos entró Andres pero esta vez solo.
- ¿Donde esta Daniel? - le pregunté.
Todos se giraron a ver a Andrés.
- Tenia algo que hacer - respondió Andrés como si nada.
Algo sucedía, Isabella frunció el ceño y Andrés se la quedó mirando. Damien y yo nos percatamos de ese gesto.
Isis.
Daniel me había sacado de ese lugar, estaba roja de la ira. Daniel me llevó a un lugar alejado, grité y golpeé un árbol con fuerza.
- Tienes que calmarte - me dijo Dan.
¿Como rayos me iba a calmar?
- ¡Casi muere! ¡delante de mis ojos! - le grité a Daniel.
El cielo empezó a volverse tormentoso.
- Isabella Mckenna, estas cambiando el clima de los dioses - me dijo Daniel regañandome.
Grité, grité fuerte y un rayo cayó, Daniel me miró sin inmutarse.
- Él tiene razón, fue una estupidez de nosotros confiarnos, sabemos de lo que es capaz y no estuvimos prevenidos - dije.
- Lo sé, y tienes razón. Pero ahora tienes que calmarte Isis, tenemos que pensar. Tenemos que estar juntos en esto, estar tres pasos adelante de lo que esos Dioses puedan hacer - me dijo Dan.
Hizo aparecer una botella de agua y me la dio, la tomé y bebí de ella.
- ¿Como está ? - le pregunté.
- Se ve confundida, no ha dicho mucho. Aunque no la culpo, todo a sido muy rápido y estuvo a punto de morir, cualquiera lo estaría en su situación - dijo Dan.
- ¿Damien? - pregunté.
- Molesto, realmente molesto - respondió Dan.
- Es fuerte, ella es fuerte. Tenemos que dejarla que practique con Damien, al igual practicará con nosotros, es mejor saber con que poderes cuenta - dije.
Dan asintió.
- ¿Le dirás a Cal? creo que se percató de nosotros - dijo Dan.
- Caleb es muy bravo, podría ocasionar un problema y sabes que los necesitamos. Seria difícil de controlar a Cal, mejor evitemos decirle por ahora - dije.
Quería decirle y que se formara lo que se tuviera que formar, pero desgraciadamente ella tenia un poco de razón y eso me daba mas rabia. Tenia que apoyarla por ahora.
Me acerqué a Dan, él abrió sus brazos para mi y me dejé tranquilizar por él. Quiero que esto acabe ya, quiero tener a Xavier en frente para acabarlo y que nos deje en paz. Quiero que deje a mi familia tranquila.
Isabella.
- ¿Quien la acompañó? - le pregunté a Caleb.
- Alisse - respondió el mirándome fijamente.
Cristina había ido a su casa a buscar algunas de sus cosas, la había convencido de vivir por un rato en el condominio, Damien ya se había ido, él no soportaba estar rodeado de seres como los semidioses y dioses, podía sentirlo.
- Tengo que preguntar algo, se que no es el momento pero necesito hacerlo - dijo Cal.
Asentí.
- Adelante - le dije con ternura.
- ¿Tus sentimientos cambiaron? - me preguntó con algo de miedo.
Acerqué mi mano a su rostro y acaricié su mejilla.
- Claro que no Caleb, te sigo amando a ti. Nada de lo que me suceda me hará cambiar mis sentimientos. Si te quiero admitir que siento mas a Damien, tu sabes de lo que te estoy hablando. Me pone triste verlo así, sentirlo así y no poder hacer nada. Es una relación un poco extraña y lo quiero no te lo negaré, pero no de la misma forma que a ti - dije con ternura.
- Te puedo enseñar a bloquear sus emociones - me dijo.
- No quiero bloquearlo Caleb, él tiene razón al decir que hago parte de él. Te amo y lo hago en verdad, pero quiero mantener esta conexión con él, es mi forma de agradecerle el que me mantenga viva. Él no tiene a nadie Caleb, y no te imaginas lo que està dispuesto a pasar porque yo no muera, es una vida solitaria por mi culpa, quiero por lo menos saber cuando se siente mal... no me puedes pedir que lo aleje, se que es difícil para ti, pero no puedo hacerlo - le dije tratando de que me entendiera.
- No te estoy obligando, solo pensé que querías dejar de sentirlo. Si tu estas bien con como están las cosas està bien, entiendo y seguiré entendiendo, no quiero hacer las cosas mas difícil para ti - me dijo.
Esta es muchas de las razones por las que amo a este hombre. Sencillamente es el mejor que pueda existir.
Alisse.
Llevé a Cristina a su casa en un auto, para que las personas de su cuadra no se asustaran si nos vieran aparecer de la nada. Estaba esperándola fuera de su casa,ya habían pasado varios minutos, ella dijo que tenia que avisarle por lo menos a su papá que se iba de campamento con unos amigos, un chico de cabello castaño estaba caminando y llegó a la reja de la casa de Cristina, tocando el timbre. , la puerta se abrió y venia saliendo Cristina con una maleta, miró al chico y le sonrió.
- ¡Hey! Marcus - le dijo entusiasmada.
¿Era su novio?
- ¿Te vas de viaje? ¿y la universidad? - le preguntó el chico.
- Voy a casa de mi amiga, mis padres están de viaje y no quería quedarme sola - le mintió al chico.
- Vamos te llevo - le propuso el chico.
- No, me están esperando - dijo Cristina, señalando mi auto.
El chico se giró, yo bajé el vidrio del auto. Nos quedamos mirando, él levantó la mano en forma de saludo y yo le asentí.
- Esta bien, en ese caso nos vemos mañana. Si necesitas algo por favor avísame - le dijo el chico.
Ella asintió y le dio un abrazo, definitivamente este par eran algo, sonreí. El chico tomó la maleta de Cristina y caminó hacia mi auto, quité el seguro para que lo pudiera entrar a el asiento de atrás. Cuando entró la maleta se asomó a la ventana que daba conmigo.
- Me la cuida mucho, por favor - me pidió.
Cristina entró al asiento del lado y se despidió de su amigo. El chico se quedó viendo como nos íbamos.
- ¿Novio? - le pregunté sonriendo.
- No, solo amigos - dijo ella con una sonrisa.
Y nos fuimos de vuelta al condominio.
Xavier.
- Lo tenemos, es hora de darle un toque a el arma - dijo con una sonrisa Hervich.
Todo estaba saliendo como lo esperaba.