SI HAY FALTAS DE ORTOGRAFÍA O INCOHERENCIAS INCOHERENTES POR FAVOR GUÁRDATELAS PORQUE LLEVO HORAS CON EL TRASTE PLANO Y QUIERO ESTUDIAR TE AMO GRACIAS GRACIAS ME DUELE LA ESPALDA MIRA CÓMO TE AMO.
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AARON
—Entonces... ¿Dónde está Marcus?—Aaron se encogió de hombros:
—Le dije que nos encontráramos aquí.
—¿Y a qué hora le dijiste? Porque llevamos dos esperándolo.
—Ah... Ya debe estar por llegar.
Mylene rodó los ojos, tamborileando una canción suave con los dedos. Los acercó lentamente al cabello revuelto de Clovis.
—Mylene—dijo.
Mylene casi se cae del banco.
—¡Fue inconsciente!—gritó rápido.
—¡Mira! ¡Marcus!—Aaron agitó la mano en el aire—. ¡Marcus! ¡Aquí! ¡Aquí!
—No, al lado de la ensalada. Aquí no—Clovis bostezó aun dormido.
El hijo de Apolo sonrió abiertamente. ¡Marcus no se había olvidado! Él se sentó al lado de Mylene, al frente de Clovis y bastante lejos de Aaron.
—¡Llevas la chapa!—se regocijó emocionado—. ¿Ves Mylene?
—Sí—Mylene estaba roja hasta las raíces de su cabello. Aaron se preguntó por qué. Su hermana le pegó un puñetazo en el hombro a Marcus—. Llegas tarde, imbécil. Aaron te esperaba.
Marcus frunció los labios y le echó una mirada a Aaron. Entonces desvió los ojos rápido.
El rubio frunció el ceño.
—No puedo llegar tarde cuando no me dicen a qué hora. Tenía lanzamiento de jabalina.
—Ah, ¿la jabalina es más importante que Aaron?
—Cállate.
Marcus y Mylene parecían tener una conversación profunda de la cual Aaron no entendía nada. Se sentía desplazado.
El castaño volvió a mirarlo por un corto segundo. Esa vez, el hijo de Apolo sintió un cosquilleo en la mandíbula.
—¡No importa!—se apresuró a decir él—. Ahora podemos empezar—Marcus levantó la mano—. ¿Sí?
—Tengo una duda. Creí que solo era una reunión para contar en tu apuesta—Aaron frunció el ceño:
—Estoy seguro que no —dijo rápidamente. Mylene rió por lo bajo y moduló un "mentiroso".
—Mentira. Lo dijiste en el capítulo-
—¡No cruces la cuarta pared, idiota!—Mylene le dio un fuerte codazo en la costilla a Marcus. Clovis balbuceó sobre gusanos en la ensalada y abrió los ojos.
—Bien...—Aaron pellizcó al hijo de Hipnos para que no volviera a dormir—. ¡Podemos empezar!
El hijo de Ares miró fijamente al de Apolo (consiguiendo que Aaron se sintiera nervioso) y se apoyó en sus brazos, sin dejar de mirarlo.
—Entonces...—murmuró—. Hmmm, ¿qué hacemos?
—Dormir—y se durmió. Aaron pensó despertarlo, pero ante la acosadora mirada del castaño se sentía vulnerable.
—Vale—susurró—. Dormir.
—Yo no me salté tiro al arco para dormir—dijo rápido Marcus. Lo miraba intensamente. Mylene se rió y puso los ojos en blanco:
—Se me olvidaba lo mucho que amas el tiro al arco —Marcus se sonrojó.
"Agh, ¡dejen de excluirme!" chilló el lado egoísta de Aaron.
Chst, no importa respondió.
El hijo de Ares carraspeó y el rubio volvió a la realidad. No pudo evitar echarle una duradera ojeada a esas orbes verdes...—. Tengo una mejor idea. Hablas de lo que sea que tengas que hablar.
—Tengo una mejor idea—apresuró Mylene, lanzando una mirada intensa a Marcus. Aaron hizo un puchero—. ¿Por qué no nos dedicamos a conocernos mejor?
—Apoyo esto—Marcus le devolvió la mirada a la rubia. Aaron frunció el ceño molesto.
"¿Conocernos mejor?" dijo ahora la parte inteligente de Aaron "Osea que Marcus se enterará de lo normal y aburrido que eres."
"¡Sí" chilló el lado loco, "y te dejará!"
"No lo puede dejar, imbécil. Solo son amigos"
"Te dijiste imbécil, imbécil. Y los amigos si se dejan. La autora lo sabe"
"¡Chitón! ¡La cuarta pared! También te dijiste imbécil al decirme imbécil, imbécil."
Aaron sacudió la cabeza:
—Mejor no.
—Awww~ Aaroncito quiere ocultarnos algo, ¿no?—Aaron se sonrojó cuando Marcus lo miró con los ojos brillando. Eran un contacto de ojos maravilloso. El rubio quería quedarse así siempre.
—¡Kaboom! ¡Vamos a conocernos!—Mylene se tiró sobre Marcus, cortando el momento que habían tenido ambos.
—A mi me parece una buena idea—Marcus se sacó a la hija de Apolo de encima—. ¿Despertamos a Clovis?
—No.
—Awww~, ¿Mylene quiere ocultarle algo a Clovis?—se burló cruelmente Aaron. Luego se sintió un poco culpable—. Era bromita.
Mylene soltó una carcajada y le guiñó el ojo a Aaron.
—Vale, ¿empezamos?
—Ya.
—Vale—murmuró cohibido. Sus manos sudaron un poco.
"Ojalá Marcus no lo note".
—¿Cuál es vuestro color favorito? —empezó la rubia—. El mío es el blanco.
—Celeste—Marcus miró la mesa, confundido—. No, el rojo...
—¡El amarillo!—dijo repentinamente entusiasta.
—El arcoiris—sonrió Clovis—. Amo el arcoiris. Me encant... Zzzz...
—¿Comida favorita? Me gusta la carne—ella se relamió los labios.
—También—Aaron le envió una silenciosa mirada de soslayo.
—Me gusta el pastel—ya no estaba tan entusiasmado.
—Lo que le gusta al arcoiris...
Aaron soltó una leve risita. Ya se sentía un poco mejor (¿por qué se sentía mal?)
—Hmmm... Película favorita. La mía es Amelie.
Marcus frunció el ceño—. Esa es demasiado rara. Me gusta...
—¿My little pony?—Aaron no pudo evitar reír, aunque Mylene mostrara tanta cercanía hacia el castaño.
—No, zopenca. Me gusta Fury.
—Una película de machos, ¿no?—codeó a Marcus. Aaron la fulminó con la mirada y Mylene le sonrió—. Vale, vale, ya paro.
—Lluvia de hamburguesas—masculló—. Y Wall-E.
—Tan infantil—sonrió Marcus. Pareció una onda expansiva que atravesó el corazón de Aaron.
¡Qué guapo que era!
—Arcoiris.
—Creo que Clovis está despierto.
—No, no lo estoy—y roncó. Aaron rió un poco.
—A ver... ¡Ya sé! ¿Cuál es vuestro ideal? A mi me gustan los rubios, gorditos y flojos. Son muy lindos cuando duermen.
—¿De verdad?—espetó el hijo de Apolo.
—Sí, de verdad. No me gusta Marcus—y le guiñó un ojo a él. Marcus puso los ojos en blanco:
—A mi me gustan las chicas independientes, fuertes, poco infantiles y que pueden golpearme sin miedo. Que me vuelen un buen par de dientes.
La felicidad anterior de Aaron cayó al Tártaro. Era imposible que... que... a Marcus...
—¿Qué?—dijo en voz alta.
—¿Qué qué?
—No, nada...—apretó los labios—. Yo no tengo ningún tipo.
—Espera, ¿qué?—chilló Mylene. Miró feo a Marcus—. ¡A ti te gustan lo-ffff!—mordió la mano del hijo de Ares.
—¡Su puta madre!
—¿Cómo que no tienes ningún tipo, Aaroncito? Algo quieres en tu pareja, ¿no?
Aaron miró el suelo, incómodo. Sentía sus pómulos arder:
—Supongo que si me quiere y me trata bien, está... bien—no pudo evitar sonreír tímido. Se moría de ganas por ver esas gemas verde opaco que estaba seguro lo miraban. Pero no lo hizo.
—A mi me gustan los arcoiris—dijo Clovis claramente. Estaba despierto—. ¿Qué hora es?
—Las cinco...—Mylene lo miró con sospecha—. ¿Por qué?
—Las cinco... Hummm, despiértenme cuando me toque montar pegasozzz... Zzzz... Arcoirizzz...
—Vale—respondió Aaron. Ellos compartían esa clase. Mylene no cambió su expresión de sospecha, pero se estiró hacia atrás:
—¡Tengo calambreeees! Aaron, creo que Will... Ufff—estiró los brazos, pegándole un puñetazo a Marcus—, dijo que fuéramos a... Ayudar a limpiar... Bueno, como soy una buena hermana, te dejaré con Marcus y me iré a limpiar—se puso en pie, dándole unas fuertes palmadas al castaño. Volvió a guiñarle un ojo a Aaron y se fue.
—Entonces...—Marcus carraspeó cuando le salió un gallito—. ¿Cuál... es tu canción favorita?
—Me gusta... no lo sé... Hay un pianista que amo...—se sonrojó. Lo más probable era que estuviese haciendo el ridículo—. No me sé su nombre. ¡Mira! Aquí tengo sus canciones...—sacó su celular con torpeza. Los audífonos los tenía enredados.
"Torpe".
—Mira... —la fija mirada de Marcus no ayudaba a mejorar su motriz. Finalmente enchufó los audífonos y le puso play a la canción. Le tendió uno al ojiverde, que se lo puso al instante. Cuando él se colocó el suyo, hizo que el de Marcus cayera sobre la mesa.
No pudo evitar reír leve. Marcus esbozó una sonrisa.
—No alcanza—se sintió tonto por decir lo obvio. Marcus le sonrió un poco más:
—No me digas—se sonrojó. Entonces gateó sobre la mesa y se instaló al lado del castaño, con mucha vergüenza. Le tendió el auricular que Marcus volvió a ponerse y reprodujo desde el principio la melodía.
—Se llama i Giorni—le dijo, girando su rostro hacia el hijo de Ares. Entonces quedaron a una pulgada de distancia, a un pequeñito soplo.
Aaron, por supuesto, sopló. Fue algo inconsciente, solo quería interrumpir ese momento tan... ¿Incómodo?
—¿Qué rayos?—Marcus tomó distancia, con la nariz arrugada—. ¿Sabes? Olvídalo.
Hizo un puchero—. Perdón—y para disimular cerró los ojos y escuchó la música. Tarareó gran parte, fue entonces que los abrió y esas brillantes orbes verde-castaño lo estaban mirando con tanta intensidad, confusión y regocijo que un escalofrío agradable le recorrió desde la punta de los pies hasta las orejas.
—La canción es muy linda, pero bastante... calmada—Aaron hizo un mohín, ¡cómo le habría gustado coincidir en gustos musicales!—. Aunque me gusta mucho. ¿Cómo se llama el que la toca?
—Pianista—sonrió. Marcus enarcó una ceja y sonrió. Hermoso:
—¿Y cómo se llama?
—Ludovico Ianudi... Espera, no—revisó la canción—. Einaudi. Ludovico Einaudi. ¡Es el nieto de un anterior presidente de Italia!
Marcus asintió con la cabeza y volvió a sonreír—. Lo tendré en cuenta.
El rubio inclinó la cabeza y sonrió a su vez. Se miraron a los ojos. En ese momento, sentía a Marcus al alcance de su mano, y no físicamente...
Clovis se atragantó con su saliva y roncó con fuerza. Aaron por poco se cae de la silla.
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