Capítulo 1:
Abraham se encontraba sentado en la única silla que tenía en su habitación, lo habían tenido encerrado allí ya hacía más de cuatro años y francamente ya estaba harto, cansado de no poder salir y no hacer nada en todo el día.
En esos cuatro años no habían logrado mucho, a decir verdad después de tantos años de no querer recibir ayuda los médicos estaban cansados de insistir y él siempre matar a todo aquél que se le acercara.
Solo habían logrado controlar sus enfermedades con medicamentos, si algún día dejaba de consumirlos todo lo consumiría.
(...)
Tenía una cama algo pequeña, aún más que la individual y eso que no era tan alto, con dificultad podía dormir, se la pasaba discutiendo con las voces que estaban internas en su cabeza, nunca lo dejaban tranquilo, siempre estaban presentes.
Lo único que las callaba por un momento es cuando él hacía lo que sus voces le indicaban, y eso implicaba incluso hacerse daño él mismo, pero no le importaba, lo hacía todo con tal de que no le molestaran.
Lo tenían totalmente aislado de los demás pacientes, por temor a qué les hiciera algún daño o que llegara a escaparse, y es por eso que lo mantenían vigilado las 24 horas del día.
Varios especialistas habían intentado ayudarlo, pero no daba resultado porque él no quería cambiar, de alguna manera estaba seguro que sería así por el resto de su vida, aseguraba que no estaba loco, que no tenía nada, solo pedía estar solo y que nadie lo molestara, al fin y al cabo ya no sentía más dolor, del tipo que su padre le proporcionaba hace años.
Los médicos habían intentado viejos métodos, como las terapias electroconvulsivas, la meditación, mantenerlo drogado, y él solamente en su maquiavélica mente planeaba matarlos a todos algún día y salir de allí.
(....)
Abraham se encontraba recostado en la cama un tanto mareado, la cabeza le palpitaba, no se sentía bien, algo anunciaba que pronto enfermaría.
Todas las noches los medicamentos y las drogas le provocaban insomnio, le costaba mucho conciliar el sueño, y siempre que lo lograba tenía pesadillas y era el mismo cuento de siempre.
No le gustaba soñar nada de su pasado y regularmente eso siempre estaba en sus sueños, así que prefería no dormir.
Y durante esa noche no durmió, prefirió levantarse a dar vueltas por el cuarto, caminaba de un lado a otro intentando distraerse, pero las horas se le hacían eternas en esa habitación, su más grande deseo era salir de allí, poder ver la luz del sol, sentir el viento remover su cabello, respirar aire fresco, pero lo que más extrañaba era a su perro Drago.
Todas las noches lamentaba haber involucrado a drago en lo que había hecho, había sido el único que cuidaba de él cuando lo necesitaba, y siempre llegaba a tiempo para salvarlo, le preocupaba que lo hubiesen sacrificado desde el día en que se lo llevaron a la perrera. Quería tenerlo cerca, volver a estar con el no obstante sabía que eso no sería posible en mucho tiempo.
Las voces esa noche se encontraban muy inquietas al igual que el, su corazón estaba muy agitado, como si se fuese a salir de su lugar, no quería tener un episodio más de ansiedad esa noche, porque no deseaba permanecer todo el día siguiente drogado. Algo le decía que debía estar bien.
Simplemente se dedicó a recostarse en su cama en posición fetal, aveces se ponía a pensar en qué hubiese sido de él si se hubiera dedicado a lo que tanto anhelaba ser de pequeño, un gran cantante reconocido mundialmente, era un chico al que le apasionaba la música. Pero la vida lo había llevado por el camino equivocado, o quizá siempre su destino había sido ese...
L@s amo ❤