El alfa enamorado ✔🐺🌌

By CarmessyIglesias

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Madeleine Villarreal ha perdido al único miembro de su familia que le quedaba, está sola en el mundo buscando... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Epílogo
¿Que creen?
Anuncio Importante

Capítulo 44

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By CarmessyIglesias

Verdades...



Dos días antes...

Alexter sintiéndose perdido regresaba de nuevo a la casa sin saber nada de ella, cansado, con la cara desencajada, había vuelto a dejarse crecer la barba no tenía ganas de preocuparse por su imagen, la bestia en su interior se desbocaba por momento y le costaba controlarla, eran cansadas esas batallas internas tan llena de reclamos del otro.

Sebastián no había acompañado al mayor quedándose a buscar respuesta con el consejo de lobos, la pasividad de la madre de Maximiliano le hacía dudar de la mujer, ya han pasado casi dos semanas y de ellos no se sabe nada, Alexter y él estaban más que seguro que su enemigo era el culpable.

Alexter abrió de golpe el estudio donde él estaba con su padre después de que el consejo se retirara, todos hablaban del lobo gris, pero nadie sabía quién era o eso era lo que decían.

— ¿NADA? — gruño el mayor al ver el rostro de Sebastián igual de cómo lo dejo.

—No saben de él... — dijo el menor

—Les he dicho que no sabemos quién es nuestro enemigo —dijo don Guillermo, levantándose para irse, pero Alexter le impidió avanzar.

—Padre tú sabes más de lo que dices —afirmo el mayor, ganándose la mirada de su hermano

—Que tonterías dices Alexter, estoy igual que ustedes en estos momentos — dijo molesto

—No mientas, sé que ocultas tantas cosas que no quieres decirnos la verdad, ¿qué tratas de ocultar? — lo miro con molestia, sabía que su padre les ocultaba cosas y que no contaba con la disposición de decirles.

— ¡NO SE NADA, DEJA DE HACERTE IDEAS! — maldijo con voz fuerte retumbando en toda la casa, María al escucharlo corrió a donde ellos estaban.

—Por favor, tranquilízate Alexter nosotros estamos de tu lado— Sebastián intentaba tranquilizar a ambos.

—¡NO!, quieres que me tranquilice ella está perdida, perdida a merced de no sé quién, un condenado lobo gris que se ha ensañado con nosotros, crees que estaré tranquilo sabiendo que ella ¡ESTÁ EN PELIGRO! — su voz cambiaba de tonalidades la bestia en su interior le jugaba de nuevo querer salir y no la dejaría; si lo permite no sabría de que sería capaz. «¡Y TÚ ME QUIERES DECIR QUE NO SABES NADA!» miro a su padre directamente, sus ojos cambiaban a amarillos, bufo y sacudió su cabeza, María observaba todo a su alrededor.

—Te he dicho que...—quiso decir el alfa

—BASTA — la voz de María los hizo girarse hacia ella «hable con sus hijos alfa, ellos merecen saber la verdad, estamos hablando de la vida de Madeleine, de la hija de Jorge su amigo... que fue capaz de pasar sobre sus propios principios por la amistad de ambos, usted le hizo una promesa» con lágrimas en sus ojos, María le rogaba decir la verdad, don Guillermo la miro con tristeza.

— ¿Jorge? ... El papá de Madeleine se llamaba Sandro — dijo Sebastián.

—María ¿Qué verdad? — Alexter logro tranquilizarse para hablar con ella.

—El lobo gris es enemigo de esta familia desde años atrás — dijo ella

—No sabemos si es él — interrumpió el alfa.

—No necesitamos negarnos a la realidad Guillermo, tú y yo hemos cargado con esto por años — la voz de María se volvió más segura «Pensamos que el pasado nunca nos alcanzaría, pero al final el pasado nunca se fue» Alexter y Sebastián miraban a ambos sin entender. Don Guillermo mareado por la idea de tener que aceptar en voz alta sus pecados, camino dando pasos inseguros hacia atrás cayendo en una de las sillas, tomo su rostro con una de sus manos apretando su frente, no podía decirles a sus hijos que él era una mentira, que no conocía el honor. «Alexter, Sebastián, solo les pido que escuchen a su padre sin juzgarlo, todos en algún momento hemos cometidos errores, alguno nos marcan toda una vida» camino hasta el alfa, colocando su mano en su hombro animándolo a hablar, Alexter se alejó a la ventana el ambiente era demasiado tenso. Su padre inició su relato, una vez más revivió las heridas de su corazón.

—Él; no tenemos dudas nunca las he tenido simplemente no quería aceptar que el lobo gris es mi mejor amigo y hermano a quien yo... en un momento cegado por el dolor, el miedo, el coraje y mi inmadurez no pude controlar mis impulsos fallándole... destruyendo a quien él amaba con mis propias manos... él merece esta venganza... pero no deseaba que ustedes quedaran en el medio...nunca pensé que esto podría pasar, pensé que él había muerto— Sebastián empezó a escuchar el relato, poco a poco fue sentándose en la silla con una mirada de incredulidad observaba a María, que en ningún momento se alejó del alfa, simplemente unas lágrimas corrían por sus mejillas en silencio, por su parte Alexter miraba por la ventana como el sol se metía, la opresión en su pecho se hacía cada vez más fuerte. Don Guillermo relató todo, sin omitir absolutamente nada... pasaron las horas y el cielo se llenó de oscuridad, la luna se había negado a iluminar el paisaje escondida entre las nubes. «Madeleine es hija de Jorge que por protegerla cambio su nombre a Sandro, estuvieron escondidos en diferentes partes, él temiendo que también el pasado nos alcanzaría, me hizo prometerle que pasara lo que pasara protegería a su hija, pero... he fallado» soporto las lágrimas en sus ojos, se sintió expuesto ante sus hijos que guardaban silencio.

—Entonces no debemos perder más tiempo — Alexter dijo duramente, caminando hacia la puerta para salir de ahí «No soy nadie para juzgarte, es algo que mi madre me dejo muy claro de niño por ella no juzgaré tu pasado, pero nos mentiste y por ello él nos ha ganado terreno, hemos perdido miembros de la manada... perdí a Gabriela en este fuego cruzado por algo que tú hiciste... ¡PERO NO PERMITIRÉ PERDER A MADELEINE POR ESTO!» salió azotando la puerta detrás de él. Alexter siempre había sido más apegado a su madre y rebelde con su padre de joven. Sebastián seguía en silencio sin decir nada miraba sus manos intentando procesar lo que su padre había dicho.

— ¿Sebastián? —la voz de su padre le hizo mirarlo a los ojos, sin decir nada miro de nuevo a sus manos.

—Me has restregado más de una vez en la cara el honor de un Itreque, cuando fui alfa de esta manada me pediste ser intachable, cuando te dije miles de veces que no deseaba casarme peleaste conmigo hasta el cansancio diciéndome de la fuerza de un lobo, por años me hablaste de honor... y tú no conoces lo que es eso, has metido a la manada Itreque en un hoyo; por ti hemos perdido... familia, amigos... reprimí mis sentimientos por Valentina por años— María y don Guillermo miraban a Sebastián sorprendidos, él aún no había anunciado nada sobre ellos dos «Estuve a punto de perderla por esto» gruño tirando todo lo que estaba sobre el escritorio «creyendo que éramos Alexter y yo los malditos... pero fuiste tú quien nos condenó a esta vida, no perderé a nadie más por tu error, ¡no perderé a nadie me entendiste!» se puso de pie, no miro a ninguno de los dos y salió del estudio, sentía que su cuerpo se consumía del coraje.

Sebastián salió al bosque bufando de coraje se adentró entre los árboles mirando que al avanzar sombra lo seguía, su fiel lobo... empezó a correr a la par de él. Alexter irrumpió en el ático donde había estado encerrado por mucho tiempo la furia que en él se desataba le estaba costando controlar, había salido del estudio por miedo a perder el control, sabía ahora que Madeleine corría peligro demasiado peligro y alejaba la idea de que llegaría demasiado tarde, necesitaban afrontar el pasado de su padre y borrarlo de la faz de la tierra, no era nadie para juzgarlo, pero no se sentía en su corazón capa de perdonar las mentiras.

Don Guillermo miraba con seriedad el estudio el teléfono sonó regresándolo a la realidad antes que María contestara se adelantó después de uno minutos y sin decir nada colgó, en su mente trazaba miles de cosas sabía que tenía algo que hacer y debía hacerlo ahora.

—María junta a mis hijos, debo hablar con ello — el alfa pidió a María una última cosa.

Pasaron las horas cuando María logro juntar a los dos eran cerca de las cuatro de la mañana, espero a Sebastián que regresara y les pido que la acompañaran a donde su alfa le había pedido los llevara.

—María no entiendo porque debemos vernos aquí con mi padre — decía Sebastián aún molesto entrando a la casa donde una vez Alexter estuvo oculto.

—Me dijo su padre que era importante, tiene información sobre Madeleine — ambos la observaron con seriedad, entraron a la casa hasta el cuarto donde Alexter estuvo guardado.

—Pero no entiendo que hacemos aquí María — dijo el mayor girándose a María que permanecía en la puerta, la habitación continuaba igual con las puertas de seguridad y las ventanas aseguradas con barrotes.

—Yo... perdónenme mis pequeños — dijo María dando un paso atrás cerrando la puerta con seguro, Sebastián corrió chocando con ella, pero le fue imposible abrirla.

—¡MARIA! ¿Qué pasa? María — decía con urgencia Sebastián.

—Ella solo obedece mis órdenes — la voz de su padre se escuchó del otro lado «no desgasten sus fuerzas tratando de salir de aquí, lo construí pensando en ti Alexter, cuando la bestia fuera incapaz de controlarse... este lugar es seguro»

—Seguro ¿Seguro de que? — gruño Sebastián pateando la puerta convertido en lobo, pero esta no cedía a sus golpes. Una pequeña ventana en la puerta se abrió dando paso al rostro del alfa.

—Seguro de todo, cometí un gran error, pero ustedes no pagarán por ellos nada puede salir de aquí y nada puede entrar, además que no es a ustedes a quien él busca dañar, es a mí y eso le daré — dijo con tristeza.

—Alfa... — la voz de Alexter se escuchó en el fondo de la habitación «No puedes dejarnos aquí por mucho tiempo» gruño

—Solo por hoy — dijo el alfa «solo lo necesito ahora» antes que pudiera decir más los gritos de lobos se escuchaban por todas las tierras.

—¿Qué estás haciendo papá? —Sebastián preguntaba aferrado a la puerta

—Lo que le prometí a su madre, yo perdí todo cuando me atreví a dañar a quien era mi familia, no tenía nada, nada porque soñar o vivir, pero cuando te vi por primera vez Alexter en mis brazos supe que mi motivo había llegado, creí que estaba maldito, pero la vida me dio otro regalo tu Sebastián y mi mayor ilusión se hizo presente en los ojos de mi pequeña Sofía, estaba perdido sin nada, pero ustedes son y serán mi todo hasta que la luna nos permita volvernos a reunir, son mi mayor logro... su madre el amor de mi vida... se lo debo, le debo una vida plena para ambos... Sebastián eres un excelente miembro de esta manada mi orgullo, en ti miré tanto de mí que tenía miedo que te convirtieras en algo que no eres — dijo mirando a su hijo a los ojos, Sebastián soportaba las lágrimas.

—Papá — Sebastián aguantaba el nudo en su garganta.

—Alexter... tu un hombre tan bueno, estoy orgulloso de quién eres... de todo, porque la bestia también es mi hijo — el mayor miraba a su padre apartado de la puerta «Hagan su vida en paz y hagan sentir orgullosa a su madre» con eso último se separó, miro a María y acaricio una de sus mejillas «perdóname, mi fiel amiga, mi hermana de vida» se alejó de ella, camino hacia la salida. Alexter observo la escena, apretaba sus manos en puños aguantando la ira que en su cuerpo corría, su padre había decidido morir por ellos.

—¡PADRE! — el grito de Sebastián lo hizo girar, para solo dedicarle una sonrisa sincera, en la mente del mayor llegaron sus recuerdos más preciados, su padre jugando con él, enseñándole a pelear, a ser un líder para la manada.

Don Guillermo caminó adentrándose de nuevo al bosque, el alfa de la manada Itreque morirá con honor esa noche, había hecho las cosas mal, pero hoy buscaría enmendar su error, pagar sus pecados y principalmente protegería a sus hijos, pasara lo que pasara daría su vida por ellos, a cada paso que daba vuelta a los terrenos donde sabía que él lo esperaba recordaba las miles de experiencias vividas con sus hijos, recordó el dulce rostro de su querida Sofía que había mandado lejos días atrás planeando ese encuentro, no soportaría verle sufrir, dejo una carta en manos de Carlos que pasada la fecha él le entregaría junto a Valentina. Miro el cielo buscando la luna que se imponía, pensó en su amada esposa y que si la luna era buena con él le permitiría ver al cerrar sus ojos y encontrarse con ella, porque hoy cumpliría todas sus promesas, protegería lo que le había devuelto la vida a su alma, ese par de niños convertidos ahora en hombres y esa bella mujer que no podría acompañar al altar, no abrazaría a sus nietos, pero los miraría desde donde este. Miró a los lobos correr a su alrededor pronto llegaría a su destino... sin vuelta atrás.

—Espero ser bienvenido a tus brazos amada mía — sus últimas palabras al viendo, seguido a sus recuerdos, la imagen de ella corriendo en el bosque iluminada por la luna...

— ¡MARIA! Por favor déjanos salir — suplicaba Sebastián aferrado a la puerta pasaba el tiempo y no lograba nada, la mujer por su parte lloraba desconsolada aferrándose a su cuerpo, dividida por el deseo de abrirle a los hijos del alfa para que evitaran la muerte de él, pero por otra parte su respeto y amor hacia Guillermo la detenía, él que siempre la cuido como su familia y le permitió ser parte de la manada, dándole un lugar a su lado como parte importante de la familia.

Alexter por su parte se había sentado en la cama que quedaba atrás de él, su batalla interna con la bestia no estaba siendo sencilla, le estaba costando mantener el control de sus emociones, su cuerpo temblada de coraje, la bestia en su interior gritaba «¡ÉL ESTÁ AQUÍ, ÉL TIENE A MADELEINE DEBE MORIR!» Una y otra vez retumbaban en su cabeza, la frente se oprimía cada vez más podía sentir que su cabeza estallaría en cualquier momento, se aferró con sus dos manos a ella, tratando de pasar el dolor, pero la razón de Alexter se perdía donde la bestia iniciaba. Dejo de escuchar los gritos de Sebastián hacia María se escuchaba como ruido a lo lejos de él, alzo la vista hacia su hermano, gotas de sudor escurrían sobre su rostro como agua, sus uñas crecían sabía que perdería el control y no podía permitírselo no ahí dentro con Sebastián, jamás ha atacado a ninguno de ellos, pero en ese momento no sabe de lo que la bestia sería capaz de hacer por salir. Fue hasta minutos después que se dio cuenta de que su hermano había dejado de gritar y estaba frente a él preocupado.

— ¿Sebastián que sucede? — María intentaba asomarse por la puerta.

— ¡ALEXTER!... vamos Alexter regresa, todo está bien, te necesito consiente ¡Alexter! — le hablaba tratando de ayudarle.

Alexter cerró los ojos con fuerza e intento concentrarse, convencer a la bestia que no era el momento que lo dejara solucionar eso que saldrían y encontrarían a Madeleine. Poco a poco retomo el control de su cuerpo, miró a su hermano que aún permanecía frente a él preocupado, levanto su mano colocándola en su hombro para simplemente apretarlo y demostrar que está bien.

— ¿Alexter? — la voz de María del otro lado lo hizo mirar hacia ella y caminar hasta la puerta.

—Sé que esto lo haces por amor y respeto hacia mi padre, sé que internamente estás peleando entre cumplir tu palabra y dejar que nosotros salgamos a defenderlo, te entiendo María... ahora yo te tengo algo que pedir por todo ese amor que nos tienes, déjame salir... sé que puedo defendernos, puedo defender a todos... ellos no se irán tranquilos con solo matar a mi padre— dijo con tranquilidad, debía hacer entender a María de otra forma... hacerla hacer un balance entre la decisión de su padre y la seguridad de la manada de todos lo que la conforman... niños, mujeres... pero de ella no recibía nada que no fuera solo silencio y su respiración entrecortada por llorar.

—Le prometí a su madre que cuidaría de ustedes y cuidaría de él, yo nunca imagine tener que elegir si protegerlos a ustedes o a él... este pasado no es suyo, este dolor no tienen por qué vivirlo — después de pronunciar esas palabras volvió el silencio a reinar.

—No tienes que elegir María... ese pasado debe quedarse atrás, la única manera en que podemos hacer eso es que hoy termine... — dijo seguro Alexter aferrado a la puerta, ella no pronunciaba nada más, los gritos empezaron a escucharse a lo lejos... se escucharon pisadas entrando a velocidad a la casa «¡Déjanos salir!» ordeno el mayor pero María no hizo nada. Golpeo la puerta con fuerza haciéndola retumbar, pero esta no cedía a sus golpes.

—María, vamos no puedes estar expuesta si son ellos... no puedes dejarnos encerrados necesitamos protegerte — dijo con urgencia el menor acercándose a su hermano. Dos lobos imponentes de pelaje negro interrumpieron en la habitación gruñendo.

— ¡MARIA! — el grito de Alexter la hizo salir del trance en que ella estaba, pero antes de poder abrir la puerta uno de los lobos la tomo de la pierna mordiéndola jalándola lejos, por más que intento luchar sus fuerzas no eran comparadas. Los gritos de ella empezaron a hacerse presente, Alexter golpeo con fuerza la puerta su hermano imito el mismo movimiento, pero no lograban abrirla. Escucharon dos gruñidos más temiendo lo peor intentaron forcejear aún más, María apareció en la puerta abriéndola deprisa, Sable y Sombra habían llegado ayudarle.

La mujer logró abrir y cayo sin fuerza, Sebastián la tomo en sus brazos para buscar un lugar seguro donde poder dejarla, Alexter arremetió contra los lobos contrarios tomándolos del cuello uno a uno partiéndolos y lanzándolos lejos.

—Demos regresar a la casa Alexter — dijo Sebastián

—Necesitas proteger a María, cuando ella esté segura encuéntrame — con eso último salió corriendo de la casa en busca de su padre y el lobo gris, Sable corría a la par de él, con su pelaje blanco ensangrentado. Antes de poder llegar su camino fue interrumpido siendo arroyado de golpe estrellándose a uno de los árboles por alguien que necesitaba ese encuentro.

—Nos volvemos a encontrar... me debes un brazo — gruño el hombre pelirrojo frente a él.

—No estorbes — Alexter gruño en respuesta.

—Ese día me tomaste desprevenido Alexter, pero hoy será muy diferente.

—Si lo será... hoy tú morirás — corrió sin perder tiempo contra él, sacando sus garras arrebató contra el rostro del pelirrojo, pero este fue más hábil esquivando su golpe.

—No será tan sencillo lobito.

Los dos hombres lobos se aferraron a una batalla que parecía no tener fin, el pelirrojo a pesar de no tener un brazo demostraba ser un rival a la altura de cualquiera, pero Alexter se estaba desesperando cada vez era más tarde para llegar a su padre y el lobo gris, no podía seguir perdiendo el tiempo con ese hombre que no lo dejaría ir sino hasta las últimas consecuencias. Ágilmente logro derribarlo de un golpe, él otro empezó a reír eso lo desconcertó.

— ¿Qué es lo que tanta gracia te da? — exigió Alexter

—Tu intento de querer vencerme, no podrás lograr nada Alexter morirás este día y no salvarás a nadie... sé que quieres correr a donde tu padre, él ya debe de estar muerto como ella — saboreo sus palabras finales, buscaba desconcentrar al menor trayendo a Madeleine a sus pensamientos.

— ¡¿QUÉ DICES?! — grito empuñando sus manos con fuerza

—Escuchaste muy bien Alexter esa mujer ha muerto.

Las palabras retumbaron rompiendo algo dentro de él, rompiendo su razón, su lógica... a su mente llegaron sus ojos esos que por tonto no observó por más tiempo, sus labios que jamás volvería a probar, un demonio se desató dentro de él, la bestia busco a golpes salir desesperado como las olas rompiendo en las afiladas rocas, después todo fue nada... llego la oscuridad Alexter cayo cejado en la sed de sangre...

La bestia salió arrasando con todos sus pensamientos, ataco sin piedad al hombre frente suyo el otro contrariado por tal cambio de Alexter trataba de imponerse pero era imposible, en un mal movimiento del mayor quedo con las garras de la bestia en su cuello y sin piedad arranco de tajo la tráquea el cuerpo del pelirrojo cayo inerte sin vida empapando de sangre el suelo a su alrededor, el cuerpo de la bestia temblaba, a su olfato llego un olor a sangre familiar por sus sentidos agudizados, la imagen de su padre llego a sus ojos corrió velozmente...

—Desee por tantas lunas este encuentro — dijo el lobo gris erguido mirando directamente al alfa, con esos ojos inyectados de sed de venganza.

— Debo admitir que también deseaba volverte a ver, deseaba pedirte perdón — dijo con calma

— ¡CÓMO TE ATREVES! ¿PERDÓN? ES UNA MALDITA BROMA GUILLERMO — grito

— Sé que no tendré tu perdón, pero necesitaba este día... — volvió a decir con calma, sin alterarse en su corazón aceptaba su destino, tantos años atormentado por su pasado y hoy estaba frente a él, se sentía libre por primera vez en tantos años después de decirle a sus hijos lo que siguiera no importaba.

— Yo necesitaba este día... — gruñó corriendo a velocidad contra él, sacando sus garras listas para atacar, miro al hombre frente suyo que no movía ni un solo músculo de un zarpazo golpeo su cuerpo aventándolo lejos para después seguir golpeándolo sin parar, rasgando su cuerpo con sus garras, la sed de venganza había cobrado su cuerpo por completo esperando ese día, dejándolo malherido, lo azotó de nuevo contra un árbol gruñendo de coraje a la luna que se perdía en los tonos naranjas que el sol empezaba a marcar en el cielo «Eres un cobarde... no te defenderás, no pelearas contra mí» dijo con tono visceral.

— No necesito hacerlo — dijo con dificultad escupiendo sangre de su boca, como pudo se incorporó quedando recargado a uno de los árboles.

— Tú... ni creas que por no defenderte te perdonaré la vida, pero antes de morir dime una cosa ¿Quién es la madre de Madeleine? — habló acercándose poco a poco a él quedando a centímetros de él, poco a poco saco sus garras para enterrarla en el cuerpo del alfa,

—Lo has visto no es así...— dijo con dificultad

— ¡DÍMELO! — exigió el hombre encajándose aún más en él.

—Ella debe vivir... no tiene la culpa de esto solo... —su cuerpo dejaba de responderle, el lobo gris embriagado por el coraje clavo aún más sus garras en él atravesando su cuerpo, el alfa miro al cielo directo a la luna que desaparecía poco a poco... «Perdóname hermano» pronuncio antes de cerrar sus ojos y abandonar su cuerpo, el lobo contrariado golpeo aún más el cuerpo del alfa, saco sus garras de golpe de él dejándolo caer, miró fijamente lo que había logrado... pero aún seguía manteniendo ese hueco en su pecho reclamando por más...

Alexter había llegado muy tarde, su padre caía antes sus ojos, cegado por el dolor corrió empujando lejos al lobo gris que no podía reconocer lo que había sucedido, la bestia dañó su cuerpo con un solo movimiento enterrando sus garras en su pecho rasgando de golpe la piel y la carne, el lobo gris aun contrariado sin saber que lo atacaba por la velocidad, todo sucedió muy rápido... hasta que miro al menor aferrado a su padre...

—Pa-pá — decía con dificultad, su padre abrió sus ojos con pesadez

—Hijo... — con un ligero suspiro

—No mue-ras — vio sus ojos amarillos, entendió que la bestia hablaba

—Alexter, no pierdas el control ve por Madeleine, ella te necesita — con eso ultimo cerro sus ojos, se aferró a él gritando desesperado... su padre suspiro su último aliento en sus brazos, a su memoria llegaron todos esos momentos vividos, la bestia y él mantenían una batalla por el control, algo exploto dentro de él.

— ¡NO! — su grito retumbo en todo el bosque.

Sebastián por su parte al oír el grito desgarrador de su hermano corrió hacia él, cuando llegó a su encuentro se topó a su hermano abrazado a su padre, del lobo gris no había rastro alguno solo el camino de sangre... mando a sus hombres seguirlo.

—Alexter, hermano — dijo con calma, miró el cuerpo de su padre, se hincó a lado de él, por muchos años el llorar para ellos había sido simplemente algo inexistente, él les exigió ser fuerte ante cualquier situación, pero en ese momento sus principales lazos familiares ahora no estaban con ellos. El sol aclaró el paisaje después de unos minutos por completo, Alexter abrió sus ojos y Sebastián pudo notar algo diferente en ellos uno de color azul y el otro amarillo como la bestia, se puso de pie con su padre en brazos caminando con rumbo a la casa principal había perdido a su alfa y por siguiente él ahora era quien debía dar la cara a la manada, dentro suyo las palabras de su padre se aferraban a su alma... sus hombres regresaron sin rastro del lobo gris, pero tomaron de rehén a uno de los hombres lobos que venían con él lograron sacarle el lugar de la guarida del lobo gris.


Alexter y Sebastián no perdieron el tiempo si Madeleine aún vivía tenían que actuar aprovechando que ellos no lo mirarían venir, creídos que estarían de luto por la muerte del alfa y no atacarían; esa era su ventaja y la tomarían.









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