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By amantedelaspalmeras

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-Ven aquí princesa -Dijo él golpeando suavemente sus piernas, sentado en el sillón de mi casa. Caminé hacia é... More

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Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7

Capítulo 2

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By amantedelaspalmeras

Y aquí estoy yo, viviendo la mejor fiesta de cumpleaños que alguna vez hubiera soñado, mi cuerpo se mueve al ritmo de la música y el chico más apuesto del curso me sostiene fuerte de la cintura mientras cada vez acerca su rostro más a mi y sus tibios labios

No. Ojalá.

La situación actual es que estoy recostada en la cama de la habitación del hotel después de una merecida ducha, después de horas de viaje, mientras no puedo evitar pensar en que todos mis invitados ya habrán llegado a casa y visto que la fiesta fue un fiasco, ya que no pude avisarle casi a nadie. Solo espero que al final de las vacaciones y de vuelta a clases nadie lo recuerde ni me reprochen nada.

Escucho dos toques en la puerta y de seguro es mi padre. No tengo ganas de ponerme en pie así que exclamo que entre levantando la voz y así lo hace. Dirijo mi vista hacia él y noto que va vestido de traje y corbata.

—¿Cómo estás? —Me pregunta con una sonrisa que más bien parece una mueca.

—¿Acaso te importa? —Respondo tajante.

—No me hables de esa forma, prometo recompensártelo luego. —Dice arrodillándose en la alfombra hasta quedar a mi altura ya que sigo sentada en el borde de la cama.

—¿Luego? ¿Cuándo es luego? Mi cumpleaños es hoy, papá. Se supone que tendría que estar pasando un día divertido como una chica normal cumpliendo 17 años. Pero no es así. Es únicamente tu culpa. Si mamá estuviera aquí esto no pasaría.

Él se pone en pie y se sienta en un pequeño sofá sin responderme más nada. Tal vez porque ya no quiere discutir más, o quizá porque sabe que tengo razón. O ambas cosas. Lo observo en silencio y noto su mirada preocupada y su pierna se mueve nerviosamente. Quisiera preguntarle que le pasa pero durante los últimos años el orgullo ha construido un gélido muro entre nosotros difícil de traspasar. Luego de unos largos minutos oigo su voz nuevamente.

—Enciende la televisión por favor Beryl, quiero saber qué hora es aquí.

Hago lo que me pide y veo que aquí son las 8:32 pm, aunque esta tan oscuro afuera que parece más tarde. Mi padre ajusta su reloj de muñeca y luego hecha la cabeza hacia atrás cerrando los ojos. Luego lo escucho bufar.

—¿Viniste para quejarte? —Pregunto en voz baja pero aún así me ha escuchado.

Me mira de reojo en silencio por unos cuantos minutos, como si no supiera que decir. Hasta que rompe el silencio.

—¿Sabes? No pensaba salir esta noche. Realmente quería dormir temprano. Pero en realidad no lo sé. Antes de viajar había quedado con un socio en que él se hospedaría en el hotel y así encontrarnos ya que no conozco muy bien esta ciudad ni tampoco tengo como movilizarme excepto que rente un auto o viaje en taxi, claro. Pero no lo he visto en todo el día ni tampoco responde mis llamadas. Así que iré a la empresa ahora, no puedo esperar hasta mañana. De todos modos no queda muy lejos de aquí. —Explica poniéndose en pie nuevamente.

Y la verdad es que al escuchar todo eso no pude evitar sentirme estúpida por haber pensado que él se había vestido así para... No sé. Invitarme a cenar fuera. Pero ahora ya sabía la razón.

—Bien. —Digo poniéndome en pie y acompañándolo a la puerta— Entonces, nos vemos mañana...

Él se detiene un momento antes de salir de mi habitación y me da un beso en la mejilla y un corto abrazo, el cual no le correspondo.

—Hasta mañana Beryl. —Me vuelve a dar un último beso en la frente esta vez y lo veo irse hacia el pasillo—

Vuelvo a la cama y empiezo a buscar algo en la TV pero todo me parece aburrido y no conozco la programación de este país. Tomo mi teléfono esperando que haya WiFi y en efecto sí hay, pero está protegido con contraseña. Que bien Beryl, tendrás que salir y preguntarle a algún empleado, con lo mucho que te gusta hablar con gente que no conoces. Nótese el sarcasmo.

Una vez fuera de la habitación comienzo a caminar buscando con la mirada a algún empleado pero no veo ninguno, entonces decido ir hacia el buffet /comedor/restaurant del hotel. Como le quieran decir.

Me siento en la barra y el barman se acerca a mi en cuanto nota mi presencia.

—¿Qué desea consumir? —Me pregunta sin mirarme a los ojos ya que su mirada esta puesta en una copa que esta limpiando. Tiene el pelo casi rapado y calculo que no debe tener más de cinco o seis años más que yo.

—Mmm, no, yo no. Yo quería saber cual es la contraseña del WiFi. —Respondo.

El chico hace ademán de responder algo pero una camarera (Que no sé de donde salió) se acerca a mi y me explica que tengo que consumir algo para acceder a la clave.

Meto la mano en bolsillo de mi short pero luego recuerdo que papá se marchó sin dejarme ni diez centavos. Genial.

Apesar de que la mujer fue cordial, inmediatamente yo reacciono mal.

—¿Es en serio? Escúchame una cosa, a mi no me regalan nada. Mi padre, ehm, yo estoy pagando la estadía aquí, así que quiero la maldita contraseña.

—Señorita ya le he explicado que tiene que consumir algo, no son ordenes mías...

Me bajo del taburete de la barra y me pongo en pie, perdiendo la paciencia.

—Yo si no quiero no voy a consumir un carajo. ¿Me entendiste pedazo de pelotuda?

Me bajo del taburete y en el momento exacto en que me pongo en pie, siento una mano palmando mi hombro, volteo la vista inmediatamente pensando que es otro camarero quien me está por echar, pero no es así.

—Una botella de whiskey por favor, y una copa de helado de tres bochas para la muchacha. —Dice el hombre mientras sigue con la mano en mi hombro y me conduce a una mesa, haciendo un gesto con su otra mano. La camarera asiente sin quitarle la vista al hombre y ambos nos sentamos.

—No, por favor, eso no era necesario, yo ya me iba. —Hago ademán de levantarme pero el hombre inmediatamente me mira como si quiera atravesarme y rápidamente extiende un brazo sosteniendo mi muñeca derecha.

—No, no, no. No tienes por qué irte. Por favor. ¿No te gusta el helado, acaso? Puedo pedirte otra cosa.

El hombre sigue con su amarre y hay algo en su mirada que hace que mis piernas flaqueen, entonces vuelvo a sentarme. No sé que responderle. Es un extraño. Además ¿Cómo se supone que iré a pagarle? Me quedo observándolo sin siquiera poder modular una palabra. Es, sin duda alguna, el hombre más hermoso que vi en mi vida. Tiene unos ojos verdes que llaman la atención desde el primer momento en que lo miras, labios finos, su cabello no tan corto esta peinado de forma desprolija dándole un aspecto aún más sexy, si era posible. Me quedo tan embelesada que no me doy cuenta el momento exacto en que la mesera llega con la botella de whiskey y el helado y deposita ambos en la mesa, hasta que la mujer me entrega una especie de tarjeta en la que supongo, ya que ni siquiera la observo, debe estar la contraseña del WiFi, lo que en este momento dejó de importarme.

—Si no lo comes, comenzara a derretirse. —Dice él con una voz cautivadora y una sonrisa de lado. Asiento despegando finalmente la vista de él y comienzo a comer. Pues sabe riquísimo.

—¿Te gusta?

—Está delicioso... —Respondo relamiendo mis labios. En realidad no he cenado y tengo mucha hambre. Tendré que comer más despacio sino voy a quedar como una muerta de hambre.

Dirijo de nuevo mi vista hacia él y veo que se sirve un vaso de su whiskey, pero sin quitar su mirada de mi. El contacto visual me intimida un poco y entonces decido romperlo, volviendo mis ojos hacia la copa de helado.

—Esos empleados... Son unos idiotas. Cuando te vi, cuando vi tu expresión, realmente creí que ibas a pegarle a aquella mujer.

—Tal vez lo hubiera hecho de no ser por ti. Es una pena que hayas aparecido. Es decir, quizás yo... —Me detengo y trago saliva, si antes no podía decir nada, ahora las palabras parecían salir solas, aunque después de todo, no tenía razón para ser descortés con el desconocido que tenía frente.

—En realidad, bromeaba. Quería que rieras un poco, pero veo que no funcionó. —Responde él dándole otro trago a su vaso.

—Oh, yo, lo siento, en realidad, agradezco mucho lo que has hecho, yo siendo sincera no estoy teniendo un buen día, eso es todo. —Respondo bajando la mirada sintiéndome estúpida, y ahí vuelve de nuevo esa sensación de no saber qué responder.

—Es una pena, apuesto que debes tener una sonrisa preciosa. Puedes contarme que sucede, tal vez pueda hacer algo para cambiar eso.

Me sorprende lo que acaba de responder pero, lo que aún me sorprende más es estar hablando con un extraño, y aún así sentir ganas de contarle lo que me pasaba.

—Bueno. Digamos que a nadie le gustaría pasar en soledad el día de su cumpleaños, cuando se supone que tendría que estar divirtiéndose. Y no se puede hacer nada al respecto. —Respondo encogiéndome de hombros, mientras doy una última cucharada a mi helado.

—¿Hablas en serio? —Dice él levantando sus cejas, asiento y él sonríe magníficamente de nuevo— Me hubieras dicho antes, muy feliz cumpleaños entonces, pero tú no estas sola. Aquí estoy yo, por cierto, aún no me has dicho tu nombre.

—Gracias. Es que en ningún momento me lo has preguntado —respondo giñándole un ojo— Beryl, me llamo Beryl... ¿Y tú?

—Chica astuta. Beryl... Jamás había oído ese nombre antes. Soy Frederick.

Río ante su comentario de chica astuta, mientras me pongo en pie.

—Yo... Que vergüenza, me encantaría pagarte pero no traigo dinero, lo siento mucho... En fin, muchas gracias, buenas noches —Mis palabras suenan torpes, algo de él me intimida y no me permite pensar con claridad las palabras para despedirme, volteo y camino en dirección hacia las escaleras cuando siento su fuerte mano agarrándome el hombro haciendo que me detenga. Levanto la vista y de nuevo comienza el contacto visual que me hace estremecer pero me siento insegura, no puedo soportarlo, y desvió mis ojos, pero él comienza a hablar.

—¿Dormirás tan temprano? ¿En tu cumpleaños? No lo creo... —Desliza su mano desde mi hombro hacia mi mano y la sujeta suavemente pero con firmeza a la vez, su tacto me quema y el tono sexy de su voz hace que algo en mi interior comience a arder.

—Sí, lamentablemente, tal vez esa sea la razón... —Respondo relamiendo mis labios ya que de repente siento mi boca seca.

Él se acerca aún más a mi, siento su cálido aliento, huele a alcohol, roza su nariz en mi lóbulo y rodea mis hombros con su brazo.

—No tiene por qué ser así... Ven... Ven conmigo... —Susurra en mi oído de una forma tan seductora que una punzada de excitación recorre el lugar más sensible de mi ser, no sé que hacer ni qué decir, de lo único que estoy segura es que nunca antes alguien me había hecho sentir de esta forma, y que de alguna manera estaba a punto de perder el control.

Al no obtener palabra alguna de mi parte, toma mi rostro con sus grandes manos y vuelve a mirarme fijamente buscando una respuesta.

—¿Sí?... ¿Sí? —Susurra muy cerca de mis labios. Se agacha un poco para quedar a mi altura y yo ya no puedo razonar. Mi cuerpo solamente responde a sus estímulos y sin pensar absolutamente en nada, asiento lentamente con un movimiento de cabeza.

Nuevamente me toma de la mano y comienzo a caminar a su par siguiéndolo. No sé que estoy haciendo. Siento arder cada fibra de mi cuerpo con cada roce, cada mirada. Es una completa locura desde todos los aspectos, pero el fuego en mi interior es mucho más fuerte que cualquier lógica. No pienso en nada, no soy consciente de por donde camino, ni tampoco soy consciente en que ya estamos en su habitación. Me carga en sus brazos en me sienta en el borde de la cama. Se arrodilla para quedar a mi altura y me acaricia suavemente el rostro, pero de inmediato reacciono y lo tomo de la muñeca.

—Oye, yo no sé que me está pasando ni como accedí a venir contigo pero yo no soy mujer de una noche y jamás he hecho algo así antes... —Digo haciendo énfasis en los no, mientras siento el pulso muy alto.

—Tranquila, no voy a obligarte a nada, y yo en ningún momento pensé eso de ti pero... Es que, es tu cumpleaños, tienes que divertirte, necesitas compañía. No puedes... estar tan sola...

Responde y se pone en pie, lo sigo con la mirada sin perderme detalle alguno de su cuerpo, desaparece por unos segundos y vuelve con un vaso en cada mano. Me ofrece uno. Lo huelo. Es fuerte.

—No podemos... Estar tan solos... —Continua y se sienta nuevamente a mi lado.

Él se acerca aún más a mi, sentir su roce me reconforta de algún modo. De nuevo acaricia mi rostro suavemente, cierro los ojos disfrutando de su tacto, desliza su pulgar por mis labios para luego con su dedo índice recorrer la piel de mi cuello. Ya no puedo soportarlo. De un rápido movimiento me siento en sus piernas y comienzo a besarlo como nunca antes había besado a alguien. Siento la adrenalina propia de besar a un extraño correr por mi cuerpo. Nuestras bocas saben a whiskey. Se que esta un poco ebrio. No me importa. Le quito el saco con una velocidad que me impresiona, él hace lo mismo con mi remera. Nos ponemos en pie y se quita la camisa, retrocedo unos pasos para poder observar su tan trabajado abdomen, me quita mi short dejándome en ropa interior y es entonces cuando me arrodillo sobre la alfombra. Mi mano se desliza lentamente desde su rodilla hacia arriba, acaricio su bulto y lo aprieto suavemente, gime bajito. Sigo subiendo mi mano y le quito el cinturón bajando su cierre seguidamente. Deja caer su pantalón y me toma en brazos, rodeo su cintura con mis piernas y me pega aún más él, la fricción me hace exhalar un gemido. Me deposita en la cama y me quita las únicas prendas que me quedaban.

—Eres preciosa... —Gruñe en mi boca con una voz excitantemente ronca.

—Frederick... Mmmh... Esto... Esto es una locura... —Mi corazón golpea mis costillas con fuerza y mi voz apenas suena como un susurro en la habitación en el momento exacto en la que comienza con besos en mi abdomen para luego descender a mi zona íntima, la cual comienza a recorrer con su experta lengua.

—Feliz cumpleaños, preciosa... A soplar la vela... —Susurra de forma graciosa levantando las cejas mientras me guiña un ojo y se incorpora para buscar un preservativo.

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