Si tuviera que eliminar algo del mundo, sin duda seria el despertador. Nunca conseguiría acostumbrarme a una cosa tan ruidosa para que me despertara. Me volví a un lado y apagué aquella maquina del infierno para tener algo de tranquilidad y silencio, aunque sea un minuto. Me quedé mirando el techo pensando en el día que me esperaba. Ya con solo pensar en los exámenes que tenía que hacer en el instituto se me retorcía la barriga, aumentando las ganas de quedarme en la cama y permanecer allí durante el resto de mis días. Pero ese pensamiento se corrompió al oler el aroma de pan recién hecho.
La mesa ya estaba puesta cuando salí de mi cueva. Algo que percaté, a parte del pan cortado, fueron esas pastas que adornaban el plato en medio de la mesa
-Buenos días, perezoso- me dijo mi madre mientras cortaba otro trozo de pan.- veo que ni si quiera te has molestado en lavarte la cara. Ve antes de que te gane tu hermano
A duras penas pude entender lo que me había dicho mi madre a excepción de "ve a lavarte la cara", algo que hice después de dar un gran bostezo. El agua fría pudo despertar mis sentidos. Cuando levanté la cabeza pude ver a aquel chico de ojos marrones y pelo corto de color castaño. Sin duda alguna, seguía siendo yo. Entonces noté que algo tiraba de mi camiseta des de abajo. Unos ojos verdes tapados bajo el flequillo de un pelo liso y castaño me miraron detenidamente
-Necesito enviar un fax al presidente- me dijo aquella criatura de 6 años con la misma cara que yo tenía segundos antes.
-Bueeeno, pero solo por esta vez- le dije con una sonrisa. Él salió disparado hacia el retrete, cerrando la puerta de golpe. Al parecer tenía más ganas de las que imaginaba.
Las pastas estaban buenísimas y el pan recién hecho más aun. Era un manjar que solo los más privilegiados podían vivir.
-Come más despacio, Kalen. Que si vas deprisa te puedes atragantar- me regañó mi madre mientras se preparaba su café con leche matutino.
Justo en ese momento me atraganté con un trozo de pasta que aun seguía ingiriendo mientras intentaba dar una respuesta a mi madre. Después de recuperarme mi madre se sentó en la mesa y dijo su típico "te lo dije" de cada vez que me advertía de alguna cosa.
-creo que Allen se está tardando demasiado en el lavabo- notó mi madre mientras daba un sorbo a su taza de café con leche.
-Creo que tardará un poco. Entró muy de repente, así que dudo que sea un fax corto que digamos- le dije a mi madre mientras me reía de mi propio chiste.
No tardé mucho en desayunar y en coger mi skate para ir al colegio. Me despedí de mi madre y de Allen (que ya para entonces estaba desayunando) me puse mis bambas que combinaban con mi camisa azul con jeans y recorrí calle arriba del vecindario. El instituto solo estaba a unas cuantas manzanas de casa, pero para asegurarme de llegar a tiempo, siempre llevaba mi skate. Aunque era de los pocos que lo usaban, ya que otros utilizaban su magia. Sin embargo yo no tenía la necesidad de utilizarla.
El instituto era uno de los más grandes de toda la región de Cristalia, o antes mejor conocida como Europa. Después de que la guerra acabase, muchas cosas fueron modificadas, incluido los nombres de todas las regiones. Y todo esto a escala mundial. Nuestra ciudad, Ocásion, no era nada del otro mundo, pero sí que tenía el instituto, que era de los mejores lugares donde poder aprender magia. Nada más llegar al aula (no sin antes guardar el skate en la taquilla del piso inferior) me topé con Trento, uno de la pandilla que habíamos formado des de primaria.
-Por lo que veo se te ha olvidado otra vez la insignia de la escuela - dijo Trento mientras posicionaba bien sus gafas. Tenía un pelo algo más largo que el mío y de color marrón, sin decir que era de los más listos de clase con diferencia.
Me palpé el pecho y, efectivamente, se me había olvidado la insignia de nuevo
-Eso no te pasaría si te levantases más temprano, ¡vago!- me regañó Lucy, que apareció de repente detrás mío.- a ver si algún día te acuerdas de traerla- dijo con una sonrisa. Tenía el pelo de color azul claro y los ojos de color verde. Debido a su uso repetitivo de magia de agua, su pelo se torno de color azul, al igual que sus ojos (anteriormente de color amarillo)
En aquel momento llegó Janna, nuestra profesora de matemáticas, que dispuso a comenzar la clase mientras ponía sus apuntes en orden. Sin decir nada, nos pusimos cada uno en nuestro sitio antes de que se diese cuenta que estábamos hablando. Trento, que se sentaba cerca de mí, me lanzó un papelito con una nota. "¿sabes donde se ha metido Bairon?" Miré en el pupitre al lado de la pared y vi que, tal y como dijo Trento, Bairon no estaba. Era bastante extraño que faltase un jueves por la mañana, más que todo porque la profe de mates era la única que le dejaba dibujar en sus ratos de gran aburrimiento.
Todas las clases eran las mismas de siempre a excepción que pusieron las clases de "control de magia" y "formación de magia". Eran las que mejor se me daban, pues era algo más práctico que teórico.
-Muy bien chicos- nos dijo Arandel, profesora de las materias de magia- ya sabéis que dentro de poco tendréis que decidir hacia donde queréis ir.
Todos sabíamos que podíamos escoger entre seguir una ruta más normal con los estudios y entrar en la universidad o ir a las preparatorias para poder ingresar en alguno de los grandes clanes. Pero no me atraía en absoluto el entrar en alguno de los clanes. Al menos no tanto como Bairon.
Al finalizar las clases, Arandel me llamó para comentarme sobre, seguramente, de mi futuro.
-Veo que no entraras en la preparatoria... ¿estás seguro de lo que estás haciendo?- me preguntó Arandel
-No me interesa mucho la magia, profesora- le dije sinceramente.
-Tus notas no me dicen lo mismo. Veo que no has fallado en ninguna formación de magia e incluso tienes un control bastante bueno. Alguien con tu expediente no tendría problema en entrar en uno de los mejores clanes vigentes. Aun así, ¿piensas seguir adelante con tus planes?
Cerré los ojos y, tras dar un suspiro, sacudí la cabeza
-Entiendo... solo lo decía porque tienes las aptitudes necesarias para dominar la magia en su profundidad. No todo se basa en el dominio o en la capacidad de formación. Según los últimos descubrimientos hay parte que depende mucho de la voluntad de cada persona. Aun así no se sabe bien a qué se debe. No importa, ya has tomado tu decisión. Pero, ¿sabes algo de Bairon? El también tiene las aptitudes necesarias y dijo que le interesaba entrar en el clan Kasai
- De momento su decisión sigue en pie. Es todo lo que se dé él por ahora. La última vez que hablamos del tema fue hace un par de días pero apenas entramos en tantos detalles- dije pensando en lo último que dije. Era cierto que el día en que estábamos hablando de ello estaba algo preocupado, pero no sabía el por qué.
La profesora comenzó a recoger todo los apuntes de su pupitre, guardándolas todas en una carpeta de color morado
-de todas formas es eso lo que me basta por saber. Ya hablaré con él en otro momento. Espero que vaya bien el resto del día, Kalen- me dijo sonriendo
Tras despedirse, me quedé sentado en un pupitre durante un minuto. Quizás no estaba interesado en la magia, pero se me daba bien. Tenía que admitir que me despertaba curiosidad, pero muy poca. Simplemente obtenía la nota para que mi media quedase bien. Después de reflexionar largo tendido sobre el tema, recordé que tocaba clases de lengua que, por ahora, era lo más difícil que tenia después de física y salí corriendo antes de que cerrasen la clase.
Tras acabar las clases todos quedamos para ir a casa. Vivíamos en el mismo barrio, así que siempre nos reuníamos y nos íbamos juntos
-¿Que os parece si vamos a visitar a Bairon esta tarde?- Dijo Lucy mirándonos a Trento y a mi
-No sería mala idea, pero a lo mejor está enfermo y necesito estar bien para estos últimos exámenes, Lucy- Dijo Trento preocupado.
-De todas formas pensaba ir yo esta tarde. Así que vente si quieres- le propuse a Lucy
Ella agito la cabeza, aceptando la sugerencia mientras preparaba una zancadilla a Trento que, por suerte o por desgracia, esquivó.
-Espero que la próxima vez sepas disimular un poco más- Rió Trento
Lucy comenzó a perseguir a Trento por reírse de ella, y la risa se contagió tanto a Lucy como a mí.
Siempre nos despedíamos en el mismo cruce. Bairon iba con Lucy hasta dos calles arriba de donde vivía Lucy, pero esta vez le tocaba ir sola. "espero que este bien" pensé algo preocupado.
"Tú verás que los males de los hombres son fruto de su elección; y que la fuente del bien la buscan lejos, cuando la llevan dentro de su corazón."
Pitágoras