Bienvenida Otra Vez

By Fifty-Seven

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Estoy consciente de que muchas personas suelen aparecer en nuestras vidas para enseñarnos cosas que no conocí... More

Sinopsis
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
* noticia *

Capítulo veintiuno

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By Fifty-Seven

Me puse de pie y caminé hasta ella, con una sonrisa en mi rostro. Quería creer que estaba feliz de verla, pero de verdad ella se veía como esas personas que se la pasan de fiesta en fiesta y van por toda la ciudad completamente desaliñados, buscando alcohol y...

—¿Eres real o eres producto de la marihuana? —preguntó riendo y estirando su mano hacia mí, para tocar mi rostro— ¡Eres real! —dijo en un susurro.

—¿Fumaste?

—¿Tú fumaste? —rió— Digo, sólo un poco, nada de qué preocuparnos —sonrió—. ¿Qué haces aquí? Yo... no esperaba que vinieras. Me asustaste.

—Me pareció una buena idea venir a verte ya que pasaron las festividades y tengo libre hasta empezar a trabajar —expliqué.

—¿Trabajar?

—Sí, me contrataron en Homlt —dije, recordando que no había podido contactar con ella el día que sucedió.

—Genial... —asintió y se acercó a mí, para besarme. Sí, su boca sabía a algo más.

Y no era "algo más" sentimentalmente hablando, sino que sabía que había fumado. No era de mi conocimiento que ella lo hiciera o que lo hubiera hecho en el pasado. Al parecer sí.

Ella me empujó hasta su cama, donde ambos caímos y ella, aún sobre mí, continuó besándome sin tener intenciones de detenerse.

Nos separé y la miré a los ojos, estaban levemente rojos.

—¿Qué sucede? —preguntó.

—Hay algo mal, yo...

Ella empezó a besar mi cuello y yo trataba de detenerla, pero no podía.

—Ashley, Ashley... —me miró a los ojos— ¿Qué te sucedió? Es decir, ¿dónde has estado todos estos días? No me has llamado, no me has contestado los mensajes... ¡Ni siquiera Mel ha logrado hablar contigo!

Ella suspiró y se bajó de mi cuerpo, sentándose a un lado de la cama. Me senté junto a ella y la miré, esperando una respuesta de su parte.

—No me sucede nada, Chad. Todo aquí es... tan genial —dijo sin poder ocultar su sonrisa.

—Pero no eres la misma chica que vive un piso arriba de mi apartamento —solté—. Algo te sucede y voy a averiguarlo. Ahora, ¿qué te parece si vamos a dormir y mañana temprano desayunamos fuera y vamos a que me muestres la ciudad?

Ella me miró a los ojos y luego asintió.

Eso hicimos esa noche, solo dormir. Hacía algo de frío dentro de su habitación, pero aún así Ash dormía con ropa corta. Apagué la lámpara y me acerqué a ella para abrazarla, pero fue lo más incómodo que pude haber hecho. Mi cuerpo no lograba acomodarse al suyo, así que cuando ella estuvo profundamente dormida —cosa que sucedió en cuestión de segundos—, la solté y dormí por mi parte. Dejé mis ojos abiertos, contemplando la oscuridad de la habitación. Ahí empecé a pensar de nuevo, ¿estaba en el lugar correcto? ¿Estaba haciendo las cosas correctas? Es decir, había dejado en casa a Lorianne, después de pasar las fiestas navideñas y año nuevo con ella de una manera que no esperaba, la había dejado para ir con la que era mi novia, la chica que se haba ganado mi corazón de una manera sencilla, llevándome por sorpresa que ella estaba un tanto cambiada... Pero de eso se trataba, ¿no? Conocerla cada día mejor.

Cuando me dormí, no soñé nada. Incluso, ni siquiera descansé bien esa noche. Fue como cerrar los ojos y abrirlos dos segundos después.

La claridad entraba por la ventana, así que aclaré mi vista y logré ver a Ashley completamente dormida a mi lado. Traté de despertarla y cuando lo logré, ella me devolvió una rara sonrisa. No me quejaría.

—¿Quieres desayunar fuera? —fue lo primero que preguntó.

—Sí... Digo, si te parece bien.

—Vamos.

Se sentó y besó mis labios, para luego levantarse de la cama. Ambos nos preparamos para salir. Cuando estuvimos listos, ella insistió en salir por la puerta trasera de la casa y tomar el auto de su hermana. Ella condujo hasta la cafetería más cercana y tomamos asiento, ella frente a mí.

—Siento mucho que me hayas visto anoche oliendo a eso, yo estaba con unos amigos y ellos la llevaron y siéndote sincera, me tenté —se excusó—. Disculpa.

—Ya pasó —traté de darle una sonrisa sincera.

—¿Qué tal todo en casa? Thomas, Mel, Lorianne... —mi cuerpo se tensó al oír su nombre— ¿Qué ha sucedido con ellos?

—Pues... Thomas está en algo más serio con Jenna, Mel dice que quiere que la llames y Lorianne... tiene salud.

—Fantástico —me sonrió.

Llegó una mesera y tomó nuestras órdenes. Cuando se retiró, seguimos hablando.

—¿Qué hiciste en año nuevo? —le pregunté.

—Estaba con mis amigos.

—¿Te la pasaste bien? —curioseé.

—Oh, claro que sí. La fiesta estuvo de locos, fue increíble —dijo sin evitar sonreír—. Había un tipo completamente ebrio colgando del techo, fue lo mejor.

—Me alegro —le sonreí también—. Y... ¿con quién estabas anoche?

—Con Will y Sandy, mis amigos de la secundaria. Me emocioné tanto cuando los vi de nuevo, ¡fue como tener 17 de nuevo! —exclamó riendo— Supongo que entenderás eso, te sucedió cuando viste a Lorianne.

Mierda, el nombre otra vez.


—Sí, sí... Ella llegó y yo dije: "¡Genial!" —inventé.

No sabía qué decir, sinceramente.

—¡Lo ves! Tú me comprendes —sonrió—. Por cierto, quiero que conozcas a Will y a Sandy, ¡no puedes irte de Minnesota sin hacerlo!

—¿Dónde están ellos?

—Les diré que vengan a desayunar con nosotros —dijo sacando su celular y tecleando rápidamente.

—Bien... —dije no muy convencido.

  
La mesera trajo nuestros desayunos y empecé a comer tranquilamente, mientras Ash me contaba cómo había conocido, en la secundaria, a sus mejores amigos de Minnesota. Una larga historia de poco menos de una hora.

—Los veremos esta noche —anunció, sin dejar de mirar su celular— en casa de Sandy.

Asentí y bebí de mi café.

No podía pensar cosas malas de los amigos de mi novia, no los conocía. Pero ya tenía una imagen de ellos: un chico, una chica, rodeados de humo, bebiendo, riéndose de cada estupidez que saliera de sus cerebros alucinantes, junto a Ashley, en el mismo estado. Claro, estaba usando estereotipos, no podía juzgarlos basándome en mi imaginación, pero no me era posible visualizarlos de otra manera.

—¿Nos vamos? —sugirió, luego de que pagué la cuenta.

—Claro —le sonreí a medias.


Nos levantamos de nuestros asientos y fuimos al auto.

Durante la tarde, no hicimos más que hablar cosas sin relevancia y mirar la TV, la verdad. Sentía que no teníamos la relación que solíamos tener antes de que se fuera. No sabía si era por el factor "Lorianne" o porque ella había cambiado. Supuse que fue por ambas cosas. No sabía qué sentía por la pelirroja, pero sabía que era peligroso, a pesar de que ya la había perdonado. Era peligroso porque tenía a Ashley y la amaba, o al menos eso quería pensar.

Al llegar la noche, salimos de casa de sus padres por la puerta trasera una vez más, sin hacer ruido. Algo que me hacía pensar en ciertos momentos, pero le regalé la duda al tema.

Una vez fuera de la casa, tomamos un taxi. Yo pagué de nuevo. Llegamos a un edificio de apartamentos un tanto... feos. No me quejaría. Subimos hasta el segundo piso, hasta el apartamento A35. Ashley tocó la puerta un par de veces y nos recibió un chico pelinegro, con una botella de whiskey en la mano derecha y una sonrisa arrogante que se desvaneció al verme junto a mi novia.

—Entonces tú eres el famoso Chad —dijo sentándose frente a mí, después de que nos invitó a pasar—. ¿Quieres un trago?

—No, gracias.

—Es más guapo de lo que imaginé —dijo Sandy, una pelirroja claramente teñida—. Te lo tenías bien guardado, ¿ah que sí, Ash?

—Es sólo mío —la rubia se acercó a mí y abrazó mi brazo.


Esto está mal, pensé.

—¿Qué piensas del matrimonio? —preguntó Will minutos después mientras encendía un cigarrillo, ganándose una sonora carcajada por parte de Sandy— ¿Qué? ¿Los padres de Ash no te lo han preguntado?

—No he tenido la oportunidad de sentarme a charlar con ellos —confesé.

—Ugh y no quiero que lo hagas —dijo mi novia. La miré—. Son unos pesados cuando hablan de mí, así que mejor vivamos sin que nos molesten —me guiñó un ojo.


Nunca la había oído decir algo similar sobre sus padres. Es decir, siempre que hablábamos de ellos en casa, ella decía que eran las mejores personas que conocía y los extrañaba mucho. Pero en Minnesota, teniéndolos a básicamente nada de distancia, no quería hablar de ellos. Algo muy raro estaba sucediendo.

En ese momento, recibí un mensaje. Saqué mi celular y vi que el texto era de Thomas:

"¿Funcionó tu experimento?"

  

¿De qué demonios hablaba? Sabía que no se había equivocado de número, porque él era muy precavido con eso desde la vez que le envió un mensaje a su madre y era para una chica con la que estaba saliendo en ese momento, y al leerlo, una parte de mi inocencia restante en mi cuerpo adulto se fue. Fue demasiado. Iugh.

Ignoré el mensaje, luego le llamaría.

  

—¿Quieren salir de aquí? —preguntó Will— Estoy harto de estar encerrado.

—¡Vamos! —exclamó Sandy, poniéndose de pie para seguir a Will.

Miré a Ashley, yo no tenía pensado salir esa noche, pero parecía que mi novia sí. Ella se puso de pie y siguió a sus amigos.

—¿Te vas a quedar ahí, Chad? —preguntó Sandy, con esa gran sonrisa y sus labios pintados de un azul brillante.

Me puse de pie también y salimos los cuatro del apartamento. Bajamos las escaleras, mientras mis tres acompañantes discutían sobre a qué lugar iríamos a pasarla bien. Pero claro, debía ser un lugar del que no nos echaran por prender un "simple cigarrillo", según Sandy y sus labios azules, porque esos lugares no te dejan "ser libre". En ese momento lograba visualizar cómo sería el resto de la noche.

Mientras Sandy y Will probaban su suerte buscando un taxi, yo me giré hacia Ashley y la tomé de las manos.

—¿Sucede algo?

—No tengo muchas ganas de salir a "pasarla bien" —confesé.

—Podemos ir tú y yo a otro lado —dijo moviendo sus cejas. Pero sabía a qué se refería y eso tampoco se me antojaba.

—Quiero descansar.

—Ya veo... ¿Quieres que vaya contigo? Puedo decirles a Will y a Sandy que...

    

La idea de quedarme con ella y tratar de ver si aún quedaba un poco de la Ashley que conocí en casa llamaba mi atención, pero todo el día había sido una completa mierda, no podía pasar más horas así. Además, necesitaba estar conmigo mismo, pensar y tal vez llamar a Thomas para hablar.

—No, no —la interrumpí—. Quédate con ellos y diviértete, yo iré a dormir y supongo que te veré en la mañana —le sonreí levemente.

—¿Seguro?

—Completamente —asentí.

—Bien, si lo quieres así, no hay problema —me sonrió—. Estaré a tu lado cuando despiertes. ¡Es más! Estaré en casa a las 12 medianoche. Antes, incluso.

—No te preocupes por eso —deposité un beso en sus labios y un taxi se detuvo a nuestro lado—. Ve a divertirte con tus amigos.

—Bien. Hasta luego —dijo subiéndose al taxi con sus amigos, quienes no paraban de cantar a todo pulmón canciones de despecho.


Un par de minutos después de que se fueron, alcancé un taxi, que me llevó a su casa. Pensé en entrar por la puerta trasera, incluso en escalar hasta su ventana, pero luego me di cuenta de lo imbécil que me vería, así que decidí simplemente entré por la puerta principal. Toqué un par de veces y la que me abrió fue Claire, la segunda hermana mayor de Ash.

—¿Y mi hermana? —preguntó luego de dejarme entrar.

—Con sus amigos —respondí, quitándome el abrigo.

—¿William y Sandy? —yo asentí— A mis padres no les gusta que Ash salga con ellos —comentó—. Cuando ella se fue, ellos cambiaron bastante y ahora que ella regresó, ¡uff! Parece que es contagioso.

—Lo he notado —confesé—, pero la verdad no quería salir con ellos a "pasarla bien", así que preferí venir a dormir y dejar que ella se divierta un rato.

Ella asintió y no agregó nada más. Yo tomé su silencio como señal para poder marcharme e ir a dormir. Y eso hice. Subí las escaleras, cerré la puerta de la habitación, me puse el pijama, encendí la lámpara, saqué el libro que estaba leyendo, me metí en la cama y continué con mi lectura. Siendo interrumpido por un sonido en mi celular, una llamada.

Lo tomé y miré el contacto, "Nathan", mi hermano gemelo. Contesté la llamada, sabiendo que me llamaba simplemente para decir tonterías.


—¿Aló?

¿Chad? Hermanito, ¿eres tú?

—Sé qué es esto —suspiré—. ¿Te parece si esta vez sólo te deposito solo $40? Necesito conservar dinero hasta empezar a trabajar de nuevo.

No te llamé por dinero, idiota. Además no sólo te llamé yo, junto a mí está Kendall, escuchándote en el altavoz.

¡Hola! —exclamó mi hermano menor.

—¿Qué sucede entonces?

Sólo queríamos hacerte una p...

¡¿Qué demonios haces en Minnesota?! —preguntó mi gemelo.

Hey, no le hables así... —me defendió Kendall— Pero aún así estás siendo un imbécil, ¿qué haces allá?

—Visitando a mi novia.


Una vez dicho eso, ambos estallaron en risas.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunté un tanto molesto.

¡Tú sabes que eso es una estupidez! —exclamó Nathan— Lo único que estás haciendo ahí, es gastar tu tiempo.

—¿Y cómo se supone que tú sabes si gasto mi tiempo o no?

Lo que buscas no está ahí, está... o estaba, mejor dicho, frente a ti. ¡Lo tenías justo enfrente y lo dejaste escapar!

Eso es cierto —le apoyó Kendall.

—¡Dejen de hablar en maldita clave! —exclamé— Explíquenme de qué demonios hablan.

Crees que amas a Ashley, pero tu corazón le pertenece a Lorianne. La amas, nunca dejaste de hacerlo —dijo el menor de los tres.

—¿Acaso están locos? Amo a Ashley, ¿de acuerdo? Lorianne no hizo que eso cambiara.

¿O sí?

Nathan, ¿quieres hacer los honores?

Con gusto, Kendall. Chad, escúchame con atención, porque esto que te voy a decir, lo diré en nombre de todas las personas que te conocen: eres un imbécil.

—¿Llamaron sólo para decirme que prefieren a Lorianne? ¿Pues saben algo? ¡Nunca sucederá! ¿De acuerdo? ¡Estoy con Ashley, les guste o no! Yo la amo y ella me ama a mí, fin de la discusión.

Una parte de mí se molestaba cuando ellos decían eso, creían que amaba a Lorianne, cosa que era imposible... ¿Cierto?


Chad, hermano, nosotros solo pensamos que sería bueno que reconsideraras el hecho de que Lorianne es...

—¡Basta! —exclamé, interrumpiendo a Kendall— Estoy harto de que ustedes dos piensen que pueden decirme lo que se les antoje y pueden burlarse de lo que me sucede sólo porque no soy como ustedes, unos imbéciles que piensan que las mujeres pueden ser tratadas como lo que se les ocurra. ¡Déjenme tranquilo, mierda!

Corté la llamada y suspiré. ¿Qué me sucedía? Había explotado y eso no solía pasarme a mí.

Decidí dormir y esperar a ver qué me deparaba mi tercer día en Minnesota.

   

Al despertar, me llevé la sorpresa de que Ashley no había llegado a casa. Tampoco me había dejado ningún mensaje de texto o llamada. Simplemente no estaba.

Ese día lo pasé con Claire y Steve, los hermanos mayores de mi novia, quienes tampoco conocían su paradero. Me llevaron a ver un partido de hockey, donde jugaba el amor platónico de Claire. Después de eso, me invitaron a almorzar. Ahí supe que eso de "comer como vaca" era de familia. Incluso Claire, que reflejaba una imagen femenina y delicada, comía más que yo.

Los tres intentamos hablar con Ash durante el día, pero sólo le respondió a su hermana, con un mensaje de texto que decía:

"Estoy bien, llegaré a casa en la tarde."

Me preocupé levemente, pero Claire dijo que era normal en ella que llegara tarde a casa, así que me dediqué a disfrutar mi pequeño tour por Minnesota, un lugar del cual no sabía nada.

    

Al final del día, llevaba mi propia camisa de Los Vikingos de Minnesota, a pesar de que no era muy fanático del fútbol americano. Íbamos en el auto de Steve, volviendo a casa, mientras Claire me contaba de qué trataba su libro favorito de ciencia ficción. Bastante interesante, a decir verdad. Steve aparcó el auto junto a la casa y los tres bajamos. Les agradecí a ambos por tan buen viaje y subí las escaleras, acompañado de Claire.

—¿Y cómo termina? —le pregunté. La verdad, sí me traía curiosidad.

—Pues, Nova muere y toda su raza se lamenta, encontrando como único culpable a Dran, a pesar de que él la amaba, y es condenado al exilio.

—Suena... fantástico. Debes prestarme ese libro algún día —le sonreí.

—Tenlo por seguro —dijo entrando en su habitación.

Yo coloqué mi mano en el llavín de la puerta, pero me detuve al oír un par de sonidos que venían de adentro de la habitación. Había alguien dentro. Fruncí el ceño, un tanto confundido y decidí abrir la puerta. Encontrando una imagen que me estrujó el corazón y nubló mi mirada. Ashley estaba en la cama, besuqueándose con otro tipo sin camisa. Al oír la puerta abrirse, ambos se detuvieron y me miraron.

—Mierda —murmuraron ambos, poniéndose de pie.

—Qué... ¿Qué está sucediendo aquí? —pregunté, evitando llorar.

—Chad, esto solo es...

—¿Vas a explicar esto, ah? ¿Puedes hacerlo?

—Sí puedo, yo...

—Vete de aquí —le dije al tipo que ya tenía puesta su camisa—, antes de que yo mismo te mate con mis propias manos —le señalé la salida.

Él miró a Ashley y ella asintió.

—¡Largo! —grité. Él pasó corriendo. Cerré la puerta después de que salió y miré a Ashley, sin creerme la escena que había presenciado.

—Yo... —dijo ella. Soltó el aire que contenía en sus pulmones— Yo empecé a salir con él días después desde que llegué aquí —confesó.

La miré sin poder creerme lo que estaba diciendo.

 

—Llegué a Minnesota y me di cuenta de que este es mi lugar y nunca tuve que haberme ido.

—¿Acaso no pensaste en nosotros? —pregunté, sin poder resistir mis lentas lágrimas— ¿Alguna vez pensaste en cómo solucionarías eso? Estaba lejos de ti, pero seguía siendo tu novio... ¿Tienes una idea de lo que tuve que sacrificar para venir hasta acá? Yo cometí errores allá y vine para...

—Lo sé, lo sé —me interrumpió—. Es sólo que... Me tenté. Minnesota me tentó. Los recuerdos me tentaron también. No pude evitarlo. Perdóname, por favor. Me siento como una basura haciéndote esto, yo... Tú no te mereces esto, mereces algo mejor, alguien mejor.

—Dime que esto no significó nada para ti y lo olvidaré.

—No puedo hacerlo, Chad —ella parecía querer llorar también.

—¿Me amas? —la pregunta había salido sola de mi boca, pero no la iba a retractar.

Ella me miró en silencio y yo seguí esperando su respuesta.

  

Me dolía, mucho. Yo había hecho algo igual, pero había recapacitado y había pensado en ella, en nuestra relación existente. Pero mientras yo procuraba dejar de pretender que era un soltero, ella actuaba como una. Ella era soltera en Minnesota.

—No.

Mi corazón se estrujó un poco más y supe que era momento de volver a casa. No tenía nada más que hacer en esa fría ciudad. Avancé por la habitación y empecé a empacar mis cosas de nuevo. Guardé todo lo que había sacado y cuando todo mi equipaje estuvo listo, me detuve frente a Ashley. Le di la camisa de Los Vikingos que me había dado su hermano. Ella llevó ambas manos a su cuello y se quitó el collar con el colgante que le había dado en navidad. Lo colocó en mi mano y la cerró, sin dejar de mirarme a los ojos.

—Encontrarás a esa chica que te merezca, Chad.

—Creí que eras tú —confesé.

—No lo soy... Tu chica está allá afuera, sólo te queda encontrarla.

  

Sus palabras me tuvieron pensando todo el camino en taxi al aeropuerto. Mi chica, mi alma gemela, estaba en algún lado, sólo debía encontrarla. Mi chica era una persona que congeniaba conmigo, una persona que me hacía pensar, reír, vivir. Mi chica era una persona única, una persona inteligente, sarcástica, independiente, fuerte, capaz de consolar a una persona y también podía amenazar a otra. Mi chica era una persona que tenía la capacidad de iluminar toda una habitación, sólo sonriendo, o entristecer a toda la ciudad cuando su rostro estaba decaído. Ella podía llevarte al pasado con una simple fotografía y una graciosísima historia. Mi chica estaba cerca. Mi chica vivía conmigo y nunca lo había visto.

Sólo un nombre cruzó por mi mente en el trayecto: Lorianne.

Debía ir a por ella y disculparme. Sí, disculparme. Por haber sido el imbécil más grande de todos al no darme cuenta de que ella me gustaba. Me gustaba, incluso pensaba que la quería... Eso era, ¡la quería! Nada me detenía a pensarlo en ese momento. Podía ser una locura e, incluso, cabía la posibilidad de que ella me respondiera con un "ew, no era para tanto", pero tenía que decirle lo que sentía.

Al llegar al aeropuerto, me enteré de que no había manera de salir en un vuelo esa misma noche, sino hasta las 6 de la mañana del día siguiente, 4 de enero. Compré el boleto y lo guardé, para después sentarme en las sillas del lugar. No había nada qué hacer más que esperar y pensar. Me dolía lo de Ashley, pero me había sido menos de lo que yo pensaba. Sí, me había estrujado el corazón, pero no me mató. De hecho, me hizo entender lo que realmente quería, quería a Lorianne.

Puse mi maleta abajo de mi silla y mi mochila sobre mis piernas, para luego sacar mi celular. Vacío. No tenía textos o llamadas.

Suspiré y vi cómo una pareja se sentaba a mi lado, para compartir una caja de galletas. Se veían muy deliciosas en realidad, pero había comido tanto con los hermanos de Ashley, que no había lugar en mi estómago para nada más. Decidí acomodarme en mi silla, abrazar mi mochila y cerrar los ojos para meditar un poco lo sucedido.

Pero no lo hice, porque me quedé dormido en el cómodo asiento plástico. Horas después, desperté gracias a un golpe en el brazo. Abrí mis ojos lentamente, acostumbrándome a la claridad, y justo a mi lado encontré a una chica en silla de ruedas.

—¿Te puedo ayudar?

—Te vi aquí dormido desde las 3 a.m. y supuse que tendrías hambre, así que... —me tendió un Tupperware lleno de galletas— ¿Quieres un par?

—Claro. Gracias —tomé una y la probé, estaba muy buena—. Eres muy amable.

—Están hechas con compost —me tapé la boca, sus palabras me dieron náuseas. Y mis náuseas le provocaron risas a ella—. Es broma, tienen fresas de la huerta de mis abuelos.

—Ah... —le sonreí— Pues felicítalos de mi parte, esas plantas de fresas deben ser únicas, porque las galletas están...

—Murieron —me interrumpió y la miré avergonzado, yo estaba hablando de sus abuelos y ellos estaban muertos.

—Lo siento mucho, tuvo que ser difícil para ti.

—¿Para mí? —rió— No, para mis abuelos —la miré confundida—. Les dolió cuando las plantas de su huerto murieron —ella rió nuevamente.

Sus abuelos no estaban muertos, solo las plantas. Suspiré y me puse de pie.

—No te molestes —pidió ella—, quería hacerte reír un rato o por lo menos distraerte, te ves enojado y mientras dormías, fruncías el ceño bastante.

Solté el aire de mis pulmones.

—Lo lograste —sonreí—. Bien, supongo que ya me voy. Fue un placer conocerte... —no sabía su nombre.

—Jess... o Jessie... o Jessica, como tú prefieras —me sonrió.

—Chad —me presenté, a pesar de que me estaba yendo.

—Fue un placer distraerte, Chad. Adiós —se despidió con la mano y giró su silla de ruedas en la otra dirección y se fue.


Horas más tarde, había abordado el avión. Estaba sentado junto a un chico que no parecía tener ganas de hablar. A mí me gustaba hacerlo porque era incómodo viajar más de 2 horas al lado de una persona sin siquiera saludarle, pero el chico a mi lado no quiso responderme nada. Acepté su rechazo y continué leyendo mi libro. Aunque quise, no pude dormir en el viaje. Mi cabeza llevaba muchas cosas dentro, principalmente por Lorianne. Yo trataba de ordenar lo que le diría, pero era imposible. Ella besándome en la fiesta de año nuevo era en todo lo que podía pensar.

Al aterrizar, recogí mi equipaje y fui a por un taxi. Le di la dirección y rápidamente el taxista se puso en marcha. Empezó a contarme que tenía varios años ya de conducir ese vehículo y muchas cosas más, cosas que realmente no me interesaban, pero no lo interrumpiría.

Decidí llamar a Thomas, a pesar de que había ignorado su mensaje días atrás.

¿Chad?

—Lo haré.

Dime por favor que no te bajarás los pantalones en un video.

—¿De qué demonios hablas? —pregunté frunciendo el ceño— Como sea, no es eso. Estoy de vuelta en la ciudad, le diré a Lorianne que la quiero.

Era la primera vez que pronunciaba esas palabras sintiéndolas en realidad. Se sentía raro y genial a la vez.

Espera, ¿qué? —preguntó sorprendido— ¿Qué sucedió con Ashley? ¿Por qué le dirás que la amas? ¿Cuándo te diste cuenta?

—Hablaremos más tarde, ¿de acuerdo? Sólo... sólo sé que todo este tiempo estuve ciego, la persona que siempre había buscado era Lorianne ¡y la tenía justo a mi lado! —sonreí.

¿Estás seguro de esto?

—Claro que sí... ¿me apoyas?

Soy tu mejor amigo, por supuesto que te apoyo. Y te doy mi bendición —reí.

—Gracias. Tengo que irme.

Corté la llamada y el taxi se detuvo, justo enfrente de mi edificio. Le pagué al taxista y bajé mis cosas del vehículo. Saludé al portero y entré corriendo al elevador, donde presioné el botón de mi piso. Tenía prisa y una sonrisa que no se borraba de mi rostro. Al abrirse las puertas, salí disparado hacia la puerta de mi apartamento. Saqué mis llaves de mi bolsillo a gran velocidad y abrí la puerta. Dejé caer la maleta en el suelo.

—¡Lorianne! —exclamé— Ya volví.

Me acerqué a la sala, pero no estaba ahí. Pasé por la cocina y llegué a mi habitación, donde me llevé una no muy grata sorpresa.

—¿Lorianne?

Su lado del armario estaba vacío, al igual que los cajones donde también habían cosas suyas. Busqué su maleta y no la encontré.

Mi sonrisa se borró.

Miré sobre la cama, donde estaban todos los libros que le había dado. La trilogía y el que le había regalado en navidad.

Lorianne se había ido.

-------


¡CHAN CHAN CHAAAAAAAN!

¿Quién me odia? Yo me odio lol

Como sea, publiqué el maratón de 3 capítulos hace unos días y no publiqué su regalo de navidad :( ¡Así que aquí está, aunque sea algo triste!

Pero ¡feliz navidad atrasada de todas maneras!

Mer
28/12/16
12:45 am

#RIPCarrieFisher :(

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