Bienvenida Otra Vez

By Fifty-Seven

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Estoy consciente de que muchas personas suelen aparecer en nuestras vidas para enseñarnos cosas que no conocí... More

Sinopsis
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
* noticia *

Capítulo dieciocho

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By Fifty-Seven

ANTES DE QUE LEAN O ME MATEN:

El 19 de este mes, cumplí 3 años de estar en Wattpad, así que yo hice una sorpresa: ¡Maratón de cumpleaños!

Estaba muy enferma y no pude publicar :( ¡Pero ya estoy mejor!

Así que ahora será:

¡Maratón de cumpleaños atrasado! 1/3:

Mis padres decidieron tomar otra foto familiar, así que nos colocaron a todos frente al árbol. "Nos colocaron" porque ellos nos movían de un lugar a otro, para que la foto saliera perfecta. Me colocaron abrazando a Lorianne, igual que Kendall abrazaba a su novia y Nathan abrazaba un muñeco de Santa Claus. Papá y mamá colocaron un par de sillas frente a nosotros para sentarse y pusieron a correr el temporizador de la cámara.
Salió una foto bastante bonita, a decir verdad.

Cuando llegó la hora de irnos, llevábamos algunas sobras de la comida que había hecho mamá y los postres que habían también. Subimos nuestras cosas en el taxi y salimos de casa de mis padres, prometiéndoles que haríamos espacio en nuestras agendas para el viaje familiar en enero.

Al llegar al apartamento, eran casi las 11 p.m. Lorianne entró sin decir palabra alguna y fue directo a la habitación con sus regalos en brazos. Yo dejé los míos en el sofá y guardé la comida en la nevera.

Volví a la sala y recordé el regalo para Lorianne. Me acerqué al cajón donde lo había dejado y lo saqué, tomándolo entre mis manos. Tenía que dárselo, no podía dejarme un libro que no leería.

Me acerqué a la habitación y toqué la puerta.

—Está abierto —indicó ella.

Entré y no me miraba, estaba terminando de ponerse el pijama.

—Siento lo de hoy, de verdad —dije—. No volverá a suceder, te lo prometo.

—Está bien —se restó a responder, aún sin mirarme.

—Toma.

Tendí el regalo y ella se volteó y lo miró. Luego me miró a mí. Tomó mi regalo entre sus manos y lo abrió, mostrándole el ejemplar del libro de su autor favorito.

—¿Ya lo leíste? —negué con la cabeza— Es el mismo autor de la trilogía, ¿cierto? —asentí.

—Creí que te gustaría por ser del mismo autor —confesé.

—Es el único que he leído, ¿recuerdas? —sonrió levemente y yo asentí de nuevo— Pero está fantástico, muchas gracias —me sonrió.

—Feliz navidad.

—Feliz navidad, Chad —me acerqué a ella y la abracé—. Gracias por hoy, tenía años de no celebrar una navidad como esa.

—No fue nada, eres mi novia falsa de todas maneras —ella rió.

*

Desperté de golpe al escuchar una melodía repetitiva, era el teléfono de la casa. Me levanté y fui hasta la sala de estar para atenderlo.

—¿Diga?

—¿Chad Adams?

—Con él habla.

Le llamamos desde Homlt, su solicitud de trabajo ha sido aceptada, así que puede presentarse a conocer las instalaciones y a los directivos hoy o esperar a el 4 de enero.

—Voy... voy de camino.

Excelente, Sr. Adams. Lo esperamos con ansias, que pase una buena mañana.

—Igualmente. Gracias.

Colgué el teléfono y llevé mis manos a mi rostro. ¡Tenía trabajo, lo había logrado! Había enviado mi solicitud de trabajo y di una pequeña entrevista muchos meses atrás, esperando poder conseguir un puesto en una de las empresas constructoras más reconocidas de todo el país.

Volví a la habitación para buscar mi ropa para ducharme y encontré a Lorianne despertando.

—¿Por qué la gran sonrisa? —preguntó con su voz mañanera.

—Me llamaron de Homlt.

—¿Y bien? —se sentó y esperó mi respuesta.

—¡Me aceptaron! —ella sonrió también.

—¡Esa es una gran noticia! Felicidades.

—Debo ir a conocer las instalaciones y a firmar unas cosas —anuncié, tomando mi ropa de mi armario.

—Sí, yo debo ir a trabajar. Pero la cafetería cerrará a las 4 pm, así que creo que llegaré aquí más temprano —dijo levantándose de la cama, con el cabello hecho un desastre.

—¿A las 4? —asintió— ¿Quieres que pase por ti para venir juntos?

Ella me miró un par de segundos, analizando mi pregunta.

—No tiene nada que ver con lo del beso de ayer, ¿cierto? —alzó una ceja.

—No, para nada. Eso... creo que es mejor dejarlo en el pasado, ¿sabes? Sé que fue un error, pero fue producto de la emoción. No volverá a pasar.

—¿Nunca?

—Nunca jamás.

—¿Tema olvidado entonces?

—No quiero repetirlo. Digo, ni siquiera me gustó —ella frunció el ceño.

—Hey, alto ahí —me señaló—. No exageres.

—Sabes lo que quiero decir, no pienso repetirlo.

—Entendido —asintió.

*

Al entrar al gran edificio, observé hasta donde mis ojos me lo permitieron. Miraba cada columna, mueble, ventana y persona que se cruzaran en mi camino, en fin, observaba cada cosa que había en el lugar.

Al entrar, me recibió una chica pelinegra, con una gran sonrisa.

—¿Chad Adams? —preguntó y le asentí— Ah, un placer. Mi nombre es Francine Hoult, secretaria del señor Wallace, estoy aquí para darle la bienvenida y el recorrido por el edificio. Pase por aquí —señaló unas puertas y entré.

Ella me mostraba cada centímetro del lugar y yo no dejé de asombrarme por todo lo que veía.

Después de firmar mi contrato y que Francine me mostrara mi oficina, me dejó sólo, para que pudiera acoplarme más a mi nuevo lugar de trabajo. Tenía una ventana que daba a la ciudad, un gran escritorio con computadoras, una gran silla giratoria para mí y dos frente a mi escritorio, y lo mejor de todo, el restirador de madera más perfecto que había visto en toda mi vida.
Las paredes estaban vacías, pensé al instante en llenarlas de fotografías.

Ya empezaba a imaginar cómo sería mi estadía en esa empresa. Solo me faltaba conocer a los demás empleados y ser lo más amable posible con ellos. Conocía a la secretaria que me dio el tour por el edificio y también conocía al presidente de la compañía, el Sr. Wallace. Había sido cliente de mi padre años atrás, ya que lo estaban demandando por algo de una construcción que no se terminó y bla bla bla. La verdad, no tenía idea de cómo había terminado ese caso, simplemente recordaba a mi padre presentándome con el Sr. Wallace diciendo algo como:

        
—Ah y él es mi hijo Chad, está a punto de graduarse como arquitecto.

Mi padre alardeaba sobre mí y el otro hombre me dijo que considerara a idea de enviar mi currículum a su empresa y lo más probable era que me contrataran en cuanto terminara la universidad. Pero me fui otro año de viaje. Al volver, envié mi currículum y la espera inició. Empecé a mudarme a mi nuevo apartamento, regresó una —un tanto cambiada— Lorianne a mi vida, apareció Ashley, di clases como tutor a alumnos de secundaria con bajas calificaciones. Después de tantos meses, había logrado otro sueño en mi vida, ejercer mi carrera de arquitecto.

—Toc, toc, toc —oí a alguien canturrear.

Me volteé hacia la puerta, encontrando a un muchacho, calculaba yo, que de mi misma edad.

—Hola —le saludé y él entró a mi nueva oficina para ofrecerme una mano. Se la di y la estrechamos mientras me presentaba—. Soy Chad Adams.

—John Gibson —se presentó—. Parece que seré tu vecino de enfrente —sonrió con amabilidad.

—Genial —le sonreí.

Él abrió la boca para decir algo más, pero fue interrumpido por un par de golpes en la puerta. Ambos volteamos a ver y encontramos a una castaña, quién cambió su sonrisa, por una mirada cargada de odio. No hacia mí, hacia John.

—¿Ya viniste a molestar al nuevo?

Tendría que acostumbrarme a eso del nuevo.

—Vine a darle la bienvenida, nada más —dijo él, buscando calmar cualquier pelea.

—Gwen Portman —se acercó a mí y me ofreció la mano. Se la di y la estrechamos—. Será un placer tenerte trabajando con nosotros —me sonrió—, espero que te sientas cómodo y cualquier cosa que necesites, sabes que puedes contar con nosotros. O al menos conmigo, ya que John probablemente nunca vaya a estar disponible para escuchar tus problemas y, cuando lo esté, te ignorará olímpicamente y toda su atención se irá al trasero de la mujer más cercana.

John rodó los ojos y miró a Gwen.

—Gwendoline, ya te he dicho miles de veces que estás equivocada, ¿de acuerdo? Eso no pasó. Siempre te escuché lo suficiente y te aconsejé lo mejor que pude para que...

—¿Aconsejar? —preguntó sorprendida, soltando una carcajada llena de sarcasmo— ¿Entonces decir "no deberías sentirse así" es un consejo cuando te dije que no quería ir al cine con mi prima porque hablaba mucho? ¡Ni siquiera tiene sentido!

—Chicos...

—¡Por eso terminé contigo! —continuó ella— Solo piensas en ti mismo y nunca te interesó cómo me sentía o lo que quería.

—¡Eso no es cierto, mujer!

—¡Sí que lo es!

—¡No, no lo es!

—¿Sabes qué? ¡Jódete, John! —exclamó, saliendo de mi oficina.

Silencio.

—Estuvimos saliendo —aclaró, a pesar de que no era necesario.

—Ya veo... —dije alzando mis cejas.

—Me gusta mucho, ¿sabes? Es solo que... ¡ugh! Es tan, tan terca. ¡No se puede tener una conversación en paz con ella! —suspiró.

—Así son algunas mujeres, John —asentí.

—¿Tienes novia?

—Se podría decir que sí, está en Minnesota con su familia —expliqué.

—¿Han discutido?

—Muy poco.

—¿Ha gritado igual que la bruta de Gwen?

—La verdad es que no.

—Pues claro que no, ¡es Gwen! He intentado hablar con ella todo el año y no puedo porque ella inicia con su parloteo —dijo con tono cansado—. Como sea, dejo de molestarte. ¿Nos vemos luego, vecino?

—Claro que sí.

—Hasta pronto —se despidió y se fue hacia su oficina.

Me giré y miré la vista desde la ventana nuevo. Era perfecto. La oficina era más de lo que pensaba y esperaba que mi estadía trabajando para Homlt fuera igual.

Decidí sacar mi celular, de inmediato encontré una llamada perdida de Ashley, de 20 minutos atrás. Decidí llamarla de vuelta, pero no contestó. Así que la llamé dos veces más... tampoco contestó.
Supuse que estaba ocupada, así que decidí dejar mi buena noticia para más tarde.

Me despedí de Gwen, John y de la secretaria del Sr. Wallace, para volver al apartamento. Pero entonces recordé que debía pasar por Lorianne y me desvié, camino a la cafetería donde trabajaba. Luchando contra la nieve, llegué. Entré y un ambiente caliente me tocó el rostro.

Bendita sea la calefacción.

Busqué a Lorianne entre las meseras que atendían y no la encontré, por lo que me acerqué a la puerta de solo personal autorizado y, cuando estuve por abrir, una voz me detuvo.

—¿Te puedo ayudar en algo? —me giré y encontré a una mesera alzando una ceja.

—Sí... emmm... Estoy buscando a Lorianne... Lorianne Wilde, trabaja aquí.

La chica me miró de pies a cabeza, sin bajar su cabeza. Solo me escaneó como si no lo notara.

—¿Eres su novio?

—Ex. Ex novio —aclaré.

—Ya veo...


¿Qué tanto me miraba?

—Le diré que estás aquí —dijo pasando a mi lado, abriendo la puerta para entrar y cerrarla justo en mi cara.

Muy amable, pensé.


Me giré y decidí tomar asiento en una de las pocas de las mesas desocupadas. Miré el ambiente a mi alrededor, bastante acogedor, familiar e ideal para una cita simple o solamente para estudiar o trabajar. Era como el Café de Martha, solo que un poco más grande y, podía jurar que en las escaleras que habían en la esquina de la cocina, guiaban a un apartamento, posiblemente del dueño.

Lorianne salió por la puerta de los empleados, aún con su uniforme. Se acercó a mí y me saludó.

—¿Qué haces aquí?

—Dijimos que vendría por ti, ¿no recuerdas?

—No, sí lo recuerdo, pero —miró el reloj de su pared— son las 2 p.m., mi turno termina a las 4.

Vaya idiota.

—Oh... Puedo irme —dije poniéndome de pie.

—¿Qué? —rió levemente— No hace falta, no me molesta en lo absoluto que te quedes antisocialmente sentado en esa mesa sin emitir sonidos —reí yo.

—¿Antisocialmente? —volví a reír— ¿Según tú no puedo hacer amigos?

—No dije eso. Pero de haberlo dicho, dime tú, ¿qué les dirías? —alzó una ceja.

—Pues... me presentaría y...

—Déjame a mí hacerlo —me interrumpió—: "Hola —trató de imitar mi voz, pero yo reí sonoramente—, soy Chad Adams, tal vez me hayan visto por la calle, pero tal vez ni siquiera fui yo, tal vez fue mi hermano gemelo Nathan..."

—¡Oye! Es ha pasado más de una vez.

—"Tengo una chica rubia que vive en Minnesota, es asombrosa y guapa, e inteligente y..."

—¿Segura que no sales tú con Ashley? —me burlé y ella me fulminó con la mirada.

—Cállate. "Como sea, estudié arquitectura y puedo decirte algo sobre cada edificio antiguo, lo sé, soy intelectual. Ah y vivo con mi ex novia."

—Eso no suena tan bien al final —reconocí—. Pero te aseguro que puedo conocer nuevas personas cuando yo quiera, incluso si les digo que vivo contigo.

—Entonces hazlo —sonrió—, tienes desde ahora hasta que termine de trabajar, dos horas.

—Lo haré —le sonreí de vuelta.

—Pero antes, ¿quieres que te lleve un café? Tienes la nariz congelada y lo noto desde aquí —reí.

—Llévalo a mi mesa con mis nuevos amigos —dije, caminando hacia la mesa donde habías dos chicos y dos chicas, bajo la mirada atenta y la sonrisa burlona de Lorianne.

—Hey —los saludé y me senté, en la quinta silla. Los chicos me miraron un tanto confusos, hasta que me expliqué—. ¿Qué tal todo?

—¿Te podemos ayudar en algo?

—Nada en específico. Sólo quiero... ya saben, hablar —alcé mis hombros—. Por cierto, soy Chad Adams —estreché mis manos con cada uno de ellos, tratando de ser lo más encantador posible.

Ellos se presentaron, sin dejar de verse incómodos.

—Estudié arquitectura —dije y uno de ellos me miró asombrado.

—¿De verdad? ¡Yo estoy estudiando lo mismo!

—¡Qué casualidad! —exclamó la chica que pensé que era su novia.

—¿No te parece que la ciudad está llena de obras maestras de la arquitectura? —preguntó y yo asentí— Ellos siempre me critican porque dicen que hablo de edificios y arquitectos y...

—Cállate —dijo el otro, rodando los ojos. Los demás reímos levemente.

—Yo creo que es fascinante —dijo la chica, acerándose más al futuro arquitecto.

—¿Desde cuándo son novios? ——pregunté y los cuatro chicos estallaron en risas— ¿Qué sucede?

—No somos novios —dijo ella, sonrojándose.

Le gustaba.

—Tu café —apareció Lorianne poniendo mi bebida caliente en la mesa frente a mí. Me volteé a mirarla.

—Lorianne, ellos son mis nuevos amigos y él casualmente está estudiando arquitectura —el chico la saludó con la mano.

—Eso es trampa —se quejó.

—No, no lo es.

Ella negó con la cabeza, manteniendo su sonrisa.

—Estaré por allá, por si Chad y sus nuevos amigos necesitan algo —anunció y se alejó.

—¿Esa es tu novia? ¡Está que arde, Chad! —el otro chico le dio la razón.

—¿Cuánto llevan juntos? —preguntó una de las chicas.

—La conozco desde la secundaria —abrieron sus ojos como platos—, pero es mi ex.

—¿Qué? ¿Cómo demonios tratas bien a tu ex, le sonríes y bebes un café que preparó ella? ¿No te asusta que tenga veneno o algo así?

—Ella terminó conmigo, me humilló y resultó todo ser una mentira. Es una larga y deprimente historia que no relataré por la falta de tiempo.

Las dos chicas me miraron con lástima.

—Repito: ¿No te asusta que tenga veneno o algo así? —reí levemente y bebí mi café.

—Está bueno.

—Igual que ella —el chico movió las cejas—. Lo siento, tenía que decirlo ahora que sé que es tu ex y no me matarás por lanzarle un piropo.

—Está diferente a la última vez que la vi en la secundaria —dije mirándola—. Es una persona más sensible pero a la vez fuerte. Resiste cada golpe que la vida le da y aunque hay cosas que la hacen caer a veces, encuentra la manera de levantarse y nunca darse por vencida.

—¿Te gusta tu ex? —preguntó una de ellas. Me giré a ver su rostro para comprobar si lo decía en broma o no.

—¿Qué?

—No te culpo, Chad —dijo el chico.

—¿Vas a su casa y recuerdan los viejos momentos sin remordimientos? —preguntó una chica.

—No. Primero que todo, hay ciertas cosas que no puedo perdonar. Segundo, vive conmigo.

—¡¿Qué?! —preguntaron los cuatro al unísono.

—Estás loco, ¿y qué dice tu novia?

—Ella piensa que es mi amiga.

—Estás metido en un gran embrollo, compañero. Tu novia de Minnesota va a volverse loca si se entera —dijo uno de los chicos, como si yo no lo supiera.


Continuamos charlando, hasta que se me terminó el café y uno de los chicos me regaló un par de entradas a una fiesta privada que habría el 31, para celebrar el año nuevo.

Apareció Lorianne, con otra ropa más abrigada y un bolso, saludó a los chicos de la mesa. Me despedí de ellos, prometiéndoles mi presencia en la fiesta.

La pelirroja y yo salimos de la cafetería y empezamos a andar camino al apartamento. Ambos contra la nieve.

—Entonces conseguiste amigos —dijo ella.

—Sí, estamos invitados a su fiesta privada de año nuevo —ella rió levemente.

—¿Estamos? ¿Les dijiste sobre nosotros?

—Sí, ya sabes. Una pincelada de la secundaria, otra sobre tu llegada y una última de ahora mismo —alcé mis hombros—. Nada que no sepas.

—Claro, claro —rió—. ¿Qué tal Homlt?

—¡Es maravilloso! —dije con emoción— Todo es demasiado perfecto ahí. Tengo la vista a la ciudad, un precioso restirador, una silla que rueda y... —suspiré— Sentí que ese era mi lugar.

—Ha de ser muy bueno entonces —me sonrió.

—Es perfecto, no tengo otra palabra que lo describa mejor —confesé.

—Imagino que sí. —tomó un gran respiro— Chad, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Claro que sí, dime.

—¿Qué sentiste cuando... ya sabes... nos besamos ayer? —me detuve en seco y ella también. Me giré y la miré a los ojos.

—Yo estaba emocionado por el libro y me dejé llevar.

—Eso... eso ya lo sé. Quiero saber qué sentiste cuando me besabas.

¿Qué sentí? Sentí un cosquilleo en mi rostro, manos y abdomen, las famosas mariposas no estaban solo en mi estómago, sino que revoloteaban por todo mi cuerpo y sentía ese calor que no podía explicar.
Dentro de mí, trataba de asegurarme que no fuera nada. Tenía que hacer lo mismo fuera de mí.

—Nada. No sentí nada.

Ella continuó mirándome a los ojos.

—¿Por qué querías saberlo? —continué caminando y ella también.

—Porque yo que...

No pude terminar de escuchar su oración porque estaba ocupado. Sí, estaba ocupado cayendo. El suelo de la calle estaba tan congelado que terminó siendo como una pista de patinaje. Así que resbalé y caí sobre mi trasero, llevándome un fuerte golpe.

Lorianne empezó a reír a carcajadas, justo a mi lado.

—Deja de reírte y ayúdame.

Sin dejar de reírse, ella tomó mi mano e intentó ayudarme a levantarme, pero en vez de eso, resbaló y cayó en la nieve también. Aún en el suelo, empecé a reír y ella me acompañó en las risas.

—¡Te odio! —exclamó sin poder parar de reír.

Traté de ponerme de pie por mi cuenta y, cuando lo logré, recibí un golpe frío en el rostro. Nieve. Miré a Lorianne, que seguía en en el blanco suelo, mirándome con una sonrisa.

—¿Qué vas a hacer, abuelo? —sonreí y me acerqué a ella.

Me agaché a su lado y cubrí su rostro con nieve.

—¡Te voy a matar! —exclamó con una sonrisa. Ahí supe que debía huir.

Me puse de pie y empecé a correr —tratando de no resbalar— en dirección al apartamento. Segundos después, oí a Lorianne siguiéndome. O mejor dicho, pisándome los talones. Y así fue como una chica —justo como en el futbol americano— me tacleó, haciéndome caer de cara, en una gruesa capa de nieve.

—¡Te tengo, abuelo! —dijo sobre mí, tratando de recuperar el aliento.

Yo estaba de la misma manera, era un poco difícil respirar. Dejé caer mi cabeza sobre la nieve otra vez y, a como pude, empecé a reír. Ella rió conmigo.

—¿Dónde estamos? —pregunté, incapaz de ver el lugar por la cantidad de nieve.

—En un jardín de una casa, creo —alzó sus hombros—. Iba a taclearte desde mucho antes, pero si te hacía pegar la cabeza contra la vitrina de una tienda, tendría que pagarla. Así que no lo hice.

Rió y yo la observé mientras lo hacía. Sus ojos se cerraban y su sonrisa se daba lugar en su rostro. Ella era bastante...

—¡Salgan de mi jardín! —escuchamos a un anciano gritar— ¡Sí, ustedes dos, malditos degenerados!

—Vamos —dijo poniéndose de pie.

La imité y ambos huimos del jardín del anciano. Cuando llegamos a la puerta del edificio, ambos sentíamos que nos congelábamos hasta los huesos. Llegamos al apartamento y colgamos los abrigos en el perchero. Estábamos helados y un tanto mojados por la nieve derretida. Ella anunció que se daría una ducha rápida, cuando salió, yo me duché también. Me vestí y salí del cuarto de baño secándome el cabello con una toalla. El aroma del café recién hecho llegó a mis fosas nasales. Me acerqué a la cocina, donde estaba Lorianne, terminando de hacerme una taza de café.

—Sigo sin entender cómo es que no te gusta el café —alzó su mirada hacia mí— y aún así te queda delicioso.

Tomé la taza y la bebí.

—Trabajo en una cafetería, ¿recuerdas? —bebió de su taza de té.

—Aún así es raro.

—Un poco —reconoció, riendo levemente—. ¿Hablaste con Ashley sobre el trabajo?

—No, me llamó pero no oí la llamada, entonces la llamé y ella no contestó. Decidí que la llamaría más tarde —alcé mis hombros y volví a beber de mi taza. El café estaba genial.

—¿Por qué no la llamas ahora?

La miré. Tenía razón, debía llamarla y preguntarle qué quería decirme. O simplemente saludarla.

Busqué mi celular y llamé a Ashley. No contestó. ¿Qué estaría pasando? Es decir, en todo el día tampoco me escribió ni me llamó. No era por querer ser controlador con su vida, simplemente me parecía raro que no me texteara o llamara.

—¿Nada? —negué con la cabeza, mientras volví a marcar.

Tampoco contestó. Llamé un par de veces más y, como no contestó ninguna llamada, decidí enviarle un mensaje.

"¿Todo bien por allá? No he sabido nada de ti en mucho tiempo."

Miré a Lorianne mostrando cierta preocupación en mi rostro.

—Ya responderá —me sonrió—. ¿Quieres ver Friends? —ofreció, caminando para tomar el sofá en el que tanto le gustaba sentarse.

—¿Otra vez? —pregunté sentándome en otro sofá— Apuesto a que la has visto entera más de diez veces —reí.

—Bien, entonces veremos algo que tú quieras —dijo pasándome el control remoto.

Decidí poner una película que nunca habíamos visto antes. Al menos yo no la había visto. Pero fue una pésima idea. Iban 40 minutos de película y Lorianne se había quedado dormida. Tenía que ser una muy mala película como para que eso sucediera.

Lo sentí por Robert de Niro y decidí dormir también, aunque fuera en ese incómodo sofá fabricado por el mismísimo satán.

—Oye —oí a Lorianne decir.

Abrí mis ojos y encontré a Lorianne sentada a mi lado. Un tanto cerca de mí. Me alejé un poco y ella lo notó.

—Disculpa —dijo—. No quería despertarte, pero quería saber si querías pedir algo de cenar o si preferirías que preparara algo.

—¿Te apetece cocinar? —ella asintió con una sonrisa en el rostro— Entonces hazlo, yo juzgaré tu comida.

Rió y se puso de pie, para ir a la cocina a ponerse su delantal y atarse el cabello. Empezó a cocinar.

Recordé algo que había quedado pendiente.

—Por cierto —encendí la tv y me incorporé en el sofá—, ¿qué me ibas a decir cuando veníamos de camino?

—¿De qué hablas?

—Cuando íbamos caminando los dos en la calle y me preguntaste por el beso y te respondí que no había sentido nada, luego te pregunté el porqué de tu pregunta, pero cuando estabas por responder me caí patéticamente en la nieve —traté de recordarle, ella rió levemente.

Ahora que recordó, ya podrá decirme qué...

—¿Eso sucedió? —interrumpió mi pensamiento.

Me giré para verla y estaba preparando una mezcla con tranquilidad.

—No finjas, ¿quieres? —alzó su mirada y se detuvo— ¿Qué es lo que ibas a decirme?

Ella lo pensó un par de segundos.

—No era nada, Chad. Una simple tontería —continuó cocinando.

—Lorianne...

—Olvídalo.

Me levanté y me paré del otro lado de la isla de la cocina. Ella se detuvo otra vez y me miró.

—Que lo olvides, te digo.

—No, si es una tontería como dices, entonces no tiene por qué importar que me lo digas ahora —analizó lo que le dije y suspiró.

—Bien. Yo te lo pregunté porque ese beso fue... raro, ¿sabes? Sé que estabas emocionado por el libro y eso, pero fue tan de repente... —asentí, dándole la razón— Dijimos que no habrían sentimientos o emociones y tú lo primero que hiciste fue besarme. Creí que habías sentido algo raro también con el beso, pero ya me dijiste que no y es obvio porque tienes novia y la quieres. Así que...

—Lorianne, yo...

—...no hace falta seguir hablando de esto. ¿Quieres pasarme la sal? —preguntó, cambiando de tema.

Decidí no seguir insistiendo con el tema. Ella tenía razón, tenía a Ashley y no podía dejarme llevar por sensaciones físicas.

El tema no se volvió a tratar en tres días, hasta que, como el gran bocón que era, se lo comenté a Thomas, que seguía llevando a Jenna cada vez que planeábamos reunirnos.

—¡¿Que tú qué?! —exclamaron ambos al unísono.

—Ya les dije, fue... fue la emoción del momento.

—Es... ¡es una locura! —exclamó mi amigo— Págame —le susurró a Jenna, tendiendo su mano en el aire. Ella rodó los ojos y colocó un billete de $10 en su mano—. Gracias, fue un honor apostar contra ti.

—Alto, alto... ¿qué? Ustedes... ¿apostaron a que Lorianne y yo nos besaríamos? —pregunté un tanto ofendido.

—No...

—Algo así... —dijo Jenna.

—La apuesta era diferente.

—¿Pero implicaba un beso? —pregunté.

—Implicaba un beso —respondió mi amigo.

—Yo aposté a que Lorianne te besaría —dijo Jenna—. Thomas dijo que sería al revés.

Fulminé a mi amigo con la mirada, quién sonreía con esa cara de "yo no fui".

—Fariseo —lo señalé.

—Sabes que era más probable de que tú la besaras primero que ella a ti —se excusó, alzando sus hombros.

—Te odio, ¿sabías?

Thomas fingió lanzarme un beso y yo lo ignoré, ganándome una larga carcajada de Jenna.

—¿Podemos cambiar de tema? —pregunté, bebiendo mi zumo de naranja.

—¿Por qué? —preguntó mi amigo— ¿Porque si no vas a querer besarla también? —rió sonoramente— Ya, disculpa, me calmo. ¡Tenía que hacer un chiste al menos!

—¿Qué tal Ashley allá en su hogar?

Ashley. Otro tema que tampoco quería tocar.

   
---------

Holis. Resulta que estos días me han dado dos peticiones super cutes, así que las voy a hacer.

1. Quiero enviarle un saludo a Camila Albarracin, de parte de Figu. ❤️ Qué romántico, nena, quiero un novio como el tuyo, que lea libros contigo y le pida a la autora que me mande saludos :(

Ah ya recuerdo, friendzioné a alguien que leyó libros porque a mí me gustaban JAJAJA que mala soy :(

En fin, cuídense Cami y Figu allá en la Argentina, disfruten de la lectura, disfruten el amor en pareja, disfruten un aguacate juntos y espero que duren mucho ❤️ Big love de la Fifty.

2. WTF. Me acabo de dar cuenta de que el chico que pidió eso que acabo de escribir, es el novio de la chica que me hizo la segunda petición.

¡QUÉ COSA MÁS HERMOSA!

Novio de @CamiAlbarracin5 , más conocido como Figu: ella dice que siempre arruina las cosas entre ustedes, pero que te ama y que quiere estar toda su vida contigo (por favor díganme que no tienen 12 años JAJAJA, ya, ya, continúo). Ámense y yo los shippearé. Ya los shippeo. Los amo. Ah.

En fin, gracias a ambos por leerme, los amis a los dis.❤️ Y de verdad espero que sean felices y si se casan, me llaman y yo voy a Argentina.❤️

Eso era todo JAJAJA ❤️

¡CONTINUEMOS CON EL MARATÓN DE CUMPLEAÑOS ATRASADO!

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