Bienvenida Otra Vez

By Fifty-Seven

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Estoy consciente de que muchas personas suelen aparecer en nuestras vidas para enseñarnos cosas que no conocí... More

Sinopsis
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
* noticia *

Capítulo quince

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By Fifty-Seven

Ese día no compré nada para Ashley en el centro comercial, sino que me quedé con mi hermano y su novia, charlando. Recibiendo de ella, los mejores con consejos y de él, muchas palabras inservibles.

Ellos me llevaron a casa en la noche y, al llegar a mi puerta, abrí y colgué mi abrigo en el perchero. Estaban todas las luces encendidas. Al asomarme en la sala de estar, encontré a Lorianne dormida, envuelta en una manta, con un el libro que le había prestado —casi terminado— sobre ella. La miré dormir un par de segundos... ¿De verdad había estado apunto de besarla? ¿Qué carajos me pasaba por la mente? ¿Cómo es que había sido ella la primera en darse cuenta que estábamos cometiendo un error del que claramente nos arrepentiríamos los dos? Es decir, ya la había besado antes y, según ella, la había besado tiempo atrás estando ebrio, pero como no lo recordaba, no tenía validez. Mas lo que había pasado horas antes era diferente, ambos estábamos conscientes, solo que nuestro sentido común había decidido echarse a dormir y dejarnos a los dos lidiando solos con la situación.

Traté de cargar a Lorianne, pero, en ese momento, ella despertó.

—Hey —saludó y bostezó tapándose la boca—, ¿hace cuánto llegaste?

—No hace mucho. Iba a llevarte a la cama —ella alzó una ceja y supe que lo que había dicho no sonaba muy bien—. Es decir, para que siguieras durmiendo.

—Ya entendí —rió levemente y se puso de pie. Yo hice lo mismo y la seguí hasta la habitación, donde ella se lanzó en la cama bocabajo.

Estaba tomando mi pijama, cuando ella dijo:

—Perdón por lo que pasó —me giré hacia ella, quien se veía realmente avergonzada—. Sé que estás con Ashley y que buscas algo serio con ella, pero no sé por qué sentí ganas de... ya sabes, besarte.

—No hay problema, ya... ya pasó, supongo —alcé mis hombros y le sonreí, tratando de tranquilizarla.

Ella parecía estar pensando bastante, así que no dije nada más. Fui a cambiarme al baño y, cuando volví, Lorianne seguía en el mismo lugar. Apagué la luz y ambos nos acomodamos en nuestros lugares para dormir.

—¿Ibas a corresponderme? —preguntó de la nada. Iba a girarme— No te gires, prefiero hablar con tu espalda.

—Bien... Emm... Sí. No... —suspiré— Sí iba a hacerlo. Minutos después supe que tuve que haber sido yo el que detuvo todo, no tú.

—¿Por?

—Ashley.

—Sí, tienes razón. Estuvo mal de tu parte.

—¿Disculpa? —pregunté sorprendido y ella rió levemente.

—Sólo bromeo.

 
Segundos después, Lorianne se quedó dormida y yo traté de hacer lo mismo, pero las palabras de Kendall seguían en mi mente, porque ella estaba en lo cierto: debía averiguar qué querían mi corazón y mi cerebro. Yo suponía, o más bien afirmaba, que a quien quería era a Ashley.
No podía cambiar de parecer, sería estúpido si terminara borrando a una chica como Ashley de mi vida, solo para volver a arriesgarme con Lorianne.

Era estúpido hasta pensarlo.

*

    
La mañana siguiente, Lorianne ya había salido temprano, era lunes, así que había amanecido solo y el apartamento estaba en un completo silencio.

Decidí marcarle a Ashley, a pesar de todo lo sucedido ayer. Después de mucha espera, me contestó.

—Hey —saludé.

Hola Chad.

—¿Cómo amaneciste? —traté de crear una conversación normal y tranquila entre ambos, pero ella no me lo permitía.

Bien —respondió y no dijo nada más sobre eso—. ¿Te puedo ayudar en algo?

—No, yo... La verdad es que sí —decidí decir—. ¿Crees que podamos vernos para desayunar?

Estoy desayunando con mis hermanos y pasaré el día paseando con ellos, así que creo que no se podrá.

—Oh... bien.

¿Qué podía hacer? Ella había dejado en claro que no quería discutir más conmigo y que mejor dejáramos todo para cuando volviese. El problema era que, haciendo cálculos y consultando con el calendario, ella llegaría después de año nuevo. Sonaba a que el tiempo pasaría más lento que Thomas al aconodarse el cabello. Sería una eternidad.

—Supongo que nos vemos luego —me resté a decir, para luego cortar la llamada.

Justo en ese momento, me entró una llamada. Creí que sería Ashley, con un arrepentido: "ven con nosotros y aquí podremos hablar", pero no era su nombre el que mostraba la pantalla de mi celular, sino el de mi mejor amigo.

¿Dónde nos vemos? —preguntó yendo al grano.

—¿En el Café de Martha? —propuse.

No, creo que Martha me odia por lo que le hice a las rosas que tiene en la entrada del café. ¿Te parece si nos vemos en un café que está cerca de mi casa? —propuso él.

—Bien, envíame la dirección y llego en 15 minutos.

Corté la llamada y me preparé para salir. Pedí un taxi y le di la dirección que Thomas me había enviado. Cuando llegué, estaba Thomas... besando a una chica. No era extraño encontrarlo en esa situación, lo que era extraño era que estuviera besando a alguien a las 8 a.m. Eso solo podía significar algo.

Jenna.

—Hola —saludé y ambos se separaron para mirarme.

—¡Chad! —me saludó mi amigo y colocó mi brazo sobre mis hombros, abrazándome— Chad, ella es Jenna Smith. Jenna, él es mi mejor amigo, Chad Adams.

La castaña me sonrió y se acercó, para estrechar la mano conmigo.

—Thomas me ha hablado mucho de ti.

—Y a mí de ti —ella rió, mirando a mi amigo.

 
Era bastante linda, pero no era el tipo de chica de Thomas... Al menos no el tipo de chicas con las que él solía salir. Su aspecto y su saludo, me hicieron saber que era una chica tranquila, risueña y también algo divertida.

—¿Quieres ir a buscar una mesa? —preguntó mi amigo y ella asintió, entrando al café.

—¿Por qué no me dijiste que la traerías? —pregunté un tanto molesto— Además, no sabía que ya eras algo con ella —él se llevó una mano a la nuca.

—Sí. Primero, le dije que saldría contigo e insistió en que quería conocerte, además, no es de chismear —alzó sus hombros—. Segundo, no tengo nada aún con ella. Es decir, sí quiero, pero aún no hay nada definido.

—Como sea, vamos.

Ambos buscamos a Jenna y tomamos asiento con ella, Thomas a su lado y yo frente a ambos.

—¿Van a pedir algo? Yo no he desayunado —levanté la mano y una mesera se acercó. Tomó nuestros pedidos y se marchó.

—Entonces... habla —dijo Thomas, abrazando a la castaña a su lado.

—No sé por dónde iniciar —suspiré. Él abrió la boca para agregar algo, pero lo señalé y dije—. Si dices "por el inicio", te juro que te mato —Jenna rió y Thomas alzó ambas manos.

Suspiré una vez más y le dije básicamente lo mismo que le dije a Kendall el día anterior.

—Sólo tengo una pregunta —dijo mi amigo—. ¿Qué demonios crees que haces con tu vida?

—No sé. Pero ayer hablé con mi hermano y su novia...

—Los Kendalls —le aclaró Thomas a Jenna.

—Y me dijeron que separara las cosas, tengo que definir qué quiere mi corazón y qué quiere mi cabeza.

—Creo que debes comparar la relación que tienes con cada una —opinó la chica—. Analizar lo que has pasado con cada una y tratar de imaginar cómo sería la vida con cada una.

—El asunto es que no tengo esa clase de... pensamientos hacia Lorianne. Sólo pasó.

—Entonces debes hacer que no vuelva a pasar y hacerle saber a Lorianne que eso nunca tuvo que haber pasado —miré en café que nos había traído la mesera durante mi relato.

—Anoche lo hablamos y dijimos eso, fue un error y ambos lo sabemos. Creo que... —alcé la mirada y, detrás de me amigo y Jenna, encontré a quien menos esperaba.

—¿Qué sucede? —Thomas rió levemente— Parece que viste un fantasma.

—Lorianne trabaja aquí.

  
Ella estaba entrando, con el bolso que siempre llevaba. ¿Cómo no había notado el uniforme de las demás meseras antes?

—¿No lo sabías? —preguntó mi amigo— Cuando venimos a desayunar aquí, siempre la vemos. Usualmente nos atiende ella.

—¿Qué? ¿Por qué no me lo dijiste? —pregunté, sintiéndome traicionado.

—No creí que tuviera importancia —alzó sus hombros—. Además, de habértelo dicho, no habrías querido venir.

—Yo no le veo el problema —confesó Jenna—. Sé que tu pasado con ella es duro, pero ya pasó, ¿no?

—¿Le contaste todo? —miré a Thomas, quién asintió con una sonrisa—. Como sea. Creo que tienes razón, Jenna.

  
Era la verdad, tenía razón.

Pero yo solo tenía una duda, ¿por qué iba llegando a esa hora a la cafetería? Es decir, usualmente salía muy temprano del apartamento —tanto que no la veía irse— y volvía muy tarde. Pero no, estaba llegando pasadas las 8 a.m.
¿Estaría viéndose con alguien? Si bien eso no me importaba mucho, tenía curiosidad.

Ella desapareció entrando en una puerta que tenía un rótulo de "prohibida la entrada a particulares".

Decidí dejar aquello de lado y centrarme en la pareja que tenía enfrente.

—Así que ustedes... están... ¿saliendo? —pregunté y Jenna miró a Thomas.

—Estamos en proceso —mi amigo alzó sus hombros y la castaña asintió.

—¿Y qué harás en navidad? —le pregunté a mi amigo.

—Iremos con mi familia, luego con la suya —señaló a Jenna— y después iremos a alguna fiesta. ¿Tú harás lo mismo de siempre? —asentí—. ¿No hablaste hoy con Ash? —asentí.

—Le propuse desayunar pero no quiso, dijo que iba a pasear con sus hermanos.

—Está realmente molesta, ¿no? —asentí.

—Creo que te valora mucho y por eso quiere que conozcas a sus padres —dijo Jenna—. Pero no comprende tu necesidad de quedarte aquí con tu familia y esperar la llamada del lugar donde puede que trabajes —alzó sus hombros.

—Le contaste toda mi vida —dije mirando a Thomas, quien solo sonrió.

—¿Qué te puedo decir? Salvaste nuestra primera cita —besó a la chica en la cabeza.

—¿Puedo retirarles? —preguntó una mesera. Alcé mi mirada hacia ella y encontré a Lorianne, con el cabello sujetado en una coleta. Al verme, abrió sus ojos como platos.

—Hola Lorianne —saludó Jenna, rompiendo el contacto visual que tenía con la pelirroja.

—Hola... —me miró de nuevo— Chad, ¿tú...? ¿No deberías estar con Ashley?

—Está molesta conmigo, ¿lo olvidas? —ella asintió—. No sabía que trabajaras aquí.

—Creí que Thomas te lo había dicho —negué—. Bien, debo seguir trabajando. Te veo en la noche.

Se fue y llamé a otra mesera.

—¿En qué puedo ayudarle? —preguntó ella.

—¿Conoces a esa mesera? —señalé a Lorianne y la chica asintió— ¿Sabes a qué hora termina de trabajar todos los días?

—Es variado, pero creo que siempre sale después de las tres o las cinco de la tarde.

—Gracias —le sonreí y la chica se marchó. Me giré hacia Thomas y Jenna—. ¿Saben qué significa eso?

—¿Que trabaja 7 horas con comida y no puede tocar nada?

Fulminé a mi amigo con la mirada, mientras Jenna reía.

—No. Significa que sale temprano a hacer algo y llega a trabajar a las 8 a.m. Igual que a la salida. Sale entre las 3 y las 5 p.m., y llega al apartamento pasadas las 7 p.m.

—¿Y qué? Es su vida, déjala —mi amigo alzó sus hombros—. Tu hermano Kendall te lo dijo al inicio de todo esto: ella por su parte y tú por la tuya. Fin.

—Sí, pero... ¿no te da curiosidad?

—No.

Rodé los ojos.

—Ya me tengo que ir, debo ir a dar clase y no quiero llegar tarde —me levanté—. Fue un placer conocerte, Jenna, espero que no sea la última vez —le sonreí.

Al salir, no vi más a Lorianne.

   
    
*

  
Un día después, apenas si había logrado conciliar el sueño. ¿Por qué? No tenía la más mínima idea. Tal vez era la curiosidad matándome por dentro por saber qué carajos hacía Lorianne cuando salía temprano y volvía tarde; o, era simplemente porque me sentía ansioso por no haber conseguido el regalo de Ashley aún.

Esa mañana, escuché el microondas sonar, eso provocó que me despertara. Miré el reloj de mi mesa de noche, eran las 5 a.m., Lorianne estaba preparándose para ir a trabajar. Entró a la habitación y fingí despertar, ella me miró y sonrió.

—Buenos días —dije con mi voz mañanera.

—¿Descansaste bien?

—A decir verdad, no —me senté—. Pero debo ir a hacer las tutorías, comprar el regalo y debo intentar hablar con Ashley.

—Verás que ella tarde o temprano entenderá, debe hacerlo —alzó sus hombros y salió de la habitación. Yo la seguí y fui a sacar de la nevera un café frío que había comprado días atrás.

Ella estaba terminando de ordenar las cosas que llevaba en su bolso.

—Deberías probar el café —le dije y ella alzó su mirada hacia mí—. Es bueno.

—No quiero ingerir cafeína.

—Puedo prepararte descafeinado —ofrecí y ella rió.

—No me gusta el olor.

—Debes estar loca, ¿lo sabías?

—¿Debo recordarte que solías odiar las fresas pero amabas el helado de fresa? ¿Acaso es posible que haya una persona más demente? —preguntó y yo reí.

Terminé de desayunar y tomé una ducha rápida. Salí con una toalla sujeta a la cintura, ya que había olvidado llevar mi ropa.

Vi que ella estaba sentada en la cama, terminando de leer el libro que le había prestado.

—¡No es posible que ella sea así! —exclamó. Alzó su mirada y me vio— Oh, saldré para que te vistas.

—Tú tranquila, tomaré todo e iré a vestirme al baño —alcé mis hombros—. ¿Qué decías? —le pregunté caminando hacia el armario.

—Que esta chica, la de este libro es una imbécil —se quejó—. ¡El chico le da cientos de oportunidades y ella no deja de ser una idiota! Ojalá la atropelle un bus —refunfuñó.

—¿Terminaste de leerlo?

—Me faltan 3 páginas.

—¿Pues quieres que te diga algo? —fui a la sala y tomé los libros con un brazo. Volví a la habitación, donde ella esperaba a que respondiera mi propia pregunta— Es una trilogía.

Le entregué los libros —un poco mojados por el contacto con mi brazo— y ella los miró.

—Te odio.

—¿Por qué? —reí levemente.

—¡Porque me has hecho leer un libro creyendo que acabaría mal y resulta que es una trilogía! Significa que acabará feliz.

—Yo que tú, no estaría tan confiada —salí con mi ropa hacia el baño.

—¿Qué quieres decir con eso? —no le respondí— ¡Te odio más de lo que te odiaba hace diez segundos!

Cuando terminé de vestirme, ella estaba en la puerta del baño.

—Me voy —anunció.

—Adiós.

Ella abrió la puerta del apartamento y salió. Tomé mis cosas y, segundos después, salí.

No sabía por qué, pero tenía curiosidad de saber qué hacía Lorianne en las mañanas. Decidí, en una charla interna conmigo mismo de 2 segundos, que la seguiría adonde sea que fuera. Tal vez sería una estupidez, pero no pensaba hacer nada malo con eso, sólo matar la curiosidad antes de que me comiera vivo.

La seguí con una distancia prudente para que no me descubriera. De camino, paró en una tienda de rosquillas, llevando una caja justo como la que llevó al apartamento días atrás.

Salió de la pequeña tienda y siguió andando entre la nieve. No entendía cómo era que ella seguía vistiendo su vestido de mesera con el frío que hacía afuera.

Cruzamos un par de calles, algunos chicos miraban a Lorianne sin que ella se percatara. Montón de degenerados. Después de 10 minutos de caminata, llegamos a un vecindario que conocía. Ella giró y entró en el jardín de la casa.

¿Qué estaba haciendo ahí? No era que Lorianne no pudiera visitar a quien ella quisiera, pero no sabía que mantenía una relación —de cualquier tipo— con la chica que vivía ahí.

Tocó el timbre una vez y, segundos después, la rubia le abrió la puerta. Lorianne y Rachell se dieron un abrazo y la pelirroja entró, cerrando la puerta detrás de ella.

¿Qué demonios podía ir a hacer una persona como Lorianne a la casa de una chica de secundaria como Rachell? ¿Cuánto tiempo llevaban haciendo... lo que sea que estuvieran haciendo?

Era muy confuso y, la verdad, las teorías empezaron a nacer en mi cabeza, pero morían al instante por no tener mucho sentido.

Decidí despejarme de ello y preguntarle a Lorianne en la noche.

Recordé que debía hablar con Ashley, así que la llamé sin dudarlo. No sabía si ella se estaba cansando de mi insistencia, pero quería que supiera que me importaba.

¿Hola?

—Hola Ash.

Empecé a caminar hacia la casa de Pauline, donde debía darle la tutoría.

¿Te puedo ayudar en algo? —preguntó con ese tono de indiferencia.

—Sólo quería saber si estabas bien —confesé.

Estoy bien... gracias.

—¿Crees que podamos vernos en la noche? En alguno de los dos apartamentos —ella suspiró profundamente.

Chad, ya te dije que yo... quiero esperar a volver de Minnesota y que ya todo haya pasado. No quiero pelear contigo por esto.

—Te prometo que no voy a pelear, yo también quiero que estemos bien —confesé y ella hizo una larga pausa—. ¿Estás ahí?

Sí, sí... Entonces... ¿en tu apartamento a las 6?

—Sí —sonreí—, me parece bien.

De acuerdo, te veo más tarde.

Cortó la llamada y yo ya estaba llegando a casa de Pauline. Después de ahí, di dos tutorías más y llegué a mi apartamento a eso de las 5 p.m. Estaba tan cansado, que dejé mis cosas en el suelo y decidí tomar una ducha corta, de unos 15 minutos o menos. Al salir, fui a mi habitación y me vestí. Me senté en el sofá y encendí la tv, para mirar un rato y, sin percatarme, me quedé dormido. Me desperté minutos —¿u horas?— después, por los repetidos golpes en la puerta.

Ashley.

Me levanté a gran velocidad y abrí la puerta. Donde ella me recibió con una pequeña sonrisa.

—Hola —le sonreí también. Me incliné hacia ella para depositar un pequeño beso en sus labios y la dejé pasar.

Cerré la puerta detrás de ella y la seguí.

—¿Estabas dormido?

—Sí, llegué muy cansado hoy. Tomé una ducha y me dormí —confesé y ella asintió, sentándose en un sofá.

Apagué la tv y me senté a su lado.

—Entonces... ¿qué vamos a hacer?

—Cenar. Ver una película —alcé los hombros—. Es lo que tenía en mente.

—¿Y qué vamos a cenar?

—Iba a cocinar algo, pero me quedé dormido y no creo que me de tiempo de preparar algo —confesé avergonzado.

—No importa, ¿quieres que llame por una pizza o comida china? —propuso.

—China —asintió y sacó su celular, para llamar al restaurante del chino que entiende lo que le decimos, pero nosotros no entendemos lo que dice.

Al terminar la llamada, Ash dijo:

—Dijo algo como que el tipo que hacía el express tuvo un accidente. O al menos eso fue lo que le entendí —reí levemente y acosté mi cabeza al sofá, mirándola—. ¿Qué tienes? —preguntó riendo levemente.

Me gustaba su sonrisa.

—Nada. Sólo recordaba el día en el que te conocí —le sonreí.

—¿Que te pedí ayuda para atrapar a Mel ebria? —asentí y ella rió de nuevo— Sí, lo recuerdo. No fue hace mucho, la verdad. Las cosas han pasado... rápido.

—Sí, pero eso no me prohibió conocerte y volver a sentir qué era estar enamorado —dije sin pensar.

Lo dije. Le dije que estaba enamorado de ella. Debí verme ridículo, pero era lo que sentía y no podía evitarlo.

—Lo dices para que no esté molesta contigo —rodó los ojos.

Me acerqué a ella, reduciendo la distancia entre los dos.

—Lo digo en serio. Estoy enamorado de ti, Ashley Hansen —sus mejillas se tornaron rojas y sonreí—. ¿Por qué te sonrojas así?

—¡No lo sé, no me mires más! —se llevó ambas manos al rostro. Tomé sus manos y las quité, permitiéndome mirarla a los ojos.

—Eres hermosa.

—¿Por qué de repente me dices cosas bonitas? —preguntó sorprendida.

—No lo sé, no tenía planeado mucho.

—¿Y qué tenías planeado?

—Besarte —ella sonrió. Lanzándose hacia a mí para unir sus labios con los míos en un tierno beso, haciéndome caer hacia atrás, sobre el sofá.

Se separó de mí y dijo:

—Eso me recuerda, que quedamos en medio de algo la vez pasada —sonrió y me besó de nuevo, esta vez con más necesidad—. Vamos —se puso de pie y tomó mi mano, tirando de mi hacia la habitación.

Se lanzó en la cama y yo me quité la camisa, para acercarme a besarla de nuevo. Poco a poco, las prendas de hicieron escasas, hasta que nada nos separaba a uno del otro. Hicimos el amor. Caí junto a ella y nos tapé con una manta. Se acercó más a mí y me abrazó con su cuerpo desnudo, acariciando mi cabello y mi rostro.

—Yo también estoy enamorada de ti, Chad —confesó y sentí que mi corazón se aceleraba más de lo que ya estaba—. Mucho más de lo que creí poder estar.

Besó mis labios por un corto tiempo y luego pegó su cabeza a mi pecho desnudo, sin dejar de abrazarme.

—No quiero que estés molesta conmigo.

—Chad, no quiero hablar de esto —pidió.

—Pero yo sí —insistí—. Tú ya hablaste bastante y ahora es mi turno —ella guardó silencio y supe que me había dado el espacio para hablar—. No quiero que evitemos el problema hasta que vuelvas, quiero que me comprendas. Mi madre cuenta conmigo para navidad, todos los años. Sé que te molesta un poco, pero mi madre es así. Además, debo esperar la llamada de la empresa en la que pedí trabajo para comprobar si me aceptaron o no.

Me sentó y me miró.

—Nunca me dijiste eso.

—¿No? —pregunté confundido.

—No lo sabía.

—Pues sí, debo esperar a que me llamen e ir de inmediato a firmar algunas cosas e instalarme en una oficina y todo eso —expliqué.

—Lo conseguirás, yo sé que sí —se acercó a mí y besó mis labios.

—Significa que... ¿estamos bien? —me sonrió y asintió— ¿No tengo que preocuparme más por tu hermano Steve? —ella rió levemente.

—Le agradas a Steve —ella rodó los ojos—, es sólo que no quiere que me suceda que lo mismo con mi anterior novio. Steve casi lo mata a golpes.

—¿Es eso una advertencia? —ella volvió a reír y me golpeó el brazo en broma.

En ese instante, sonó un portazo y Ash y yo nos sentamos, asustados por el golpe.

—¡Chad! —gritó Lorianne.

Miré a Ash confundida y decidí ponerme de pie y buscar mi ropa interior para ir a ver qué le sucedía.

—¡Chad! —volvió a gritar. Me puse la ropa interior de nuevo y caminé hacia la puerta, justo cuando la pelirroja llegó, con el rostro bañado en lágrimas— ¡Ch...! Oh demonios —se alejó corriendo hacia la cocina.

—¿Qué le sucede? —preguntó Ashley y yo alcé mis hombros.

—Iré a ver. Ya vuelvo.

Abrí la puerta y la cerré después de salir. Me acerqué con cautela a ella, que tomaba un vaso de agua con dificultad. Todo su cuerpo temblaba y sus ojos estaban rojos.

—¿Qué pasó? —pregunté suavemente,

—Di-Disculpa por haber entrado a-así —hablaba entrecortado—, n-no sabía que... que Ashley y tú estaban...

—No hay problema —interrumpí—. Quiero que me digas qué sucedió.

—Está aquí —dijo con su voz temblorosa, mirándome con sus ojos claros llenos de lágrimas.

—¿Qué? ¿Quién?

Ella siguió llorando, con más fuerza. Le quité el vaso de las manos, lo puse en la mesa y la tomé de los brazos, para sostenerla un poco,

—Lorianne, ¿quién está aquí? —insistí.

—Él. Vino... ¡vino por mí! —gritó y la vi por primera vez en su vida, asustada.

—¡¿Quién?! —grité yo.

—¡Spencer Wells! —me abrazó con fuerza— No dejes que me encuentre —rogó, sin parar de llorar.

  
¿Spencer estaba en la ciudad? ¿Cómo se había enterado ella? ¿Por qué le tenía tanto miedo?

La abracé de vuelta y vi a Ashley en la puerta de la habitación, mirándome confundida. Yo alcé mis hombros, tampoco entendía bien qué sucedía.

_________

Legen... wait for it... dary!

No puedo, amo a Barney Stinson con todo mi ser ❤️
¿Alguien que vea también HIMYM? ❤️

Les voy a recomendar 4 canciones porque estoy escuchándolas repetidas  y las amo jajaja

1. "Jealous" de Labrinth.

2. "Skinny Lover" de Birdy.

3. "Faith" de Sleeping at Last.

4. "Oh, Ms. Believer" de Twenty One Pilots.

27/11/16
12:32 am
Mer de la mar 🌊

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