Amo Que Me Odies [EDITANDO]

By odethpadilla

307K 15.5K 2.5K

[EDITANDO Y AGREGANDO NUEVOS DETALLES] ¿Imaginas tener en tus manos vengarte del chico que más te ha hecho da... More

Capítulo uno: 5 años después
Capítulo cinco: Volverlo a ver
Capítulo seis: ¿El mismo imbécil de siempre?
Capítulo siete: Quizás cambió
Capítulo ocho: Es hora
Capítulo nueve: ¿Claire?
Capítulo diez: Te odio
Capítulo once: Hermosa
Capítulo doce: Sólo tiene ojos para una
Capítulo trece: Viejos tiempos
Capítulo catorce: ¿Por qué a mí?
Capítulo quince: Promesa cumplida
Capítulo dieciséis: Trágica película
Capítulo diecisiete: Delirando
Capítulo dieciocho: En búsqueda de Chloe (parte 1)
Capítulo dieciocho: En búsqueda de Chloe (parte 2)
Capítulo diecinueve: Me estás matando
Capítulo veinte: El reto de Leo (parte 1)
Capítulo veinte: El reto de Leo (parte 2)
Capítulo veintiuno: El cementerio
Capítulo veintidós: No te des por vencido
Capítulo veintitrés: Los Búfalos
Capítulo veinticuatro: Pista de hielo
Capítulo veinticinco: ¡Me casaré!
Capítulo veintiséis: Casa de la abuela Nora (parte 1)
Capítulo veintiséis: Casa de la abuela Nora (parte 2)
Capítulo veintisiete: Un mes después y un HASTA PRONTO
Epílogo
Capítulo extra: POV Leo

Prólogo

32.4K 660 112
By odethpadilla

¡Hola! ¿Hay alguien? Because I'm back! :D

¿Me harían un favor de leer este prólogo re editado hasta al final y les cuento algo?

¡Los quiero! Gracias de antemano.

***

—¡Arréglate el cabello, Claire! No entiendo cómo puedes salir tan desaliñada a la calle— gritó mamá mientras veía que iba camino a la puerta. —Estás demasiado delgada, tienes que comer mejor. Puedo ver tu clavícula desde aquí.

¿Alguna tiene una mamá irritante? Pues yo, Claire Webster, también tengo ese infortunio.

Pero lamentablemente sabía perfectamente a qué se refería con ese comentario. Hace algunos años no lo hacía.

 Vanessa, mi mejor amiga en el mundo después de Leo, Megan y todas mis compañeras de clase a los 12 años (nuestra edad) ya tenían sus cuerpos desarrollados. Sus caderas ya se habían ensanchado y sus pechos ya tenían algo de proporción. 

Sin embargo, yo era muy alta para mi edad y además seguía igual o más delgada de cuando era niña, lo que me daba un aspecto realmente raquítico y preocupante según Ann, mi madre.

Mamá siempre se ha preocupado por la apariencia. Para tener cuarenta y tantos años lucía realmente increíble. Siempre va al gym, viste con ropa que es el último grito de la moda, no va ni a la esquina sin maquillarse y es la envidia de todas sus amigas.

Yo he pensado siempre, en secreto, que seguramente resulté una decepción para ella, que es tan hermosa. En cambio yo, su única hija, soy tan "meh", por no decir algo peor. 

A mi edad ella era muy coqueta, y según lo que cuenta cuando está ebria le rogaba a su madre, es decir, mi abuela, que la llevara a comprar sostenes de encaje.

Ok, ew.

Mamá es buena conmigo, no me malentiendan, solo que a veces, sin que si quiera ella misma se dé cuenta me hace sentir el ser más miserable y horrible del universo con sus comentarios. 

En ocasiones, sí le hago caso y me visto como ella quiere, sin embargo en otras no le presto atención por el hecho de que con los trapos que ella me busca no me siento cómoda ni me siento yo misma.

Últimamente sus comentarios se referían a lo delgada que estoy y que ha llegado hasta a preocuparla. "Estás muy flaca, aún pareces una nenita", "pareces un poste de luz, alta y delgada, hija, hay que hacer algo al respecto", "estás muy flácida, Claire, haz algo de ejercicio", "deberías empezar a maquillarte para que tu cara no se vea tan pálida", era lo que me decía recurrentemente. En esos momentos, y solo en esos momentos, sentía que la odiaba un poco.

Luego de escuchar los gritos de mamá, abrí la puerta rápidamente, antes de que viera que me puse una camiseta de Bob Esponja. No entendía por qué le molestaba que usara camisetas de dibujos animados pero corrí el riesgo.

Al salir, vi a Leo apoyado de un árbol con la pelota de béisbol y el bate que pertenecía a su padre, quien falleció cuando teníamos apenas nueve años.

Conozco a Leo de toda mi vida. Ninguno de los dos logra recordar a ciencia cierta cuándo fue la primera vez que nos vimos. Su madre y la mía fueron y son grandes amigas desde la preparatoria, vamos a la misma escuela y siempre hemos estado juntos. 

Lo considero mi mejor amigo y mi confidente. Habíamos pasado muchos momentos tanto divertidos como malos uno al lado del otro, sin jamás dejar de contar el día en que su padre murió; Leo estaba realmente triste y no quería hablar con nadie. Fui a su casa y al encontrarlo en su cuarto tumbado en su cama traté de acercarme, pero él lanzó su mano sobre mi cara y me dio un gran golpe que me costó un morado justo debajo de mi ojo izquierdo. Él se disculpo miles de veces, me dijo que no era su intención, y aunque le dije que no se preocupara se echó a mis brazos a llorar y llorar. Lo acompañé hasta que se quedó dormido.

Uno de mis recuerdos favoritos con Leo es cuando ganó un oso de peluche en una feria y me lo regaló. Esa noche no dormí viendo a Leo, el oso de peluche, a un lado de mi cama.

Sin embargo, últimamente Leo estaba bastante extraño. Ya no me trataba de la misma manera dulce con la que me trataba cuando éramos niños. Creo que la razón es porque ahora tiene nuevos amigos, Frank y Logan, quienes también asisten a nuestra escuela.

—¡Vaya!, ¿es una camiseta de Bob Esponja?— preguntó Leo alzando una de sus cejas. Él conocía perfectamente mi relación con mi madre, y lo mucho que me hacían enloquecer sus comentarios.— ¿Ann te dejó salir así?

—Cállate y muévete que ya son las 4 y si llego a casa después de las 7 papá va a asesinarme.— Papá nunca ha estado muy de acuerdo en mi amistad con Leo. Dice que niñas deben estar con niñas, e igual con el sexo opuesto. Un poco o muy machista pero es mi padre, y lo amo. Al menos no critica mis camisetas de Bob Esponja.

Leo y yo caminamos calle abajo hasta el único campo de béisbol del vecindario. Yo lo ayudaba a practicar el bateo cada viernes, ya que Leo quería convertirse en una estrella del béisbol y pertenecía al equipo de la escuela.

No lo malentiendan, no soy lo que se llama una chica atlética. Yo solo coloco las pelotas dentro de la máquina lanza pelotas.

No es divertido, pero es un tiempo especial que paso con Leo.

—Oye, hoy viene (cof, cof) Logan a practicar con nosotros.— Expresó Leo rápidamente, él sabía que eso me haría enfurecer.

—¿Por qué rayos me dices eso ahora?, y lo invitaste sin consultarme. Bien sabes que Logan no es santo de mi devoción— reclamé yo luego de poner mis ojos en blanco.

—Es mi amigo, Claire. Además, no te ofendas, pero él es un chico, podría ayudarnos mejor a saber cómo está mi técnica de bateo.

—¿Qué clase de comentario es ese? Ya te pareces a papá— dije preocupada.

—Tú tienes a Vanessa y nunca me he opuesto a que sean amigas.

—Pues tú también eres amigo de Vanessa, y no me estoy oponiendo. Solo te estoy pidiendo que consideres preguntarme primero antes de invitar a Logan a algún lugar al que vaya yo también.

—¡Afff! Las chicas y sus tonterías- dijo mi mejor amigo en susurro, pero lo escuché perfectamente.

Su actitud en los últimos días me estaba lastimando demasiado para mi corta edad. Él nunca había dicho comentarios de ese tipo; tipo los de mi papá de "niñas con niñas, chicos con chicos". A él le contaba todo acerca de mi vida, incluso más que a Vanessa, que era una chica.

Cuando finalmente llegamos al campo, estaba sentado en las gradas el tonto de Logan mirando con una sonrisita, que no me gustó nada, a Leo.

—¡Hey! No me dijiste que traerías a tu novia, la torre Eiffel— dijo el castaño burlonamente refiriéndose a mi altura.

Yo soy un poco más alta que Leo, pero, ¿y qué?, siempre lo he sido, de hecho, soy mayor que él unos meses y siempre se lo saqué en cara como un juego. 

Pero la forma en que lo dijo Logan me molestó muchísimo. Y más me molestó la cara de indignado que puso Leo.

—Ella no es mi novia, ya te lo he dicho— respondió Leo luego de poner los ojos en blanco.

Lo conozco de toda mi vida, y sé que respondió de esa manera solo porque quiere encajar en su nuevo grupo de amigos. Él nunca pondría esa cara para referirse a mí, ¿cierto?

—Bueno, bueno, como sea. Manos a la obra, quiero ver qué tal está tu técnica— dijo Logan parándose de donde estaba sentado.

Coloqué todas las bolas de béisbol en la máquina y pulsé el botón que hizo que una de ellas saliera disparada a donde se encontraba Leo en Home, que ya estaba en posición, pero la pelota rebotó antes de tiempo. 

En un segundo intento, Leo golpeó la pelota con el bate, pero como la velocidad de la pelota fue muy lenta solo logró alejarla un poco. 

Al tercer intento recé para que Leo lograra un home run, ya que Logan comenzaba a reírse de la situación. Pulsé el botón de la máquina con toda mi fe pero fue a parar al otro lado del campo porque sin querer la moví un poco.

—Oigan, oigan, esto es inútil— expresó Logan en tono autoritario.— Déjame lanzar yo, jirafita, esa máquina no le está haciendo ningún favor a Leo.

—Pero, es solo que moví un poco la máquina, siempre practicamos y sale bi...— dije hasta que me interrumpió Leo.

—Claire, por favor, deja que Logan sea mi pitcher, solo para no perder más el tiempo.

—Pero Leo, siempre al principio la máquina funciona mal, pero después de unos cuantos lanzamientos...— dije esperanzada en que Leo rechazara a Logan y me dejara a mí ayudarlo con su bateo.

—Claire, ya déjate de tonterías y espera en las gradas— dijo Leo sin siquiera verme a los ojos.

Me sentía tan triste, debo admitir, y eso me hacía sentir una perdedora. 

Leo hizo al menos 3 home run, pero solo chocaba sus manos con Logan, a mi ni siquiera me determinaba. Nunca me había sentido ignorada por Leo, él siempre estaba para mí. Y solo hoy ya me había dicho indirectamente "tonta" DOS VECES.

Mientras me lamentaba recordé que una vez en la escuela cuando teníamos ocho años, Megan Rizz, quien es la chica más popular y ahora con demasiados pechos de la escuela, me dijo que yo soy tan fea que parecía sacada de Monsters, Inc. y no del vientre de mi mamá que es tan hermosa. 

Todos se rieron de mí, incluso la maestra ocultaba su sonrisa detrás de su mano. Nunca me había sentido tan humillada. Ese día lloré mares enteros ocultada en un jardín cercano que tenía girasoles, mis flores favoritas, y al que iba con Leo a veces. 

Siempre me ha gustado ese lugar, tan lleno de vida y paz.  Leo sabía que me escondía en ese lugar por cualquier motivo y allí me encontró aquel día luego de que Vanessa le contara lo ocurrido con Megan.

Él solo se sentó junto a mí y me contemplaba llorar. Luego de un rato en el que me sentí mejor, sequé mi cara con la camiseta, y él con una gran sonrisa me dijo: —Le corté una de las coletas de cabello a Megan, creo que mañana la veremos con un nuevo peinado.— Megan siempre usaba dos coletas con su cabello rubio oscuro, lo cual me hizo imaginarla con una más corta que la otra, así que solté una carcajada, la primera del día. Y gracias a Leo.

Hacer esa travesura por mí le costó un buen castigo a Leo, pero él dijo que prefería eso a verme llorar de nuevo.

Sonreí a mi misma al tener en mi mente ese recuerdo. Y luego regresé a donde estaba, sentada y siendo cruelmente ignorada por mi mejor amigo.

En eso, llegó al campo de béisbol Megan Rizz con su grupo de amigas, todas con minifaldas. A Logan casi se le cae la boca cuando las divisó.

—Megan Rizz está buenísima, ¿ya viste la foto que subió a Facebook?— logré escuchar que dijo Logan.

—¿Tú crees? No lo sé, a veces pienso que es demasiado arrogante— le contestó Leo.

-Arrogante, pero de que es sexy es sexy. ¿A quién le importa si es arrogante? Todas las chicas lo son. Deberías invitarla a salir o algo, por ahí dicen que le gustas— respondió Logan.

—No tenía idea, pero tal vez lo intente— expresó Leo luego de chocar los puños con el castaño y mi corazón dió un salto. Él sabe cuánto la odio y si salía con ella o algo nuestra amistad se vería bastante afectada.

—Ser "la estrella del béisbol" de la escuela trae sus beneficios— se burló Logan.

De un tiempo para acá el equipo de béisbol de la escuela ganaba todos los partidos gracias a Leo. Era muy rápido pero decidido al mismo tiempo, así que su popularidad había crecido. Había sido reconocido por el entrenador, los profesores y hasta el decano de la escuela. Eso no me había preocupado, sino hasta ahora.

De tanto pensar no me había dado cuenta de que Megan  seguía caminando en el campo seguida de su secta satánica (sus amigas). Vanessa dice que todos los viernes hacen pactos de sangre. Yo suelo reírme de todo lo que inventa Vane. 

Las brujas llegaron hasta donde estaban Leo y Logan conversando.

—Hola, Leo— dijo tomándolo del brazo— Oye, sí que tienes un brazo fuerte.

Logan se la comía con la mirada y Leo solo asintió y miró hacia donde estaba yo. Megan hizo lo mismo y gritó: —¡Hola, fenómeno!

Sus amigas y Logan empezaron a reír a carcajadas. Leo me miró una vez más y se encogió de hombros. Yo solo me quedé ahí observando cómo mi mejor amigo se estaba alejando de mí. ¿Por qué no me defendía de Megan?

—No sé cómo eres amigo de ella, ¿o acaso son novios?— cuestionó Megan alzando una de sus largas cejas.

—¿Novia? N-no, ¡para nada! Ella es...— dudó por un momento Leo— es... ella me está ayudando a practicar mi bateo, pero hoy no se siente muy bien.

No lo podía creer. Leo me estaba negando incluso como amiga. Ya sentía mis ojos arder por las lágrimas formándose poco a poco y un par de ellas se deslizaron por mis mejillas. Dios, odio ser tan débil. 

En seguida me levanté y corrí a la salida para que nadie me viera llorar. Si hay algo que odio más que llorar, es que alguien me vea llorar.

Igual, no tenía caso seguir en ese lugar. Sentí los ojos de Leo seguirme, pero no hizo el mínimo esfuerzo por detenerme.

¿Cuándo fue que Leo cambió tanto?, ¿la popularidad y la atención de Logan y Megan lo habían transformado? No sabía nada, pero lo que sí sabía era que me sentía traicionada, humillada y decepcionada, demasiadas cosas horribles como para tan solo tener doce años.

Caminé sola hasta que llegué a casa. Sequé mis mejillas para que nadie se diera cuenta de mi llanto. 7:00 pm en punto. Al menos no me saldría castigo de papá.

Al entrar me encontré con mi hermano mayor, Charlie, con una taza de chocolate en sus manos.

—¿Por qué te ves más pálida de lo normal? Parece que un maremoto hubiese pasado por tu cara— Sí, mi hermano no era la persona más sutil del mundo.

—No estoy de humor, Charlie— siempre le refuto cuando me dice algo, pero en ese momento lo único que quería era llegar a mi cuarto, hablar con Vanessa y llorar.

—Vaya. Sí que estás mal. Hice chocolate caliente, por si quieres— Charlie no era odioso la mayoría del tiempo, pero a veces me hacía hartar.

—Claire, Charlie, vamos a cenar como una familia esta noche. ¡Su padre ha sido ascendido en su trabajo!— dijo mamá con alegría.

¡Bingo! Lo que me faltaba. Una reunión familiar y con un motivo feliz, cuando me sentía el ser más desdichado de este mundo.

Mis súplicas a mamá para que me dejara ir a mi habitación con la excusa de que me dolía el vientre por la menstruación fueron en vano, y eso que siempre funcionaba. Parece que eso le recordaba que ya me estaba convirtiendo en una mujer (ew por 3000).

Todos nos sentamos en la mesa y contemplamos la cena servida que consistía en pollo y papas fritas, comida favorita de papá quien estallaba de alegría por su ascenso.

Estaba feliz por él, papá se mata trabajando. Casi no lo vemos. Los fines de semana casi siempre está de viaje y a veces siento que ni tengo un padre. Pero de que merecía el ascenso, lo merecía. Una vez me dijo que estaba celoso de Leo, porque podía pasar mucho tiempo conmigo. Si supiera que a partir de ahora las cosas van a ser tan distintas por estos lados.

—Cariño, ¡felicidades! No sabes cuán felices estamos todos por ti— comentó mi madre acariciándole una mejilla a papá. El asintió con orgullo.

—Sobretodo Claire está rebosando de felicidad— se burló Charlie mientras los tres volteaban a ver mi cara de pocos amigos solo contemplando la comida y sin probar un solo bocado. Todo lo que tuviera que ver con Leo me afectaba demasiado, y odiaba que no podía controlar mis emociones.

—¿Qué ocurre, Claire?— preguntó papá con esos ojos de preocupación que a veces usa.

—Nada, papá, es solo que estoy cansada. Es viernes, la semana me dejó agotada en la escuela.

—Querrás decir que el entrenamiento con Leo te dejó agotada, porque esta semana la escuela celebró su aniversario, así que clases no hubo— espetó mamá.

—Me han dicho que Leo cada vez se está superando a sí mismo en el béisbol. Todos le predicen un futuro fantástico- destacó papá.

¡Perfecto! Hablen de Leo. Mi persona favorita en el mundo en este preciso momento.

—Mis amigos lo admiran, y eso que es dos años menor que nosotros. No hay juego que pierdan los del equipo de la escuela desde que él se unió— opinó Charlie con la boca llena, mamá le dió una palmada en el brazo.

-¡Ay! Yo quisiera tanto que Leo y Claire se hicieran novios algún día, ¡es un partidazo!— dijo mamá y papá comenzó a toser luego de casi ahogarse con la soda que estaba bebiendo— Solo si te arreglaras un poco mejor, cariño. Con esas ropas que te pones y sin maquillaje no podrás conquistarlo jamás— dijo mamá chequeando mi atuendo de arriba a abajo.

—¡De ninguna manera, Ann! Ellos no serán novios, o al menos no lo serán hasta dentro de veinte años, Claire solo tiene DOCE, por el amor a Dios— dijo papá exagerando sus gestos.

—Mamá, de verdad no estoy de humor para tus comentarios. Solo quiero subir a mi habitación y descansar de este largo día— exclamé con voz de súplica.

—Bueno, ya que no quieres comer y luces realmente cansada, sube, hija— se compadeció mamá y celebré por dentro.

-Buenas noches a todos- dije con poco ánimo.

Cuando Leo y yo teníamos 7 años su madre, Rita, y la mía nos pusieron disfraces de príncipe y princesa respectivamente en Halloween. 

Leo odió buscar dulces esa noche conmigo. Le reclamaba a su madre que él no quería ese disfraz sino uno de Spiderman. 

Las personas nos veían y comentaban que éramos una hermosa pareja de la realeza, y nuestras madres decían lo increíble que sería si Leo y yo nos casáramos y uniéramos ambas familias. 

Al recordar eso, pensé que yo, en el fondo, muy en lo profundo de mí, sabía que Leo sería un real imbécil en algún momento de la vida. Y ese momento, señores, ha llegado.

***

Sábado por la mañana. Me levanté sobresaltada luego de una pesadilla en la que Leo me decía que no quería hablarme más y que me alejara de él. Luego de despertar supe que mi pesadilla no estaba muy lejos de la realidad. Mi cabeza dolía, dolía muchísimo, así que bajé por una pastilla y algo de agua.

Mamá no estaba en casa. Recordé que los sábados va a su frecuente entrenamiento de tenis. Papá veía la televisión en el recibo y supuse que Charlie estaría aún dormido.

Al alzar la jarra de agua que estaba en la nevera, recordé que una vez Leo y yo jugamos con Vanessa a lanzarnos globos de agua. Como la casa de Leo queda en camino a la mía, me acompañó hasta la puerta. Mamá al verme empapada y empantanada me regañó fuertemente, porque la ropa la había comprado hacía dos días. Me gritó muchísimo y casi pierde los estribos dándome una bofetada. Entonces Leo se interpuso y le aseguró a mi madre que todo había sido su culpa, que no me regañara a mí sino a él, porque, según dijo, él había empezado el juego con los globos. Eso tranquilizó un poco a mamá y me hizo querer a Leo un poco más.

Quité ese pensamiento de mi mente y luego de tomarme la pastilla para quitarme el dolor de cabeza llamé a casa de Vanessa.

—Pero, ¿qué es lo que le está ocurriendo a ese chico?, nunca ha sido así, mucho menos contigo. Cuando niños hasta llegué a pensar que estaba enamorado de ti porque siempre te protegía— comentó Vanessa, aunque la verdad, siempre decía que Leo estaba enamorado de mí en secreto.

—No creo que jamás haya estado enamorado de mí, ayer se veía embobado por la bruja de Megan Rizz—refuté yo.

—¡Cómo la odio! Siempre arruina TODO. Son los populares los que están descerebrando a Leo- comentó mi amiga pelirroja.

—Me siento muy mal. No pensé que Leo me haría algo como esto.

—¿Qué? Nada de tristeza. El próximo viernes es tu cumpleaños, 13 años no se cumplen todos los días, así que debes estar contenta. Voy saliendo a tu casa con helado y una película de Zac Efron  para animarte— dijo Vanessa seguido de colgar.

Adoro a Vanessa, es de esas personas que cuando se proponen algo simplemente lo logran; una de sus misiones de vida, definitivamente, es animarme en mis momentos patéticos.

A los pocos minutos llegó a mi casa con la película y el helado que prometió.

Y sí, el viernes siguiente es mi cumpleaños y en la escuela suelen celebrar cada cumpleaños en el receso, con un pastel, bebidas y un poco de música.

Así que Vanessa y yo estuvimos casi todo el rato conversando acerca de lo que llevaríamos a la escuela para la celebración y qué nos pondríamos de ropa. A diferencia de mí, el tema de la ropa, el maquillaje y todas esas tonterías de niñas sí eran del agrado de Vanessa. Quizá a mi mamá le dieron al bebé equivocado en el hospital.

—Deberías probar con un nuevo look— expresó mi mejor amiga— Yo te ayudaré. Ese día debes lucir fantástica.

—No lo sé, Vane. Ya sabes que a mí me gusta la ropa cómoda y mi cabello como está.

Vanessa es un poco más baja que yo. Su figura ya se está formando, lo sé por sus caderas. Tiene el cabello rojizo y lacio, sus ojos son de un color azul muy claro y "quita aliento", lo sé por mi hermano. Tiene algunas pecas en las mejillas y se arregla a su propio estilo, siempre se ve preciosa.

Yo solo soy alta, muy alta. Mi cabello negro es ondulado, así que casi siempre lo llevo recogido. Mis ojos son de color avellana y últimamente estoy más delgada que nunca, tal como se encarga de recordármelo una y otra vez mi madre.

—Claire, ¿cuándo te darás cuenta de que eres hermosa? Tienes que ser más segura de ti misma. Es por eso que esos idiotas se meten contigo, porque agachas la cabeza— dijo mi amiga.

—No te preocupes por mí. Créeme que como estoy me siento bien—dije quitándole importancia al asunto. Y la verdad es que no la tenía. El bullying era mi día a día y ya me había acostumbrado a eso.

—Bueno, no te voy a obligar— dijo desanimda— Pero algún día todos esos idiotas de la escuela se tragarán sus palabras y Leo vendrá suplicándote que lo perdones.

En ese momento sonó el timbre de la casa. Vanessa y yo bajamos riéndonos y empujándonos una a la otra hasta que abrimos la puerta. Afuera estaba parado un chico bajo, de cabello castaño oscuro, con los ojos verdes más brillantes del mundo. Leo.

—Hola, Claire. Vanessa— saludó Leo, con cierta timidez que no conocía.

—Hola. Y chao. Estaré arriba, terminaré ese helado— dijo Vanessa despidiéndose con la mano.

—¡Déjame un poco!— le grité mientras ella subía por las escaleras. Luego miré a Leo— ¿Qué haces aquí?

—¿Por qué anoche te fuiste sin despedirte?— preguntó. ¿No era obvio?

—Mmm...Dos simples pero terribles razones: me ignoraste y Megan— dije ofendida.

—Claire, no te ignoré, pero si así te sentiste, discúlpame. Y con respecto a Megan, no puedo hacer nada si le agrado— respondió Leo encogiéndose de hombros.

—¿Que le agradas? Claro, como ahora eres la "súper estrella" del béisbol y te ves más...— callé antes de decir una tontería que nos haría sentir incómodos.

—¿Más qué?— interrogó con curiosidad.

—Pues, más... ¡Eso no importa! El hecho es que sabes que odio a Megan desde que tengo memoria, no me gustan sus comentarios, no me gusta lo que me ha hecho y no me gusta ella ni su pandilla de amigos populares.

—¿Estás celosa?— preguntó Leo alzando ambas cejas. Un gesto que había notado mucho en él últimamente. No me pregunten por qué. Hormonas, tal vez.

—¿Celosa?, ¿de quién?, ¿de Megan? pregunté indignada— JAMÁS estaría celosa de alguien como ella, un ser sin sentimientos que no tiene compasión por los demás y se siente la mejor solo porque ahora tiene bubies.

—Creo que solo estás exagerando. Era así contigo cuando éramos niños, ya crecimos y tú te tomas todo personal. Ella me agrada y pienso invitarla a salir— soltó Leo.

¿QUÉÉÉÉÉÉ?

Mi corazón roto en 3...2...1.

—¿No son muy jóvenes para salir?, apenas tienen doce años.

—Una vez más, ya somos adolescentes, Claire. Que tu pienses como niña no quiere decir que todos los demás seamos iguales a ti, debes superarlo.

Otra palabra más como esas y juro que moriré.

—Te desconozco, Leonard. ¿Por qué eres así conmigo?, éramos buenos amigos antes de que te convirtieras en "el señor popular del béisbol".

—Se llama madurar, Claire. Ya no soy un niño y no puedo estar protegiéndote todo el tiempo. Tienes que defenderte por ti misma y si estoy aquí es porque te he considerado mi amiga por mucho tiempo. Pero si decides que no te gusta mi actitud, es tiempo de que terminemos con esta amistad, porque ya no tiene sentido— ¿Leo está terminando conmigo? Mi corazón se volvió a romper, si es que eso es posible.

Leo se alejó dejándome sola y anonadada en la puerta de mi casa, vi todo borroso. Cuando me recuperé, cerré y subí rápidamente a reencontrarme con Vanessa.

—No necesitas contarme nada, escuché todo— dijo Vanessa en cuanto entré a mi habitación.

—Perdí a Leo, Vanessa, lo perdí— dije con unas cuantas lágrimas saliendo de mis ojos pero quería contenerme.

—Dios mío, Claire, siéntate un momento— dijo mi amiga sentándose en la cama y viéndome preocupada— No vale la pena. Si dice que tu amistad no tiene sentido es porque nunca fue tu amigo en realidad, porque tú, amiga, vales más que eso— Vanessa me acariciaba el cabello con mi cabeza en su hombro— Escúchame, NADIE te puede tratar mal. No permitas eso jamás.

—Claire, ¿quién vino a casa?— preguntó Charlie luego de entrar sin permiso a mi cuarto y sorprendiéndose al ver a Vanessa consolándome—Oh, Vanessa, me viniste a visitar, qué dulce— dijo con una gran sonrisa. Siempre ha estado enamorado de Vanessa desde que ella llegó a la ciudad a los siete años.

—Hola y chao, Charlie. Claire y yo estamos en medio de algo importante— le dijo Vanessa.

—¿Pasa algo, Claire?, ¿has estado llorando?— preguntó mi hermano.

—Déjanos solas, Charlie, por favor— dije como pude antes de reventar.

—Está bien. ¡Nunca me cuentan nada!— se quejó mi hermano mayor.

Vanessa y yo vimos una película de Zac Efron y al final del día decidimos que lo mejor era salir de casa para que mi cabeza ya no diera vueltas pensando en Leo.

El centro comercial estaba abarrotado de gente, parecía Navidad. Odiaba eso, las tiendas, el gentío, no era mi idea de diversión.

Mi amiga y yo caminábamos en zigzag hasta que logramos, finalmente, llegar a la feria de comida.

—Yo creo que quiero pizza, ¿qué hay de ti?— preguntó Vanessa.

—La verdad es que no tengo hambre.

Y la pizza me recordaba a Leo. Dios, no sabía qué era estar mal por un chico, pero debe ser algo así. "Él también tomaba agua".

Pues, un día hicimos una pizza juntos, si es que se podía llamar pizza, en realidad fue un desastre. Nadie la quiso comer, a excepción de Charlie que se la comió entera. Al hacerla, Leo y yo nos arrojábamos harina en la cara y la cocina de la mamá de Leo quedó inmunda. —Leonard y Claire, juntos parecen incansables— dijo entre risas Rita, la mamá de Leo al ver aquel desastre que habíamos provocado. No quería imaginar lo mal que se pondría mamá si viera un desastre como tal. En cambio Rita era una madre relajada, a veces le decía a Leo que lo mejor sería intercambiar mamás. Él decía que estaba de acuerdo, ya que siempre había querido un hermano mayor como Charlie.

—¡Ánimos, Claire's Claire's!- Vanessa a veces me llamaba así por la tienda de accesorios en la que se la pasaba metida gastando toda su mesada— Oye, ¿ese no es...?— exclamó Vanessa viendo a una dirección específica. Volteé y divisé a Leo comiendo un helado con Megan entre risas y más risas.

—¡Maldición!, vámonos ahora mismo— dijo Vanessa algo incómoda.

Megan veía coquetamente a Leo mientras hacía nudos su cabello rubio oscuro con el dedo. Leo sonreía y parecía contarle algo muy interesante.

De pronto tenía ese sentimiento de impotencia, tristeza, decepción, todo al mismo tiempo.

—No, Vane, compra tu pizza, estoy bien— mentí.

—¡Vámonos ya! No quieras fingir conmigo, Claire. Sé cuánto te duele esta escena ridícula— dijo Vanessa mientras me tomaba por el brazo hasta la salida— ¿Sabes qué? Hagamos una pijamada esta noche en mi casa.

Oía pero no escuchaba a Vanessa. Sentía... sentía... ¿celos?, ¿por Megan?

—¡Es un idiota!— exclamó Vanessa una vez que ya estábamos en pijamas en su casa y ella peinaba su cabello viéndose en el espejo. Ya había llamado a mamá para avisarle que no me quedaría en casa— ¿Te fijaste en cómo estaba vestida la bruja?, ¡por Dios!, con doce años y no sale de una mini MINI falda. ¡No la soporto y jamás la soportaré! ¿Y Leo?, Leo es un inmaduro, ¿cómo va a cambiar una amistad de tantos años por ESO?

Vanessa trataba de hacerme sentir mejor insultando a Megan, pero no lo lograba. Cada vez me sentía peor. La imagen de Leo junto a ella, Leo diciéndome que mi amistad no valía la pena, su cara cada vez que Logan se refería a mí. ¿Por qué?, ¿por qué esto me estaba pasando a mí?

La película de Zac decía que cuando somos jóvenes creemos que todo es el fin del mundo, pues ahora mismo lo estoy pensando.

Tenía un nudo en la garganta que ya no podía soportar. Lágrimas empezaron a correr por mis mejillas. Vanessa dejó el cepillo de peinar y se acercó a mí y me abrazó.

—Claire, sé cómo te sientes. Pero recuerda que alguien que sólo cambia una amistad así como así no es tu amigo. Leo había estado cambiando desde que empezó este estúpido año escolar— dijo mi amiga en un intento de calmarme, pero también recordándome que este sería su último año en la escuela. Sus padres, médicos, se mudarían de ciudad—Me tienes a mí, sabes que cuentas conmigo, ¿cierto?— asentí en medio de mis sollozos, sin recordarle lo de su cambio de ciudad. Detesta ese tema— Eres una chica increíble, Claire, no dejes que esto te afecte. Yo sé que estás enamorada de Leo pero ya verás que en el futuro conocerás a alguien mucho mejor.

—¿Qué?, ¿yo, enamorada de... de...?— pregunté muy confundida. Realmente no sabía a qué se refería la pelirroja. O no quería saberlo (reconocerlo).

—Lo estás, Claire's Claire's. Desde siempre. No sólo te afecta que él ya no sea nuestro amigo, también te afecta que esté saliendo con Megan "la bruja" Rizz.

—Pero Vane, yo no estoy enamorada de Leo. Casi lo veo como veo a Charlie. Lo conozco de toda la vida y me duele un mundo que me desprecie. Sé que lo hace porque soy....

—¡No te atrevas a decir que eres fea!— dijo molesta Vanessa.

—Todos lo dicen. Mi madre, mi hermano, Logan, Megan y ahora sé que Leo lo piensa también.

—Ay, Dios mío. ¿Cuándo fue que tu autoestima se fue al caño?— dijo aún más molesta mi mejor amiga— Leo solo se está dejando llevar por sus hormonas, es algo normal en la adolescencia. Y con la zorra de Megan mostrando sus piernas todo el tiempo, ¡qué asco! Eso no significa que tú seas fea. Eres hermosa, pequeña. No solo por fuera, también lo eres por dentro.

Luego de hablar y hablar y calmarme, finalmente Vanessa y yo nos pusimos a hacer tests tontos de revistas de adolescentes. Nos reíamos a carcajadas de lo que leíamos y luego jugamos UNO, nuestro juego favorito. Fue una noche divertida después de todo.

A pesar de los pesares, tengo a Vanessa, aunque sea por unos cuantos meses más, y eso me hacía sentir un poco más feliz.

***

Aún no había finalizado la semana en la escuela y ya la odiaba. Leo ahora se sentaba cerca de Logan y Frank, sus nuevos amigos. Desde el lunes no me ha dirigido ni una sola palabra, solo me ignora.

—¿Crees que Leo si quiera me felicite el viernes?— le pregunté a Vanessa en el comedor durante la hora del almuerzo.

—Es lo menos que podría hacer después de ignorarnos toda una semana— respondió mi amiga— Aunque si no lo hace tampoco le prestes atención, ¡es tu día!

Megan y su séquito pasó por el frente de nosotras. La rubia me dirigió una mirada de odio y vi cómo se sentaba al lado de Leo. Era tan injusto que ella fuera tan bonita e insoportable al mismo tiempo.

Cuando estábamos en cuarto grado de primaria, Megan le hizo creer a la profesora que yo había lanzado sus lápices de colores al suelo, así que la solución de la profesora fue que yo recogiera todos y cada uno de sus lápices pidiéndole disculpas a Megan por cada lápiz recogido. Fue tan humillante.

Megan siempre me había odiado, y nunca he entendido por qué. Al llegar Vanessa a la escuela, Megan quería incluirla en su club de amigas porque Vanessa es tan linda como lo son ellas. Sin embargo, mi amiga rechazó la oferta. Decía que sabía que Megan y sus amigas eran un club de descerebradas sin remedio. Por eso amaba a Vanessa, es ella misma y parece no tenerle miedo a nada.

Mientras pensaba en todo aquello, Charlie se acercó a nuestra mesa sacudiendo su negro cabello.

—¿Están peleadas con Leo?

—¿No y que los hombres no son chismosos?— se burló Vanessa, la verdad es que siempre se burla de Charlie sin que él lo note.

—¿Él está saliendo con Megan?— insistió mi hermano.

—Realmente no sabemos y tampoco nos importa, Charlie— respondió mi amiga pelirroja.

—¡Vaya! Realmente están molestas con Leo. Pero si ustedes no abren la boca, tendré que pedirle a él que lo haga.

—Basta, Charlie. ¿Por qué no vas con tus amigos los fortachones?— interrogué enojada. Charlie estaba en el equipo de fútbol americano de la escuela. Era el menor de todos sus compañeros de equipo con solo 15 años.

—¡Bien! Me largo— dijo lanzándole un beso a Vanessa mientras ella ponía cara de asco.

Ya era jueves por la noche. Leo seguía sin hablarme.

Yo contemplaba solitaria en mi habitación una fotografía en la que figurábamos Vanessa, Leo y yo con gorros de Santa en una feria de Navidad. Recordaba ese día como si hubiese sido ayer. Nos divertimos como nunca. En esa feria fue que Leo ganó en uno de los juegos y obtuvo un oso de peluche gigante, pero decía que no lo quería, que era algo de niñas, así que nos preguntó a Vanessa y a mí si alguna quería adoptarlo y llevarlo a casa. Vanessa le dijo que me lo regalara a mí porque ella es alérgica al material de los peluches. –Para ti, Claire, ¡feliz Navidad!- me dijo Leo con una sonrisa luego de extenderme el gran oso de peluche, al que le puse nombre; se llama Leo y aún lo conservo.

Vanessa bromeó ese día diciendo que el peluche era hijo de Leo y mío por lo que se ganó un empujoncito por parte de Leo, molesto por el comentario.

Sonreí a mí misma al tener ese recuerdo rondando en mi mente y cuando menos lo esperaba me quedé totalmente dormida.

Llegó el viernes y con él mi cumpleaños número 13. Estábamos en febrero así que cumplía años primero que muchos de mis compañeros, incluyendo a Leo y Vane.

Cuando llegó Vanessa a nuestra ciudad Leo y yo nos hicimos amigos de ella en seguida. Mi primer cumpleaños de ese año escolar Vanessa decidió ir a mi casa muy temprano en la mañana antes de ir a la escuela e igualmente hizo Leo. A Charlie se le ocurrió que fuéramos al Starbucks cercano a la escuela para cantarme cumpleaños feliz, él sabía que amaba ese lugar, porque prácticamente nací siendo adicta a la cafeína. 

Fuimos, tomamos latte de vainilla-mi favorito por siempre- y me compraron un muffin de banana. Este gesto se volvió una tradición desde que teníamos 8 años, así que cada que cumplía años íbamos a Starbucks a celebrar con un buen café.

Me temía que este año no iba a ser para nada igual y el recuerdo hizo que me levantara de un salto de la cama.

—¡Feliz cumpleaños, linda!— exclamó mamá al verme en la cocina— Este es tu regalo, espero que te guste.— Abrí la envoltura y casi caigo sobre mi trasero cuando vi el contenido. ¡Un brasier!

—Mamá, gracias, pero, ¿qué es esto?— dije entre dientes.

—Es hora de que lo uses, hija. Ya eres toda una señorita— dijo mamá sonriéndome orgullosa.

—Oh, Dios. Quita eso de mi vista— gritó Charlie al entrar en la cocina— Pero, ¡feliz cumpleaños, hermanita!—y luego me abrazó. Relación extraña la de los hermanos, ¿no?

—¿Vienen Leo y Vanessa para llevarte a Starbucks, cariño?, ah, por cierto, papá me dijo que llegará hoy más temprano del trabajo para darte un abrazo— dijo mamá y en eso sonó insistente la campana de la casa, anunciando que alguien estaba en la puerta.

Tenía tantas pero tantas esperanzas de que fuera Leo. Casi salto para llegar pronto a la puerta. Pero me di cuenta de que era Vanessa con un gran pastel en manos.

—¡Felices 13, pequeña Claire's Claire's!— exclamó mi amiga luego de un sincero abrazo— Hice yo misma este pastel, bueno, tal vez mamá ayudó un poco. Pero es para llevarlo a la escuela y celebrar en el receso.

—¡Gracias, Van!— dije fingiendo emoción.

—¿Cómo te sientes?, ¿has sabido algo de Leonard?— interrogó mi amiga preocupada y adentrándose a la casa.

—Estoy bien, Van. Leo no ha venido, ni siquiera ha llamado— dije tristemente.

—Bueno, porque ese tonto no esté aquí no significa que tengamos que acabar con la tradición. ¡CHARLES!— llamó Vanessa a mi hermano quien apareció de pronto desde la cocina.

—¿Sí, Van?— contestó de inmediato.

—Nos vamos a Starbucks— dijo animada mi mejor amiga mientras me tomaba con fuerza del brazo. Luego volteó hacia Charlie— Ya puedes dejar de babear.

En Starbucks Charlie, Vanessa y yo nos sentamos en la mesa más alejada del lugar a tomar nuestros respectivos lattes de vainilla.

—Brindis de café por la chica del cumpleaños— propuso Vanessa. Chocamos nuestras tazas y comenzamos a reír, hasta que divisamos en el lugar a Megan acompañada por sus tres amigas tontas y también por Logan, Frank y LEO. Pero eso no era lo peor, Leo y Megan estaban tomados de manos.

Lo veía, pero sin embargo, no lo creía. ¿Cómo Leo iba a aparecer el día de mi cumpleaños justamente en Starbucks y precisamente con Megan, el ser más despreciable de este planeta?, ¿acaso estaba intentando arruinar mi cumpleaños?

—Esto es increíble— expresó Vanessa— Comienzo a odiar a Leo más que a ellos. Al menos ellos no son hipócritas ocultando que son imbéciles— rodó los ojos.

—¡Vaya! Leo realmente está saliendo con Megan. Me había dicho que solo eran amigos— dijo Charlie sorprendido.

Leo no nos había visto. Él y sus nuevos amigos se sentaron luego de un rato listos para ordenar café. De pronto, se dio cuenta de que yo estaba en el lugar, así que cada cierto tiempo, su mirada estaba sobre mí.

Yo me encontraba tan confundida, ¿qué había hecho para merecer este trato de mi mejor amigo en todo el mundo?

Quise levantarme e irme enseguida, pero no quería quitarle la ilusión a Vane de celebrar juntas el último cumpleaños en el que ella estaría en la ciudad, estudiando en la misma escuela.

—Chicas, voy al baño. ¡No se vayan a la escuela sin mí!— pidió Charlie y se levantó de la mesa.

—Yo opino que Megan y sus amigos en realidad son zombies, y se han comido el cerebro completito del pobre Leo, y he ahí por qué se está comportando como un perfecto idiota— dijo Vanessa tratando de hacerme reír.

Yo trataba de ocultarme lo mejor posible detrás de mi taza de café para que Megan no me viera.

En eso, Leo se puso de pie y Megan parecía confundida hasta que me vió y se levantó con Leo también. Ambos se dirigían hacia donde estábamos Vanessa y yo, tomados de la mano. No sabía cómo rayos reaccionar.

¿Me iba?, ¿me hacía la tonta?, ¿le reclamaba a Leo? Opté por quedarme solo sentada junto Vane.

—Hola, Vanessa. ¡Feliz cumpleaños, Claire!— exclamó Leo dirigiéndose a mí. Mientras Megan me observaba con la más hipócrita de sus sonrisas con su taza de café en mano.

—Gracias— dije con poco ánimo.

—Hey, ¿qué respuesta es esa?, anímate, Claire, es tu cumpleaños, ¡felicidades!— dijo en tono demasiado exagerado Megan mientras se acercaba para darme un "abrazo". Aprovechó la oportunidad para lanzarme parte de su café hirviendo encima de mi camiseta. Logan y Frank reían a carcajadas al otro lado del lugar.

—¡¿Pero qué te pasa, brujilda?!— reclamó Vanessa casi poniendo las manos encima sobre Megan para darle un puñetazo. Vanessa es capaz de hacerlo, pero Leo se interpuso.

—Fue sin querer, tonta. Discúlpame, querida. Bueno, quizá te hice un favor, así te deshaces de esa horrenda camiseta— dijo hipócritamente Megan.

—Leo, si tienes algo de cerebro aún, llévate a esta bruja de aquí— pidió Vanessa, mientras ayudaba a secarme y me indicaba que fuera al baño.

Leo solo me vio por un segundo.

—Vámonos, Megan— dijo llevándola de la mano de nuevo.

Vi cómo Leo y todos sus amigos salían del lugar.

—¿Qué demonios te pasó, Claire?— preguntó Charlie al regresar del baño— ¿Apuntaste mal?

—Llama a tu mamá para que pase por nosotros y regresemos a casa a que Claire se cambie, ¡rápido!— gritó mi amiga.

—Vale, vale. No hay por qué alterarse. Igual no entiendo por qué nunca me dicen nada— dijo mi hermano resignado despeinando su oscuro cabello y pulsando el contacto en su teléfono.

No me preocupaba mi camiseta, ni si llegaba tarde a clase, ni siquiera me importaba que mi hombro ardía luego de sufrir una quemada por culpa del café de Megan. Me preocupaba y sufría, sufría demasiado por Leo. ¿Cuándo él comenzó a dolerme tanto?

¿Dónde estaba mi amigo?, ¿ese chico dulce y amable que me decía que cuando fuera estrella de béisbol siempre me daría pases VIP's?

El que me dijo que si algún día él me hacía algo muy malo enviaría girasoles para que no estuviera tan molesta.

El que perdería el orgullo por mí.

El peor cumpleaños en la historia de los cumpleaños.

Leo vio cómo Megan se burló de mí y no hizo nada para impedirlo. A penas estaba a media mañana y ya odiaba este día, me odiaba a mí, odiaba a Megan y odiaba a... ni siquiera podía decir eso.

Vanessa se pasó toda la mañana diciendo cuanta cosa horrible le llegaba a la cabeza refiriéndose a Megan, incluso me sugirió denunciarla, lo cual me pareció una exageración, ya que en realidad su café solo había quemado un poco mi hombro, además todos vieron cómo supuestamente se "disculpó" por lo que hizo. Todo estaba en mi contra y ya no quería hacer más el ridículo.

Al llegar la hora del descanso, la profesora de historia, mi profesora favorita, anunció que era mi cumpleaños y que los que gustaran se podían quedar en el salón para celebrar con pastel.

Muchos se dirigieron a mí para felicitarme, a excepción, claro, de los populares. 

Vanessa llevó el pastel hasta el escritorio de los profesores y varios se acercaron. Logan Walker y Frank Brucks se acercaron hasta el pastel, traté de buscar con la vista a Leo entre el montón de alumnos, pero no lo hallé.

—Vaya, ese pastel luce terrible— opinó Frank.

—Tal como la dueña— expresó Logan y comenzaron a reír a carcajadas.

—Si no les gusta, pueden salir al campus, chicos— dijo mi profesora, molesta.

—Eso era precisamente lo que íbamos a hacer, Sra. Markle— dijo Logan. En eso venía llegando Leo junto a Megan y sus séquitas.

—¡Vámonos chicos!— exclamó el rubio de Logan— No hay nada divertido qué hacer aquí.

Todos lo empezaron a seguir y mi corazón dió un salto de esperanza cuando Leo no los siguió sino que solo se quedó parado viéndome frente a mi pastel de cumpleaños.

—¿No vienes, Leo?— preguntó Logan al percatarse de que Leo no estaba a su lado— ¿O a caso le quieres cantar cumpleaños feliz a tu novia?

—Te he dicho mil veces que ella no es mi novia— dijo Leo con las manos empuñadas.

—¿Qué te ocurre, Logan? Leo jamás sería novio de ese fenómeno— dijo Megan molesta.

—Leo, vete con tus amigos, aléjate de Claire, antes de que la hagas sentir peor— alcancé a oír que le dijo Vanessa. Leo asintió y se fue del salón de clases, sin ningún interés en mí, en mis sentimientos, en mi amistad. Él ahora solo tenía ojos para Megan y sus nuevos amigos. No había espacio para Claire en su vida.

Mientras me cantaban cumpleaños feliz yo solo aguantaba las ganas intensas de llorar que tenía. Me dolía tanto lo que me estaba haciendo Leo, y justamente en mi cumpleaños, un día que se suponía que sería especial.

Me sentía tan vacía. Desconocía a mi ex mejor amigo por completo.

Al llegar a casa, luego de que Vanessa me tratara de consolar en el autobús de regreso, solo quería tomar un baño y llorar.

Mamá, papá y Charlie me esperaban en la sala con globos y un pastel.

—¡Feliz cumpleaños a la señorita más hermosa del universo!— exclamó mi papá felizmente, al tiempo que me daba un regalo envuelto.

—Gracias, papá— dije con mucho desánimo en mi voz. Desenvolví el regalo y logré ver que se trataba de un teléfono celular. En otras circunstancias habría estado muy feliz de un regalo como ese, pero este día me sentía la cumpleañera más infeliz del planeta.

—Se nota que te encantó— criticó Charlie.

—Es cierto, hija, ¿te ocurre algo?— preguntó mamá.

—Si no te gustó lo puedes cambiar, solo tendrías que ir a...— comenzó a decir papá hasta que lo interrumpí.

—Papá, me gusta, no te preocupes— contesté fingiendo una sonrisa.

—Creo que todo esto se trata de Leo— expresó mi hermano.

—¿De Leo?, ¿te hizo algo Leo, cariño?— interrogó papá.

—No me ha hecho nada, papá, son exageraciones de Charlie.

—No lo creo. Pienso que estás un poco molesta de que Leo esté saliendo con Megan Rizz— soltó el  tonto de Charlie.

—¿Leo está saliendo con Megan Rizz?— se sorprendió mamá—Oh, bueno, cariño, es comprensible. Megan es tan bonita y se viste tan bien. Por eso siempre te he dicho que te arregles solo un poco más. La ropa que te pones no favorece nada a tu figura. Estás demasiado delgada y eso...— no lo podía soportar más. La interrumpí antes de que siguiera criticándome, haciendo que me sienta más infeliz, si es que eso es posible.

—¡Suficiente mamá!, estoy harta de tus comentarios. No te mides a la hora de hablar sobre mí, no sabes cuán mal me haces sentir— grité con fuerza sacando todo mi enojo— ¡A veces pareces más enemiga mía que la propia Megan!

—Claire, ¿qué manera es esa de hablarle a tu madre? Yo solo...— Corrí a mi habitación antes de que siguiera hablando. Charlie y papá se quedaron anonadados contemplando la escena y cómo yo huía de todo aquel drama.

Entré a mi cuarto y luego cerré la puerta con llave. Salté a mi cama a llorar y llorar. No recordaba cuándo había sido la última vez que había llorado de tal manera, tal vez a los 5 años. O quizá nunca había llorado así y era la primera vez.

Hace algunos años Rita y mamá nos enviaron a Leo y a mí a la casa de la playa de la abuela Nora, la abuela de Leo. Esa fue la primera vez que le conté a Leo con toda sinceridad sobre cómo me sentía con los comentarios que hacía mi mamá respecto a mi físico mientras nos bronceábamos. Tratando de terminar, comencé a llorar. Él se giró y me dijo que esa era la manera de amar de mi madre. Me contó que su papá siempre lo regañaba por pequeños errores que tenía en el béisbol, pero que si no hubiese sido por eso, no habría llegado a entrar al equipo. Él, en un intento de consolarme, me dijo que no nos pusiéramos bloqueador solar y que nos lanzáramos al mar.  Al día siguiente no soportábamos las quemaduras de la piel y caminábamos como momias.

Quise sonreír ante el recuerdo, pero no lo logré. No sabía en dónde estaba aquel chico junto a mí en la playa y tampoco cómo recuperarlo. Solo sabía que odiaba a Leo, lo odiaba con todas mis fuerzas. Por dejarme sola en mi cumpleaños, no valorar nuestra amistad, por ignorarme, despreciarme y tantas cosas más.

Me prometí a mí misma que no lloraría más a causa de Leo. Que habría una nueva yo. Alguien sin sentimientos, que puede seguir adelante, ya que, ¿de qué valía tener sentimientos si llegaba alguien como Leo o mi madre a pisotearlos?

Lo que me han hecho lo podía soportar de parte de Megan, Logan o cualquiera de los populares, pero no de parte de la gente que más amaba en este mundo.

13 años, comenzaba a creer en aquello de la mala suerte.

Sentía que no quería ver más Leo en toda mi vida, deseo de cumpleaños que se me cumplió por un largo rato.

***

Buenas, buenas, mis chicos. ¿Leyeron el prólogo completo y notaron los cambios?

Quité las horcajadas y las sustituí por las carcajadas y cambié, solo un poco, algunas escenas (muajajaja).

Resulta que tengo planes para esta historia, que es la primera que escribí, y terminé, para Wattpad.

Quiero editarla completa, de principio a fin, cambiando algunas cosas y corrigiendo errores de los que ahora me doy cuenta porque soy toda una adulta profesional.

Eso ni yo misma lo creí, pero bueno, digamos que ahora tengo mejor ortografía XD

Como les contaba, tengo planes para AQMO, así que tengo planes para Claire y Leo que no salen de mi cabeza, así que pondré todos los capítulos ocultos y les propongo que revivan esta historia conmigo cada semana.

¿Qué dicen?

Prometo hacerlo cada domingo, tal vez me atrase uno que otro día.

Lo cierto es que quiero mandar esta historia a una editorial pero necesito que me ayuden con las lecturas.

Por favor, recomienden a sus amigos y relean conmigo. Contestaré sus comentarios como siempre lo hice; creo que la podemos pasar genial otra vez.

Por otro lado, si se preguntan por RQTO y Sin ti, mis otras novelas, ¡no se ofusquen! En cuanto termine con este proyecto me dedicaré a lo que no he terminado (shame on me).

Espero contar con ustedes y que les agraden los pequeños ajustes que le haré a esta novela, con escenas extra que las emocionarán a mil. ¿Qué opinan?

No hay nada que temer, dejaré el hilo conductor de la historia tal cual, solo se trata de algunos ajustes.

¿Están preparados? Porque yo SÍ.

Acompáñenme a leer esta linda historia xD

Besos a todos, jamás los he dejado de querer <3

P.D.: Si eres nuevo lector, ¡bienvenido! Odiar a Leo es natural a estas alturas, no te preocupes.

Continue Reading

You'll Also Like

79.5K 13.7K 36
¿Y si es muy tarde para empezar de cero? Cuando Gia Davies se muda a Nueva York, está huyendo. Se ha dado cuenta de que su carrera no le gusta, su re...
121K 2.8K 5
All along there was some invisible string Tying you to me? Julie y Charlotte no pueden ser mas contrarias lo único que tienen en comun que es la actu...
11.1M 1.1M 41
«Conocerte fue descubrir un género musical diferente al que suelo escuchar, pero que al final me terminó gustando.» La vida de Andy está rodeada de d...