Bienvenida Otra Vez

By Fifty-Seven

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Estoy consciente de que muchas personas suelen aparecer en nuestras vidas para enseñarnos cosas que no conocí... More

Sinopsis
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
* noticia *

Capítulo trece

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By Fifty-Seven

Cuando salí de la ducha y me vestí. Salí del baño y encontré que todos seguían en mi apartamento. Ashley, Mel y Nathan seguían charlando como si nada.


—Creí haberte dicho que te marcharas —le dije a mi hermano. Él y las dos chicas me miraron.

—No me han devuelto la ropa, no puedo salir así —alzó sus hombros.

—¿Podrías por favor devolverle la ropa? —le pedí a Mel.

Ella suspiró.

—Está en el segundo cajón del mueble de mi habitación. No tomes nada más —lo señaló y mi hermano se fue del apartamento.

Caminé hasta la habitación y ahí empecé a ordenar las cosas que necesitaría para ir a hacer las tutorías. Tomé los libros, los cuadernos y las hojas, y los apilé todos en mi cama.

—¿Por qué te molesta tanto? —escuché a Ash en la entrada de la habitación.

—No quiero que se meta en la vida de Mel —confesé y ella se acercó a mí—. Nathan es un idiota y estoy seguro que el 98% de las veces en las que hace algo, no tiene idea de lo que está haciendo no de las consecuencias que tendrá.

—En su vida, Mel se ha encontrado con una cantidad infinita de idiotas, ella sabe lidiar con ellos. No es algo de lo que debas preocuparte. Así que respira hondo y no pienses más en ello —me sonrió—. ¿Te parece si te acompaño a tomar el autobús? —ofreció.

—Debes seguir trabajando en tu proyecto —le recordé.

—Quiero acompañarte. De todas maneras, debo ir a conseguir más hojas de papel para mi trabajo —alzó sus hombros—. Iré a cambiarme de ropa y nos vemos abajo en 15 minutos —me besó la mejilla y salió de la habitación.

    

No entendía porqué me preocupaba tanto el hecho de que Nathan y Mel salieran... Tal vez era el hecho de que él era Nathan. Sabía cómo era él con las chicas, justo como era antes mi otro hermano, Kendall. La diferencia entre ellos era que Kendall había conseguido novia y Nathan no. Nathan debía madurar tarde o temprano, era mayor que Kendall, se suponía que debía ser un adulto responsable y decidir qué hacer con su vida. No podía jugar con las chicas por siempre.


Terminé de guardar las cosas que llevaría y salí de mi habitación, ya Mel no estaba ahí, la sala estaba vacía.

Salí y cerré la puerta. Bajé las escaleras y me senté en las últimas dos al ver que Ash todavía no había llegado. Saqué mi celular y noté que tenía un mensaje que no había revisado, era de Thomas.

"¿Crees que podamos vernos después de que termines las tutorías?"

"¿Pasó algo? Usualmente cuando me texteas, dices una estupidez antes de llegar al grano." Envié.

"Pasó mucho. Es serio. Pide una pizza y yo llevo la cerveza."  Respondió segundos después.

"Bien."

Guardé mi celular y a mi lado vi un par de piernas. Alcé la mirada y encontré a Ash.


—¿Nos vamos? —preguntó.

—Vamos —le sonreí, poniéndome de pie.


Salimos del apartamento y caminamos en silencio un par de segundos, hasta que ella preguntó:

—¿Crees que Thomas me podría prestar el auto en unos cuantos días?

—Si no tiene nada que hacer, creo que sí, te lo puede prestar —alcé mis hombros—, ¿por qué preguntas?

—Porque mis hermanos vienen de visita y debo ir a recogerlos al aeropuerto.

¿Por qué yo no sabía que ella tenía hermanos?


—¿Hermanos? —pregunté.

—Claire y Steve, mis hermanos mayores —me miró confundida—. Espera, ¿nunca te dije que tenía hermanos mayores? —negué con la cabeza— Perdón —rió levemente—, había olvidado por completo decírtelo.

—No hay problema —le sonreí—. Entonces, vienen... ¿Cuánto tiempo se quedarán? —curioseé.

—Oh, solo unos cuantos días. Primero vendrán a verme y luego los tres nos iremos a casa de mis padres.


¿Por qué yo no sabía que se iría a casa de sus padres?


—Espera, ¿tampoco te había dicho eso? —negué nuevamente— Vaya, nos hace falta comunicación. Como sea, todos los años, para las fiestas de navidad, nos reunimos en casa de mis padres. Todos los años mi hermana y hermano vienen por mí y nos vamos juntos.

—Vaya...

Cruzamos una calle y me miró mientras seguíamos caminando.


—Yo estaba esperando que me acompañaras —la miré y ella sonrió mostrándome sus dientes.

—¿Ir a la casa de tus padres? —asintió— Puede ser —le sonreí—, ¿dónde viven ellos?

—En Minnesota —abrí mis ojos como platos.

—¿Minnesota? —asintió— Vaya, yo...

—Esa es justo la reacción que no quería que tuvieras —confesó.

—Disculpa, es que... ¿Minnesota?


No podía ir en las fiestas hasta allá, es decir, quería estar con mi familia, siempre estaba con ellos para esas fechas. Además, ¿qué sería de Lorianne? No sabía si pasaría las fiestas con su familia, si trabajaría ese día o si simplemente lo pasaría sola. No podía dejarla sola, no sería para nada agradable.


—Creí que te gustaría viajar conmigo y quedarte dos semanas fuera de tu ciudad —alzó sus hombros.

—¿Dos semanas? —pregunté sorprendido.

—¿Sabes qué? Mejor olvídalo —negó con la cabeza y llegamos a mi parada del bus.

—Mira, sé que te gustaría que vaya contigo, pero yo...

—Déjalo —me interrumpió.


¿Por qué le molestaba tanto el hecho de que yo no quisiera ir? Es decir, ella debía comprenderme. Pero no iba a hacerlo, porque ni siquiera quería escucharme.

—Nos vemos luego —dijo, para después alejarse para continuar su camino. Suspiré con profundidad.

*


—¿Se molestó por eso? —preguntó Rachell, frunciendo el ceño— ¿Y no quiso escucharte?

—No, no me permitió explicarle nada.

—Tal vez lo que quería era pasar más tiempo contigo —la rubia alzó sus hombros.

—No lo sé, de haber sido otra época, sí habría ido con ella. Pero parece que es importante para ella que vaya justo en navidad. Si no estoy con mi familia el 25, puede que mi madre me mate —la chica rió levemente.

—Mi madre es de esas mujeres que crean toda una programación para navidad, invitan a cientos de personas y hacen una fiesta super elegante —suspiró—. Me pregunto si no se cansará de eso.


Sabía que Rachell tenía problemas con sus padres. No eran exactamente muy buenos al cuidar a su hija, había falta de comunicación, de comprensión y de tiempo para ella. Para una chica de 17 años, era difícil, lo sabía. Rachell me recordaba a Lorianne, cuando ella y yo estábamos juntos, tampoco se llevaba muy bien con sus padres.

—¿Quieres hablar de ello? —ofrecí y ella negó.

—Ya estoy haciendo eso con alguien más —me sonrió y supuse que se había encontrado a un chico perfecto.

    

—Bien, entonces supongo que ya me voy —tomé mis cosas y me levanté.

Me despedí de ella y salí de la casa.

Tomé un taxi hacia la siguiente casa, de nuevo estaba frente a la casa de Pauline Thompson, la chica que había insistido en que "no necesitaba mis clases". Pero ella me había pedido que volviera para hablar conmigo, así que ahí estaba, esperando a que me abriera la puerta.

Cuando lo hizo, me miró y yo la miré a ella.

—Pasa —dijo y me dejó entrar en su casa.

Una vez dentro, tomé asiento en el sofá y la pelinegra se sentó frente a mí.

—Así que... ¿quieres las tutorías? —fui al grano.

—Sí. Escucha, sé que cometí un error llamándote y luego echándote de aquí, no pensé en lo que decía y noté que de verdad necesito que me des las clases. Usualmente, suelo ser una estúpida que toma estúpidas decisiones espontáneas y... Discúlpame por tenerte en ese vaivén.

—Tú tranquila —le sonreí, tratando de aliviarla—. ¿Empezamos?

Ella asintió y dimos inicio a la clase.



Al terminar, me agradeció y salí caminando de camino a la parada del bus. Al subir en él, tuve que viajar de pie, ya que todos los asientos estaban ocupados. Sentí que alguien me miraba, de nuevo. Miré a la chica que estaba sentada cerca de mí y, en efecto, era ella la que me miraba. Me sonrió, y para no ser grosero, le devolví la sonrisa.

Cuando llegué a la entrada del edificio, encontré a Lorianne caminando hacia la entrada también.

—Hey —la saludé—, ¿qué haces tan temprano por aquí?


La dejé pasar primero y ambos subimos al elevador.

—Estaba muy cansada y mi jefa me dio permiso de salir temprano —explicó.

—Ya veo... Oye —dije después de unos segundos— gracias por lo que hiciste hoy en la mañana.

—Por el... ¿desayuno? —preguntó confundida.

—Sí, pero yo hablaba de que trataste bien a Ashley —expliqué.

—No es nada, en realidad —alzó sus hombros—. Ella me agrada, aunque creo que me odia, pero de todas maneras no tengo razones para tratarla mal.

—Ella me dijo que pensaba que entre nosotros había algo y que tú eras una perra —comenté.

—Sí, no era difícil de imaginar —ella rió y las puertas del elevador se abrieron, salimos de ahí y entramos al apartamento.

    

Al hacerlo, encontramos a Thomas sentado en el sofá, con los codos en las rodillas y sus manos sosteniendo su rostro. Iba a quejarme de que había entrado a mi hogar sin mi autorización, pero parecía estar mal.

—Thomas... —le llamé y alzó su mirada hacia nosotros.

No estaba llorando, parecía más bien estar muy estresado.

Lorianne y yo nos acercamos a él, cada uno se sentó a cada lado suyo. Coloqué mi mano en su espalda y la pelirroja se dedicaba a mirar.

—¿Quieres hablar de ello? —pregunté, sin saber qué.

—¿Ordenaste la pizza que te pedí? —negué con la cabeza— No hablaré hasta tener una pizza aquí.

Miré a Lorianne y ella asintió. Se levantó y sacó su celular, para pedir una pizza mientras tanto.


—¿Hiciste algo? —negó con la cabeza— ¿Alguien te hizo algo? —negó de nuevo— No puedo adivinar, dímelo ya.

—No, quiero ordenar todo en mi cabeza para poder decirlo sin explotar —suspiró.

Se levantó y caminó hasta la cocina, donde se sirvió un vaso con agua y empezó a beberla a gran velocidad.


—El tipo de la pizza estará aquí en 20 minutos —anunció Lorianne, sentándose en otro sofá—. ¿No ha dicho nada? —preguntó en susurros.

—No, según él, está intentando ordenar su cabeza para no explotar.

—¿Crees que sea serio?

—La última vez que lo vi así, fue cuando creyó que no lograría graduarse de la universidad —comenté, recordando ese día.

—Vaya... Bien, iré a cambiarme —anunció y se puso de pie, yéndose a la habitación.


Cuando regresó, miré la camisa que traía puesta, era color gris y claramente era más grande que su talla. Yo conocía esa camisa.

—Espera, esa camisa era mía, ¿no? —la señalé.

Ella la miró otra vez.

—Puede que sí, la verdad no recuerdo —confesó.

—¿No lo recuerdas? Yo sí lo recuerdo, fue una vez que entré a escondidas a tu casa y tus padres llegaron después, que huí sin camisa por la ventana —ella entrecerró los ojos y Thomas acercó a nosotros.

—¡Ya lo recuerdo! —exclamó y rió.

—¿Fue por eso que un día llegaste a mi casa sin camisa? —preguntó mi amigo sorprendido y yo asentí.

—Tu casa era la más cercana —reí.


En ese momento, tocaron la puerta.

—Debe ser la pizza —dijo Lorianne levantándose. Abrió la puerta y un chico sonriente la saludó. Ella lo saludó de vuelta y tomó las pizzas, para ponerlas en la cocina—. Iré por el dinero —le dijo al chico.

—Claro, aquí espero.

Vi los ojos del chico escaneándola mientras corría hacia la habitación. Thomas y yo nos quedamos en silencio, posiblemente pensando lo mismo: "niño hormonal". Podía tener alrededor de 17 años y ya estaba mirándole todo a una chica mayor de 20. Sí, también tuve 17 y fui hormonal, pero cuando maduras y creces, es cuando descubres que realmente te veías patético mirándole todo a cualquier mujer que pasara.

—Aquí está —dijo Lorianne cuando volvió, tendiéndole el dinero—. Gracias.


Y cerró la puerta.

—Te pago después la mitad —le dije.

—No te preocupes, hoy invito yo —sonrió, poniendo las cajas en la pequeña mesa frente a nosotros.

Sacó una y empezó a comer. Esperamos a que Thomas se bebiera la mitad de una cerveza, hasta que Lorianne preguntó:

—¿Vas a hablar o no? —le preguntó a Thomas, quien suspiró profundamente y tomó una pizza.

—¿Saben quién es Jenna? —preguntó.

—No —dijo Lorianne—, continúa.

—Jenna es la chica que invité a salir ayer por la noche y no le quisiste acompañar —me miró molesto.

—Ah, la chica que te gusta —dijo la pelirroja.

—¿Cómo sabes eso?

—Chad la ha comentado una o dos veces cuando lava los platos por las noches; pero continúa.


Thomas me fulminó con la mirada de nuevo.

—Como sea. Fuimos a cenar y me agradó, luego fuimos a ver una película, salimos caminando y decidimos ir a su apartamento...

—¡¿Está embarazada?! —exclamó Lorianne asustada.

—¿Qué? No.

—No —dijo ella—, no puede estarlo, porque... ¡¿es un hombre?!

—¿Qué te tomaste? —bromeé y ella rodó los ojos con diversión.

—El asunto es que creo que de verdad... que de verdad... estoy enamorado de ella —admitió derrotado.

Lo miré confundido.

—¿Y qué tiene eso de malo? —pregunté sin comprender.

—¿De verdad preguntas eso? ¡Tiene todo de malo! —prácticamente gritó— ¡No puedo dejar de pensar en ella desde anoche y estoy volviéndome loco!

—Envíale un mensaje —sugirió la pelirroja—, si le gustaste de vuelta, probablemente te responda y así tal vez puedas volver a verla y aliviar tus pensamientos.

La señalé, dándole la razón.

—No me quiero enamorar y menos de una chica tan linda como ella —confesó—, las lindas son las peores. Sin ofender —miró a Lorianne.

—Enamorarse no tiene nada de malo —dije alzando mis hombros.

—¿No? ¿Y qué sobre los celos y la desconfianza? ¿El no ser correspondido? ¿Los engaños?

—Son cosas pasajeras que se cambian con la comunicación, puede pasar, pero no hay nada mejor que saber que estás al lado de la persona que amas.

—¿En serio, Chad? —bebió un largo trago de su cerveza— ¿Vas a hablarme tú de eso? A ti te pasó y hoy en día no has podido perdonar a Lorianne, genial.

Todos nos quedamos en silencio y Thomas dijo después:

—Disculpa, ¿sí? Yo solo... solo no sé cómo demonios hacer frente a esto —se tapó el rostro.

—Dame tu celular —Lorianne tendió su mano y Thomas se lo dio. La pelirroja empezó a escribir.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó mi amigo, pero ella no le respondió.

—¿Te parece que así está bien? —me preguntó y miré lo que había escrito en el celular.

"Hey Jenna, soy Thomas. Me preguntaba si tenías algo que hacer mañana por la mañana, quería invitarte a desayunar y de verdad me encantaría que me acompañaras. ¿Qué dices?"

—Genial —le dije y ella envió el mensaje.

—¿Qué hiciste?

El castaño se levantó a arrebatarle el celular y, cuando leyó el mensaje enviado, miró a Lorianne con odio.

—¿Qué has hecho? ¿Cómo crees que iré a verla sintiéndome así? ¡Me siento como un idiota! ¡Frente a ella seré mil veces más idiota! —exclamó y empezó a caminar por la sala, diciendo cosas sin sentido mientras leía el mensaje una y otra vez, bebía cerveza y comía pizza a la vez.

—¿Va a dejar de hablar? —preguntó Lorianne, tomando el mando de la tv.

—Pronto se cansará y caerá dormido por ahí —ella rió y se sentó a mi lado, encendiendo la pantalla que estaba frente a nosotros.

—¿Quieres ver alguna película?

—¡No veremos películas! —exclamó Thomas— Ese es su pasatiempo favorito y me harás pensarla más.

—Estás siendo un exagerado —dijo ella.

—Ignóralo.


Dicho y hecho. 40 fueron los minutos que estuvo Thomas hablando —cada vez más ebrio, dicho sea de paso— sobre Jenna. Al final, se sentó entre Lorianne y yo y dijo:

—La amo.

Y se durmió segundos después.


Miré a Lorianne, quién seguía mirando la película, sin enterarse de que Thomas estaba dormido a su lado.

—Se durmió —le susurré a Lorianne, quien al mirar a Thomas, rió levemente.

—¿Qué tiene este sofá que todos duermen en él? —susurró también y yo alcé mis hombros.

—No lo sé —reí levemente—, ¿crees que debería despertarlo? —ella negó y se puso de pie, para ir a la habitación.

Yo la imité, con la diferencia de que yo me levanté a limpiar toda la basura que habíamos hecho. Cuando terminé, Thomas seguía dormido, así que fui a la habitación, donde estaba Lorianne, ya con su pijama puesto, sentada en la cama, texteando en su celular.

Al entrar, me miró y guardó mi celular.

—Oye, disculpa por lo que dijo Thomas allá —inicié—, de verdad. No creí que fuera a decir algo como eso y...

—Está bien —me interrumpió—. Pero no sabía que no me habías perdonado.

La miré confundido.

—Es decir, nos hemos llevado tan bien estas semanas, que creí que ya no había resentimiento de tu parte —confesó.

—No, aún no te he perdonado y por favor, levanta la ropa que te quitaste —cambié de tema.

Tomé mi pijama y cuando estaba saliendo, su voz me detuvo.

—Chad, debemos hablar de eso.

—No, no quiero hacerlo —me giré a mirarla—. Así tú te ahorrarás palabras que en realidad no quieres decir y yo me ahorraré memorias que me he esforzado por no recordar. Así que dejémoslo todo así.

Seguí mi camino hasta el baño, donde me encerré y me empecé a poner el pijama. Al terminar, apagué la luz y fui a la habitación de nuevo. Lorianne seguía texteando a gran velocidad. Apagué la luz y me acosté en mi lugar, dándole la espalda a la pelirroja.

—¿Vas a apagar eso ya? —pregunté molesto por la luz que emanaba la pantalla del celular.

—¿Ahora te enfadaste? —me giré hacia ella, para enfrentarla.

—Solo digo que lo apagues porque no puedo dormir con esa luz encendida.

—Cierra los ojos —se restó a decir, lo que me enfadó más.

—Dame eso —se lo arrebaté y lo puse lo más lejos posible de ella.

—¡Devuélvemelo! —exclamó, moviéndose para alcanzarlo.

—Prométeme que lo vas a apagar.

—¡Lo prometo, lo prometo! —se lo devolví— Gracias, pero eres un idiota.

—¿Mintiéndome otra vez? —pregunté sin pensar. Ella se detuvo a mirarme— Discúlpame, yo no pensé lo que decía y no era mi intención...

—Solo dices lo que piensas y está bien —alzó sus hombros y me senté también, mirándola entre la oscuridad.

—No creo que...

—¿No quieres cambiar de tema? —preguntó— Ya dijiste que no querías hablar de ello y entonces yo tampoco lo haré.

  
Tenía razón. Estábamos ambos mejor si no tocábamos el tema.

—Bien... ¿Qué harás en navidad? —pregunté.

—Lo mismo que he hecho los últimos seis años: nada. ¿Por qué preguntas?

—Creí que lo pasarías con tus padres.

—Oh no, sus cenas navideñas de cien personas llegan a cansar. Decidí dejar de asistir e irme de fiesta —comentó—. Pero cuando estaba con Spencer, tampoco asistía y nos íbamos de fiesta juntos. Las cosas terminaron con él y fue cuando me quedé con Brianna, su novio y la pequeña Kelly, ellos celebraban como una familia y yo tampoco solía quedarme por ahí, así que me iba de fiesta también.

—En resumen, te ibas de fiesta y este año tampoco será la excepción —dije y ella asintió.

—Algo así. ¿Tú qué harás? —preguntó.

—Ashley quería que fuéramos a ver a sus padres —ella asintió— en Minessota —abrió sus ojos como platos—. Sí —reí—, esa también fue mi reacción.

—¿Así que te irás a Minessota?

—No, creo que no iré. Tengo que ir con mis padres a su cena familiar y tampoco pienso dejarte pasar la navidad sola.

—¿Qué dijiste? —sonrió.

—Lo que escuchaste, no te dejaré sola en las fiestas.

—No necesito compañía, tengo al barman del lugar, a las personas despechadas que van a beber en navidad y a mi taxista designado —me sonrió.

—¿Hablas en serio? —asintió— Pues si yo no voy a lograr impedirlo, ni madre lo hará, tenlo por seguro.

—¿Tu madre? —me alzó una ceja— ¿Y ella cómo hará que cambie de opinión?

—Ella cree que eres mi novia, ¿recuerdas? No dejará que vaya solo, irá a buscarte a donde sea que estés y creo que no te gustaría que una mujer como ella te vaya a sacar a ti ebria de una pista de baile —Lorianne soltó una carcajada.

—¿Así que, si acepto ir contigo y tu famila, debemos fingir de nuevo? —asentí— ¿Cuánto durará esto?

—Hasta que te vayas, supongo —alcé mis hombros y ella me miró a los ojos.

—¿Qué crees que pase cuando me vaya?

—No habrán tantos platos sucios —ella sonrió—, tendré más espacio en mi armario, no encontraré la luz del baño encendida a media noche, no habrán más almohadas con tu olor, no habrán más tés en la alacena... Ah y definitivamente no habrán más bragas en el suelo del baño que tenga que recoger —ella soltó otra carcajada.

Después de verla reír por unos segundos, ella me miró y preguntó algo que no me había vuelto a cuestionar a mí mismo desde hacía varias semanas:

—¿Y quieres que me vaya?

---------

Holis.
¿Vieron Teen Wolf? ¿Sí? ¿No?
Lloro. #Stydia #Sciles #IsaacEsMíoAunqueYaNoEstéJe

Y eso es todo, no tengo mucho por anunciar últimamente :c

Los/as amo.

17/11/16
12:06 pm
Mer.

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