Decisión de Amor (Borrador Co...

By kroana

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Ella es rica y malcriada acostumbrada a tener todo lo que quiere... Él es rico y caprichoso acostumbrado a ha... More

Capítulo 1: La Inauguración
Capítulo 2: Que Comience el Juego
Capítulo 3: Artimaña
Capítulo 4: Tal Vez... ¿Si?
Capítulo 5: Pasado, Presente y ¿Habrá Futuro?
Capítulo 6: Seamos Sinceros
Capítulo 7: Malos Entendidos
Capítulo 8: El Acuerdo
Capítulo 9: ¿Qué vas a hacer ahora?
Capítulo 10: Intentemos... Un nuevo comienzo
Capítulo 11: Vacaciones
Capítulo 12: Isla Nihhau
Capítulo 13: Tiempo Perfecto
Capítulo 14: De Regreso
Capítulo 15: Lo que Deseo, lo que tú Deseas y lo que Tenemos
Capítulo 16: La Noche Perfecta
Capítulo 17: ¿Qué estoy Haciendo?
Información de interés
Capítulo 18: La Decisión
Capítulo 19: París
Capítulo 20: ¿El Tiempo Te Hace Cambiar?
Capítulo 21: Te Necesito
Capítulo 22: Mis Limitaciones
Capítulo 23: ¿Estás Aquí?
Capítulo 25: Fiesta de Compromiso
Capítulo 26: En la Rutina
Capítulo 27: Te Protegeré
Capítulo 28: Yumar Wells
Capítulo 29: ¿Qué Pasa?
Capítulo 30: ¡Sorpresa!
Capítulo 31: Complicaciones
Capítulo 32: Verdades Ocultas
Capítulo 33: La Vida Sigue
Capítulo 34: ¿La esperanza es lo último que se pierde?
Capítulo 35: ¿Cuál es la verdad?
Capítulo 36: Las Máscaras Caen
Capítulo 37: Falsas Promesas
Capítulo 38: Esperanza
Epílogo

Capítulo 24: París, La Ciudad Del Amor

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By kroana

Isaac

Pasamos a la habitación, no era muy diferente de la suite que teníamos Matias y yo, lo único es que esta solo tenía un cuarto, pero era la misma sala de estar, la misma mesa y el mismo decorado de lujo que imaginé debía tener todo el hotel. Por unos instantes ninguno dijo nada, Cris me llevaba de la mano mientras llegábamos a la sala de estar, ella se sentó en uno de los muebles, yo me quedé de pie simplemente observándola. Habían tantas cosas por decir, por preguntar, tantos sentimientos por expresar pero no quería arruinar el momento con palabras, no me atrevía a decir nada, así que me limité a observarla, a detallar cada línea de su cuerpo, el color de su piel, las pequeñas ojeras moradas que se notaban debajo de sus hermosos ojos, y esa hermosa sonrisa que me dedicó al darse cuenta de mi escrutinio, no pude evitar sonreírle de la misma manera y me acerqué a ella.

Me senté a su lado en el mueble, mirándola de frente: ella con una sonrisa mientras que la mía se ensanchaba cada vez más; pronto el pequeño incidente con Yumar dejó de existir, el mundo dejó de existir, estaba con Cristhie, ¡sólo con ella!, cuantas noches la había extrañado, cuantas veces había recordado su exquisito aroma y ahora en este momento no era necesario imaginármelo, la tomé entre mis brazos e inhalé profundamente para llenar mis pulmones al máximo de su olor, ella me devolvió el abrazo con la misma urgencia, su piel, su suave piel rozaba la mía, sentía el calor que desprendía su cuerpo, sentía su corazón latir...

—Te extrañé tanto —susurré con miedo a estropear el momento.

—Yo también Isaac, me alegra que estés aquí. —Si tenía aún dudas, con esa frase se disiparon todas.

Tomé su rostro entre mis manos y la besé con toda la urgencia que poseía, con todo el amor que tenía guardado, con todo el amor que sólo le pertenecía a ella, mis labios se movían con dureza sobre los suyos, no fue un beso delicado y tierno, fue un beso lleno de fuego, de pasión, mi boca abriéndose paso sobre la suya, sus labios moviéndose a mi ritmo, al ritmo de los míos, a los pocos segundos ya estábamos jadeando, mis manos empezaron a moverse solas por su cuerpo, sintiendo la suavidad de su piel en mis manos, sintiendo la curvatura de su cuerpo perfecto. Su aroma me estaba volviendo loco, mis labios bajaron a su cuello, sintiendo y saboreando cada espacio, siguieron su camino hasta sus hombros donde le bajé la camisa con suavidad, una camisa de tela blanca holgada casi transparente que dejaba notar su brasier... Pronto empezamos a desvestirnos con urgencia, y concienzudos a la vez. Parecía demasiado lejana la última vez que había visto su cuerpo desnudo, la última vez que la había tenido entre mis manos.

A trompicones fuimos a la habitación, ella estaba a horcajadas sobre mí, sus piernas rodeando mi cintura mientras seguíamos besándonos lo que dificultaba un poco el caminar, tropezamos con la puerta pero eso hizo que ambos riéramos con complicidad; la coloqué lentamente sobre la cama mientras me terminaba de quitar apresuradamente la ropa que me quedaba, ella estaba acostaba sobre la cama, tan solo observarla ya era todo un espectáculo. Me hizo unas leves señas con la mano mientras se mordía el labio inferior de su boca, me subí rápidamente sobre ella y empecé de nuevo a besarla, a acariciarla y a recorrer cada milímetro de su tersa piel, sentía sus manos sobre mí, en mi espalda, en mi pecho y esto me incitaba más...

Me incitaba a tocarla más, a acariciarla más, a besarla más, mis manos bajaron hasta su parte más intima indicándome que ya estaba lista para permitirme entrar, sin embargo quería extender el momento lo máximo, lo más que pudiera, después de todo teníamos mucho tiempo sin vernos; así que la acaricié allí con suavidad con movimientos rítmicos, sentía como se estremecía debajo de mí, moviéndose involuntariamente y saliendo excitantes gemidos de su garganta, hasta que ya no pude más, entré en ella con fuerza, escapándoseme un grito en el acto, ella seguía gimiendo y su rostro distorsionado por el placer expresaba lo mismo que debía decir el mío.

Me sorprendió como siempre tomando el control de la situación, dejándome debajo de ella y ahora íbamos a su ritmo, al que fácilmente me acoplé y me dejé llevar por el placer de tenerla frente a mí, disfrutando tanto como yo; lo veía venir, ya estaba por llegar, pero necesitaba asegurarme de que ella también lo hiciera, de que disfrutara tanto como yo, y sus manos clavadas en mi pecho con fuerza con un fuerte gemido gutural me indicaban que ya estaba en el clímax del placer, alcanzándolo yo mismo pocos segundos después.

Cris se acostó a mi lado y yo la acuné entre mis brazos, su cabeza en mi hombros y mi cara en su cabello; aspirando su dulce fragancia, ambos estábamos desnudos y empapados en sudor, jamás me cansaría de observar su cuerpo desnudo, su cuerpo perfecto en mil formas diferentes. Con Cris entre mis brazos sintiéndola completamente mía me di cuenta que no sabía lo que en realidad la extrañaba hasta hoy, hasta este momento que sentí que ella era una parte de mí.

—Te amo —le susurré, sin inhibiciones.

—Y yo te amo —me respondió mientras se inclinaba para darme un tierno beso en los labios. La tomé con fuerza y la besé con intensidad, sintiéndome el hombre más feliz del mundo, ya nada importaba, ahora nada importaba, solo estábamos Cris y yo, las explicaciones y las disculpas podían esperar.

Nos quedamos allí acostados sin hablar, hasta que Cris se quedó dormida entre mis brazos, estaba muy cansado pero no quería cerrar mis ojos, como si temiera que cuando los abriera ya ella no estaría allí y todo esto no hubiese sido más que una ilusión, me quedé observándola y acariciándola con suavidad hasta que finalmente el sueño me venció.

Me desperté sobresaltado al no verla a mi lado, al estirar mi brazo al sitio donde se suponía que ella debía estar solo había un papel cuidadosamente doblado sobre la almohada. Rápidamente lo tomé y lo leí:

"Buenos días, lamento no haberte despertado al irme pero te veías tan lindo en mi cama y sé que estás cansado... En fin, tuve que irme a trabajar, me hubiese encantado quedarme contigo pero para eso vine hasta aquí, hay tanto de lo que tenemos que hablar... Afortunadamente tenemos toda la noche para ello, nos vemos pronto. Siempre tuya, Cristhie Blair...

P.D. Te amo, te amo, te amo..."

La leí como una docena de veces antes de que realmente pudieran llegarme al cerebro todas esas palabras; me quedé allí en la cama, absolutamente relajado, completamente pleno, con el corazón hinchado de felicidad, me quedé allí junto a su dulce esencia, donde estaba seguro de que podía estar para el resto de mi vida, pero más aún quería estar con ella, así que decidí ir a buscarla para almorzar juntos, estaba decido a estar con ella cada minuto que me fuera posible, cada segundo que la vida me regalara.

Una frase luchaba por salir a la superficie de mi cerebro, algo estaba pasando por alto, algo que había pasado la noche anterior, con Yumar; Yumar en la puerta, Cris le dijo "Si es algo de la oficina Yumar bien me lo puedes decir mañana" y ella me acababa de escribir "tuve que irme a trabajar... para eso vine hasta aquí", quería decir que... ¡Cristhie estaba trabajando con Yumar Wells! ¿Cómo no lo había pensado antes? Era más fácil pensar mal, siempre pensar lo peor, aunque a fin de cuentas igual se estaban viendo todos los días... ¿Qué más había pasado entre ellos estas semanas? Recordé otra frase de Cris "si es algo personal bien sabes que no estoy interesada" El gran imbécil de Yumar aún tenía la desfachatez de querer conquistar de nuevo a Cris, a mí Cris... Esto no podía quedarse así, me vestí rápidamente y salí de la habitación; ahora menos que nunca iba a dejar a Cris sola ni un solo segundo.

Mientras caminaba hacia mi habitación llamé a Maggie, la única que siempre podía ayudarme, quedé en encontrarme con ella en el lobby del hotel. Convenientemente todos nos alojábamos en el mismo hotel. Entré a mi habitación y no había rastro de mi hermano por ninguna parte, no le di mayor importancia y pasé directamente a mi dormitorio, me di una ducha rápida y al salir estaba Matias esperándome sentado en la mesa.

—Buenos días hermano, ¿Ya tan pronto te vas? —En su rostro se notaba la burla y el sarcasmo, pero yo estaba demasiado feliz y preocupado como para responderle algo coherente.

—Tengo que buscar a Cris –balbuceé.

—¿A Cristhie? ¿No venías de estar con ella?, digo ¿Por qué otro motivo te habías quedado fuera?

—Es complicado Matias, solo que ahora no tengo tiempo —dije con una mano sobre la manilla—. Te lo explico después. —Mi hermano asintió pensativo.

—Sabes —me detuvo su voz en la puerta, pareció sopesarlo y luego dijo—: solo espero que todo te salga bien hermano.

—Gracias —dije con sinceridad.

Me encaminé al ascensor meditando las palabras de mi hermano, él sabía que debía estar con Cris, que a eso había venido pero tampoco podía dejarlo abandonado, bufé, luego me encargaría de eso. Me monté en el ascensor y bajó a su paso lento, que era en realidad su velocidad normal, al llegar al lobby Maggie ya me estaba esperando, estaba de la mano de Aaron y debo decir que se veían muy bien; recordé que estaban comprometidos y no pude evitar la envidia que me invadió en ese momento, ¿Cris llegaría a ser mi esposa?

—Hola Isaac. —Me saludaron Maggie y Aaron, los saludé de regreso y fui al grano.

—Maggie, es el momento de las explicaciones, sin rodeos —puntualicé.

—Lo sé Isaac, será mejor que nos sentemos.

Caminamos hasta uno de los restaurantes del hotel, nos sentamos, pedimos algo para tomar y Maggie me contó todo lo que debía y necesitaba saber, o al menos eso esperaba, resultó ser que la empresa del papa de Cris se asoció con una empresa acá en Paris y el gran idiota —o quizás no tanto— de Yumar era uno de los asesores principales de la empresa en Paris. Todos mis instintos me decían que esto no era casualidad, Yumar iba detrás de Cris de nuevo, la pregunta era ¿por qué ahora? Claro yo también había cometido estupideces y equivocado con Cris unas cuantas veces también y había estado absolutamente seguro de que no me permitiría perderla jamás, ¿era esto lo que hacía Yumar? ¿De verdad esperaba entrar de nuevo en la vida de Cris? Si, pensé. Ya formaba parte de su mundo, compartían ocho horas diarias todos los días.

Le agradecí a Maggie por toda la información y me fui para la oficina de Cris, quedaba en uno de los edificios en el centro de la cuidad, Paris era una ciudad llena de vida pero estaba tan preocupado que apenas podía ser consciente de ello. Llegué al edificio justo a tiempo para el almuerzo, con algo de suerte Cris aún no habría salido, en la recepción me indicaron el piso y la oficina; me dirigí hasta a ella, le llevaba un sencillo ramo de flores. Me quedé de pie a la puerta, Cristhie se veía tan hermosa en su traje de ejecutiva, llevaba un conjunto de saco y falda gris oscuro, una camisa manga larga de seda de cuello alto, poco maquillaje, estaba sencillamente perfecta, tanto como para quitarme el aliento.

Toqué con suavidad en el marco de la puerta y ella alzó su mirada, se levantó del escritorio dejando sus gafas de lectura a un lado del computador y vino a mi encuentro, se detuvo delante de mí y la entendí perfectamente, en sus ojos ardía la pasión pero estábamos en un lugar público y más aún en su oficina de trabajo. Le entregué las flores y deposité un suave y rápido beso en sus deliciosos labios, me sonrió, tomó las flores y fue por un lugar donde colocarlas.

—Pensé que podríamos ir a almorzar.

—Me parece perfecto —me respondió y sentí que el alma me volvía al cuerpo—. Hay un restaurante cerca al que podemos ir —me miró mordiéndose el labio inferior para luego ir hasta su teléfono, le marcó a alguien y le escuché decir —: Xavier voy a almorzar, nos vemos en la tarde para revisar el cronograma. —¿Xavier? ¿Quién rayos era Xavier? A Cris le divirtió mi expresión, tomó su bolso y salimos de allí.

Fuimos hasta el sitio que Cris había indicado, estaba a pocas calles del edificio donde trabajaba, nos sentamos, pedimos vino y nuestras comidas. En ese momento, estando a solas con Cris el mundo parecía detenerse, había tanto que quería decirle... Tomé su mano por encima de la mesa y escuché atentamente todo lo que tenía que decir, su voz tan melodiosa, era música para mis oídos, ella estaba feliz, eso se le notaba.

Me habló del trabajo, de todo lo que estaba haciendo, de lo mucho que me había extrañado y me contó también la circunstancia tan desastrosa y las razones que la llevaron a irse de Los Ángeles sin darme explicaciones.

—Prométeme, júrame que jamás vas a hacerme lo mismo, Cristhie Blair. —Me sorprendió hasta a mí mismo la urgencia que se escuchaba en mi voz.

—Ya nada podrá separarnos, Isaac Kemper. —Y en ese momento tuve la certeza, supe que ya estaba unido a Cris de la misma manera en que ella estaba atada a mí, completa e irremediablemente enamorados.

—Te amo.

—Y yo te amo a ti. —Nos dimos un pequeño beso, pero profundo, un beso que sellaba todo lo que las palabras eran incapaces de expresar, un beso de amor...

Más rápido de lo que se pudiera creer posible pasó la hora del almuerzo y por mucho que quisiera que se quedara conmigo no se lo iba a pedir, ella debía atender a sus obligaciones y yo debía atender a mi hermano, así que con resignación la llevé de vuelta a la oficina, entramos tomados de la mano, envueltos en nuestra perfecta cúpula de felicidad, hasta que estuvimos en la puerta de su oficina. Sentado en la silla detrás de su escritorio estaba mi peor pesadilla: Yumar.

—Buenas tardes —habló con una enorme sonrisa, apreté los dientes para controlarme, sin embargo no pude hablar.

—Hola Yumar, ¿qué haces aquí?

—Estaba esperándote Cristhie, ya veo el por qué no almorzaste conmigo como todos los días. —Era claro que me estaba provocando y no pensaba caer, pero tampoco era que iba a pasar su comentario por alto, luego lo hablaría con Cris.

—Vengo por ti más tarde —le dije. Ella se volteó y nuestros rostros quedaron a centímetros, me deje inundar por su aroma...

—En esta oficina no están permitidas las demostraciones de afecto en público —dijo Yumar mientras se levantaba y avanzaba hacia nosotros. Lo fulminé con una mirada de odio, me recompuse y nuevamente centré mi atención en la mujer que me tenía de la mano y me miraba con una súplica silenciosa en sus ojos.

—Te quiero —le susurré—, buenas tardes —dije en un tono algo más alto y me fui de su oficina sin mirar atrás.

Respira, me decía a mí mismo, cálmate, mantén la calma, me repetía una y otra vez. Llegué nuevamente al hotel, estaba sumamente agotado, solo tenía ganas de acostarme y descansar, aunque que eso no sería posible, Matias estaba esperándome y teníamos una conversación pendiente.

Cristhie

Mi corazón gritaba de felicidad, Isaac estaba en Paris y pasamos la mejor noche que había tenido en mucho tiempo, lo sentí en cada centímetro de mi piel, saboreé cada parte de su cuerpo, toqué cada rincón de su ser y nada parecía ser suficiente.

A la mañana siguiente debía ir a trabajar, a pesar de no querer ir, a pesar de querer quedarme en la cama todo el día con Isaac como cuando estuvimos en la isla Nihhau, eso no podía ser posible; así que con cuidado de no despertarlo me levanté y me alisté para irme a la oficina, le escribí una nota explicándome, colocándole un poco de mi perfume a la hoja, después de todo estábamos en Paris y me podía permitir esos romanticismos.

La rutina en la oficina fue la misma de siempre, Xavier hablándome de esto o de aquello, Lucas mostrándose muy interesado en el trabajo y no podía faltar Yumar que había vuelto a ser el de antes: impertinente y maleducado. Era obvio que su comportamiento había cambiado a causa de Isaac, pero así era mejor, era mejor tener su verdadera cara y no la falsa amabilidad que quería hacerme creer; así era más fácil seguir odiándolo.

Luego del almuerzo con Isaac regresé a la oficina de muy buen humor, el cual duró hasta que encontré a Yumar esperándome sentado en mi escritorio. Por fortuna Isaac no cayó en provocaciones y se fue con la promesa de que nos veríamos mas tarde.

—¿De qué querías hablarme? —Le dije a Yumar mientras llegaba a tierra nuevamente y caminaba hacia la silla de mi escritorio que ahora estaba vacía, pero en el camino Yumar me tomó por el brazo, forzándome a voltearme quedando cerca de él, no me dio oportunidad de reaccionar cuando me di cuenta estaba aprisionada entre sus brazos y me besó. Me besó sin suavidad y con desesperación, yo aún seguía aturdida por haber estado con Isaac y me tomó con la guardia baja, no me podía soltar, me tenía agarrada muy fuerte, así que el beso duró lo que él quiso que durara, en cuanto nos separamos le lancé una cachetada al rostro tan fuerte, que me dolió más a mí—, ¿Cómo te atreves? —le grité mientras trataba de calmarme.

—No pasa nada Cris —¿cómo podía bromear?—, puedes ir corriendo y decírselo a tu noviecito e irte de aquí, dejar la sociedad y la responsabilidad de la empresa de tu padre para enfrentarte a una demanda... —Lo tenía todo planeado el muy... —. O puedes quedarte aquí —dijo haciendo ademanes con las manos abarcando el entorno de la oficina—, y seguir con el trabajo como lo has venido haciendo hasta ahora, todos están muy complacidos con tu desempeño Cris... —Me miraba con deseo, y yo me sentí absolutamente asqueada—. Es tu decisión —puntualizó mientras se iba de mi oficina.

Gran bastardo, pensé, infeliz, ¿cómo me hacía esto? ¿Era que pensaba que yo podía estar con él de nuevo de esta manera? ¿Es que creía que con chantajes podía entrar de nuevo a mi vida? Pero en algo tenía razón, había jugado muy bien sus cartas: primero no podía irme, el contrato me obligaba a permanecer aquí, no me iba a arriesgar a una demanda, ya vería como haría con Yumar; y en segundo, Isaac jamás podía enterarse de esto, conocía su temperamento y solo Dios sabía de qué podía ser él capaz... No podía concentrarme en nada más, así que me fui de la oficina alegando que me sentía mal, cosa que no era del todo mentira, me sentía mal y necesitaba hablar con mi amiga con urgencia.

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