Destiny y la Camara Secreta [...

By mortovel

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Después de su primer curso, Destiny espera por su segundo curso en el Colegio de Magia y Hechicería, tan solo... More

Capitulo 1. Invasión de Idiotas en el Campo Jorgenson
Capitulo 2. Siempre hablando con la verdad.
Capitulo 3. Un nuevo callejón y el nuevo maestro.
Capitulo 5. Regresando a la plataforma o... a la madriguera.
Capitulo 6. El Expreso de Busca y Encuentra.
Capitulo 7. Solo malas noticias.
Capitulo 8. Aclarando las duditas de Fred.
Capitulo 9. La Ambición secreta de Lockhart.
Capitulo 10. Come caracoles.
Capitulo 11. El Expreso de Hogwarts.
Capitulo 12. Preguntados.
Capitulo 13. BatiSnape.
Capitulo 14. Nunca nos va bien, los treinta y unos de octubre.
Capitulo 15. El Misterio Empieza.
Capitulo 16. Mi idea.
Capitulo 17. Untitled.
Capitulo 18. Perdiendo el Control.
Capitulo 19. Preparando el plan de este curso.
Capitulo 20. Club de Duelo.
Capitulo 21. Con las manos en la mesa.
Capitulo 22. La Poción Multijugos.
Capitulo 23. El Diario.
Capitulo 24. Hablar y Hablar.
Capitulo 25. Un diario que habla
Capitulo 26. ¿En Que Estamos Metidos?
Capitulo 27. No Mi Idea Favorita.
Capitulo 28. La Camara de Secreta.
Capitulo 29. Explicaciones.
Capitulo 30. Hasta el siguiente curso.

Capitulo 4. Un momento en la Madriguera.

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By mortovel

Aparecí en la cocina era pequeña y todo en ella estaba bastante apretujado. En el medio había una mesa de madera que se veía muy restregada, con sillas alrededor.

El reloj de la pared de enfrente sólo tenía una manecilla y carecía de números. En el borde de la esfera había escritas cosas tales como «Hora del té», «Hora de dar de comer a las gallinas» y «Te estás retrasando». Sobre la repisa de la chimenea había unos libros en montones de tres, libros que tenían títulos como La elaboración de queso mediante la magia, El encantamiento en la repostería o Por arte de magia: cómo preparar un banquete en un minuto.

—Bienvenida, mi hija, a nuestro hogar —me dijo la señora Weasley.

—Vaya —digo asombrada, este lugar es precioso, en verdad me gusta, podría venir aquí siempre, a menos de que Ron me quiera invitar, claro esta—. Es muy lindo su hogar, señor y señora Weasley.

—Gracias querida.

—Creo que podras dormir con Ginny, pueden compartir cama, tal vez.

—Si, yo creo —dijo la chica pelirroja, ella es Ginny.

—Mucho gusto, soy Destiny, pero me puedes decir Des.

—Bueno, suban niñas, que dentro de un rato será hora de la cena —señalaba su muñeca, la cual estaba sin reloj, pero como toda mamá, tiene un reloj mental, que sabe cuando debemos comer y cenar. Aunque bueno, mi mamá carece de esas cosas maternales.

—Ven, Des —me señalaba Ginny que le acompañara por las escaleras, que atravesaban la casa de una manera extraña y en zig-zag—, estas la de Ron, y esta es la mia.

—Te molesta si entro a la habitación de Ron, necesito la lechuza de Harry —la chica se sobresalto y se puso ruborizada.

—Entonces te veo en mi cuarto, no hay pierde —dijo Ginny, entre y un intenso color naranja fosforecente me cego por completo, mientras mis ojos se adaptaban al color, encontré a los chicos sentados en un par de camas.

—Hola, Des —saludó Ron que estaba metiendo desordenadamente sus calcetines al baúl.

—Eh, Harry —dije nerviosa—, puedo utilizar a Hedwig.

—¿Para qué? —pregunta Harry con desconcierto.

—Para pintar —solte con sarcasmo, abriendo la jaula—, tu que crees Harry, necesito enviar una carta y Hedwig es la indicada para ello —me pongo enfrente de la jaula y pongo mi brazo enfrente para que brinque a él. La acaricio por debajo del pico.

—No te he dicho que si —replica Harry mientras la estoy llevando.

—Pues ya la tome, así que te aguantas —aclare cuando salía del cuarto y se quedaba con la palabra en la boca.

Entre al cuarto de Ginny y tenia una libreta negra de cuero. Supuse que era su diario ya que cuando entre, lo intento ocultar inmediatamente.

—Tranquila —le aclare con una sonrisa, mientras ponía a Hedwig en mi cabeza, me dolían sus garras en mi brazo—, no leere tu diario. Yo también tengo uno que... corre peligro en casa, con las amigas de mi hermana rondando como buitres.

Ginny rie por lo bajo, mientras me extendia pergamino, un sobre y tinta.

—¿Solo tienes hermanas?

—Y hermanos —respondí, mientras le pedía a mi hermana, Mery, la mas confiable de toda la familia, me envié mi baúl y a Ruddy, con Kendall o algo parecido. Ginny me comento donde estábamos y le envié la dirección.

—Vamos Hedwig —le digo, lo toma en su pico y se marcha extendiendo sus alas y la mire contenta, porque Ruddy estaría aquí y mis cosas también.

—Ginny, Des —entraron los gemelos—. Iremos a jugar quidditch, ¿Pueden jugar ustedes si quieren?

Mire a Ginny, y parecía bastante convencida.

—Viene Harry y Ron.

—No, estaremos aquí —señala su habitación.

—Podemos ir, si quieres —le comente mientras miraba mi ropa, Toretto estaba en mi baúl, por lo que si llega hoy, mañana tendre mis cosas.

—Es que estar con Harry, me pone un poco...

—¿Nerviosa? ¿Por qué? —pregunte sin entender.

—Es muy lindo y bueno, es famoso.

—Oh, pero lo que tiene por famoso lo tiene por tonto, asi que no te preocupes, vamos Ginny —le indico encontrándome con los chicos y a Ron con la nueva pelota que le regale en la navidad, este me miro y sonríe porque usarían la pelota.

Subimos por una colina hasta un pequeño prado que tenían los Weasley. Como estaba rodeado de árboles que lo protegían de las miradas indiscretas del pueblo que había abajo, allí podían practicar el quidditch, con tal de que tuvieran cuidado de no volar muy alto. Aunque no podían usar verdaderas pelotas de quidditch, porque si se les escaparan y llegaran a sobrevolar el pueblo, la gente lo vería como un fenómeno de difícil explicación; en su lugar, se arrojaban manzanas. Pero hicieron pases cortos admirando la textura.

—Lastima, no podemos usarla —dijo Fred, cuando me la pasaba a mi, pero yo se la pase nuevamente, y este la recibió con la cara.

—¿Qué te ocurrió? —preguntó George cuando la pelota caia y el también. Ambos nos acercamos. George y yo, a ver el estado de Fred.

—No lo vi—explicó.

—¿Cómo que no lo viste? —preguntó George intercambiándonos miradas, pero puede ser cierto, mis pases son muy rápidos y duros, pero pensaba que las habilidades se atrofiaban cuando dejabas de jugar quidditch.

—Fred, tu nariz está sangrando —le señale, mientras buscaba el pañuelo de mi short trasero, pero no lo traía conmigo, demonios, lo deje en el baúl, tome su mano y se lo metí al orificio que sangraba, pero George soltó una estruendosa carcajada—. Eso hace mi mama cuando se golpea la cara y le sangra la nariz.

Pero fui una tonta.

—Sabes, mejor quita tu dedo de la nariz, te vez ridículo —este volteo los ojos ofendido y me subí un poco más la sudadera, demostrando que llevo short debajo y una blusa blanca, por lo que la rompí.

—¿Qué haces? —le eleve la barbilla y puse el trozo de ropa en el orificio sangrante.

—Listo —dije con una sonrisa—, se me había olvidado los otros recursos los cuales disponíamos.

—Pero ahora, yo ya no podre jugar, no con una mano en mi nariz.

—Ginny, puede jugar por ti —le señalo, ella niega rápidamente, pero yo la empuje, esta avergonzada tomaba la escoba y se unía a George—, yo seré... referi-porrista —dije agitando mis manos encima y a los lados mis manos, como si fueran pompones.

Pasamos un rato agradable en la colina, fastidie un poco a Ron por su mala portería y a Harry, por ser tan caballero, ya que le dejaba a Ginny pasar, y ella se acordaba y le daba la pelota. Ya se, fue un mal juego.

Pero vendríamos mañana, eso me aseguro Fred mientras bajábamos la colina, y estaba mi hermano Kendall, en la van, con Hedwig en el brazo. Salte de emoción, porque eso significaba que mis cosas estaban ahí, y gracias al cielo que les he puesto un hechizo en Hogwarts, para que nadie pudiera abrir mi baúl, solo yo, con mi mano.

—Bien, creo que debes decirme que tu baúl está encantado —dijo, mostrándome que su pecho tenía unos granos enormes, le sonreí débilmente.

—Es precaución —le señale—. ¿Y para que abrías mi baúl?

—Para ver si tus cosas estaban completas, tonta —me la entrego con Ruddy saliendo de la van y viendo el lugar, había un par de gallinas a la vista, las cuales empezó a corretear, salió la señora Weasley y mi hermano estrecho la mano con ella, además de darle un beso en la mejilla. Mi hermano, Kendall es un sujeto, bastante atractivo, por lo que no me sorprendió ver a la señora Weasley colorada como un tomate—. Gracias, por tener a mi hermanita en su casa, señora.

—Digame Molly —le pidió la señora Weasley.

—Molly —sonríe—, espero que no les destruya la casa o haga algún desastre —voltee los ojos enfadada, solo ha sido un par de veces que destruí la casa.

—Sino vas a decir nada amable, mejor no hables —le gruñí con enojo.

—Tan solo les advierto, Des —me revolvió el cabello—, bueno, hasta luego Molly y familia Weasely.

—Creí que nunca se iría —escupo marchándome con mi baúl en manos hasta el cuarto de Ginny, pero la señora Weasley, me dijo que ella lo subiría y que tendría que ir por Ruddy, antes de que cace a las gallinas—. Ruddy —digo intentándolo perseguir, pero este era muy rápido, mire a todos lados.

Pude realizar una acción llevando aire a mis pies, y empezar a correr, esto me hacía millones de veces más rápida que cualquier otro ser humano, tome a Ruddy, este chillo y se removió pero no lo deje moverse más, y fuimos a casa de los Weasleys.

A la mañana siguiente, podría aprovechar el dia, eso iba a hacer, pero no era la única que se habia levantado temprano, toda la familia, hasta el papá de Ron estaba despierto.

—Buenos días, Des —me saludó el señor Weasley.

—¿Necesita ayuda, señora Weasley? —pregunte la señora Weasley me sonrio y me indico que bateara unos huevos, eso hice.

En realidad, pensaba y a practicar con mis poderes, pero que mas da, ¿Quién no quiere ayudar a cocinar? Yo si, nunca he cocinado algo que no sea sándwich y cereal.

La señora Weasley me indicaba que hacer, y yo lo seguía al pie de la letra, mientras me contaba acerca de que ninguno de sus hijos le ayudaba a cocinar, que era un alivio que tuvieran una amiga que ayudase en casa. Yo le sonreí nerviosa, mientras empezaba a cantar una canción.

—Que rico... —era Fred quien bajaba, y paraba cuando me veía, ¿Qué le ocurre? Ha estado un poco extraño desde el Callejón—... huele.

—Buenos días mama —le dio un beso en la mejilla, George—, Des —beso la mia igual, yendo a buscar los platos y colocarlos en la mesa.

—¡Niños! —exclamó un poco molesta la señora Weasley mientras iba subiendo la escalera.

—¿Qué te sucede? —le pregunte a Fred, mientras me sentaba enfrente suyo, este me miro desconcertado, apretando los labios—. Haz estado actuando muy extraño, ¿Acaso hice algo malo? Ademas de perder cincuenta puntos el curso pasado.

—Des...

—Ya se levantaron —nos indica la señora Weasley, evitando que Fred hablara.

Alimaña, pensé mientras le miraba, yo soy la que debería enojarse con él, no él, yo tan solo no puedo dejar de hablarle.

Después de desayunar, la señora Weasley, me dijo que podía salir a sacar a Ruddy, que parecía con ganas de ir al baño, por lo que le puse la nueva correa mágica, que era casi invisible, podía sentir por donde iba y cuan lejos estaba, pero era como si estuviera libre andando por ahí.

—¿Qué hacen? —le pregunto a Harry que se agachaba en el césped y sacaba un horrible tubérculo del suelo.

—Desgnomizamos el jardín —me respondio Harry.

—Desgnome ¿Qué? —pregunte sin entender.

—Tan solo los sacamos del jardín. Mira —me señaló Harry lo sujetaba con el brazo estirado, mientras el gnomo le daba patadas con sus fuertes piececitos. Lo cogió por los tobillos y lo puso cabeza abajo.

—Esto es lo que tienes que hacer —explicó. Levantó al gnomo en lo alto(«¡suéltame!», decía éste) y comenzó a voltearlo como si fuera un lazo. Viendo el espanto en el rostro en mi rostro, Harry añadió—: No les duele. Pero los tienes que dejar muy mareados para que no puedan volver a encontrar su madriguera.

Entonces soltó al gnomo y éste salió volando por el aire y cayó en el campo que había al otro lado del seto, a unos siete metros, con un ruido sordo.

—Se ve divertido, puedo imaginar que son Orrenda y Aceite —dije, encontrando uno y tomándolo por los tobillos para lanzarlo a exactamente más lejos que Harry.

—Que brazo —alabó Harry, le sonreí con autosuficiencia.

Pronto el aire se llenó de gnomos volando. Ruddy los perseguía fuera de los limites, y regresaba en busca de mas.

—Ya ves que no son muy listos —observó George, cogiendo cinco o seis gnomos a la vez—. En cuanto se enteran de que estamos desgnomizando, salen a curiosear. Ya deberían haber aprendido a quedarse escondidos en su sitio.

Al poco rato vieron que los gnomos que habían aterrizado en el campo, que eran muchos, empezaban a alejarse andando en grupos, con los hombros caídos.

—Volverán —dijo Ron, mientras contemplábamos cómo se internaban los gnomos en el seto del otro lado del campo—. Les gusta este sitio... Papá es demasiado blando con ellos, porque piensa que son divertidos...

—No son divertidos, son horrendos —aclaraba, cuando tomaba el ultimo y lo sacaba volando.

—O Des, ¿has hecho el trabajo de los chicos?

—Si, ha sido divertido —le dije a la señora Weasley mientras entraba a la casa, para que comamos algo.

Luego estábamos subiendo al cuarto de Ron, cuando me encontré el cuarto de Fred, solo estaba él, por lo que me desvié y entre cerrando la puerta.

—Ahora si podemos hablar —este me miro sorprendido.

—Bien, es que... escuche lo que hablaste con Cedric.

—También te incluía a ti —afirme sentándome en la cama donde el estaba—, pero el problema contigo Fred es que me gustas —le sonreí, este me vio sorprendido—, me gusta pasar el tiempo contigo y bueno, no puedo estar molesta con alguien me hace sonreir siempre que estoy con él.

—¿Te gusto? —pregunta sorprendido y se ponía un poco Ginny.

—Si, ¿Por qué no habría de ser así? —le pregunte confundida, pero luego le extiendo una sonrisa y bese su mejilla para luego irme.

Fui al cuarto de Ron, donde estaban pasándose la Quaffle, que estaba por golpearme la cara, pero bueno, mis reflejos están un poco intactos, pero si oxidados, pude atrapar la quaffle a tiempo, para pasársela a Ron con un poco de enojo.

—Gracias, por recibirme con un casi golpe en la cara —le digo, mientras este se caia de la cama.

—Que pase tan fuerte —aplaudió Ron—, no me sorprende que Fred no lo haya visto.

Echó un vistazo por la diminuta ventana, tras pisar involuntariamente una baraja de cartas autobarajables que se hallaba esparcida por el suelo. Abajo, en el campo, podía ver un grupo de gnomos que volvían a entrar de uno en uno, a hurtadillas, en el jardín de los Weasley a través del seto, pero Ruddy que seguía abajo, los perseguia, evitando que entraran a su nuevo territorio. Luego me volvió hacia Ron, que me miraba con impaciente.

—¿Qué ocurre? —pregunte desconcertada.

—Es un poco pequeña —se apresuró a decir Ron—. Además, justo aquí arriba está el espíritu del ático, que se pasa todo el tiempo golpeando las tuberías y gimiendo...

—Es la mejor casa que he visto nunca.

Ron se ruborizó hasta las orejas.

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