Breaking Down ✧ SR. » II «

By -CMRollins

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• E D I T A N D O • -... Siempre recordaré que soy tuyo -me miró a los ojos-. Y si tu mueres, yo mue... More

ADVERTENCIA.
Una vez más.
Familia.
Eres mi mujer.
Evelyn Fisher.
Karma.
Desliz.
Evelyn y yo.
¡Te lo advertí!
Mantengan la calma, Violett Hardy está aquí.
Woo! v/s Oh, Yeah!
Cállate y escúchame, idiota.
No te vayas.
"Papi"
Ambrose.
Nueve meses.
Padre.
¡Te metiste con mi esposo!
"Con amor" I.
"Con amor" II.
Galina.
Allen.
Violett, por favor.
¿Recuerdas cuando yo...
Sunshine.
Amo esta familia.
Yin y Yang.
¿Ya van siete meses? Wow, ¡eso es increíble!
Todo comenzó cuando...
Pequeña mano.
Bicolor.
Suerte, AJ.
...Y si tú mueres, yo muero contigo.
Estoy bien.
Es esa chica, ¿no?
Secreto.
"Sweet Baby"
Esta historia jamás debió haber comenzado.
Mami.
Vas a quitarme a mi pareja.
"Why'd you only call me when you're high?"

Apple.

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By -CMRollins

Capitulo 32.

Las contracciones volvieron a hacerse presentes pero esta vez con más intensidad, mi pecho se oprimía cada vez más y me obligaba a ladearme en la camilla del dolor. Era un dolor que me impedía el respirar, cada gesto o movimiento que hacia empeoraba las cosas.

Colby salió del cuarto corriendo en busca del médico a cargo, sus gritos de alguna manera hacían que me abrumara. Ya no sabía que hacer, solo la técnica de respiración que toda embarazada tenia que saber en estos momentos. Hasta que apareciera la enfermera.


Colby Lopez.

¡Demonios! Tenía miedo y no sabía que hacer. Lo más instintivo fue ir por el médico de Violett e informarle de la situación, pero nada es tan sencillo y aquél hombre no aparecía por ningún lado. Grité y blasfemié hasta que apareció, le conté la situación y al igual que yo salió corriendo.
Al llegar al cuarto se puso todo lo necesario, en ese momento me dí cuenta que era aquí y ahora. No había marcha atrás.

—Pongase esto —la enfermera me entregó un par de guantes, una bata, una gorra y sobre todo una mascarilla.

—¿Qué? ¿me tengo que quedar? —pregunté con un hilo de voz. No me habían escuchado—. Disculpe —toqué su hombro—. ¿No sería mejor sacar a mi hija por cesaria?

—No hay tiempo y no es una de las mejores opciones si quiere conservar a su mujer.

«Bien Colby, tu puedes. No debes dejar que el temor te haga su presa.»
Escuché la voz apoyandome. Asentí con la cabeza y subí la mascarilla que tenia debajo de mi quijada, debía apoyar a Violett. No me llenaría de pánico en estos momentos.

—¿Lista? —el médico le preguntó a Violett después de ayudar a que se acomodara. Ella asintió arrugando la nariz—. ¿Y tú? —me preguntó con una sonrisa. ¿Qué era tan cómico?.

—Si —susurré acercandome a ella armandome del valor suficiente para tomar su mano.

—Tiene veinte centimetros de dilatación —apretó sus labios—. Bien Violett, tu puedes —El médico se acomodó los guantes y rápidamente le dio la indicación para empujar, ella al momento de hacerle caso apretó mis dedos con tanta fuerza que de mis labios escapó un jadeo involuntario. No me esperaba tal fuerza—. ¡Otra vez! —gritó y ella lo hizo, no tenía palabras, solo mirarla estupefacto.
Podía ver como el médico trataba de sacar algo dentro de mi mujer y cómo la enfermera le pasaba un paño por la frente, los gritos eran desgarradores y el ambiente estaba intoxicado por el olor a sangre intensificada.

«¡No te marees! ¡lucha contra esa sensación!»
Decantó la voz, pero mis brazos estaban congelados a cada lado de mi cuerpo al igual que mis piernas.

«¡No caigas hacia atrás! ¡no caigas hacía atrás!»

Muy tarde —exclamé y soltando la mano de Vi, mi cuerpo cayó estrepitosamente hacia atrás mientras mis ojos se cerraban esperando el impacto.

«Y lo hiciste..




No estaba seguro de cuanto había pasado, pero de lo que si estaba seguro era de que me había perdido la mejor experiencia de ser padre.

—¿Estás despierto? —escuché una voz.

—E-Eso creo —sobé mi nuca al sentarme, era la parte que más me dolía—. Auch —me quejé al sentir un bulto en esa zona—. ¿Dónde estoy?

—En una camilla.

—¿Qué hago aquí? —miré mi entorno.

—Te desmayaste.

—¿cómo sucedió? —me levanté.

—No pudiste soportar la presión —rió. Le iba a preguntar que era lo gracioso, pero al girarme a ella me dí cuenta que era Violett.

—¡Nena! —corrí a su camilla, pero al verla sosteniendo algo en las manos mis piernas fueron bajando la velocidad hasta que terminé caminando lo más lento posible—. ¿Sun-Sunshine? —pregunté con temor, Violett con una sonrisa en sus labios, asintió con la cabeza. Llegué a su lado y no pude dejar de observarla, era hermosa, había sacado las cualidades y particularidades de su madre. Tales como su color de piel, su nariz pequeña y respingada, sus gruesos labios y sus finas cejas. Era la viva imagen de Violett Hardy.

—Sacó tu sonrisa —ella rió mirandome. Solo pude pasar una mano por mi cabello, al menos algo debía sacar de mi persona—. Vamos, no seas tímido... tómala.

—Y-Yo... no creo que este listo —me preocupé, pero ella lentamente fue pasandomela hasta que estuvo entre mis manos y las palabras se me esfumaron—. Dios mio, la amo —reí como estúpido—. Hola corazón —sonreí al ver como levantaba sus pequeños párpados—. Soy papi —enrolló sus deditos en mi dedo índice—. Hey, tiene fuerza... auchhice una mueca y Vi rió, incluso la pequeña también lo hizo—. Ahora estamos juntos mi amor, ya no habrá distancia entre nosotros —mis ojos ardían como un demonio—. No, no la hay —hice una voz más aguda haciendo que sus ojitos se llenaran de felicidad. De un momento a otro levantó su palma y pude entender que debía colocar la mía junto a la suya, era algo maravilloso y único.

—Que bueno que despertó, señor Lopez —escuché una voz masculina desde la entrada.

—¿Eh? —miré y era el médico—. Si.

—Que bueno —se acercó, pero le entregué mi hija a Violett. Si es que él quería conversar—. Les tengo una noticia buena y una mala, ¿cuál quieren escuchar?

—Odio esas palabras —mascullé, pero ninguno me escuchó—. Comience por donde encuentre adecuado.

—Bien —apretó los labios meditándolo—. Sunshine tendrá que quedarse unos días aquí, ya que es prematura y lo más recomendable es dejarla en una encubadora para analizar si se encuentra bien —enfatizó con movimientos de manos—. Y señorita, lo recomendable para usted también es quedarse unos días más. Pero si necesita hacer algo más, puede marcharse..

—No pondría en juego mi salud.

—Lo digo, porque se han visto casos así.

—Entiendo —acortó sus palabras.

—Eso seria todo —sonrió—. Llamaré a Beth para que esté pendiente de usted y de la bebe.

—Gracias —respondió cortésmente y el médico abandonó la habitación.

—¿Dejarás qué me marche solo a casa? —hice puchero acercandome a ella—. No quiero estar solo nunca más en ese lugar.

—No quiero dejar a Sunshine en otras manos que no sean las mías —besó su frente al verla dormida—. Me quedaré un día, no me siento muy bien después de lo sucedido hace unas horas.

—Lo siento.

—¿Por qué?

—Por no haber servido mucho de apoyo —hice un mohín—. Me perdí el mejor momento.

—El mejor momento es aquí y ahora —sonrió con dulzura. Amaba a ésta mujer, era la más perfecta de todas.

—Me gusta como suena eso —me acerqué y besé sus labios. Todo era tan mágico, aunque suene infantil y muy femenino pero aquella mujer hacia que hasta a mi me saliera ese lado marica antinatural.

—Felicidades —escuché otra voz arruinando nuevamente el momento. Supuse que era la enfermera.

—Gracias —sonreí ocultando toda mi molestia—. ¿Ya debe llevársela? —pregunté refiriéndome a mi bebe.

—Lamento decir que si —hizo una mueca y se acercó a Vi para tomar a Sunshine de sus manos—. Descuide, estará en buenas manos.

—Eso espero, Beth —recordé su nombre y ella sonrió—. Cualquier cosa avisanos.

—Lo haré —salió de la habitación.

—¿Segura que no quieres irte conmigo esta tarde? —hice un mohín.

—Quiero cuidar a nuestra hija —tomó mi mano. Eso había sonado lindo—. ¿Que son dos días más? Literalmente nada Colby.

—Bueno —me resigné—. Me iré cuando te duermas.

—Gracias —bostezó.

—No, no te duermas ahora —reí—. Quiero disfrutar este momento como si fuese el último.

—Bien, ¿qué quieres hacer? —rió.

—Tengo muchas cosas en mente —ronroneé—. Pero me gustaría jugar a las cartas.

—Hace mucho que no lo hago —se acomodó—. ¿Me enseñas?

—Por supuesto —caminé hasta la salida de la habitación—. Iré por un mazo de cartas y un café, no tardo —le tiré un beso y salí con las manos en los bolsillos, habían muchas personas por los pasillos ya casi no recordaba cual era la salida de este laberinto.
Caminé pasillo por pasillo tratando de hallarles la diferencia a cada uno, pero era imposible. Es más, ya casi estaba por preguntarle a un médico de como se llegaba a la salida.. pero en ese momento la encontré, o eso creí al ver una luz segar mis ojos obligandome a llevar una mano sobre mi frente.

Caminé más rápido pero solo había sido mi ilusión, era otro pasillo más alumbrado que el de los demás. Sollocé en silencio por la frustración y seguí ese pasillo con un gran vidrio a mi derecha, no le había tomado importancia hasta que un llanto me asustó. Miré por el vidrio y lo que se encontraba allí me había sorprendido.

—Santa madre mía —mi boca se abrió literalmente hasta el suelo. Muchos bebes en sus cunas llorando porque uno había comenzado—. Si este será mi futuro.. no usaré más la pistola —me referí a mi aparato. Mis ojos no dejaban de mirar cada bebe, cada color de ropa que tenían, cada color de piel, cada diferencia. Parecía una locura y el cuarto no era para nada pequeño.

Jumm, disculpa —escuché una voz a mi lado, era muy suave que logró sacarme de mi traumante estado—. ¿Sabes cómo me aproximo a la salida? —preguntó cuando mis ojos estaban mirandola.

—De hecho... —sonreí pasando una mano por mi rostro desvalido—. Hace varios minutos que no la encuentro.

—¿Vienes de allá? —apuntó refiriendose al camino detrás de mi espalda—. ¿No hay salida?

—No, ¿y por allá? —apunté yo esta vez.

—Nop.

—Demonios —hice un ruido con los labios fatigado—. Bueno, seguiré buscando —traté de pasar a su lado.

—¿Puedo ir contigo? —preguntó pasando una mano por su cabello, se veía tan inocente—. Sé que vengo de allá, pero soy muy distraida.

—Claro, ¿por qué no? —me encogí de hombros y ella caminó a mi lado, era casi de mi tamaño pero tenia la personalidad de una mujer más baja. Suena absurdo, yo me entiendo.

—¿Hace cuanto buscas la salida?

—Unos cinco minutos para ser exactos, ¿y tú?

—Veinte minutos —mordió su labio con vergüenza—. Ver tantos bebes hace que uno pierda el conocimiento, ¿no te parece?

—Absolutamente —sonreí volviendo a meter mis manos en los bolsillos.

—¿Estás aquí por algún familiar? —imitó mi acción.

—Mi novia —la observé.

—Sé más específico —comenzó a caminar de espalda, para poder mirarme más claramente.

—Acabo de ser padre.

—Oh —se sorprendió—. ¿No estás algo joven? Debes estar cerca de los veinticuatro, si no me equivoco.

—No te daré esa información —reí—. ¿Y tú?

—Veinte.

—No, me refería al porque estás acá —miré detrás de ella, aún habían pasillos.

—Ah —cubrió su boca con ambas manos como si hubiera dicho algo malo—. Ya perdí —rió—. Bueno, estoy aquí por mi madre, está hospitalizada desde hace varias semanas y la vengo a ver día por medio.

—Espero se mejore —fui cortés, pero ella no dejaba de sonreír como si todo fuese divertido. Me recordaba a Harley Quinn con su cabello rubio y ojos azules.

—¿Podrías dejar de hacer eso? —le pregunté refiriendome a que no estaba consciente hacia donde caminaba—. Me pones nervioso —traté de tomar sus brazos pero en ese momento su cuerpo impactó con el de otra persona y por ende rebotó a mis brazos. Ella no dejaba de mirarme con la boca semiabierta mientras batía sus pestañas de arriba hacia abajo díez veces por segundo.

—Fijate por donde caminas, idiota —exclamó el sujeto.

—Cuide su boca señor, solo fue un accidente —la defendí soltando sus brazos.

—Que aprenda a mirar por donde camina entonces.

—Un error le pasa a cualquiera, no quiere decir que volverá a suceder —me paré al frente de él, pero como era de esperarse, éste vio mis brazos y a regañadientes se alejó en silencio—. Eso creí.

—Gracias —la muchacha sobó su brazo avergonzada mirando el suelo.

—No te preocupes, los accidentes pasan —seguí caminando mientras ella me seguía. Aún estaba avergonzada—. Hey mira, encontré la salida —sonreí con sorpresa. Ella sonrió y se volvió a poner a mi lado.

—Al fin —levantó los brazos al aire—. ¿Dónde tenías pensado ir cuando encontraras la salida?

—Iba a ir por un café —caminé hasta que el maravilloso aire impactó en mi rostro ayudandome a respirar después de todo ese desagradable olor a hospital que daban arcadas.

—Que casualidad —comenzó a jugar con las puntas de sus delgados cabellos—. También quería uno.

—Genial, dime donde encuentro un café.

—Sígueme —dio unos saltitos de felicidad y esperó a que la siguiera.
Realmente estaba loca, pero en el buen sentido de la palabra, era divertida y raras veces decía eufemismos para hacerme reír. Para tener veinte años le gustaba tomar todo a la ligera y no ser tan seria la mayoría del tiempo, solo han pasado minutos y creo conocerla completamente, no es tan difícil cuando se puede ver que es una persona transparente en su mayoría.

Llegamos al café que ella decía ser bueno y cruzamos la entrada, estaba lleno tengo que agregar. Ella no logró notarlo puesto que se dirigió a la barra como si fuese el único ser humano en todo el mundo y pidió dos cafés sin consultarme como lo quería. El joven no se demoró mucho para entregarselos y volvió a acercarse a mi con esa sonrisa característica. No entendía como no se cansaba de hacerlo todo el tiempo, para mi sería agotador.

—Espero te guste —tomó del suyo luego de haber dejado el otro vaso en mis manos, le hice caso y estaba realmente bueno—. Es lo mejor que venden aquí.

—Y no lo discuto —le dí la razón volviendo a tomar otro sorbo.

—¿Quieres sentarte?

—Me haz robado las palabras de la boca —sonreí y ella me hizo un ademán con las manos para ir a una mesa. Estaban todas ocupadas, esperamos que un grupo de amigos se marcharan y nos sentamos antes de que otros más lo hicieran—. Como te llamas por cierto —interrogué.

Apple.

—¿Cómo la marca de...

—Sip, la misma —sonrió acortando mis palabras.

—¿A qué se debe?

—Bueno, mi padre era un fanático de esa marca aunque aún lo sigue siendo. Compraba toda su tecnología exclusiva a esos creadores, no había nada en la casa que no tuviese ese logotipo —tomó otro sorbo de su café.

—Estoy seguro que más de una persona pensó "¿qué le hizo esa criaturita para ponerle ese nombre?"

—¡Exacto! —rió—. Para mi que él me odiaba.

—Al menos no te pusieron "Lol" —bromeé. Mal chiste.

—Incluso ese hubiera sido mejor —volvió a reír—. Imagínate que piensan las persona al ver que hago esto —metió su mano en el bolsillo y sacó su celular ubicandolo al lado de su rostro. Tenia la figurita de Apple, no pude aguantar mi risa—. Exacto, así reaccionan.

—Lo siento —limpié mis ojos.

—¿Cuál es tu nombre? No me digas que LG porque ahí estamos mal.

—No, por supuesto que no —negué con la cabeza—. Soy Colby, un gusto.

—El gusto es mío.







—Rayos —me dí un golpe en la frente.

—¿Qué sucede?

—Olvidé que tenía que volver al hospital —me paré lo más rápido que pude—. Nos vemos luego.

—Puedo acompañarte.

—No te molestes.

—¡Entonces espera! —tomó mi mano justo cuando tenia pensado correr. Me giré a ella y sin pensarlo, besó mi mejilla sin tener que agacharme. Aquella acción me pareció extraña, ya que estaba acostumbrado a tener que bajar mi rostro para tal muestra de afecto, pero no digo que estuviera mal—. Gracias por lo de hace un rato —sonrió.

—No fue nada —sonreí y esta vez pude salir corriendo como lo tenía pensado desde un principio.
No estaba muy lejos por lo tanto no me costó mucho en llegar, lo que si me costó fue encontrar el camino al cuarto de Violett. Entre preguntas e indicaciones a los médicos y enfermeras en los pasillos, pude dar con ella—Ya lle... —dejé las palabras al aire cuando la encontré durmiendo plácidamente—...gué —terminé haciendo una mueca por haberme quedado charlando con Apple cuando debería haber estado con Violett como le había dicho.
Me acerqué a su lado y dejé un casto pero afectuoso beso sobre su mejilla para no despertarla, con un suspiro de cansancio me dejé caer en la silla a su lado y me dediqué a observarla, me gustaba hacerlo. Iba a tomarle una foto, pero en aquel momento en que tomé el celular de mi bolsillo un pequeño trozo de papel cayó al suelo. Lo tomé con una sonrisa y me dí cuenta que era el papel que me había entregado Apple con su número un par de horas atrás.
Tal vez... la llamaría luego.

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5.- En un momento en que Violett confundió el nombre de Colby para que la dejara marchar, ¿cuál fue?

A) AJ.

B) Joe.

C) Seth.

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