Bienvenida Otra Vez

By Fifty-Seven

1M 65.3K 36.5K

Estoy consciente de que muchas personas suelen aparecer en nuestras vidas para enseñarnos cosas que no conocí... More

Sinopsis
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
* noticia *

Capítulo siete

32.9K 2.3K 921
By Fifty-Seven

Al terminar de mover los sofás en distintas posiciones que tenían cada uno, Ashley me ofreció beber algo y comer algún bocadillo. Acepté y ella me sirvió un vaso de su jugo de frutas casero, lo cual me resultó extraño, porque no creí que me fuera a dar jugo.

—Así que eres nuevo en el edificio —asentí—. Ya hacían falta vecinos bonitos por aquí.

Ella iba a beber de su vaso, pero se detuvo al pensar lo que había salido de su propia boca.

—Es decir, vecinos bonitos de... de personas jóvenes, amables... No creas que siempre ando buscando vecinos atractivos físicamente —hablaba rápido mientras que su rostro se tornaba color rojo—, porque no es que tú no seas un vecino bonito, es que yo...

—Ya comprendí, tranquila —le interrumpí, con una sonrisa—. En realidad pienso que duraré bastante tiempo viviendo aquí, me gusta mucho.

—Mi compañera y yo venimos a vivir aquí justo cuando terminamos el primer año de universidad —explicó—. Y en realidad es bastante acogedor.

—Lo es.

—Y dime, Chad, ¿a qué te dedicas? —me miró con atención.

—Me gradué de arquitecto hace unos meses y por el momento no lo estoy ejerciendo, esperaré un par de meses más.

—Genial, así que supongo que debes hacer varias cosas. Sabes dibujar, ¿no? —asentí— ¿Qué dibujas?

—No lo he vuelto a hacer, pero solía dibujar cualquier cosa, escena o persona que veía en la secundaria, era bastante entretenido.


Recuerdo que Lorianne me decía que dejara de dibujar, aunque le "gustaban" mis dibujos, y que fuéramos a hacer otra cosa.

—Algún día debes enseñarme alguno de tus dibujos.

—Lo haré.


Tomó mi vaso vacío y el suyo y los llevó al fregadero. Volvió a su antiguo lugar, mirándome.

Ashley era una chica linda, rubia, sus ojos oscuros y una mirada cargada de curiosidad. ¿Qué provocaba que su mirada estuviera así? Sí, era "nuevo" en el edificio, pero eso no tenía nada de extraordinario.


—Tal vez no sea de mi incumbencia, pero ¿qué hacías sentado en las escaleras?

—Pues, estaba esperando a la chica que tiene mis llaves —su sonrisa se borró.


¿Qué pasaba? ¿Por qué de repente se veía seria y decepcionada?

—¿Qué pasa? —pregunté.

—Sabía que esto era un error —se puso las manos en el rostro—, ahora tú tendrás problemas, yo tendré problemas y probablemente muera atacada por una chica y sus celos de novia alfa.

—Espera, ¿qué? —sonreí— ¿Novia? —asintió y quitó sus manos de su rostro— No, no tengo novia —reí levemente.

—¿Entonces? —preguntó con un poco de vergüenza.

—Ella es mi... —me detuve.


¿Le diría que estoy viviendo con mi ex? No sabía qué tan raro sonaría eso, aunque en realidad, lo había dicho varias veces ya y las expresiones de mis receptores no eran muy gratas.

—Es mi amiga —completé.

 
He ahí otra pregunta: ¿Era Lorianne mi amiga? Es decir, yo la ayudaba, la consolaba, hablábamos de cosas serias y a veces bromeábamos sobre algunas cosas, pero... ¿Eso quería decir que era mi amiga?

  
—¿No hay nada entre ustedes? —preguntó y negué— Uff, ya me había asustado. Creí que tendría que lidiar con chicas maniáticas y obsesivas —reí levemente.

—Créeme, yo las evito.

  
Saqué mi celular y miré la hora, había pasado poco más de una hora desde que al edificio y no sabía nada de Lorianne. ¿Dónde podía estar metida? Era probable que se hubiera quedado dormida con los auriculares puestos, a como era probable también que hubiera salido sola.

Hasta cierto punto me inquietaba saber dónde estaba y qué estaba haciendo.

—¿Pasa algo? —preguntó Ashley.

—No, nada —le sonreí.

—Esto es incómodo, ¿no? Estar frente a un desconocido y no tener ni idea de qué decir —rió levemente y yo asentí, dándole la razón—. Disculpa entonces. En realidad no sé en qué pensaba cuando te ofrecí quedarte.

—En realidad no pasa nada, yo realmente necesito vecinos amigos en este lugar —ella sonrió.

—En ese caso, Chad, ¿quieres ser mi vecino amigo? —reí levemente— ¿Por qué ríes? Va en serio.

—Disculpa, es que nunca me lo habían propuesto.

—Si nos vemos más a seguido, te acostumbrarás a mis propuestas.

  
Ashley era verdaderamente una chica muy simpática. Era bastante linda y divertida, ¿cómo era que yo nunca la había notado con todas las veces que estuve saliendo y entrando del edificio?

Volví a mirar la hora en mi celular.

—¿Estás preocupado por tu amiga? —alcé la mirada.

—Yo no diría "preocupado", es más bien como que espero noticias de ella —corregí.

—Bueno, si quieres puedes ir a ver si ya volvió —alzó sus hombros.

—¿Estás echándome? —le sonreí y ella negó.

—Siento que estás algo incómodo y preocup... Es decir, "esperando noticias de tu amiga" y no estás muy tranquilo. Así que supongo que querrás irte.

—No pensaba en irme, pero la verdad tienes razón, debo ir a buscar a Lorianne —ella asintió y sonrió.


Ambos nos dirigimos a la puerta y ella la abrió.

—Gracias por ayudarme con los sofás —dijo.

—Gracias por ser mi vecina —le sonreí—. Debes contarme cuando llegue tu amiga.

—Claro que lo haré —rió—. ¿Te parece si nos vemos mañana para desayunar o algo así?

—Me parece excelente.


Intercambiamos miradas un par de segundos y luego dijo:

—Bien, adiós.


Y cerró la puerta frente a mí.

Sin agregar nada, me giré y bajé las escaleras hasta mi piso, donde encontré a Lorianne tratando de abrir la puerta con una mano, ya que venía hablando por teléfono y en la otra mano llevaba un bolso, unas hojas y su abrigo.

—No, no, no, ¡ya habíamos hablado de esto! —exclamó al teléfono— Estoy bien, de verdad, no necesito una... ¡Qué no!


Seguía sin poder abrir la puerta, así que, frustrada, dejó caer su bolso, su abrigo y sus hojas, para poder abrir más fácilmente la puerta. Al girarse para recoger todo, me miró, mientras yo seguía de pie en las escaleras.

—¿No vas a ayudarme? —preguntó tapando el micrófono del celular.

Me acerqué, mientras ella seguía hablando por teléfono cosas que yo no comprendía.

—¿Es que ya no confías en mí? —hizo silencio— Vaya, gracias —rodó los ojos—. Como sea, entonces supongo que tendremos que prepararlo todo. Sí... Sí, estará feliz, supongo.


Cerré la puerta atrás de mí y me encaminé al sofá, donde me senté y decidí encender la televisión.

—Bien, me parece... Sí... Sí... Adiós —cortó la llamada—. ¡Maldición! —exclamó.

—Salud —murmuré.

—Tú cállate y apunta tu número de teléfono —me dio su celular—. Quería contactarte desde hace horas para saber dónde estabas y que me ayudaras, pero no tengo tu número guardado. Es increíble también que ninguno de nuestros ex compañeros tenga tu número, ¿qué tan desconectado estás de tu pasado?

No lo suficiente, pensé.

—Como sea —continuó—. Adivina, tengo dos noticias, una buena y una mala —dijo tomando asiento en el sofá frente a mí—, ¿cuál quieres primero?

¿Por qué siempre tenía que haber una buena y un mala?

  
—La buena, supongo.

—Conseguí un empleo —dijo con orgullo—, voy a trabajar en una cafetería.

—¿De verdad? —pregunté con asombro— Eso es fantástico.

—Cuando me den mi primer salario, podemos dividir los gastos o como prefieras —asentí.

—¿Y la mala noticia?

—Pues... —se rascó la nuca— Mis padres quieren inspeccionar el... "ambiente".

  
¿Qué?

—¿A qué te refieres? —pregunté confundido.

—¿Eres idiota? Que mis padres quieren venir aquí.

   
Genial, ¿ahora me volvería a presentar a sus padres?

—¿Por qué? —pregunté un tanto asustado.

  
Es decir, cuando estábamos juntos, su madre me amaba y su padre me trataba como si ya fuera el marido de Lorianne —con solo 17 años—. Fui a recogerla a su casa y sus padres hasta organizaron un almuerzo para el fin de semana, acepté sin saber que aquella sería la última vez que los vería.

Además, no quería ni saber qué les había dicho ella cuando no volví a su casa.

Trágico, ¿no?

    
—Quieren asegurarse de que estoy bien, pero la verdad creo que quieren venir solo para verte otra vez —alzó sus hombros, restándole importancia.

—Pues que vengan, si eso es lo que quieren. Vienen, aseguran el área y se van.

—Mis padres no son así, Chad. Van a buscar el más mínimo error para criticarlo —aseguró—. ¿Por qué crees que odiaban a Spencer? ¿Por qué crees que odio estar con ellos?

—Si no quieres que vengan, les podemos decir que no lo hagan y... hacemos una video llamada —propuse.

—No van a aceptar —suspiró—. Esto va a ser una mierda. Van a cortarme las tarjetas y voy a tener que volver que vivir con ellos.

—Eso no va a pasar, ¿de acuerdo? Ya encontraremos una manera —intenté tranquilizarla.

—No hay otra solución, tenemos que fingir que estamos juntos sólo por el día que vengan.

Sonaba feo hasta pensarlo.

—¿Y qué día vienen?

—No tengo ni idea —suspiró—. Odio tener que hacer esto, de verdad.

   
Y tú crees que yo no, pensé.

¿Fingir ser novio de Lorianne un día? Sería difícil, empezando por el hecho de que no quiero tener que tomarla de la mano o... o besarla. Sería mucho para mí.

  
—Sé lo que estás pensando —dijo— y no, no vamos a tener que dar muestras de afecto. Solo debes estar un par de segundos a mi lado, sonreír y agradarles, justo como siempre lo has hecho, ¿bien? —asentí un poco más aliviado— Genial. Listo, cambiemos de tema.

—¿Por qué te fuiste de la casa de Rachell?

—¿Cuál Rachell?

—La chica de las tutorías —rodé mis ojos.

   
Mi pregunta claramente la tomó por sorpresa, porque ella me miró un par de segundos, sin saber qué responder.

—Tenía... un feo ambiente —se levantó del sofá y fue a la cocina.

Me giré en mi asiento y la miré mientras tomaba un vaso de agua.

—Mientes —dije mientras ella bebía.

   
—No, en realidad no... Bueno, en parte es la razón por la que quise irme, pero no fue el detonante de mi salida —explicó.

—¿Entonces cuál fue?

—No te diré.

  
Dejó el vaso en el fregadero y se fue a la habitación. Decidí no ir detrás de ella. Esperaba que tarde o temprano me diera una explicación, porque si no mi cabeza terminaría dando 61 posibles y distintas hipótesis sobre las razones que tuvo ella.

Decidí tomar una ducha para eliminar el cansancio del día.

Mientras me duchaba tranquilamente, un par de golpes violentos impactaron la puerta del baño, seguido por un furioso grito de Lorianne diciendo:

  
—¡Abre la maldita puerta, Chad!

Seguido de más golpes.

  
—Me estoy duchando, Lorianne, espera a que salga —respondí.

—¡Abres ya o te juro que tiro esta maldita puerta!

  
Vaya, sonó más rudo de lo que lo intenté yo toda mi vida, pensé.

La verdad era que sí creía que ella fuera capaz de tirar la puerta del baño abajo.

   
—¿Ocupas hacer pis, eso es? Espérate un poco, ¿quieres? La puerta está lejos y mi toalla también.

—¡Abre la puerta ahora!

  
Corrí la cortina y me salí de la ducha. Alcancé mi toalla y justo cuando estaba por taparme, Lorianne abrió la puerta, con una mirada claramente molesta.

La vergüenza invadió mi cuerpo y me tapé a mi compañero con la toalla sostenida por una sola mano, antes de que ella pudiera ver algo.

Es decir, no me avergonzaba de lo que Dios me había dado, pero siempre me había avergonzado el hecho de que las personas me vieran prácticamente desnudo andando por ahí.

—¿No te podías esperar? —pregunté.

—La verdad es que no, Chad, ahora dime, ¡¿por qué demonios le respondiste una llamada a Spencer con mi celular?! —gritó frenética.

    
Mierda, se había dado cuenta.

  
—Lorianne, yo te lo...

—Claro, me lo ibas a decir —rodó los ojos—. ¿Qué demonios le dijiste? ¿Qué dijo él? ¡Habla!

—Yo no le dije nada, pero él dijo que tú pagarías y que te iba a encontrar... —expliqué— no sé, cosas así. Spencer necesita ayuda.

—¡Agh! —se volteó molesta y empezó a marcar un número con su celular.

Aproveché y amarré la toalla a mi cintura, esperando a que el nudo no se zafara como en las películas.

   
Seguí a una preocupada Lorianne por el apartamento, hasta que se sentó en mi cama, viendo al suelo y moviendo su pierna de arriba a abajo con nerviosismo.

Me quedé mirándola de pie, esperando averiguar a quién estaba llamando o por qué estaba tan nerviosa cuando le dije lo de la llamada con Spencer.


—De verdad te lo iba a decir —inicié—. Fue cuando saliste al baile de ex alumnos y olvidaste tu celular.


No sabía si estaba ayudando... o si se podía ayudar de alguna manera, pero yo quería explicarle lo que pasó. Independientemente de si me creería o no.


—Él llamó y siendo sincero, la curiosidad me ganó.


Aún no me miraba, pero su rostro se veía más molesto.

—Te juro que no le dije nada —continué—, él hablaba y hablaba... Él está loco, Lorianne. Yo...

—Te dije que no te metieras en esto —me interrumpió y alzó su mirada hacia mí, así vi sus ojos llorosos.

—¡No lo hice! De haberme metido, habría hablado con él, pero no lo hice, de verdad.


Me miró y parecía tener una batalla en su interior. No sabía si sentirse aliviada, molesta, calmada, agresiva...

—Ahora quieres que te diga qué sucede, ¿no? —preguntó.

—La verdad es que sí quiero, pero no es necesario que hables si no quieres, no te voy a obligar más.


El tema le afectaba y yo conocía en carne propia cómo se sentía. Sabía cómo se sentía el reservar para mí todo lo malo que sentía. No por vergüenza, sino por incapacidad de soltar todo lo que sentía.


—Siento mucho si te hice recordar malos momentos o si te hice sentir mal con mis acciones.

Ella me miraba a los ojos. Ya no estaba molesta, ahora me miraba con cuidado.


—Estoy de acuerdo si no me vas a hablar por algún tiempo, lo acepto, pero yo la verdad ya dije lo que tenía que decir. Si hay algo más que pudiera hacer, lo haría.


Me miró aún en su lugar, sin agregar nada.

Así que decidí darme la vuelta y seguir en lo que estaba. Si no tenía nada que agregar, yo tenía que seguir en lo mío y no estancarme solo porque no se decidía en perdonarme o no.

—Chad.

Me giré y ella me abrazó, tomándome totalmente por sorpresa.

—¿Q-Qué haces?

—Te abrazo.

—Sí, pero... pero ¿por qué?


—Chad yo... sólo quería abrazarte. No sé, tú pides explicaciones para todo.


Bueno, eso era cierto.

—Es mi manera para decirte "gracias", creo.

—Oh, claro. Pero aún tengo el cuerpo mojado —me excusé.

—No me importa.

Volvió a envolverme con sus brazos y yo coloqué mis manos en su espalda.

El olor de su cabello era fantástico.


—Chad —dijo sin soltarme—, ¿puedo preguntarte algo?

—Sí, claro.

Ella aclaró su garganta y preguntó:

—¿Qué te gustaba de mí?


¿De verdad me estaba preguntando eso? De ella me gustaba... no, corrijo, me fascinaba absolutamente todo.
  

—¿Por qué me lo preguntas?

Intenté separar el abrazo para mirarla, pero ella me forzó a quedarme como estábamos.

—No me sueltes, sólo respóndeme.


—Pues... me gustaba todo de ti —confesé.

—Pero ¿qué te gustaba más? —insistió.


No tenía ni que pensarlo dos veces para responderle:

—Tu libertad.

—¿Mi libertad? —sonaba confundida— ¿A qué te refieres?

—A ti, a tu manera libre de ver la vida, a tu manera de ser, sin que te importara lo que dijeran los demás; me gustaba tu forma aventurera de pensar, no tenías miedo a nada. Siempre pensabas que "es ahora o nunca" y yo no lo tuve hasta que llegaste a mi vida.

Ella no dijo nada, así que decidí continuar.

—Yo... Yo estaba muy centrado en estudiar y solo eso. No pensaba que otras cosas fueran necesarias y luego llegaste tú, que querías probarlo todo, sin importar las consecuencias... Terminé enamorándome de ti.

      
Ella no dijo nada.

Se separó de mí y me miró cada centímetro del rostro, mientras yo solo la miraba a los ojos. Luego bajó su cabeza y murmuró un pequeño "gracias". Me soltó y se giró hacia la cama, donde se sentó otra vez.

Decidí volver al baño. Una vez dentro, cerré la puerta y me miré al espejo.

¿Por qué tenía que hacerme esas preguntas? Ya me había preguntado varias cosas así. Yo suponía que ella ya conocía la respuesta a sus preguntas, pero solo quería: a) oírlas de mi boca, o b) hacerme sufrir.

Me vestí con la ropa que estaba ahí y salí, para volver a enfrentarme al silencio de mi hogar.
      


*

—¡Buenos días! ¡Arriba, dormilones! —estiré mi cuerpo y encontré a Thomas dentro de la habitación.

Miré a Lorianne a mi lado, quien se rascaba los ojos para acomodar su vista a la luz matutina.

—¿Qué haces aquí, Thomas? ¿Cómo entraste? ¡Sal ahora! —exclamé.

—Mi razón es solo una y mi pregunta es otra: ¿Por qué están tan cerca? —preguntó con una sonrisa pícara.


—No estamos cerca, la cama no tiene más espacio —dijo ella.

—Vamos, ¡salgan de la cama! Hay un pequeño problema.

—¿Cuál?

—Sus padres están afuera.

—¿Ya llegaron tus padres? —la miré confundido y ella alzó sus hombros.

—Creo que no me di a entender. Están tus padres —señaló a Lorianne— y los tuyos —me señaló a mí—, y según mi opinión, es un problema.

Y vaya que lo era.
  

—Ve a entretenerlos, vamos en seguida.

—Bien.


Se giró para irse y, cuando abrió la puerta, de ésta entraron básicamente todos. Mis padres, sus padres y Thomas, que se asomaba por detrás para pedir perdón con señas.

Lorianne se acercó lo más que pudo a mí, mientras que yo intentaba alejarme de ella.

Ambos pares de padres nos miraban confundidos.

—Vaya...

—Hola.


¿Algo más incómodo que tus padres te atrapen con una chica en la cama? Fácil: que tus padres y los padres de tu ex novia te atrapen en la cama con ella, mientras que tus padres saben que ella fue una zorra contigo y que los padres de ella piensen que son pareja. Además de tu mejor amigo disculpándose atrás de todos.

Pues eso pasó.

—No sé qué decir —dijo el padre de Lorianne.

—Creo que es mejor que vayamos afuera.

—Sí. Pues... sí.


Al salir todos de la habitación, miré a Lorianne esperando una explicación.

—¿No vas a hablar? —me levanté y fui en busca de ropa, al igual que ella— ¡¿Por qué no dijiste que tus padres vendrían hoy?!

—¡¿Y por qué no les dices a los tuyos que avisen cuando vendrán?! ¡Agh! ¿Qué haremos ahora? Mis padres piensan que estamos juntos y te aman...

—Y los míos saben lo que pasó y te odian —agregué—. No sé qué hacer —empecé a vestirme.

—Mi padre te va a matar a pesar de que te ame —agregó.


Mientras terminamos de vestirnos, ideamos un plan entre los dos. Yo la verdad solo esperaba a que funcionara y que nada malo pasara hoy.

-----

Probablemente me odien por diversas razones, pero quiero que sepan que todo está fríamente calculado.

#KeepCalm

#NoSeMolestenConmigo
#SeAcercaMiCumpleaños
#ExcusasEquisDe

1/9/16

Continue Reading

You'll Also Like

87.5K 8.1K 28
Eliza Jones y Stella Lambert son el prototipo de: "personas correctas en el momento equivocado", pues sus vidas habían coincidido en preparatoria, cu...
66.9K 5.5K 34
Adara Evans es invisible para casi todos. Su pasado le ha hecho que se aísle del mundo y apenas se relacione. A sus diecisiete años, casi no tiene am...
768K 77.9K 28
Nathaniel Ferrars, descendiente de una importante familia, ha sido castigado por su arrogancia y prepotencia a ser un maniquí por el resto de su vida...
7.5M 356K 50
Segunda parte de A través de ti. © Todos los derechos reservados. Esta totalmente prohibida la copia o adaptación de la historia. Obra registrada en...