SI HAY FALTAS DE ORTOGRAFÍA O INCOHERENCIAS INCOHERENTES FELICIDADES POR NOTARLAS.
AARON
—¡Clovis!—Aaron golpeó la puerta por octava vez, esperando a que el hijo de Hipnos la abriese—. ¡Clovis! ¡Abre la puerta! ¡Sé que estás ahí!
Saltó, haciendo crujir el suelo del porche. El zumo que llevaba en la bandeja salpicó sobre las tostadas.
—¡Clovis apresúrate! ¡Se va a enfriar tu desayuno!—comenzó a hacer una especie de zapateo, ansioso.
La puerta se abrió lentamente y Clovis, con su mechón rubio y su grueso cuello, asomó la cabeza.
Agarró la bandeja que sostenía el hijo de Apolo, mirándola con el ceño fruncido.
—¿Cómo es que aun no caes dormido? Llevas media hora de pie frente a mi cabaña—estudió los brillantes y emocionados ojos azules de Aaron—. Olvídalo.
Se dispuso a cerrar de nuevo la puerta cuando la mano del hijo de Apolo se interpuso.
—¡Alto ahí! ¡Aún no tenemos nuestra charla sobre el Solangelo!—intentó volver a abrir la puerta, y Clovis cerrarla (cosa difícil con una bandeja en la mano).
Digno espectáculo de ver: Clovis v/s Aaron. Ambos con una fuerza casi nula, empujando (aunque se podría decir que era la puerta el mayor rival de ambos) y con los rostros rojos del esfuerzo.
—Bien, me rindo—el hijo de Hipnos dejó la batalla y Aaron casi cae de bruces al suelo.
—¡Perfecto!—se limpió los pantalones como había visto en las películas para luego buscar un lugar donde sentarse (Estaba muy agotado).
—¡Alto! ¡Ahí no!—Clovis apartó a Aaron y abrazó la almohada donde había querido instalarse el rubio.
—¿Dónde?
—Allí—señaló una cama de aspecto realmente sospechoso. El rubio más bajo se sentó como si nada y observó fijamente al otro, que estaba con los brazos cruzados (La bandeja reposaba en una mesilla) esperando algo.
—¿Qué sucede? —preguntó al fin.
—Nada—lo miró con intensidad, como si tuviese poderes en los ojos (Cosa que probablemente, sea cierto)—. ¿No tienes sueño?
—No.
—¿Y no te pesan los ojos, o quieres cerrarlos... O descansar?
—No.
Clovis entrecerró los ojos—. ¿No? ¿Seguro?
—Sí—recordó la segunda razón por la que había venido—. ¡Vamos a hablar de Solangelo!
—¡Claro!—el hijo de Hipnos bostezó. No debía mostrarse tan activo, porque ya se había cansado. Sonrió demasiado abiertamente—. Pero antes, ¿Podrías ir a buscar una cosa que se me quedó afuera?
Aaron asintió con la cabeza, siempre teniendo en cuenta los modales que le había enseñado su madre (Ser servicial era uno de ellos)—. ¿Qué cosa es?—preguntó ya asomado.
—Un poco más afuera. No lo verás si no sales completamente.
—Hmmm... Ya, pero ¿qué es?
¡Pam! La puerta de la cabaña del dios de sueño ahora estaba cerrada completamente, con llave y seguro. Para cuando el hijo de Apolo se había dado cuenta, y había gritado que abriese o que no era gracioso, Clovis ya se había quedado dormido ante el esfuerzo que había requerido cerrar la puerta rápidamente.
—¡Oye! ¡Me lo habías prometido! —aporreó. Infló las mejillas y luego, al comprender que no volvería a entrar en aquella cabaña (Por el resto del día) sacó de su bolsillo (No tenía la habilidad de Will para sacar cosas de la nada) una libreta chiquita, donde en la primera hoja habían dos nombre anotados:
Clovis.
Marcus.
Había apostado con Lorely sobre quien conseguía inscribir nuevos miembros al club de Solangelo. Y como su hermana no sabía guardar secretos (porque había heredado con más fuerza el sentido de decir la verdad) Lizzi (La vicepresidenta del Club de Solangelo) se había enterado.
Por suerte, no los castigó ni nada por apostar. Solo les dijo que aquellos nuevos miembros debían recibir por lo menos una clase sobre, bueno, el Solangelo (si no, no contarían en la apuesta).
Aaron llevaba en dos semanas, dos personas. Un verdadero logro, pero había un problema: Clovis no le había dejado darle la clase.
Solo le quedaba Marcus.
—¿Has visto a Marcus?—le preguntó a una hija de Deméter que justo pasaba frente a él.
MARCUS
Tensó la flecha en el arco con demasiada fuerza.
El arco se rompió. Lo echó como si nada en la pila de arcos rotos y fue a buscar otro.
—¿Aún no lo consigues?—preguntó Mylene con risa contenida, puesto que se refería a tensar un arco (Siquiera a darle en el blanco).
—Vete.
—¡No puedo! Soy la instructora. No, así no Joseph—corrigió la postura del hijo de Hermes que practicaba cerca de ambos—. Postura más recta y... ¡Wow! ¡Casi!
Marcus puso los ojos en blanco, disimulando la envidia que le provocaba que un simple descendiente de Hermes lograra tensar un arco y él no. Tomó con fuerza uno de los arcos, relajando luego el agarre al recordar que así era como los rompía.
Se dirigió a su sector, tomó aire y tensó con extremada delicadeza el arco hasta que...
—Oye, ¿Has visto a Marcus?
Hizo un esfuerzo en no distraerse, porque sinceramente no reconocía esa voz.
—¡Aaron!—esa era Mylente—. ¿Buscas a Marcus?
Aaron.
Sintió como se le iban los colores de la cara.
Debe ser otro Marcus. Aaron estaba buscando a otro Marcus.
Eres el único Marcus de este campamento.
—Allí esta—Mylene nuevamente.
Deseó por un momento ser pequeño, e invisible. No se sentía asustado (Faltaría más), pero la sola idea de que ese aniñado hijo de Apolo lo estuviese buscando le ponía los pelos de punta.
Porque solo había una razón:
Zotlanyelo.
Volvió a recordar la vergonzosa firma que había hecho, y se sonrojó.
—¿Marcus?—la voz cálida y suave, perteneciente a ese chico rubio que lo había saludado mostrando el trasero en la enfermería.
—Lo siento, te confundiste—tenía la vista pegada en el centro amarillo de la diana—. Marcus no está.
—¿En serio?—por el rabillo del ojos, vio como el rubio ladeaba la cabeza—. ¡Mylene, dice que no es Marcus!
—¿Cómo que no es Marcus?—ahora Marcus estaba rodeado de hijos de Apolo, uno a cada lado.
—No soy Marcus. Lo juro.
—¿Por el río Estigio?
El hijo de Ares se mordió la mejilla con fuerza, como siempre.
—Bien, soy Marcus.
—¿De verdad?—los ojillos de Aaron brillaron, como al parecer hacían siempre—. ¡Genial! Verás, necesito-
—No.
—¿No? ¿Por qué no?
—Porque... Porque... Porque el otro día en la enfermería me dijiste que me ibas a dejar en paz.
—P-Pero... ¿No era que te dejara dormir? Solo dormir...
—No, dijiste que me dejarías tranquilo—de hecho, ni Marcus recordaba lo que había dicho exactamente. Notó como Mylene enarcaba una ceja, esa chica no solo era buena con el arco: Detectaba mentiras sin esfuerzo.
—Marcus.
—¡Es verdad!
—Marcus...
Aaron los miraba, haciéndose notorio que no entendía lo que pasaba.
—A mi hermanito no le hará gracia saber que un hijo de Ares...—Mylene moduló algo, haciendo que los cabellos de Marcus se pusieran de puntas.
—¡Bueno!—apretó los labios, su orgullo se estaba yendo por el drenaje—. ¿Qué necesitas, Aaron?—trató de hacer la voz más suave posible.
—¡Darte una clase sobre Solangelo!
El hijo de Ares ya la veía venir. Así que, lentamente, volteó dándole por fin la cara a Aaron y la espalda a Mylene.
—¿Es en serio?
—Sí.
***
CHAN CHAN CHAN CHAAAAAAN. Aquí, sin saber lo que escribes, pensando "Pero bueno, solo actualiza y ya" ¯\_(ツ)_/¯
Los títulos que me salen en esta historia xD
-patata:v
A las que leen esta historia, y le enviaron su número a Mizuki2-9 verifiquen si lo enviaron con esos numeritos característicos de su país (Por ejemplo, aquí es +569... Algo así.)